escultura gótica

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i.e.s. valle del Ambroz,
Manuel Torres Zapata
Historia del Arte
ESCULTURA GÓTICA.
1-. Características generales
El principal elemento novedoso que presenta la escultura gótica
frente a la estética románica es la creciente tendencia hacia el realismo, a
una creciente inspiración en la naturaleza. La influencia aristotélica es
creciente y se vuelve a concebir la naturaleza como una vía para el
conocimiento de la divinidad.
Desaparece el esquematismo geométrico de los pliegues, del
cabello de las tallas románicas, las figuras mejoran su proporcionalidad y el
tratamiento realista de la anatomía. Comienza a darse una mayor
preocupación por la representación de sentimientos, se trata de emocionar,
en relación al nuevo tipo de religiosidad que las órdenes mendicantes
estaban comenzando a difundir. Desaparece el fuerte hieratismo de la
escultura románica.
Como consecuencia de este se producen importantes cambios en
la iconografía de las imágenes religiosas, por ejemplo la representación de
Cristo crucificado cambia sustancialmente, ahora se trata de representar el
dolor de un hombre crucificado y no el poder absoluto de un dios
todopoderoso. Aparece casi desnudo, tan sólo un pequeño paño le cubre,
que se ira reduciendo con el paso del tiempo, con pliegues revueltos y
angulosos; el cuerpo no esta rígido y pegado al madero, sino que cuelga
pesado, los brazos forman una línea diagonal muy pronunciada y los pies
están fijados solo con un clavo, lo que obliga a cruzar las piernas y romper
el eje de simetría; en la cabeza la corona de espinas es cada vez más
grandes y se clava en el cráneo generando abundante sangre que
mancha el rostro; los ojos cerrados o entornados; las heridas de las
manos, de los pies, o del costado con grandes y sangrantes; no se
pretende inspirar respeto sino infundir compasión, acercar al creyente
a Dios a través del dolor.
Semejante idea es la que está detrás de
la representación de la Piedad, en ella la Virgen sostiene en su regazo
el cuerpo muerto de su hijo.
Frente a estas representaciones sufrientes las tallas de la
Virgen presentan un matiz diferente, se convierte en la mediadora
entre los hombres y la justicia divina, presenta una imagen amable
sonriente, dulce. Las vírgenes con niño pierden la sensación de
hieratismo anteriores, ahora la Virgen aparece como una madre, que
tiene en su regazo a su hijo, ambos se miran con ternura, comienza a
ver una comunicación entre ambos, que se traduce en gestos de
afecto, sonrisas, detalles anecdóticos.
Además de las frecuentes representaciones de Cristo y de la
Virgen, se representan cada vez los a los santos fue muy importante a
lo largo de toda la Edad Media, pero en los siglos del gótico su culto
creció aun más por la difusión que las hagiografías tuvieron de mano
de las ordenes mendicantes, sobre todo la famosa Leyenda Aurea,
escrita por el dominico Giocomo della Voragina en 1280, o el resto de
literatura sobre milagros de la Virgen (Cantigas de Nuestra Señora).
Todo ese grupo de tallas acabo configurando un conjunto
sistematizado de representación que se estructuro en los retablos, las
piezas colocadas en el altar mayor y que al final del Gótico tendrán una
gran importancia sobre todo en el Norte de Europa y posteriormente en
la Península Ibérica.
En cuanto a la escultura arquitectónica, el gran cambio que se
aprecia es su independencia del contexto arquitectónica en el que se
ubica, se pierde por completo la ley de adaptación al marco y otro
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problemas que se apreciaban en las esculturas
románicas. Los temas no cambian sustancialmente,
sigue siendo el mayoritario la representación del
Juicio Final, con la imagen del Pantocrator, el
Tetramorfos... aunque también se añade alguna
como la Coronación de la Virgen, dentro de la
creciente devoción mariana de los siglos XIII y XIV.
Si cambia su disposición, las figuras de las
arquivoltas se colocan de forma paralela, siguiendo
la disposición del arco. En el mainel lo más
frecuente es la figura de la Virgen, pero también de
algún santo. En las jambas, dinteles, capiteles se
combina la representación de temas vegetales muy
estilizados, con los típicamente religiosos, escenas
de la vida cotidiana, alegorías de vicios y virtudes,
animales y seres fantásticos con un sentido
simbólico no siempre fácil de desentrañar.
2-. Siglos XIII y XIV
En Francia los principales conjuntos escultóricos
los encontramos en las catedrales de la Ille de
France, en los primeros ejemplos aun
encontramos restos de la estética románica,
como en Chartres (1205-1235) cuya Portada
Real es un magnifico ejemplo de esa transición
hacia el gótico temprano, que está ya
plenamente desarrollado en la fachada sur.
En Notre Dame de París el principal
conjunto escultórico lo encontramos en la
fachada principal, en donde las imágenes
se mantienen dentro del más puro estilo
gótico del siglo XIII.. Mucha más
importancia tiene la catedral de Reims, en
la que junto al gusto gótico por las figuras
elegantes y estilizadas se aprecia una
clara huella clasicista en alguna de sus
imágenes, pero en todas la independencia
del soporte arquitectónico es ya total,
como la expresividad de los rostros, el
tratamiento de telas, pliegues. Uno de los
grupos más destacados de Reims es el de
llamado de la “Visitación” por ser este el tema tratado, con un marcado carácter
antiquizante, denota un buen conocimiento de la estatuaria clásica
Reims será también el modelo escultórico que desde Francia se exportan hacia
otras zonas cercanas como Alemania , Estrasburgo
En el siglo XIV los grandes programas iconográficos de las catedrales
francesas están completados por lo que los principales encargos serán de tallas,
imágenes de devoción popular, sepulcros o altares para las diferentes capillas, con lo
que se consigue una liberación absoluta ya del soporte arquitectónico. Los clientes
son los cargos eclesiásticos, la nobleza y sobre los gremios y cofradías que están en
su momento de mayor expansión. El estilo sigue ganando en naturalismo y se
introduce el tratamiento realista del desnudo. La devoción mariana se extiende y se
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generalizan las tallas de la Virgen con el
niño, destinadas a las parroquias, ya sea
sentada o de pie, se caracterizan por una
gran dulzura en los rostros y la actitud
afectuosa de madre e hijo.
Los sepulcros experimentan en el
siglo XIV un gran auge como objeto
escultórico, posiblemente por el efecto que
tuvo la Peste Negra, el deseo de la nobleza
de dejar un testimonio de su posición social a
la posteridad. El modelo más frecuente es el
de exento, sobre el túmulo descansa el
difunto yacente, cubierto por un doselete
como si correspondiera a una escultura
vertical de una portada, a los pies, figuras
alegóricas, monjes, corderos, leones. Los
frentes están tallados con relieves de la
escena del cortejo fúnebre, con las
plañideras, monjes portando cirios; fue en la
zona norte de Francia y en los Países Bajos
donde estas escenas alcanzaron mayor nivel de
patetismo. Iniciándose en estas zonas, en las
cortes del Duque de Berry una importante escuela
escultórica que gira en torno a la figura de Claus
Sluter y que alcanzará su apogeo en el siglo
siguiente.
En España las primera décadas del siglo
XIII suponen una transición progresiva desde los
modelos románicos a las novedades del gótico
francés, como hemos visto en los ejemplos del
maestro Mateo y el Pórtico de la Gloria, o el
Maestro de San Vicente de Ávila. Las obras
plenamente góticas las encontramos en las
grandes catedrales castellanas del siglo XIII. La
portada del Sarmental de Burgos, hacia 1240,
inaugararía el ciclo gótico pleno, realizada por dos
maestros, unos hace las figuras del tímpano, el
tetramorfos y el Pantocrator, y otro los apóstoles
de las jambas, para el primero se han querido ver
conexiones con Reims y para el segundo con
Amiens, destaca además la colocación en el
mainel del a figura del obispo Mauricio,
patrocinador de la obra, en lugar de la imagen de
la Virgen o de Cristo habitual. También son de ese
periodo las esculturas de las torres y del claustro, en
donde destaca el conjunto de retratos de Alfonso X y
doña Violante. La escuela burgalesa dejó su influencia
en la zona, con iglesia que contienen tallas de gran
calidad con Santa Maria de Sasamon o la catedral de
Burgo de Osma.
La catedral de Leon reunió también varios
talleres, por que se pueden distinguir varios estilos
diferentes, alguno de ellos muy vinculado al foco
burgalés, sobre todo en la pieza más conocida de la
catedral, la Virgen Blanca del parteluz, uno de los más
claros ejemplos del nuevo modelo de imagen mariana
en la península ibérica.
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Esta forma de representar a la Virgen, de pie,
con el niño apoyado en su regazo, manteniendo algún tipo de comunicación, con una
sonrisa apenas esbozada, se repite en varias ocasiones, destacando la Virgen Blanca
de la Catedral de Toledo. De las portadas de esta última catedral es la llamada del
Reloj la del siglo XIII, con una gran concentración de figuras, y con ciertas influencias
del peculiar gótico italiano de los hermanos Pisano.
De las imágenes exentas ya hemos mencionada la de la catedral de Toledo, y
son muchas también las imágenes de vírgenes sedentes con el niño apoyado en sus
rodillas, como las realizadas en la epoca de Fernando III, (catedral de Plasencia)
La escultura española del siglo XIV esta ya producida en casi su totalidad por
talleres locales, aunque la influencia francesa se sigue manteniendo y se comienza a
realizar escultura para altares, sepulcros. La expresión de sentimientos aumenta,
sobre todo en el caso de los cristos crucificados, las piernas se doblan profundamente,
el paño reduce su tamaño y se recoge en un gran nudo a un lado. Toledo se convierte
en un importante centro escultórico de este siglo, con la obra del trascoro o el sepulcro
del cardenal Gil de Albornoz, o la Virgen Blanca, un magnifico ejemplo de la tendencia
estilizante, ligeramente curvada en la cadera, sonriente, con el niño en sus brazos que
le acaricia la barbilla. Otro foco importante lo constituye Cataluña, en donde llegan en
fecha muy temprana las influencias del Trecento italiano de los hermano Pisano, como
en el sepulcro de Santa Eulalia de la Catedral de Barcelona, la sillería de coro de
Gerona
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3-. El siglo XV.
En el siglo XV la escultura
experimenta profundos cambios
dentro del mantenimiento de una
misma estética gótica, el
desarrollo del humanismo en
Italia y el esplendor renacentista
del Quatroccento hace que en el
Norte de Europa también
podemos hablar de un
Renacimiento Nórdico que tiene
su equivalente en la pintura de
los Primitivos Flamencos. Es lo
momento de ornamentar el
interior de los edificios, es la
gran época de los retablos. Realizados normalmente
en madera policromada y dorada, adoptan la forma de
trípticos, lo que permitía que se cerraran y abrieran en
función de las necesidades, además se suele
combinar elementos escultóricos con tablas pintadas,
suelen tener un fuerte contenido narrativo,
representándose diferentes escenas de la vida de
Cristo, de la Virgen o de algún santo, incluyendo en
ocasiones pasajes legendarios o apócrifos.
En general se percibe un gusto mucho más
realista, reflejado en las telas de abundantes pliegues
en las que se envuelven las figuras, los cabellos
marcan profundos rizos, aumentando el efecto de
claro-oscuro. En Francia el principal representante de
la nueva tendencia es Claus Sluter, de origen
holandés trabaja fundamentalmente en Borgoña, uno
de los estados más prósperos de la Europa del
momento y la corte de Felipe el Atrevido la más
suntuosa de todas, financiando numerosas obras de
arte en sus castillos e iglesias, como la Cartuja de
Dijon, en donde destaca el pozo sobre el que se
levantaba el calvario, y el sepulcro del propio duque
de Borgoña, que se convierte en uno de los
modelos más repetidos, sobre todo por el friso de
llorantes del túmulo.
La importancia de la escultura se mantiene
también más al norte, en las regiones alemanas y
de los Paises Bajos, con una gran tendencia al
barroquismo en las composiciones, en el número de
figuras que forman los retablos, soporte este que
tendrá una enorme difusión en esta región.
En España el siglo XV es también un
momento especialmente floreciente de la escultura,
en el que se recibe una gran influencia francesa,
pero sobre todo borgoñona y de la obra de Sluter, con paños profundamente plegados,
como agitados por el viento, una influencia a la que superpondrá la de la pintura
flamenca de los Van Eyck y sus seguidores, desarrollándose así un estilo hispanoflamenco al igual que hemos visto en la arquitectura. Este hecho estuvo favorecido por
la llegada a Castilla de numerosos artistas del norte de Europa, atraídos por los
encargos que la monarquía y la iglesia hacían, y también por la importación en gran
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cantidad de obras talladas en los talleres flamencos. Se generaliza la policromía de los
retablos, que se complementa con su dorado.
En la Corona de Aragón la anterior influencia de
los Pisano es sustituida por la fuerte presencia
de los modelos flamencos, sobre todo en la
primera mitad del siglo, como podemos ver en
las obras de Guillem Sagrera en la catedral de
Palma de Mallorca. Son muy frecuentes los
retablos de alabastro policromado, como los de
la catedral de Vich y de Tarragona. Un ejemplo
especialmente conocido es el San Jordi del
Palau de la Generalitat de Barcelona.
La presencia de escultores flamencos está
documentada en el retablo de la Seo de
Zaragoza, en Navarra con os sepulcros de
Carlos III en Pamplona, llegando incluso a
Sevilla con Lorenzo Mercadante, que hace las
esculturas en barro cocido y policromado de las
portadas laterales de la catedral.
El mayor esplendor escultórico lo tenemos en el
último tercio del siglo XV en tierras castellanas, de
mano de alguno de los maestros que también
habían trabajado como arquitectos en las obras
más importantes del momento, como Simón de
Colonia que realiza la fachada de San Pablo de
Valladolid o la capilla del Condestable de Castilla
en la Catedral de Burgos. En Toledo trabajan los
flamencos Egas Cueman, su hermano Hanequin de
Bruselas y Juan Alemán, que también trabajaron en los sepulcros de Gonzalo de
Illescas del monasterio de Guadalupe. Juan Guas interviene en San Juan de lo Reyes.
El escultor más importante del momento es Gil de Siloé, con toda seguridad de
origen flamenco también, su estilo es sumamente ornamentado, las figuras se cubren
con ricos ropajes, repletos de pedrería, brocados, bordados, consiguiendo texturas de
todo tipo sobre la piedra o el metal. Sus obras más importantes se concentran en la
Cartuja de Miraflores de Burgos, en donde
realizó en 1489 los sepulcros de Juan II de
Castilla e Isabel de Portugal, y del infante D.
Alfonso, uno de los mejores ejemplos del
modelo de sepulcro en el que el difunto
aparece orante, finalmente hacia 1499 realiza
el retablo de la Cartuja, una obra complejísima
repleta de decoración. Otras obras suyas
fueron el retablo de Santa Ana de la catedral
burgalesa.
Los retablos se convirtieron en un elemento
especialmente característico de la escultura de
este momento, con un desarrollo mucho
mayor del que habían tenido en Alemania o en
otras zonas del norte de Europa, son obras de
un tamaño gigantesco que requerían la
intervención de varios talleres, desde el
arquitecto que hace la traza, al escultor que
talla las imágenes, a los pintores que las
policroman y los doradores que doran. La
tendencia es a dividir el retablo en pequeñas
tablas, multiplicándose el número de escenas
y de figuras, al revés de lo que ocurrían en los
Paises Bajos. Un ejemplo de esta desmesura
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lo constituye el retablo de la catedral de Sevilla, comenzado en 1482, realizado con la
intervención de maestro flamencos como Felipe Bigarny o Copin de Holanda.
En la segunda mitad del siglo las catedrales y colegiatas comienza a
completarse con la instalación de sillerías de coro, en ellas se tallan los brazos, los
respaldos o las misericordias en madera sin policromar, todas con una gran cantidad
de elementos ornamentales siguiendo esa tendencia al horror vacui tan propia del
gótico final español. La temática combina temas puramente religiosos con otros
sacados de la vida cotidiana, de leyendas, incluso en ocasiones con su sentido lúdico
o satírico muy acusado. De todos las maestros el más importante es Rodrigo Alemán
que trabajó en las sillerías de las catedrales de Ciudad Rodrigo y de Plasencia.
4-. La escultura italiana del Duocento y Trecento.
La presencia de la tradición escultórica romana, lo ajeno del gótico a la estética
clasista hace que la clasificación de la escultura italiana de los siglo XIII y XIV
(Duocento y Trecento) presente múltiples dificultades, su estilo
no se corresponde plenamente al general del gótico, aunque
puede compartir alguna características con él, obedece más bien
a la fuerte herencia clásica y la influencia de la plástica bizantina.
La ubicación suele ser fuera de las portadas,
concentrándose en altares, tallas exentas, púlpitos. El principal
foco lo encontramos en torno a Florencia, Pisa y Siena y la
figura central es la de Nícola Pisano (1206-1280) Una de sus
primeras obras es el púlpito para el baptisterio de Pisa, en donde
nos encontramos la recuperación de la estética clásica, con
relieves de gran bulto, que será además el modelo para otras
piezas semejantes (planta poligonal con relieves en sus caras,
levantado sobre columnas clásica ) como el púlpito de la
catedral de Siena. Su hermano Juan Pisano sigue el estilo
clasicista, pero alargando algo más el canon de la figuras, en el
púlpito de la catedral de Pisa. Son muchos los discípulos del
taller de los Pisano, sobre todo en las de la Toscana, desde
donde ese modelo de extiende, aunque con una influencia más
limitada a otras zonas de Europa.
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PINTURA GÓTICA
1-. Características generales
Al igual que en la escultura gótica, nos
encontramos en la pintura un cambio sustancial en la
forma de representar la realidad, el cierto rechazo que
encontramos en el Románico se abandona, aumenta el
realismo y el naturalismo de las figuras.
Hay una serie de factores que contribuyen a esta
nueva orientación. la creciente presencia de la filosofia y
de la estética aristótelica, el desarrollo de las ciudades y
de los gremios como nuevos centros artísticos, las
nuevas órdenes religiosas que promueven una
religiosidad más cercana al pueblo, el nuevo modelo
arquitectónico que reduce significativamente la superficie
de muro, los nuevos clientes como la monarquía, la
nobleza urbana o los gremios y cofradías, el crecimiento
económico vinculado al comercio y la artesanía...
Podemos resumir sus características generales en
la siguientes:
.Variedad de técnicas y de soportes, se reduce la importancia de la pintura mural y
aumenta la presencia de tablas, destinadas a altares y retablos, se pinta
fundamentalmente con temple y sólo en el siglo XV se desarrolla el óleo como nueva
técnica
-Lo fundamental es el dibujo, con el que se trazan las lineas de la composición, suele
ser muy minucioso e incluir detalles de la vida cotidiana, anectóticos...
. Aumenta la importancia del volumen de la figura, conseguida a través de la
abundancia de pliegues, de efectos de luz y de sombra, aunque se trata de un
tratamiento de la luz un tanto irreal, con más contenido simbólico que real.
.El color es un elemento clave, buscándose colores brillantes, con fuertes contrastes,
generalmente empleando matices de los colores primarios
- La perspectiva experimenta una considerable evolución a lo largo de los siglos del
gótico, desde su ausencia en los primeros momentos a su pleno desarrollo en los
momento finales. por influencia de los avances técnicos que habían aparecido en la
Italia del Quattrocento y el avance del Gótico Internacional.
-En la composición sigue siendo muy importante la organización de la escena en base
a un eje de simetría. orientándose las figuras hacia el centro del cuadro.
-El naturalismo creciente hace que la expresividad de las figuras aumente, teniendo
cabida todo tipo de sentimientos, desde los más afectuosos en el caso de la Virgen
con el niño, a los más patéticos como los de la
Crucifixión, el descendimiento, la Piedad.
-Los temas siguen siendo religiosos, aunque cada vez
tienen más presencia los temas profanos, de ambiente
cortesano y el retrato sobre todo el gótico final y entre los
primitivos flamencos
-En casi todos los temas predomina un carácter narrativo,
profundizándose en el objetivo didáctico y devocional,
aunque se intenta un acercamiento al creyente a través
de los sentimiento y no de lo puramente conceptual como
en el Románico.
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2-. Gótico lineal o franco-gótico.
En Francia, durante la segunda mitad del
siglo XIII y la primera del XIV se origina la dificultad
de desarrollar la pintura mural debido a la ausencia
de muros en las grandes construcciones góticas.
Ello provoca que el interés principal de la actividad
pictórica se dirigiera hacia las vidrieras y las
miniaturas.
En este contexto, la pintura románica
precedente va a sufrir influencias italianas
(clasicismo de las figuras y las composiciones) y
bizantinas (ordenamiento simétrico, elegancia y el
recargamiento lujoso de las imágenes).Nace así la pintura gótica lineal o franco-gótica,
aplicada especialmente a los libros miniados y las vidrieras.
Tanto en unos como en otras, la técnica de representación se cifra en hacer
resaltar las figuras, de colores planos primarios (azul, amarillo, rojo) muy intensos
(para imitar el efecto de las vidrieras) y recortadas por líneas, sobre el fondo
monocromo. En la pintura gótica lineal se produce menor hieratismo y mayor
movilidad, con ciertas emociones representadas en los personajes. En la composición
es fundamental el papel de la línea, que construye la figura que suele recortarse sobre
un fondo neutro, posiblemente por influencia de la miniatura, que en ocasiones toma la
forma de módulos geométricos que se repiten
Los mejores vidrieras francesas del siglo XIII se encuentran en Paris ( NotreDame y la Sainte-Chapelle) y Chartres.
La miniatura se caracteriza por los encuadramientos arquitectónicos, así como
por la viveza cromática, el abundante empleo del oro, las orlas de temas vegetales y
decoración historiada de las letras capitales, sin que haya aun gran preocupación por
crear un espacio creíble en el que desarrollar la escena. Del Scriptorium de París
durante la corte de Luis IX nace el famoso salterio de la Reina Doña Blanca de
Castilla, obra del primer tercio del siglo XIII.
En España, la pintura franco-gótica se
desarrolla durante el siglo XIII y parte del XIV en
Castilla y Aragón.
En la miniatura ibérica son muy importantes
los libros miniados de carácter profano como Las
Cantigas Santa María de Alfonso X "El Sabio". La
fusión de lo francés con lo hispano va a conferir a esta
pintura un cierto mudejarismo que se detecta en los
fondos planos dorados con decoración geométrica (a
la manera árabe) que se emplean.
También hay que destacar los frescos de
capilla de San Martín de la catedral de Salamanca,
uno de los más importantes del ámbito peninsular,
datadas entono a 1262, aunque sin acuerdo entre los
historiadores, las pinturas reproducen un altar en que
las figuras de diversos santos se cobijan en
estructuras arquitectónicas que se recortan sobre los
típicos fondos neutros del gótico lineal.
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3-. Italo-gotico y gótico internacional.
En Italia la presencia de los modelos bizantinos fue
continua durante los siglos XII y XIII, muchas de las
técnicas romanas tampoco se habían perdido del todo,
como la del fresco. En Italia se fusiona la influencia de los
mosaicos e iconos bizantinos con una nueva
revalorización de la naturaleza y de la realidad como
fuente de inspiración, se gran importancia a los volúmenes
y a la inclusión de elementos de la naturaleza, aunque en
los primeros casos sigamos encontrando restos de ese
bizantinismo, la llamada “maniera greca”. Esos
bizantinismo son mucho más acusados en el Duocento
(siglo XIII) que en el Trecento (siglo XIV) y
progresivamente se avanza hacia un Renacimiento
temprano.
Los artistas que comienzan esas transición desde lo
bizantino son Duccio en Siena y Pietro Cavalli en Roma.
Duccio trabaja en la segunda mitad del siglo XII y
comienzos del XIV, mantiene algunos elementos bizantinos
como los fondos dorados, pero los rostros denotan ya un
cambio sustancial, posiblemente el mejor ejemplos es la
llamada “maestá” de la catedral de Siena, en la que
encontramos un canon y completamente clasicista e
incluso cierta idealización en los rostros. Duccio además
da inicio a una escuela sienesa que tendrá gran desarrollo
en las décadas siguientes con figuras tan importantes
como Simone Martín (1284-1344) o los hermanos
Lorenzeti.
De todo la pintura italiana el autor más importante
sin duda alguna es Giotto, no sólo por la trascendencia de
su obra sino también su volumen. Las primeras noticias
que tenemos de sus obra es en 1301 cuando se le cita
trabajando en Florencia, y la última es la de la fecha de su
muerte en 1337. Su actividad se centró fundamentalmente
en Florencia, pero también en otras zonas de la Toscana, como Asis. Sus pinturas
suponen un punto de inflexión en la evolución de la estética y de las artes plásticas
góticas, com la desaparición definitiva los elementos bizantinos y arcaizantes. Emplea
fundamentalmente la técnica del fresco para la decoración de las iglesias y capillas,
que fueron sus principales encargos. Se inclina por colores matizados, alejándose de
los brillantes colores y de los fondos dorados, la luz cobra una gran importancia ya que
le permite dar volumen a las figuras a través del juego de luces y sombras. Las figuras
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vestidas con amplias vestiduras adoptan una gran corporeidad, con formas definidas y
escultóricas, acercándose así a la consecuencia de la profundidad y de la sensación
de tres dimensiones. Los rostros mantendrán siempre un aire solemne, con amplios
gestos que contribuyen a resaltar la expresividad. Por primera vez el fondo
arquitectónico o natural proporciona un escenario más
creíble, que no sólo mejora el contenido narrativo de la
escena, sino que fundamentalmente contribuye a
aumentar el efecto ilusionista. En todos los frescos ya
hay una planificación previa de la composición, de la
distribución de los personajes y del resto de elementos.
Entre sus obras tempranas están los frescos de
la capilla Scrovegni en Padua realizada entre 1304 y
1312, se trata de una capilla destinada a ser la capilla
funeraria de una de las familias más ricas de Padua, y
posiblemente esta finalidad funeraria justificaría el
repertorio iconográfico seleccionado. Uno de los frescos
más logrados es el de “la resurrección de Lázaro”
basada en un relato del Nuevo Testamento, a la
izquierda Cristo encabeza un grupo de seguidores,
destaca por su vestimenta y por su gesto, llamando a
Lázaro para que salga andando de su tumba, a sus pies
las hermanas de Lázaro de rodillas imploran que realice
el milagro de la resurrección, dos personajes han
retirado la lápida del sepulcro y Lázaro aparece envuelto en
su sudario, a su lado los personajes se cubren el rostro para
evitar el hedor del cadáver y otros levantan las manos en
señal de admiración hacia lo que esta a punto de suceder. El
fresco anuncia ya muchos de los elementos típicos del arte
del siglo siguiente, como la importancia dada a la figura
humana, al tratamiento del volumen y del espacio, con la
inclusión de un paisaje que aun es bastante esquemático.
En Florencia realizó los frescos de la iglesia de la
Santa Croce en dos de sus capillas, que constituyen
posiblemente el momento álgido de su producción. Otras
obras suyas son los frescos para la basílica de San Francisco
de Asis,
La difusión de los modelos italianos del Duocento y
Trecento por toda Europa da lugar al desarrollo del
llamado gótico internacional durante la segunda mitad
del siglo XIV y parte del siglo XV. En España tendrá
especial importancia en la corona de Aragón en donde
nos encontramos una serie de pintores de gran talla, con
una gran influencia de los autores italianos, como Ferrer
Bassa o los hermanos Serra; en la corona de Castilla el
principal ejemplo lo encontramos en la catedral de
Salamanca, con las pinturas del retablo mayor y del
ábside atribuidos a Dello Delli y Nicolás Florentino, y en
la catedral de León también es destacable el retablo
realizado por Nicolás Francés.
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