EN LO PRINCIPAL, contesta la demanda. PRIMER OTROSÍ, acredita personería acompañando documento, con citación. SEGUNDO OTROSÍ, se tenga presente. S. J. Ricardo L. Hernández (2º Civil de Valdivia), Medina, Abogado, domiciliado en O´Higgins Nº 380, 2º piso, Valdivia, por la demandada Inmobiliaria Socovesa Valdivia S.A., del giro de su denominación, de mi mismo domicilio para estos efectos, en la causa rol N° 19-2012.- sobre juicio ordinario indemnizatorio, caratulados “Juan Carlos Beltrán y otra con Inmobiliaria Socovesa Valdivia S.A.”, a S.S. respetuosamente digo: Que dentro de plazo contesto la demanda en juicio ordinario por responsabilidad extracontractual interpuesta por don Juan Carlos Beltrán Gacitúa y doña Yannet Ivón González Castro en contra de Inmobiliaria Socovesa Valdivia S.A., todos ya individualizados, para que sea rechazada por S.S. en definitiva, en mérito de los antecedentes de hecho y fundamentos de derecho que serán expuestos, con costas. I. ANTECEDENTES. Los demandantes han reclamado indemnizaciones de perjuicios de Inmobiliaria Socovesa Valdivia S.A. explicando que a fines de agosto de 2011 decidieron invertir dineros en la adquisición de un inmueble, dirigiéndose a la Sala de Ventas del Condominio Los Robles 1100 de la demandada, en Valdivia. Expresan que para ingresar al lugar traspusieron un portón de acceso controlado en forma automática en el que había un portero; al dirigirse a la Sala de Ventas se encontraba el Sr. Víctor Rubilar quien vestía una casaquilla de la empresa, sentado próximo a otra agente de la empresa, junto a uno de los computadores habilitados para la atención de clientes. Después de exponer su proyecto de adquisición a Rubilar éste les exhibió dos departamentos a los que ingresaron con las llaves que mantenía en su poder. Enseguida se interesaron en el departamento habilitado como Sala de Ventas ya que -dicen- ese funcionario les explicó que podía obtenerse a buen precio, el que consultaría con su jefe en Temuco, Sr. Claudio Urzúa. Después de un par de días les llamó para informarles que se había fijado el precio en $ 46.000.000, y que debían cerrar el negocio en el mes de septiembre de 2011, aceptando ellos la oferta después de pensarlo algunos días. 1 Exponen que desde septiembre de 2011 Rubilar los atendió en el sector de Silos de Torobayo, expresándoles que los continuaría asistiendo desde ese lugar. Expresa la demanda que en esa oficina la Sra. González entregó al Pilotero Rubilar $ 5.001.218 por concepto de reserva del departamento, ya que éste les había manifestado que tal pago debía realizarse en efectivo y en la ciudad de Temuco, ya que Socovesa se estaba reestructurando y no había en Valdivia quien recibiera los pagos, ofreciéndose él para llevar esos dineros. La Sra. González giró un cheque por esa suma a nombre del Pilotero Rubilar, entregando éste en recibo un papel con un supuesto “código de reserva” de fecha 13 de septiembre de 2013. La fecha de entrega del departamento, bodega y estacionamiento la fijaron para noviembre de 2011. Transcurrido algunos días, siempre en el mes de septiembre, Rubilar les informó telefónicamente que tenía una buena oferta por un departamento más grande, ubicado en el 5to piso del mismo edificio y que el mayor valor era sólo de entre M$ 4 o M$ 5 adicionales; el valor total dice era de 2.333,50 UF., lo que aceptaron. Fueron a Silos de Torobayo y desde allí Rubilar los condujo a visitar el nuevo departamento. Nuevamente Rubilar pidió una cantidad adicional de $ 4.900.000 para mantener la reserva, girándole un nuevo cheque a su nombre, por esa suma, con fecha 27 de septiembre de 2011. En la misma ocasión Rubilar solicitó además, $ 2.917.820 para gastos operacionales, invocando que debían pagarse también en ese mes de septiembre para “dejar afinada la compra”, girando un nuevo cheque a su nombre por ese valor, el 28 de septiembre. Con ello ya se habían entregado al Pilotero $ 12.819.038, otorgándoles éste un recibo fechado el 24 de septiembre de 2011; en ese mismo mes entregó, además, $ 1.070.000. Explican los demandantes que con esos pagos quedó formalizada la reserva debiendo procederse a la escrituración los primeros días de noviembre, previo pago del precio que supuestamente se adeudaba. Burdamente afirman que por esos pagos se entregaron comprobantes emitidos por Inmobiliaria Socovesa Valdivia S.A., con fecha 24 de septiembre de 2011. En ese mismo documento se expresó que la operación sería formalizada en el mes de octubre. De todas dichas entregas de dinero quedó constancia en un recibo de 03 de noviembre. 2 Enseguida, el 03 de noviembre, en su lugar de trabajo la Sra. González habría entregado $ 14.000.000 en dinero efectivo a Rubilar, quien le entregó un nuevo recibo de esa fecha. Con ello resulta que a esa fecha habían entregado -dicen- la suma de $ 27.889.038. Estimando que todo estaba en orden, -dicen- el 07 de noviembre de 2011 la demandante entregó nuevamente $ 6.300.000 en efectivo invocando como excusa que Rubilar le aseveró que viajaría a Temuco ese día, retirando el mismo Rubilar esos valores desde su casa ese día, cerca de las 14 hrs. Extrañamente ese mismo día la demandante dice haber entregado a Rubilar tres cheques, dos de ellos por $ 5.000.000 cada uno y un tercero por la suma de $ 6.000.000.- En consecuencia, ese día entregó al Pilotero en su domicilio $ 22.300.000. Señala que todos los pagos aparecen registrados en el recibo de jueves 3 de noviembre de 2011, en cuya última descripción figura el pago de lunes 07 de noviembre, aseverando la actora que todos los pagos estaban registrados e ingresados por Socovesa. Dice enseguida que el día de la firma de la escritura, 09 de noviembre, concurrió a notaría en la mañana para revisarla, expresándosele que tal escritura no figuraba para su firma, lo que informó a Rubilar quien le expresó que debía comunicarse con su Jefe don Claudio Urzua, el día lunes 14 siguiente. Habiéndose intranquilizado, el viernes 11 comenzó a llamar a los teléfonos de Socovesa en Valdivia, informándose finalmente que el Jefe de Rubilar, don Claudio Urzua se encontraba en la ciudad. En horas de la tarde concurrió a la Oficina de Venta de Los Robles 1100; después de conversar con el vendedor que allí había se percató de la intención fraudulenta de Rubilar. Después de algunos minutos llegó al lugar el Jefe de Ventas de Socovesa en Valdivia don Claudio Urzua; luego de realizar llamados telefónicos le informaron que Rubilar se encontraba con licencia médica. En el capítulo que se denomina “Esquematización de lo Ocurrido” se explica que se hizo profusa publicidad del Conjunto Habitacional Los Robles 1100, disponiéndose de salas de venta en departamentos llamados “pilotos”, debiendo trasponerse accesos, custodiados por guardias y puertas con claves electrónicas; en las salas circulaban empleados ataviados con logos de la empresa, interactuando con los guardias fluidamente, sin que existiera en alguno de ellos aviso, seña o advertencia en el 3 sentido de tener la personería para proponer, negociar y acordar sobre los inmuebles y su precio; dice que no existió aviso ni recomendación alguna sobre con quien se debía tratar. No obstante, intentando sostener la hipótesis de la responsabilidad de la empresa, expresan que el empleado Rubilar disponía de claves de acceso electrónico a los edificios, llaves de los departamentos, actuaba con propiedad ante sus colegas y entregaba comprobantes de pago, los que imprimía en computadoras e impresoras de la empresa. Enseguida, en el capítulo de la demanda que denominan “De la práctica empresarial, de la culpa y la responsabilidad”, después de conceptualizar la “empresa” acusan los demandantes que se han causado daños por “la deficiente adopción de medidas organizativas requeridas para evitar los riesgos” que su ejercicio empresarial provoque. Por ello, afirman, que la empresa para fines de responsabilidad civil exige procedimientos idóneos para evitar accidentes y perjuicios en el desarrollo de su actividad, infringiendo con su conducta el deber de cuidado. Con tales aseveraciones especulan en orden a que la empresa demandada ha desarrollado su actividad de manera perjudicial porque con la forma de su ejercicio ha fraguado riesgos objetivos para sus clientes al ser atendidos bajo las apariencias de procedimientos y fama empresarial, confiando y disponiendo su patrimonio en manos de uno de sus agentes que se prevalió de esa función para defraudar, lo que configuraría -dicen- la culpa de la empresa. Reclaman que la empresa debe responder por el hecho propio por cuanto la promoción, publicidad y venta de inmuebles estaban bajo su control y cuidados, citando al efecto la norma del artículo 2320 del CC. En el capítulo de los “Daños consecuenciales”, explican que la supuesta trasgresión de la demandada cuya responsabilidad reclaman al ser privados de $ 50.189.038.-, de los que se habría apropiado Rubilar como consecuencia de la negligencia imputada a la empresa. Adicionalmente reclaman la suma de $ 40.000.000 para cada uno de los demandantes por concepto de daño moral al negarse la demandada a transferir el bien raíz que la demandante intentó comprar. En subsidio demandan la responsabilidad por el hecho ajeno, fundado en las mismas disposiciones de los arts. 2320 y 2322 del Código Civil. II. RECHAZO DE LA DEMANDA: NEGLIGENCIA DE LOS DEMANDANTES; CAUSAS DE LA 4 NEGLIGENCIA; RELACIÓN CAUSAL; SOBRE LA CULPA EN LA ORGANIZACIÓN. A. EL DAÑO SE PRODUJO POR LA NEGLIGENCIA INEXCUSABLE DE LOS DEMANDANTES, LO QUE EXCLUYE LA RESPONSABILIDAD DE LA DEMANDADA EN LA RELACIÓN CAUSAL. Del examen de la demanda resulta que los hechos acontecidos son sorprendentes al constatar las acciones temerarias de los demandantes y en particular de la Sra. González, en cuanto procedieron a entregar por parcialidades, y todavía en un lapso de casi tres meses, diversas sumas de dinero a Rubilar de las que éste se habría apropiado, engañándolos con las burdas promesas de descuentos en el precio del inmueble. Con fundamento en tales hechos, demandan la responsabilidad por el hecho propio y, adicionalmente, por el hecho del dependiente. Del examen de tales antecedentes, y que sin rubor confiesan en la demanda, constataremos que los demandantes procedieron con una desidia y negligencia en tal modo extrema, que queda establecido que en el examen de la relación causal no es posible encontrar alguna acción culpable susceptible de causar daño que pueda ser imputada a la demandada. Los demandantes generaron con el Pilotero Rubilar una relación impropia y temeraria, en la que consintieron explícitamente a pesar de la secuela de irregularidades ostensibles que debían provocar en ellos al menos alguna suspicacia; no obstante, admitieron mansamente esas irregularidades en su ánimo de obtener ventajas extravagantes en el precio de la compra. El hecho de la víctima es una causa de exoneración total de responsabilidad y para ello no basta que aquél haya sido una simple condición del daño, sino que debe ser la causa única del mismo1, de manera que en la relación causal no sea posible encontrar vestigios de un hecho culpable del demandado. Es por eso que la desidia extrema con la que los actores procedieron, en definitiva debe provocar el efecto de configurar la causal de exoneración total de responsabilidad de la demandada. A.1. ACCIONES DE LOS DEMANDANTES QUE DEJAN MANIFIESTO QUE PROCEDIERON CON DESIDIA INEXCUSABLE. Domínguez Águila, Ramón; “El hecho de la víctima como casal de exoneración de responsabilidad civil”; Revista de Derecho y Ciencias Sociales; Universidad de Concepción; Año XXXIV - abril-Junio de 1966 - Nº 136; p. 30. 1 5 Es preciso indagar sobre las acciones de los demandantes para establecer los hechos acontecidos y de ese modo dejar en evidencia la negligencia con que procedieron, en un extremo tal que en definitiva el daño se produjo por sus propias acciones y que de ninguna forma la demandada pudo precaver ni evitar. Para ese propósito, sin esfuerzo, revisaremos los dichos de los propios demandantes contenidos en su libelo, que constituye su confesión. 1º] Expresan haberse relacionado con el Pilotero de Socovesa, Víctor Rubilar, quien les ofreció descuentos especiales que razonablemente no podían resultar esperables ni creíbles. Ellos y en particular la Sra. González, se dejaron cautivas por esa promesa, urdiendo una suerte de fraude para simular ellos y Rubilar una relación de parentesco que, según les expresó este último, con esa sola aseveración les permitiría conseguir un descuento primero de un 16% por el departamento 102 y después de un 25% por el departamento del quinto piso. Sin adoptar las más elementales precauciones que son exigibles al hombre razonable y prudente, y asilados en su errónea percepción de obtener buenos dividendos en la negociación que emprendían, admitieron que la demandante Sra. González entregara negligentemente cuantiosas sumas de dinero, asumiendo en plenitud los dichos y apariencias del sujeto que se relacionaba con ella. 1. a.) Confiesan haber ingresado a la Sala de Ventas del Condominio Los Robles Nº 1100, de Valdivia, en donde “...estaba el señor Victor Eduardo Rubilar Martínez, C.I. Nº 13.833.111-3, vestido con casaquilla de la empresa y el respectivo logo Socovesa, quien los atedió”. Dicen que en el mismo lugar había otra agente de la empresa, junto a uno de los computadores habilitados para la atención de clientes. Examinando esa acción de los demandantes tenemos que presumir que les resultaba totalmente indiferente la persona que les atendería, procediendo con la mayor negligencia en una cuestión cuya importancia ellos mismos destacan. Justifican con culpable reiteración que procedieron de ese modo indiferente ya que Rubilar vestía casaquillas con el logo de la empresa. Por esa sola circunstancia atribuyeron a éste un poder decisorio en la estructura de la empresa, al extremo que torpemente, como se dirá, hasta le atribuyeron el poder para actuar como recaudador, e incluso para percibir valores otorgados a su propio nombre. No obstante ellos mismos confiesan en la demanda que en la sala de ventas de Los Robles 1100 “circulaban empleados de la empresa, algunos 6 ataviados con símbolos o logotipos de la misma Socovesa. Dichos empleados con más los guardias interactuaban fluidamente, y con absoluta independencia, sin que ninguno fuere identificado por algún aviso, seña o advertencia externa de que tenía la personería exclusiva de la empresa para proponer, negociar y acordar sobre los inmuebles y su precio”. Luego, de esa confesión resulta que a los demandantes poco les importó quien les atendería, de manera que fácilmente podemos colegir que si allí se hubiese encontrado algún Jefe de Obras, o un jornal, o algún guardia de portería, quienes también visten casaquillas de la empresa con logos distintivos y que también circulan libremente por las dependencias de las edificaciones en venta, les hubiese resultado igualmente indiferente y también hubiesen estado dispuestos a entregar valores directamente a dichas personas si se les ofrecía algún provecho especial. 1. b.) Agrava la negligencia de la acción de los demandantes el hecho que ellos mismos confiesan en cuanto a que en el lugar se encontraba otra persona a la que identificaron como “agente de la empresa” y que luego identificaron como la Sra. Silvia Vallejos, a la que tampoco hicieron consultas, a pesar de conocer que era la vendedora de la empresa. En su negligente actuar ni siquiera hicieron consulta alguna a esa otra persona, ni preguntaron tampoco por las funciones específicas que ella desempeñaba, omitiendo proceder incluso con la curiosidad natural que todas las personas emplean en alguna negociación, sobre todo tratándose de la compra de un inmueble. El espacio de ese departamento destinado a Sala de Ventas no tiene una superficie superior a 25 metros cuadrados, de manera que no existiendo señal distintiva en ningún funcionario que los identificara con la personería de la empresa para negociar, como afirman, bastaba solamente preguntar en alta voz quien era el vendedor para que de inmediato se les respondiera por las dos personas que allí se encontraban, estableciendo de esa forma con certidumbre los servicios que prestaba cada una de ellos. 1. c.) La opción de tratar con Rubilar fue negligente en grado supremo, sobre todo al confesar ellos mismos que carecía de todo aviso, seña o advertencia externa que lo identificara con la personería de la empresa para negociar. Luego, como confesaron, los demandantes no preguntaron a Rubilar las funciones que desempeñaba, sino que directamente se dirigieron a conversar y hacer las tratativas con él, lo que repele no sólo a la diligencia elemental exigible a las personas razonables en una contratación, sino también el sentido común. 7 2º] En la misma ocasión, confiesan los demandantes, se interesaron por el departamento en el que funcionaba la Sala de Ventas, admitiendo la aseveración del Pilotero quien les expresó que ignoraba el precio pero que “podía obtenerse a un buen precio ya que quedaban pocos departamentos en venta y la empresa tenía interés en venderlos pronto”. A esa fecha se encontraban edificados solamente dos de los 4 edificios proyectados en ese Conjunto Habitacional. Por su parte, los otros dos edificios se encontraban en etapa de terminación de la obra gruesa. Todo ello era susceptible de constatarse con una rápida mirada desde las mismas ventanas del departamento Sala de Ventas. No obstante, esa aseveración del Pilotero Rubilar en el sentido de quedar pocos departamentos en venta, no motivó en ellos dudas ni consulta alguna, a pesar que conocían que en ese Conjunto Habitacional se edificarían 80 departamentos en total, según expresan en la demanda. 3º] Confiesan enseguida los demandantes que el Pilotero les explicó que “consultaría por el precio con su jefe de Temuco, a quien individualizó como Claudio Urzúa, y que les informaría a la brevedad”. Se infiere de esta aseveración de los demandantes: a) Que si ellos atribuyeron a Rubilar la condición de vendedor, debió sorprenderles que éste ignorara el precio de los departamentos y las posibilidades de rebajas en su precio que, dicen ellos, éste se encargaba de vender, a pesar de aseverarles que podía conseguirse “un buen precio”. b) Por su parte, los demandantes en ese instante inicial conocieron de la existencia de un Jefe de Ventas y de su nombre, Claudio Urzúa, quien era el encargado de informar los precios de las unidades en venta. Conocieron además, que allí trabajaba la Sra. Silvia Vallejos, según también ha confesado la Sra. González. Una vez más sorprende la desidia de los actores quienes omitieron consultar directamente al Jefe de Ventas, o con la vendedora sobre el precio y posibles rebajas, a pesar de conocer las funciones específicas que ellos ejercían. Esa actitud de los demandantes contraría la más elemental razonabilidad en el comportamiento de las personas precavidas y cuidadosas por cuanto todos quienes hemos adquirido algún producto, aún cuando no sea de valor considerable como sí lo es un inmueble, si conocemos que existe un Jefe con atribuciones de fijar el precio o de rebajarlo, optamos por hablar con él personalmente para influir de algún modo 8 en su decisión final. Esa acción fue desdeñada por los demandantes, quienes a pesar de esos antecedentes persistieron en continuar siendo atendidos por el mismo Rubilar. 4º] Afirman enseguida que a los pocos días Rubilar les llamó por teléfono para informarles haber obtenido un muy buen precio, de $ 46.000.000.-, pero que el departamento estaba disponible para su entrega recién a mediados de noviembre. Este antecedente es importante ya que si las anteriores inconsistencias de Rubilar no les provocaron inquietud alguna, en este instante debió producirse al menos alguna clase de suspicacias en los demandantes. En efecto, a esa fecha el departamento y estacionamiento, que conforman una unidad indivisible, tenían un valor total de 2.500 unidades de fomento, que a fines de agosto representaban un valor de $ 54.937.075.- La rebaja que Rubilar les informó haber conseguido era de un 16 % sobre el precio de lista de los departamentos en venta. De esa última afirmación de los demandantes se siguen dos consecuencias ineludibles que manifiestan la desidia con la que procedían: a) Podemos presumir que ellos ignoraban el precio de venta del departamento, lo que no les habría sido informado por Rubilar inicialmente quien, como afirman en su demanda, debía consultarlo con su jefe en Temuco. Siendo así, razonablemente debieron dudar de esa persona ya que a pesar de presentarse como vendedor de la empresa ignoraba los precios de las unidades cuya función era vender como supusieron sólo porque vestía casaquillas de la empresa. b) No obstante, si los demandantes quieren excusarse expresando ahora que Rubilar inicialmente sólo les informó del precio lista del departamento y que sólo era la rebaja en el precio la que consultaría con su jefe en Temuco, Sr. Urzúa, debió sorprenderles que la empresa accediera a una rebaja de más del 16% de dicho precio, atendido el enorme monto de dicho descuento, por lo demás, graciosamente concedido. Esa rebaja dispendiosa debía resultar dudosa a cualquier persona de juicio sereno y cuidadosa no sólo porque no es razonable que sean tan cuantiosas, sino que además porque el hecho objetivo que ellos mismos destacan, es que Rubilar les aseveró que quedaban pocos departamentos en venta, de manera que si era efectiva la extraordinaria buena venta de esas unidades inmuebles, no era lógico tan enorme descuento. También debieron recelar al ser ostensible que a esa época todavía se encontraban en construcción otros dos edificios en el mismo Conjunto 9 Habitacional, en el que existían disponibles aún 40 departamentos, de manera que comercialmente nada justificaba que la empresa quisiera vender esos departamentos casi a vil precio, como torpemente los demandantes creyeron. 5º] Explican los demandantes que desde septiembre Rubilar fue trasladado a otras dependencias de la empresa, ubicadas en el sector de Silos de Torobayo, al sur poniente de la ciudad, en la Sala de Ventas de otro Conjunto Habitacional, totalmente diferente al primero, a pesar de lo cual ellos perseveraron en continuar sus tratativas con él. ¿Que razones motivaron a la Sra. González para continuar las tratativas con Rubilar en la Sala de Venta correspondiente a otro Conjunto Habitacional, totalmente diferente y distante de la Sala de Ventas del Condominio en el que ellos proyectaban la adquisición del departamento y todavía considerando, como confiesan, que ignoraban con quien tratar la compra de un inmueble? En el examen de los hechos encontraremos las razones que motivaron esa acción de los demandantes de continuar tratando con Rubilar en forma singular, con acciones que no podemos menos que reputar veladas o furtivas. 6º] Dicen los demandantes enseguida que el 12 de septiembre entregaron a Rubilar el valor de la reserva del departamento por la suma de $ 5.001.218., equivalentes a 227,5 unidades de fomento, con un cheque girado a nombre del mismo Rubilar atendido que éste les expresó que ese pago debía realizarse en dinero efectivo y en Temuco, y que él se ofreció para llevar ya que viajaba a esa ciudad todos los martes. Justifican haber realizado el pago a Rubilar atendido el hecho que, dicen, era de público conocimiento, que Socovesa se estaba reestructurando y no había en Valdivia quien los recibiera. Al efecto expresan que de ese pago se dejó constancia mediante un “código de reserva número V46203102, según recibo de fecha 13 de septiembre de 2011 y la entrega se fijó para fines de noviembre. La entrega -dicen- incluía departamento, bodega y estacionamiento”. Los demandantes a pesar de haber pagado el día 12 de septiembre de 2011 no advirtieron que se les entregaba un recibo por ese valor fechado el 13 de septiembre. Tal hecho les resultó irrelevante y no existe constancia alguna que hayan consultado por esa circunstancia y todavía ignorando como confiesan 10 en la demanda, quien era el funcionario de la empresa “con personería exclusiva para proponer, negociar y acordar sobre los inmuebles y su precio”. ¿Puede aceptarse a los demandantes, aún en la hipótesis de admitir que las oficinas de la empresa hubiesen sido trasladas a Temuco, que ignoraran que por precaución elemental, el pago debían realizarlo mediante el depósito en la cuenta corriente de la vendedora o mediante una transferencia electrónica de fondos ó que debían exigir un comprobante emitido por alguna jefatura de la empresa, sobre todo teniendo en cuenta la confesada ignorancia sobre el funcionario de la demandada con facultades para “proponer, negociar y acordar sobre los inmuebles y su precio” ? 7º] Expresan en la demanda que Rubilar les ofreció llevar el mismo los dineros a Temuco ya que viajaba los días martes “...a dejar los dineros de las reservas”, antecedente que recuerdan con exactitud. Sin embargo, en el transcurso de los más de dos meses que según explican mantuvieron las relaciones con Rubilar para el desarrollo de la operación que proyectaban, olvidaron ese antecedente y realizaron las entregas de dinero en cheques y también -dicen- en efectivo a Rubilar, en días diferentes independiente de su proximidad con tales días martes: el miércoles 28 de septiembre de 2011 dicen haber entregado a Rubilar la suma de $ 2.917.820 para imaginarios gastos operacionales; el viernes 21 de octubre de 2011 dicen haber entregado a Rubilar $ 1.070.000; el jueves 03 de noviembre de 2011 dicen haberle entregado $ 14.000.000.; y el lunes 07 de ese mes, $22.300.000. Por cierto, resultó totalmente indiferente e irrelevante a los demandantes realizar estos últimos pagos en su lugar de trabajo y en su domicilio particular adonde llegó Rubilar a retirar esos dineros. ¿No debían acaso dudar de esos despliegues de amabilidad extrema y a pesar de esas circunstancias entregar $ 36.300.000 en cheques girados a nombre del Pilotero y, dicen, en efectivo? 8º] Además de esa torpeza inexcusable, todavía debemos examinar el contenido del documento que se les entregó por Rubilar de cuyo más somero y simple examen se constata, una vez más, la negligencia de los demandantes quienes ni siquiera fueron acuciosos en revisarlo como les imponía un deber de cuidado y diligencia corrientes: a) En ese documento se establece que el precio del departamento era de $ 46.604.765. Luego, a pesar que el precio se aumentaba en $ 603.547 respecto del que pocos días 11 antes, según confiesan en la demanda, se les había informado, no hubo observaciones ni reparos por los demandantes. b) Tratando de ajustar los hechos a su conveniencia, en la demanda expresan que pagaron ese valor por concepto de “reserva”. Sin embargo, en el referido comprobante burdamente se expresa haberse realizado una venta. Sin pretender imponer a la demandante conocer en detalle las operaciones materiales que comprende la compraventa de inmuebles, éstos no podía menos que conocer que la venta de inmuebles no se realiza mediante una hoja cuya glosa expresa ”Reporte: Modificación Compromisos Forma de Pago”. ¿No advirtieron acaso en ese comprobante que esa glosa implicaba que algún documento anterior se había generado y del que éste era una modificación? c) Los demandantes conocían a esa época que el departamento se encontraba construido y terminado, ya que era utilizado como Sala de Ventas o Departamento Piloto. Admitiendo que parecía razonable que si en ese departamento funcionaba la Sala de Ventas no pudiera verificarse la entrega sino hasta el mes de noviembre, no existe explicación alguna para que aceptaran sin reparos la leyenda estampada en ese documento en cuanto se expresó que la venta se realizaba “en verde”. La “venta en verde” en la actualidad es una forma de operar de las empresas inmobiliarias ampliamente difundida y por lo tanto generalmente conocida, de manera que cualquier persona de juicio sereno, reflexivo y diligente, debía conocer que la supuesta negociación no correspondía a la modalidad “en verde”, por el simple hecho que la construcción se encontraba totalmente terminada. Tampoco tuvieron la diligencia, siquiera por curiosidad, de consultar qué implicaba lo que Rubilar denominó como “código 101” al emitir ese falseado documento. Simplemente omitieron hacer toda consulta a estos respectos. d) Habiendo entregado dineros en efectivo, sea por concepto de “venta en verde” como se expresó en el papel entregado a la demandante o incluso por concepto de mera reserva como tal vez ellos quisieron suponer, les era racionalmente exigible requerir que el recibo por la entrega de esos valores fuera emitido al menos por quien ya conocía era el Jefe del Pilotero Rubilar, don Claudio Urzúa o la vendedora o agente de la empresa, Sra. Silvia Vallejos, lo que también por negligencia omitieron pedir. 9º] Expresan luego que transcurrido un par de días, siempre en septiembre de 2011, Rubilar llamó a la Sra. González informándole que podía ofrecerle 12 un departamento más grande ubicado en el quinto piso del mismo edificio en donde habían reservado antes el más pequeño, lo que les costaría apenas 4 o 5 millones de pesos adicionales, siendo su valor de 2.333,50 UF., lo que ellos aceptaron, dirigiéndose nuevamente a Silos de Torobayo para indagar con Rubilar sobre las nuevas condiciones, expresando que éste los llevó a ver ese departamento, circulando libremente por las dependencias del Conjunto Habitacional Los Robles 100, de Isla Teja. Esta vez Rubilar -dicen- les exigió un pago adicional de $ 4.900.000 para asegurar la nueva reserva, extendiéndole un nuevo cheque girado a su nombre, por esa suma, con fecha 27 de septiembre de 2011. Adicionalmente, Rubilar les pidió la suma de $ 2.917.820 para gastos operacionales, los que se le debían entregar antes de fines de septiembre, procediendo a hacerlo el miércoles 28 de ese mes. Explican que ya le habían pagado a Rubilar $ 12.819.038 para formalizar la reserva y la escrituración se realizaría los primeros días de noviembre, previo pago de la totalidad del precio. Afirman en la demanda que “por todos estos pagos se entregaba comprobante emitido por Inmobiliaria Socovesa Valdivia S.A., de fecha 24 de septiembre de 2011, reserva 23710 (vigente) Nº recibo 22302247 y que daba cuenta de los valores recibidos. En el mismo documento se señala que la operación debía ser formalizada en el mes de octubre de 2011. Por tal razón se hizo en dicho mes pago de $ 1.070.000, con cheque 21 de octubre de 2011. Con fecha 27 de octubre se obtuvo un crédito en el Banco BCI por $ 14.000.000, suma que se entregó el día 3 de noviembre de 2011. De estos pagos da cuenta el reporte de modificación de Compromisos Forma de pago de fecha 3/11/2011, donde se detallan los pagos y se indica claramente que la Firma de la escritura sería el miércoles 09 de noviembre de 2011 en la Notaría Sra. Carmen Podlech a las 16:00 hrs.” De las aseveraciones de los demandantes contenidos en este párrafo queda en grave evidencia, una vez más, la torpeza inexcusable con la que procedieron: a) El precio del departamento del quinto piso era de 3.110 unidades de fomento, lo que según su valor al día 30 de agosto de 2011, equivalían a $ 68.339.855. Afirman las demandantes que este departamento Rubilar se los ofreció en $ 51.278.266.-, esto es, el descuento era de $ 17.061.589. S.S.: ese presunto descuento equivalía al 25% del precio del departamento, lo que ninguna persona racional puede admitir como verosímil, 13 lógico y creíble, de manera que la simple aseveración sobre ese precio que les informó Rubilar imponía a los demandantes, actuando de buena fe, el deber ineludible de ser suspicaces, de dudar y, en consecuencia, consultar sobre la veracidad de tal descuento en la amplia red de informaciones y contactos de que dispone la empresa. Sin embargo, no alertó a los demandantes ni el primer descuento ofrecido de un 16% del precio del departamento 102, ni tampoco fue capaz de motivar siquiera suspicacias este descuento ahora de un 25% sobre el precio de venta del departamento 502. b) Desde luego, los comprobantes jamás fueron emitidos por Socovesa, sino que correspondían a burdas falsificaciones de papeles inventados por Rubilar, lo que jamás los actores tuvieron la prevención de consultar. c) Con fecha 24/09/2011 Rubilar emitió un supuesto Recibo Nº 22302247 en el que se expresa “Garantía de Reserva por el valor de 583,1 UF, (Doce Millones ochocientos diecinueve mil cincuenta y ocho pesos) UF del día sábado 10-09-11 (21,983,38). Suma que será imputada al pago del precio de venta en el evento de formalizar, en caso contrario le será devuelto. Si el día 30/10/2011 el oferente no hubiere formalizado la operación o no se desistiere, esta reserva quedará sin efecto y el oferente pagará una multa equivalente a la suma entregada en garantía, por lo que autoriza a Inmobiliaria Socovesa Valdivia S.A. para retenerla” (Hay firma ilegible). Del más somero examen de ese documento queda establecido que es manifiestamente irregular y debía inducir a realizar indagaciones y consultas sobre la idoneidad de su otorgamiento: c.1.) En él no se expresa ni siquiera a que conjunto habitacional se refiere la reserva que menciona. c.2.) Si ese nuevo pago se había realizado el día 27 de septiembre como los demandantes afirman, debieron sospechar que el recibo tuviera fecha de emisión el día 24 de septiembre. c.3.) Adicionalmente en el texto de ese papel se establece como fecha máxima para formalizar la operación, que entendemos es la fecha que falsamente acordaron para firmar la escritura, el 30 de octubre de 2011. Sin embargo, en la demanda confiesan los actores que se les expresó que debían firmar la escritura el día 09 de noviembre de 2011, lo que resulta incomprensible que ellos admitieran teniendo en cuenta la multa que arriesgaban por la 14 suma equivalente a 583,1 unidades de fomento si la operación no era formalizada el día 30 de octubre de 2011, según se establecía en ese mismo papel. c.4.) El mismo día 27/09/2011 Rubilar emitió un nuevo papel, que singulariza con el mismo número de reserva (Nº 23710), en el que se indican los antecedentes personales de la Sra. González, se singulariza el departamento que los demandante habían proyectado comprar y se reitera el texto del anterior documento emitido ese mismo día. No obstante, también en este nuevo documento se establece como su fecha de emisión el día 24 de septiembre, lo que los demandantes también despreciaron torpemente. En este documento en la especial glosa que Rubilar había creado correspondiente a “Gastos”, estos no son cobrados a los demandantes. No obstante, ellos nada advirtieron cuando el 27 de septiembre, según confiesan en la demanda, Rubilar les cobró la suma de $ 2.917.820 para tales gastos operacionales, los que pagaron el día 28 de septiembre. c.5.) Confiesan los demandantes en su libelo que visitaron y conocieron el departamento del quinto piso, el que se encontraba terminado y dispuesto para su venta y entrega en forma inmediata. No obstante tampoco les llamó la atención que sin ninguna razón y por las simples aseveraciones y dichos de Rubilar se fijara para formalizar el negocio una fecha posterior en más de un mes, a pesar que ellos confiesan que disponían del dinero para el pago inmediato. Una vez más se constata la falta de prolijidad, la ligereza y descuido sorprendentes con el que los demandantes realizaron la proyectada operación, sin asegurar jamás la veracidad de los antecedentes que falsamente Rubilar les proporcionaba, a pesar de la magnitud de las incoherencias e inconsistencias que esas tratativas presentaban y no obstante, como afirman en su demanda, que ignoraban quien era el funcionario encargado de “proponer, negociar y acordar sobre los inmuebles y su precio”. 10º] Afirman los demandantes que Rubilar se presentó a retirar la suma de $ 14.000.000, supuestamente en efectivo, en el lugar de trabajo de la Sra. González el día 03 de noviembre, afirmación que no puede ser admitida por la desidia que involucra. Posteriormente, afirman, el 07 de noviembre nuevamente se presentó Rubilar al lugar de trabajo de la demandante para retirar nuevas remesas de 15 dinero. Intentando justificarse explica que le quedaba sólo un cheque, por lo que se dirigió al Banco, en el centro de la ciudad, para retirar un talonario de cheques, cambiar uno, según dice, y después, en su domicilio particular esperar a Rubilar para entregarle nada menos que la suma de $ 22.300.000 en dinero efectivo y diversos cheques. Razonablemente no es posible admitir tanta desidia y negligencia en una persona, por lo que no puede aceptarse la veracidad del hecho de haber entregado a Rubilar primero $ 14.000.000 y luego, $ 6.300.00 en dinero efectivo. Tal aseveración carece de toda explicación, justificación y sentido. Tampoco es explicable que en la última fecha haya entregado a Rubilar, además, 3 cheques, dos por $ 5.000.000 y un tercero por $ 6.000.000., girados todos a nombre de Víctor Rubilar. La efectividad de tales hechos solamente confirma la extrema e injustificable desidia con la que procedieron respecto del cuidado de sus dineros y en general, en la operación que proyectaba realizar. Difícilmente una persona de juicio sereno, procediendo con responsabilidad elemental, cuidadosa de sus actos patrimoniales, como es exigible emplear a la persona juiciosa, puede seguir creyendo en la veracidad de una operación comercial cuando un sujeto hace despliegues de amabilidad extrema, no sólo en cuanto a los irracionales descuentos ofrecidos, bajo promesas de entregar con posterioridad los recibos de dinero, sino que presentándose a cobrar al lugar de trabajo y en el domicilio particular, en horas inusuales que regularmente corresponden a la del descanso de mediodía, a pesar de no existir deuda pendiente que ella estuviese obligada a pagar. Y lo que resulta aún más increíble y sorprendente es la explicación que agrega la Sra. González en cuanto expresa que salió de su lugar de trabajo para dirigirse a un Banco, proceder a cambiar un cheque para enseguida esperar a Rubilar en su domicilio particular, donde llegó éste más tarde, para retirar los tres cheques, todos girados .... a nombre del mismo Rubilar. Habiendo concurrido al Banco en esa ocasión a retirar el talonario de cheques, según expresa, ¿acaso no se representó por un instante la posibilidad de depositar aún en efectivo el precio de la supuesta compraventa en la cuenta corriente de la empresa demandada? S.S.: la Sra. González, sin rubor, confiesa que en su lugar de trabajo y en su domicilio particular habría entregado a Rubilar nada menos que la suma de $ 36.300.000, sin siquiera haber recibido un comprobante del pago de esos valores, y sólo bajo la promesa de Rubilar de entregar dicho comprobante el día 16 siguiente, a pesar de confesar en su demanda que ignoraba que funcionario tenía la personería para “proponer, negociar y acordar sobre los inmuebles y su precio”. Pero tampoco dicho comprobante fue entregado al día siguiente sino que 6 días después, como consta de la fecha de su emisión, lo que ni siquiera perturbó a los demandantes. No motivó ni siquiera la curiosidad de los actores indagar porqué motivos tan dispendiosamente Rubilar continuaba operando con la unidad de fomento del día 10 de septiembre. Tampoco indagaron por la supuesta autorización para la rebaja de un 25 % del precio de la compraventa, dada por quien en ese papel fue identificado sólo con las iniciales “G.V.” A pesar que la entrega debía realizarse sólo 6 días después de la fecha de entrega de los $ 22.300.000, tampoco indagaron ni hicieron consulta alguna sobre las iniciales estampadas en ese documento en el que figura “EGR” como responsable de dicha entrega el día 09 de noviembre a las 16:00, según se lee en ese papel. ¿No es acaso irracional soslayar toda consulta a la persona que figura encargada de la entrega de la vivienda que falsamente se les presentaba por Rubilar como ya pagada? No inquietó a los demandantes la circunstancia establecida en un anterior comprobante supuesto en el que Rubilar había estampado que la escritura debía formalizarse en el mes de octubre y que, en consecuencia, no habiendo sido otorgada la escritura en ese mes arriesgaban el cobro de la multa que Rubilar había impuesto. Tampoco advirtieron que no obstante haber pagado la suma de $ 2.917.820 por concepto de gastos operacionales, según confesaron en la demanda, esa cantidad no figurara en el último falso recibo otorgado. Tampoco despertó siquiera sus suspicacias el hecho que en todos los comprobantes continuara siendo estampada a título de firma un trazo ilegible, sin indicación de nombres ni apellidos ni de alguna cédula de identidad identificatoria del supuesto otorgante de ese documento falso. Tampoco motivó la curiosidad de los demandantes que en este comprobante la venta supuesta se realizara con un denominado “código 107 17 (Familia Funcionario)”, del que debía inferirse que Rubilar y ellos se habían atribuido alguna clase de parentesco y a lo que nos referiremos. A.2. SOBRE LA IGNORANCIA DE LOS DEMANDANTES DE DISPOSICIONES LEGALES CUYO CONOCIMIENTO SE PRESUME. Las irregularidades enunciadas son cuestiones de hecho que los demandantes deliberadamente soslayaron con reiteración y contumacia en su ansioso propósito de procurarse una ventaja insuperable en el precio de la compraventa, urdiendo con el Pilotero Rubilar maniobras veladas y entre ellas incluso la de presentarse como familiares en su falsa creencia de que esa circunstancia les daría derechos a descuentos de un 25% en el precio de la supuesta compraventa. Sin embargo todavía debemos denunciar que los demandantes para reclamar indemnizaciones, pretenden asilarse en su presunta ignorancia de la ley, lo que es conocidamente inadmisible atendido lo dispuesto en el artículo 8 del Código Civil. En efecto, pretenden convencer que creyeron que por el hecho de entregar valores al Pilotero habían consumado una compraventa, desdeñando la regla del artículo 1801 del Código Civil, que impone el otorgamiento de escritura pública para la compraventa de bienes raíces. Pretenden ahora ignorar que en los recibos supuestos que les entregó Rubilar se había estampado la leyenda de tratarse de una “venta en verde”; obrando diligentemente esa leyenda les imponía el deber, conforme al artículo 138 bis de la Ley General de Urbanismo y Construcciones, de procurarse un contrato formal, firmado ante notario, en el que, además, el vendedor debía entregar garantía recíproca de los valores verdaderamente recibidos. B. DETERMINACIÓN DEL DEBER DE CUIDADO QUE RACIONALMENTE ES EXIGIBLE. Es imperativo entender que cualquier persona razonable y procediendo con la conducta que racionalmente resulta mínimamente exigible en una negociación, debe conocer que en toda organización han de existir métodos y procedimientos regulares, previamente establecidos, para el desarrollo de sus operaciones comerciales. Lo anterior es particularmente asertivo cuando se trata de la adquisición de bienes de valor apreciable como lo son las viviendas y que además, representan una aspiración que involucra los anhelos de todos los miembros del grupo familiar. 18 Estos criterios de determinación prudencial del deber de cuidado por el sentenciador2, son orientados por el estándar general de la persona prudente, diligente y razonable. Enseguida, en la aplicación particular de ese patrón general y abstracto de conducta a los hechos de la causa, el juez debe describir la regla de conducta que debió observarse en tal situación sobre la base del contexto de tal situación tales como lugar, medios, riesgos, costos, naturaleza de la acción emprendida, derecho e intereses en juego3 así como todas las circunstancias externas que se pueden esperar sean tomadas en cuenta por las personas razonables y prudentes. De este modo resulta que si bien el juicio de culpabilidad es abstracto, se materializa en una apreciación en concreto que atiende a la situación de hecho acontecida. Esas circunstancias de la acción son relevantes incluso para determinar el grado de discernimiento exigible, toda vez que existen situaciones en que la urgencia de la decisión que debió realizar el sujeto pudo ser incompatible con un razonamiento prudencial. El estándar de cuidado que es exigible a la persona diligente y razonable es abstracto, esto es, comparando la conducta dañosa con la que habría desplegado un modelo ideal, pero de las mismas características objetivas del autor del daño; si así no fuera resultaría injusto establecer una sola medida de la diligencia razonablemente exigible en una comunidad tan culturalmente heterogénea como la nuestra, por lo que el sentenciador tiene un amplio campo para juzgar cada conducta ya que los padrones generales exigibles los extrae del medio en el que le corresponde decidir, de manera que la culpa se aprecie según el nivel de cuidado y diligencia que a cada cual corresponde en la comunidad, atendiendo a su ubicación, actividades, nivel cultural, grado educacional, y en este caso particular la intensidad con la que los demandantes han actuado con entidades financieras y en actividades inmobiliarias4. En esa orientación el sujeto particular, obrando diligentemente, debe minimizar los riesgos que importa la acción que ejecuta de manera tal que si toma un riesgo más allá de lo razonable, su obrar se supone culpable. Las personas racionales actúan tomando en consideración las consecuencias de su actuar y Barros Bourie, Enrique, “Tratado de la Responsabilidad Extracontractual”, Edit. Jdca. De Chile; 1era Edic. 2007. p. 105 y sgts. 3 Barros Bourie; Ob. Cit., p. 86. 4 Rodríguez Grez, Pablo; “Responsabilidad Extracontractual”, Edit. Jdca. De Chile; 1era Edic. 2004. p. 183. 2 19 de los caminos de acción alternativos debiendo ser justamente ese el razonamiento de las personas diligentes. B.1. DEBER DE CUIDADO EXIGIBLE A LOS DEMANDANTES. La diligencia corriente es grafica en cuanto los demandantes confiesan que tuvieron el cuidado de visitar la vivienda, deliberaron entre ellos para adoptar una decisión y finalmente decidieron materializar esa adquisición. No obstante, en lo sucesivo del examen de su conducta es irrefutable concluir que procedieron con la mayor negligencia y desidia en las tratativas orientadas a la adquisición de un departamento. Es por ello que en este caso no es posible al sentenciador desatender las circunstancias ya enunciadas sobre las singularidades personales de los demandantes al tratarse ella de una profesional universitaria que ejerce permanentemente su profesión y él de un empleado de alta calificación laboral. Por otra parte, es necesario atender, en el examen de la conducta en concreto, la circunstancia de haber realizado antes los demandantes operaciones de compraventa de inmuebles al menos en tres oportunidades diferentes, incluso con la misma empresa demandada en estos autos, lo que les imponía el deber de conocer las formas en que se materializa el proceso de compraventa de un inmueble. Adicionalmente la demandante y su cónyuge son personas que conocen de movimientos de valores en el mercado de capitales toda vez que han declarado que los valores provenientes de la venta de una vivienda en Panguipulli fueron invertidos en Fondos Mutuos en una entidad financiera en la ciudad de Lautaro. Por otra parte, la determinación de la diligencia obliga a valorar los intereses en juego, atendiendo a su relevancia y al modo en que condicionan la concreción de otros intereses a lo que se agregan otros elementos cuantitativos que atienden a la probabilidad e intensidad de que esos intereses sean afectados por el respectivo curso de la acción. En el caso de estos autos, la cuantía de la inversión y el proyecto que de ello emanaba obligaba a los demandantes a emplear el mayor celo y cuidados en la operación que proyectaban realizar, lo que les exigía evadir despliegues tan desbordantes de generosidad que racionalmente no podían ser creíbles. No obstante, en el caso de estos autos, a pesar de tratarse de una negociación importante para cualquier persona atendida la importancia de la negociación y la cuantía de los valores que se entregaban y a pesar de haber transcurrido 20 casi tres meses desde el inicio de su singular relación con el Pilotero Rubilar, según ellos mismo confiesan, jamás reflexionaron sobre las acciones que tan torpemente realizaban. B.2. INOBSERVANCIA DEL DEBER DE CUIDADO EXIGIBLE A LOS DEMANDANTES. Es imperativo indagar las razones que indujeron al Sr. Beltrán y a su cónyuge, a perseverar en las tratativas simuladas con el Pilotero Rubilar, procediendo en forma tan burdamente negligente, sin adoptar ninguna clase de resguardos, entregando dineros sin exigir recibos formales a pesar de las inconsistencias que se presentaban en cada instante de esas tratativas fraudulentas durante los más de dos meses en que ellas se prolongaron y a pesar que confiesan que ignoraban qué funcionario tenía facultades de “proponer, negociar y acordar sobre los inmuebles y su precio”, no obstante que conocían que la jefa de la oficina de ventas en Los Robles 1100 de Valdivia era la Sra. Silvia Vallejos González y el jefe de Rubilar era don Claudio Urzúa. 1º Los demandantes no son personas de humilde condición intelectual, ajenas y extrañas a operaciones inmobiliarias y que nunca antes hubieren concurrido al otorgamiento de algún contrato de compraventa de inmuebles. Por el contrario, en los últimos años al menos en tres ocasiones han intervenido en operaciones de compraventa de bienes raíces, de manera que conocen sobre los tratos en esta clase de operaciones inmobiliarias. Así consta en escrituras públicas que oportunamente serán acompañadas. Adicionalmente, debe tenerse en cuenta que la Sra. González es una persona con estudios universitarios superiores, de profesión enfermera, que ejerce esa profesión en un establecimiento de la red asistencial del Ministerio de Salud. Luego, no es éste el caso de una persona de condición cultural modesta, susceptible de fácil engaño, que ignore las normas más elementales de una negociación y que tratándose de inmuebles racionalmente las personas extreman. 2º Como han confesado los demandantes, iniciaron sus tratativas con el Pilotero Rubilar en el mes de agosto de 2011. Es relevante tener en consideración que en ese periodo Rubilar solamente estuvo solo un día ejerciendo funciones de Pilotero en el Conjunto Los Robles 1100 de Socovesa. No existe posibilidad de equívocos en esta aseveración ya que en cada Conjunto Habitacional en venta, trabaja tan solo un Pilotero y Rubilar estaba asignado al Conjunto Silos de Torobayo, de manera que al ausentarse el funcionario que ejercía esa función en Los Robles 1100, Rubilar realizó ese reemplazo. 21 Por alguna razón y a pesar que el día del mes de agosto que los demandantes dicen haber concurrido a los Robles 1100 estaba allí Rubilar y la Sra. Silvia Vallejos, como ha aseverado la Sra. González en su declaración en la carpeta de investigación criminal, RUC 11011.76914-6 del Ministerio Público de Valdivia, no se practicó una cotización formal de la que hubiere quedado registro en la empresa. 3º En este punto debemos precisar que en los sistemas informáticos de la empresa se conserva un registro de cada persona que solicita una cotización formal en todo Conjunto Habitacional en venta, con el objeto de realizar un seguimiento del número de interesados que acuden a cada a ellos para asegurar el resultado de sus programas de venta de las respectivas viviendas. 4º A pesar de no haber solicitado esa cotización formal en esa ocasión y a pesar que nunca más Rubilar volvió a estar en ese conjunto como Pilotero, el Sr. Beltrán y la Sra. González confiesan en la demanda haber perseverado en continuar sus tratativas en la Sala de Ventas de un conjunto habitacional diferente y distante. 5º Con posterioridad al inicio de las tratativas con Rubilar, el 10 de septiembre de 2011, la Sra. Ivón González concurrió al Condominio Los Robles 1100 y solicitó formalmente una cotización del departamento 102 de ese Condominio, la que quedó registrada en el sistema informático de la empresa denominado “Informe de Cotiza, (sic) Reservas, Desestimientos, Reservas x Periodo”, como acreditaremos, entregándosele dicha cotización (Nº 67618), en el que se consigna la singularización del inmueble, los datos personales de la Sra. González, incorporándose incluso la fecha de su nacimiento, el metraje total del departamento (51,83 metros cuadrados), su precio (2.300 UF). Adicionalmente y en glosa separada se indicó el precio del estacionamiento (200 UF), siendo el valor total de esa unidad, en consecuencia, la suma equivalente a 2.500 unidades de fomento. En el mismo documento se señala que no existen gastos operacionales “que comprenden: confección de escritura, conservador de bienes raíces, tasación, estudio de títulos, impuesto al mutuo”. Quedó además establecido en ese documento que ellos optaban por la alternativa de pago al contado. Lo que es particularmente relevante es que en ese documento se establece nominativamente que la Ejecutivo de Ventas es la Sra. Silvia Isabel Vallejo González. 22 Finalmente, al pie del documento se consigna: “Nota: Cliente solo dejará garantía en caso de Reservar la Propiedad, Por lo que esta cotización no IMPLICA RESERVA. En resumen, de este documento destacan capítulos de extraordinaria importancia que los demandantes conocieron el día 10 de septiembre y que deliberadamente después omitieron ponderar y tener en consideración: 5.a.) Conocieron el nombre de la persona que en realidad era la vendedora de la empresa, de manera que obrando diligentemente aún sólo para conocer la veracidad de los descuentos especiales que les ofrecía Rubilar, debieron consultarla. 5.b.) Conocieron el verdadero precio del inmueble que ellos originalmente habían proyectado adquirir, que era de 2.500 unidades de fomento equivalentes a $ 54.937.000 según el valor de la UF de fines de agosto, y no de $ 46.000.000, como ellos afirman haber conocido. 5.c.) Conocieron que debía dejarse una garantía sólo en el caso de reservar un inmueble, sin establecerse multa alguna para el caso de desistimiento de la reserva. 5.d.) Conocieron que jamás la empresa impuso o instruyó a los interesados en adquirir un inmueble la obligación de pagar el precio de la compraventa con anterioridad al otorgamiento de la respectiva escritura sino que sólo requería de una garantía para la reserva. 5.e.) Conocieron el formato de la papelería en la que la empresa imprimía sus cotizaciones. El caso es que los demandantes desatendieron torpemente el contenido de ese documento entregado el sábado 10 de septiembre y perseveraron en continuar sus tratos con Rubilar en un lugar distante y en otro Conjunto Habitacional. En pleno conocimiento de esos antecedentes y a pesar que ya Rubilar no estaba asignado como Pilotero de ese Conjunto el martes 13 de septiembre entregaron a Rubilar una primera remesa de dinero, según afirman, y posteriormente continuaron entregando valores hasta completar la totalidad del precio que falsamente Rubilar les había indicado. 6º Conocemos ahora que en realidad la persistencia de tratar solamente con Rubilar y no con su jefe cuyo nombre conocían o con la vendedora de la empresa, se debió a que los demandantes creyeron que obtendrían una rebaja en el precio de la compraventa y que, como afirman en su demanda, fue primero de un 16% respecto del departamento 102 que originalmente habían proyectado adquirir y después 23 de un 25% respecto del departamento 502 que Rubilar les ofreció, lo que razonablemente, no podía ser real, y que ellos tenían el deber de advertir obrando con la diligencia exigible y constatar con los personas nombradas o en la amplísima red de informaciones de la empresa. 7º No existe forma de explicar racionalmente la desidia con la que los demandantes procedieron. Aseveran que en Los Robles 1100 “ningún funcionario se identificaba por algún aviso, seña o advertencia externa de que tenía la personería exclusiva de la empresa para proponer, negociar y acordar sobre los inmuebles y su precio”; no obstante y a pesar de ello se concertaron con Rubilar a pesar que éste les atendió en un lugar diferente al Condominio Los Robles, con familiaridad extrema, en horas de cierre de las oficinas. Y a pesar que el mismo Rubilar les informó el nombre de su jefe y que en las oficinas se encontraba la vendedora Sra. Vallejos, omitieron comunicarse con ellos, aún sabiendo que del primero dependía el precio definitivo así como eventuales rebajas, según ese mismo Pilotero les había expresado. No es razonable que ahora se excusen expresando que ignoraban la forma de contactar al Sr. Claudio Urzúa teniendo en cuenta que ellos mismos confiesan en su demanda que el viernes 11 de noviembre de 2011, cuando constataron que habían sido engañados por Rubilar, rápidamente se comunicaron con Urzúa quien a los 15 minutos estuvo con ellos en Los Robles 1100. Tampoco es aceptable lo que intentan destacar en su demanda en cuanto afirman que creyeron en los dichos de Rubilar en cuanto les afirmó que los pagos debían realizarse al contado ya que era de público conocimiento que Socovesa había cerrado sus oficinas en Valdivia. Jamás la empresa ha cerrado sus oficinas en Valdivia y así se constata en la profusa publicidad que esta empresa mantiene en la prensa escrita local, como se acreditará. Es cierto que la Gerencia se trasladó a la ciudad de Temuco; no obstante la empresa aún mantiene en plenitud sus oficinas en la ciudad de Valdivia, en el mismo lugar en que ha funcionados desde hace por lo menos seis años, calle General Lagos Nº 837. Ellos mismos confiesan que ese mismo día viernes 11 de noviembre de 2011 al advertir el engaño de Rubilar comenzaron a llamar a los teléfonos de Socovesa en Valdivia y que nadie les contestó, lo que es explicable porque ese día los funcionarios trabajan hasta las 16,00 hrs. 24 Pero todavía debe agregarse que en la página web de la empresa figura un teléfono de línea directa a un call center de la empresa (Nº 600.520.5000). Acreditaremos que al llamar a ese teléfono y consultar por la posibilidad de realizar pagos directos y en efectivo, incluso a los vendedores, se informa de inmediato que tales pagos son irregulares. No es aceptable en ninguna operación comercial que alguna persona razonable entregue tan fuertes cantidades de dinero, sobre todo ignorando quien es el personero para negociar. Ninguna persona, aún de la condición cultural e intelectual más modesta, es tan torpemente descuidada al extremo de entregar dineros para pagar una compraventa en tanto no sea firmada la respectiva escritura. Es este un elemento sociológico que debe destacarse en nuestra cultura nacional, en la que prevalece un sentimiento de legalidad manifestado en la papelería “de la notaría y los timbres”, en que toda persona al realizar un negocio, aunque se trate de la venta de artículos menores, exige primero que se firmen los papeles en notaría; poco importa y muchas veces se ignora su objeto, pero la firma en notaría es un elemento incuestionable del sentimiento nacional. B.3. VENTAJA QUE LOS DEMANDANTES CREYERON OBTENER EN SU RELACIÓN CON EL PILOTERO RUBILAR. De los antecedentes expuestos, es relevante constatar que los demandantes establecieron vínculos de extrema familiaridad y cercanía con el Pilotero Rubilar. Más allá de las características personales de éste y de las buenas relaciones que pudieron originarse, jamás esas relaciones pudieron ser exageradas en la concreción de un negocio, cualquiera que este hubiese sido, llevando a una de las partes a cegar su racionalidad al extremo de ser inducida a entregar tan cuantiosas sumas de dinero con el sólo mérito de las aseveraciones burdas que les hacía esa persona, como la misma demandante Sra. González ahora confiesa, intentando justificar esa rústicas actuaciones con la simpleza de haber sido inducida para obrar de ese modo por el hecho que Rubilar vestía casquillas de la empresa y circulaba libremente por las dependencias de Los Robles 1100. Detallamos en los capítulos precedentes y a partir de la confesión de los propios demandantes, la negligencia inexcusable con la que ellos procedieron, expresada en lo particular: 25 a) En mantener una negociación con un funcionario manifiestamente subalterno que les manifestó ser Pilotero, a pesar de expresar ignorancia sobre los personeros de la empresa con facultades para negociar. b) En persistir en la continuación de las tratativas con dicho Pilotero a pesar que éste prestaba sus servicios en un lugar totalmente distinto de la Sala de Ventas que correspondía al Conjunto Habitacional en el que ellos habían proyectado adquirir un departamento. c) En no hacer consulta alguna al superior jerárquico de ese funcionario, (Claudio Urzúa) cuyo nombre conocían y a quien sabían donde ubicar, como queda demostrado al final del episodio que relatan en su demanda. d) En no hacer indagaciones no obstante las ventajas increíbles en el precio que éste les aseveraba estar obteniendo para ellos. e) En omitir hacer consultas al fono 600.520.5000 difundido ampliamente en la página web de la empresa. f) En admitir las visitas del Pilotero al domicilio laboral y personal de la Sra. González para atender los requerimientos que ella confiesa que éste le formulaba para pedirle dineros dice- en efectivo y cheques girados a su nombre en lugares y horas inusuales en una negociación. g) En soslayar el deber mínimo de cuidado de exigir recibos otorgados por la empresa o algún superior directo del Pilotero para acreditar la efectividad de los supuestos pagos realizados. h) En ignorar las notas de las cotizaciones que le fueron formalmente entregadas por la empresa en las que se expresaba, entre otros, que “sólo se dejará garantías en caso de reservar la propiedad”. i) En pretender obtener ventajas en el precio de la compraventa aceptando que el Pilotero falsamente les mencionara estar amparados por un cierto código que las calificaba como familiares suyas. S.S.: la única razón de esa extrema familiaridad que crearon con el Pilotero Rubilar fue urdir una supuesta relación de parentesco entre ellos con el propósito de obtener un descuento de monto exorbitante, creyendo procurarse una rebaja del 25 % sobre el precio de la compraventa del departamento 502 fundado en esa falsa relación de familia, cuestión inexistente en las políticas de venta de la empresa. 26 Ni siquiera en ese instante procedieron con la cautela razonablemente exigible de indagar sobre la forma en que justificarían ese falso parentesco. C. EXAMEN DE LA RELACIÓN CAUSAL: EL DAÑO SE PRODUJO POR CAUSAS AJENAS Y EXTRAÑAS A LA DEMANDADA. En este instante de nuestra contestación estimamos relevante referirnos a la causalidad del hecho como elemento ineludible de la indemnización de perjuicios, esto es, al suceso que objetivamente establecido fue el que produjo el daño cuyo resarcimiento los demandantes reclaman. Afirma P. Rodríguez que, no obstante no ser una materia pacífica, la causa jurídicamente idónea para imputar responsabilidad sobre un resultado nocivo es aquella razonablemente previsible de acuerdo al conocimiento, nivel cultural y desarrollo imperante en cada momento de la sociedad. Luego, la clave para la decisión radica en la determinación de estándares ordinarios prevalecientes en la sociedad en todo cuanto concierne al comportamiento de sus miembros. Agrega el mismo autor que simplificando puede decirse que respondemos de los resultados razonablemente probables de nuestros actos y no de aquellos fortuitos o imposibles de prever5. En este ejercicio debemos aproximarnos a establecer ese suceso dañoso, de manera que si imaginariamente lo excluimos en la concatenación de los hechos, el daño no pudo haberse producido. Ese examen de lógica nos conduce a concluir, sin falsas intersecciones, que si en el desarrollo de los hechos sustraemos la negligencia inexcusable con la que los demandantes procedieron y en su lugar situamos al sujeto que procede con el cuidado y diligencia medianas, que todas las personas emplean en sus propios negocios, y que obrando de ese modo hubiese recurrido a una negociación formal con la demandada, identificando a los personeros habilitados para negociar, recurriendo a las fuentes de información oficiales de la empresa, así como al lugar en que razonablemente debía concertarse el negocio que no podía ser otro que aquél al que correspondía a la unidad habitacional proyectada adquirir, sin entregar cheques a nombre de un personaje cuya función precisa ignoraban, el daño que los demandantes reclaman jamás pudo haberse producido. 5 Rodríguez Grez, Pablo, “Responsabilidad Extracontractual”, Edit. Jdca. De Chile; 1era Edic. 2004. p. 390. 27 De ese modo las acciones de los demandantes produjeron la interrupción total del nexo causal entre la actividad material de la empresa y el daño que los actores dicen haber padecido, al haber interferido una causa (desidia de los demandantes) que por sí sola es capaz de justificar el daño. En tal caso habría resultado que si al menos en una sola ocasión los demandantes hubieren interactuado en la red de informaciones que ampliamente proporciona la demandante, de manera formal y si hubiesen procedido con la diligencia elemental de entregar algún cheque a nombre de la empresa, el daño que ahora reclaman jamás se habría producido, lo que debe determinar el rechazo de la demanda. D. SOBRE LA RESPONSABILIDAD QUE SE IMPUTA POR SUPUESTA CULPA DE LA ORGANIZACIÓN. D.1. SOBRE LA CULPA ORGANIZACIONAL. a) La responsabilidad por culpa exige que el hecho sea objetivamente imputable al demandado, de manera que pueda ser calificada de libre en el sentido más elemental de que la acción esté bajo su control6. El patrón de conducta que se sigue en estas materias es el que corresponde a una persona diligente, caracterizada por emplear un cuidado ordinario o mediano, no afectada por el desprecio de las expectativas legítimas de la conducta ajena. El cuidado debido no es otro que el que ha debido observarse en las circunstancias concretas por personas razonables siendo el estándar el de la culpa leve, descrita en general en el artículo 44 del Código Civil. “La diligencia se relaciona con la virtud de la prudencia, que a su vez, exige un juicio sereno y razonablemente informado de las circunstancias de la acción”7 b) Se ha demandado por una supuesta culpa en la organización que se configuraría en la deficiente adopción de medidas organizativas requeridas para evitar los riesgos, de manera que aunque la infracción no pueda ser atribuida a personas determinadas la negligencia se establece por la ausencia de procesos y de mecanismos de control al interior de la organización, de manera que no requiere ser localizada en un agente específico sino en la función8. No obstante como expresa el mismo autor que el demandante cita, el concepto de culpa en la organización debe ante todo ser separado de 6 Barros Bourie; Ob. Cit., p. 28. Barros Bourie; Ob. Cit., p. 82. 8 Barros Bourie; Ob. Cit., p. 196. 7 28 la presunción de culpa por el hecho del dependiente. A diferencia de ésta, que supone probar determinadamente la negligencia de un trabajador, “la culpa en la organización invoca la culpa personal del empresario, por mal funcionamiento del servicio...”9. Tal diferencia no es claramente percibida por la demandante quien enseguida se remite a las disposiciones de los artículos 2320 y 2322 del Código Civil, que establecen la responsabilidad del empresario por el hecho de sus dependientes. c) Sin embargo, lo relevante y según enseguida afirma el mismo autor citado, es la circunstancia que no puede extremarse esta responsabilidad asimilándola a la responsabilidad objetiva ya que mientras ésta se basa en la mera relación causal entre el hecho del demandado y el daño, la responsabilidad por culpa de la organización requiere de un juicio de valor acerca de los procesos empresariales debidamente analizados, ponderados e individualizados, mismo proceso al que debe someterse la apreciación del deber de cuidado en la hipótesis de aplicar el estatuto de la responsabilidad por el hecho propio en que deviene la culpa del dependiente. D.2. SOBRE LA RESPONSABILIDAD QUE SE RECLAMA POR UNA SUPUESTA CULPA DE LA ORGANIZACIÓN POR EL HECHO DE LOS DEPENDIENTES. Barros afirma que el empresario para exonerarse de responsabilidad debe acreditar “que con la autoridad y el cuidado que su calidad le confiere y prescribe, no ha podido impedir el hecho, según disponen los artículos 2320 V y 2322 II”, agregando que el empresario debe demostrar las precauciones que habría emprendido un empresario diligente y que aún emprendiéndolas no le habría sido posible evitar el hecho dañoso, esto es, que aún con diligencia el daño atribuible al hecho del dependiente igualmente se habría producido10, lo que importa, en la sistematización de P. Rodríguez, la concurrencia de los siguientes requisitos, que se configuran en plenitud en este caso: 1) Ejercicio impropio de las respectivas funciones del Pilotero. 2) Imposibilidad de prever o impedir la comisión de un delito por parte del dependiente. 3) Empleo por parte de la empresa demandada del cuidado ordinario y la autoridad competente11, o precauciones del empresario diligente. Del examen causal que latamente hemos referido, en ningún caso podrá admitirse la responsabilidad vicaria que se demanda, por cuanto los hechos 9 Barros Bourie; Ob. Cit., p. 197. Barros Bourie; Ob. Cit., p. 190. 11 Rodríguez Grez, Pablo, “Responsabilidad Extracontractual”, Edit. Jdca. De Chile; 1era Edic. 2004. p. 229. 10 29 acontecieron por la negligencia o desidia inexcusables de los demandantes y en ningún caso por culpa de la demandada. 1) Ejercicio impropio de las respectivas funciones del Pilotero Rubilar. 1º Como se ha dicho, los hechos acontecieron por el ejercicio impropio de la función de Pilotero que Rubilar tenía asignada en la empresa, al atribuirse funciones de vendedor que jamás se le confirieron. 2º Pero la burda acción desplegada por Rubilar jamás pudo provocar daño alguno si los demandantes en algún instante hubiesen procedido con el cuidado ordinario, nada más que el que es exigible al hombre corriente. Los demandantes confesaron que ignoraban el personero que tenía la personería de la empresa “para proponer, negociar y acordar sobre los inmuebles y su precio”. A pesar de ello aceptaron la intervención de Rubilar a quien le atribuyeron poderes omnímodos no sólo para conceder descuentos de hasta un 25 % del precio de la compraventa, inventando una relación de parentesco entre ellos, sino que hasta para percibir descontroladamente cuantiosísimas sumas de dinero, sin ninguna prevención elemental. 3º Afirma Alessandri12 que ejerce sus funciones de modo impropio el dependiente que contraviene las instrucciones del empleador “y, según la Corte Suprema, el que obra con el propósito de producir un daño”13. Con la más elemental razonabilidad que los demandantes tenían el deber de obrar debieron sospechar de las negociaciones que realizaban con el Pilotero Rubilar y de los propósitos delictuales de éste no sólo por la simpleza para obtener tan descomunales descuentos, sino además, por el despliegue de ardides para obtener la entrega de valores a su propio nombre. 2) Imposibilidad de prever o impedir la comisión de un delito por parte del dependiente. Desde que el Pilotero desarrolla una relación con los demandantes que no puede menos que reputarse velada, prescindiendo deliberadamente de acceder a todos los centros de información y de acceso a ellos proporcionados por la empresa de manera casi obsesiva (páginas web, link de consultas, teléfonos de consultas, servicios de ayuda financiera, vistas de vendedores, folletería, etc.), la demandada jamás Alessandri Rodríguez, Arturo; “De la Responsabilidad Extracontractual en el Derecho Civil Chileno”, Edit. Jdca. De Chile; 1era Edic. 2005. p. 277. 13 Alessandri Rodríguez, Arturo; Ob. Cit, citando Rev., tomo 28, 2ª parte, sec. 1ª, p. 461. 12 30 pudo impedir la acción gravemente irregular que Rubilar ejecutaba en su sospechosa relación con los demandantes. Adicionalmente, es inexplicable la acción de girar los cheques a nombre de Rubilar, de manera que tampoco resultaba posible a la empresa conocer de las operaciones que entre ellos realizaban. En ese contexto de tratativas casi furtivas que desarrollaron los demandantes con el Pilotero resultaba imposible a la empresa, aún procediendo con todo la diligencia exigible, evitar la existencia de ese contubernio, en que se concertaban fuera del conjunto habitacional en el que los demandantes habían proyectado la adquisición, en horas al cierre de las oficinas, entregando cheques girados a nombre del propio Pilotero, admitiendo las visitas de Rubilar a su domicilio laboral y personal para proceder a la entrega de dichos valores. A pesar de confesar los demandantes que ignoraban la persona que en la empresa tenía facultades “para proponer, negociar y acordar sobre los inmuebles y su precio”, su ausencia de cautela los indujo a tratar con Rubilar sólo por la casaquilla que vestía y su libre desplazamiento por las obras, que en suma fue elegido al azar. Deliberadamente ignoraron los precios reales de los inmuebles que pretendían adquirir. En el sitio web de la empresa figuran los precios de cada unidad existente en todos los conjuntos habitacionales que la empresa tiene a través de todo en Chile y por cierto que allí se publicitan también los precios de los departamentos del Condominio Los Robles 1100, lo que los actores despreciaron. Desde luego, los demandantes, vencidos por su imprudencia, despreciaron disposiciones legales expresas que regulan la venta de inmuebles y que tenían el ineludible deber de conocer. En la determinación de la regla de conducta no podrá soslayarse examinar cuál era la acción que resultaba racionalmente exigible al empresario en esas circunstancias, para haber impedido la consumación del engaño por parte del Piotero Rubilar. C) Empleo por parte del empresario del cuidado ordinario y la autoridad competente. Acusan los demandantes que los hechos que provocaron el daño cuyo resarcimiento piden se produjo por la culpa de la organización al haber infringido un deber de cuidado, fraguando riesgos objetivos para sus clientes quienes 31 habrían sido atendidos bajo apariencias de procedimientos y fama empresarial, confiando su patrimonio a uno de sus agentes, infringiendo un deber de cuidado. Ante esta errónea aseveración es ineludible examinar de qué modo la empresa pudo infringir los deberes de cuidado desafiando la conducta que resultaba esperable según las circunstancias particulares acontecidas, para concluir que esa acusación es falsa y no podrá ser admitida, teniendo en cuenta que en el examen de la relación causal el daño jamás pudo consumarse si sólo en algún instante en los casi tres meses de sus tratativas con Rubilar los demandantes hubiesen desplegado alguna acción diligente y cuidadosa. 1) Rubilar no era un sujeto desconocido en la empresa. Por el contrario, había prestado servicios desde el año 2007, en funciones de guardia de seguridad; pasados los años y atendido que siempre manifestó especial dedicación y buen desempeño, fue asignado a la función de Jefe de seguridad en el Condominio Silos de Torobayo. Posteriormente, sólo el año 2011 y siempre en atención a sus méritos, la empresa lo promovió a Pilotero, cuya función corresponde a mostrar las viviendas Pilotos a quienes las visitan y entregar una cotización del precio de ellas. Luego, no es posible imputar negligencia a la empresa en la selección de su personal. 2) La demandada tiene una fuerte presencia nacional y local, con domicilio en Valdivia, ampliamente conocido. Ante las burdas promesas de ventajas que ninguna persona razonable puede admitir como ciertas, los actores renegaron de la existencia de una organización empresarial sólida y consolidada, en la que se constata cómo, casi en forma majadera, pone a disposición de sus clientes diversos medios orientados precisamente a informarlos de las operaciones que se realizan, para precaver todo perjuicio. Sus vendedores son plenamente individualizados, sobre todo en comunidades pequeñas como los es Valdivia, lo que la demandante admite, lo que todo interesado conoce desde el instante en que solicita una cotización formal de una unidad habitacional, como se constata al pie de tal cotización, en que figura el nombre del vendedor, lo que los demandantes conocieron al pedir dicha cotización el día 10 de septiembre de 2011 al realizar una visita al Conjunto Los Robles 1100. 3) Los productos de la empresa (unidades habitacionales) son ampliamente difundidos en medios de prensa oral y escrita local, en el que figuran los domicilios centrales de la compañía y los de sus Salas de Venta. 32 Las unidades habitacionales cuya venta la empresa ofrece son difundidos en una página web, de fácil acceso (http://www.socovesa.cl/nuestrosproyectos-valdivia.html), en la que se constata una persistente red de contactos para obtener información sobre los productos de la empresa, precios, beneficios, de manera que cualquier irregularidad que se advierta es fácilmente detectada. En dicha página web, con didáctica precisión, se informa: a) Los precios de cada una de las unidades habitacionales en venta, de manera que no se puede expresar ignorancia en cuanto al hecho que se les ofrecía un inverosímil descuento de un 25 % en el precio de la venta. b) Los enlaces con páginas de importante cobertura en redes sociales como faceboock y twitter y aún youtube, de modo que sólo aspiraciones veladas, como las que denunciamos en los demandantes, eran un obstáculo para acceder a ellas, hacer consultas y obtener información. c) Teléfonos de libre llamada de atención permanente, para responder consultas de los clientes y proporcionar informaciones veraces. d) Links que derivan a correos electrónicos de la empresa para realizar toda clase de consultas e indagaciones. e) Links de información con servicios de “ayuda financiera”. f) Links de “club de beneficios”, en los que se expresan todos los que se conceden a los clientes, entre los que no se mencionan descuentos especiales. g) Links con menciones especiales sobre la posibilidad de pagar solamente la Reserva y el Pie con tarjetas de crédito. h) Adicionalmente en la profusa folletería de la empresa se explican los valores de cada inmueble y la forma de proceder en las respectivas operaciones. Es cierto que en ningún documento o medio se advierte explícitamente que no pueden realizarse pagos con documentos girados a nombre de quienes se presentan como vendedores, así como en ninguna tienda se advierte a los compradores que no pueden pagar a los empleados en efectivo ni con cheques girados a sus propios nombres, ni en los Bancos figuran carteles que dispongan que sólo puede pagarse en las cajas habilitadas, lo que mínimamente es exigible a los usuarios de un servicio o compradores de un bien a fin de cerciorarse que no han realizado un pago indebido. 33 4) Debía despertar en los demandantes alguna suspicacia el mero hecho que Rubilar acudiera a su propio domicilio en horas de descanso a retirar valores sin que ellos antes lo hubieren solicitado, no obstante que en la página web de la empresa se advierte que si bien es posible a todo cliente recibir visitas de funcionarios de la empresa se requiere de un acuerdo previo. En efecto, en la página web de la empresa se expresa en el link “Club de Beneficios”, capítulo de “Ejecutivos en Terreno”, “...Exclusivo Regional Temuco y Valdivia. Que el tiempo no sea un problema para conocer tu nuevo hogar… Los horarios de trabajo o el quehacer diario no siempre con compatibles con lo que uno quiere hacer. ... Recibirás asistencia en tu casa o lugar de trabajo, a cargo de un ejecutivo calificado que resolverá tus dudas y te orientará para la obtención de tu nuevo hogar.” Ese beneficio que la vendedora concede a los interesados requiere de una previa concertación, debiendo llamar para ello al teléfono que la misma página web se indica para recibir esa vista en el domicilio propio. Era nada más que eso: una llamada al teléfono ampliamente difundido por la misma empresa, para que la acción delictual de Rubilar hubiese quedado descubierta y de ese modo truncada. El desprecio de los demandantes por las fuentes de información previstas a través de páginas web, links especiales, publicidad escrita, folletería impresa, sólo es explicable en la lógica de haber fraguado una relación directa y personal con Rubilar que ellos presumían les redituaría enormes ventajas en el precio cuya cuantía por sí debía provocar dudas en la veracidad de la operación que realizaban. ¿Cual es, entonces, el deber de cuidado que fue infringido por la empresa y que el juez podría establecer en una regla de conducta exigible, que la empresa infringió? 5) Despreciando todo ello en una actitud aparentemente inexplicable, los demandantes fueron cegados por las meras aseveraciones del Pilotero Rubilar sólo porque éste vestía casaquillas de la empresa y circulaba con libertad por las dependencias del Condominio Los Robles 1100 de Valdivia, sin que en el lapso de casi tres meses que trataron con él tuvieran la más ligera suspicacia sobre los enormes beneficios que éste les brindaba, al extremo de reputar normal que les fuera ofrecido un descuento de un 25 % del precio de la vivienda. Nada irregular advirtieron los demandantes en la circunstancia que fueran atendidos por el Pilotero Rubilar en oto conjunto habitacional, 34 diferente a aquél en el que ellos habían proyectado adquirir un departamento, convocados normalmente en horas de cierre, con visitas a domicilio a retirar valores cuantiosos, lo que merece una explicación de su parte. 6) Solamente desde la perspectiva de una ventaja irregular que los demandantes pretendían obtener de su relación con el Pilotero Rubilar puede explicarse la absoluta desidia con la que procedieron. Lo irregular de la acción de los demandantes estuvo constituida por la complicidad que negligentemente creyeron diseñar con el Pilotero Rubilar, para de ese modo urdir la maniobra de ser falsamente presentados como familiares suyos, lo que en su precario entender les permitiría acceder a un falso descuento en el precio del departamento. En efecto, queda establecido con la leyenda del recibo entregado por Rubilar el día 03 de noviembre de 2011 en el que se consignó un denominado “código 107 (Familia Funcionario)”, que los demandantes y Rubilar, desarrollaron una relación de amistad y connivencia, urdiendo de ese modo una maniobra creyendo los demandantes obtener una inexistente rebaja de un 25% en el precio de venta del departamento. Ante esas intenciones de los demandantes en la que procuraban obtener jugosos descuentos presumiendo la ingenuidad de Rubilar ¿qué acciones eran exigibles desplegar a la organización, destinada a impedir la relación casi clandestina que ellos desarrollaron con esos propósitos? III. SOBRE LA RESPONSABILIDAD POR EL HECHO AJENO QUE SE DEMANDA EN SUBSIDIO. Subsidiariamente y para el caso de desecharse la responsabilidad por el hecho propio de la empresa por su negligencia o culpa empresarial, se demanda la responsabilidad por la conducta ilícita del Pilotero Rubilar, de conformidad con las disposiciones de los artículos 2320 y 2322 del Código Civil. No obstante, debemos precisar que en dichas disposiciones se establecen las presunciones de culpa por el hecho ajeno, que unánimemente la doctrina afirma son a la vez, una responsabilidad por el hecho propio configurada por la falta de cuidado en la custodia de la persona sometida a su control14 - 15 . Por su parte Alesandri afirma que “es incorrecto hablar de responsabilidad por el hecho ajeno. El que Barros Bourie, Enrique, “Tratado de la Responsabilidad Extracontractual”, Edit. Jdca. De Chile; 1era Edic. 2007. p. 173 y sgts. 15 Rodríguez Grez, Pablo, “Responsabilidad Extracontractual”, Edit. Jdca. De Chile; 1era Edic. 2004. p. 213. 14 35 tiene bajo su cuidado o dependencia a una persona que causa un daño, no responde del hecho de ésta, sino del suyo propio, cual es la falta de vigilancia que sobre ella debía ejercer...”16. Luego, ante esta rotunda aseveración de la doctrina, este capítulo de la demanda lo contestamos dando por íntegramente reproducidos las consideraciones de hecho y de derecho anteriormente expuestas. IV. EN SUBSIDIO: REDUCCIÓN DEL MONTO DE LA INDEMNIZACIÓN POR LA IMPRUDENTE EXPOSICIÓN AL DAÑO. En subsidio de las alegaciones precedentes que tienen la potencialidad de exonerar totalmente de responsabilidad a la empresa y conducir al rechazo de la demanda, en el caso improbable que esas alegaciones fueren desestimadas, solicito a S.S. que en mérito de lo dispuesto en el artículo 2330 del Código Civil, proceda a la reducción del monto de la indemnización al configurarse en todo caso una imprudente exposición al daño por parte de los demandantes. Los fundamentos de hecho y de derecho de esta solicitud son los mismos expuestos a propósito de las alegaciones precedentes en que se pide la exoneración total de responsabilidad de la demandada al haber existido una acción extraordinariamente imprudente de los demandantes que produjo el daño cuyo resarcimiento erróneamente piden. 1) Sobre el daño emergente. Desde luego rechazamos que la demandante Sra. González haya entregado la exorbitante cantidad de $ 20.300.000 en dinero efectivo al Pilotero Rubilar como afirma la demanda. Luego, la rebaja en el monto de la indemnización, que en esta hipótesis pedimos, deberá ser concedida a partir únicamente de la suma de $ 29.889.038., que es la cantidad que los demandantes realmente habrían entregado al Pilotero Rubilar con cheques girados a su nombre. 2) Sobre el daño moral. Es evidente que los demandantes esta aspiración resarcitoria intentan lucrar con la situación acontecida. No existe mérito ni razón alguna para aspirar a obtener, para cada uno, la suma de $ 40.000.000, como alegremente piden por este concepto. Esta desmedida petición sólo tiene por fundamento la aspiración de un indebido enriquecimiento, lo que deberá ser rechazado por el Tribunal. Alessandri Rodríguez, Arturo; “De la Responsabilidad Extracontractual en el Derecho Civil Chileno”, Edit. Jdca. De Chile; 1era Edic. 2005. p. 221. 16 36 Por su parte, aún invocando la jurisprudencia superior de acuerdo a la cual la determinación del daño moral es objeto de una estimación prudencial y subjetiva, pudiendo fundarse en cualquier apreciación de hecho que los jueces de la instancia estimen relevante, en todo caso, en esta hipótesis subsidiaria, las sumas demandadas por este concepto deberán ser rechazadas. Adicionalmente, establecido el quantum de la reparación por este concepto, en esta hipótesis subsidiaria, todavía deberá ser sometido a la operación de rebajarla toda vez que también en la determinación de los daños morales debe tomarse en consideración el hecho de la víctima que se expuso imprudentemente al daño parra reducir el monto de lo fijado en este capítulo, conforme lo dispone el artículo 2330 del CC.17 V. EN SUBSIDIO: RECHAZADAS PARA LAS EL CASO ALEGACIONES DE SER SOBRE EXONERACIÓN DE RESPONSABILIDAD TOTAL Y PARCIAL INVOCADAS. En subsidio de las alegaciones precedentes, en el evento que todas ellas fueren desestimadas, solicito a S.S. se proceda a determinar el monto de las indemnizaciones de acuerdo estrictamente con el mérito del proceso y de modo prudencial. 1) Sobre el daño emergente. Reiteramos lo expuesto en el capítulo precedente en el sentido que en ningún caso es aceptable que la demandante, Sra. González, haya entregado la exorbitante cantidad de $ 20.300.000 en dinero efectivo al Pilotero Rubilar como afirma la demanda. Luego, en esta hipótesis de rechazo de nuestra defensa, únicamente podrá ser considerada la suma de $ 29.889.038., como la que los demandantes realmente habrían entregado al Pilotero Rubilar con cheques girados a su nombre. 2) Sobre el daño moral. Reiteramos lo expuesto en el párrafo anterior en cuanto al lucro desmedido de los demandantes en esta aspiración reparatoria, por cuanto no existe razón alguna para reclamar, para cada uno, la suma de $ 40.000.000, como descuidadamente piden por este concepto. Esta desmedida petición sólo tiene por fundamento la aspiración de un indebido enriquecimiento, lo que deberá ser rechazado por el Tribunal. 17 Diez Schwerter, J. Luis; “El daño extracontractual en la Jurisprudencia”; Seminario de Titulación; p. 247. 37 Por su parte, aún invocando la jurisprudencia superior de acuerdo a la cual la determinación del daño moral es objeto de una estimación prudencial y subjetiva, pudiendo fundarse en cualquier apreciación de hecho que los jueces de la instancia estimen relevante, en todo caso, en esta hipótesis subsidiaria, las sumas demandadas por este concepto deberán ser rechazadas, lo que pedimos a S.S. POR TANTO, Con el mérito de los antecedentes de hecho y de derecho expuestos, disposiciones citadas y lo dispuesto en los arts. 2314 y siguientes del Código Civil y artículos 258 y 259 y 309 y siguientes del Código Procedimiento Civil, RUEGO A S.S.: Tener por contestada la demanda en juicio ordinario por responsabilidad extracontractual interpuesta por don Juan Carlos Beltrán Gacitúa y doña Yannet Ivón González Castro en contra de Inmobiliaria Socovesa Valdivia S.A., todos ya individualizados y, en definitiva, con su mérito y el de los antecedentes del juicio, rechazarla en todas sus partes, con costas. En subsidio, en el caso improbable que se rechazare la exoneración total de responsabilidad, atendido lo dispuesto en el artículo 2330 del Código Civil, y en mérito de los mismos antecedentes de hecho y derecho expuestos, solicito a S.S. reducir el monto de la indemnización al haber existido una gravísima y injustificable exposición imprudente al riesgo por parte de los demandantes. En subsidio, en el caso improbable que se rechazare la exoneración total y parcial de responsabilidad, dar lugar a las alegaciones opuestas sobre el monto de las indemnizaciones reclamadas. PRIMER OTROSÍ.- Ruego a S.S. tener por acompañada copia autorizada de la escritura pública en la que consta mi personería para representar a Inmobiliaria Socovesa Valdivia S.A., con citación. POR TANTO, RUEGO A S.S.: tenerla por acompañada, con citación. SEGUNDO OTROSÍ.- Ruego a S.S. tener presente que en mi calidad de Abogado habilitado para el ejercicio profesional, con el domicilio señalado en el cuerpo del escrito, patente profesional al día, asumo el patrocinio de la demandada en este juicio y actuaré en estos autos con las facultades conferidas por mi mandante. POR TANTO, RUEGO A S.S.: tenerlo presente. 38 39