contestación demanda

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EN LO PRINCIPAL, contesta la demanda.
PRIMER
OTROSÍ,
acredita
personería
acompañando
documento, con citación.
SEGUNDO OTROSÍ, se tenga presente.
S.
J.
Ricardo
L.
Hernández
(2º Civil de Valdivia),
Medina,
Abogado,
domiciliado
en
O´Higgins Nº 380, 2º piso, Valdivia, por la demandada Inmobiliaria Socovesa Valdivia
S.A., del giro de su denominación, de mi mismo domicilio para estos efectos, en la causa
rol N° 19-2012.- sobre juicio ordinario indemnizatorio, caratulados “Juan Carlos Beltrán y
otra con Inmobiliaria Socovesa Valdivia S.A.”, a S.S. respetuosamente digo:
Que dentro de plazo contesto la demanda en juicio ordinario
por responsabilidad extracontractual interpuesta por don Juan Carlos Beltrán Gacitúa y
doña Yannet Ivón González Castro en contra de Inmobiliaria Socovesa Valdivia S.A.,
todos ya individualizados, para que sea rechazada por S.S. en definitiva, en mérito de los
antecedentes de hecho y fundamentos de derecho que serán expuestos, con costas.
I.
ANTECEDENTES.
Los demandantes han reclamado indemnizaciones de
perjuicios de Inmobiliaria Socovesa Valdivia S.A. explicando que a fines de agosto de
2011 decidieron invertir dineros en la adquisición de un inmueble, dirigiéndose a la Sala
de Ventas del Condominio Los Robles 1100 de la demandada, en Valdivia.
Expresan que para ingresar al lugar traspusieron un portón
de acceso controlado en forma automática en el que había un portero; al dirigirse a la Sala
de Ventas se encontraba el Sr. Víctor Rubilar quien vestía una casaquilla de la empresa,
sentado próximo a otra agente de la empresa, junto a uno de los computadores
habilitados para la atención de clientes. Después de exponer su proyecto de adquisición a
Rubilar éste les exhibió dos departamentos a los que ingresaron con las llaves que
mantenía en su poder. Enseguida se interesaron en el departamento habilitado como
Sala de Ventas ya que -dicen- ese funcionario les explicó que podía obtenerse a buen
precio, el que consultaría con su jefe en Temuco, Sr. Claudio Urzúa. Después de un par
de días les llamó para informarles que se había fijado el precio en $ 46.000.000, y que
debían cerrar el negocio en el mes de septiembre de 2011, aceptando ellos la oferta
después de pensarlo algunos días.
1
Exponen que desde septiembre de 2011 Rubilar los atendió
en el sector de Silos de Torobayo, expresándoles que los continuaría asistiendo desde
ese lugar. Expresa la demanda que en esa oficina la Sra. González entregó al Pilotero
Rubilar $ 5.001.218 por concepto de reserva del departamento, ya que éste les había
manifestado que tal pago debía realizarse en efectivo y en la ciudad de Temuco, ya que
Socovesa se estaba reestructurando y no había en Valdivia quien recibiera los pagos,
ofreciéndose él para llevar esos dineros. La Sra. González giró un cheque por esa suma a
nombre del Pilotero Rubilar, entregando éste en recibo un papel con un supuesto “código
de reserva” de fecha 13 de septiembre de 2013. La fecha de entrega del departamento,
bodega y estacionamiento la fijaron para noviembre de 2011.
Transcurrido
algunos
días,
siempre
en
el
mes
de
septiembre, Rubilar les informó telefónicamente que tenía una buena oferta por un
departamento más grande, ubicado en el 5to piso del mismo edificio y que el mayor valor
era sólo de entre M$ 4 o M$ 5 adicionales; el valor total dice era de 2.333,50 UF., lo que
aceptaron. Fueron a Silos de Torobayo y desde allí Rubilar los condujo a visitar el nuevo
departamento.
Nuevamente Rubilar pidió una cantidad adicional de $
4.900.000 para mantener la reserva, girándole un nuevo cheque a su nombre, por esa
suma, con fecha 27 de septiembre de 2011. En la misma ocasión Rubilar solicitó además,
$ 2.917.820 para gastos operacionales, invocando que debían pagarse también en ese
mes de septiembre para “dejar afinada la compra”, girando un nuevo cheque a su nombre
por ese valor, el 28 de septiembre. Con ello ya se habían entregado al Pilotero $
12.819.038, otorgándoles éste un recibo fechado el 24 de septiembre de 2011; en ese
mismo mes entregó, además, $ 1.070.000.
Explican los demandantes que con esos pagos quedó
formalizada la reserva debiendo procederse a la escrituración los primeros días de
noviembre, previo pago del precio que supuestamente se adeudaba.
Burdamente afirman que por esos pagos se entregaron
comprobantes emitidos por Inmobiliaria Socovesa Valdivia S.A., con fecha 24 de
septiembre de 2011. En ese mismo documento se expresó que la operación sería
formalizada en el mes de octubre. De todas dichas entregas de dinero quedó constancia
en un recibo de 03 de noviembre.
2
Enseguida, el 03 de noviembre, en su lugar de trabajo la
Sra. González habría entregado $ 14.000.000 en dinero efectivo a Rubilar, quien le
entregó un nuevo recibo de esa fecha.
Con ello resulta que a esa fecha habían entregado -dicen- la
suma de $ 27.889.038.
Estimando que todo estaba en orden, -dicen- el 07 de
noviembre de 2011 la demandante entregó nuevamente $ 6.300.000 en efectivo
invocando como excusa que Rubilar le aseveró que viajaría a Temuco ese día, retirando
el mismo Rubilar esos valores desde su casa ese día, cerca de las 14 hrs. Extrañamente
ese mismo día la demandante dice haber entregado a Rubilar tres cheques, dos de ellos
por $ 5.000.000 cada uno y un tercero por la suma de $ 6.000.000.- En consecuencia, ese
día entregó al Pilotero en su domicilio $ 22.300.000.
Señala que todos los pagos aparecen registrados en el
recibo de jueves 3 de noviembre de 2011, en cuya última descripción figura el pago de
lunes 07 de noviembre, aseverando la actora que todos los pagos estaban registrados e
ingresados por Socovesa.
Dice enseguida que el día de la firma de la escritura, 09 de
noviembre, concurrió a notaría en la mañana para revisarla, expresándosele que tal
escritura no figuraba para su firma, lo que informó a Rubilar quien le expresó que debía
comunicarse con su Jefe don Claudio Urzua, el día lunes 14 siguiente.
Habiéndose intranquilizado, el viernes 11 comenzó a llamar
a los teléfonos de Socovesa en Valdivia, informándose finalmente que el Jefe de Rubilar,
don Claudio Urzua se encontraba en la ciudad. En horas de la tarde concurrió a la Oficina
de Venta de Los Robles 1100; después de conversar con el vendedor que allí había se
percató de la intención fraudulenta de Rubilar. Después de algunos minutos llegó al lugar
el Jefe de Ventas de Socovesa en Valdivia don Claudio Urzua; luego de realizar llamados
telefónicos le informaron que Rubilar se encontraba con licencia médica.
En el capítulo que se denomina “Esquematización de lo
Ocurrido” se explica que se hizo profusa publicidad del Conjunto Habitacional Los Robles
1100, disponiéndose de salas de venta en departamentos llamados “pilotos”, debiendo
trasponerse accesos, custodiados por guardias y puertas con claves electrónicas; en las
salas circulaban empleados ataviados con logos de la empresa, interactuando con los
guardias fluidamente, sin que existiera en alguno de ellos aviso, seña o advertencia en el
3
sentido de tener la personería para proponer, negociar y acordar sobre los inmuebles y su
precio; dice que no existió aviso ni recomendación alguna sobre con quien se debía tratar.
No obstante, intentando sostener la hipótesis de la
responsabilidad de la empresa, expresan que el empleado Rubilar disponía de claves de
acceso electrónico a los edificios, llaves de los departamentos, actuaba con propiedad
ante sus colegas y entregaba comprobantes de pago, los que imprimía en computadoras
e impresoras de la empresa.
Enseguida, en el capítulo de la demanda que denominan
“De la práctica empresarial, de la culpa y la responsabilidad”, después de conceptualizar
la “empresa” acusan los demandantes que se han causado daños por “la deficiente
adopción de medidas organizativas requeridas para evitar los riesgos” que su ejercicio
empresarial provoque. Por ello, afirman, que la empresa para fines de responsabilidad civil
exige procedimientos idóneos para evitar accidentes y perjuicios en el desarrollo de su
actividad, infringiendo con su conducta el deber de cuidado.
Con tales aseveraciones especulan en orden a que la
empresa demandada ha desarrollado su actividad de manera perjudicial porque con la
forma de su ejercicio ha fraguado riesgos objetivos para sus clientes al ser atendidos bajo
las apariencias de procedimientos y fama empresarial, confiando y disponiendo su
patrimonio en manos de uno de sus agentes que se prevalió de esa función para
defraudar, lo que configuraría -dicen- la culpa de la empresa.
Reclaman que la empresa debe responder por el hecho
propio por cuanto la promoción, publicidad y venta de inmuebles estaban bajo su control y
cuidados, citando al efecto la norma del artículo 2320 del CC.
En el capítulo de los “Daños consecuenciales”, explican que
la supuesta trasgresión de la demandada cuya responsabilidad reclaman al ser privados
de $ 50.189.038.-, de los que se habría apropiado Rubilar como consecuencia de la
negligencia imputada a la empresa.
Adicionalmente reclaman la suma de $ 40.000.000 para
cada uno de los demandantes por concepto de daño moral al negarse la demandada a
transferir el bien raíz que la demandante intentó comprar.
En subsidio demandan la responsabilidad por el hecho
ajeno, fundado en las mismas disposiciones de los arts. 2320 y 2322 del Código Civil.
II.
RECHAZO DE LA DEMANDA: NEGLIGENCIA DE
LOS
DEMANDANTES;
CAUSAS
DE
LA
4
NEGLIGENCIA; RELACIÓN CAUSAL; SOBRE LA
CULPA EN LA ORGANIZACIÓN.
A. EL DAÑO SE PRODUJO POR LA NEGLIGENCIA
INEXCUSABLE DE LOS DEMANDANTES,
LO QUE
EXCLUYE LA RESPONSABILIDAD DE LA DEMANDADA
EN LA RELACIÓN CAUSAL.
Del examen de la demanda resulta que los hechos
acontecidos son sorprendentes al constatar las acciones temerarias de los demandantes y
en particular de la Sra. González, en cuanto procedieron a entregar por parcialidades, y
todavía en un lapso de casi tres meses, diversas sumas de dinero a Rubilar de las que
éste se habría apropiado, engañándolos con las burdas promesas de descuentos en el
precio del inmueble. Con fundamento en tales hechos, demandan la responsabilidad por
el hecho propio y, adicionalmente, por el hecho del dependiente.
Del examen de tales antecedentes, y que sin rubor confiesan
en la demanda, constataremos que los demandantes procedieron con una desidia y
negligencia en tal modo extrema, que queda establecido que en el examen de la relación
causal no es posible encontrar alguna acción culpable susceptible de causar daño que
pueda ser imputada a la demandada.
Los demandantes generaron con el Pilotero Rubilar una
relación impropia y temeraria, en la que consintieron explícitamente a pesar de la secuela
de irregularidades ostensibles que debían provocar en ellos al menos alguna suspicacia;
no obstante, admitieron mansamente esas irregularidades en su ánimo de obtener
ventajas extravagantes en el precio de la compra.
El hecho de la víctima es una causa de exoneración total de
responsabilidad y para ello no basta que aquél haya sido una simple condición del daño,
sino que debe ser la causa única del mismo1, de manera que en la relación causal no sea
posible encontrar vestigios de un hecho culpable del demandado. Es por eso que la
desidia extrema con la que los actores procedieron, en definitiva debe provocar el efecto
de configurar la causal de exoneración total de responsabilidad de la demandada.
A.1.
ACCIONES DE
LOS DEMANDANTES QUE DEJAN MANIFIESTO
QUE
PROCEDIERON CON DESIDIA INEXCUSABLE.
Domínguez Águila, Ramón; “El hecho de la víctima como casal de exoneración de responsabilidad civil”;
Revista de Derecho y Ciencias Sociales; Universidad de Concepción; Año XXXIV - abril-Junio de 1966 - Nº
136; p. 30.
1
5
Es preciso indagar sobre las acciones de los demandantes
para establecer los hechos acontecidos y de ese modo dejar en evidencia la negligencia
con que procedieron, en un extremo tal que en definitiva el daño se produjo por sus
propias acciones y que de ninguna forma la demandada pudo precaver ni evitar.
Para ese propósito, sin esfuerzo, revisaremos los dichos de
los propios demandantes contenidos en su libelo, que constituye su confesión.
1º] Expresan haberse relacionado con el Pilotero de
Socovesa, Víctor Rubilar, quien les ofreció descuentos especiales que razonablemente no
podían resultar esperables ni creíbles. Ellos y en particular la Sra. González, se dejaron
cautivas por esa promesa, urdiendo una suerte de fraude para simular ellos y Rubilar una
relación de parentesco que, según les expresó este último, con esa sola aseveración les
permitiría conseguir un descuento primero de un 16% por el departamento 102 y después
de un 25% por el departamento del quinto piso.
Sin adoptar las más elementales precauciones que son
exigibles al hombre razonable y prudente, y asilados en su errónea percepción de obtener
buenos dividendos en la negociación que emprendían, admitieron que la demandante Sra.
González entregara negligentemente cuantiosas sumas de dinero, asumiendo en plenitud
los dichos y apariencias del sujeto que se relacionaba con ella.
1. a.) Confiesan haber ingresado a la Sala de Ventas del Condominio Los Robles Nº 1100,
de Valdivia, en donde “...estaba el señor Victor Eduardo Rubilar Martínez, C.I. Nº
13.833.111-3, vestido con casaquilla de la empresa y el respectivo logo Socovesa, quien
los atedió”.
Dicen que en el mismo lugar había otra agente de la
empresa, junto a uno de los computadores habilitados para la atención de clientes.
Examinando esa acción de los demandantes tenemos que
presumir que les resultaba totalmente indiferente la persona que les atendería,
procediendo con la mayor negligencia en una cuestión cuya importancia ellos mismos
destacan. Justifican con culpable reiteración que procedieron de ese modo indiferente ya
que Rubilar vestía casaquillas con el logo de la empresa. Por esa sola circunstancia
atribuyeron a éste un poder decisorio en la estructura de la empresa, al extremo que
torpemente, como se dirá, hasta le atribuyeron el poder para actuar como recaudador, e
incluso para percibir valores otorgados a su propio nombre.
No obstante ellos mismos confiesan en la demanda que en
la sala de ventas de Los Robles 1100 “circulaban empleados de la empresa, algunos
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ataviados con símbolos o logotipos de la misma Socovesa. Dichos empleados con
más los guardias interactuaban fluidamente, y con absoluta independencia, sin que
ninguno fuere identificado por algún aviso, seña o advertencia externa de que tenía
la personería exclusiva de la empresa para proponer, negociar y acordar sobre los
inmuebles y su precio”.
Luego, de esa confesión resulta que a los demandantes
poco les importó quien les atendería, de manera que fácilmente podemos colegir que si
allí se hubiese encontrado algún Jefe de Obras, o un jornal, o algún guardia de portería,
quienes también visten casaquillas de la empresa con logos distintivos y que también
circulan libremente por las dependencias de las edificaciones en venta, les hubiese
resultado igualmente indiferente y también hubiesen estado dispuestos a entregar valores
directamente a dichas personas si se les ofrecía algún provecho especial.
1. b.) Agrava la negligencia de la acción de los demandantes el hecho que ellos mismos
confiesan en cuanto a que en el lugar se encontraba otra persona a la que identificaron
como “agente de la empresa” y que luego identificaron como la Sra. Silvia Vallejos, a la
que tampoco hicieron consultas, a pesar de conocer que era la vendedora de la empresa.
En su negligente actuar ni siquiera hicieron consulta alguna
a esa otra persona, ni preguntaron tampoco por las funciones específicas que ella
desempeñaba, omitiendo proceder incluso con la curiosidad natural que todas las
personas emplean en alguna negociación, sobre todo tratándose de la compra de un
inmueble. El espacio de ese departamento destinado a Sala de Ventas no tiene una
superficie superior a 25 metros cuadrados, de manera que no existiendo señal distintiva
en ningún funcionario que los identificara con la personería de la empresa para negociar,
como afirman, bastaba solamente preguntar en alta voz quien era el vendedor para que
de inmediato se les respondiera por las dos personas que allí se encontraban,
estableciendo de esa forma con certidumbre los servicios que prestaba cada una de ellos.
1. c.) La opción de tratar con Rubilar fue negligente en grado supremo, sobre todo al
confesar ellos mismos que carecía de todo aviso, seña o advertencia externa que lo
identificara con la personería de la empresa para negociar.
Luego, como confesaron, los demandantes no preguntaron a
Rubilar las funciones que desempeñaba, sino que directamente se dirigieron a conversar y
hacer las tratativas con él, lo que repele no sólo a la diligencia elemental exigible a las
personas razonables en una contratación, sino también el sentido común.
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2º] En la misma ocasión, confiesan los demandantes, se
interesaron por el departamento en el que funcionaba la Sala de Ventas, admitiendo la
aseveración del Pilotero quien les expresó que ignoraba el precio pero que “podía
obtenerse a un buen precio ya que quedaban pocos departamentos en venta y la
empresa tenía interés en venderlos pronto”.
A esa fecha se encontraban edificados solamente dos de los
4 edificios proyectados en ese Conjunto Habitacional. Por su parte, los otros dos edificios
se encontraban en etapa de terminación de la obra gruesa. Todo ello era susceptible de
constatarse con una rápida mirada desde las mismas ventanas del departamento Sala de
Ventas.
No obstante, esa aseveración del Pilotero Rubilar en el
sentido de quedar pocos departamentos en venta, no motivó en ellos dudas ni consulta
alguna, a pesar que conocían que en ese Conjunto Habitacional se edificarían 80
departamentos en total, según expresan en la demanda.
3º] Confiesan enseguida los demandantes que el Pilotero les
explicó que “consultaría por el precio con su jefe de Temuco, a quien individualizó como
Claudio Urzúa, y que les informaría a la brevedad”.
Se infiere de esta aseveración de los demandantes:
a) Que si ellos atribuyeron a Rubilar la condición de vendedor, debió sorprenderles que
éste ignorara el precio de los departamentos y las posibilidades de rebajas en su precio
que, dicen ellos, éste se encargaba de vender, a pesar de aseverarles que podía
conseguirse “un buen precio”.
b) Por su parte, los demandantes en ese instante inicial conocieron de la existencia de un
Jefe de Ventas y de su nombre, Claudio Urzúa, quien era el encargado de informar los
precios de las unidades en venta. Conocieron además, que allí trabajaba la Sra. Silvia
Vallejos, según también ha confesado la Sra. González.
Una vez más sorprende la desidia de los actores quienes
omitieron consultar directamente al Jefe de Ventas, o con la vendedora sobre el precio y
posibles rebajas, a pesar de conocer las funciones específicas que ellos ejercían.
Esa actitud de los demandantes contraría la más elemental
razonabilidad en el comportamiento de las personas precavidas y cuidadosas por cuanto
todos quienes hemos adquirido algún producto, aún cuando no sea de valor considerable
como sí lo es un inmueble, si conocemos que existe un Jefe con atribuciones de fijar el
precio o de rebajarlo, optamos por hablar con él personalmente para influir de algún modo
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en su decisión final. Esa acción fue desdeñada por los demandantes, quienes a pesar de
esos antecedentes persistieron en continuar siendo atendidos por el mismo Rubilar.
4º] Afirman enseguida que a los pocos días Rubilar les llamó
por teléfono para informarles haber obtenido un muy buen precio, de $ 46.000.000.-, pero
que el departamento estaba disponible para su entrega recién a mediados de noviembre.
Este antecedente es importante ya que si las anteriores
inconsistencias de Rubilar no les provocaron inquietud alguna, en este instante debió
producirse al menos alguna clase de suspicacias en los demandantes.
En efecto, a esa fecha el departamento y estacionamiento,
que conforman una unidad indivisible, tenían un valor total de 2.500 unidades de fomento,
que a fines de agosto representaban un valor de $ 54.937.075.- La rebaja que Rubilar les
informó haber conseguido era de un 16 % sobre el precio de lista de los departamentos en
venta.
De esa última afirmación de los demandantes se siguen dos
consecuencias ineludibles que manifiestan la desidia con la que procedían:
a) Podemos presumir que ellos ignoraban el precio de venta del departamento, lo que no
les habría sido informado por Rubilar inicialmente quien, como afirman en su demanda,
debía consultarlo con su jefe en Temuco. Siendo así, razonablemente debieron dudar de
esa persona ya que a pesar de presentarse como vendedor de la empresa ignoraba los
precios de las unidades cuya función era vender como supusieron sólo porque vestía
casaquillas de la empresa.
b) No obstante, si los demandantes quieren excusarse expresando ahora que Rubilar
inicialmente sólo les informó del precio lista del departamento y que sólo era la rebaja en
el precio la que consultaría con su jefe en Temuco, Sr. Urzúa, debió sorprenderles que la
empresa accediera a una rebaja de más del 16% de dicho precio, atendido el enorme
monto de dicho descuento, por lo demás, graciosamente concedido.
Esa rebaja dispendiosa debía resultar dudosa a cualquier
persona de juicio sereno y cuidadosa no sólo porque no es razonable que sean tan
cuantiosas, sino que además porque el hecho objetivo que ellos mismos destacan, es que
Rubilar les aseveró que quedaban pocos departamentos en venta, de manera que si era
efectiva la extraordinaria buena venta de esas unidades inmuebles, no era lógico tan
enorme descuento.
También debieron recelar al ser ostensible que a esa época
todavía se encontraban en construcción otros dos edificios en el mismo Conjunto
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Habitacional, en el que existían disponibles aún 40 departamentos, de manera que
comercialmente nada justificaba que la empresa quisiera vender esos departamentos casi
a vil precio, como torpemente los demandantes creyeron.
5º] Explican los demandantes que desde septiembre Rubilar
fue trasladado a otras dependencias de la empresa, ubicadas en el sector de Silos de
Torobayo, al sur poniente de la ciudad, en la Sala de Ventas de otro Conjunto
Habitacional, totalmente diferente al primero, a pesar de lo cual ellos perseveraron en
continuar sus tratativas con él.
¿Que razones motivaron a la Sra. González para continuar
las tratativas con Rubilar en la Sala de Venta correspondiente a otro Conjunto
Habitacional, totalmente diferente y distante de la Sala de Ventas del Condominio en el
que ellos proyectaban la adquisición del departamento y todavía considerando, como
confiesan, que ignoraban con quien tratar la compra de un inmueble?
En el examen de los hechos encontraremos las razones que
motivaron esa acción de los demandantes de continuar tratando con Rubilar en forma
singular, con acciones que no podemos menos que reputar veladas o furtivas.
6º] Dicen los demandantes enseguida que el 12 de
septiembre entregaron a Rubilar el valor de la reserva del departamento por la suma de $
5.001.218., equivalentes a 227,5 unidades de fomento, con un cheque girado a nombre
del mismo Rubilar atendido que éste les expresó que ese pago debía realizarse en dinero
efectivo y en Temuco, y que él se ofreció para llevar ya que viajaba a esa ciudad todos los
martes. Justifican haber realizado el pago a Rubilar atendido el hecho que, dicen, era de
público conocimiento, que Socovesa se estaba reestructurando y no había en Valdivia
quien los recibiera.
Al efecto expresan que de ese pago se dejó constancia
mediante un “código de reserva número V46203102, según recibo de fecha 13 de
septiembre de 2011 y la entrega se fijó para fines de noviembre. La entrega -dicen- incluía
departamento, bodega y estacionamiento”.
Los demandantes a pesar de haber pagado el día 12 de
septiembre de 2011 no advirtieron que se les entregaba un recibo por ese valor fechado el
13 de septiembre.
Tal hecho les resultó irrelevante y no existe constancia
alguna que hayan consultado por esa circunstancia y todavía ignorando como confiesan
10
en la demanda, quien era el funcionario de la empresa “con personería exclusiva para
proponer, negociar y acordar sobre los inmuebles y su precio”.
¿Puede aceptarse a los demandantes, aún en la hipótesis
de admitir que las oficinas de la empresa hubiesen sido trasladas a Temuco, que
ignoraran que por precaución elemental, el pago debían realizarlo mediante el depósito en
la cuenta corriente de la vendedora o mediante una transferencia electrónica de fondos ó
que debían exigir un comprobante emitido por alguna jefatura de la empresa, sobre todo
teniendo en cuenta la confesada ignorancia sobre el funcionario de la demandada con
facultades para “proponer, negociar y acordar sobre los inmuebles y su precio” ?
7º] Expresan en la demanda que Rubilar les ofreció llevar el
mismo los dineros a Temuco ya que viajaba los días martes “...a dejar los dineros de las
reservas”, antecedente que recuerdan con exactitud. Sin embargo, en el transcurso de los
más de dos meses que según explican mantuvieron las relaciones con Rubilar para el
desarrollo de la operación que proyectaban, olvidaron ese antecedente y realizaron las
entregas de dinero en cheques y también -dicen- en efectivo a Rubilar, en días diferentes
independiente de su proximidad con tales días martes: el miércoles 28 de septiembre de
2011 dicen haber entregado a Rubilar la suma de $ 2.917.820 para imaginarios gastos
operacionales; el viernes 21 de octubre de 2011 dicen haber entregado a Rubilar $
1.070.000; el jueves 03 de noviembre de 2011 dicen haberle entregado $ 14.000.000.; y el
lunes 07 de ese mes, $22.300.000.
Por cierto, resultó totalmente indiferente e irrelevante a los
demandantes realizar estos últimos pagos en su lugar de trabajo y en su domicilio
particular adonde llegó Rubilar a retirar esos dineros.
¿No debían acaso dudar de esos despliegues de amabilidad
extrema y a pesar de esas circunstancias entregar $ 36.300.000 en cheques girados a
nombre del Pilotero y, dicen, en efectivo?
8º] Además de esa torpeza inexcusable, todavía debemos
examinar el contenido del documento que se les entregó por Rubilar de cuyo más somero
y simple examen se constata, una vez más, la negligencia de los demandantes quienes ni
siquiera fueron acuciosos en revisarlo como les imponía un deber de cuidado y diligencia
corrientes:
a) En ese documento se establece que el precio del departamento era de $ 46.604.765.
Luego, a pesar que el precio se aumentaba en $ 603.547 respecto del que pocos días
11
antes, según confiesan en la demanda, se les había informado, no hubo observaciones ni
reparos por los demandantes.
b) Tratando de ajustar los hechos a su conveniencia, en la demanda expresan que
pagaron ese valor por concepto de “reserva”. Sin embargo, en el referido comprobante
burdamente se expresa haberse realizado una venta.
Sin pretender imponer a la demandante conocer en detalle
las operaciones materiales que comprende la compraventa de inmuebles, éstos no podía
menos que conocer que la venta de inmuebles no se realiza mediante una hoja cuya glosa
expresa ”Reporte: Modificación Compromisos Forma de Pago”. ¿No advirtieron acaso en
ese comprobante que esa glosa implicaba que algún documento anterior se había
generado y del que éste era una modificación?
c) Los demandantes conocían a esa época que el departamento se encontraba construido
y terminado, ya que era utilizado como Sala de Ventas o Departamento Piloto.
Admitiendo
que
parecía
razonable
que
si
en
ese
departamento funcionaba la Sala de Ventas no pudiera verificarse la entrega sino hasta el
mes de noviembre, no existe explicación alguna para que aceptaran sin reparos la
leyenda estampada en ese documento en cuanto se expresó que la venta se realizaba “en
verde”.
La “venta en verde” en la actualidad es una forma de operar
de las empresas inmobiliarias ampliamente difundida y por lo tanto generalmente
conocida, de manera que cualquier persona de juicio sereno, reflexivo y diligente, debía
conocer que la supuesta negociación no correspondía a la modalidad “en verde”, por el
simple hecho que la construcción se encontraba totalmente terminada.
Tampoco tuvieron la diligencia, siquiera por curiosidad, de
consultar qué implicaba lo que Rubilar denominó como “código 101” al emitir ese falseado
documento. Simplemente omitieron hacer toda consulta a estos respectos.
d) Habiendo entregado dineros en efectivo, sea por concepto de “venta en verde” como se
expresó en el papel entregado a la demandante o incluso por concepto de mera reserva
como tal vez ellos quisieron suponer, les era racionalmente exigible requerir que el recibo
por la entrega de esos valores fuera emitido al menos por quien ya conocía era el Jefe del
Pilotero Rubilar, don Claudio Urzúa o la vendedora o agente de la empresa, Sra. Silvia
Vallejos, lo que también por negligencia omitieron pedir.
9º] Expresan luego que transcurrido un par de días, siempre
en septiembre de 2011, Rubilar llamó a la Sra. González informándole que podía ofrecerle
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un departamento más grande ubicado en el quinto piso del mismo edificio en donde
habían reservado antes el más pequeño, lo que les costaría apenas 4 o 5 millones de
pesos adicionales, siendo su valor de 2.333,50 UF., lo que ellos aceptaron, dirigiéndose
nuevamente a Silos de Torobayo para indagar con Rubilar sobre las nuevas condiciones,
expresando que éste los llevó a ver ese departamento, circulando libremente por las
dependencias del Conjunto Habitacional Los Robles 100, de Isla Teja.
Esta vez Rubilar -dicen- les exigió un pago adicional de $
4.900.000 para asegurar la nueva reserva, extendiéndole un nuevo cheque girado a su
nombre, por esa suma, con fecha 27 de septiembre de 2011. Adicionalmente, Rubilar les
pidió la suma de $ 2.917.820 para gastos operacionales, los que se le debían entregar
antes de fines de septiembre, procediendo a hacerlo el miércoles 28 de ese mes.
Explican que ya le habían pagado a Rubilar $ 12.819.038
para formalizar la reserva y la escrituración se realizaría los primeros días de noviembre,
previo pago de la totalidad del precio.
Afirman en la demanda que “por todos estos pagos se
entregaba comprobante emitido por Inmobiliaria Socovesa Valdivia S.A., de fecha 24 de
septiembre de 2011, reserva 23710 (vigente) Nº recibo 22302247 y que daba cuenta de
los valores recibidos. En el mismo documento se señala que la operación debía ser
formalizada en el mes de octubre de 2011. Por tal razón se hizo en dicho mes pago de $
1.070.000, con cheque 21 de octubre de 2011. Con fecha 27 de octubre se obtuvo un
crédito en el Banco BCI por $ 14.000.000, suma que se entregó el día 3 de noviembre de
2011. De estos pagos da cuenta el reporte de modificación de Compromisos Forma de
pago de fecha 3/11/2011, donde se detallan los pagos y se indica claramente que la Firma
de la escritura sería el miércoles 09 de noviembre de 2011 en la Notaría Sra. Carmen
Podlech a las 16:00 hrs.”
De las aseveraciones de los demandantes contenidos en
este párrafo queda en grave evidencia, una vez más, la torpeza inexcusable con la que
procedieron:
a) El precio del departamento del quinto piso era de 3.110 unidades de fomento, lo que
según su valor al día 30 de agosto de 2011, equivalían a $ 68.339.855.
Afirman las demandantes que este departamento Rubilar se
los ofreció en $ 51.278.266.-, esto es, el descuento era de $ 17.061.589.
S.S.: ese presunto descuento equivalía al 25% del precio
del departamento, lo que ninguna persona racional puede admitir como verosímil,
13
lógico y creíble, de manera que la simple aseveración sobre ese precio que les
informó Rubilar imponía a los demandantes, actuando de buena fe, el deber
ineludible de ser suspicaces, de dudar y, en consecuencia, consultar sobre la
veracidad de tal descuento en la amplia red de informaciones y contactos de que
dispone la empresa.
Sin embargo, no alertó a los demandantes ni el primer
descuento ofrecido de un 16% del precio del departamento 102, ni tampoco fue
capaz de motivar siquiera suspicacias este descuento ahora de un 25% sobre el
precio de venta del departamento 502.
b) Desde luego, los comprobantes jamás fueron emitidos por Socovesa, sino que
correspondían a burdas falsificaciones de papeles inventados por Rubilar, lo que jamás
los actores tuvieron la prevención de consultar.
c) Con fecha 24/09/2011 Rubilar emitió un supuesto Recibo Nº 22302247 en el que se
expresa “Garantía de Reserva por el valor de 583,1 UF, (Doce Millones ochocientos
diecinueve mil cincuenta y ocho pesos) UF del día sábado 10-09-11 (21,983,38). Suma
que será imputada al pago del precio de venta en el evento de formalizar, en caso
contrario le será devuelto. Si el día 30/10/2011 el oferente no hubiere formalizado la
operación o no se desistiere, esta reserva quedará sin efecto y el oferente pagará una
multa equivalente a la suma entregada en garantía, por lo que autoriza a Inmobiliaria
Socovesa Valdivia S.A. para retenerla” (Hay firma ilegible).
Del más somero examen de ese documento queda
establecido que es manifiestamente irregular y debía inducir a realizar indagaciones y
consultas sobre la idoneidad de su otorgamiento:
c.1.) En él no se expresa ni siquiera a que conjunto
habitacional se refiere la reserva que menciona.
c.2.) Si ese nuevo pago se había realizado el día 27 de
septiembre como los demandantes afirman, debieron sospechar que el recibo tuviera
fecha de emisión el día 24 de septiembre.
c.3.) Adicionalmente en el texto de ese papel se establece
como fecha máxima para formalizar la operación, que entendemos es la fecha que
falsamente acordaron para firmar la escritura, el 30 de octubre de 2011.
Sin embargo, en la demanda confiesan los actores que se les
expresó que debían firmar la escritura el día 09 de noviembre de 2011, lo que resulta
incomprensible que ellos admitieran teniendo en cuenta la multa que arriesgaban por la
14
suma equivalente a 583,1 unidades de fomento si la operación no era formalizada el día
30 de octubre de 2011, según se establecía en ese mismo papel.
c.4.) El mismo día 27/09/2011 Rubilar emitió un nuevo papel,
que singulariza con el mismo número de reserva (Nº 23710), en el que se indican los
antecedentes personales de la Sra. González, se singulariza el departamento que los
demandante habían proyectado comprar y se reitera el texto del anterior documento
emitido ese mismo día.
No obstante, también en este nuevo documento se establece
como su fecha de emisión el día 24 de septiembre, lo que los demandantes también
despreciaron torpemente.
En este documento en la especial glosa que Rubilar había
creado correspondiente a “Gastos”, estos no son cobrados a los demandantes. No
obstante, ellos nada advirtieron cuando el 27 de septiembre, según confiesan en la
demanda, Rubilar les cobró la suma de $ 2.917.820 para tales gastos operacionales, los
que pagaron el día 28 de septiembre.
c.5.) Confiesan los demandantes en su libelo que visitaron y
conocieron el departamento del quinto piso, el que se encontraba terminado y dispuesto
para su venta y entrega en forma inmediata.
No obstante tampoco les llamó la atención que sin ninguna
razón y por las simples aseveraciones y dichos de Rubilar se fijara para formalizar el
negocio una fecha posterior en más de un mes, a pesar que ellos confiesan que disponían
del dinero para el pago inmediato.
Una vez más se constata la falta de prolijidad, la ligereza y
descuido sorprendentes con el que los demandantes realizaron la proyectada operación,
sin asegurar jamás la veracidad de los antecedentes que falsamente Rubilar les
proporcionaba, a pesar de la magnitud de las incoherencias e inconsistencias que esas
tratativas presentaban y no obstante, como afirman en su demanda, que ignoraban quien
era el funcionario encargado de “proponer, negociar y acordar sobre los inmuebles y su
precio”.
10º] Afirman los demandantes que Rubilar se presentó a retirar la suma de $ 14.000.000,
supuestamente en efectivo, en el lugar de trabajo de la Sra. González el día 03 de
noviembre, afirmación que no puede ser admitida por la desidia que involucra.
Posteriormente, afirman, el 07 de noviembre nuevamente se
presentó Rubilar al lugar de trabajo de la demandante para retirar nuevas remesas de
15
dinero. Intentando justificarse explica que le quedaba sólo un cheque, por lo que se dirigió
al Banco, en el centro de la ciudad, para retirar un talonario de cheques, cambiar uno,
según dice, y después, en su domicilio particular esperar a Rubilar para entregarle nada
menos que la suma de $ 22.300.000 en dinero efectivo y diversos cheques.
Razonablemente no es posible admitir tanta desidia y
negligencia en una persona, por lo que no puede aceptarse la veracidad del hecho de
haber entregado a Rubilar primero $ 14.000.000 y luego, $ 6.300.00 en dinero efectivo.
Tal aseveración carece de toda explicación, justificación y sentido. Tampoco es explicable
que en la última fecha haya entregado a Rubilar, además, 3 cheques, dos por $ 5.000.000
y un tercero por $ 6.000.000., girados todos a nombre de Víctor Rubilar.
La efectividad de tales hechos solamente confirma la extrema
e injustificable desidia con la que procedieron respecto del cuidado de sus dineros y en
general, en la operación que proyectaba realizar.
Difícilmente una persona de juicio sereno, procediendo con
responsabilidad elemental, cuidadosa de sus actos patrimoniales, como es exigible
emplear a la persona juiciosa, puede seguir creyendo en la veracidad de una operación
comercial cuando un sujeto hace despliegues de amabilidad extrema, no sólo en cuanto a
los irracionales descuentos ofrecidos, bajo promesas de entregar con posterioridad los
recibos de dinero, sino que presentándose a cobrar al lugar de trabajo y en el domicilio
particular, en horas inusuales que regularmente corresponden a la del descanso de
mediodía, a pesar de no existir deuda pendiente que ella estuviese obligada a pagar.
Y lo que resulta aún más increíble y sorprendente es la
explicación que agrega la Sra. González en cuanto expresa que salió de su lugar de
trabajo para dirigirse a un Banco, proceder a cambiar un cheque para enseguida esperar a
Rubilar en su domicilio particular, donde llegó éste más tarde, para retirar los tres
cheques, todos girados .... a nombre del mismo Rubilar.
Habiendo concurrido al Banco en esa ocasión a retirar el
talonario de cheques, según expresa, ¿acaso no se representó por un instante la
posibilidad de depositar aún en efectivo el precio de la supuesta compraventa en la cuenta
corriente de la empresa demandada?
S.S.: la Sra. González, sin rubor, confiesa que en su lugar
de trabajo y en su domicilio particular habría entregado a Rubilar nada menos que la
suma de $ 36.300.000, sin siquiera haber recibido un comprobante del pago de esos
valores, y sólo bajo la promesa de Rubilar de entregar dicho comprobante el día
16
siguiente, a pesar de confesar en su demanda que ignoraba que funcionario tenía la
personería para “proponer, negociar y acordar sobre los inmuebles y su precio”.
Pero tampoco dicho comprobante fue entregado al día
siguiente sino que 6 días después, como consta de la fecha de su emisión, lo que ni
siquiera perturbó a los demandantes.
No motivó ni siquiera la curiosidad de los actores indagar
porqué motivos tan dispendiosamente Rubilar continuaba operando con la unidad de
fomento del día 10 de septiembre.
Tampoco indagaron por la supuesta autorización para la
rebaja de un 25 % del precio de la compraventa, dada por quien en ese papel fue
identificado sólo con las iniciales “G.V.”
A pesar que la entrega debía realizarse sólo 6 días después
de la fecha de entrega de los $ 22.300.000, tampoco indagaron ni hicieron consulta alguna
sobre las iniciales estampadas en ese documento en el que figura “EGR” como
responsable de dicha entrega el día 09 de noviembre a las 16:00, según se lee en ese
papel.
¿No es acaso irracional soslayar toda consulta a la
persona que figura encargada de la entrega de la vivienda que falsamente se les
presentaba por Rubilar como ya pagada?
No inquietó a los demandantes la circunstancia establecida en
un anterior comprobante supuesto en el que Rubilar había estampado que la escritura
debía formalizarse en el mes de octubre y que, en consecuencia, no habiendo sido
otorgada la escritura en ese mes arriesgaban el cobro de la multa que Rubilar había
impuesto.
Tampoco advirtieron que no obstante haber pagado la suma
de $ 2.917.820 por concepto de gastos operacionales, según confesaron en la demanda,
esa cantidad no figurara en el último falso recibo otorgado.
Tampoco despertó siquiera sus suspicacias el hecho que en
todos los comprobantes continuara siendo estampada a título de firma un trazo ilegible,
sin indicación de nombres ni apellidos ni de alguna cédula de identidad identificatoria del
supuesto otorgante de ese documento falso.
Tampoco motivó la curiosidad de los demandantes que en
este comprobante la venta supuesta se realizara con un denominado “código 107
17
(Familia Funcionario)”, del que debía inferirse que Rubilar y ellos se habían atribuido
alguna clase de parentesco y a lo que nos referiremos.
A.2. SOBRE LA IGNORANCIA DE LOS DEMANDANTES DE DISPOSICIONES
LEGALES CUYO CONOCIMIENTO SE PRESUME.
Las irregularidades enunciadas son cuestiones de hecho que
los demandantes deliberadamente soslayaron con reiteración y contumacia en su ansioso
propósito de procurarse una ventaja insuperable en el precio de la compraventa, urdiendo
con el Pilotero Rubilar maniobras veladas y entre ellas incluso la de presentarse como
familiares en su falsa creencia de que esa circunstancia les daría derechos a descuentos
de un 25% en el precio de la supuesta compraventa.
Sin
embargo
todavía
debemos
denunciar
que
los
demandantes para reclamar indemnizaciones, pretenden asilarse en su presunta
ignorancia de la ley, lo que es conocidamente inadmisible atendido lo dispuesto en el
artículo 8 del Código Civil.
En efecto, pretenden convencer que creyeron que por el
hecho de entregar valores al Pilotero habían consumado una compraventa, desdeñando la
regla del artículo 1801 del Código Civil, que impone el otorgamiento de escritura pública
para la compraventa de bienes raíces.
Pretenden ahora ignorar que en los recibos supuestos que les
entregó Rubilar se había estampado la leyenda de tratarse de una “venta en verde”;
obrando diligentemente esa leyenda les imponía el deber, conforme al artículo 138 bis de
la Ley General de Urbanismo y Construcciones, de procurarse un contrato formal, firmado
ante notario, en el que, además, el vendedor debía entregar garantía recíproca de los
valores verdaderamente recibidos.
B. DETERMINACIÓN DEL DEBER DE CUIDADO QUE
RACIONALMENTE ES EXIGIBLE.
Es imperativo entender que cualquier persona razonable y
procediendo con la conducta que racionalmente resulta mínimamente exigible en una
negociación, debe conocer que en toda organización han de existir métodos y
procedimientos regulares, previamente establecidos, para el desarrollo de sus
operaciones comerciales. Lo anterior es particularmente asertivo cuando se trata de la
adquisición de bienes de valor apreciable como lo son las viviendas y que además,
representan una aspiración que involucra los anhelos de todos los miembros del grupo
familiar.
18
Estos criterios de determinación prudencial del deber de
cuidado por el sentenciador2, son orientados por el estándar general de la persona
prudente, diligente y razonable. Enseguida, en la aplicación particular de ese patrón
general y abstracto de conducta a los hechos de la causa, el juez debe describir la regla
de conducta que debió observarse en tal situación sobre la base del contexto de tal
situación tales como lugar, medios, riesgos, costos, naturaleza de la acción emprendida,
derecho e intereses en juego3 así como todas las circunstancias externas que se pueden
esperar sean tomadas en cuenta por las personas razonables y prudentes.
De este modo resulta que si bien el juicio de culpabilidad es
abstracto, se materializa en una apreciación en concreto que atiende a la situación de
hecho acontecida.
Esas circunstancias de la acción son relevantes incluso para
determinar el grado de discernimiento exigible, toda vez que existen situaciones en que la
urgencia de la decisión que debió realizar el sujeto pudo ser incompatible con un
razonamiento prudencial.
El estándar de cuidado que es exigible a la persona diligente
y razonable es abstracto, esto es, comparando la conducta dañosa con la que habría
desplegado un modelo ideal, pero de las mismas características objetivas del autor del
daño; si así no fuera resultaría injusto establecer una sola medida de la diligencia
razonablemente exigible en una comunidad tan culturalmente heterogénea como la
nuestra, por lo que el sentenciador tiene un amplio campo para juzgar cada conducta ya
que los padrones generales exigibles los extrae del medio en el que le corresponde
decidir, de manera que la culpa se aprecie según el nivel de cuidado y diligencia que a
cada cual corresponde en la comunidad, atendiendo a su ubicación, actividades, nivel
cultural, grado educacional, y en este caso particular la intensidad con la que los
demandantes han actuado con entidades financieras y en actividades inmobiliarias4.
En
esa
orientación
el
sujeto
particular,
obrando
diligentemente, debe minimizar los riesgos que importa la acción que ejecuta de manera
tal que si toma un riesgo más allá de lo razonable, su obrar se supone culpable. Las
personas racionales actúan tomando en consideración las consecuencias de su actuar y
Barros Bourie, Enrique, “Tratado de la Responsabilidad Extracontractual”, Edit. Jdca. De Chile; 1era Edic.
2007. p. 105 y sgts.
3
Barros Bourie; Ob. Cit., p. 86.
4
Rodríguez Grez, Pablo; “Responsabilidad Extracontractual”, Edit. Jdca. De Chile; 1era Edic. 2004. p. 183.
2
19
de los caminos de acción alternativos debiendo ser justamente ese el razonamiento de las
personas diligentes.
B.1.
DEBER
DE
CUIDADO
EXIGIBLE
A
LOS
DEMANDANTES.
La diligencia corriente es grafica en cuanto los demandantes
confiesan que tuvieron el cuidado de visitar la vivienda, deliberaron entre ellos para
adoptar una decisión y finalmente decidieron materializar esa adquisición.
No obstante, en lo sucesivo del examen de su conducta es
irrefutable concluir que procedieron con la mayor negligencia y desidia en las tratativas
orientadas a la adquisición de un departamento.
Es por ello que en este caso no es posible al sentenciador
desatender las circunstancias ya enunciadas sobre las singularidades personales de los
demandantes al tratarse ella de una profesional universitaria que ejerce permanentemente
su profesión y él de un empleado de alta calificación laboral.
Por otra parte, es necesario atender, en el examen de la
conducta en concreto, la circunstancia de haber realizado antes los demandantes
operaciones de compraventa de inmuebles al menos en tres oportunidades diferentes,
incluso con la misma empresa demandada en estos autos, lo que les imponía el deber de
conocer las formas en que se materializa el proceso de compraventa de un inmueble.
Adicionalmente la demandante y su cónyuge son personas
que conocen de movimientos de valores en el mercado de capitales toda vez que han
declarado que los valores provenientes de la venta de una vivienda en Panguipulli fueron
invertidos en Fondos Mutuos en una entidad financiera en la ciudad de Lautaro.
Por otra parte, la determinación de la diligencia obliga a
valorar los intereses en juego, atendiendo a su relevancia y al modo en que condicionan la
concreción de otros intereses a lo que se agregan otros elementos cuantitativos que
atienden a la probabilidad e intensidad de que esos intereses sean afectados por el
respectivo curso de la acción. En el caso de estos autos, la cuantía de la inversión y el
proyecto que de ello emanaba obligaba a los demandantes a emplear el mayor celo y
cuidados en la operación que proyectaban realizar, lo que les exigía evadir despliegues
tan desbordantes de generosidad que racionalmente no podían ser creíbles.
No obstante, en el caso de estos autos, a pesar de tratarse de
una negociación importante para cualquier persona atendida la importancia de la
negociación y la cuantía de los valores que se entregaban y a pesar de haber transcurrido
20
casi tres meses desde el inicio de su singular relación con el Pilotero Rubilar, según ellos
mismo confiesan, jamás reflexionaron sobre las acciones que tan torpemente realizaban.
B.2. INOBSERVANCIA DEL DEBER DE CUIDADO EXIGIBLE A LOS DEMANDANTES.
Es imperativo indagar las razones que indujeron al Sr. Beltrán
y a su cónyuge, a perseverar en las tratativas simuladas con el Pilotero Rubilar,
procediendo en forma tan burdamente negligente, sin adoptar ninguna clase de
resguardos, entregando dineros sin exigir recibos formales a pesar de las inconsistencias
que se presentaban en cada instante de esas tratativas fraudulentas durante los más de
dos meses en que ellas se prolongaron y a pesar que confiesan que ignoraban qué
funcionario tenía facultades de “proponer, negociar y acordar sobre los inmuebles y su
precio”, no obstante que conocían que la jefa de la oficina de ventas en Los Robles 1100
de Valdivia era la Sra. Silvia Vallejos González y el jefe de Rubilar era don Claudio Urzúa.
1º Los demandantes no son personas de humilde condición
intelectual, ajenas y extrañas a operaciones inmobiliarias y que nunca antes hubieren
concurrido al otorgamiento de algún contrato de compraventa de inmuebles. Por el
contrario, en los últimos años al menos en tres ocasiones han intervenido en operaciones
de compraventa de bienes raíces, de manera que conocen sobre los tratos en esta clase
de operaciones inmobiliarias. Así consta en escrituras públicas que oportunamente serán
acompañadas.
Adicionalmente, debe tenerse en cuenta que la Sra. González
es una persona con estudios universitarios superiores, de profesión enfermera, que ejerce
esa profesión en un establecimiento de la red asistencial del Ministerio de Salud.
Luego, no es éste el caso de una persona de condición
cultural modesta, susceptible de fácil engaño, que ignore las normas más elementales de
una negociación y que tratándose de inmuebles racionalmente las personas extreman.
2º Como han confesado los demandantes, iniciaron sus
tratativas con el Pilotero Rubilar en el mes de agosto de 2011.
Es relevante tener en consideración que en ese periodo
Rubilar solamente estuvo solo un día ejerciendo funciones de Pilotero en el Conjunto Los
Robles 1100 de Socovesa. No existe posibilidad de equívocos en esta aseveración ya que
en cada Conjunto Habitacional en venta, trabaja tan solo un Pilotero y Rubilar estaba
asignado al Conjunto Silos de Torobayo, de manera que al ausentarse el funcionario que
ejercía esa función en Los Robles 1100, Rubilar realizó ese reemplazo.
21
Por alguna razón y a pesar que el día del mes de agosto que
los demandantes dicen haber concurrido a los Robles 1100 estaba allí Rubilar y la Sra.
Silvia Vallejos, como ha aseverado la Sra. González en su declaración en la carpeta de
investigación criminal, RUC 11011.76914-6 del Ministerio Público de Valdivia, no se
practicó una cotización formal de la que hubiere quedado registro en la empresa.
3º En este punto debemos precisar que en los sistemas
informáticos de la empresa se conserva un registro de cada persona que solicita una
cotización formal en todo Conjunto Habitacional en venta, con el objeto de realizar un
seguimiento del número de interesados que acuden a cada a ellos para asegurar el
resultado de sus programas de venta de las respectivas viviendas.
4º A pesar de no haber solicitado esa cotización formal en esa
ocasión y a pesar que nunca más Rubilar volvió a estar en ese conjunto como Pilotero, el
Sr. Beltrán y la Sra. González confiesan en la demanda haber perseverado en continuar
sus tratativas en la Sala de Ventas de un conjunto habitacional diferente y distante.
5º Con posterioridad al inicio de las tratativas con Rubilar, el
10 de septiembre de 2011, la Sra. Ivón González concurrió al Condominio Los Robles
1100 y solicitó formalmente una cotización del departamento 102 de ese Condominio, la
que quedó registrada en el sistema informático de la empresa denominado “Informe de
Cotiza, (sic) Reservas, Desestimientos, Reservas x Periodo”, como acreditaremos,
entregándosele dicha cotización (Nº 67618), en el que se consigna la singularización del
inmueble, los datos personales de la Sra. González, incorporándose incluso la fecha de su
nacimiento, el metraje total del departamento (51,83 metros cuadrados), su precio (2.300
UF). Adicionalmente y en glosa separada se indicó el precio del estacionamiento (200
UF), siendo el valor total de esa unidad, en consecuencia, la suma equivalente a 2.500
unidades de fomento.
En el mismo documento se señala que no existen gastos
operacionales “que comprenden: confección de escritura, conservador de bienes raíces,
tasación, estudio de títulos, impuesto al mutuo”. Quedó además establecido en ese
documento que ellos optaban por la alternativa de pago al contado.
Lo que es particularmente relevante es que en ese
documento se establece nominativamente que la Ejecutivo de Ventas es la Sra. Silvia
Isabel Vallejo González.
22
Finalmente, al pie del documento se consigna: “Nota: Cliente
solo dejará garantía en caso de Reservar la Propiedad, Por lo que esta cotización no
IMPLICA RESERVA.
En resumen, de este documento destacan capítulos de
extraordinaria importancia que los demandantes conocieron el día 10 de septiembre
y que deliberadamente después omitieron ponderar y tener en consideración:
5.a.) Conocieron el nombre de la persona que en realidad era la vendedora de la
empresa, de manera que obrando diligentemente aún sólo para conocer la veracidad de
los descuentos especiales que les ofrecía Rubilar, debieron consultarla.
5.b.) Conocieron el verdadero precio del inmueble que ellos originalmente habían
proyectado adquirir, que era de 2.500 unidades de fomento equivalentes a $ 54.937.000
según el valor de la UF de fines de agosto, y no de $ 46.000.000, como ellos afirman
haber conocido.
5.c.) Conocieron que debía dejarse una garantía sólo en el caso de reservar un inmueble,
sin establecerse multa alguna para el caso de desistimiento de la reserva.
5.d.) Conocieron que jamás la empresa impuso o instruyó a los interesados en adquirir un
inmueble la obligación de pagar el precio de la compraventa con anterioridad al
otorgamiento de la respectiva escritura sino que sólo requería de una garantía para la
reserva.
5.e.) Conocieron el formato de la papelería en la que la empresa imprimía sus
cotizaciones.
El caso es que los demandantes desatendieron torpemente el
contenido de ese documento entregado el sábado 10 de septiembre y perseveraron en
continuar sus tratos con Rubilar en un lugar distante y en otro Conjunto Habitacional.
En pleno conocimiento de esos antecedentes y a pesar que
ya Rubilar no estaba asignado como Pilotero de ese Conjunto el martes 13 de septiembre
entregaron a Rubilar una primera remesa de dinero, según afirman, y posteriormente
continuaron entregando valores hasta completar la totalidad del precio que falsamente
Rubilar les había indicado.
6º Conocemos ahora que en realidad la persistencia de tratar
solamente con Rubilar y no con su jefe cuyo nombre conocían o con la vendedora de la
empresa, se debió a que los demandantes creyeron que obtendrían una rebaja en el
precio de la compraventa y que, como afirman en su demanda, fue primero de un 16%
respecto del departamento 102 que originalmente habían proyectado adquirir y después
23
de un 25% respecto del departamento 502 que Rubilar les ofreció, lo que razonablemente,
no podía ser real, y que ellos tenían el deber de advertir obrando con la diligencia exigible
y constatar con los personas nombradas o en la amplísima red de informaciones de la
empresa.
7º No existe forma de explicar racionalmente la desidia con la
que los demandantes procedieron.
Aseveran que en Los Robles 1100 “ningún funcionario se
identificaba por algún aviso, seña o advertencia externa de que tenía la personería
exclusiva de la empresa para proponer, negociar y acordar sobre los inmuebles y su
precio”; no obstante y a pesar de ello se concertaron con Rubilar a pesar que éste les
atendió en un lugar diferente al Condominio Los Robles, con familiaridad extrema, en
horas de cierre de las oficinas. Y a pesar que el mismo Rubilar les informó el nombre de
su jefe y que en las oficinas se encontraba la vendedora Sra. Vallejos, omitieron
comunicarse con ellos, aún sabiendo que del primero dependía el precio definitivo así
como eventuales rebajas, según ese mismo Pilotero les había expresado.
No es razonable que ahora se excusen expresando que
ignoraban la forma de contactar al Sr. Claudio Urzúa teniendo en cuenta que ellos mismos
confiesan en su demanda que el viernes 11 de noviembre de 2011, cuando constataron
que habían sido engañados por Rubilar, rápidamente se comunicaron con Urzúa quien a
los 15 minutos estuvo con ellos en Los Robles 1100.
Tampoco es aceptable lo que intentan destacar en su
demanda en cuanto afirman que creyeron en los dichos de Rubilar en cuanto les afirmó
que los pagos debían realizarse al contado ya que era de público conocimiento que
Socovesa había cerrado sus oficinas en Valdivia. Jamás la empresa ha cerrado sus
oficinas en Valdivia y así se constata en la profusa publicidad que esta empresa mantiene
en la prensa escrita local, como se acreditará. Es cierto que la Gerencia se trasladó a la
ciudad de Temuco; no obstante la empresa aún mantiene en plenitud sus oficinas en la
ciudad de Valdivia, en el mismo lugar en que ha funcionados desde hace por lo menos
seis años, calle General Lagos Nº 837.
Ellos mismos confiesan que ese mismo día viernes 11 de
noviembre de 2011 al advertir el engaño de Rubilar comenzaron a llamar a los teléfonos
de Socovesa en Valdivia y que nadie les contestó, lo que es explicable porque ese día los
funcionarios trabajan hasta las 16,00 hrs.
24
Pero todavía debe agregarse que en la página web de la
empresa figura un teléfono de línea directa a un call center de la empresa (Nº
600.520.5000). Acreditaremos que al llamar a ese teléfono y consultar por la posibilidad
de realizar pagos directos y en efectivo, incluso a los vendedores, se informa de inmediato
que tales pagos son irregulares.
No es aceptable en ninguna operación comercial que alguna
persona razonable entregue tan fuertes cantidades de dinero, sobre todo ignorando quien
es el personero para negociar. Ninguna persona, aún de la condición cultural e intelectual
más modesta, es tan torpemente descuidada al extremo de entregar dineros para pagar
una compraventa en tanto no sea firmada la respectiva escritura. Es este un elemento
sociológico que debe destacarse en nuestra cultura nacional, en la que prevalece un
sentimiento de legalidad manifestado en la papelería “de la notaría y los timbres”, en que
toda persona al realizar un negocio, aunque se trate de la venta de artículos menores,
exige primero que se firmen los papeles en notaría; poco importa y muchas veces se
ignora su objeto, pero la firma en notaría es un elemento incuestionable del sentimiento
nacional.
B.3. VENTAJA QUE LOS DEMANDANTES CREYERON OBTENER EN SU RELACIÓN
CON EL PILOTERO RUBILAR.
De los antecedentes expuestos, es relevante constatar que
los demandantes establecieron vínculos de extrema familiaridad y cercanía con el Pilotero
Rubilar. Más allá de las características personales de éste y de las buenas relaciones que
pudieron originarse, jamás esas relaciones pudieron ser exageradas en la concreción de
un negocio, cualquiera que este hubiese sido, llevando a una de las partes a cegar su
racionalidad al extremo de ser inducida a entregar tan cuantiosas sumas de dinero con el
sólo mérito de las aseveraciones burdas que les hacía esa persona, como la misma
demandante Sra. González ahora confiesa, intentando justificar esa rústicas actuaciones
con la simpleza de haber sido inducida para obrar de ese modo por el hecho que Rubilar
vestía casquillas de la empresa y circulaba libremente por las dependencias de Los
Robles 1100.
Detallamos en los capítulos precedentes y a partir de la
confesión de los propios demandantes, la negligencia inexcusable con la que ellos
procedieron, expresada en lo particular:
25
a) En mantener una negociación con un funcionario manifiestamente subalterno que les
manifestó ser Pilotero, a pesar de expresar ignorancia sobre los personeros de la empresa
con facultades para negociar.
b) En persistir en la continuación de las tratativas con dicho Pilotero a pesar que éste
prestaba sus servicios en un lugar totalmente distinto de la Sala de Ventas que
correspondía al Conjunto Habitacional en el que ellos habían proyectado adquirir un
departamento.
c) En no hacer consulta alguna al superior jerárquico de ese funcionario, (Claudio Urzúa)
cuyo nombre conocían y a quien sabían donde ubicar, como queda demostrado al final del
episodio que relatan en su demanda.
d) En no hacer indagaciones no obstante las ventajas increíbles en el precio que éste les
aseveraba estar obteniendo para ellos.
e) En omitir hacer consultas al fono 600.520.5000 difundido ampliamente en la página web
de la empresa.
f) En admitir las visitas del Pilotero al domicilio laboral y personal de la Sra. González para
atender los requerimientos que ella confiesa que éste le formulaba para pedirle dineros dice- en efectivo y cheques girados a su nombre en lugares y horas inusuales en una
negociación.
g) En soslayar el deber mínimo de cuidado de exigir recibos otorgados por la empresa o
algún superior directo del Pilotero para acreditar la efectividad de los supuestos pagos
realizados.
h) En ignorar las notas de las cotizaciones que le fueron formalmente entregadas por la
empresa en las que se expresaba, entre otros, que “sólo se dejará garantías en caso de
reservar la propiedad”.
i) En pretender obtener ventajas en el precio de la compraventa aceptando que el Pilotero
falsamente les mencionara estar amparados por un cierto código que las calificaba como
familiares suyas.
S.S.: la única razón de esa extrema familiaridad que
crearon con el Pilotero Rubilar fue urdir una supuesta relación de parentesco entre
ellos con el propósito de obtener un descuento de monto exorbitante, creyendo
procurarse una rebaja del 25 % sobre el precio de la compraventa del departamento
502 fundado en esa falsa relación de familia, cuestión inexistente en las políticas de
venta de la empresa.
26
Ni siquiera en ese instante procedieron con la cautela
razonablemente exigible de indagar sobre la forma en que justificarían ese falso
parentesco.
C. EXAMEN DE LA RELACIÓN CAUSAL: EL DAÑO SE
PRODUJO POR CAUSAS AJENAS Y EXTRAÑAS A LA
DEMANDADA.
En este instante de nuestra contestación estimamos relevante
referirnos a la causalidad del hecho como elemento ineludible de la indemnización de
perjuicios, esto es, al suceso que objetivamente establecido fue el que produjo el daño
cuyo resarcimiento los demandantes reclaman.
Afirma P. Rodríguez que, no obstante no ser una materia
pacífica, la causa jurídicamente idónea para imputar responsabilidad sobre un resultado
nocivo es aquella razonablemente previsible de acuerdo al conocimiento, nivel cultural y
desarrollo imperante en cada momento de la sociedad. Luego, la clave para la decisión
radica en la determinación de estándares ordinarios prevalecientes en la sociedad en
todo cuanto concierne al comportamiento de sus miembros. Agrega el mismo autor que
simplificando puede decirse que respondemos de los resultados razonablemente
probables de nuestros actos y no de aquellos fortuitos o imposibles de prever5.
En este ejercicio debemos aproximarnos a establecer ese
suceso dañoso, de manera que si imaginariamente lo excluimos en la concatenación de
los hechos, el daño no pudo haberse producido.
Ese examen de lógica nos conduce a concluir, sin falsas
intersecciones, que si en el desarrollo de los hechos sustraemos la negligencia
inexcusable con la que los demandantes procedieron y en su lugar situamos al sujeto que
procede con el cuidado y diligencia medianas, que todas las personas emplean en sus
propios negocios, y que obrando de ese modo hubiese recurrido a una negociación formal
con la demandada, identificando a los personeros habilitados para negociar, recurriendo a
las fuentes de información oficiales de la empresa, así como al lugar en que
razonablemente debía concertarse el negocio que no podía ser otro que aquél al que
correspondía a la unidad habitacional proyectada adquirir, sin entregar cheques a nombre
de un personaje cuya función precisa ignoraban, el daño que los demandantes reclaman
jamás pudo haberse producido.
5
Rodríguez Grez, Pablo, “Responsabilidad Extracontractual”, Edit. Jdca. De Chile; 1era Edic. 2004. p. 390.
27
De ese modo las acciones de los demandantes produjeron la
interrupción total del nexo causal entre la actividad material de la empresa y el daño que
los actores dicen haber padecido, al haber interferido una causa (desidia de los
demandantes) que por sí sola es capaz de justificar el daño.
En tal caso habría resultado que si al menos en una sola
ocasión los demandantes hubieren interactuado en la red de informaciones que
ampliamente proporciona la demandante, de manera formal y si hubiesen procedido con
la diligencia elemental de entregar algún cheque a nombre de la empresa, el daño que
ahora reclaman jamás se habría producido, lo que debe determinar el rechazo de la
demanda.
D. SOBRE LA RESPONSABILIDAD QUE SE IMPUTA POR
SUPUESTA CULPA DE LA ORGANIZACIÓN.
D.1. SOBRE LA CULPA ORGANIZACIONAL.
a) La responsabilidad por culpa exige que el hecho sea
objetivamente imputable al demandado, de manera que pueda ser calificada de libre en el
sentido más elemental de que la acción esté bajo su control6. El patrón de conducta que
se sigue en estas materias es el que corresponde a una persona diligente, caracterizada
por emplear un cuidado ordinario o mediano, no afectada por el desprecio de las
expectativas legítimas de la conducta ajena.
El cuidado debido no es otro que el que ha debido
observarse en las circunstancias concretas por personas razonables siendo el estándar el
de la culpa leve, descrita en general en el artículo 44 del Código Civil. “La diligencia se
relaciona con la virtud de la prudencia, que a su vez, exige un juicio sereno y
razonablemente informado de las circunstancias de la acción”7
b) Se ha demandado por una supuesta culpa en la
organización que se configuraría en la deficiente adopción de medidas organizativas
requeridas para evitar los riesgos, de manera que aunque la infracción no pueda ser
atribuida a personas determinadas la negligencia se establece por la ausencia de
procesos y de mecanismos de control al interior de la organización, de manera que no
requiere ser localizada en un agente específico sino en la función8.
No obstante como expresa el mismo autor que el
demandante cita, el concepto de culpa en la organización debe ante todo ser separado de
6
Barros Bourie; Ob. Cit., p. 28.
Barros Bourie; Ob. Cit., p. 82.
8
Barros Bourie; Ob. Cit., p. 196.
7
28
la presunción de culpa por el hecho del dependiente. A diferencia de ésta, que supone
probar determinadamente la negligencia de un trabajador, “la culpa en la organización
invoca la culpa personal del empresario, por mal funcionamiento del servicio...”9.
Tal diferencia no es claramente percibida por la demandante
quien enseguida se remite a las disposiciones de los artículos 2320 y 2322 del Código
Civil, que establecen la responsabilidad del empresario por el hecho de sus dependientes.
c) Sin embargo, lo relevante y según enseguida afirma el
mismo autor citado, es la circunstancia que no puede extremarse esta responsabilidad
asimilándola a la responsabilidad objetiva ya que mientras ésta se basa en la mera
relación causal entre el hecho del demandado y el daño, la responsabilidad por culpa de la
organización requiere de un juicio de valor acerca de los procesos empresariales
debidamente analizados, ponderados e individualizados, mismo proceso al que debe
someterse la apreciación del deber de cuidado en la hipótesis de aplicar el estatuto de la
responsabilidad por el hecho propio en que deviene la culpa del dependiente.
D.2. SOBRE LA RESPONSABILIDAD QUE SE RECLAMA
POR UNA SUPUESTA CULPA DE LA ORGANIZACIÓN POR EL HECHO DE LOS
DEPENDIENTES.
Barros afirma que el empresario para exonerarse de
responsabilidad debe acreditar “que con la autoridad y el cuidado que su calidad le
confiere y prescribe, no ha podido impedir el hecho, según disponen los artículos 2320 V y
2322 II”, agregando que el empresario debe demostrar las precauciones que habría
emprendido un empresario diligente y que aún emprendiéndolas no le habría sido posible
evitar el hecho dañoso, esto es, que aún con diligencia el daño atribuible al hecho del
dependiente igualmente se habría producido10, lo que importa, en la sistematización de P.
Rodríguez, la concurrencia de los siguientes requisitos, que se configuran en plenitud en
este caso:
1) Ejercicio impropio de las respectivas funciones del Pilotero.
2) Imposibilidad de prever o impedir la comisión de un delito por parte del dependiente.
3) Empleo por parte de la empresa demandada del cuidado ordinario y la autoridad
competente11, o precauciones del empresario diligente.
Del examen causal que latamente hemos referido, en ningún
caso podrá admitirse la responsabilidad vicaria que se demanda, por cuanto los hechos
9
Barros Bourie; Ob. Cit., p. 197.
Barros Bourie; Ob. Cit., p. 190.
11
Rodríguez Grez, Pablo, “Responsabilidad Extracontractual”, Edit. Jdca. De Chile; 1era Edic. 2004. p. 229.
10
29
acontecieron por la negligencia o desidia inexcusables de los demandantes y en ningún
caso por culpa de la demandada.
1) Ejercicio impropio de las respectivas funciones del Pilotero Rubilar.
1º Como se ha dicho, los hechos acontecieron por el
ejercicio impropio de la función de Pilotero que Rubilar tenía asignada en la empresa, al
atribuirse funciones de vendedor que jamás se le confirieron.
2º Pero la burda acción desplegada por Rubilar jamás pudo
provocar daño alguno si los demandantes en algún instante hubiesen procedido con el
cuidado ordinario, nada más que el que es exigible al hombre corriente.
Los demandantes confesaron que ignoraban el personero
que tenía la personería de la empresa “para proponer, negociar y acordar sobre los
inmuebles y su precio”. A pesar de ello aceptaron la intervención de Rubilar a quien le
atribuyeron poderes omnímodos no sólo para conceder descuentos de hasta un 25 % del
precio de la compraventa, inventando una relación de parentesco entre ellos, sino que
hasta para percibir descontroladamente cuantiosísimas sumas de dinero, sin ninguna
prevención elemental.
3º Afirma Alessandri12 que ejerce sus funciones de modo
impropio el dependiente que contraviene las instrucciones del empleador “y, según la
Corte Suprema, el que obra con el propósito de producir un daño”13.
Con la más elemental razonabilidad que los demandantes
tenían el deber de obrar debieron sospechar de las negociaciones que realizaban con el
Pilotero Rubilar y de los propósitos delictuales de éste no sólo por la simpleza para
obtener tan descomunales descuentos, sino además, por el despliegue de ardides para
obtener la entrega de valores a su propio nombre.
2) Imposibilidad de prever o impedir la comisión de un delito por parte del
dependiente.
Desde que el Pilotero desarrolla una relación con los
demandantes que no puede menos que reputarse velada, prescindiendo deliberadamente
de acceder a todos los centros de información y de acceso a ellos proporcionados por la
empresa de manera casi obsesiva (páginas web, link de consultas, teléfonos de consultas,
servicios de ayuda financiera, vistas de vendedores, folletería, etc.), la demandada jamás
Alessandri Rodríguez, Arturo; “De la Responsabilidad Extracontractual en el Derecho Civil Chileno”,
Edit. Jdca. De Chile; 1era Edic. 2005. p. 277.
13
Alessandri Rodríguez, Arturo; Ob. Cit, citando Rev., tomo 28, 2ª parte, sec. 1ª, p. 461.
12
30
pudo impedir la acción gravemente irregular que Rubilar ejecutaba en su sospechosa
relación con los demandantes.
Adicionalmente, es inexplicable la acción de girar los
cheques a nombre de Rubilar, de manera que tampoco resultaba posible a la empresa
conocer de las operaciones que entre ellos realizaban.
En ese contexto de tratativas casi furtivas que desarrollaron
los demandantes con el Pilotero resultaba imposible a la empresa, aún procediendo con
todo la diligencia exigible, evitar la existencia de ese contubernio, en que se concertaban
fuera del conjunto habitacional en el que los demandantes habían proyectado la
adquisición, en horas al cierre de las oficinas, entregando cheques girados a nombre del
propio Pilotero, admitiendo las visitas de Rubilar a su domicilio laboral y personal para
proceder a la entrega de dichos valores.
A pesar de confesar los demandantes que ignoraban la
persona que en la empresa tenía facultades “para proponer, negociar y acordar sobre los
inmuebles y su precio”, su ausencia de cautela los indujo a tratar con Rubilar sólo por la
casaquilla que vestía y su libre desplazamiento por las obras, que en suma fue elegido al
azar.
Deliberadamente ignoraron los precios reales de los
inmuebles que pretendían adquirir. En el sitio web de la empresa figuran los precios de
cada unidad existente en todos los conjuntos habitacionales que la empresa tiene a través
de todo en Chile y por cierto que allí se publicitan también los precios de los
departamentos del Condominio Los Robles 1100, lo que los actores despreciaron.
Desde
luego,
los
demandantes,
vencidos
por
su
imprudencia, despreciaron disposiciones legales expresas que regulan la venta de
inmuebles y que tenían el ineludible deber de conocer.
En la determinación de la regla de conducta no podrá
soslayarse examinar cuál era la acción que resultaba racionalmente exigible al empresario
en esas circunstancias, para haber impedido la consumación del engaño por parte del
Piotero Rubilar.
C) Empleo por parte del empresario del cuidado ordinario y la autoridad
competente.
Acusan los demandantes que los hechos que provocaron el
daño cuyo resarcimiento piden se produjo por la culpa de la organización al haber
infringido un deber de cuidado, fraguando riesgos objetivos para sus clientes quienes
31
habrían sido atendidos bajo apariencias de procedimientos y fama empresarial, confiando
su patrimonio a uno de sus agentes, infringiendo un deber de cuidado.
Ante esta errónea aseveración es ineludible examinar de
qué modo la empresa pudo infringir los deberes de cuidado desafiando la conducta que
resultaba esperable según las circunstancias particulares acontecidas, para concluir que
esa acusación es falsa y no podrá ser admitida, teniendo en cuenta que en el examen de
la relación causal el daño jamás pudo consumarse si sólo en algún instante en los casi
tres meses de sus tratativas con Rubilar los demandantes hubiesen desplegado alguna
acción diligente y cuidadosa.
1) Rubilar no era un sujeto desconocido en la empresa. Por el contrario, había prestado
servicios desde el año 2007, en funciones de guardia de seguridad; pasados los años y
atendido que siempre manifestó especial dedicación y buen desempeño, fue asignado a la
función de Jefe de seguridad en el Condominio Silos de Torobayo. Posteriormente, sólo el
año 2011 y siempre en atención a sus méritos, la empresa lo promovió a Pilotero, cuya
función corresponde a mostrar las viviendas Pilotos a quienes las visitan y entregar una
cotización del precio de ellas.
Luego, no es posible imputar negligencia a la empresa en la
selección de su personal.
2) La demandada tiene una fuerte presencia nacional y local, con domicilio en Valdivia,
ampliamente conocido. Ante las burdas promesas de ventajas que ninguna persona
razonable puede admitir como ciertas, los actores renegaron de la existencia de una
organización empresarial sólida y consolidada, en la que se constata cómo, casi en forma
majadera, pone a disposición de sus clientes diversos medios orientados precisamente a
informarlos de las operaciones que se realizan, para precaver todo perjuicio.
Sus vendedores son plenamente individualizados, sobre
todo en comunidades pequeñas como los es Valdivia, lo que la demandante admite, lo
que todo interesado conoce desde el instante en que solicita una cotización formal de una
unidad habitacional, como se constata al pie de tal cotización, en que figura el nombre del
vendedor, lo que los demandantes conocieron al pedir dicha cotización el día 10 de
septiembre de 2011 al realizar una visita al Conjunto Los Robles 1100.
3) Los productos de la empresa (unidades habitacionales) son ampliamente difundidos en
medios de prensa oral y escrita local, en el que figuran los domicilios centrales de la
compañía y los de sus Salas de Venta.
32
Las unidades habitacionales cuya venta la empresa ofrece
son difundidos en una página web, de fácil acceso (http://www.socovesa.cl/nuestrosproyectos-valdivia.html), en la que se constata una persistente red de contactos para
obtener información sobre los productos de la empresa, precios, beneficios, de manera
que cualquier irregularidad que se advierta es fácilmente detectada.
En dicha página web, con didáctica precisión, se
informa:
a) Los precios de cada una de las unidades habitacionales en venta, de manera que
no se puede expresar ignorancia en cuanto al hecho que se les ofrecía un
inverosímil descuento de un 25 % en el precio de la venta.
b) Los enlaces con páginas de importante cobertura en redes sociales como
faceboock y twitter y aún youtube, de modo que sólo aspiraciones veladas, como
las que denunciamos en los demandantes, eran un obstáculo para acceder a ellas,
hacer consultas y obtener información.
c) Teléfonos de libre llamada de atención permanente, para responder consultas de
los clientes y proporcionar informaciones veraces.
d) Links que derivan a correos electrónicos de la empresa para realizar toda clase de
consultas e indagaciones.
e) Links de información con servicios de “ayuda financiera”.
f) Links de “club de beneficios”, en los que se expresan todos los que se conceden a
los clientes, entre los que no se mencionan descuentos especiales.
g) Links con menciones especiales sobre la posibilidad de pagar solamente la
Reserva y el Pie con tarjetas de crédito.
h) Adicionalmente en la profusa folletería de la empresa se explican los valores de
cada inmueble y la forma de proceder en las respectivas operaciones.
Es cierto que en ningún documento o medio se advierte
explícitamente que no pueden realizarse pagos con documentos girados a nombre de
quienes se presentan como vendedores, así como en ninguna tienda se advierte a los
compradores que no pueden pagar a los empleados en efectivo ni con cheques girados a
sus propios nombres, ni en los Bancos figuran carteles que dispongan que sólo puede
pagarse en las cajas habilitadas, lo que mínimamente es exigible a los usuarios de un
servicio o compradores de un bien a fin de cerciorarse que no han realizado un pago
indebido.
33
4) Debía despertar en los demandantes alguna suspicacia el mero hecho que Rubilar
acudiera a su propio domicilio en horas de descanso a retirar valores sin que ellos antes lo
hubieren solicitado, no obstante que en la página web de la empresa se advierte que si
bien es posible a todo cliente recibir visitas de funcionarios de la empresa se requiere de
un acuerdo previo. En efecto, en la página web de la empresa se expresa en el link “Club
de Beneficios”, capítulo de “Ejecutivos en Terreno”, “...Exclusivo Regional Temuco y
Valdivia. Que el tiempo no sea un problema para conocer tu nuevo hogar… Los horarios
de trabajo o el quehacer diario no siempre con compatibles con lo que uno quiere
hacer. ... Recibirás asistencia en tu casa o lugar de trabajo, a cargo de un ejecutivo
calificado que resolverá tus dudas y te orientará para la obtención de tu nuevo
hogar.”
Ese beneficio que la vendedora concede a los interesados
requiere de una previa concertación, debiendo llamar para ello al teléfono que la misma
página web se indica para recibir esa vista en el domicilio propio.
Era nada más que eso: una llamada al teléfono ampliamente
difundido por la misma empresa, para que la acción delictual de Rubilar hubiese quedado
descubierta y de ese modo truncada.
El desprecio de los demandantes por las fuentes de
información previstas a través de páginas web, links especiales, publicidad escrita,
folletería impresa, sólo es explicable en la lógica de haber fraguado una relación directa y
personal con Rubilar que ellos presumían les redituaría enormes ventajas en el precio
cuya cuantía por sí debía provocar dudas en la veracidad de la operación que realizaban.
¿Cual es, entonces, el deber de cuidado que fue
infringido por la empresa y que el juez podría establecer en una regla de conducta
exigible, que la empresa infringió?
5) Despreciando todo ello en una actitud aparentemente inexplicable, los demandantes
fueron cegados por las meras aseveraciones del Pilotero Rubilar sólo porque éste vestía
casaquillas de la empresa y circulaba con libertad por las dependencias del Condominio
Los Robles 1100 de Valdivia, sin que en el lapso de casi tres meses que trataron con él
tuvieran la más ligera suspicacia sobre los enormes beneficios que éste les brindaba, al
extremo de reputar normal que les fuera ofrecido un descuento de un 25 % del precio de
la vivienda.
Nada
irregular
advirtieron
los
demandantes
en
la
circunstancia que fueran atendidos por el Pilotero Rubilar en oto conjunto habitacional,
34
diferente a aquél en el que ellos habían proyectado adquirir un departamento, convocados
normalmente en horas de cierre, con visitas a domicilio a retirar valores cuantiosos, lo que
merece una explicación de su parte.
6) Solamente desde la perspectiva de una ventaja irregular que los demandantes
pretendían obtener de su relación con el Pilotero Rubilar puede explicarse la absoluta
desidia con la que procedieron.
Lo irregular de la acción de los demandantes estuvo
constituida por la complicidad que negligentemente creyeron diseñar con el Pilotero
Rubilar, para de ese modo urdir la maniobra de ser falsamente presentados como
familiares suyos, lo que en su precario entender les permitiría acceder a un falso
descuento en el precio del departamento.
En efecto, queda establecido con la leyenda del recibo
entregado por Rubilar el día 03 de noviembre de 2011 en el que se consignó un
denominado “código 107 (Familia Funcionario)”, que los demandantes y Rubilar,
desarrollaron una relación de amistad y connivencia, urdiendo de ese modo una maniobra
creyendo los demandantes obtener una inexistente rebaja de un 25% en el precio de
venta del departamento.
Ante esas intenciones de los demandantes en la que
procuraban obtener jugosos descuentos presumiendo la ingenuidad de Rubilar ¿qué
acciones eran exigibles desplegar a la organización, destinada a impedir la relación
casi clandestina que ellos desarrollaron con esos propósitos?
III.
SOBRE LA RESPONSABILIDAD POR EL HECHO
AJENO QUE SE DEMANDA EN SUBSIDIO.
Subsidiariamente y para
el
caso de desecharse
la
responsabilidad por el hecho propio de la empresa por su negligencia o culpa empresarial,
se demanda la responsabilidad por la conducta ilícita del Pilotero Rubilar, de conformidad
con las disposiciones de los artículos 2320 y 2322 del Código Civil.
No obstante, debemos precisar que en dichas disposiciones
se establecen las presunciones de culpa por el hecho ajeno, que unánimemente la
doctrina afirma son a la vez, una responsabilidad por el hecho propio configurada por la
falta de cuidado en la custodia de la persona sometida a su control14 -
15
. Por su parte
Alesandri afirma que “es incorrecto hablar de responsabilidad por el hecho ajeno. El que
Barros Bourie, Enrique, “Tratado de la Responsabilidad Extracontractual”, Edit. Jdca. De Chile; 1era
Edic. 2007. p. 173 y sgts.
15
Rodríguez Grez, Pablo, “Responsabilidad Extracontractual”, Edit. Jdca. De Chile; 1era Edic. 2004. p. 213.
14
35
tiene bajo su cuidado o dependencia a una persona que causa un daño, no responde del
hecho de ésta, sino del suyo propio, cual es la falta de vigilancia que sobre ella debía
ejercer...”16.
Luego, ante esta rotunda aseveración de la doctrina, este
capítulo de la demanda lo contestamos dando por íntegramente reproducidos las
consideraciones de hecho y de derecho anteriormente expuestas.
IV.
EN SUBSIDIO: REDUCCIÓN DEL MONTO DE LA
INDEMNIZACIÓN
POR
LA
IMPRUDENTE
EXPOSICIÓN AL DAÑO.
En subsidio de las alegaciones precedentes que tienen la
potencialidad de exonerar totalmente de responsabilidad a la empresa y conducir al
rechazo de la demanda, en el caso improbable que esas alegaciones fueren
desestimadas, solicito a S.S. que en mérito de lo dispuesto en el artículo 2330 del Código
Civil, proceda a la reducción del monto de la indemnización al configurarse en todo caso
una imprudente exposición al daño por parte de los demandantes.
Los fundamentos de hecho y de derecho de esta solicitud
son los mismos expuestos a propósito de las alegaciones precedentes en que se pide la
exoneración total de responsabilidad de la demandada al haber existido una acción
extraordinariamente imprudente de los demandantes que produjo el daño cuyo
resarcimiento erróneamente piden.
1) Sobre el daño emergente. Desde luego rechazamos que la demandante Sra.
González haya entregado la exorbitante cantidad de $ 20.300.000 en dinero efectivo al
Pilotero Rubilar como afirma la demanda.
Luego, la rebaja en el monto de la indemnización, que en
esta hipótesis pedimos, deberá ser concedida a partir únicamente de la suma de $
29.889.038., que es la cantidad que los demandantes realmente habrían entregado al
Pilotero Rubilar con cheques girados a su nombre.
2) Sobre el daño moral. Es evidente que los demandantes esta aspiración resarcitoria
intentan lucrar con la situación acontecida. No existe mérito ni razón alguna para aspirar a
obtener, para cada uno, la suma de $ 40.000.000, como alegremente piden por este
concepto. Esta desmedida petición sólo tiene por fundamento la aspiración de un indebido
enriquecimiento, lo que deberá ser rechazado por el Tribunal.
Alessandri Rodríguez, Arturo; “De la Responsabilidad Extracontractual en el Derecho Civil Chileno”,
Edit. Jdca. De Chile; 1era Edic. 2005. p. 221.
16
36
Por su parte, aún invocando la jurisprudencia superior de
acuerdo a la cual la determinación del daño moral es objeto de una estimación prudencial
y subjetiva, pudiendo fundarse en cualquier apreciación de hecho que los jueces de la
instancia estimen relevante, en todo caso, en esta hipótesis subsidiaria, las sumas
demandadas por este concepto deberán ser rechazadas.
Adicionalmente, establecido el quantum de la reparación por
este concepto, en esta hipótesis subsidiaria, todavía deberá ser sometido a la operación
de rebajarla toda vez que también en la determinación de los daños morales debe
tomarse en consideración el hecho de la víctima que se expuso imprudentemente al daño
parra reducir el monto de lo fijado en este capítulo, conforme lo dispone el artículo 2330
del CC.17
V.
EN
SUBSIDIO:
RECHAZADAS
PARA
LAS
EL
CASO
ALEGACIONES
DE
SER
SOBRE
EXONERACIÓN DE RESPONSABILIDAD TOTAL Y
PARCIAL INVOCADAS.
En subsidio de las alegaciones precedentes, en el evento
que todas ellas fueren desestimadas, solicito a S.S. se proceda a determinar el monto de
las indemnizaciones de acuerdo estrictamente con el mérito del proceso y de modo
prudencial.
1) Sobre el daño emergente. Reiteramos lo expuesto en el capítulo precedente en el
sentido que en ningún caso es aceptable que la demandante, Sra. González, haya
entregado la exorbitante cantidad de $ 20.300.000 en dinero efectivo al Pilotero Rubilar
como afirma la demanda.
Luego, en esta hipótesis de rechazo de nuestra defensa,
únicamente podrá ser considerada la suma de $ 29.889.038., como la que los
demandantes realmente habrían entregado al Pilotero Rubilar con cheques girados a su
nombre.
2) Sobre el daño moral. Reiteramos lo expuesto en el párrafo anterior en cuanto al lucro
desmedido de los demandantes en esta aspiración reparatoria, por cuanto no existe razón
alguna para reclamar, para cada uno, la suma de $ 40.000.000, como descuidadamente
piden por este concepto. Esta desmedida petición sólo tiene por fundamento la aspiración
de un indebido enriquecimiento, lo que deberá ser rechazado por el Tribunal.
17
Diez Schwerter, J. Luis; “El daño extracontractual en la Jurisprudencia”; Seminario de Titulación; p. 247.
37
Por su parte, aún invocando la jurisprudencia superior de
acuerdo a la cual la determinación del daño moral es objeto de una estimación prudencial
y subjetiva, pudiendo fundarse en cualquier apreciación de hecho que los jueces de la
instancia estimen relevante, en todo caso, en esta hipótesis subsidiaria, las sumas
demandadas por este concepto deberán ser rechazadas, lo que pedimos a S.S.
POR TANTO,
Con el mérito de los antecedentes de hecho y de derecho
expuestos, disposiciones citadas y lo dispuesto en los arts. 2314 y siguientes del Código
Civil y artículos 258 y 259 y 309 y siguientes del Código Procedimiento Civil,
RUEGO A S.S.: Tener por contestada la demanda en juicio
ordinario por responsabilidad extracontractual interpuesta por don Juan Carlos Beltrán
Gacitúa y doña Yannet Ivón González Castro en contra de Inmobiliaria Socovesa
Valdivia S.A., todos ya individualizados y, en definitiva, con su mérito y el de los
antecedentes del juicio, rechazarla en todas sus partes, con costas.
En subsidio, en el caso improbable que se rechazare la
exoneración total de responsabilidad, atendido lo dispuesto en el artículo 2330 del Código
Civil, y en mérito de los mismos antecedentes de hecho y derecho expuestos, solicito a
S.S. reducir el monto de la indemnización al haber existido una gravísima y injustificable
exposición imprudente al riesgo por parte de los demandantes.
En subsidio, en el caso improbable que se rechazare la
exoneración total y parcial de responsabilidad, dar lugar a las alegaciones opuestas sobre
el monto de las indemnizaciones reclamadas.
PRIMER OTROSÍ.- Ruego a S.S. tener por acompañada
copia autorizada de la escritura pública en la que consta mi personería para representar a
Inmobiliaria Socovesa Valdivia S.A., con citación.
POR TANTO,
RUEGO A S.S.: tenerla por acompañada, con citación.
SEGUNDO OTROSÍ.- Ruego a S.S. tener presente que en mi
calidad de Abogado habilitado para el ejercicio profesional, con el domicilio señalado en el
cuerpo del escrito, patente profesional al día, asumo el patrocinio de la demandada en
este juicio y actuaré en estos autos con las facultades conferidas por mi mandante.
POR TANTO,
RUEGO A S.S.: tenerlo presente.
38
39
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