La cultura de innovación en Silicon Valley Francisco Rueda F.

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u n o
La cultura de innovación en Silicon
Valley
Francisco Rueda F.
¿Qué es innovación?
S
e habla mucho de la innovación
como uno de los pilares de la
empresa moderna, hasta el punto
que en el plan del actual gobierno
figura como una de las locomotoras propulsoras del desarrollo. Sin embargo es un
término difuso, difícil de definir, medir e
implantar en las empresas. Además es un
concepto vago y abstracto para muchos.
Un primer aspecto sobre el que parece haber un acuerdo en el mundo actual es que
la innovación no tiene que ver únicamente con lo que se hace en los laboratorios
de los grandes centros de investigación,
sino que hay un gran campo de acción
para esta en el mundo de las empresas,
aún si no tienen departamentos de investigación y desarrollo (I+D). En el mundo
moderno se le da una gran importancia a
la innovación como mecanismo de generar valor para las organizaciones, y esto
no se logra únicamente a través de la investigación científica.
Si analizamos la forma en que ha venido
evolucionando el mundo de la tecnología
informática (TI) vemos que las grandes
transformaciones se gestan en las em48 Sistemas
presas y no necesariamente en los centros de investigación. Por esta razón los
desarrollos que hacen empresas como
Google, Apple, Facebook o Twitter tienen más impacto en la sociedad y en el
mundo organizacional que el que puede
tener la creación de un algoritmo más
eficiente para realizar una determinada
labor o una tecnología nueva para almacenamiento. Este fenómeno, además de
causar estremecimientos en el ambiente
empresarial (cuántas empresas de larga
tradición han desaparecido o perdido
importancia y cuántas han surgido vertiginosamente y tienen hoy una posición
de liderazgo) ha conducido a los investigadores a reflexionar sobre los métodos
de trabajo de las empresas innovadoras
y sobre las enseñanzas que estos pueden
tener para las organizaciones modernas.
También parece haber acuerdo en que la
innovación no tiene que ver únicamente con creatividad, en cuyo caso estaría
reservada únicamente para las personas
creativas, sino que es algo que se puede
administrar dentro de la empresa, creando
las condiciones para que ocurra, creando una cultura de innovación [1].
Pero, ¿cómo crear las condiciones para
que surja la innovación? Una manera de
explorar el tema es analizar cómo trabajan las empresas líderes en el tema.
A pesar de las preocupaciones manifestadas hace algún tiempo por Steve Hamm
en la revista Businessweek [2] es indudable que Silicon Valley es uno de los
sitios del planeta más destacados por su
innovación en TI, no sólo por generar
una gran cantidad de propuestas exitosas
permanentemente, y por albergar a compañías líderes como las mencionadas más
arriba, sino además por la fascinante cultura de innovación que se respira en ella.
La cultura de innovación en Silicon
Valley
En Silicon Valley, además de universidades de primer nivel como Berkeley
y Stanford (la cual ha dado origen a
compañías tan destacadas como Oracle,
Hewlett Packard, Google y Cisco), se encuentran empresas tan importantes como
las mencionadas más arriba. La simbiosis entre el mundo académico y el empresarial ha sido particularmente fecunda en
este caso y ha permitido que se genere un
ambiente de innovación y empresariado,
especialmente en el área de TI, que difícilmente puede ser encontrado en otro
lugar del planeta.
Algunos de los principios que animan
la innovación en esta región son los siguientes: el aprendizaje a partir de los
fracasos, la obsesión por generar permanentemente nuevas ideas que generen
valor para las personas y las empresas,
la creación de empresas que se generan a
partir de ideas básicas y que se renuevan
permanentemente con base en el conocimiento de los clientes, la visión global y
las metas muy ambiciosas, la innovación
generada por los clientes y empleados, y
el trabajo en grupo e interdisciplinario.
En Silicon Valley los inversionistas saben que un porcentaje muy alto de los
nuevos emprendimientos fracasan, pero
esto se considera normal y deseable pues
es una fuente de aprendizaje. La profesora Tina Seelig, Directora del programa de
emprendimiento de tecnología de la Universidad de Stanford sostiene que “…Es
fácil demostrar que los errores son una
parte importante de nuestro proceso de
aprendizaje, especialmente cuando se están desafiando nuestras habilidades con
nuevos retos, haciendo cosas por primera
vez o tomando riesgos” [3]. Para ella, en
Silicon Valley los errores son aceptados
como una parte natural del proceso de innovación. O como lo afirma Gred Linden,
quien trabajó varios años en Amazon: “el
genio es el fruto de mil errores” [5]
Pero se toman algunas precauciones. Hay
unos aspectos que se miran cuidadosamente antes de apoyar una nueva idea de
negocios: entender bien el problema que
se resuelve y su solución, que haya un
mercado potencial claro y que haya un
buen análisis de la competencia y de la
viabilidad económica a corto plazo, entre otros. Esto último pues en compañías
como las de Silicon Valley es muy difícil planear el futuro a mediano o largo
plazo, entre otras cosas, por el ambiente
convulsionado en que deben moverse. Es
por esto que Othman Laraki, emprendedor de Silicon Valley y director de geolocalización de Twitter dice que “…al final
del día sólo dos tipos de eventos son importantes: vivir para luchar otro día más
o salir del mercado” [4]. Y esto se ve reflejado en los planes de negocios.
Dentro de la cultura de empresas como
Google y Apple, o de centros académiSistemas 49
cos como la universidad de Stanford, es
evidente su obsesión por generar permanentemente nuevas ideas que generen
valor para las personas y las empresas.
Y esto es extensible a todo el ambiente
de Silicon Valley: las universidades, las
grandes empresas, las nuevas empresas
o “Startup”s, los consultores y las asociaciones afines a todas ellas. Es un ambiente contagioso y ubicuo que se puede
experimentar por todas partes.
Se considera además que las empresas
deben partir de ideas básicas que se van
evaluando y evolucionando con el tiempo y no se recomienda hacer planes complicados o desarrollar desde el principio
aplicaciones complejas que apoyen una
idea de negocio y que pueden conducir a
invertir demasiado tiempo y dinero construyendo el producto equivocado, como
lo señala Michael Hopkins [5]:
“…Las empresas líderes hacen menos
planificación a largo plazo y más acciones para percibir y responder a las necesidades, basadas en tecnología. Tienen
ciclos más cortos, más flexibilidad, y un
metabolismo más alto para el procesamiento de la información…”.
También es pertinente aquí citar las palabras de Eric E. Schmidt, presidente y director general de Google por varios años
[6]: “…Nosotros no tenemos un plan a
dos años. Tenemos un plan para la próxima semana y para el próximo trimestre.
La mayoría de nuestros productos exitosos fueron construidos por grupos pequeños que reaccionaron rápidamente”.
De lo anterior surge la idea de “Lean
Startup” [7] algunos de cuyos principios
más importantes son iniciar con productos o servicios básicos, tener una interacción temprana y permanente con el
50 Sistemas
cliente, unas metas de obtener ingresos
a corto plazo y un aprendizaje rápido y
continuo. De ahí que recomienden iniciar un negocio con el proyecto viable
mínimo (“Minimum Viable Project” o
MVP) y no con aplicaciones complejas
que tienen el riesgo de no corresponder
a lo que el mercado requiere o simplemente de no ser viables. Esta idea es muy
afín a la de las metodologías ágiles de
desarrollo las cuales permiten obtener
rápidamente aplicaciones básicas, que
se pueden validar y que se van enriqueciendo con el tiempo, con las opiniones
de los usuarios, sin la “burocracia” de
las metodologías tradicionales. Por eso
la idea de “Lean Startup” va muy de la
mano de estas metodologías, del uso de
software libre y de una interacción permanente con el cliente.
Las empresas en Silicon Valley también
tienen una visión global y unas metas
muy ambiciosas. Lo que buscan los nuevos empresarios es encontrar financiación para empezar el negocio y, después
de un cierto tiempo, ser comprados por
un valor varias veces mayor al original.
Es el modelo que podemos llamar, “o se
vuelve grande o se acaba” (lo podríamos
definir también como el modelo “go big
or go home”), y todos los miembros del
ecosistema (los inversionistas de capital,
los nuevos empresarios, los consultores)
así lo conciben. Lo anterior implica que
se debe tener una visión muy ambiciosa
y pensar en mercados globales. Esta
concepción les falta a veces a nuestros
nuevos empresarios, pues diseñan su negocio para un ambiente muy local, en el
cual difícilmente podrán tener la visión
requerida, y por consiguiente sus planes de negocios no están pensados para
construir negocios globales.
A los inversionistas de Silicon Valley
también les pueden interesar negocios
menos ambiciosos, pero con la condición de que piensen en grande.
Desde hace ya algún tiempo se viene
hablando de la tendencia de las organizaciones a tener una estructura más
plana. Esto se manifiesta, entre otras, de
dos maneras, en el papel que juegan los
clientes y los empleados.
La investigación reciente muestra que
los consumidores generan colectivamente grandes cantidades de innovación en
los productos y servicios, tal como lo
sostiene Eric Von Hippel [8]:
“…desde hace mucho tiempo se supone
que las compañías desarrollan nuevos
productos para los consumidores y que
estos son receptores pasivos que se limitan a comprar y consumir lo que los
empresas producen. Sin embargo desde
hace algunas décadas la investigación
ha mostrado que este paradigma tradicional de innovación es equivocado: los
consumidores mismos son una fuente
importante de innovación en los produc-
tos… Esto ha llevado a la formulación
de un paradigma nuevo en el que los
consumidores desempeñan un papel central y muy activo. En lugar de percibir
a los consumidores simplemente como
‘el mercado’, como el modelo de innovación tradicional nos ha enseñado por
muchos años, este paradigma se centra
en los consumidores y otros usuarios de
los productos. Esto explica por qué los
consumidores son innovadores muy importantes y con frecuencia desarrollan
productos por sí mismos…”.
Tecnologías modernas como las de redes
sociales han contribuido mucho a potenciar la tendencia anterior. Se sabe por
ejemplo que en Salesforce un porcentaje
de las nuevas opciones de los sistemas
son propuestas por lo usuarios. Ocurre
algo similar en otras empresas como
Starbucks.
La innovación también puede provenir de
personas ajenas a la organización. Es el
caso de redes como Innocentive en la cual
las empresas tienen la posibilidad de po-
Sistemas 51
ner desafíos de I+D a su grupo de afiliados
y recibir soluciones de estos [9]. Ocurre
algo similar con la red Kaggle, una plataforma para realizar competiciones relacionadas con métodos de predicción de
datos, la cual permite a las organizaciones
colocar sus datos para que sean estudiados por los científicos más importantes
del mundo.
El modelo de innovación de Google [10]
es una muestra de cómo los empleados
pueden contribuir de manera importante en la innovación y es, por supuesto,
un buen ejemplo de la cultura de Silicon
Valley. En esta empresa los empleados
cuentan con un 20% de su tiempo para
dedicar a la tarea que elijan, fuera de su
trabajo habitual.
Por lo anterior no es extraño que alguien
que trabaja, por ejemplo, en el proyecto Chrome (en el 80% de su tiempo) le
dedique al 20% a hacer sugerencias e
implementaciones en el proyecto Gmail.
Para ello debe interactuar con las personas de este grupo, ponerse de acuerdo
con ellos y realizar las implementaciones
requeridas.
La idea del 20% está muy dirigida a que
los empleados trabajen en lo que los entusiasma, pues de esa manera serán más
productivos. Pero eso no los exime de la
exigencia de ser innovadores:
“Google requiere que los empleados innoven. Es parte de su trabajo. Es uno de los
criterios de evaluación. Es como Google
crece. ..La mitad de los nuevos productos
y facilidades lanzados por Google en la
segunda mitad de 2005 vinieron del tiempo dedicado en el 20% libre…” [10].
Muy sintonizado con lo anterior está el
tema de la experimentación. Las nuevas
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ideas conducen a implementaciones que
son evaluadas con los clientes, en caliente,
y si son exitosas se quedan. Se estima que
Google hace entre 200 y 300 experimentos en un día [5]. La idea es entonces que:
“La vida es un beta permanente. Casi todos los nuevos servicios que Google saca
son betas , una prueba, un experimento,
un trabajo en progreso, un producto a medio terminar.. Se dice en broma en Silicon
Valley que los productos de Google se
quedan en beta para siempre, por ejemplo
Google News el cual estuvo supuestamente sin terminar y en pruebas por más
de tres años…” [10].
Lo anterior contrasta mucho con el modo
de trabajar de otras empresas que emprenden proyectos complejos que duran
varios años en salir al mercado y tienen
los problemas típicos de este tipo de iniciativas: no se cumplen los plazos, el
producto no satisface las expectativas y
cuando sale se descubren muchos errores
que deben ser corregidos en las versiones posteriores del mismo.
Pero lo que no se perdona en Google es
que no se entienda bien el problema que
se va a resolver:
“La gente de Google arranca con un
problema y buscan una solución. Ellos
identifican una necesidad, encuentran
una oportunidad y después, sistemática,
lógica y agresivamente la satisfacen con
innovación” [10].
Las ideas anteriores son muy afines con
las de “Lean Startup” mencionadas más
arriba.
Para los inversionistas de Silicon Vallley
es muy importante cuando van a apoyar
una nueva iniciativa el equipo de trabajo
que está detrás de ella. Como se mencionó antes, las ideas de negocios son cambiantes con el tiempo pero lo que debe
constituirse en una invariante es la fortaleza de las personas que la sustentan, lo
cual le da solidez a la propuesta.
Aunque no necesariamente es una práctica común en las empresas de Silicon
Valley, el trabajo multidisciplinario si es
una parte importante de la cultura de la
universidad de Stanford, una de las líderes en innovación y empresariado en
TI. Es indudable además que esto genera un gran valor agregado en los nuevos
emprendimientos en esa universidad,
los cuales son muy numerosos. Un buen
ejemplo al respecto es el Instituto de diseño Hasso Plattner de la Universidad de
Stanford o más coloquialmente llamado
la d.school el cual es un programa dirigido a la innovación en el que participan
profesores y estudiantes de diferentes
disciplinas: Ingeniería, Medicina, Negocios y Educación.
Reflexiones finales
En este artículo se presentan algunas de
las ideas más importantes que están detrás de la cultura de innovación en Silicon Valley. Hacer un resumen de las
mismas es ya un atrevimiento, pues habría muchas cosas por decir y el tema es
tan extenso y variado que difícilmente
se puede sintetizar en un artículo como
este. Además, conviene aclarar que este
no es el único modelo existente, pues la
innovación ha recibido mucha atención
en los últimos tiempos y hay una bibliografía y unas experiencias muy importantes sobre el asunto. Sin embargo sí
podemos hacer unas reflexiones finales
derivadas de las enseñanzas de esta manera de hacer las cosas.
Es bien conocido que los proyectos de
las empresas apoyados con TI, tienen
una tendencia a tener problemas: se
demoran más tiempo de lo previsto, no
cumplen las expectativas del usuario,
presentan muchas fallas que hay que ir
corrigiendo con el tiempo ¿No será que
las ideas del “Lean Startup” pueden inspirar una mejor manera de hacer los proyectos para evitar estos inconvenientes?
Ya se ha dado el primer paso con el uso
de metodologías ágiles de desarrollo,
pero quizás se podría ir más lejos.
Otro aspecto que vale la pena mencionar
es el aplanamiento de las organizaciones.
Los ejemplos presentados muestran que
este fenómeno es real en algunas empresas de Silicon Valley, y que al menos en
aspectos relacionados con la innovación
los empleados y los clientes pueden llegar a tener un papel protagónico y fundamental para el liderazgo de las empresas
en el mercado. La pregunta que muchos
se hacen es si esas experiencias pueden
ser llevadas a otros contextos.
Para los emprendedores y los inversionistas de capital, las enseñanzas de la
cultura de Silicon Valley pueden ser de
gran utilidad, aún si no están en el juego
de “go big or go home”. Por un lado, es
importante reiterar que el emprendimiento tiene riesgos, y que no debe considerarse un fracaso si una idea de negocios
no resulta siendo exitosa, debe entenderse más bien como un medio de aprendizaje para futuras iniciativas. Por otro, es
fundamental conocer cuál es el problema
que se quiere enfrentar (o la oportunidad
que se vislumbra) y cuáles son las soluciones posibles, así como las soluciones
alternas que existen en el mercado (los
productos substitutos en la terminología
de Porter). También puede ser muy vaSistemas 53
liosa la filosofía del MVP en la cual no se
empieza por un proyecto complejo sino
por algo básico que permita hacer viable
la idea de emprendimiento y que luego
se va refinando y complementando a partir de un conocimiento muy afinado del
cliente el cual se adquiere a partir de la
experimentación.
Otro aspecto por destacar es la importancia del trabajo multidisciplinario, al
estilo de la universidad de Stanford, una
de las líderes en emprendimiento en TI.
El emprendimiento y el desempeño mismo de la Ingeniería de Sistemas pueden
verse enormemente beneficiados de esta
forma de trabajo.
También es importante para los emprendedores e inversionistas de capital que
tengan una panorámica global y metas
ambiciosas, y mucho más cuando las
ideas de negocio están basadas en TI. Si
la iniciativa está centrada originalmente
en una ciudad, ¿por qué no pensar que
puede ser extensible al país o a Latinoamérica? Pero esto, por supuesto, tiene
implicaciones en la concepción del negocio.
Y finalmente, pero no por eso menos
importante, hay que resaltar las grandes
oportunidades que hay en las iniciativas de emprendimiento e innovación basadas en TI, pues como decía Alan Key,
“la mejor manera de predecir el futuro es
inventándoselo”.
Desde el punto de vista de la profesión
de Ingeniería de Sistemas es digna de
resaltar la importancia que se le da a la
capacidad de entender los problemas y
a la correspondiente identificación de
las posibles alternativas de solución. El
desarrollo de esta competencia no parece ser una preocupación frecuente de
los currículos de nuestros programas, tan
obsesivos a veces con los bits y los bytes
y los temas afines. Un primer paso que
podría darse en esta dirección es diseñar
los currículos basados en competencias y
no en contenidos.
Y ya que se habla de competencias, un
interrogante que surge en los medios
académicos es cómo fomentar en los estudiantes la inquietud por la innovación
y el empresariado y cómo desarrollar en
ellos las habilidades para que lo lleven a
cabo exitosamente. Los currículos tradicionales no parecen apuntar en esta dirección.
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Esperamos que la cultura de innovación
y emprendimiento de Silicon Valley pueda inspirar a la locomotora de innovación
del gobierno actual teniendo en cuenta la
visita que realizará próximamente el ministro de TICs a esa región.
Referencias
[1] Innovation Isn’t ‘Creativity,’ It’s a Discipline You Manage, An interview with Esther
Baldwin, Sloan Management Review, Michael S. Hopkins, febrero de 2010.
[2] Whatever Happened to Silicon Valley
Innovation?, Steve Hamm, Businessweek,
enero 12 de 2009.
[3] What I wish I knew when I was 20, Tina
Seelig, Ed. Harper Collins, 2009.
[4] Startup lessons I didn’t learn from a book
by Othman Laraki, Stanford, 12 de diciembre
de 2009, http://www.slideshare.net/othmanlaraki/startup-lessons.
[5] Michael S. Hopkins, The 4 Ways IT is
Driving Innovation, An interview with Erik
Brynjolfsson, SloanManagement Review,
febrero de 2010.
[8] Eric Von Hippel, Susumo Ogawa , Jeroen
P. G. de Jong, The age of consumer- innovator, Sloan Management Review, fall 2011.
[6] Google’s Innovation -And Everyone’s?,
Quentin Hardy, Revista Forbes, julio 16 de
2011.
[9] Subasta de ideas, Revista Dinero, agosto
21 de 2009.
[7] The Lean Startup: How Today’s Entrepreneurs Use Continuous Innovation to Create
Radically Successful Businesses, Eric Ries,
Ed. Crown Business, septiembre de 2011.
[10] What Would Google Do?: ReverseEngineering the Fastest Growing Company
in the History of the World, Jeff Jarvis, Ed.
Harper Paperbacks, 2011.
Francisco Rueda F. Ingeniero de Sistemas y Computación, Uniandes, Profesor Titular,
Universidad de Los Andes.
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