Luis Echeverría Álvarez, la paradoja sexenal.

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Luis Echeverría Álvarez, la paradoja sexenal.
Fernando TERRAZAS
Instituto Internacional de Estudios Políticos Avanzados. Universidad Autónoma de
Guerrero. México.
@ [email protected]
RESUMEN: Luis Echeverría Álvarez, el presidente de México de 1970 a 1976 se puede definir con
una personalidad contradictoria ideológica y políticamente, opuesta a lo que se tenía que hacer.
La palabra paradoja se define como “Idea extraña u opuesta a la común opinión y al sentir de las
personas” (Diccionario de la lengua española). Desde la aplicación de sus políticas se vislumbraba
la paradoja sexenal: Decir algo mientras en la acción se realizaba lo contrario. Respaldado por la
mayoría absoluta del Poder Legislativo y por el poder autoritario que le otorgaba el ser presidente
de la República, Echeverría Álvarez se dedicó a cumplir las promesas de campaña que realizó en
cada plaza pública que pisó. Mediante un discurso retórico sedujo a la mayoría de los ciudadanos,
que aún indignados por lo ocurrido dos años antes en la plaza de las Tres Culturas cayeron ante la
elocuencia del candidato y futuro presidente omnipotente de México. La sociedad en ese
momento exigía castigo a los responsables de la matanza de Tlatelolco, mientras el nuevo
presidente se adheriría a esos reclamos, pacientemente, ya que antes lo había hecho en plena
campaña política, y posteriormente lo hizo desde el poder. El país no era solamente la voz del 68,
pero fue este el momento estratégico dentro de la vida política y social para marcar un deslinde de
la pasada administración sexenal y culpar de la mayoría de las decisiones políticas a los emisarios
del pasado, como define Enrique Krauze a los supuestos culpables de la debacle del país: fracaso
económico, fractura de la alianza gobierno-iniciativa privada, manejo a conveniencia de la prensa y
la guerrilla urbana y rural incrementando la presencia en la mayor parte de los estados. La historia
ha juzgado las decisiones de una paradoja sexenal. El intento de socialismo mexicano, inspirado en
el cardenismo post revolucionario, había fracasado ante las decisiones personales del presidente
autoritario.
Palabras clave: Autoritarismo, ideología, retórica, fracaso económico, reforma política, represión,
guerra sucia.
La política en México III: De 1940 a 1982.
Luis Echeverría Álvarez, la paradoja sexenal.
El burócrata.
Luis Echeverría desde el punto de vista burocrático fue el ejemplo a seguir dentro del desarrollo
jerárquico. De ser secretario particular de Rodolfo Sánchez Taboada, presidente del Partido
Revolucionario Institucional de 1946 a 1952, escaló las posiciones burocráticas, iniciando como
Oficial Mayor de la Secretaría de Educación Pública de 1954 a 1958 hasta Secretario de
Gobernación de 1964 a 1970. Una definición precisa lo describe como un personaje estrictamente
burocrático y sin relieve (Scherer, Monsiváis, 1999: 205).
“Sus cuatro antecesores en el sistema político (de Alemán a Díaz Ordaz) habían tenido experiencia
en uno o varios de los ámbitos siguientes: política local y estatal, poder legislativo estatal y federal,
poder judicial, puestos académicos, práctica profesional del derecho, negocios, oratoria, política
estudiantil y hasta práctica militar. Aquel hombre de pequeños ojos inquisitivos, orientales, a
quien aplaudían los campesinos en Momax, desconocía todos esos ámbitos pero era un experto
consumado en el propio, la política <<maniobrera>>” (Krauze, 1997: 402).
La candidatura presidencial y la transformación.
En 1970 se postularon dos candidatos para la presidencia, obteniendo los siguientes resultados:
Luis Echeverría Álvarez del Partido Revolucionario Institucional, Partido Popular Socialista, Partido
Autentico de la Revolución Mexicana con 12, 600,434 votos, 85.93% del total de sufragios y Efraín
González Morfín del Partido Acción Nacional, con 1, 945,070 votos, 13.98% del total de sufragios.
Se definió como como cardenista.1 “Desde un principio, Echeverría se propuso introducir un
cambio radical en el rumbo en el rumbo histórico del país. Nuevo Cárdenas, volvería a los orígenes
nacionalistas, campesinos, justicieros, de la Revolución (los suyos propios en su juventud); pero al
mismo tiempo les infundiría un nuevo contenido ideológico que desde los años sesenta habían
formulado sus coetáneos intelectuales de izquierda” (Krauze, 1997: 403).
Su programa económico estaba basado en la teoría de la dependencia, la cual desarrollaba la
aplicación de una política comercial proteccionista y de sustitución de importaciones, y una
sobrevaluación de la moneda de los países latinoamericanos para abaratar sus importaciones de
tecnología.2
1
El México post revolucionario con el de 1970 distanció notablemente el “cardenismo” que el presidente
Echeverría pregonaba. Existe algunas coincidencias en la política económica, las cuales eran decisiones
radicales pero efectivas en el cardenismo, contrarias a las decisiones económicas de Echeverría.
2
Pablo González Casanova en el libro que coordina “El Estado en América Latina: teoría y práctica”
menciona que en los escritos revolucionarios de los sesenta, durante el auge de la “teoría de la
dependencia”, se expresa directa o indirectamente una crítica de la pretensión de construir un EstadoNación desde posiciones nacionalistas, populistas o socialdemócratas, que los “dependentistas” también
criticaban. El texto narra una predicción afirmativa de lo ocurrido durante el periodo 1970-1976.
1
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La seducción revolucionaria.
“Con los maestros universitarios pertenecientes a su propia generación, la operación integradora
resultó sencilla. Muchos de ellos –Horacio Flores de la Peña, Porfirio Muñoz Ledo, Víctor Flores
Olea, Enrique González Pedrero, entre varios otros- se incorporarían al gabinete de Echeverría u
ocuparían puestos importantes en empresas y organismos del sector público” (Krauze, 1997: 404).
Con los intelectuales también tuvo acercamientos y nombramientos dentro del gabinete. A Pablo
González Casanova lo nombró sucesor de Barros Sierra en la UNAM; mientras que Carlos Fuentes
se convirtió en uno de sus más férreos defensores, a tal grado que definió el gobierno de Luis
Echeverría como el socialismo mexicano.
Como candidato a presidente de la República pidió un minuto de silencio por los estudiantes
asesinados el dos de octubre de 1968, suceso ocurrido cuando el fungía como Secretario de
Gobernación. Era una estrategia “maniobrera” para comenzar a seducir a los estudiantes que
sobrevivieron a la masacre. Buscó la reconciliación con los jóvenes universitarios. Si la estrategia
no tenía el éxito esperado había más opciones y elementos que pudieran convencer a una
generación espontánea, pero que estaba en pleno desarrollo de vida y necesitaba un ingreso
seguro para un futuro que los estaba cercando a decisiones difíciles, pero seductoras. Predicar
desde el aula las ideas revolucionarias, profesores universitarios socialistas; puestos públicos
donde tuvieran contacto con los sectores sociales que años atrás fueron desplazados y reprimidos;
creación de universidades e institutos técnicos para equilibrar la demanda con la oferta laboral de
los jóvenes recién egresados de universidades públicas, principalmente.
Los combativos líderes ferrocarrileros Demetrio Vallejo y Valentín Campa, enviados a prisión
durante el gobierno de Adolfo López Mateos, fueron puestos en libertad por el presidente Luis
Echeverría por amnistía política. Una estrategia calculada para generar una admiración hacia el
presidente y su carácter conciliador. “Ya sea con las mujeres, los reyes o el pueblo, el que quiera
reinar debe gustar” (Delporte, 2011).3
3
Luis Echeverría era un seductor político. El libro “Une histoire de la séduction politique” de Christian
Delporte menciona que un político, ya sea con las mujeres, los reyes o el pueblo, el que quiera reinar debe
gustar”. Utilizó todo tipo de maniobras políticas para lograr la aceptación de los jóvenes del 68, de los
intelectuales y hasta de los lideres sindicales que habían sufrido personalmente la represión del gobierno
años atrás.
2
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El fracaso económico.
Tres elementos tuvieron un protagonismo importante para el fracaso económico del cardenista,
nacionalista, socialista, retorico revolucionario y seductor político.
1. Fracaso de la reforma fiscal (1970 y 1972): “El gobierno intentó reformar la hacienda
pública en dos momentos distintos, en diciembre de 1970, apenas a unos días de iniciado
el sexenio de Echeverría, funcionarios del gobierno propusieron gravámenes a bienes
suntuarios o de lujo; luego en 1972, se planteó en la prensa y en reuniones con
empresarios la acumulación de los ingreso, la desaparición del anonimato de las acciones y
de ciertos títulos, la ampliación de la base gravable y el aumento de la tasa en el impuesto
sobre la renta” (Velázquez, et al., 2010: 728)
2. Exceso de oferta laboral en el sector público: De 1970 a 1976 se dio un incremento anual
de la tasa de empleo de 28%. En 1970 había 600,000 empleados, mientras que en 1976 ya
eran 2.2 millones de personas en el sector público. Exceso de empresas estatales sin una
función estratégica.: ascendieron de 86 a 740 en el sexenio.
3. Populismo y crecimiento demográfico: Cumplimiento de las promesas de campaña
acrecentó el gasto público, situación que el presidente tomaba como una medida para
incentivar la economía mexicana, basado siempre en la Teoría de la Dependencia. La obra
pública como eje de crecimiento, pero afectando la reducida recaudación fiscal.
Crecimiento poblacional, en consecuencia: más escuelas, hospitales, educación, salud.
Creación de programas de desarrollo destinados al fracaso. Desarrollo regional
desequilibrado. Distribución inequitativa del ingreso.
Indicadores económicos de 1971 a 1976.
25%
20%
Incremento porcentual del
PIB
Porcentaje del 15%
Producto Interno
10%
Bruto.
Inflación
5%
Déficit presupuestal (en %
del PIB)
0%
1971 1972 1973 1974 1975 1976
Fuente: INEGI.
3
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Tipo de cambio del peso ante el dólar.
$22.00
$12.50
$12.50
1971
1972
$12.50
$12.50
$12.50
1973
1974
1975
1976
Fuente: Banco de México
Incremento de la deuda pública externa durante el sexenio.
$30,000.00
Millones de $20,000.00
dolares $10,000.00
4,546.00
5,064.00
7,071.00 9,975.00
1972
1973
14,449.00
19,602.00
$0.00
1971
1974
1975
1976
Fuente: Nacional Financiera
Descripción de los indicadores.
A pesar de que hubo un crecimiento económico durante el periodo 1970-1976, siempre mantuvo
una tendencia decreciente. Por una parte se utilizaba el limitado gasto público para el
financiamiento del desarrollo del país en todos los sectores a costa del uso indiscriminado de
emisión de dinero, generando una elevada inflación. Cuando se llegaba al límite de emisión de
billetes, se recurría al endeudamiento externo como medida de rescate presupuestal, respaldado
por los créditos autorizados durante el desarrollo estabilizador. Se limitó a la producción nacional
y al bajo estímulo de inversión privada en los sectores económicos. Al final del sexenio se disparo
la estabilidad cambiaria peso dólar.
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La reforma política.
Algunos observadores han interpretado la reforma política como una integración de la oposición a
los cauces institucionales para que, con los límites expresos fijados constitucionalmente, los
partidos de oposición puedan conducir la inconformidad activa en los marcos del control político.
Sin embargo, otros observadores mas optimistas son de la opinión de que la ampliación en
número e influencia de la oposición plantea la disminución del poder del partido gubernamental y
del propio presidente de la República y que, paradójicamente, una forma de conservar el poder y
la autonomía relativa del Estado en su carácter cada vez menos peculiar, bonapartista sin
bonapartismo –ahora-, sería fortaleciendo y centralizando el Congreso, dándole una apariencia
plural aunque dominada, obviamente, por el partido del gobierno (Rodríguez, 1979: 50).
En un carácter simbólico para la democracia, se propone en 1971 una reforma política que
permitía la participación en el Congreso de la Unión de diputados de oposición, mediante la
reducción del porcentaje de votos para acceder al sistema de partidos por diputado, sin modificar
el viciado sistema electoral, en donde el gobierno era juez y parte de las elecciones. También se
dejaron a un lado reformas que darían registro oficial a nuevos partidos políticos. La recién
reforma política se caracterizó por estar bajo control gubernamental. El acceso a la representación
se planeo sin perder el riesgo del control gubernamental, pleno y autoritario del presidente.
Luis Echeverría dio vida artificial a los dos principales partidos de oposición que contaban con
registro oficial, El Partido Autentico de la Revolución Mexicana y el Partido Popular Socialista;
mientras el Partido Comunista continuaba formando cuadros políticos desde la clandestinidad e
ilegalidad gubernamental.4
Algunos de los puntos más relevantes de la reforma política fueron: Disminución de la votación
nacional para obtener un diputado de partido: pasó de 2.5% a 1.5%; número máximo de diputados
por organización minoritaria: aumentó de 20 a 25 diputados; se concedió espacio en radio y
televisión para los partidos en las campañas electorales; los candidatos a diputados federales
debían tener 25 años cumplidos al día de la elección y los candidatos a senadores 35, con la
reforma los primeros debían tener 20 y los segundos 30 años cumplidos al día de la elección. En
1973 se otorgaron nuevas prerrogativas a los partidos para recabar más recursos económicos y se
redujo el número de afiliados de 75, 000 a 65,000 en la República.
4
En una coincidencia política más del sistema político mexicano, ambos partidos denominados de oposición
apoyaron la candidatura a presidente de la República del impulsor de la reforma política, Luis Echeverría
Álvarez.
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Política Exterior .
El presidente Luis Echeverría prometió en campaña que se enfocaría a recorrer el país para lograr
el desarrollo anhelado en el campo y la urbanización de las ciudades de la provincia. Ajeno al
cumplimiento cabal de las promesas, cambio de dirección. Se dedicó a recorrer el mundo,
principalmente los países tercermundistas.
Brindo el respaldo total al gobierno socialista del presidente chileno Salvador Allende. Declaró non
gratos a cónsules soviéticos que según apoyaban a la guerrilla mexicana. Visito 32 países para
establecer vínculos con sus gobernantes. La mayoría de sus viajes era con el objetivo político de
apuntalar su candidatura a la Secretaria General de la ONU. Envió a su canciller para darle
“solución” al conflicto árabe-israelí y Buscaría el Premio Nobel de la Paz, mientras en México
iniciaba una guerra sucia contra la izquierda principalmente; en Japón buscaba gestionar la
apertura comercial de México y en México declaraba que el país era una economía nacionalista;
dicto una carta de los deberes y derechos económicos de los Estados, y en México la deuda
externa crecía año con año.
Guerra sucia.
El país vivía la “apertura democrática” decretada por el presidente de la República. Mientras, se
expandía las guerrillas urbanas y rurales en la mayoría de las regiones del país.
“El origen social de los insurrectos era variado. La guerrilla rural provenía de organizaciones
campesinas legales (Unión General de Obreros y Campesinos de México), partidos (Popular
Socialista o el Comunista), los maestros rurales (Arturo Gámiz y Pablo Gómez en Chihuahua y Lucio
Cabañas y Genaro Vázquez en Guerrero). En la guerrilla urbana su origen era más diverso:
estudiantes universitarios con experiencia en organizaciones radicales como la Juventud
Comunista o la Liga Espartaco; jóvenes universitarios educando en escuelas confesionales como la
de los jesuitas, o bien jóvenes de los barrios populares de las grandes ciudades, como el de San
Andrés en Guadalajara, algunos de los cuales participaron en la fundación de la Liga Comunista 23
de Septiembre. La represión del ejército y la policía política contra las diversas formas que adquirió
la guerrilla en México dejó una cuada de ilegalidades y violaciones de los derechos humanos:
desapariciones forzadas, torturas, asesinatos” (Velázquez, et al., 2010: 731).
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Masacre del 10 de junio de 1973 .
En una entrevista con la periodista Irma Rosa Martínez (El Universal, 21 de septiembre de 1998) y
retomada por Julio Scherer y Carlos Monsiváis en su libro “Parte de Guerra. Tlatelolco 1968.
Documentos del general Marcelino García Barragán. Los hechos y la historia”, el expresidente Luis
Echeverría declaró sobre la matanza del 2 de octubre de 1968: “Supongamos que existe la
amenaza de una revolución. Si se disponen a atacar el Palacio Nacional. ¿Qué se debe hacer? ¿Qué
debe hacer el Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas si hay otro Tlatelolco, que no es
deseable pero sí es posible, dada tanta injusticia, pobreza, y el acaparamiento del dinero en tan
pocas manos –o si hay otro Chiapas?- […] Chiapas podría repetirse. No es deseable, pero es
posible. ¿Y qué haría el Presidente con el ejército? ¿Mandarlo o retirarlo?
Existe una analogía entre la declaración del 21 de septiembre de 1998 y la masacre del 10 de junio
de 1971. Era el temor de una revolución. Un nuevo Tlatelolco, con más fuerza y apoyado ahora por
las fuerzas del pasado que hubieran querido desestabilizar el gobierno de Luis Echeverría. El
expresidente declaró que se evitó en el 68 una revolución. En 1971 él evitó una nueva revolución.
En 1971 a través de la infiltración de un grupo de choque denominado “Los Halcones” en una
marcha pacifica de estudiantes universitarios, que exigían justicia por lo ocurrido tres años antes y
además apoyaban el movimiento de los estudiantes neoleoneses, provocaron una de las masacres
estudiantiles más recordadas en la historia del país. Se calcula que hubo alrededor de 200
muertos, unos asesinados en la redada organizada por el grupo paramilitar auspiciado por el
gobierno, y los heridos rematados a sangre fría en los hospitales donde se recuperaban de las
heridas causadas por personas capacitadas para este tipo de escenas.
La seducción al sector universitario pasó a segundo plano después de esta acción violenta. Si el
presidente Luis Echeverría en un acto de campaña pidió un minuto de silencio por los asesinados
en la Plaza de las Tres Culturas ante una multitud de jóvenes reunidos, ya no podía hacer lo mismo
después del 10 de junio de 1971. A pesar de que hubo total libertad de expresión de los medios
sobre el evento ocurrido el Jueves de Corpus, se busco limpiar la imagen del gobierno federal
mediante la renuncia del Regente del Departamento del Distrito Federal, Alfonso Martínez
Domínguez, y el jefe de la Policía, Rogelio Flores Curiel, implicados directos en el caso.
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El México contemporáneo.
En 1973 se promulga la Ley General de Educación. Se editan los libros de Ciencias Naturales y
Sociales con un corte liberal, ya que se incluyeron nociones de educación sexual, y como reacción
se inició una campaña de la Iglesia y la Unión Nacional de Padres de Familia contra esta reforma
educativa. A principios de los setenta inician las clases en la recién inaugurada Universidad
Autónoma Metropolitana, al igual que cinco campus de la UNAM y se funda la Universidad
Pedagógica Nacional.
En 1972 el Estado adquiere el canal 13, que en ese momento se encontraba en quiebra. La compra
entró en la estrategia del gobierno para adquirir empresas privadas. Los estudios revelan
(Velázquez, et al., 2010: 717) que los jóvenes con televisión (más de tres millones de aparatos
receptores) prefieren el programa Disneylandia y la población apreciaba los comerciales de
automóviles, aunque no tuvieran la posibilidad de adquirir uno. En las noticias el conductor Jacobo
Zabludovsky encabeza las preferencias como conductor de noticias. Los intelectuales lamentan la
eficacia de la televisión comercial, cuya programación detestan, pero a los funcionarios les
interesa apropiarse de sus contenidos (Velázquez, et al., 2010: 731).
En los medios de comunicación, principalmente los escritos, se desata una critica por las medidas
populistas y demagógicas del presidente Echeverría. A Daniel Cosío Villegas lo trato de convencer
mediante reconocimientos públicos, ganados a pulso debido a su vasta obra literaria. Hasta su
muerte siempre fue leal a sus convicciones. Carlos Fuentes fue un férreo defensor de la política
echeverrista. En el país se vivía una libertad de expresión, a tal grado que se ejerció la crítica sin
limitaciones. Conforme transcurría la decadencia sexenal fue cambiando la idea de un México
democrático y de libre expresión. Mediante boicots y amenazas a los anunciantes del periódico
Excélsior y posteriormente con desalojos violentos de sus instalaciones fue mermada la idea de
que se podía escribir sin ser reprimido por el gobierno. Su ex director, Julio Scherer
posteriormente fundó el semanario Proceso.
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Comentario personal.
En el sexenio del presidente Luis Echeverría Álvarez se caracterizó la imposición personal ante las
decisiones propias de la vida política, económica, social, y en otros aspectos de un país. El
presidente “predicador” como bien lo tituló el historiador Enrique Krauze en su libro “La
presidencia imperial”, se basó en decisiones unilaterales, como lo hicieron la mayoría de los
presidentes que lo antecedieron, pero con la mala fortuna que acompañó a éste último. Precipitó
a México a un abismo económico por el impulso de la inversión pública sin medida ni planeación.
Sus ideales de justicia social no estaban muy alejados de la realidad que vivía la mayoría de la
población, sobre todo en las áreas rurales, pero la irresponsabilidad no compartida del modelo de
Desarrollo Compartido lo llevó a tomar el camino equivocado.
Luis Echeverría gobernó un México convulsionado socialmente, y acrecentó esa convulsión con
mano dura ante las manifestaciones de estudiantes o la exigencia de justicia social de las
guerrillas. Una paradoja se estaba formando las acciones de gobierno. Nacionalista y socialista
pero represor de la izquierda y los estudiantes.
Probablemente el sistema político mexicano lo cobijó y mantuvo en la cima del poder por la vaga
idea de perder fuerza electoral y ser castigado en las elecciones. Tuvieron que pasar 24 años para
que una hipótesis de este tipo fuera efectiva. El poder autoritario ejercido durante el sexenio de
Luis Echeverría posicionó al partido oficial dentro de la mente de los ciudadanos, que a pesar de
vivir una de las peores crisis económicas y sociales refrendó con su voto el apoyo ilimitado a los
que desde Plutarco Elías Calles gobernaban con mano firme.
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Bibliografía general.
Delporte, Christian, 2011. Une histoire de la séduction en politique. Paris: Editions Flammarion.
Fernández, Nuria, 1978. La reforma política: orígenes y limitaciones. [Versión electrónica] en
Cuadernos Políticos número 16, pp. 16-30.
González, Pablo, 1990. El Estado en América Latina: teoría y práctica. México, DF: Siglo XXI
Editores.
Krauze, Enrique, 2009. La presidencia imperial. Primera edición. México, DF: Tusquets Editores.
Ocampo, Rigoberto, 2001. El sistema político mexicano. El agotamiento de un modelo corporativo.
México, DF: Universidad Autónoma de Sinaloa, Publicaciones Cruz O; S.A.
Rodríguez, Octavio, 1989. La reforma política y los partidos en México. Duodécima edición.
México, DF: Siglo XXI Editores.
Scherer, Julio, y Monsiváis, Carlos, 1999. Parte de guerra. Tlatelolco 1968. Documentos del general
Marcelino García Barragán. Los hechos y la historia. Primera edición. México, DF: Aguilar, Altea,
Taurus, Alfaguara, S.A. de C.V.
Velázquez, Erik, et al., 2010. Nueva historia general de México. Primera edición. México, DF: El
Colegio de México.
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