Modelo para el desarrollo de competencias interculturales

Anuncio
:: ARTÍCULOS
Modelo para el desarrollo de competencias interculturales
En este artículo, Darla Deardorff, presenta un marco de referencia para las competencias interculturales
que se basa en el método del muestreo teórico. Dicho marco ha tenido repercusión en diferentes contextos
culturales y puede usarse como guía durante el desarrollo de planes de estudios y de los criterios de
evaluación así como para generar nuevas preguntas para la investigación y debate.
Martin Luther King Jr. dijo una vez que “debemos
aprender a vivir juntos como hermanos o perecer
juntos como tontos”. Si tenemos en cuenta los
acuciantes problemas a los que se enfrenta la
humanidad en el siglo XXI, esta frase resulta más
relevante que nunca. Porque, ¿qué hace falta para
que personas de orígenes distintos aprendan a
convivir? Esta es la pregunta clave en la que se basa
el primer estudio de investigación que documenta un
consenso
entre
expertos
en
asuntos
de
interculturalidad con respecto a la definición y los
aspectos
esenciales
de
las
competencias
interculturales (Deardorff 2006, 2009). A partir de
este estudio interdisciplinario desarrollado a nivel
nacional en Estados Unidos, la definición consensuada por estos expertos se refiere en términos
generales al “comportamiento y la comunicación eficaces y adecuados en situaciones de
interculturalidad”. Este estudio permite establecer un marco de referencia para el desarrollo de las
competencias interculturales, basado en el método del muestreo teórico. En primer lugar, los
expertos acordaron los elementos esenciales para una buena convivencia entre personas de
diversa procedencia y posteriormente la investigadora clasificó dichos elementos esenciales en
actitudes, conocimientos, habilidades y consecuencias internas/externas, y desarrolló el marco de
referencia. Se discutirán brevemente los elementos específicos de ese marco que ilustran una
definición y un marco de referencia de la competencia intercultural basados en la investigación.
Dicho marco de referencia ha tenido repercusión en diferentes contextos culturales y puede usarse
como guía durante el desarrollo de planes de estudios y de los criterios de evaluación así como
para generar nuevas preguntas para su investigación y debate.
Actitudes: El estudio Deardorff destaca tres actitudes clave, que son el respeto, la apertura y la
curiosidad o la voluntad de descubrir cosas nuevas. La apertura y la curiosidad implican una
disposición para arriesgarse e ir más allá de los límites de lo que conocemos. Además, la
curiosidad establece el punto de partida para encontrar formas más creativas de convertir las
diferencias en oportunidades, mientras que la apertura permite ver las cosas desde otra
perspectiva, lo que resulta muy valioso a la hora de negociar y de mediar las diferencias culturales
(LeBaron y Pillay, 2006). Para poder transmitir nuestro respeto hacia los demás es importante
demostrar que los valoramos. Se empieza por mostrar interés y escuchar con atención, pero
también debemos ser conscientes de que el respeto se manifiesta de forma diferente en los
distintos contextos culturales. Estas tres actitudes forman la base del posterior desarrollo de
conocimientos y habilidades necesarios para adquirir competencias interculturales, y una de las
formas para fomentar esas actitudes básicas es cuestionar las ideas preconcebidas. Como indican
LeBaron y Pillay (2006), “el diálogo que surge de la curiosidad auténtica es una condición básica
para […] resolver conflictos culturales” (pág. 94).
Conocimientos: En Estados Unidos existe un debate sobre lo que constituye el “conocimiento
global.” En lo que respecta a los conocimientos necesarios para las competencias interculturales,
los expertos en interculturalidad coinciden en los siguientes: la conciencia cultural (ser conscientes
de la influencia que nuestra propia cultura ejerce en nuestra identidad y en nuestra forma de
entender el mundo), el conocimiento específico de la cultura[1], un conocimiento cultural profundo
que incluya comprender otras formas de entender el mundo, y la conciencia sociolingüística. El
elemento más relevante en el que coinciden todos los expertos es la capacidad de ver el mundo
desde el punto de vista de los demás.
Habilidades: Las habilidades destacadas en este estudio se relacionan con el procesamiento del
conocimiento: observar, escuchar, evaluar, analizar, interpretar y relacionar, lo cual va en la línea
de la observación realizada por el antiguo rector de la Universidad de Harvard sobre la importancia
del “pensamiento intercultural” (Bok, 2006). Conforme se acelera el ritmo de desarrollo del
conocimiento global, resulta cada vez más crucial usar estas habilidades clave para obtener y
procesar información, en lugar de depender únicamente de los conocimientos.
Resultados internos: Idealmente, el desarrollo de las actitudes, los conocimientos y las habilidades
provocan resultados internos como la flexibilidad[2], la adaptabilidad, una perspectiva
etnorrelativa y la empatía. Podemos definir la empatía como la comprensión y la respuesta a las
necesidades de los demás basándonos en la forma más adecuada de hacerlo en vez de actuar
según nuestras ideas preconcebidas sobre cómo quieren ser tratados los demás (CallowayThomas, 2010). Hasta cierto punto, los resultados internos implican cambios que tienen lugar en
el individuo como consecuencia de haber adquirido las actitudes, los conocimientos y las
habilidades necesarios para las competencias interculturales. En ese momento, las personas son
teóricamente capaces de empezar a ver las cosas desde otra perspectiva y de responder ante los
demás de la forma en la que los otros desean ser tratados. Aún así, cada persona alcanza esta
fase con distintos grados de éxito.
Resultados externos: Las actitudes, los conocimientos y las habilidades adquiridas, así como sus
resultados internos, se manifiestan en el comportamiento de la persona y en su forma de
comunicarse. ¿Qué grado de efectividad y de adecuación muestra esa persona a la hora de
relacionarse en un entorno intercultural? El comportamiento y la comunicación se convierten en la
consecuencia visible de las competencias interculturales y por ello los expertos en interculturalidad
que participaron en este estudio coinciden en definir las competencias interculturales como el
comportamiento y la comunicación eficaces y adecuados en situaciones de interculturalidad. No
obstante, es importante entender que esta definición surge a partir de elementos esenciales para
las competencias interculturales específicos. También es importante comprender las implicaciones
de un comportamiento y una comunicación “eficaces” y “adecuados”. La eficacia puede ser
definida por el interlocutor, pero la adecuación sólo puede ser definida por la otra persona —
teniendo en cuenta que la adecuación está directamente relacionada con la sensibilidad cultural y
la adhesión a las normas culturales de esa persona.
Estos cinco elementos generales, las actitudes, los conocimientos, las habilidades, los resultados
internos y externos, pueden visualizarse en el siguiente modelo de competencias interculturales,
que proporciona un marco de referencia que permite dirigir aún más los esfuerzos al desarrollo y
la evaluación de las competencias interculturales de una persona. Hay que tener en cuenta que el
desarrollo de las competencias interculturales es un proceso que tiene lugar a lo largo de toda la
vida y que nunca se alcanzan las competencias interculturales plenas. Aún más, el proceso de
desarrollo mediante la reflexión personal, la concienciación y el aprendizaje experiencial fuera del
aula resulta crucial. El conocimiento por sí solo, como el lingüístico, no basta para el desarrollo de
las competencias interculturales, puesto que actitudes como la apertura, la curiosidad y el respeto
constituyen la base de todo lo demás. En la cada vez más amplia literatura sobre las competencias
interculturales del término humildad cultural comienza a estar en discusión, este concepto que se
centra en la combinación de las actitudes con la conciencia cultural. El conocimiento en sí resulta
menos relevante (y de hecho resulta atrevido pensar que alguien pueda desarrollar estas
competencias únicamente a partir del conocimiento cultural) y en cambio se le otorga mayor
importancia al desarrollo de la conciencia cultural, la sensibilidad interpersonal y una actitud de
apertura y aprendizaje (Tervalon y Murray-Garcia, 1998; Juarez, Marvel, Brezinski, Glazner,
Towbin y Lawton, 2006). Este modelo específico se adapta bien al concepto de humildad cultural
en las relaciones con los demás. Y como ya se ha indicado, las competencias interculturales se
desarrollan en distintos grados a lo largo de toda la vida.
Las limitaciones de este modelo, basado en el método del muestreo teórico, resultan obvias,
empezando por el hecho de que se trata de un modelo de competencias interculturales centrado
en Estados Unidos. Por otra parte, resulta interesante considerar aspectos que no están presentes
en este marco de referencia, ya que éste se limita a los aspectos esenciales. Por ejemplo, ¿qué
papel juegan los idiomas en el desarrollo de las competencias interculturales? Dado que
comprender la forma de ver el mundo y los puntos de vista de los demás es uno de los aspectos
en los que todos los expertos en interculturalidad que participaron en este estudio coinciden, nos
podríamos preguntar si existen otras concepciones de lo que constituye la competencia
intercultural y, en particular, preguntarnos acerca de las concepciones no occidentales. Por
ejemplo, algunos autores no occidentales destacan la importancia de mantener y desarrollar las
relaciones como un aspecto de las competencias interculturales. Esto nos lleva a plantearnos cómo
podríamos incorporar los aspectos relacionales en los futuros marcos de referencia y las
definiciones de competencias interculturales, o qué implicaciones tendría un enfoque más
relacional de las competencias interculturales. Por otro lado, es difícil que un modelo o marco de
referencia pueda reflejar la realidad compleja de la vida humana y, en este sentido, resulta útil
considerar dicho marco dentro de los contextos más amplios de la historia, la sociedad, la cultura
y la política.
Por lo tanto, ¿qué necesitamos para entendernos? Este modelo de referencia para las
competencias interculturales presenta los aspectos esenciales que dan respuesta a esa pregunta.
Un marco de referencia de este tipo se puede usar en entornos educativos como guía para el
desarrollo de los planes de estudios (por ejemplo, enfatizando la importancia de incluir diversas
perspectivas culturales), para evaluar las competencias interculturales de los estudiantes (por
ejemplo, mediante un enfoque multi-metodológico que combine distintos puntos de vista —véase
Deardorff 2009) y como referencia durante la realización de experiencias de aprendizaje
experiencial significativas, tales como la enseñanza en el extranjero y el aprendizaje-servicio. En
un mundo en el que cada vez dependemos más los unos de los otros, desarrollar competencias
interculturales ya no es una opción, sino que resulta vital para nuestra supervivencia. En este
sentido, los educadores desempeñan un papel clave en la gestión del desarrollo voluntario de las
competencias interculturales de las generaciones futuras.
Referencias
Bok, D. (2006). Our underachieving colleges: A candid look at how much students learn and why
they should be learning more. Princeton: Princeton University Press.
Calloway-Thomas, C. (2010). Empathy in the global world: An intercultural perspective. Thousand
Oaks: Sage
Deardorff, D. K. (2006). The identification and assessment of intercultural competence as a
student outcome of internationalization at institutions of higher education in the United States.
Journal of Studies in International Education, 10 (3), 241–266.
Deardorff, D.K. (Ed). (2009). The SAGE handbook of intercultural competence. Thousand Oaks,
CA: Sage
LeBaron, M. y Pillay, V. (2006). Conflict across cultures: A unique experience of bridging
differences. Yarmouth, ME: Intercultural Press.
Juarez, J.A., Marvel, K., Brezinski, K.L., Glazner, C., Towbin, M.M., y Lawton, S. (2006). Bridging
the gap: A curriculum to teach residents cultural humility. Family Medicine, 38, 97–102.
Tervalon, M. y Murray-García, J. (1998). Cultural humility versus cultural competence: a critical
distinction in defining physician training outcomes in multicultural education. Journal of Health
Care for the Poor and Underserved, 9 de mayo (2), 117–25.
Darla K. Deardorff es directora ejecutiva de la Asociación de Administradores de la Educación
Internacional (AIEA) de la Universidad Duke (Carolina del Norte, Estados Unidos), donde es
profesora. Editora de la guía The SAGE Handbook of Intercultural Competence (Sage, 2009), que
ha sido publicada recientemente, la doctora Deardorff es experta en educación internacional y
cuestiones interculturales. También ha impartido charlas, cursos de formación y talleres sobre
competencias y evaluación intercultural por todo el mundo y trabaja como consultora y formadora
en esas cuestiones. Los modelos de competencia intercultural desarrollados a partir de sus
investigaciones se usan en numerosos países y ha recibido varios premios relacionados con su
trabajo. La doctora Deardorff posee un máster y un doctorado por la Universidad Estatal de
Carolina del Norte. Su dirección de contacto es [email protected].
La palabra “cultura” se ha definido de muchas formas. Para el tema que nos ocupa,
“cultura” se refiere a los valores, las creencias y las normas que comparten un grupo de personas.
[2]
Esta flexibilidad resulta decisiva en la resolución de conflictos interculturales —en este
caso, la flexibilidad para que se puedan hacer preguntas que interfieran en los modelos de
pensamiento tradicionales (LeBaron y Pillay, 2006).
[1]
martes, 28 septiembre 2010
©GUNI 2009. Todos los derechos reservados
Desarrollado
|
Aviso Legal
|
Descargar