Enorme importancia de la nutrición en el tratamiento del autismo El primer estudio realizado en nuestro país sobre la incidencia de la nutrición y el metabolismo en los trastornos neurológicos y el comportamiento de las personas del espectro autista –dirigido por la doctora Anna Vallés- ha aportado resultados muy prometedores. Todo indica que basta desintoxicar el organismo deshaciéndose de los metales pesados y otras sustancias tóxicas, limpiar el intestino de levaduras, bacterias y parásitos, eliminar los alimentos con gluten, caseína, aditivos y azúcar así como los alimentos alergenos, aportar los nutrientes que eviten posibles déficits (vitaminas, minerales, enzimas, aminoácidos, etc.) y reforzar el sistema inmune para que los autistas mejoren de forma clara y notable. El trabajo ha sido promovido por la Federación Catalana Pro Personas con Retraso Mental. Sumarios: Basta desintoxicar el organismo deshaciéndose de los metales pesados y otras sustancias tóxicas, limpiar el intestino de levaduras, bacterias y parásitos, eliminar los alimentos con gluten, caseína, aditivos y azúcares refinados así como los alimentos alergenos, aportar los nutrientes que eviten posibles déficits y reforzar el sistema inmune para que los autistas mejoren de forma notable. Un autista se caracteriza porque no logra contactar con los demás, no mira a los ojos, se retrae en actividades repetitivas y estereotipadas, no desarrolla lenguaje o lo adquiere pero después deja de hablar, presenta manierismos motores, a veces se agrede a sí mismo, es insensible al dolor y tiene cambios frecuentes de humor. La mayor parte de los autistas tienen un déficit de enzimas endopeptidasas, hiperpermeabilidad intestinal e inflamación, dificultad para absorber nutrientes y un mal funcionamiento de las vías de eliminación lo que les hace acumular toxinas. Gran parte de las personas autistas tienen intoxicación por metales pesados, entre ellos el mercurio presente en muchas vacunas: por eso al desintoxicar su organismo mejoran. La mayoría de los autistas ha tenido dificultades durante el parto lo que hace que muchos expertos se planteen la relación entre esta enfermedad y la hipoxia cerebral -o déficit de oxígeno- que muchos sufrieron durante él. Gran parte de los autistas mejoran cuando se elimina de su dieta el gluten y la caseína de la leche así como las cándidas –muchos sufren candidiasis- al igual que cuando ingieren suplementos, en especial DHA, ácido graso de la serie omega 3. “Toda verdad pasa por tres etapas: primero se burlan de ella, después se oponen violentamente a ella y, finalmente, se acepta como obvia”. Arthur Schopenhauer (1788-1860) Para muchos el autismo es poco más que esa extraña dolencia que afectaba –y hacía extraordinario a la vez- a Dustin Hoffman en Rain man, película dirigida por Barry Levinson que en 1988 obtuvo cuatro oscars, incluido el de mejor interpretación para el mencionado actor. Otros lo definirían como esa forma especial de relacionarse con el entorno que tiene Jovana Mitic, la deliciosa niña autista serbia que protagoniza la película Sueño de una noche de invierno del director Goran Paskaljevic que recibió el Premio Especial del Jurado en el Festival de San Sebastián de 2004 y en la que se cuenta la historia de un hombre que intenta redimirse del horror de la guerra de los Balcanes a través de esta pequeña que sólo responde ante el amor. Y quizás tampoco sepan ni unos ni otros –ni la mayoría de nosotros, habría que añadir- que los trastornos del espectro autista de los que hablan estas películas son cada vez más frecuentes y que su incidencia en todo el mundo ha aumentado entre un 1.000 y un 1.500% en apenas unos años según datos del Instituto de Investigación del Autismo (ARI, por sus siglas en inglés) con sede en San Diego (Estados Unidos). Así, en la década de 1960 el autismo afectaba a 1 o 2 de cada 10.000 niños nacidos vivos mientras que en la de 1990 ya eran 4,5 de cada 10.000 y a partir de 2000 se habla de unos 60 niños autistas por cada 10.000 nacimientos. Cifras preocupantes que justifican que traigamos a nuestras páginas los resultados de un estudio pionero realizado en nuestro país con niños del espectro autista y que, promovido por la Federación Catalana Pro Personas con Retraso Mental y patrocinado por el Departamento de Acción Social y Ciudadanía de la Generalitat de Cataluña, pretende arrojar un poco de luz sobre las posibles causas de este trastorno. Pero, ¿qué es el autismo? ¿A qué se debe? ¿Cómo se manifiesta? ¿Es curable? ¿De qué forma se trata? Preguntas, en fin, que hemos trasladado a la doctora Anna Vallés, médico y psicóloga por la Universidad de Barcelona (España) y directora del citado estudio con el cual se han obtenido resultados muy prometedores tanto para seguir investigando en esta dirección como para introducir, de forma amplia y generalizada, determinados protocolos de tratamiento biológico para los pacientes autistas. UN TRASTORNO COMPLEJO Y POCO CONOCIDO De las paredes de su consulta cuelgan, además del título de médico y de psicóloga, otros que la acreditan para ejercer la Homeopatía, la Homotoxicología y la Homeospagyria. Además desde 2005 es uno de los pocos profesionales de la salud de nuestro país formado para aplicar los denominados tratamientos biológicos DAN! sobre pacientes del espectro autista. Cabe aclarar que DAN! son las siglas en inglés de Defeat Autism Now!- es decir, ¡Vencer el Autismo Ahora!- y es un protocolo de intervención propuesto por el citado ARI que se publicó por primera vez en 1996. Bien, pues es en este protocolo y en su fundamento teórico en lo que se ha basado la doctora Vallés para realizar su estudio, pionero –insistimosen nuestro país. -Díganos, doctora, ¿cómo llegó a interesarse profesionalmente en los trastornos del espectro autista? Por lo que tenemos entendido estaba trabajando en otros ámbitos... -Así es. En el estudio de los efectos de la colonización intestinal por levaduras. En concreto, sobre la cándida y la disbiosis intestinal. Había estado tratando a varias mujeres con diagnóstico de fibromialgia y pude constatar sus evidentes mejorías cuando se combatía la cándida. Y muy pronto llegué al convencimiento de que quizás otros trastornos, como el autismo, podrían también mejorar si se trataba la candidiasis. Así que investigué y descubrí los tratamientos DAN! y los buenos resultados que se obtienen con ellos. -Quizás sea conveniente adelantar que una de las propuestas del protocolo DAN! para mejorar los síntomas del autismo es precisamente limpiar el intestino de levaduras y parásitos... -Exacto. En general sus propuestas tienen que ver con la nutrición y el metabolismo y su incidencia en los trastornos neurológicos y de comportamiento de las personas del espectro autista. -Para situarnos sobre la cuestión, ¿puede decirnos a qué se denomina “trastornos del espectro autista” y qué rasgos le son propios? -Bueno, la primera referencia al autismo la hizo el doctor Leo Kanner quien en 1943 describió con este término un conjunto de trastornos. Un año después, en Austria, el doctor Hans Asperger describiría otro trastorno que lleva el nombre de su descubridor y que tenía muchos aspectos en común con el autismo. Pero no sería hasta 1992 cuando la doctora Lorna Wing introdujera el término Trastorno del espectro autista, concepto más amplio que engloba a los dos anteriores y cuyos rasgos característicos son alteraciones cualitativas de la relación social y de la comunicación, y patrones restringidos de comportamiento, intereses y actividades con la aparición frecuente de estereotipias. -Es decir, que es ese niño que no logra el contacto con las personas, que no mira a los ojos, que se retrae en actividades repetitivas y estereotipadas, que no desarrolla lenguaje o que lo adquiere pero después deja de hablar, que presenta manierismos motores como aleteo de manos, balanceo del cuerpo, etc., que a veces se agrede a sí mismo, que es insensible al dolor, que tiene cambios frecuentes de humor... -Efectivamente, todos los que ha mencionado son rasgos propios de lo que se denomina Trastornos del espectro autista. Y aunque este término no está recogido en el DSM IV –el manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría- actualmente es el que más se utiliza. -¿Se conocen sus causas? -Pues no de forma precisa. En la actualidad la mayoría de los profesionales coinciden en considerar el autismo como un trastorno multifactorial, de gran complejidad y con un mapa genético aún poco conocido. De hecho en julio de este mismo año los doctores Walsh y Morrow -del Hospital Infantil de Boston (Estados Unidos)- publicaron en la revista Science una investigación que concluye que “el nuevo mapa genético del autismo contiene muchas mutaciones involucradas por lo que cada familia puede tener un motivo genético diferente”. Por otro lado, los profesionales que constituyen el colectivo DAN! coinciden en reconocer un tipo de autismo en el que los síntomas están presentes desde el nacimiento y otro grupo de autismo regresivo en el que los síntomas aparecen a partir de los 12 a 18 meses y que ha ido en aumento en los últimos veinte años. En este último grupo se sospecha que el autismo se dispara por daños tóxicos e infecciosos que afectan a niños con procesos metabólicos deficientes que no son capaces de soportar un elevado grado de factores estresantes por presentar una especial vulnerabilidad que puede venir determinada por su mapa genético. Es decir, serían niños que pueden haber nacido dañados y que tienen más dificultades para protegerse de agresiones químicas, ambientales, patógenas, etc. -¿Puede citar alguno de esos factores estresantes que pueden agravar su situación? -Pues, por ejemplo, las vacunas que contienen timerosal en su composición formarían parte de esos estresantes que han ido en aumento en las últimas décadas. Es cada vez mayor el número de vacunas que reciben los bebés. Vacunas, por cierto, que pueden provocar efectos indeseables ya sea por la toxicidad de algunos de sus componentes o por sus repercusiones -difíciles de evaluar- sobre un sistema inmune todavía inmaduro y/o deficiente como es el de muchos niños autistas. Por ejemplo, en el caso de nuestro estudio de los veinte pacientes que formaban la muestra inicial siete había sufrido reacciones más o menos graves a distintas vacunas. Cuatro a la Triple vírica, dos a la DTP Polio (difteria tétano tos ferina poliomielitis) y otro más a Prevenar. Esas reacciones fueron desde edemas a fiebre pasando por vómitos y hasta un cuadro de regresión del desarrollo y agudización de los síntomas autistas. -De hecho hemos leído que un porcentaje elevadísimo de los casos de autismo presenta intoxicación por metales pesados como el mercurio que incluyen todas esas vacunas. ¿Y qué otros factores pueden intervenir? -Bueno, pues ya hemos mencionado, aunque entre líneas, la elevada toxicidad que acumula nuestro medio y nuestro estilo de vida contaminante. Por otro lado también influye nuestra alimentación que cada vez es más industrializada y está más lejos de lo que sería ecológico pues va perdiendo paulatinamente parte de sus nutrientes a la vez que aumentan sus elementos artificiales e incluso tóxicos. Por eso precisamente nuestro protocolo tiene en cuenta la necesaria detoxificación del organismo para poder obtener mejorías en los niños autistas. Es más, el primer paso terapéutico que dimos en nuestro estudio fue prescribir un tratamiento drenante con Homeospagyria para intentar limpiar el organismo de nuestros pacientes. Y ya con esta mínima intervención se percibieron mejorías notables. También cabe señalar que muchos niños reciben antibióticos a edades muy tempranas con los efectos nocivos sobre la flora intestinal y, por tanto, sobre el sistema inmune aún inmaduro que todos conocemos. Es decir, todos estos son factores que actúan sobrecargando las vías de eliminación del organismo y agrediendo muy especialmente al intestino. Por tanto, no hay duda de que los factores estresantes a los que los recién nacidos se ven sometidos han aumentado mucho en las últimas décadas. Y quizás sería conveniente preguntarse si el grado de resistencia al estrés, determinado genéticamente en cada individuo, ha disminuido globalmente en la población. -A ese respecto permítame remitir a nuestros lectores a los distintos textos ya publicados en nuestras páginas acerca de la extrema contaminación de todo tipo a la que estamos expuestos y que inevitablemente provoca efectos negativos sobre nuestra salud global y sobre la de cada vez más personas –quizá más vulnerables genéticamente- en todo el mundo. Dicho esto volvamos a lo que nos ocupa en esta ocasión. Hablaba usted hace unos momentos de mejorías pero, ¿el autismo es un trastorno curable? -Verá, aunque se han descrito casos de remisiones totales lo normal es que si los niños autistas responden bien a estos tratamientos se consiga atenuar los síntomas en mayor o menor grado. En el caso de nuestro estudio en la mayoría de los pacientes tratados se han producido mejorías considerables. -¿Se consiguen esos mismos resultados con los tratamientos convencionales empleados en la actualidad? -Actualmente se acepta casi por unanimidad que es primordial un diagnóstico y una intervención con medidas educativas precoces. Además se les prescriben básicamente antipsicóticos, de entre los cuales la risperidona es el más usado. En mi opinión lo que se consigue es una contención de los síntomas de agresividad y de nerviosismo y, en algunos casos, mejoría de los trastornos del sueño. Pero poco más. TRES HIPÓTESIS -Pues si le parece preferimos centrarnos en los resultados de su estudio que parecen ofrecer alternativas y posibilidades reales de mejoría para las personas afectadas por trastornos del espectro autista. Díganos, ¿cuáles eran los objetivos al plantearse la realización de este trabajo hace ahora un año? -El objetivo era doble. Por un lado, tratamos de demostrar la efectividad de los tratamientos biológicos DAN! -por lo menos en un grupo de autistas- como un modo de favorecer su introducción y aplicación en España. Y, por otro lado, pretendíamos estimular la realización de otros estudios que sigan profundizando más en este tema. -Bueno, al menos el primer objetivo parece cumplido como explicaremos a continuación. El segundo... ya veremos. ¿Cuánto duró el estudio y cómo se llevó a cabo? -La duración fue de seis meses. Inicialmente se partió de una muestra de veinte niños de entre 3 y 13 años diagnosticados con trastorno del espectro autista pero sólo trece completaron el estudio. De los siete que abandonaron el estudio cuatro lo hicieron por motivos personales antes de empezar y tres porque sus síntomas se agravaron en algún punto del proceso. -¿Por qué sólo niños y niñas de esa edad? -Porque suponemos que estos tratamientos son más eficaces a temprana edad y porque antes de los 3 años es difícil que se haya obtenido el diagnóstico de autismo. La sospecha de que “algo” ocurre puede aparecer alrededor de los 12 meses pero, como le digo, en la mayoría de los casos el diagnóstico de certidumbre no llega hasta los 30 o 36 meses. Por eso sólo hemos incluido niños que ya hubieran cumplido los 3 años. -¿Cuáles eran las hipótesis de las que partía? -Básicamente de la existencia en un porcentaje muy elevado de autistas de tres alteraciones. A saber: un trastorno metabólico que determina un déficit enzimático, una inflamación intestinal acompañada de un aumento de la permeabilidad que provoca una disfunción en la absorción de los nutrientes y, por último, un mal funcionamiento de las vías de eliminación que comporta una acumulación de toxinas en el organismo. -Vayamos por partes. Menciona usted un trastorno metabólico en estos pacientes. ¿A qué se debe ese trastorno? -Como le comentaba antes el autismo se considera un trastorno de gran complejidad y aún poco conocido. Hoy se acepta que hay múltiples factores que intervienen en su etiología y siempre sobre la base de un componente genético que si bien no se ha podido determinar todavía se supone que implica a diversos cromosomas. Uno de esos factores sería una disfunción metabólica e intestinal que se ha constatado en el 90% de los autistas. A este respecto los doctores Paul Shattock –de la Universidad de Sunderland, en el Reino Unido- y Karl Reichelt –investigador del Hospital Nacional de Oslo (Noruega)- han formulado la hipótesis de que los péptidos del gluten (proteína del trigo) y la caseína (proteína de la leche) ejercen una función etiológica en la patogenia del trastorno autista. Según estos autores las alteraciones psicológicas y de comportamiento del autismo se pueden explicar por la actividad opiácea de los péptidos mencionados. -Es decir, que esos péptidos se fijarían en los receptores opiáceos del cerebro del autista afectando a la neurotransmisión y provocando modificaciones del comportamiento. Entonces sería como si estos niños estuvieran drogados y de ahí su aislamiento, sus conductas estereotipadas, sus cambios radicales de humor, sus alteraciones sensoriales, etc. ¿Nos equivocamos? -En absoluto. De hecho los niveles de péptidos opiáceos excretados en la orina de las personas autistas son excesivamente altos. Según las investigaciones de estos autores un déficit de enzimas endopeptidasas –en especial del dipeptidil peptidasa IV y de sus cofactores correspondientes- como la que se produce en los autistas explicaría que la digestión de elementos como la caseína y el gluten sea incompleta lo que comporta esa cantidad anormalmente elevada de péptidos en el tracto digestivo. Estos péptidos, tras ser absorbidos en el intestino, pasarían al torrente sanguíneo. Una parte sería excretada por el riñón y otra atravesaría la barrera hematoencefálica y llegaría al cerebro de estos pacientes. Allí pasarían a ser biológicamente activos mediante la unión con los receptores opiáceos y producirían interferencias en la transmisión de las informaciones cerebrales provocando los rasgos característicos que usted ha mencionado y que son muy similares a los síntomas que presenta una persona que ha consumido algún opiáceo. -También mencionaba usted la hipótesis de un aumento de la permeabilidad intestinal... -Sí, y está relacionada con la anterior. Me explico: un aumento de la permeabilidad intestinal agravada por las colonizaciones intestinales -tal como describió el doctor William Shaw, uno de los más importantes investigadores en el diagnóstico de las colonizaciones intestinales de levaduras y de los beneficios que su tratamiento proporciona a los pacientes autistas- determinaría la absorción anómala de una cantidad importante de estos péptidos que, por su tamaño, en condiciones normales no tendrían que ser absorbidos por el intestino. Esta alteración intestinal –presente, recordamos, en más de un 90% de los niños diagnosticados de trastornos del espectro autista- explicaría, por un lado, la absorción anómala de los péptidos de cadena larga y, por otro, una importante disminución de la absorción de vitaminas y minerales por parte de estos pacientes. -Si me permite volver atrás en la explicación sería interesante que profundizara en los hallazgos del doctor Shaw en cuanto a las colonizaciones por levaduras. De hecho, como usted misma nos contaba al principio de esta conversación, fue el estudio de las levaduras –en concreto, de la cándida- lo que le llevó a usted a interesarse por el autismo. -Con mucho gusto. Verá, el doctor Shaw ha encontrado niveles muy altos de arabinosa en la orina de muchos niños autistas y sugiere que este azúcar sería un subproducto de las cándidas y que los elevados niveles en orina se deberían a la existencia de candidiasis intestinal. Y este crecimiento excesivo de levaduras en el intestino comportaría, por un lado, interferencias en la neurotransmisión y, por otro, contribuiría a agravar el aumento de la permeabilidad intestinal. -En cuanto a la tercera hipótesis hacía referencia a una insuficiente capacidad de eliminación de las toxinas por parte de estos pacientes. ¿Por qué esa deficiencia? -Se cree que por tener niveles muy disminuidos de una enzima hepática denominada fenolsulfurtransferasa que según la doctora Rosemary Waring -de la Universidad de Birmingham (Reino Unido)- es deficitaria en torno al 90% de los niños autistas. Esta condición determinaría una mayor dificultad para eliminar los componentes sulfúricos del organismo a través del metabolismo del hígado. Además es importante señalar, en esta misma línea, que un grupo de expertos de Estados Unidos y Dinamarca ha publicado en la revista The Lancet un estudio en el que denuncian la existencia de una pandemia silenciosa de trastornos en el desarrollo neurológico causado por productos químicos tóxicos vertidos al medio ambiente. Los autores han identificado 202 productos químicos industriales potencialmente perjudiciales para el cerebro humano que podrían producir, entre otras patologías, autismo, déficit de atención, retraso mental y parálisis cerebral. Por tanto, en las personas autistas se produce una acumulación de toxinas en el organismo que no se pueden eliminar a causa de una disfunción enzimática. -Entonces, a modo de resumen, se puede decir que a partir de una especial configuración genética que todavía no ha podido determinarse y en la que se cree que intervienen distintos genes que interactúan entre sí- hay tres factores fundamentales en la etiopatogenia del autismo que son un déficit enzimático -que comportaría un trastorno metabólico-, una inflamación intestinal acompañada de un aumento de la permeabilidad intestinal -que provoca una disfunción de la absorción de los nutrientes- y una acumulación de toxinas en el organismo por mal funcionamiento de las vías de eliminación. ¿Es correcto? -Muy correcto. Y por eso mismo las personas que presentan trastornos del espectro autista deberían beneficiarse de un tratamiento que incidiera en esos tres aspectos que es precisamente lo que hacen los tratamientos biológicos DAN! propuestos por el Instituto de Investigación del Autismo (ARI) y que hemos aplicado a los niños que han formado parte de nuestro estudio. Este protocolo consiste en eliminar de la dieta todos los alimentos que el niño autista no puede digerir correctamente con el fin de evitar la absorción de sustancias que el organismo no reconoce como nutrientes. Además, mediante suplementos nutritivos y otros tratamientos biológicos se tratan posibles problemas intestinales, se favorece la eliminación de toxinas y se compensan los potenciales déficits nutricionales causados por la mala absorción intestinal. EL MÉTODO DAN! -¿Y cómo se desarrolló el trabajo? -Lo primero que hicimos, además de seleccionar a los niños que íbamos a estudiar, fue definir una duración de seis meses de tratamiento y la realización de seis visitas. En la primera de ellas se pasó el cuestionario DSM IV de la Asociación Americana de Psiquiatría y el test CARS (o Childhood Autism Rating Scale, una escala de valoración del autismo infantil). También se elaboró la historia clínica de cada paciente y se pidieron análisis de orina para determinar los valores de morfopéptidos de gluten y caseína y de ácidos orgánicos al Laboratorio Great Plains, que dirige el ya mencionado doctor William Shaw. Además se prescribió drenaje durante seis semanas con Homeospagyria para ayudar al organismo a eliminar las toxinas acumuladas y suplementación a partir de la quinta semana con ácido docosahexaenoico (DHA), un omega 3 del que me consta que han hablado en profundidad en su revista. -¿En esa recogida de datos se tuvieron en cuenta los antecedentes familiares, la historia personal de los sujetos, la forma en la que se desarrolló su parto, etc.? -Sí, sí. Se hizo, entendemos, de forma exhaustiva. Por ejemplo, se anotaron los antecedentes familiares de trastornos del comportamiento, trastornos intestinales, alergias alimentarias, infecciones por cándidas, etc., y se recogió información sobre el embarazo, el parto, la lactancia, reacciones a vacunas, ingresos hospitalarios, otros síntomas o enfermedades concomitantes, hábito intestinal, alergias, etc., así como sobre el comportamiento del paciente durante los primeros meses de vida, las primeras señales de alerta o posibles regresiones en la conducta... por citar sólo algunos de los datos que se consideraron. -¿En este proceso de información encontraron algo que les resultara especialmente llamativo? -Bueno, quizás podríamos mencionar los antecedentes familiares de los pacientes. Por ejemplo, en tres casos algún familiar había padecido o padecía fibromialgia, en otros tres algún familiar cercano también padecía algún trastorno del espectro autista, otros dos tenían hermanos con patologías graves (una cardiopatía congénita en un caso y una muerte súbita a las 48 horas del nacimiento en el otro), dos más tenían un abuelo afectado de parkinson, uno tenía un familiar con Síndrome de Down y la madre de otro había sufrido dos abortos anteriores mientras otra madre sufría candidiasis vaginal crónica. -¿Y en su opinión la forma en que se produjeron los partos de estos pacientes pudo influir en su autismo? -Desde luego la relación de incidencias en el parto de nuestros pacientes es significativa. Éstas se produjeron en quince de los veinte casos estudiados. Siete nacieron por cesárea, cinco fueron partos distócicos, en otros cuatro casos se indujo el parto, en dos más hubo sufrimiento fetal, otro paciente nació prematuro de 7 meses y otro más sufrió una infección neonatal. Es decir, el 75% de nuestra muestra inicial vivió alguna incidencia en el parto. Supongo que ello mueve a la reflexión a cualquiera. -Desde luego, porque muchos otros expertos relacionan el autismo y otras patologías neuronales con una hipoxia cerebral -es decir, con un déficit de oxígeno en el cerebro- durante el parto. Pero volvamos a su estudio. Por lo que tenemos entendido una vez conocidos los resultados de los análisis -que por el momento sólo se hacen en Estados Unidos- se convocó una segunda visita en la que ya constataron mejorías en algunos de los pacientes... -Así es. De hecho diez de los trece niños a los que se trató habían mejorado de sus síntomas simplemente gracias a la detoxificación que había propiciado el drenaje. En cuanto al DHA es, como sabe, el ácido graso omega 3 más abundante en las membranas y especialmente en el sistema nervioso central y el cerebro. Por tanto, sus efectos positivos también se notaron inmediatamente. De hecho uno de los tres pacientes que no mejoraron con el drenaje lo hizo sustancialmente con el DHA. Por lo que respecta a lo que hicimos en la segunda visita nos basamos en los resultados obtenidos de la orina para, según el caso, prescribir una dieta sin gluten y/o sin lácticos de procedencia animal. Asimismo, según los datos de cada paciente, propusimos o no el tratamiento de la doctora Hulda Clark para eliminar patógenos. Cabe recordar que distintos estudios han constatado que un alto porcentaje de niños autistas sufren disbiosis intestinal severa y tienen un sistema inmunitario deficiente lo cual es terreno abonado para que las levaduras colonicen el intestino y proliferen en él bacterias patógenas como la clostridia. En nuestro estudio el 80% de los niños tenía niveles demasiado altos de arabinosa en orina y, por tanto, colonización de levaduras intestinales. A pesar de que el hecho de ser la muestra relativamente pequeña no permita expresar los resultados en porcentajes de forma definitiva sí nos permite considerar como válida la teoría del doctor Shaw que hemos expuesto antes con más detalle. De ahí que el protocolo DAN! tenga muy en cuenta la necesaria eliminación de estos patógenos si se quiere obtener una mejoría en los síntomas de los pacientes autistas. -¿Y cómo proporcionaron el ácido docosahexaenoico (DHA) que se utilizó en los ensayos? -Se usó el Algatrium Plus, producto desarrollado por la empresa española de I+D Brudy Technology que es el primero que se comercializa elaborado exclusivamente con DHA. Se desarrolló inicialmente para combatir el envejecimiento celular y prevenir el desarrollo de las patologías neurodegenerativas como ustedes publicaron ya en su revista (el texto al que se refiere la doctora Vallés apareció publicado en el nº 109 con el título Los ácidos grasos DHA, esenciales en el tratamiento del alzheimer y la pérdida de memoria y está a su disposición en nuestra web: www.dsalud.com). .-Y tampoco descuida el aspecto nutricional a juzgar por la importante cantidad de suplementos dietéticos que se prescriben. -La suplementación de estos pacientes es fundamental dado que tienen, como antes hemos comentado, importantes problemas de absorción de nutrientes, especialmente de micronutrientes. Además los errores metabólicos provocan un mal aprovechamiento de dichas sustancias. De ahí que en las visitas tercera, cuarta y quinta se fueran introduciendo gradualmente distintos suplementos dietéticos -enzimas digestivos, flora intestinal, multivitamínicos, suplementos de calcio, magnesio, zinc, silicio, aminoácidos, etc.- así como medicamentos homeopáticos y homeospagíricos como Serotoninum, Muriatium 5 CH, Dopamine 5 CH, Lidospag, Regespag, Modispag, Calfosar y Sulkasar. Y en la sexta y última visita se repitieron los análisis de orina y se volvió a pasar el test CARS para evaluar los cambios que se hubieran podido producir. -También, como hemos leído en la documentación que nos ha aportado, en cada una de estas visitas se registraron todos los cambios observados por los padres tanto en comportamiento y actitud como en modificaciones de los síntomas físicos. Desde luego, una ayuda fundamental. -Sin duda. A los padres se les facilitaron unas tablas en las que constaban los ítems que habían resultado alterados en la escala de evaluación infantil CARS que se pasó a cada uno de los sujetos de la muestra al inicio del estudio y ellos anotaron cada semana los cambios que observaban en sus hijos durante los 6 meses que duró el estudio. Un trabajo ímprobo pero necesario que les agradecemos. -Hablemos ya, si le parece, de los resultados que se obtuvieron tras esos seis meses de tratamiento. ¿Mejoraron todos sus pacientes? -No, no todos. Para el estudio seleccionamos a 20 niños, cuatro de los cuales lo abandonaron por razones familiares y no llegaron a empezar el tratamiento. De los otros 16 dos más lo dejaron por haber experimentado un aumento del nerviosismo y la agresividad durante el drenaje –seguramente debido a que se removieron muchas toxinas en pocos días- y la familia de otro paciente decidió no continuar porque tras mejorar con el drenaje y el tratamiento antifúngico se mostró más inquieto y nervioso al empezar a tomar los suplementos. Por tanto sólo 13 pacientes finalizaron el estudio y todos ellos han obtenido puntuaciones más bajas en el test CARS después del tratamiento. Ocho de ellos bajaron más de un 20%, dos bajaron entre un 10 y un 20% y otros tres pacientes bajaron entre un 0 y un 10%. El paciente que más mejoró pasó de una puntuación de 45 en la primera visita a una de 29,5 en la última pasando de la categoría “gravemente autista” al límite inferior de la categoría “ligeramente autista”. -¿Cuáles han sido esas mejorías? -Pues, por ejemplo, han mejorado la conexión con el entorno y se muestran más participativos, hay más imitación, han ampliado y han mejorado la calidad de las relaciones interpersonales, se da mejor comprensión y mejor respuesta. Además se percibe en ellos más expresividad -ya sea a partir del lenguaje oral o de la expresión facial- y una ampliación del juego y de mejor calidad. Asimismo han disminuido las obsesiones, el nerviosismo, las estereotipias, los miedos y el insomnio. También han mejorado algunos síntomas físicos: se han normalizado las deposiciones en todos los casos en los que había irregularidades y se han producido algunos aumentos de talla muy notables. Por tanto, entendemos que son avances significativos que mejoran considerablemente la calidad de vida de estos pacientes y de sus familias. -Además hay casos concretos muy llamativos. ¿Puede hablarnos de ellos? -Lo cierto es que tras el tratamiento dos pacientes empezaron a aceptar más variedad en la comida, en otro desapareció una micosis ungueal del pie, en otro se eliminó una alergia primaveral y otro paciente, después del tratamiento anticandidiásico, entró súbitamente en la adolescencia: abandonó todos los juegos infantiles y hasta inició una relación sentimental. -En suma, con un tratamiento de desintoxicación del organismo, tratando las colonizaciones intestinales de levaduras, corrigiendo la dieta, ingiriendo suplementos dietéticos y mejorando la función digestiva se pueden mejorar significativamente los síntomas de los autistas en un número importante de casos... -Así es. La evaluación mediante el test CARS de la disminución de los rasgos autistas del conjunto de la muestra que siguió el tratamiento durante seis meses avala la conveniencia de seguir estos tratamientos para situar a los niños autistas en una actitud más receptiva al entorno y, por tanto, con más posibilidades de progresar mediante todas las terapias educativas que se están aplicando actualmente y que se han demostrado eficaces en este tipo de trastornos. -Y, por lo que parece, se han podido verificar las tres hipótesis de partida. -Efectivamente. Por un lado, la mejora obtenida en la mayor parte de la muestra después del drenaje apoya la hipótesis de la doctora Waring acerca de la deficiencia de las vías de eliminación de toxinas del organismo como una de las causas que contribuye a las manifestaciones del trastorno del espectro autista. De la misma manera, las mejoras conductuales que experimentaron los pacientes cuando se eliminó de la dieta el gluten y/o la leche refuerzan la teoría de los doctores Shattock y Reichelt sobre los péptidos resultantes de la digestión incompleta del gluten y la caseína y su relación con alteraciones de la transmisión neurológica y, en consecuencia, de la conducta. Asimismo, las mejoras de los pacientes tras seguir el tratamiento contra la candidiasis confirman lo expuesto por el doctor Shaw según el cual un gran número de niños autistas padece candidiasis intestinal y esa colonización excesiva de cándidas les provoca un alto nivel de toxinas con efectos neurológicos y un agravamiento de los trastornos intestinales. Además el hecho de que algunos pacientes mejoraran al prescribirles Algatrium Plus y suplementos dietéticos confirma que al menos una parte de los niños autistas puede tener un déficit de estos nutrientes que también contribuiría a agravar su trastorno. Por tanto, nuestra conclusión es que el tratamiento DAN! es eficaz para tratar los síntomas autistas. Es más, estos resultados avalan la teoría de que nos encontramos ante un cambio de paradigma del concepto de Trastorno del espectro autista. Clásicamente se ha considerado el autismo como una disfunción neurológica que se origina y se manifiesta en el cerebro y, por tanto, únicamente susceptible de tratamientos que actúen a nivel cerebral pero estudios como éste demuestran que pueden mejorar desintoxicándoles, aumentando sus defensas, asegurando una adecuada nutrición del organismo y mejorando el metabolismo y el intestino con tratamientos biológicos y dietéticos. -Decíamos al principio que este trabajo fue patrocinado por la Generalitat de Cataluña. A raíz de los exitosos resultados, ¿se ha modificado de alguna forma –al menos en dicha comunidad- el modo en que se tratan los trastornos autistas? -Bueno, aunque ha pasado ya un año quizás sea aún pronto. Las cosas tienen que sedimentarse antes de tener repercusión en las administraciones. En todo caso sería deseable que haya nuevas investigaciones -a ser posible con mayor número de pacientes- para profundizar en el tema. Y, eso sí, que se empiecen a incorporar los tratamientos biológicos en la terapéutica habitual del autismo cuanto antes. -Nos sumamos a ese deseo que debería ser, más bien, exigencia. Gracias, doctora Vallés. -A ustedes. Laura Jimeno Recuadro El Protocolo DAN! Se trata de una propuesta de tratamiento biológico y nutricional publicado por primera vez en 1996 y que actualmente aplican miles de profesionales de la salud de todo el mundo para mejorar los síntomas de pacientes del espectro autista. Sus recomendaciones para conseguirlo son básicamente éstas: -Ayudar al organismo a detoxificarse. -Eliminar de la dieta el gluten y la caseína así como evitar los aditivos, el azúcar refinado, los alergenos, etc. -Aportar los nutrientes que resulten deficitarios: enzimas, aminoácidos, vitaminas, minerales, etc. -Limpiar el intestino de levaduras, bacterias, parásitos, etc. -Regenerar el intestino y la función digestiva. -Reforzar el sistema inmune. Y durante todo el proceso... ...evitar nuevas agresiones (antibióticos, vacunas, alergenos, tóxicos, etc.) ...continuar con los tratamientos sensoriales y conductuales que tendrán más y mayores logros a medida que el paciente vaya mejorando sus sistemas digestivo, linfático e inmune y, por consiguiente, su autismo.