crear valor con diseño

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DISEÑO &
COMUNICACIÓN
CREAR VALOR CON DISEÑO:
UNA REALIDAD POSIBLE
• Sergio Zafra
• Manuel Figueroa
• Catalina Petric
INACAP La Serena, 28 de abril de 2015
CREAR
VALOR CON DISEÑO:
UNA REALIDAD POSIBLE
• Sergio Zafra
• Manuel Figueroa
• Catalina Petric
CREAR
VALOR CON DISEÑO:
UNA REALIDAD POSIBLE
INTRODUCCIÓN
Se está produciendo un cambio de paradigma en el mundo del diseño y, particularmente,
en la función que desempeña el diseñador. Antes solo se esperaba que estos profesionales fueran sumamente competentes en el proceso de diseño de un producto o de un
servicio –en la imagen corporativa, la página web, en una publicación impresa o en una
colección de moda–, a medida que fuera requerido por otros participantes de la cadena
de valor. Hoy, en cambio, el diseño está tomando un lugar cada vez más central dentro de
esta cadena, obligando a los profesionales del área a adquirir competencias que van más
allá de su especialidad.
Los diseñadores no solo deben ser creativos, sino también ser aptos para gestionar su creatividad y su capacidad de innovar, así como poseer herramientas de gestión de proyectos,
manejarse con planes de negocios y saber lidiar con sus consumidores y clientes. Además,
deben estar abiertos al mundo y a sus tendencias, con un criterio bien afinado para saber
usarlas, a fin de agregarles valor con su trabajo.
En esta conferencia, expertos nacionales e internacionales exponen algunas de las herramientas indispensables para que un diseñador sea competitivo y agregue valor en el mundo
de hoy, junto con detallar lo que está haciendo hoy INACAP en la formación de profesionales
del diseño que Chile necesita.
Ciclo de Conferencias en Desarrollo de Capital Humano
6
CONTENIDO
8-13
Finanzas para startups en diseño: guía para el éxito financiero en los emprendimientos.
Sergio Zafra
Director Financiero de Platzi.com
14-17
Capital humano al servicio del “ser humano”.
Manuel Figueroa
Coordinador del Área Diseño del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes
18-19
El diseñador para el mañana, las competencias clave para el éxito.
Catalina Petric
Directora del Área Diseño & Comunicación de INACAP
Ciclo de Conferencias en Desarrollo de Capital Humano
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LOS EXPOSITORES
Sergio Zafra
Catalina Petric
Director Financiero de Platzi.com
Directora del Área Diseño & Comunicación
de INACAP.
Ingeniero financiero con conocimientos
en el sector bursátil y en diferentes áreas
gerenciales como contabilidad, análisis
financiero, coyuntura económica, formulación y evaluación de proyectos, entre otros.
Colabora habitualmente en reportajes y artículos de finanzas personales e inversión,
en la prensa y la televisión en Colombia,
desempeñándose como conferencista del
programa Educación financiera para todos,
de la Bolsa de Valores de Colombia.
Manuel Figueroa
Diseñadora de la Pontificia Universidad
Católica de Chile (PUC), con un diplomado
en Educación por Competencias (Universidad de Talca). Fue diseñadora industrial
en Nordik S.A. Creó la empresa Investigación&Gestión+Diseño (IG+D). Ejerció la
docencia en Diseño en la PUC, en la U.
Nacional Andrés Bello y la U. de Las Américas. En INACAP ha liderado la renovación
curricular de su área y puesto foco en la
experiencia diferenciadora del alumno,
en la excelencia en su formación y en las
oportunidades para la difusión de los talentos de los diseñadores.
Coordinador del Área Diseño del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes.
Diseñador de la Universidad Diego Portales (UDP), con un diplomado en Tipografía (Pontificia Universidad Católica de
Chile). Estudió Políticas Públicas en la
misma universidad y obtuvo un diplomado en Política y Gobierno (UDP). Ahí
ha ejercido la docencia en historia y teoría del diseño. Es evaluador de diversos
concursos de innovación.
LOS DISEÑADORES
NO SOLO DEBEN SER
CREATIVOS, SINO
TAMBIÉN SER APTOS
PARA GESTIONAR
SU CREATIVIDAD Y
SU CAPACIDAD DE
INNOVAR.
Ciclo de Conferencias en Desarrollo de Capital Humano
8
Sergio Zafra
Director Financiero de Platzi.com
FINANZAS PARA
STARTUPS EN DISEÑO:
GUÍA PARA EL ÉXITO
FINANCIERO EN LOS
EMPRENDIMIENTOS
En mi empresa, Platzi.com, formamos a un
nuevo profesional basado principalmente
en internet. Hoy en día vivimos una verdadera revolución, ya que el comportamiento del consumidor ha cambiado y lo seguirá haciendo de una manera muy rápida. Si
nuestro deseo es aprender determinadas
materias, buscamos un video en YouTube.
Si queremos comprar algo, recurrimos a
Amazon. Abrimos páginas de internet y
leemos recomendaciones de otras personas que nos ayudan a tomar una decisión
de compra. Incluso si queremos ver un
programa de televisión o una película, no
tenemos que esperar a que la exhiban en
la televisión, ya que seguramente estará
en Netflix.
Y así como el consumidor se está transformando todos los días, también lo hace
el profesional, quien debe aprender permanentemente. Ya no puede conformarse con los estudios recibidos en cada una
de sus carreras, sino que tiene que buscar
las nuevas tendencias, renovarse y así poder competir en un mercado que, casi sin
darnos cuenta, deja atrás viejos paradigmas respecto de nuestra labor. Y todo ello
parte desde internet. Actualmente casi todos tenemos teléfonos móviles con múltiples recursos, aplicaciones y conexiones.
Podemos consultar cualquier materia en
cualquier momento, decidir todos los días
asuntos nuevos. Esto ha hecho que emerja
un flamante concepto en los emprendimientos: los startups.
¿QUÉ ES UNA STARTUP?
Una compañía startup es una empresa incipiente, emergente, que intenta emprender
o montar un nuevo negocio. Este concepto hace referencia a ideas de negocios que
están en construcción, fuertemente apoyadas en la tecnología. Son ideas que innovan el mercado y buscan simplificar procesos complicados, enfocadas a diferentes
temas y usos. Generalmente son empresas
asociadas a la innovación, al desarrollo de
tecnologías y al diseño web. Y muchas de
ellas se han vuelto gigantes de un día para
otro: se centraron en una idea, encontraron
un problema y lo resolvieron a través de internet. Ellas también han permitido que los
consumidores sean de alguna manera arquitectos de una compañía y que aporten
a su crecimiento. Así, entonces, comienza a
desplegarse una nueva economía basada
en emprendimientos que cualquiera podría
llevar adelante.
Todos sabemos de alguien que alguna vez
dijo “Yo tuve la idea de Uber (transporte de
la ciudad que se solicita a través una aplicación del teléfono celular) y si la hubiera desarrollado, ahora sería millonario”. La mayor
parte de las personas tiene una idea, pero
de ahí a materializarla en una empresa de
negocios hay un camino largo. Hoy en día,
a través de internet, es más sencillo plasmar
una iniciativa de negocio. Ya no necesitamos grandes infraestructuras ni amplias
oficinas, ni contratar decenas de personas
para levantar esa idea renovadora. De hecho, ni siquiera requerimos de mucho capital. Internet ha permitido que, a través de
aplicaciones o de páginas web, podamos
concretar aquella chispa inicial en algo verdadero, viable y que nuestros consumidores van a requerir.
Esto empieza por una pasión por resolver
un problema. Antes de iniciar un emprendimiento tenemos que encontrar qué problema queremos resolver. Los dueños de Uber,
por ejemplo, no inventaron el transporte
–ya existían los taxis desde mucho antes–,
pero percibieron que podían mejorar este
servicio a partir de una aplicación en el teléfono celular. Así, a partir de esa pasión por
resolver un problema, empezaron a crear
una empresa que hoy día vale millones de
dólares. Es importante que nuestros clientes
puedan ayudarnos a construir una nueva
empresa, una empresa que realmente sea
viable y tenga un crecimiento significativo.
De la misma manera, es relevante que ella
haga decir a los clientes: “Esto hace que mi
vida sea mejor”, y que a partir de este enfoque se conviertan en nuestros primeros fans.
Si logramos hacer de esos clientes unos fans,
tenemos asegurada una base de personas
Ciclo de Conferencias en Desarrollo de Capital Humano
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que nos colaborarán y permitirán nuestro
gradual crecimiento.
Por ello, asegurémonos de que estamos
resolviendo algo significativo y novedoso:
no repitamos nociones que ya están en el
mercado. Muchos dicen tener una idea y, al
final, resulta ser similar a Airbnb o Amazon.
Busquemos algo que realmente haga la diferencia, algo que auténticamente nadie esté
haciendo. Tampoco esperemos que otras
personas desarrollen esa idea nuestra y luego quedemos frustrados viendo el éxito que
hubiésemos deseado.
Otro factor relevante: empecemos por ser
nosotros nuestros propios clientes. ¿Cómo
se hace? Todos los días tenemos problemas con algo, así es que a partir de aquello
podemos concebir una solución. Así nos
convertiremos en unos emprendedores
que resolvemos nuestros propios obstáculos. En la medida en que aquel problema
se solucione, experimentaremos el crecimiento de la empresa, ya que los consumidores percibirán y valorarán también
esa solución.
MITOS SOBRE EL EMPRENDIMIENTO
Hay varios mitos acerca del emprendimiento. Uno de ellos es el dinero, ya que muchos
afirman que necesitan un gran capital a la
hora de financiar sus proyectos. Y ahí, desde
el inicio, nace la frustración. Sin embargo,
precisamente gracias a internet es que se
han disminuido las barreras materiales para
que cualquier persona, a través de desarrollos web, pueda hacer que su negocio sea
una idea viable y tenga futuro.
Otro de los mitos comunes es que podemos
tener una buena idea, pero en el camino nos
dicen que no funcionará en el mundo real.
A propósito de esto, me gusta recordar una
frase de Henry Ford. Decía que si él hubiera
preguntado a sus clientes qué querían, le
habrían respondido “caballos más rápidos”.
Pareciera que ese mundo real es un espacio
oscuro donde todos son pesimistas, donde
nada funciona.
Otro mito muy común, y muy antiguo,
es que “Hay que aprender de los errores”.
Realmente, lo que hay que aprender de los
errores es no volver a cometerlos. Se trata
de una afirmación sobrevalorada, porque
verdaderamente se aprende más del éxito.
A partir del éxito sabemos qué debemos repetir y qué mejorar. Empecemos a cambiar
esa frase y mejor pensemos que si hacemos
las cosas bien, vamos a hacerlas mejor la siguiente vez. Es decir, se aprende a partir de
un buen desarrollo.
Mito siguiente: “No tengo tiempo”. Es una
excusa también muy sobrevalorada, ya que
siempre podemos encontrar el tiempo para
echar a andar una idea y convertirla en un
negocio viable. Quitándole una hora a la televisión, al videojuego o a las redes sociales,
quizá nos baste para la puesta en marcha de
nuestro producto y ver que día a día se convierte en realidad.
Otro mito muy extendido es: “Para tener viabilidad, necesitamos un plan de negocios
para los próximos años”. Este ha sido un paradigma muy fuerte en el sector empresarial.
Realmente no necesitamos un plan de negocios para los próximos cinco años: necesitamos una idea que resuelva un problema
y que nos apasione resolverlo. Cuando nos
convertimos en nuestros principales clientes, comenzamos a observar que el plan
estratégico ocurre todos los días y no cada
cinco años. Y sucede que al elaborar un plan
estratégico en ese lapso, concentramos los
esfuerzos en un extenso periodo, pero las
cosas cambian todos los días. Internet está
provocando esta constante mudanza, al
punto de ser una revolución cotidiana. En
fin: un plan de cinco años podría llevarnos
a quedar presos en nuestra idea de negocio,
a que esta se estanque rápidamente, en la
medida que no se acople a las necesidades
de un mercado tan variable.
Otro mito común es “Hay que crecer para ser
exitoso”. No necesariamente. Es posible encontrar un nicho de mercado y de desarrollo
con cinco o diez profesionales, nada más. No
pensemos en que si queremos fundar una
Ciclo de Conferencias en Desarrollo de Capital Humano
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empresa ella debería ser tan exitosa como
muchas otras que, incluso, llegan a la bolsa. Si otros lo hacen, está bien, pero no nos
pongamos una presión tan fuerte al punto
de aspirar a valer millones de dólares. El hecho de que nuestra empresa sea viable es
un éxito en sí mismo, ya sea porque estamos
resolviendo el problema de una comunidad
o de todo un país. Solo con eso ya hacemos
la diferencia.
Sergio Zafra
Finalmente, otro mito es que “Ser adicto al
trabajo asegura el éxito”. Esto es completamente falso. Vivimos en una sociedad en
la que muchas personas aseguran trabajar
toda la noche, no descansar jamás. Se pretende que veamos como héroes a quienes
se exceden en su desempeño laboral. Sin
embargo, el verdadero héroe es el que ahora está en su casa, porque ya pudo resolver
el problema mucho más rápido y más eficazmente que aquel que se pasa la noche en
vela. Debemos ser efectivos, ir directamente
al problema, trabajar para ser eficiente y no
por el esfuerzo en sí mismo.
UN PLAN SIMPLE DE NEGOCIOS
Tengamos objetivos claros. Casi todo el
mundo piensa que la condición básica del
éxito es fundar una empresa con el objetivo
de venderla a un precio ventajoso. Este no
puede ser el objetivo cuando la creamos:
debería ser el resolver un problema y permitir que los clientes nos ayuden en esa tarea, día a día, y que lleguen a amar nuestro
producto. Si convertimos a esos clientes en
una comunidad sólida, nos aportará muchísimo a consolidar nuestra idea de negocio
porque serán ellos mismos quienes nos hagan crecer.
El plan estratégico debería tener metas
medibles y razonables y con planes a
corto plazo. Aunque parezca exagerado,
pongámonos planes a una semana. Para
cumplirlo tampoco necesitamos un equipo de muchas personas. Si tenemos una
idea, podemos resolverla empezando por
nosotros mismos. Una empresa no necesariamente debe tener un equipo de tra-
bajo: a veces basta con la computadora y
dedicarle tiempo y pasión.
Un plan de negocios es una buena alternativa para generar un mapa de ruta, que
tiene que incluir los objetivos, productos
y servicios que ofreceremos. También
debemos definir un análisis de mercado,
con el objeto de saber si alguien ya está
haciendo lo mismo que nosotros y de qué
forma podríamos superarlo. No pensemos
que necesariamente debemos crear algo
absolutamente original. Recordemos, por
ejemplo, que antes de Uber existían los taxis y el transporte, pero ellos lo mejoraron
de una forma radical, innovando a partir
de nuevas tecnologías. Sin embargo, no
nos frustremos si la idea de negocio no es
absolutamente innovadora, algo que nunca se había visto.
Es importante conocer el mercado que vamos a cubrir, desarrollar estrategias de mercadeo y poseer un plan operativo y financiero. Nuestro principal valor –o patrimonio– es
el tiempo. Empecemos por valorarlo. Más
que capital o infraestructura, un emprendedor necesita tiempo y dedicación para
que su idea fluya. No perdamos tiempo en
reuniones y eventos que no aporten al proyecto. Tengamos prioridades y agendémoslas. Si empiezo buscando los contactos que
me interesan, aquellos que permitan que mi
idea se construya a partir de la experiencia
de otros, estaremos aportando día a día a
nuestro crecimiento.
Planeemos todos los escenarios. Hay que ser
prudentes, porque los primeros pasos en el
desarrollo de una idea suelen estar llenos de
tropiezos. No esperemos cambiar el mundo
cuando llevemos solo una semana trabajando. Las fases iniciales de una empresa,
de un startup, suelen estar constituidas por
salidas de capital y por mucha inversión de
tiempo. Normalmente no veremos un flujo
de retorno muy pronto. Así es que hay que
ser bastante prudente. Una de las recomendaciones clave al comienzo es no abandonar
el cargo actual ni dejar de estudiar: hay que
seguir aprendiendo y construyendo un perfil
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profesional, a la par con el avance en nuestra
idea de negocio.
Otro punto relevante: hay que hacer tracking de todo, hay que medir todo. Al inicio
es importante tener estadísticas que nos
permitan tomar decisiones rápidamente y
cambiar de rumbo en el momento en que el
mercado así lo indique, cuando nos dé señales acerca de adónde ir.
Desde el punto de vista financiero, lo primero es separar las cuentas personales del
negocio. No hacerlo es un error frecuente; es
decir, al momento de comenzar a recibir retornos, de tener clientes, muchos usan esos
dineros en asuntos propios. En ese momento se confunden las cuentas, y a la hora de
requerir recursos para impulsar otra idea, ya
no los tendremos. Controlar los gastos nos
permitirá tener una representación de hacia
dónde está yendo el dinero.
Igualmente, es muy común que al iniciar
un startup tengamos solo algunos clientes
o un mercado muy segmentado. Entonces, una buena recomendación es mantener un promedio de ingresos. Puede que
en un mes sean muy altos y, al siguiente,
bajos: es bastante normal. Un buen hábito es gastar una cifra que sea acorde con
ese promedio. Aquí, la buena alternativa
es utilizar aplicaciones que permiten controlar este tipo de gastos y llevar un buen
tracking que nos diga hacia dónde se dirigen nuestros esfuerzos.
Otra buena práctica es organizar un flujo de
caja. En esencia, se trata de un estado financiero donde relacionamos los ingresos con
los gastos. Este sencillo ejercicio permite
detectar las necesidades financieras y presupuestarlas a futuro.
TRABAJAR CON OTRAS PERSONAS
Cuando empezamos a crecer se hace necesario asociarnos con otras personas. No es
obligatorio que contratemos a alguien superdotado para que nuestra idea de negocio sea viable, o que tenga que estar junto
a nosotros todo el tiempo. Internet ha permitido que colaborativamente tengamos
acceso a cualquier profesional en cualquier
momento. Desde las nuevas motivaciones
o nuevas tendencias –el crowdsourcing o
el crowfounding– hallaremos asistencia de
gente que incluso está en otros lugares del
mundo, pero que también entiende la propuesta que realizamos.
El crowdsourcing es una alternativa cuando
buscamos que un negocio crezca en la medida que entran quienes conocen nuestro
problema y nuestra idea de negocio, y que
hacen buenos aportes que nos ayudan a
crecer. El crowfounding es un mecanismo
de financiación donde una idea de negocio se pone en Internet y muchos usuarios,
a partir de pequeños aportes, logran apoyarla y financiarla. No pensemos que si no
utilizamos los mecanismos tradicionales no
tendremos éxito. A través de internet están desapareciendo los intermediarios que
antes conocíamos. No tenemos necesariamente que acudir a un banco para tener
financiamiento: podemos hacerlo a través
de la web con varios aportantes que no necesitarán de muchos recursos para permitir
que el negocio prospere.
Cuando empecemos a contratar, primero empecemos por nosotros mismos, no
importando que no sea nuestra área de
especialidad, ya que así sabremos qué necesidades reales tiene ese cargo. En un inicio es difícil plantearnos cuál es el perfil de
ese profesional que nos aportará. ¿Y qué
mejor forma que intentarlo primero nosotros y después, a partir de esa experiencia,
entender qué se necesita específicamente en el cargo y quién podría cumplir esas
condiciones? Uno de los errores más típicos
es volverse adicto a contratar. Al contratar
delegamos y ello acarrea la pérdida del foco
en lo que queremos hacer. Si contratamos
a muchas personas que pensamos que son
especialistas, podríamos desviar la original
idea de negocio hacia caminos que quizá no
fueron los que nos motivaron al comienzo.
Otro punto importante: si vamos a con-
Ciclo de Conferencias en Desarrollo de Capital Humano
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Sergio Zafra
tratar, que sea a aquellos que tengan capacidad de crear cosas notables, sobresalientes. Internet nos ha permitido una
revolución que avanza rápidamente todos
los días. Ya dejó de ser gravitante lo que
dice el currículum: ahora importa más lo
que uno hace y cómo esto nos permite ser
diferentes de los demás. Si tenemos cinco
años de experiencia, si hemos creado un
producto novedoso, original, si solucionamos algo, si tenemos un sólido portafolio
donde exhibimos creaciones, entonces el
currículum escrito importa poco. No solo
es una muy buena manera de contratar,
sino que también de hacer marketing profesional de uno mismo, de establecerse
como una marca de fuerte presencia en
las redes sociales.
En esta línea, lo primero es subir una página
web (no cuesta mucho buscar un hosting
y pagarnos la página). Allí empezaremos a
mostrar nuestros trabajos. Pensemos que
es posible consolidarnos como una marca personal de esa empresa que empieza
a crecer y se desarrolla. Y, puestos desde
el otro lado, como empresarios podemos
buscar y consultar qué cosas valiosas hicieron aquellos que quisiéramos que colaboraran con nosotros.
Creemos un ambiente de trabajo que sea
cool. Antes se pensaba que las oficinas debían ser esos lugares estrictos con horarios
rígidos. Este concepto ha cambiado: ahora
se busca que los empleados se encuentren
felices y motivadas por hacer lo que hacen.
Si logramos que ellos también se conviertan
en fans de la empresa, seguramente tendremos un crecimiento sobresaliente, porque
estarán entusiasmados por nuestras ideas.
Ellos aportarán todos los días, en la medida
en que no vean sus funciones como una
carga impositiva, sino como una pasión.
Tendrán ganas de trabajar, se sentirán tranquilos, contentos y aportando.
CONSEJOS Y GUÍAS PARA EL
EMPRENDIMIENTO
Respecto de la competencia, hay un con-
cepto básico: nunca debemos abordar una
idea de negocio pretendiendo imitar a alguien. Si lo iniciamos de esa forma, pensando en algo parecido a Airbnb o a YouTube,
estaremos mal, porque la idea descansará en
el desarrollo que ya hizo otro y que tuvo éxito. Por ello, un paradigma importante es comenzar identificando a nuestra competencia y luego superarla haciendo menos cosas.
Si ellos crearon un producto sobresaliente e
invirtieron mucho dinero, busquemos llevar
lo mismo a cabo pero con menos recursos.
Aspiremos a realizar cosas más simples y será
la mejor forma de competir. No intentemos
ganarles en cada momento, porque ese afán
se convertirá en una lucha que nos hará
perder el foco, que es nuestro cliente. No
hagamos las cosas pensando obsesivamente en la competencia, sino que dediquemos
los esfuerzos al negocio que nos pertenece.
Concentrémonos en él, pues importa más
que cualquier otra cosa.
Si ya hemos echado a andar nuestra idea de
negocios, un punto crucial es la decisión de
continuar o renunciar. Para ello debemos
contestar algunas preguntas clave. Por ejemplo, ¿cuál fue el motivo que nos impulsó a
trabajar en esto? ¿Qué problema resuelve mi
idea de negocio? ¿Es útil lo que hacemos,
está aportando algo, hay gente a la que le
sirve, que lo usa todos los días? ¿Está agregando valor? Esta última interrogante se refiere a que no solo desarrollamos una idea
de negocio, sino también si añadimos –o
no– un fruto significativo que permite mejorar y cambiar la vida de las personas que
usan nuestro producto.
Simultáneamente deberíamos pensar que
si no hiciéramos esto, ¿estaríamos ocupados en otra actividad y quizá ahí seríamos
más felices? Si este emprendimiento no nos
motiva por completo, ¿estamos ante una
gran razón para desistir? ¿Realmente vale
la pena? ¿Estamos haciendo un cambio,
estamos haciendo la diferencia? Responder
esas interrogantes nos ayuda a decidir si
continuar o no.
Estos han sido los principales consejos y
Ciclo de Conferencias en Desarrollo de Capital Humano
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guías del emprendimiento, fundamentados en nuestro desempeño en Platzi y
pensando en estos nuevos profesionales
que laboran basados en una cultura web,
la que está inmersa en todos nosotros y todos los días. Lo hacemos también teniendo
en cuenta que el mercado está creciendo
tanto que los profesionales cambian vertiginosamente. Queremos ser un aporte a
una forma renovada de educación. Antiguamente, con un diploma ya se tenía un
currículum establecido y se podía buscar
trabajo y encontrarlo en una empresa tradicional. Sin embargo, internet y la revolución
comunicacional que estamos viviendo han
cambiado esos viejos paradigmas educativos. Intentamos que, a través de internet, se
posean cada vez más competencias.
En la medida que existan más empresas que progresivamente resuelven más
problemas a través de startups, veremos
cómo nuestra formación profesional
puede acoplarse a un mercado que crece diariamente. A partir de ese enfoque,
en Platzi creamos educación online, que
estamos convencidos será el futuro de la
enseñanza, además de constituir un muy
buen complemento para el estudiante de
hoy. Estamos seguros de que a partir de
la educación por internet, los estudiantes
podrán desenvolverse en un mundo cada
vez más competitivo.
En Platzi formamos al nuevo desarrollador
y nuevo profesional basado en la web, sin
importar la formación profesional que tenga, si es economista, abogado o diseñador.
Todos ellos aprenden a partir de la programación (del diseño web, del diseño de interfaces y de la creación de aplicaciones).
Estos conocimientos dejaron de ser exclusivamente para ingenieros o especialistas
en sistemas: es algo que nos toca a todos
cada día. Y en la medida en que aprendamos a poner internet de nuestro lado, conseguiremos que la empresa crezca más y
que esa idea de negocio tenga muchísimo
más potencial. De igual manera, eso nos
ayudará a ser profesionales más competitivos en el mundo de hoy.
Sergio Zafra
NO HAGAMOS LAS
COSAS PENSANDO
OBSESIVAMEN­TE EN LA
COMPETENCIA, SINO
QUE DEDIQUEMOS
LOS ESFUERZOS AL
NEGOCIO QUE NOS
PERTENECE.
MÁS QUE CAPITAL O
INFRAESTRUCTURA,
UN EMPREN­DEDOR
NECESITA TIEMPO Y
DEDICACIÓN PARA
QUE SU IDEA FLUYA.
Ciclo de Conferencias en Desarrollo de Capital Humano
14
Manuel Figueroa
Coordinador del Área Diseño del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes
CAPITAL HUMANO
AL SERVICIO DEL
“SER HUMANO”
Soy diseñador gráfico de profesión, aun
cuando en un momento la dejé para dedicarme a las políticas públicas. Es una opción
que puede resultar extraña, pero no lo es
tanto si pensamos que hoy el asunto de lo
público tiene una fuerte presencia: las personas están más empoderadas a través de las
redes sociales y, por el solo hecho de ser ciudadanos, participan de la vida de la polis, de
la ciudad, de la política. Mucho se ha dicho
que en la actualidad los jóvenes no están involucrados en política ni preocupados de la
sociedad. Sin embargo, cada día les vemos
más comprometidos en asuntos como el
cuidado del medioambiente y la protección
de los animales. Se ha dicho también que
ellos no tenían nada que ver con lo ético y,
sin embargo, percibo que progresivamente
hacen más preguntas relativas a este tema, y
no referidas a la moral religiosa, sino a aquello que nos hace tomar decisiones todos los
días por cuanto somos libres.
Y yo, precisamente dentro de mi grado de
libertad, decidí estudiar algo muy distinto
del diseño, algo que aporta mucho: las
políticas públicas. Y terminé como “burócrata”, en el sentido que originalmente tiene la raíz de esta palabra, bureau, que en
francés es oficina, escritorio, y cratos, que
en griego significa poder. Es decir, ejerzo
el poder desde una oficina, detrás de un
escritorio, situación que no me gusta mucho: prefiero ser un funcionario, es decir,
alguien “que funciona”.
Es difícil hablar del capital humano desde el
punto de vista del diseño. Más bien me remitiré a sus conexiones con la economía y
espero aportar algo en este campo.
CAPITAL HUMANO Y ECONOMÍA
El término capital humano se debe principalmente a un economista, el estadounidense Gary Becker, quien lo aplicó a un nivel
microeconómico. Becker decía que si las
personas tenían mayor cantidad de calificaciones, mejor capacitación y un aumento de
cualidades dentro de su formación, podían
ser más productivas. Y si eran más produc-
tivas, podían alcanzar mejores niveles de ingresos. Eso es en esencia lo que se entiende
por un alto o un bajo de capital humano.
Pero la teoría del capital humano pasó desde
un nivel micro a uno mayor, cuando se vio
que tenía un impacto sobre la productividad
general y el crecimiento de los países.
Entonces, dos economistas –Paul Romer,
en 1986, y Robert Lucas, en 1988– extendieron el concepto de capital humano
hasta llevarlo a la dimensión macroeconómica. Es decir, cómo el hecho de que las
personas tengan mayor cantidad de calificaciones y mejor educación impacta no
solo en la productividad individual, sino en
el crecimiento de los países y, por lo tanto,
cómo aquello los hace más o menos competitivos. Pero cuando se habla de capital
humano no solamente se refiere a que
esas personas tengan determinadas calificaciones, ciertas cualidades específicas:
también involucra al conocimiento.
Y lo anterior nos conecta con una parte
esencial de nuestra profesión, con este
sentido humanista que coloca al diseño
como una disciplina preocupada del ser
humano. El conocimiento no es una cuestión menor, ya que al final de cuentas nos
hace seres más libres. Conocer más nos
permite acceder a una serie de posibilidades con las cuales puedo ejercer mi rol
de persona, ya que tengo la posibilidad de
optar. Es lo que en filosofía se llama el reflujo ontológico: en la medida que yo opto
por algo me convierto en lo que soy: si
decido matar a alguien, me vuelvo un asesino. Por lo tanto, el conocimiento es algo
esencial dentro del capital humano.
El capital humano hace que los países
sean más competitivos, aun cuando ahora este concepto se ha alejado del significado feroz y destructivo que tenía en las
décadas del ochenta y el noventa. Por el
contrario, hoy existe una distinta manera
de competir, una manera colaborativa.
Y por ello podríamos afirmar que hemos
vuelto al origen de la Economía de Mercado. Su creador, Adam Smith –tan va-
Ciclo de Conferencias en Desarrollo de Capital Humano
15
puleado y vilipendiado cada vez que hay
una crisis económica–, antes de ejercer la
disciplina económica era profesor de ética. Por lo tanto, en la raíz de la economía
existe un ejercicio ético, y ella se conecta
directamente con la colaboración de unos
con otros.
Y esto tiene que ocurrir porque estamos en
un mercado absolutamente globalizado, y
en estos mercados todo se mueve: el dinero, los bienes y los servicios. Sin embargo,
existe un bien –o factor productivo, como
se llama en economía– que se mueve
poco: el capital humano. Por lo tanto, si es
al que más le cuesta moverse, al que se le
hace más difícil transitar de un lado a otro,
podría convertirse en una ventaja para los
países: aprovechar este capital tan necesario –que son las propias personas– y con él
conseguir que sus países progresen no solo
eficientemente, sino también de un modo
más eficaz.
EL CAPITAL HUMANO EN CHILE
¿Cómo está el nivel de capital humano
en Chile? Lamentablemente tenemos un
bajo nivel de capital humano, es decir, la
formación que entrega nuestro engranaje
educativo es muy poca. Es menor en relación a los países de la OCDE y de algunos
asiáticos. Cuando se habla de que nuestro
capital humano es bajo, se tiende a pensar
que se hace referencia a los niveles inferiores de la población, a aquellos que tienen poco acceso a la educación, que no
terminaron su enseñanza básica o media.
Desgraciadamente no es así. El bajo capital humano no está circunscrito a esos niveles de ingresos socioeconómicos, sino a
algo más esencial que los incluye a todos.
La escasa dedicación a la lectura cubre
todos los segmentos sociales. Chile es un
país que lee poco, muy poco. Y está comprobado que la lectura es el primer eslabón de formación, el cimiento sobre el
cual se construye el capital humano. Las
estadísticas indican que el ochenta por
ciento de la población no comprende lo
que lee. En 2009 se replicó una encuesta
que se hizo en Canadá para medir cómo
era el nivel de capital humano de quienes
tuvieron formación universitaria o que se
ubicaban en los estamentos gerenciales
de las compañías. ¿Resultado? el 60% de
los gerentes y profesionales chilenos no
comprende lo que lee. Incluso solo el 10%
de estos gerentes comprende absolutamente lo que lee.
La solución a esta carencia es implementar
una formación permanente y modulada.
¿Quién fue el pionero en esto? Corea, un
país que se dio cuenta de que tenía un bajo
nivel de capital humano y desde hace más
de 25 años estableció una formación continua. Ello significa que todas las personas
tienen que volver a estudiar al menos tres
veces en su vida. Nosotros estamos acostumbrados a un modelo universitario, que
es decimonónico y anticuado. Aquí, si alguien quiere estudiar ingeniería, lo lanzan
seis años a una especie de licuadora donde
se juega el todo o nada. Es decir, o termina al final de ese periodo y se gradúa, o no
termina y no tiene ningún grado, nada que
acredite que cursó algo. Se convierte en un
sujeto no validado socialmente.
Por lo tanto, este modelo universitario
chileno ya no está vigente, porque impide que en algunas carreras –que además son las más pomposas– el egresado retorne. ¿Quiénes son los que llevan
la delantera, superando este esquema?
Los institutos profesionales y los centros
de formación técnica, ya que tienen una
forma de educación modular. Ahí uno
entra, permanece dos años, adquiere determinadas competencias, cumple con
el primer eslabón y se retira. Después, si
quiere, vuelve y estudia dos años más y
así sucesivamente. Ese es el modelo que
da resultado. En relación a este tema, Patricio Meller –economista, profesor de
Ingeniería Industrial de la Universidad
de Chile– dijo lo siguiente en un claustro
universitario: “Debemos aprender de INACAP y del DuocUC, de los institutos y de
los centros de formación técnica”.
Las universidades tienen un déficit, y eso
conlleva que jueguen en contra de los niveles de capital humano que se necesitan
para que seamos un país más competitivo.
La formación de capital humano debe ser
una reconversión permanente y ella es posible cuando, como ahora, ha habido un claro
aumento en las expectativas de vida.
En términos de capital humano, nosotros
estamos en el mercado ofreciéndonos. Pero,
¿qué ocurre con la demanda de capital humano por parte de las empresas? Tampoco
ahí la situación es mejor, debido a que estas
empresas chilenas son, en general, de tendencia fordista; es decir, totalmente verticalizadas, de desempeños laborales inmóviles,
donde cada empleado debe obedecer órdenes relativas a su cargo y nunca mirar hacia
el lado. En este escenario, el valor del capital
humano es escaso.
Ello también ocurre en las empresas familiares, sobre todo cuando su administración se vuelve rígida, estructurada, con
el objeto de que participen muchos parientes. Hay un estudio en Estados Unidos
que demostró que mientras más familiares
integraran los directorios, la empresa era
menos eficiente. Asimismo, mostró que
ellas tenían una menor cotización en la
bolsa, porque que alguien que trabaje ahí
sea un consanguíneo no significa necesariamente que tenga las competencias adecuadas para administrar.
A ello se suma que, en general, las empresas chilenas discriminan a las personas que
tienen una alta calificación, es decir, a quienes poseen un alto capital humano. “Usted
está sobrecalificado para el cargo”, solemos
escuchar por ahí. Y antes era al revés. Lo que
se decía era: “Usted no tiene la formación
suficiente, no está preparado”. Frente a eso
habría que preguntarse cuántos doctores
PhD existen en las empresas chilenas y la respuesta es que son muy pocos. Ellas no contratan doctores, en circunstancias de que
en Estados Unidos lo hacen masivamente,
porque tienen un alto nivel de capital humano. Además, otorgan prestigio, ya que ni
Ciclo de Conferencias en Desarrollo de Capital Humano
16
siquiera deben ser empleados más productivos que el resto, sino que su sola presencia
se constituye en un desarrollo de marca de
las compañías.
DESARROLLANDO INVESTIGACIÓN
E INNOVACIÓN
Manuel Figueroa
El tema del capital humano sirve para algo
esencial: hoy estamos en el mundo de las
ideas, y una alta formación de capital humano hace posible que ellas se generen
de manera más abundante y mejor. ¿Vamos a ser generadores de ideas o simples
imitadores? Pienso que la estrategia es ser
generadores. Esto repercute a nivel macroeconómico, porque los países se vuelven efectivamente más productivos y, por
lo tanto, más competitivos. Todo ello está
agrupado en el concepto denominado I+D,
es decir, Investigación y Desarrollo. Incluso
en varias partes ya se habla de I+D+I: Investigación, Desarrollo e Innovación. Este
concepto significa poner un énfasis en la
preocupación por investigar e implementar actividades de las que deberían hacerse
cargo las instituciones educacionales.
Según datos del Ministerio de Economía,
las empresas chilenas relacionan innovación, ante todo, con aspectos relativos a
maquinaria y equipos de software. Enseguida lo refieren al conocimiento externo,
a las capacitaciones y a la introducción de
modificaciones al mercado. Sin embargo,
también existen las innovaciones relativas a
diseño, las únicas que rindieron el cien por
ciento de las expectativas que tenían los
empresarios en este terreno. Chile posee la
ley de I+D, que permite hacer un descuento tributario a las instituciones educacionales que quieran ser agentes válidos para
realizar investigación aplicada. En la OCDE,
la inversión I+D alcanza el 2,5% del Producto Interno Bruto en promedio. En Chile
llega solo al 0,5. Es decir, nos quedan dos
puntos para alcanzar a los países que están
con nosotros en esa organización.
Cuando desarrollamos investigación buscamos tener más conocimiento. Y aquí le
cabe un papel fundamental al diseño. El
diseño debe generar innovación, porque
permite construir y constituye valor, marca
la diferenciación de lo que denominamos
la identidad, afecta directamente a las compañías y no solamente a los productos, y
también actúa en sus procesos. Eso es lo
que más nos importa hoy, porque permite
que seamos más competitivos para este
nuevo modelo colaborativo.
Etimológicamente hay diferencia entre
crear e innovar. Crear es sacar algo de la
nada, inventar algo que antes no existía,
mientras que innovar es mudar, alterar,
cambiar algo y a partir de allí producir novedades que generan un valor. La dupla
exitosa parece ser un alto capital humano
junto a soluciones innovadoras. Innovador
no es sinónimo, entonces, de algo complejo, rebuscado, originalísimo y distinto.
Dieter Rams, un destacado diseñador de la
escuela de Ulm, se acercó a una definición
del buen diseño, al margen de los aspectos
subjetivos: “Buen diseño es diseñar lo menos que sea posible”. Un amigo colombiano
me dijo algo parecido: diseñar es reducir,
sintetizar. En otras palabras, ellos quieren
decir que el buen diseño es innovador, es
útil, es estético, nos ayuda a entender un
producto, no molesta, es honesto, es duradero, es consecuente hasta el último detalle, considera su entorno.
En fin: el buen diseño es diseñar lo menos
posible, volver a lo puro, a lo simple. Un
lápiz Bic, por ejemplo: es innovador, útil,
estético, ayuda a entender el producto desde la punta del lápiz hasta la tapa, es transparente, es honesto, es duradero. No tiene
un diseño sofisticado ni mucho menos “de
autor”. Cosas parecidas han ocurrido con
los primeros parlantes ultra planos, pero de
alta calidad, con las calculadoras que todo
el mundo conoce, con la radio portátil, con
el iPod y el iPhone.
La formación especializada de capital humano y su alto componente tecnológico
hacen posible que los hacedores (o makers)
puedan realizar la autoproducción. En Chile
Ciclo de Conferencias en Desarrollo de Capital Humano
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hemos avanzado mucho en este tema: nos
estamos destacando en las últimas salidas
al exterior donde se valora esta mezcla de
lo artesanal con lo industrial: ponerle alma
a esta forma de producción en que destaca
la transferencia de identidad del autor. Es el
caso de Finlandia, que fabrica esos maravillosos pájaros en cristal soplado. Ahí vemos
que está el maestro, el que sabe soplar el
vidrio y crearlos, y detrás hay un diseñador
que da vueltas, supervisando, trabajando
para que el producto quede como él lo proyectó y lo deseó. Ese es el diseñador.
Un estudio de la consultora PriceWaterhouseCoopers dice que el 75% de las empresas
con mejor desempeño a nivel global otorgan al diseño una posición y prioridad estratégicas. Por otro lado, el 90% del cuarto
más bajo no le da importancia a esta variable. Conclusión obvia: las empresas que le
confieren un mayor valor al diseño tienen
un mejor desempeño.
En 2013, el Global Innovation Index midió
qué países tenían la mayor cantidad de innovación. Eran Suiza, Suecia, Reino Unido,
Países Bajos, Estados Unidos, Finlandia, China, Singapur, Dinamarca e Irlanda. Y también evaluaron a aquellos que, teniendo
pocos recursos, son altamente innovadores
en relación a dichos recursos. Ahí aparecieron Mali, la República de Moldavia, Guinea,
Malta, Indonesia, Nigeria, Kuwait, Costa Rica
y Venezuela. Debemos sacar lecciones de
ellos, porque innovar nos hace más libres
y eso de por sí es más importante, ya que
contiene una íntima visión humanista.
Manuel Figueroa
EL DISEÑO
DEBE GENERAR
INNOVACIÓN, PORQUE
PERMITE CONSTRUIR
Y CONSTITUYE
VALOR, MARCA LA
DIFERENCIACIÓN
DE LO QUE
DENOMINAMOS LA
IDENTIDAD.
Ciclo de Conferencias en Desarrollo de Capital Humano
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Catalina Petric
Directora del Área Diseño &
Comunicación de INACAP
EL DISEÑADOR
PARA EL MAÑANA:
LAS COMPETENCIAS
CLAVE PARA EL ÉXITO
Ante todo, algunas cifras. De las 800 mil empresas que hoy aparecen registradas en el
Servicio de Impuestos Internos de Chile, solo
el 1% corresponde a grandes empresas y el
77% a microempresas. Ello quiere decir que
estas últimas están en posición de crecer y,
por lo tanto, están esperando diseñadores
que contribuyan a esta tarea y aporten al
país con lo que saben hacer.
seguir esa diferenciación en un mercado
donde ya todo parece existir. Pienso que
lo lograremos a través del diseño y de los
diseñadores. Ellos son los auténticos agentes del cambio, los que le pueden aportar
creatividad e innovación a ese 77% de microempresas chilenas. De esta manera, ellas
tendrán una propuesta diferenciadora e, incluso, única.
En términos comparativos, en Hong Kong
un diseñador gana cinco veces más que
en Chile, y en Alemania o Estados Unidos
la remuneración es tres veces superior. Ello
se produce porque en estos países el diseñador ocupa un lugar distinto que en Chile.
Sin embargo, eso está cambiando y eso es lo
que veremos a continuación.
En la economía 1.0, la competencia era esencialmente de precios; los productos eran
prácticamente iguales y habitualmente escogíamos el más barato. En la cadena de producción el diseñador no estaba y a última hora se
recurría a él para que hiciera “un dibujo” o “un
mono”, algo a lo que nadie daba importancia.
Pero hubo un cambio de paradigma: en la economía 2.0 y 3.0, el diseñador modificó su posición y pasó desde el final de aquella cadena, al
principio. Dejó de ser el personaje que “hacía
un dibujo” y se convirtió en un agente posicionado al inicio de la cadena de valor, alguien
que colabora íntimamente con aquel bien o
servicio, y crea una determinada estrategia del
producto. Se transformó así en un auténtico
generador de cambio. Independiente de su
especialidad, el diseñador ocupa hoy una posición protagónica. Las remuneraciones que
alcanza en otros países hablan de su importancia a nivel internacional.
EL DISEÑO, UN ALIADO DE LOS
NEGOCIOS
En la economía 1.0 podíamos ver que la
dominante era la hipercompetencia, que
provocó una baja en los precios –con la consiguiente disminución del margen de ganancia y de crecimiento–, lo que su vez redundó
en la desaparición de muchas empresas. En
cambio, en la economía 2.0 estas empresas
necesitan diferenciarse, tener una propuesta
única, poseer un sello de originalidad. Y luego, en la economía 3.0 los productos y los
servicios deben ofrecer experiencias nuevas,
inexistentes hace diez años. El Cirque du Soleil, por ejemplo, es único e irrepetible, nadie
compite con él y lo aman. El iPad fue un artículo absolutamente innovador, algo entre el
teléfono celular y el computador. Era especial en su categoría y, por lo tanto, se podía
cobrar el valor, no el costo. El valor siempre
estará definido por el consumidor: el cliente
no necesariamente compra un producto o
un servicio, sino la satisfacción de su deseo, es
decir, compra valor. Y el valor va a ser igual a la
información dividida por el precio. Si para ese
cliente ese bien determinado carece de valor,
simplemente no lo adquiere.
La pregunta, entonces, es qué necesitamos
cuando queremos agregar valor a nuestros
productos, cómo procedemos para con-
El diseño es un aliado de los negocios. Algunos estudios del DuocUC comprobaron que
si una empresa ha invertido un 5% de sus
gastos anuales en diseño, tiene un aumento
en el retorno de 70%. Por ello, el capital humano que debemos formar en el área de diseño es fundamental. Valga un ejemplo. Hace
algunos años, en Londres necesitaban tener
una actividad para los menores de 16 años a
los que no les está permitido beber alcohol
ni entrar en los bares. Entonces crearon Snog,
que es una heladería que está abierta desde
las nueve de la mañana hasta las doce de la
noche. En su interior diseñaron un ambiente
parecido al de un bar, es decir, una heladería
para adolescentes. Promocionaron una actitud nueva, algo así como how do you like to
snog (cómo te gusta esnoguear). Inventaron
una experiencia en torno a una palabra y
Ciclo de Conferencias en Desarrollo de Capital Humano
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diseñaron un servicio distinto. Recurrieron a
todas las variantes del diseño contemporáneo: el gráfico, el de la moda, el industrial, el
de interiores. A partir de allí fue satisfecha una
necesidad que existía en esa sociedad y que
no estaba cubierta.
Otra creación en esa misma línea es el Doctor Sweet, poco conocido en Chile, aunque
muy popular en otros países. Ahí, a partir
de un caramelo establecieron un concepto donde el dulce es un remedio, el Doctor
Dulce. Uno entra en estas tiendas, un doctor
nos atiende y nos orienta con sus productos.
Después de elegir un determinado envase,
una doctora lo llena con caramelos, produciendo una experiencia completa. Aquí, el
diseño global contribuye a inventar un mundo y ya no únicamente a la venta de una determinada golosina.
En ambos casos el diseño crea valor en un
negocio determinado. ¿Con qué? Con creatividad, innovación y gestión.
COMPETENCIAS CLAVE PARA
EL ÉXITO
Hay algunas competencias clave para el
éxito. Lo primero es entender que el diseño es un proceso. Los diseñadores no
son artistas que pintan o que trabajan
una marca porque les gusta. El diseñador
se enfrenta a un problema y lo resuelve,
porque el diseño nace del acuerdo con un
cliente, justamente, para solucionar determinados asuntos complejos. Este proceso
tiene una etapa de análisis, de investigación, de definición de lineamientos y de
diseño creativo. Es siempre cíclico, ya que
puede volver atrás, redefinir los lineamientos y después continuar desarrollando la
producción y su implementación.
Enseguida está la excelencia en su especialidad. Hoy en día ser un muy buen diseñador
pasa también por la adecuada apropiación de
las técnicas. Para competir en el mercado de
los diseñadores, debemos ser excelentes en
cada especialidad y manejarnos adecuadamente con las fichas técnicas y los programas.
En tercer lugar está el foco colocado en el
usuario. El diseñador resuelve un problema
de otro, no de él. Esto es lo debemos formar
en los diseñadores que serán los agentes del
cambio en el mañana: observar, detectar necesidades, adelantarse a lo que va a pasar y
mirar más allá, desde el punto de vista de la
otra persona, del usuario, no desde nuestro
punto de vista.
Luego está el uso de metodologías de creatividad, como el brainstorming y el wide mirror.
Nosotros, como formadores de diseñadores,
debemos entregar a los alumnos todos estos métodos que les ayudarán a ser agentes del cambio, así como a tener diferentes
herramientas que les permitan invocar la
creatividad y ser parte de este nuevo sistema. Asimismo, es necesario guiarles en una
metodología de la innovación. Tenemos que
reinterpretar el mundo y, como formadores,
entregarles todas las herramientas que hoy
están disponibles.
Otro aspecto importante es trabajar en
equipos multidisciplinarios, en equipos que
incluyan otras profesiones. Hoy en día, los
diseñadores se sientan junto a ingenieros
comerciales, psicólogos, antropólogos y sociólogos. Si el ingeniero comercial generalmente ocupa una parte del cerebro y los artistas lo hacen con otra distinta, el diseñador
tiene algo muy especial: combina ambos
elementos, lo que le otorga la posibilidad de
desempeñarse adecuadamente en equipos
multidisciplinarios y ser un conector entre
las diversas especialidades.
También está el tema de la cultura digital. Hoy
en día se le debe conocer ampliamente y manejarla, entenderla, administrarla y producir
contenidos en forma responsable y juiciosa.
Debemos enseñar a desarrollar un criterio, porque actualmente el acceso a la información
es fácil, está siempre disponible para todo el
mundo. Sin embargo, nuestra formación debe
capacitarles para que sepan discriminar y seleccionar, de tal forma que efectivamente sean
un aporte a sus usuarios y al país. De la misma
forma, los alumnos deberían estar conectados
con las tendencias y saber usarlas en sus pro-
puestas con sutileza y criterio.
Sobre los modelos de negocio, es imprescindible que los diseñadores los entiendan,
porque si quieren aportar, obligatoriamente
deben captar cuál es el modelo de negocio
de su cliente, cuál es su mercado y cuáles sus
canales. Solo así podremos crear valor. Ello
implica hablar el idioma de nuestros clientes. Los diseñadores son buenos para hablar
entre ellos con palabras técnicas, pero es
necesario hacer el esfuerzo por manejar los
códigos del otro y de su especialidad.
Y, finalmente, lo que creo esencial: sin gestión nada de esto existe. Una buena idea mal
gestionada solo es una buena idea. Pero bien
gestionada puede ser un gran proyecto.
En síntesis, algunas claves del éxito en nuestra profesión son el manejar el proceso de
diseño; tener la excelencia en la especialidad; poner el foco en el usuario; apropiarse
de las metodologías de la creatividad, de
las metodologías para la innovación y de la
cultura digital; poseer una formación multidisciplinaria; conocer distintos modelos de
negocios; conectarse con las tendencias; y
aplicar la gestión y la autogestión.
Y ese perfil de diseñador es precisamente el
que formamos hoy día en INACAP.
Catalina Petric
EL DISEÑADOR
DEJÓ DE SER EL
PERSONAJE QUE
“HACÍA UN DIBUJO”
Y SE CONVIRTIÓ EN
UN AGENTE POSICIO­
NADO AL INICIO DE LA
CADENA DE VALOR.
INACAP es un sistema integrado de Educación Superior, constituido por la Universidad Tecnológica
de Chile INACAP, el Instituto Profesional INACAP y el Centro de Formación Técnica INACAP, que
comparten una Misión y Valores Institucionales.
El Sistema Integrado de Educación Superior INACAP y su Organismo Técnico de Capacitación INACAP
están presentes, a través de sus 26 Sedes, en las 15 regiones del país.
INACAP es una corporación de derecho privado, sin fines de lucro. Su Consejo Directivo está integrado
por miembros elegidos por la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC), la Corporación
Nacional Privada de Desarrollo Social (CNPDS) y el Servicio de Cooperación Técnica (SERCOTEC), filial
de CORFO.
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