LA EXIGIBILIDAD DEL DERECHO AL AGUA Y AL SANEAMIENTO EL DERECHO HUMANO AL AGUA Y A LA SEGURIDAD JURIDICA EN EL SECTOR Y EN LOS CONSUMIDORES (caso Ter-Llobregat) Santiago Milans del Bosch y Jordán de Urries Lawyer Press, 19 de enero de 2015 SUMARIO 1.- INTRODUCCIÓN A. EL DERECHO HUMANO AL AGUA B. LA SEGURIDAD JURÍDICA Y ESTADO DE DERECHO D. LA NORMATIVA APLICABLE. RÉGIMEN JURIDICO DEL RECURSO ESPECIAL 2.- EL CASO TER-LLOBREGAT: CONCURSO PÚBLICO PARA LA GESTIÓN DEL SUMINISTRO DE AGUA EN ALTA DEL AREA METROPOLITANA DE BARCELONA 3.- LAS SENTENCIAS DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 23 DE OCTUBRE DE 2014 Y 5 DE NOVIEMBRE DE 2014 1 1.- INTRODUCCIÓN Derecho humano al agua Los derechos humanos son aquellas condiciones instrumentales que le permiten a la persona su realización como tal por el simple hecho de su condición humana, subsumiendo aquellas libertades, facultades, instituciones o reivindicaciones relativas a bienes primarios o básicos que garantizan una vida digna sin discriminación alguna. La propia Declaración Universal de los Derechos Humanos, de 10 de diciembre de 1948, adoptada y proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas, como los numerosos tratados internacionales sobre la materia, entre los que destacan la Convención Europea de Derechos Humanos de 1950, los Pactos Internacionales de Derechos Humanos de 1966 (Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales) han creado diversos dispositivos para su promoción y garantía. El acceso a agua potable es una condición previa fundamental para el goce de varios otros derechos humanos, como los derechos a la vida, la salud, la educación, la vivienda, el trabajo y la protección contra tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes. También es un elemento crucial para lograr la igualdad de género y erradicar la discriminación. Y puesto que el agua potable y el saneamiento son indispensables para la vida y la salud, y fundamentales para la dignidad de toda persona, es fácil advertir la corrección de considerar el acceso al agua potable y al saneamiento como integrantes del derecho humano al agua, lo que es especialmente importante destacar en la época actual, sumida en una situación de crisis cuyas causas básicas radican en la pobreza, las desigualdades y la disparidad en las relaciones de poder, viéndose agravadas por los retos sociales y ambientales, como la urbanización cada vez más rápida, el cambio climático, y la creciente contaminación y merma de los recursos hídricos. Ha sido así que para afrontar la crisis, la comunidad internacional ha tenido que cobrar conciencia de que el acceso al agua potable y al saneamiento debe encuadrarse en el marco de los derechos humanos. Ese acceso se menciona expresamente, por ejemplo, en la Convención sobre los Derechos del Niño, la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer y la Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad. 2 Aparte del reconocimiento como un derecho humano, los tratados internacionales y las normas internacionales de derechos humanos comprenden obligaciones específicas en relación con el acceso a agua potable. Esas obligaciones exigen a los Estados que garanticen a todas las personas el acceso a una cantidad suficiente de agua potable para el uso personal y doméstico, que comprende el consumo, el saneamiento, el lavado de ropa, la preparación de alimentos y la higiene personal y doméstica. También les exigen que aseguren progresivamente el acceso a servicios de saneamiento adecuados, como elemento fundamental de la dignidad humana y la vida privada, pero también que protejan la calidad de los suministros y los recursos de agua potable. Los hitos cronológicos más importantes en el reconocimiento de este derecho humano han sido los siguientes: En 2002, el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de las Naciones Unidas aprobó su Observación general Nº 15 sobre el derecho al agua, en la que este derecho se definió como el derecho de todos “a disponer de agua suficiente, salubre, aceptable, accesible y asequible para el uso personal y doméstico”. En la Observación general Nº 15 se señala que, si los servicios de abastecimiento de agua corren a cargo o están bajo el control de terceros, los Estados deben establecer un marco regulador eficaz que prevea una supervisión independiente, una auténtica participación pública y la imposición de multas por incumplimiento. En este deber de regular está implícito que el Estado debería establecer ese marco antes de delegar en otros el suministro de agua potable y los servicios de saneamiento. Cuatro años más tarde (2006), la Subcomisión de Promoción y Protección de los Derechos Humanos, de las Naciones Unidas, aprobó las directrices para la realización del derecho al agua potable y al saneamiento. El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) también ha subrayado que el punto de partida y el principio unificador de la acción pública en relación con el agua y el saneamiento es el reconocimiento de que el derecho al agua es un derecho humano básico. En 2007, el alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH), a petición del Consejo de Derechos Humanos, llevó a cabo un estudio sobre el alcance y el contenido de las obligaciones pertinentes en materia de derechos humanos relacionadas con el acceso equitativo al agua potable y el saneamiento. En él se concluyó que había 3 llegado el momento de considerar el acceso al agua potable y al saneamiento como un derecho humano. En 2008, el Consejo de Derechos Humanos creó el mandato del “Experto independiente sobre la cuestión de las obligaciones de derechos humanos relacionadas con el acceso al agua potable y el saneamiento” para esclarecer el contenido y alcance de esas obligaciones. El 28 de julio de 2010, a través de la Resolución 64/292, la Asamblea General de las Naciones Unidas reconoció explícitamente el derecho humano al agua y al saneamiento, reafirmando que un agua potable limpia y el saneamiento son esenciales para la realización de todos los derechos humanos. La Resolución exhorta a los Estados y organizaciones internacionales a proporcionar recursos financieros, a propiciar la capacitación y la transferencia de tecnología para ayudar a los países, en particular a los países en vías de desarrollo, a proporcionar un suministro de agua potable y saneamiento saludable, limpio, accesible y asequible para todos. La Resolución de la Asamblea General de Naciones Unidas 68/157, de 18 de diciembre de 2013, aprobada por consenso, y las sucesivas resoluciones adoptadas en el Consejo de Derechos Humanos han dado lugar a un amplio y fructífero proceso de desarrollo legislativo y modificaciones constitucionales en diversos países. Este proceso legislativo se ha visto acompañado en algunos casos por adaptaciones de la práctica administrativa y de gestión de los servicios de agua y saneamiento para garantizar el acceso y dar cumplimiento a las nuevas obligaciones que se derivan de la existencia del derecho. La seguridad jurídica y Estado de derecho Según el Diccionario Trivium, de Derecho y Economía, la seguridad jurídica es “la propia de un Estado de Derecho, que refleja la confianza en el orden jurídico de sus ciudadanos y que se ve frustrada cuando las normas son vagas, oscuras o contradictorias, o cuando reina la arbitrariedad”. Es decir, aparece aquí la arbitrariedad como contraria a la seguridad jurídica. 4 En nuestro ordenamiento, la Constitución Española se refiere a la seguridad jurídica al garantizar además del principio de legalidad, la jerarquía normativa, la publicidad de las normas, la irretroactividad de las disposiciones sancionad oras no favorables, la seguridad jurídica, la responsabilidad, y la interdicción de la arbitrariedad de los poderes públicos. El principio de seguridad jurídica es un principio del ius gentium, -derecho de gentes- que coincide con los derechos humanos, aunque no se confunden. Coinciden -en primer lugar- en que ambos son de alguna manera comunes a todos los hombres y mujeres, que por el mero hecho de su condición humana y de la organización social que le es propia tiene derecho a que se garantice la no arbitrariedad por parte del Estado en el reconocimiento y promoción de los derechos humanos. Las formalidades y procedimientos tienden a ser un ritual que vivifica el principio de seguridad jurídica, de manera que todos saben que, al obedecer ciertas prácticas formales comunes, se efectivizan las garantías del género humano. Las formalidades jurídicas no son en estricto sentido algo que riñe con la materia, sino todo lo contrario: la expresión jurídica de un contenido que se debe en justicia. No tendría razón de ser un contenido sustancial sin la existencia adecuada de una forma jurídica proporcionada a dicha pretensión. Materia y forma jurídicas, pues, son indisolubles, y constituye una impropiedad improvisar formas no adecuadas a la exigencia misma del contenido material. Es por ello que el debido proceso no viene a ser otra cosa que la forma debida en justicia a toda persona como garantía de la seguridad jurídica que merece. Uno de los principios formales de la seguridad jurídica es el referente a la determinación legal para todos los actos de las autoridades, así como el de un margen de indeterminación con respecto a los particulares. Así las autoridades sólo pueden hacen aquello que esté permitido por la ley -de manera que no pueden crear formas jurídicas-, al paso que los particulares pueden hacer todo aquello que no esté prohibido legalmente. La seguridad jurídica es, en suma, un presupuesto de la eficacia de los derechos. ¡Cuánto más de los derechos humanos! En España, el propio Título Preliminar de la Constitución –art. 9.3, antes citadorecoge la seguridad Juridica como una de las garantía que asume la Constitución, lo que entronca, en lo que aquí interesa, con el principio de legalidad y el sometimiento de todos los poderes públicos a la ley y al Derecho, siendo su actividad susceptible de control jurisdiccional por parte de los 5 tribunales de justicia -art. 106.1 CE-, a través de la jurisdicción contenciosoadministrativa. Normativa sectorial aplicable. Régimen jurídico del recurso especial El abastecimiento del agua es un problema universal. La adecuada gestión de este recurso básico forma parte de la mayoría de los objetivos del Milenio fijados por las Naciones Unidas. La optimización de los servicios relacionados con el ciclo integral del agua así como de los recursos destinados tanto al abastecimiento como al saneamiento aconsejan la colaboración público-privada a través de las formulas que cada país tenga legalmente previstas, que regulen la prestación de servicios públicos y la contratación con el sector publico compatible con el respeto al derecho humano al agua. En España el abastecimiento y distribución de agua potable se lleva a cabo a través de las siguientes categorías, en función de la modalidad de gestión del servicio: (i) Gestión Directa del Ayuntamiento o a través de un organismo autónomo local o una sociedad mercantil perteneciente en su integridad a un organismo público (municipal o supramunicipal); (ii) Gestión Indirecta a través de una Empresa Mixta; y (iii) Gestión Indirecta a través de Empresa Privada que habrá de contratar con la Administración tras un oportuno procedimiento administrativo que garantice el acierto y seguridad jurídica. En lo que respecta a la gestión indirecta, ésta se lleva a cabo con sometimiento a la normativa que regula la contratación pública, con las Administraciones públicas. En España estas normas son, básicamente, las contempladas en el texto refundido de la Ley de Contratos del Sector Público (LCSP)–aprobado por Real Decreto Legislativo 3/2011, de 14 de noviembre-, siendo de aplicación las normas dictadas en el seno de la Unión Europea, muy en particular, para el caso a que se refiere esta ponencia, la Directiva 2007/66/CE, del Parlamento europeo y del Consejo, de 11 de diciembre de 2007, por la que se modifican las Directivas 89/665/CEE y 92/13/CEE del Consejo en lo que respecta a la mejora de la eficacia de los procedimientos de recurso en materia de adjudicación de contratos públicos. El artículo 40 LCSP crea la figura del Recurso especial en materia de contratación, previo a la interposición del contencioso-administrativo, cuando se refieren a los actos relacionados, entre otros, con los contratos de obras, concesión de obras públicas, de suministro, de servicios, de colaboración entre el Sector Público y el Sector Privado y acuerdos marco, sujetos a regulación armonizada, y contratos de gestión de servicios públicos en determinado 6 presupuesto de gastos. Según dicho artículo 40 LCSP podrán ser objeto del recurso los siguientes actos: a) los anuncios de licitación, los pliegos y los documentos contractuales que establezcan las condiciones que deban regir la contratación; b) los actos de trámite adoptados en el procedimiento de adjudicación, siempre que éstos decidan directa o indirectamente sobre la adjudicación, determinen la imposibilidad de continuar el procedimiento o produzcan indefensión o perjuicio irreparable a derechos o intereses legítimos, considerándose actos de trámite que determinan la imposibilidad de continuar el procedimiento los actos de la Mesa de Contratación por los que se acuerde la exclusión de licitadores; y c) los acuerdos de adjudicación adoptados por los poderes adjudicadores. Los actos que se dicten en los procedimientos de adjudicación de contratos administrativos no susceptibles del recurso especial, podrán ser objeto de recurso de conformidad con lo dispuesto en la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común, y en la Ley 29/1998, de 13 de julio, Reguladora de la Jurisdicción contencioso-administrativa. De conformidad con el artículo 41 LCSP, el órgano competente para la resolución del recurso en el ámbito de la Administración General del Estado se encomienda a un órgano especializado que actuará con plena independencia funcional en el ejercicio de sus competencias de constitución colegiada (en el que podrán ser designados vocales de este Tribunal los funcionarios de carrera de cuerpos y escalas a los que se acceda con título de licenciado o de grado y que hayan desempeñado su actividad profesional por tiempo superior a quince años, preferentemente en el ámbito del Derecho Administrativo relacionado directamente con la contratación pública). Por lo que respecta al Presidente del Tribunal, éste deberá ser funcionario de carrera, de cuerpo o escala para cuyo acceso sea requisito necesario el título de licenciado o grado en Derecho y haber desempeñado su actividad profesional por tiempo superior a quince años, preferentemente en el ámbito del Derecho Administrativo relacionado directamente con la contratación pública, siendo la duración del nombramiento efectuado de conformidad con este apartado será de seis años y no podrá prorrogarse. Por lo que respecta al ámbito de las Comunidades Autónomas, la competencia para resolver los recursos será establecida por sus normas respectivas, debiendo crearse por éstas un órgano independiente cuyo titular, o en el caso de que fuera colegiado al menos su Presidente, ostente cualificaciones jurídicas y profesionales que garanticen un adecuado conocimiento de las materias de qu e deba conocer. El nombramiento de los miembros de esta instancia independiente 7 y la terminación de su mandato estarán sujetos en lo relativo a la autoridad responsable de su nombramiento, la duración de su mandato y su revocabilidad a condiciones que garanticen su independencia e inamovilidad. Las Comunidades Autónomas pueden, asimismo, atribuir la competencia para la resolución de los recursos al Tribunal especial creado para la Administración General del Estado, en el que se estipulen las condiciones en que la Comunidad sufragará los gastos derivados de esta asunción de competencias. En el ámbito de las Corporaciones Locales, la competencia para resolver los recursos será establecida por las normas de las Comunidades Autónomas cuando éstas tengan atribuida competencia normativa y de ejecución en materia de régimen local y contratación. En el supuesto de que no exista previsión expresa en la legislación autonómica, la competencia corresponderá al mismo órgano al que las Comunidades Autónomas en cuyo territorio se integran las Corporaciones Locales hayan atribuido la competencia para resolver los recursos de su ámbito. En Cataluña el recurso especial en materia de contratación a que venimos refiriéndonos fue creado por la disposición adicional cuarta de la Ley (Parlamento de Cataluña) 7/2011, de 27 de julio, de medidas fiscales y financieras, modificada por la Ley 5/2012, de 20 de marzo, para regular su estatuto personal. Se trata de un órgano administrativo “especializado que actúa con plena independencia funcional en el ejercicio de sus competencias” designado por el Departamento de la Presidencia de la Generalidad e inicialmente con carácter unipersonal (hoy se trata de un órgano colegiado). El procedimiento ante este órgano de recurso especial en materia de contratación viene regulado en la propia LCSP, destacando lo atinente a la solicitud de medidas provisionales dirigidas a corregir infracciones de procedimiento o impedir que se causen otros perjuicios a los intereses afectados, estando incluidas, entre ellas, las destinadas a suspender o a hacer que se suspenda el procedimiento de adjudicación del contrato en cuestión o la ejecución de cualquier decisión adoptada por los órganos de contratación. El órgano competente para resolver el recurso deberá adoptar su decisión en forma motivada sobre las medidas provisionales dentro de los cinco días hábiles siguientes a la presentación del escrito en que se soliciten. A estos efectos, el órgano decisorio, en el mismo día en que se reciba la petición de la medida provisional, comunicará la misma al órgano de contratación, que dispondrá de un plazo de dos días hábiles, para presentar las alegaciones que considere oportunas referidas a la adopción de las medidas solicitadas o a las propuestas 8 por el propio órgano decisorio. Si transcurrido este plazo no se formulasen alegaciones se continuará el procedimiento. Cuando de la adopción de las medidas provisionales puedan derivarse perjuicios de cualquier naturaleza, la resolución podrá imponer la constitución de caución o garantía suficiente para responder de ellos, sin que aquéllas produzcan efectos hasta que dicha caución o garantía sea constituida. La suspensión del procedimiento que pueda acordarse cautelarmente no afectará, en ningún caso, al plazo concedido para la presentación de ofertas o proposiciones por los interesados. Las medidas provisionales que se soliciten y acuerden con anterioridad a la presentación del recurso especial en materia de contratación decaerán una vez transcurra el plazo establecido para su interposición sin que el interesado lo haya deducido. El procedimiento de recurso se iniciará mediante escrito que deberá presentarse en el plazo de quince días hábiles contados a partir del siguiente a aquel en que se remita la notificación del acto impugnado, pero cuando el recurso se interponga contra el contenido de los pliegos y demás documentos contractu ales, el cómputo se iniciará a partir del día siguiente a aquel en que los mismos hayan sido recibidos o puestos a disposición de los licitadores o candidatos para su conocimiento; cuando se interponga contra actos de trámite adoptados en el procedimiento de adjudicación o contra un acto resultante de la aplicación del procedimiento negociado sin publicidad, el cómputo se iniciará a partir del día siguiente a aquel en que se haya tenido conocimiento de la posible infracción; y cuando se interponga contra el anuncio de licitación, el plazo comenzará a contarse a partir del día siguiente al de publicación. Prevé la LCSP que una vez interpuesto el recurso, si el acto recurrido es el de adjudicación, quedará en suspenso la tramitación del expediente de contratación. Interpuesto el recurso, el órgano encargado de resolverlo lo notificará en el mismo día al órgano de contratación con remisión de la copia del escrito de interposición y reclamará el expediente de contratación a la entidad, órgano o servicio que lo hubiese tramitado, quien deberá remitirlo dentro de los dos días hábiles siguientes acompañado del correspondiente informe. Si el recurso se hubiera interpuesto ante el órgano de contratación autor del acto impugnado, éste deberá remitirlo al órgano encargado de resolverlo dentro de los dos días hábiles siguientes a su recepción acompañado del expediente administrativo y del informe a que se refiere el párrafo anterior. 9 Dentro de los cinco días hábiles siguientes a la interposición del recurso, dará traslado del mismo a los restantes interesados, concediéndoles un plazo de cinco días hábiles para formular alegaciones, y, de forma simultánea a este trámite, decidirá, en el plazo de cinco días hábiles, acerca de las medidas cautelares si se hubiese solicitado la adopción de alguna en el escrito de interposición del recurso. Asimismo en este plazo, resolverá, en su caso, sobre si procede o no el mantenimiento de la suspensión automática prevista en el artículo 45, entendiéndose vigente ésta en tanto no se dicte resolución expresa acordando el levantamiento. Prevé la LCSP que el órgano competente para la resolución del recurso deberá, en todo caso, garantizar la confidencialidad y el derecho a la protección de los secretos comerciales en relación con la información contenida en el expediente de contratación, sin perjuicio de que pueda conocer y tomar en consideración dicha información a la hora de resolver. Una vez recibidas las alegaciones de los interesados, o transcurrido el plazo señalado para su formulación, y el de la prueba, en su caso, el órgano competente deberá resolver el recurso dentro de los cinco días hábiles siguientes, notificándose a continuación la resolución a todos los interesados. La resolución del recurso estimará en todo o en parte o desestimará las pretensiones formuladas o declarará su inadmisión, decidiendo motivadamente cuantas cuestiones se hubiesen planteado. En todo caso, la resolución será congruente con la petición y, de ser procedente, se pronunciará sobre la anulación de las decisiones ilegales adoptadas durante el procedimiento de adjudicación, incluyendo la supresión de las características técnicas, económicas o financieras discriminatorias contenidas en el anuncio de licitación, anuncio indicativo, pliegos, condiciones reguladoras del contrato o cualquier otro documento relacionado con la licitación o adjudicación, así como, si procede, sobre la retroacción de actuaciones. Asimismo, a solicitud del interesado y si procede, podrá imponerse a la entidad contratante la obligación de indemnizar a la persona interesada por los daños y perjuicios que le haya podido ocasionar la infracción legal que hubiese dado lugar al recurso. La resolución deberá acordar, también, el levantamiento de la suspensión del acto de adjudicación si en el momento de dictarla continuase suspendido, así como de las restantes medidas cautelares que se hubieran acordado y la 10 devolución de las garantías cuya constitución se hubiera exigido para la efectividad de las mismas, si procediera. La indemnización deberá resarcir al reclamante cuando menos de los gastos ocasionados por la preparación de la oferta o la participación en el procedimiento de contratación. En caso de que el órgano competente aprecie temeridad o mala fe en la interposición del recurso o en la solicitud de medidas cautelares, podrá acordar la imposición de una multa al responsable de la misma. Dice el artículo 49 LCSP que contra la resolución dictada en este procedimiento sólo cabrá la interposición de recurso contencioso-administrativo regulado en la Ley 29/1998, de 13 de julio, Reguladora de la Jurisdicción ContenciosoAdministrativa, de conformidad con el ya citado artículo 106.1 CE y en la Ley Orgánica del Poder Judicial. 2.- EL CASO TER-LLOBREGAT: CONCURSO PÚBLICO PARA LA GESTIÓN DEL SUMINISTRO DE AGUA EN ALTA DEL AREA METROPOLITANA DE BARCELONA El Area metropolitana de Barcelona está integrada por la ciudad de Barcelona y otros municipios, englobando más de 3 millones de habitantes. La red de distribución de Agua para el Area metropolitana de Barcelona es la conocida como “Ter-Llobregat”, que recibe el agua de los dos ríos de los que toma el nombre: el Llobregat y el Ter. También se capta agua de la desalinizadora de la cuenca del Llobregat y de la cuenca de la Tordera. Una vez potabilizada el agua se almacena en los depósitos generales para ser distribuida, a través de la red, hasta los puntos de entrega de los municipios que forman parte del abastecimiento de la red. Con base en la Ley del Parlamento de Cataluña 10/2011, de 29 de diciembre, cuya Disposición Adicional primera regula la “Prestación indirecta del servicio de abastecimiento mediante la red de abastecimiento Ter-Llobregat”, el Departamento de Territorio y Sostenibilidad convocó licitación de un contrato de gestión de servicio público, en régimen de concesión, para la construcción, mejora, gestión y explotación de las instalaciones que constituyen la red de abastecimiento Ter-Llobregat. Pues bien, el pasado 14 de febrero de 2012 el Gobierno de la Generalidad de Cataluña anunció (con publicación en el Diario Oficial de la Generalidad de Cataluña) la referida licitación pública del contrato de gestión del servicio de 11 suministro de agua en alta Ter-Llobregat. La publicación de la licitación hacía referencia a la documentación administrativa existente, entre otras, el Pliego de clausulas administrativas particulares y al de condiciones técnicas, todo ello en referencia al contrato de servicios de gestión y prestación de servicios públicos, en régimen de concesión, todo ello para, como se ha dicho, la construcción, mejoras, gestión y explotación de las instalaciones que cnsitutyen la red de abastecimiento Ter-Llobregat, que comprenden el tratamiento, el almacenamiento y el transporte de agua. A dicha licitación concurrieron dos importantes agrupaciones empresariales: (i) la encabezada por la SOCIEDAD GENERAL DE AGUAS DE BARCELONA (SGAB) y (ii) la encabezada por el grupo ACCIONA AGUA, S.A. (ACCIONA) y el grupo BTG PACTUAL (BTG), de la que forma parte la empresa AIGÜES DE CATALUNYA LTD. (ACL). Tras la presentación de las ofertas y su valoración por los órganos técnicos y la mesa de contratación, el órgano de contratación (el Departamento de Territorio y Sostenibilidad de la Generalidad de Cataluña) dictó un acuerdo en fecha 6 de noviembre de 2012 adjudicando el contrato de gestión del servicio de suministro de agua en alta Ter-Llobregat a favor de la agrupación encabezada por ACCIONA y BTG. Esta adjudicación fue recurrida por quien no salió elegida, que creyó tener mejor oferta que su competidora: la SGAB (23 de noviembre de 2012); y lo hizo ante el órgano de recurso especial en materia de contratación creado por la Administración catalana en cumplimiento de lo recogido en la mentada Directiva 2007/2006/CE, del Parlamento Europeo, tal y como recoge la Ley de Contratos del Sector Público. Este recurso de la SGAB ante el OARCC se comunicó por parte de la recurrente a la Generalidad de Cataluña a fin de que se suspendiera el procedimiento y que no se formalizara el contrato hasta que no se resolviera el recurso –lo que así solicitó formalmente-. Conforme a la regulación específica –art. 45 LCSP-, mentada en el epígrafe anterior, como consecuencia de la referida interposición de recurso se produjo la suspensión automática y, consecuentemente, la paralización de la formalización del contrato, que fue alzada por el OARCC el 30 de noviembre de 2012. Antes de que se resolviera por el OARCC, órgano de carácter imparcial previsto en la Ley (Cat) 7/2011, de 27 de julio y en la LCSP, que proviene de su determinación en la Directiva 2007/66/CE, el recurso interpuesto por la SGAB, el 12 órgano de contratación (Departamento de Territorio y Sostenibilidad de la Generalidad de Cataluña) formalizó el contrato con ACCIONA-BGT PACTUAL el 27 de diciembre de 2012, procediendo la adjudicataria a prestar el servicio el mismo 1 de enero de 2013 (un día antes de que se resolviera el recurso que pendía ante el OARCC). El OARCC resolvió el recurso especial interpuesto por la SGAB contra el acuerdo en fecha 6 de noviembre de 2012 de adjudicación del contrato de gestión del servicio de suministro de agua en alta Ter-Llobregat el 2 de enero de 2013 en sentido estimatorio, excluyendo a ACCIONA-BGT del procedimiento en base a que la puntuación de cero puntos otorgado por el órgano de contratación al “programa de ejecución de Obras” (aspecto al que se le podría atribuir hasta cuatro puntos) debería comportar la exclusión del procedimiento so pena de vulnerar los principios de igualdad, no discriminación y competencia. Pero como se ha expuesto, antes de resolver el OARCC –justo un día antes- se formalizó por la Generalidad de Cataluña el contrato de gestión de servicio público para el abastecimiebnto de agua licitado con la agrupación empresarial excluida al día siguiente. Dicha resolución del OARCC fue, igualmente, recurrida jurisdiccionalmente ante la Sala de lo Contencioso-administrativo de Cataluña por la propia Generalidad de Cataluña así como por las entidades ACL, ACCIONA y ATLL, concesionaria de la Generalidad, recayendo por razón de distribución de competencias entre las cinco secciones que integra dicha Sala, en la Sección Quinta. La Sección Quinta de la Sala de lo Contencioso-administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, una vez admitido a trámite el recurso contencioso-administrativo contra la resolución del OARCC, abrió la correspondiente pieza separada de medidas cautelares, toda vez que por la recurrente –ahora referido a ACL- se solicitó la suspensión de la ejecutividad de la referida resolución. En la citada pieza separada, una vez sustanciada la misma, se dictó un auto de fecha 26 de marzo de 2013 (por unanimidad de los magistrados integrantes de la Sala), confirmado por otro posterior de fecha 19 de julio de 2013 (con un voto particular) por el que se acordaba no haber lugar a la suspensión reclamada. Efectivamente, el auto de 26 de marzo de 2013 denegó la medida cautelar de suspensión de la ejecutividad de la resolución de 2 de enero de 2013 del OARCC. Ambos autos fueron recurridos en casación ante la Sala Tercera del Tribunal Supremo. 13 3.- LAS SENTENCIAS DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 23 DE OCTUBRE Y 5 DE NOVIEMBRE DE 2014 Conforme a las normas de reparto, ambos recursos de casación contra los autos dictados por el TSJ de Cataluña en la pieza de medidas cautelares, se remitieron a la Sección 7ª de la Sala Tercera del Tribunal Supremo, el cual ha dictado recientemente las dos sentencias que ahora son objeto de exposición. La primera es de fecha 23 de octubre de 2014 y la segunda de 5 de noviembre de 2014. Vamos a referiros a las mismas conjuntamente, pues tratan sobre la misma impugnación, pero por recurrentes distintos (una empresa del grupo adjudicatario que suscribió el contrato y la propia administración de la Generalidad, respectivamente). El recurso de casación promovido por ACL (empresa integrante del grupo ACCIONA-BTG) contra los autos de 26 de marzo de 2013 y 19 de julio de 2013 dictados por el TSJ de Cataluña, por los que, en definitiva, se acordaba no haber lugar a la suspensión de la ejecutividad de lo resuelto por el OARCC el 2 de enero de 2013 al resolver el recurso interpuesto por SGAB contra el acuerdo del Departamento de Territorio y Sostenibilidad de la Generalidad de Cataluña de 6 de noviembre de 2012, de adjudicación de contrato de gestión de servicio de suministro de agua en alta Ter-Llobregat, fue resuelto, como se ha dicho, por la sentencia de fecha 23 de octubre de 2014, que lo desestima. En esta sentencia, el Tribunal Supremo insiste, luego de exponer las solicitudes de las partes, en la envergadura de lo sometido a su jurisdicción que, en lo que se refiriere a la seguridad jurídica, que da título a esta ponencia, dice que “los prestadores internacionales [de financiación] requieren seguridad par comprometer mil millones de euros y la posibilidad de que la operación sea revocada judicialmente... además de la posible afectación a los consumidores…” El alto tribunal se refiere a la “singularidad de la controversia” y a ella dedica el fundamento jurídico sexto, que por su interés se transcribe “SEXTO.- La singularidad de la controversia. No hay duda de que la controversia suscitada por el presente recurso de la casación tiene características singulares. En efecto, versa sobre la adjudicación de un contrato particularmente relevante ya que se refiere al abastecimiento de agua a cientos de miles de personas y posee una enorme trascendencia económica tanto para las dos agrupaciones que participaron en la licitación cuanto para la Generalidad de Ca- 14 taluña de manera que afecta a importantísimos intereses públicos y privados. Los escritos de las partes son coherentes con esa dimensión y contienen ambos elaboradas argumentaciones en defensa de sus respectivas posiciones y los autos impugnados también son conscientes de la entidad del problema al que se han enfrentado y reflejan el esfuerzo llevado a cabo por los magistrados de la Sección Quinta de la Sala de Barcelona para responder a las pretensiones del recurrente y recurrida. […] Además de las circunstancias anteriores, contribuye a dotar de un significado especial a este litigio el dato de que el recurso contencioso-administrativo en cuyo seno se promovió el incidente de medidas cautelares no tiene por objeto una actuación de la Administración en materia de contratos, sino la resolución dictada por el OARCC. Es ésta la que la recurrente ACL pretende que se suspenda y, como ya sabemos, consiste en la exclusión de la oferta de ACCIONA-BTG Pactual de la licitación convocada para adjudicar el contrato de gestión del servicio de abastecimiento de agua en alta Ter-Llobregat, siendo así que era la adjudicataria del mismo. Se discute la legalidad de la resolución de un órgano especializado, específicamente creado por el legislador catalán (disposición adicional cuarta de la Ley del Parlamento de Cataluña 7/2011, de 27 de julio, de Medidas Fiscales y Financieras de Cataluña), de conformidad con el artículo 40.3 del Real Decreto Legislativo 3/2011 para, desde su plena independencia funcional (artículo 40.1), resolver el recurso especial en materia de contratación introducido en nuestro ordenamiento jurídico por efecto de la Directiva 2007/66/CE y regulado ahora en estos artículos y siguientes del citado Real Decreto Legislativo. Se trata de un recurso de tramitación ágil pensado para, según la Directiva, poner remedio a la práctica observada en los poderes adjudicadores y la entidades contratantes de proceder a la firma acelerada de los contratos para “hacer irreversibles las consecuencias de la decisión de adjudicación controvertida” (considerando 4ª). Por eso, el artículo 2.8 requiere a los Estados velar “por que las decisiones adoptadas por los órganos responsables de los procedimientos de recurso puedan ser ejecutadas de modo eficaz”. 15 Así, pues, la perspectiva, desde la que debemos enjuiciar este litigio es la querida por los legisladores europeo y, en consonancia con él, español. Esto es, la de preservar la funcionalidad de este mecanismo de garantía prejudicial en el que, por los rasgos que definen legalmente al órgano que lo aplica y al procedimiento del que se sirve, concurre una cualificada presunción de legalidad y acierto, superior, si se quiere, a la que con carácter general se predica de la actuación administrativa (artículo 57.1 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, de Régimen Jurídico de las Administraciones y del Procedimiento Administrativo Común).” A esta singularidad también se refiere la segunda sentencia, la de 5 de noviembre de 2014, que resuelve, desestimándolo, el recuso de casación interpuesto por la Generalidad de Cataluña. También por su interés se transcribe parte del Fundamento jurídico undécimo, que dice: “UNDÉCIMO. […] Tal singularidad, localizada exclusivamente en el ámbito de la contratación administrativa, consiste en que es la Administración la que recurre un acto de un órgano de la propia Administración, aunque dotado dentro de ella de independencia y autonomía funcional, situación sin precedentes en el sistema de la LJCA, que constituye una novedad muy relevante, abierta por la modificación introducida en dicha Ley por la actual Ley 34/2010, y al mismo tiempo sin paralelo en la LJCA fuera de supuesto a que se refiere (al margen de la previsión general del recurso de lesividad que nada tiene que ver con la que ahora ocupa). Antes de tal modificación dicha situación resultaba vedada por el art. 20.1) LJCA , incluso cuando ya la Ley 30/2007, de contratos del Sector Público, había introducido en el sistema el recurso especial en materia de contratación (art. 35 a 39). Es la citada Ley 34/2010, cuya finalidad ordinamental viene marcada por la trasposición de la Directiva 2007/66/CE de 11 de diciembre, que modifica las Directivas Comunitarias 89/665/CE de 21 de diciembre y 92/13/CE de 25 de febrero (Vid. Título de la Ley), modifica la Ley 30/2007 y la LJCA, introduciendo respectivamente, en ellas, en la primera, una nueva regulación del recurso especial en materia de contratación, en la que es elemento novedoso de trascendental re- 16 levancia la creación del órgano competente para la resolución del recurso (art. 311), dotado de independencia y autonomía funcional; y en la segunda, unos nuevos párrafos o apartados en los art. 10, 11, 19, 21 y 49, en especial en lo que a aquí nos interesa, el apartado 4 del art. 19, que es el que atribuye a la Administración legitimación para recurrir las resoluciones del órgano especial de recursos en materia de contratación. La innovación procesal referida plantea la necesidad de fijar cuáles pueden ser los términos de la posible aplicación del art. 130 LJCA en situaciones como la que nos ocupa. En concreto (y dejando fuera de nuestro análisis, por no venir al caso, las impugnaciones de resolución del órgano de recursos dictados respecto a actos del procedimiento de contratación distintos de la adjudicación final, o las solicitudes de medias cautelares distintas de la aquí pretendida que es la suspensión de la resolución), la posibilidad de otorgar o no, en aplicación del citado artículo, la suspensión del acto recurrido, acto de anulación de la adjudicación impugnada en el recurso referido. En ese obligado planteamiento, a la hora de ponderar el elemento clave del precepto, que es el de la posible pérdida de la finalidad legítima del recurso, para cuya apreciación opera en relación medial o instrumental con el elemento clave, ( y no como elemento alternativo a éste) la previa valoración circunstancial de todos los intereses en conflicto, ha de traerse al primer plano de tal valoración el interés al que responde, dentro del sistema legal de la contratación administrativa, la propia regulación del recurso especial en materia de contratación y en ella la atribución de su conocimiento a un órgano independiente. Y al respecto es imprescindible tener en cuenta, (como muy atinadamente han hecho los autos recurridos) las Directivas comunitarias, en el doble plano de su posible aplicación directa en la parte no traspuesta, en su caso, y sobre todo, en el de base de interpretación de la legislación interna mediante la que se trasponen. Llegados a este punto, si la razón de la regulación establecida en la Directiva 2007/66/CE fue claramente la de establecer un medio eficaz para evitar que se produjesen situaciones irreversibles en las adjudicaciones de los contratos, que en ocasiones pueden ser buscadas mediante “una firma muy acelerada del contrato por parte de los poderes adjudicadores y las entidades contratantes” (Considerando 4 de la Directiva 2007/66CE), y a este fin se ordena precisamente nuestra legislación interna (hoy Texto Refundido de 17 la Ley de Contratos del Sector Público, aprobado por el Real Decreto legislativo 3/2011, de 14 de noviembre TRLCSP en adelante) resultaría distorsionador en ese sistema que pueda reabrirse antes de que se dicte la sentencia de fondo la vía para que durante el tiempo de pendencia del proceso el órgano de contratación puede producir las situaciones irreversibles mediante la suspensión de la resolución anulatoria de la adjudicación del contrato, dictada por el órgano especial, que es precisamente lo que el sistema legal tiene como objetivo evitar. Únase a ello la necesidad de atender, como de interés público especialmente protegible, al de garantizar la finalidad a que responde el recurso especial en materia de contratación, que resulta inequívocamente reflejada en el art. 49.2 TRLCSP, “lleva consigo la anulación del contrato”, que entrará en fase de liquidación, lo que explica que la anulación del contrato debe ser clave en nuestra argumentación, habida cuenta que la de la recurrente, en definitiva, se asienta en la pretensión de mantener la eficacia de dicho contrato). Cosa diferente sería si pudieran tal vez tener cabida otro tipo de medidas distintas, dentro de la amplitud que hoy permite el art. 129.1 LJCA. No cabe así abrir la vía mediante la suspensión como medida cautelar, para que la Administración pueda llevar a cabo, antes de que se dicte sentencia, la formalización de un contrato basado en una adjudicación anulada, o para impedir la anulación del ya formalizado, y menos aún para la ejecución de un contrato anulado. Tal vez pudieran diferenciarse dos supuestos distintos: a) el de q ue habiendo respetado la Administración contratante la anulación de la adjudicación, y habiéndose abstenido de llevar a cabo su extinción, se solicite la suspensión para poder iniciarla; y b) el de que no se hubiese ejecutado el contrato, solicitando la medida cautelar para poder justificar la ejecución. Aunque consideramos que en ambos supuestos la suspensión no es admisible, es el segundo el que se planea en el caso actual y en el que por tanto debemos centrarnos. Hay que tener en cuenta en el último supuesto (el de ejecución por la Administración contratante de un contrato anulado), que una actuación tal entra directamente en colisión con lo dispuesto en los arts. 35.1 y 49.2 TRLCSP, y mal puede pretenderse que una actua- 18 ción de la Administración que es de por sí contraria a derecho, pueda tratar de imponerse a la resolución anulatoria y pretender el amparo de la suspensión de la misma. Mientras que la resolución anulatoria, está revestida de la presunción de validez y es inmediatamente eficaz (art. 57.1 Ley 30/1992) y ejecutiva (art.53, Ley 30/1992), ejecutividad además especialmente reforzada por el art. 49.2 TRLCSP, el acto anulado, precisamente por haberle sido, carece ya de una paralela presunción y por tanto uno y otro no pueden situarse al mismo nivel.” Desde la perspectiva de una medida cautelar de suspensión el interés público en la ejecución de un contrato anulado no puede considerarse un interés jurídicamente protegible, ni por tanto puede ser uno de los intereses a considerar en el marco del art. 130.1, inciso primero de la LJCA. En el procedimiento de la anulación, según lo dispuesto en el art. 35.3 TRLCSP pudiera, en su caso, plantearse la posibilidad de no anular por exigencias del interés público; pero el órgano llamado a atender ese interés es precisamente el órgano competente para la anulación, no directamente la Administración contratante. Concluyó el Tribunal Supremo con que la ponderación de intereses efectuada por la Sala de Barcelona para denegar la suspensión de la ejecutividad de la resolución del OARCC recurrida es correcta, no apreciando, por otra parte ningún error notorio en la resolución el OARCC que deba apreciarse ictu oculi que justificara su suspensión sin necesidad de entrar en el fondo. Como se ha expuesto, el TS se refiere a la Directiva 2007/66/CE que establece que los Estados miembros garantizarán que un órgano de recurso independiente del poder adjudicador declare la ineficacia del contrato, o que la ineficacia del contrato dimane de una decisión de dicho órgano, que es la garantía de las seguridad jurídica. Así se dice en el citado por el TS artículo 2 quinquies 3 de la Directiva: “Los Estados miembros podrán establecer que el órgano de recurso independiente del poder adjudicador no pueda declarar ineficaz un contrato, aunque haya sido adjudicado ilegalmente con arreglo a los motivos indicados en el apartado 1, si el órgano de recurso considera, tras haber examinado todos los aspectos pertinentes, que razones imperiosas de interés general exigen que se manten- 19 gan los efectos del contrato. En este supuesto, los Estados miembros dispondrán que se apliquen sanciones alternativas, en el sentido del artículo 2 sexies, apartado 2, en lugar de la ineficacia . Solo se considerará que los intereses económicos constituyen razones imperiosas a la hora de mantener la eficacia del contrato en los casos excepcionales en que la ineficacia del mismo diese lugar a consecuencias desproporcionadas. Ahora bien, no se considerará que los intereses económicos directamente vinculados al contrato en cuestión constituyen razones imperiosas de interés general. Entre los intereses económicos directamente vinculados al contrato cabe mencionar, entre otros, los costes derivados del retraso en la ejecución del contrato, los costes derivados de la convocatoria de un nuevo procedimiento de contratación, los costes derivados del cambio del operador económico que habrá de ejecutar el contrato y los costes de las obligaciones jurídicas derivadas de la ineficacia.” 20