BOSQUE VIEJO

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Bosque Viejo
BOSQUE VIEJO
Letterbox nocturno, por Nekán
Me encuentro rodeado por seis bolardos de metal.
A mi espalda, la ciudad, con sus luces, su “calor humano”, la seguridad
de la “tribu”.
Ante mí, la oscuridad, la incertidumbre, lo desconocido.
Pero el deseo de enfrentarme a lo que me espera es muy superior a mis
miedos.
Empiezo a andar por un camino de tierra con varios metros de anchura.
Hoy es “El Día”. ¿O debería decir “La Noche”?
Llevaba tiempo deseando, y temiendo, que llegara este momento y
tener que enfrentarme a este “recorrido iniciático”. Hoy, esta noche, se
pondrán a prueba muchas de mis capacidades, pero sobre todo mi
templanza y mis dotes de observación.
Si quiero mantenerme como parte del Gremio de Buscadores tengo,
como en tantas ocasiones, que llegar al destino propuesto y dejar
constancia de mi paso por allí. Y que los demás Buscadores lo sepan.
Además, cuentan que, quien consigue culminar el recorrido completo, y
puede contarlo después, fortalece su espíritu, fortalece su cuerpo y
fortalece su voluntad hasta tal extremo, que cualquier reto se vuelve
posible.
No en vano, hay que atravesar el temible “Bosque Viejo” o “Bosque de
las Brujas”, como lo nombran los más supersticiosos.
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El camino no será fácil. Soy consciente de que habrá dificultades,
sorpresas, encuentros inquietantes e incluso, si no pongo todos mis
sentidos de lo que estoy haciendo, puedo terminar magullado, mal herido o
algo peor…
Pero he desterrar esos pensamiento de mi cabeza, o bloquearán mis
sentidos.
A 150 pasos del inicio, el camino está cortado por una barrera para que
los vehículos no autorizados no puedan pasar, pero hay espacio más que de
sobra para los peatones.
El camino sigue ascendiendo con poca pendiente. Sobrepaso una gran
plataforma de hormigón, a mi izquierda. Se trata de un acceso a algún tipo
de canalizaciones subterráneas.
El camino ahora empieza a descender y un poco más adelante hay otro
camino de dimensiones parecidas que comienza a mi derecha. Pero yo no
me desvío.
Sigo avanzando todavía por el camino de tierra y cuando llevo 380
metros recorridos desde el inicio del camino, un poste de madera que hay
en el margen derecho del camino llama mi atención. No es el primero que
veo, pero hay está. Es la primera de las señales.
Cuentan macabras historias sobre estos postes que abundan, como
advertencias, por todo el bosque.
Empiezo a descender por el estrecho camino que desciende desde el
poste por la linde del Bosque Viejo, patrimonio exclusivo de “Ellas”. La
alineación de los árboles evidencia que se trata de un bosque que no ha
crecido de forma natural, que ha sido diseñado, manipulado y
reestructurado con fines que no alcanzo a entender. Quizás sea algún tipo
de laberinto: una trampa de la que no sea posible salir.
Voy pendiente del resbaladizo camino de tierra suelta que voy
siguiendo, cuando un repentino ruido que suena sobre mi cabeza hace que
mi corazón se desboque encabritado. Aunque me encojo instintivamente,
al levantar la vista adivino como unas aves emprenden el vuelo desde las
copas de los árboles que hay sobre mí. Falsa alarma. Parece que aún no
debo preocuparme por mi integridad.
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Presiento que tendré que adentrarme en la parte del bosque más
antigua, con pinos de mayor tamaño, más follaje y…, más oscuro.
La oscuridad me envuelve al adentrarme en la espesura del bosque y la
inquietud empieza a abrirse paso entre mis pensamientos.
Por suerte para mí, todavía no estoy lejos de las viviendas que lindan
con el bosque y eso me tranquiliza. Aunque ya apenas se perciben los
sonidos ahogados de los últimos vestigios de actividad. Casi todos
duermen.
Eso me hace preguntarme: ¿que hago yo aquí? ¡¡¡En este momento!!! ¿Por
qué accedí a pasar por este “rito de iniciación” a la Búsqueda Superior?
¿De verdad necesito demostrarme a mi mismo, y al resto del Gremio, que
puedo encontrar cualquier escondite que exista?
Cuando ya he descendido unos cuantos metros por el estrecho camino,
una señal en un árbol me indica que debo introducirme en el interior del
bosque. Me lo estaba temiendo. La piel de la nuca se me eriza cuando
abandono la engañosa seguridad del sendero.
Desde el resbaladizo sendero por el que voy bajando, al pasar junto al
árbol señalado, giro a la izquierda y enseguida me encuentro situado sobre
una ondulación del terreno que me permite andar con tanta comodidad
como si fuera un camino, avanzando entre dos hileras de árboles
perfectamente alineados.
Aunque cada vez me adentro más y más en el bosque, sigo encontrando
indicios de que voy por el camino correcto.
Cruzo un arroyo de lluvia seco en una zona despejada de árboles, pero
enseguida otra señal me hace adentrarme en el bosque de nuevo, al otro
lado del cauce seco.
Unas cuantas señales agrupadas en la misma zona me llevan hasta dos
rocas de un tamaño que las hace destacar en este entorno.
Seguro que aquí es donde esas viejas brujas se reúnen para hacer algún
tipo de rito macabro y extraer la energía de sus víctimas. ¿Acaso me
quieren aquí y ahora? ¿Por eso me han permitido adentrarme en su
bosque? Nervioso, muy nervioso, miro en todas las direcciones
rápidamente, esperando que en cualquier momento salten sobre mí desde
cualquier rincón.
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Puedo imaginarme la escena: yo, inmovilizado con magia sobre la roca
plana que hay delante de mí, con heridas sangrantes en muñecas y tobillos,
desde las que canalizan mi energía vital hasta su insaciable deseo de
acumular más y más poder.
Cuando alumbro con la linterna las copas de los árboles en busca de tan
maligna presencia, otra vez me encojo hasta casi acurrucarme en el suelo
por el ruido de pájaros de gran tamaño que emprenden el vuelo asustadas
por mi invasión de su espacio.
Poco a poco mis pensamientos, y mi pulso, van serenándose y
recuperando la normalidad. No hay rastro de brujas. Todavía.
CLAVE A = número de árboles que hay en la línea recta que une las
dos rocas.
He conseguido mi primer objetivo, pero esto no ha hecho más que
empezar. Todavía tengo que reunir todas las claves.
Cuando me siento en la piedra que está más abajo para anotar mi
primera pista, y dar un respiro a mis piernas para ver si dejan de temblar,
descubro en dirección Norte una nueva señal que me indica por donde
seguir mi camino, a darme cuenta de que aquí, parado en la oscuridad, sólo
estoy dando oportunidades a que las cosas empeoren.
Cuando alcanzo la nueva señal descubro un ancho camino por el que
asciendo cómodamente, agradeciendo que el bosque no cubra el cielo en
esta zona y me permita ver el cielo. Al menos hay algo más de luz que me
permite ver un poco más lejos, y eso me tranquiliza ya que reduce las
“sorpresas” que me puedo llevar, y la sensación de opresión va
disminuyendo. Encuentro otra señal que me confirma que sigo avanzando
justo por donde debo.
Un poco más arriba, el camino se une a otro camino que llega por la
derecha y en el vértice que forman los dos caminos encuentro unos postes
de madera clavados en el suelo.
De nuevo vienen a mi cabeza recuerdos de las historias que cuentan
sobre “Ellas”. De cómo, después de arrebatar hasta la última gota de
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energía vital, las malvadas brujas del bosque, ataban a este tipo de postes
los cuerpos inertes de sus víctimas para escarmiento de todos aquellos
que pudieran, ni tan siquiera imaginar, que podían desafiarlas,
precisamente a ellas.
CLAVE B = número de postes de madera que hay en la intersección
de los caminos.
Después de tomar debida nota de este nuevo dato, continúo subiendo
por la misma senda y constato algo que ya había percibido antes, pero que
me había empecinado en ignorar. El camino no deja de desprender
destellos que no presagian nada bueno: está impregnado de magia.
Quizás ese sea el motivo por el que noto mis sentidos embotados,
lentos en sus percepciones, provocando en mí reacciones
desproporcionadas ante cualquier pequeña señal de alerta.
La ascensión termina, momentáneamente, al llegar a otro camino mucho
más ancho. Dos columnas de hormigón marcan el final del camino por el
que he llegado hasta aquí. En ellas se pueden adivinar los símbolos que
marcan los lugares en los que las Brujas atan a sus víctimas para
castigarlas con azotes de magia y someterlas a torturas indescriptibles
hasta que accedían a someterse a sus exigencias.
Al otro lado del camino al que acabo de llegar veo que se inicia una
estrecha escalera. Para acceder a ella es necesario atravesar una
plataforma de hormigón en la que puedo ver unos orificios que atraviesan
longitudinalmente el interior de la plataforma.
CLAVE C = número de orificios que atraviesan longitudinalmente la
plataforma.
Sé que este puente levadizo que permite llegar hasta las escaleras
habitualmente está levantado. De esta forma las brujas impiden el acceso
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al corazón de sus dominios, que se encuentran en lo alto del cerro. Hoy,
sin embargo, podré cruzar hasta las escaleras, así que estoy de suerte.
¿O no es suerte? Puede ser que el acceso está abierto porque las
brujas no están aquí hoy. O quizás está abierto porque están esperándome
arriba, frotándose las manos por mi empecinada obstinación en culminar
este recorrido y por mi evidente falta de previsión.
La escalera esta hecha con escalones de madera, y aunque a lo largo de
la dura ascensión puedo ver que faltan algunos peldaños, voy contando el
número total de peldaños desde que empiezo a subir hasta que llego final
de la escalera, casi siempre con una barandilla, también de madera, a mi
derecha.
La escalera está inteligentemente diseñada con fines defensivos. Es
tan estrecha que sólo puede subir una persona. Y en el caso de tratarse
de un grupo, se verán obligados a subir en fila de a uno, con lo que no
pueden ofrecer resistencia a lo que arriba les esté esperando.
Eso sin contar lo extremadamente larga y empinada que es, lo cual hace
que al llegar arriba estés extenuado, sin fuerzas para nada más que para
dejarte caer al suelo.
CLAVE D:
Si la escalera tiene entre 150 y 200 peldaños la clave D = 4
Si la escalera tiene entre 200 y 250 peldaños la clave D = 6
Durante toda la ascensión los árboles me ocultan el paisaje tanto a la
diestra como a la siniestra, por lo que es una agradable sorpresa ver que
al final de la escalera, los árboles han quedado por debajo del nivel en el
que me encuentro, y puedo disfrutar de un magnífico paisaje nocturno en
el que la oscuridad del terreno queda salpicado por las luces de alumbrado
de las poblaciones cercanas.
Sobre todo es un alivio comprobar que no hay ninguna desagradable
sorpresa esperándome arriba, teniendo en cuenta que apenas me quedan
fuerzas para respirar. Me sería imposible huir, y mucho menos
defenderme de “Ellas”.
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Al final de escalera me dirijo a la IZQUIERDA, siguiendo la barandilla
de madera que dibuja el perfil de la elevación en la que me encuentro.
Avanzo disfrutando de las vistas, manteniendo la barandilla siempre al
alcance de mi mano izquierda y a los pocos metros encuentro un balcónmirador compuesto por una plataforma de madera que me permite sentir
que estoy flotando sobre las copas de los árboles que componen el bosque
que acabo de atravesar.
Más allá del bosque se adivinan los Cantiles de Rivas, bajo los cuales
discurre el río Jarama. También se pueden ver parte de los Humedales de
Velilla.
Seguro que aquí es desde donde las brujas otean el bosque en busca de
sus descuidas víctimas. ¿Me convertiré yo una de esas víctimas?
La barandilla de madera que rodea la plataforma esta compuesta por un
número de módulos idénticos. Cada uno de estos módulos está formado
por un mismo número de maderas. El número de módulos que rodean la
plataforma y el número de maderas que componen cada módulo coinciden.
CLAVE E = número de maderas que componen cada módulo de la
barandilla.
Aunque sé que mi camino sigue junto a la barandilla, no puedo
resistirme a la tentación de subir a echar un vistazo desde el mirador que
se ve más arriba y averiguar se alguien me está observando desde allí.
Cuando llego a lo más alto del cerro me sorprenden las vistas que hay de la
Gran Ciudad.
Tras deleitarme con el espectáculo de luz (algo borroso por la
polución), retorno al mirador de abajo, cerca de la larga y empinada
escalera, para continuar con lo que me ha traído hasta aquí.
Sigo recorriendo el camino paralelo al cortado, siempre con la
barandilla al alcance de mi mano izquierda, hasta que llego a un nuevo
mirador de madera algo más grande que el anterior. Aunque se trata del
mismo paisaje, las vistas son todavía más formidables desde aquí. La
plataforma de madera se proyecta hacia delante, dándome la sensación de
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que saldré volando sobre la oscuridad, cabalgando sobre la arboleda que
se extiende a mis pies.
¿Será desde aquí desde donde salen volando con sus escobas?
A mi espalda hay dos grupos de bancos de madera detrás del mirador.
CLAVE F = número de bancos del grupo más cercano al mirador.
Me tomo unos minutos para disfrutar de la tranquilidad de las alturas,
intentando identificar las poblaciones que se pueden ver desde aquí.
Observo también, en el cielo, un desfile de lucecitas en espaciada y lenta
procesión. Se trata de los aviones que se aproximan a un aeropuerto
cercano…
Y tras el merecido descanso continúo la trazada de la barandilla de
madera hasta que esta se acaba cerca del bosque, donde otra vez
encuentro una señal que me invita a adentrarme en su interior. Hay un
estrecho pero claro camino que discurre entre los árboles.
Cuando empiezo a andar por él, a unos 25 metros del primer árbol, en
una pequeño desnivel del terreno que hay a mi derecha, hay otra señal en
el suelo, a pocos metros del camino. Me acerco para ver de qué se trata.
CLAVE G
Si se trata de una piedra G = 8
Si es un árbol cortado G = 2
El camino sigue descendiendo suavemente entre los árboles.
Sin duda este el lugar ideal para que me tiendan una emboscada: lejos
de todo y además rodeado de un denso bosque que apagaría cualquier
sonido que se pudiera producir.
Eso sin contar que nadie se atrevería a entrar aquí por la noche.
Tengo que mantenerme muy alerta. Sé que, si consigo atravesar este
último tramo, lo habré conseguido.
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Pero no tengo que confiarme o podría echarlo todo a perder.
“Ellas” no quieren que lo consiga y harán lo posible para impedirlo.
Seguro que están al acecho, así que saco pecho y sigo adelante.
Continuamente, repentinos ruidos que llegan desde todas las
direcciones, me sobresaltan y empujan, intimidado, a aumentar la
velocidad de mi marcha, casi a correr.
En ocasiones se me pone toda la piel el cuerpo con carne de gallina al
notar como “algo” me acaricia la cabeza. Pero por suerte sólo son las
ramas más bajas de algunos árboles.
Cuando ya se adivina el final del bosque el camino se bifurca. Continúo
caminando por el ramal que se mantiene horizontal, sin descender.
Aunque son muchos los árboles que veo, cuento los que hay alineados
justo a la derecha del camino desde su bifurcación hasta salir del bosque.
CLAVE H = ¿Cuántos árboles hay a la derecha del camino desde su
bifurcación hasta salir del bosque?
¡¡¡¡¡ CONSEGUIDO!!!!!
He logrado salir del Bosque Viejo sin sufrir ningún percance.
¡Y lo que cuentan es cierto! Después de todo lo que he pasado esta
noche, es verdad que me siento más osado, más capaz de enfrentarme a lo
conocido y lo desconocido. Y que he crecido como Buscador.
Me merezco una recompensa.
Me lo he ganado.
He entrado en el bosque, lo he recorrido y he vuelto a salir de él.
¡Y sólo he gritado dos veces! Claro, con cada grito, Ellas me podrían
haber oído y así saber que estaba allí.
¡¡¡Ahora a buscar mi premio!!!
Reviso las claves que he recogido a lo largo de todo el recorrido.
A ver que puedo hacer con ellas.
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CLAVES:
A=
B=
C=
D=
E=
F=
G=
H=
A + B + C + D = 17
E + F + G + H = 23
A + C + E + G = 24
A, B, C y H son impares
El escondite está en:
N 40º 21.C(D-B-A)(G-A) W 003º 31.FHE
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