70 CULTURA EL NORTE DE CASTILLA VIERNES, 17 DE FEBRERO DEL 2006 | TODO DELIBES | UNA COLECCIÓN DE EL NORTE DE CASTILLA Delibes relata su viaje a Checoslovaquia, en pleno proceso de liquidación de las estructuras estalinistas ‘La Primavera de Praga’ ‘La Primavera de Praga’, el abortado intento del socialismo en libertad RAMÓN GARCÍA DOMÍNGUEZ VALLADOLID F Entrega: mañana, sábado. F Precio: tres euros más el cupón del portada. F Editorial: Destino. El cacique D URANTE la primavera de 1968 pasé unas semanas en Checoslovaquia. Salía de una sociedad que no me gustaba para entrar en otra que me desagradaba no menos, aunque a esta, justo es reconocerlo, la sorprendiera en un trance de interesante transformación. Quiero decir que, durante mi estancia en Checoslovaquia, fui testigo del esfuerzo tesonero e inteligente de los checos y eslovacos por zafarse del régimen de dictadura al que han estado sujetos durante veinte años. Las novedades que me brindó este país junto a las viejas experiencias que traía de Occidente me confirmaron mi tesis de que el mundo actual es muy semejante a un villorrio español de principios de siglo: una comunidad sometida a las arbitrariedades de un cacique, llámese este como se quiera. La Hungría de 1956 y el Vietnam de 1968 aclaran lo que pretendo decir. Los pueblos pequeños –y los débiles– precisan del visto bueno del coloso, incluso para mover un dedo; es decir, su facultad de decisión viene condicionada por la conveniencia del cacique. El mundo se encuentra, pues, entre paréntesis. Si los paréntesis se estrechan, acrece la guerra fría; si se abren, la tensión se relaja. Mas, en cualquier caso, todos venimos sometidos a sus caprichosos vaivenes. MIGUEL DELIBES Es este, sin duda alguna, el libro viajero de Miguel Delibes con mayor intención y carga sociológica e incluso política. En mayo de 1968, invitado por las universidades de Praga y Brno, el novelista viaja con su esposa, Ángeles, a Checoslovaquia. Será para él un viaje impactante en el que, además, las crónicas y los acontecimientos que las inspiran se desarrollan casi con periodística simultaneidad. Hasta el punto que, estando ya el libro en prensa, se produce la invasión de Praga por los tanques rusos, el 25 de agosto, y aún le da tiempo a Delibes a insertar una nota de urgencia condenando los hechos. Porque el libro todo es precisamente la constatación del proceso evolutivo que haría posible la corta experiencia de libertad checoslovaca, bautizada como ‘la Primavera de Praga’. Delibes da en sus crónicas testimonio de la vida cotidiana de ese nuevo socialismo humanista, y apunta las líneas de fuerza de un futuro que, aunque abortado en aquella ocasión, habría de hacerse realidad muchos años después, en la década de los noventa. Socialismo en democracia «De mi convivencia con los checoslovacos –escribe Delibes– saqué dos conclusiones importantes: primera, que un país económica y culturalmente evolucionado no puede vivir en un régimen de dictadura, sea esta del color que sea; Puente Carlos, en una fotografía tomada por el propio Delibes durante su viaje a Praga. y, segunda, que aún es posible hallar en la tierra una fórmula de justicia en libertad; es más, que la justicia en libertad es, en sí misma, ‘la fórmula’». «De aquí que juzgue el experimento checoslovaco como un acontecimiento histórico. Praga –si no se pliega o no la pliegan– puede alumbrar unas bases de convivencia con una amplia perspectiva de futuro. Es decir, Checoslovaquia puede consumar su evolución hacia un socialismo humanista y democrático o puede fracasar, abrumada por las pre- siones de su poderosos enemigo. (Vimos que así ocurrió). Esta es la razón de estas líneas: dejar constancia de una tentativa». Pero ‘La Primavera de Praga’, además del carácter marcadamente ideológico, es también un libro de viajes, no tan diferente de otros del autor: habla Delibes del paisaje checo, de la familia checa, de la hermosa ciudad de Praga… Y muy poco –lo mismo que en el resto de sus libros viajeros– del anecdotario personal del viaje. Solo cuando le sirve para ilustrar alguna de sus observaciones. Tal fue el caso de su dolor de muelas en Praga y su ‘vía crucis’ hasta lograr que se la extrajesen, habida cuenta de que el sistema médico checoslovaco, con su mentalidad colectivista, no consideraba necesaria la extracción. También el viaje de Miguel Delibes a Praga dio como fruto una novela: ‘Parábola del náufrago’. «Aquella experiencia –comenta el propio escritor viajero– me sirvió para cotejar la civilización capitalista con la socialista y para escribir una novela en donde establezco un paralelismo intencionado entre lo que ocurría entonces en España y lo que ocurría en Checoslovaquia. Por eso dediqué el libro a Jacinto José –protagonista de la novela– en ruso y en castellano». ‘Parábola del náufrago’ aparece, en efecto, a un año escaso de la publicación de ‘La Primavera de Praga’, en julio de 1969. MÁS INFORMACIÓN Canal de las Letras de Castilla y León en www.nortecastilla.es ANTOLOGÍA (CAPÍTULO VI) La capital El río Vltava divide Praga en dos. Pacífico río, río de llanura, pero con un notable caudal de agua. Y usted ya sabe lo que un río de estos, bien colocado, da de sí urbanísticamente hablando. A una fea ciudad puede hacerla bonita un río, ni más ni menos. Naturalmente este no es el caso de Praga. Praga, con Vltava y sin Vltava, es una de las ciudades más hermosas de Europa. Que ¿por qué? No es fácil precisarlo, pero a buen seguro no por sus rascacielos, que no los hay. Praga no tiene pretensiones de verticalidad, Entra en la web más completa sobre la vida y obra de afortunadamente para los praguenses. No, tampoco tiene bruñidas y anchas avenidas, ni zonas residenciales suntuosas. Praga es bella por lo que conserva de ayer y de anteayer; por lo que los hombres de hoy todavía no han enderezado. Para que me entienda, la hermosura de Praga estriba en aquello que nosotros los españoles nos apresuramos a destruir como si de una vergüenza se tratara: el carácter. Y donde digo carácter no excluyo ni la mugre ni la sordidez. No, por favor, no se asuste. A mí los nuevos barrios de la ciudad no me dicen nada, ni creo que a Praga, estéticamente hablando, le hayan resuelto ningún problema. Es más, las nuevas edificaciones no me agradan; se me antojan oscuras y amazacotadas como pisapapeles. Para mi gusto, el verdadero sabor de Praga se concentra en el espacio que media entre el puente de la Ópera y el puente de Jana Svermy, incluidos, por descontado, los dos barrios que flanquean ambos costados del río. A la izquierda, aguas arriba, tiene usted el barrio de Malá Strana, con el Castillo –el famoso Castillo de Praga, antigua residencia RAFEL VEGA Patrocina: Colabora: del rey de Bohemia y hoy del presidente de la República, con su Sala Española y la histórica ventana de la defenestración– y la catedral. El complejo arquitectónico, de proporciones colosales, produce un impacto muy directo y muy vivo(…) Se trata de una sinfonía monumental gótico-barroca que completa el Puente Carlos, a los pies del Castillo, que conduce a la otra ribera del Vltava, a la ciudad vieja. Este puente amontona tal vez la cantería más antigua de la ciudad, puesto que es uno de los primeros puentes de piedra de Europa y se construyó poco después del año mil.