SALA DE CASACIÓN CIVIL Exp. N° 2009

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SALA DE CASACIÓN CIVIL
Exp. N° 2009-000119
Ponencia del Magistrado: ANTONIO RAMÍREZ JIMÉNEZ.
En el juicio por simulación de venta intentado ante el Juzgado Primero de Primera Instancia en lo
Civil y Mercantil de la Circunscripción Judicial del Estado Guárico, por el ciudadano PABLO
PIERMATTEI CLERICUZIO, representado judicialmente por los abogados Jeannie Piñero Ávila, Yomeli
Guyon Bolívar, Ely Peraza Vargas, Manuel Alfredo Rodríguez y Luís Mejías Sarmiento, contra los
ciudadanos ALFREDO JOSÉ FLORES GONZÁLEZ, REINA GARCÍA CORVO DE FLORES, ANA
DE JESÚS CORVO DE GARCÍA, MARÍA EUGENIA FLORES ALVIAREZ y CARMELA
GERRATANA CARDOZO, los tres primeros representados por los abogados Antonio José Flores Muñoz,
Aquiles José Vásquez, Héctor Díaz Morales y José Crispín Flores Muñoz, la cuarta por José Simón González
Ochoa, y la última por Galmir Gerratana Cardozo y Zora Escalona; el Juzgado Superior Accidental en lo
Civil, Mercantil, Bancario, del Tránsito y de Protección del Niño y del Adolescente de la misma
Circunscripción Judicial, conociendo en reenvío, dictó sentencia en fecha 18 de febrero de 2008, declarando
con lugar la demanda, sin lugar el recurso de apelación ejercido por la parte demandada, confirmando la
decisión del a quo de fecha 11 de noviembre de 1999. En consecuencia, declaró la nulidad de los contratos de
compra-venta realizados por los codemandados de conformidad con el artículo 1.281 del Código Civil.
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Contra el referido fallo de alzada la representación judicial de los codemandados Alfredo José
Flores González y Carmela Gerratana Cardozo, anunciaron recurso extraordinario de casación, los cuales
fueron admitidos y oportunamente formalizados. No hubo impugnación.
Concluida la sustanciación del recurso de casación y cumplidas las formalidades legales, se dio
cuenta en Sala, correspondiendo la ponencia al Magistrado que con tal carácter suscribe el presente fallo,
previas las consideraciones siguientes:
PUNTO PREVIO
Ante la Secretaría de esta Sala fué presentado en fecha 17 de marzo de 2.009, a las 1:35 p.m., el
escrito de formalización del co-demandado Alfredo José Flores González, en el que se formularon varias
denuncias por defectos de actividad y por infracción de ley. En fecha 18 de marzo de 2009, siendo las 11:12
a.m., fue consignado escrito de formalización de la co-demandada Carmela Gerratana Cardozo, en la que
igualmente formularon varias denuncias por defectos de actividad y por infracción de ley.
La Sala conforme al orden cronológico de presentación de los escritos de formalización establece
que: Conocerá primero de las denuncias por defecto de actividad formuladas por el co-demandado Alfredo
José Flores González, por haber consignado su escrito con antelación a la otra co-demandada, y seguidamente
conocerá de las denuncias por defecto de actividad formuladas por la co-demandada Carmela Gerratana
Cardozo, y de no ser procedente alguna de ellas, pasará a examinar las de infracción de ley formuladas por
ambos formalizantes, en el orden de presentación de sus escritos, en cumplimiento del mandato contenido en
el artículo 320 del Código de Procedimiento Civil. Así se establece.
RECURSO POR DEFECTO DE ACTIVIDAD
CO-DEMANDADO ALFREDO JOSÉ FLORES GONZÁLEZ
I
Con fundamento en el ordinal 1° del artículo 313 del Código de Procedimiento Civil, se denuncia
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la violación por parte de la recurrida de los artículos 7, 11, 15 y 52 eiusdem, con la argumentación siguiente:
“…En ese orden de ideas, nos permitimos destacar respetuosamente ante esa Honorable Sala,
que, no obstante el largo decurso del presente juicio y sus vicisitudes procesales, se pone en
evidencia que el mismo se ha desarrollado con violación de las formas en un punto eminente,
cual es el de una indebida acumulación de pretensiones, que comporta una grave distorsión en
la legalidad de la causa, e impone una determinación de ese Alto Tribunal para regularizar la
situación que ello ha creado, toda vez que la sentencia recurrida no tuvo el tino de hacerlo.
En efecto es clara la advertencia, que las distintas pretensiones que el actor se permitió
acumular en un solo libelo de demanda, son totalmente distintas y no guardan entre sí ninguno
de los elementos de conexión a que se refiere el artículo 52 del Código de Procedimiento Civil;
de manera que no cabía proponerlas conjuntamente ni podía juzgarse sobre ellas válida ni
eficazmente en una sola causa y en un solo juicio. Se ha procedido, sin embargo, tal como si tal
(sic) acumulación se permitiera y nada obstara a su análisis, siendo que tanto el actor como
alguna de las autoridades judiciales que intervinieron, han sostenido que las acciones
propuestas son de simulación y no habría, por lo tanto, entre ellas, elementos de hecho que
permitan relacionarlas.
La parte actora ha sostenido, en efecto, que no se trata de la proposición de una acción
pauliana o revocatoria, en la que estuviese invocando un fraude pauliano, sino que en su
petitorio indica de una manera terminante, que procede en declaración de simulación conforme
al artículo 1.281 del Código Civil. Así lo señaló también ese Alto Tribunal en decisión recaída
en este juicio, al indicar que, de acuerdo a los términos del libelo, tales pretensiones deducidas
en la demanda fueron de “simulación”.
Sin embargo, la recurrida juzga sobre cada una de esas supuestas pretensiones de simulación de
negocios jurídicos enteramente diferentes, tal como si se los pudiera unir en uno solo o en una
sola acción o situación de hecho unitaria, llegando a permitir que los indicios relativos a una de
tales simulaciones interfieran o interactúen con respecto a las otras, lo que traduce una
situación anormal y totalmente ilegal. Mal pueden los indicios relativos a uno de dichos
negocios, tenerse como útiles o valederos para declarar la de otro de dichos negocios.
Nada tiene que ver, en efecto, la venta de dos inmuebles a la hija de mi representado, con la
venta que se hiciera de otro inmueble a un tercero, no pariente, como sería la ciudadana
Carmela Gerratana, ni esta última tendría que ver con la venta de un salón de belleza o de una
firma personal a la madre de la ex cónyuge de mi mandante. No existe ningún factor de
conexión que permitiese haber unido las pretensiones de nulidad de dichos negocios en una
sola demanda ni que se juzgara sobre ellas de manera uniforme o unitaria, permitiendo los
juzgadores que los supuestos indicios relativos a uno de los negocios sirviera para juzgar sobre
una supuesta simulación de otro de dichos negocios, porque se hiere con ello, de modo abierto,
los mas claros principios que informan nuestro proceso civil y que está a esa Sala corregir.
Un mero análisis de los negocios indicados en la demanda como simulados, permite advertir
esa diversidad que determina una ausencia total de conexión genérica prevista en el artículo 52
del Código de Procedimiento Civil, no bastando para suponerla la circunstancia de que todas
las demandas sean “por simulación”, pues ello solo constituiría la aplicación o uso de un mismo
y único vocablo jurídico, mientras que el “título”, rectamente atendido en este caso, sería el de
“simulación”, que unido a otros elementos, le diesen el carácter de causa igual o idéntica por
su origen sustancial, por ser la misma relación jurídica de la cual emanan los derechos
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deducidos en juicio en el caso concreto.
No podría decirse, por lo demás, que los elementos de hecho invocados por el actor sobre una
supuesta maquinación conjunta de los demandados pudiera conferir base a una supuesta
identidad de títulos, porque, además de que ello iría en contra de la afirmación actora de que lo
único que pretende es la declaración de simulación, confirmado por el petitum del libelo,
tampoco servirían esos puros elementos de hecho a determinar la existencia de una identidad
de títulos, ni a generar un litisconsorcio impropio, pues una y otra conclusión iría en contra de
los principios de preservación de la legalidad del proceso y del derecho de defensa.
En tanto la recurrida no advirtió que debía proceder ex artículo 11 del Código de
Procedimiento Civil a declarar que no podía valorar las pruebas que se habían mezclado de
manera promiscua en este juicio, dada la falta de conexión de las causas objeto de su
cognición, y procedió a dictar sentencia, infringió el artículo 7 del Código de Procedimiento
Civil pues no dio a los actos su debida forma, infringió la forma procesal precisa que debió
atender como era el artículo 52 eiusdem, y quebrantó el derecho de defensa de mi mandante en
particular y de los codemandados en general, con violación del artículo 15 del mismo
código…”.
Para decidir, la Sala observa:
El formalizante delata la infracción de los artículos 7, 11, 15 y 52 del Código de Procedimiento
Civil, con base en que el juzgador de alzada le menoscabó el derecho a la defensa a su representado al no
advertir que el presente juicio por simulación se ha desarrollado con violación de las formas procesales, ya
que, el actor acumuló en su libelo de demanda distintas pretensiones que no guardan relación entre si,
denunciando por tanto una indebida acumulación de pretensiones.
De los argumentos que apoyan la presente denuncia, además de reflejarse que no cumple el
formalizante con la técnica que debe seguirse para la formulación de las denuncias en un recurso de casación,
se infiere que lo que éste cuestiona no guarda relación con la violación del derecho a la defensa o de la
garantía del debido proceso, sino una falta de aplicación por parte de la recurrida del artículo 52 del Código
de Procedimiento Civil, lo que conduciría a una denuncia por infracción de ley.
Sobre la manera adecuada en que deben formularse las denuncias de indefensión o violación del
derecho a la defensa, esta Sala en sentencia N° RC- 1038 de fecha 8 de septiembre de 2004, dictada en el
juicio de Luís Ramón Rada Arencibia contra Eleonora Ducharne, ratificada en sentencia N° RC-00729 del
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10 de noviembre de 2005, exp. N° 05-021, las cuales hoy se reiteran, estableció lo siguiente:
“…En este orden de ideas, la Sala en uso de su facultad pedagógica, considera oportuno
señalar la técnica adecuada para la correcta formalización de las denuncias que versen sobre
una invocada indefensión o menoscabo del derecho de defensa, establecida por esta Máxima
Jurisdicción mediante jurisprudencia, pacífica, reiterada e inveterada, entre otras, en decisión
N° 687, de fecha 27 de julio de 2004, Exp. N° 2003-00897, en el caso de Elmano Isidro
Ferreira contra Haydee Baptista Bonachera, y otros, estableció:
“...En cuanto a la denuncia aislada del artículo 15 del Código Adjetivo Civil, la Sala ha
señalado que ello es inadmisible; en tal sentido se permite transcribir decisión de fecha 13 de
abril de 2000, Exp. 91-719, sentencia N° 107, en el caso de Antonio Reyes Andrade y otros
contra Livia Escalona de Ayala, en la cual se dijo:
“...Si bien es cierto que la nueva Constitución tiende a flexibilizar los rígidos y doctrinarios
formalismos; sin embargo esa flexibilidad no puede implicar el abandono total de una correcta
técnica en el planteamiento de las denuncias, mantenida en forma reiterada y pacífica por los
cánones procesales que rigen el instituto de la casación, devenida de su propia naturaleza de
revisión de derecho.
Al respecto, en sentencia del 11 de noviembre de 1993, esta Sala expresó:
‘Una correcta técnica de denuncias de infracción basadas en indefensión o menoscabo del
derecho de defensa y apoyadas en el respectivo supuesto del Ordinal(sic) 1° del artículo
313 del Código de Procedimiento Civil, implica necesariamente lo siguiente:
a) Explicación de cuál ha sido la forma quebrantada u omitida y si lo ha sido por el Juez de la
causa o el de la alzada.
b) Indicar cómo, con tal quebrantamiento u omisión de las formas sustanciales de los actos, se
lesionó el derecho de la defensa o el orden público, según el caso, o ambos.
c) Si el quebrantamiento u omisión de las formas que menoscabó el derecho de defensa o
lesionó el orden público, lo ha sido por el Juez de la causa, y si considera procedente la
reposición de la misma, denunciar la infracción del artículo 208 de la Ley Procesal, la norma
expresa contenida en la disposición general del artículo 15 del Código de Procedimiento Civil y
los particulares que acarrean el menoscabo del derecho de defensa, o los que establecen el
orden público, las cuales resultan las realmente infringidas por la recurrida, al no decretarse en
ella la nulidad o la reposición cuando la omisión o quebrantamiento de las normas que
menoscaban el derecho de defensa o el orden público, lo lesiona el Tribunal de la causa.
d) Si el quebrantamiento u omisión de las formas que menoscabó el derecho de defensa o
lesionó el orden público lo ha sido por el Tribunal de la alzada, además de la infracción de la
norma contenida en el artículo 15 del Código de Procedimiento Civil, deben denunciarse como
infringidas las disposiciones referentes al quebrantamiento u omisión de las formas que
menoscaban el derecho de defensa o las que establecen el orden público que ha sido lesionado
por el propio Juez de la recurrida.
e) La explicación a la Sala que con respecto a dichos quebrantamientos u omisiones de formas
o lesiones al orden público, se agotaron todos los recursos…”.
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En el caso de marras se observa, que el formalizante no denuncia que se le haya impedido el
ejercicio de alguno de los medios y recursos previstos en la ley para la mejor defensa de sus derechos e
intereses, sino el hecho de que el ad quem no declaró la inepta acumulación de pretensiones y, como
consecuencia de ello, no le garantizó su derecho a la defensa; con el agravante de que tampoco indica la
infracción del artículo 208 del Código de Procedimiento Civil, sino que se limita a apoyar su denuncia en el
hecho de que el ad quem estaba obligado a declarar la inadmisibilidad de la demanda de simulación, cuestión
que no encaja dentro de una denuncia relativa al vicio de indefensión como la presente.
No obstante lo anterior, a mayor abundamiento se evidencia de la denuncia trascrita, el
formalizante invoca por primera vez en el juicio y ante esta Sala, que en la acción por simulación de autos
existe una indebida acumulación de pretensiones, que “…la venta de dos inmuebles a la hija de mi
representado, con la venta que se hiciera de otro inmueble a un tercero, no pariente, como sería la
ciudadana Carmela Gerratana, ni esta última tendría que ver con la venta de un salón de belleza o de una
firma personal a la madre de la ex cónyuge de mi mandante. No existe ningún factor de conexión que
permitiese haber unido las pretensiones de nulidad de dichos negocios en una sola demanda…”.
El artículo 52 del Código de Procedimiento Civil, señala textualmente lo siguiente:
“...Se entenderá también que existe conexión entre varias causas a los efectos de la primera
parte del artículo precedente:
1° Cuando haya identidad de personas y objeto, aunque el título sea diferente.
2° Cuando haya identidad de personas y título, aunque el objeto sea distinto.
3° Cuando haya identidad de título y de objeto, aunque las personas sean diferentes.
4° Cuando las demandas provengan del mismo título, aunque sean diferentes las personas y el
objeto...”. (Subrayado de la Sala).
La norma anteriormente transcrita, se refiere a la acumulación de las causas ventiladas ante
tribunales diferentes, disponiendo de la figura jurídica que la autorizada doctrina ha denominado conexión
genérica, que es cuando existe identidad de título y objeto pero no existe identidad en los sujetos, tal como lo
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dispone su numeral 3°.
En relación con el artículo 52 del Código de Procedimiento Civil, la Sala en sentencia N°
RC-01082 del 15 de septiembre de 2004, exp. N° 03-068, caso: Antonio José Olivares contra Shirley
Coromoto Pino, dejó sentado lo siguiente:
“…Conforme a lo desarrollado en la norma anteriormente transcrita, procede la acumulación
de las causas ventiladas ante tribunales diferentes, cuando exista identidad de personas y
objeto, aunque el título sea diferente; cuando haya identidad de personas y título, aunque el
objeto sea distinto; cuando haya identidad de título y de objeto, aunque las personas sean
diferentes; o, en los supuestos en los que las demandas provengan del mismo título, aunque
sean diferentes las personas y el objeto. En cualquiera de estos supuestos, deberá ser un solo
juez el que conozca ambos juicios, mediante un solo proceso. En otras palabras, en el artículo
52 antes mencionado, se describen circunstancias objetivas, que permiten acumular dos o más
causas, que han sido propuestas en diferentes tribunales.
Tal acumulación obedece, al
posible riesgo de que se produzcan sentencias contradictorias en asuntos conexos entre sí, lo
que atentaría contra la seguridad jurídica emanada de la cosa juzgada. En todo caso, para que
sea acordada la acumulación de causas por existir entre ellas conexidad, deberá tomarse en
consideración cuál fue el tribunal que haya prevenido, siendo la citación el factor que
determinará la prevención, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 51 del Código de
Procedimiento Civil. Pero debe advertirse, que subsisten las prohibiciones del artículo 78 del
Código de Procedimiento Civil, para que pueda ocurrir la acumulación de causas. Es decir, no
basta que se encuentren presentes las condiciones objetivas que permiten la acumulación, sino
es necesario, además, que no se encuentre presente algunas de las hipótesis que impide la
acumulación.
…omissis…
Como puede observarse de lo precedentemente transcrito de la recurrida, la juez de alzada
para declarar la inadmisibilidad de la demanda por inepta acumulación de pretensiones, se
fundó en lo dispuesto en el artículo 52 del Código de Procedimiento Civil, pues a su juicio, no
existe en el presente caso, alguno de los supuestos que prevé dicha norma. Asimismo, se
observa, que la sentenciadora ad quem fundamenta la inadmisibilidad de la demanda en la
inepta acumulación de sujetos en una misma causa, por tener éstos pretensiones distintas,
desarrollando en la argumentación del fallo el contenido y alcance del artículo 146 del mismo
Código.
Es evidente, pues, que para declarar la inadmisibilidad de la demanda, no le estaba permitido a
la sentenciadora de segunda instancia, aplicar los referidos artículos 52 y 146 del Código de
Procedimiento Civil, pues, como se señaló precedentemente, la primera de dichas
disposiciones se refiere a la acumulación de dos o más causas por conexidad, y la segunda, solo
puede ser examinada por los jueces, previo alegato de parte, al resolver la cuestión de fondo de
conformidad con lo dispuesto en el artículo 361 del mismo Código…”.
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Por tanto, no puede pretender el formalizante denunciar una inepta acumulación de pretensiones,
como si se tratara de un asunto vinculado a las formas procesales previstas para permitir que se acumulen
causas que ya han sido admitidas, considerando para ese propósito, el artículo 52 del Código de
Procedimiento Civil, que no es aplicable tal como lo dispone la jurisprudencia transcrita, para examinar si
podían ser acumuladas en una misma demanda dos o más pretensiones.
No obstante, esta Sala observa que las pretensiones contenidas en el libelo de demanda no son
“…contrarias al orden público, a las buenas costumbres o a alguna disposición expresa de la Ley”, lo cual
determina su admisibilidad, ya que, la parte actora sustentó su petición de simulación en las ventas simuladas
efectuadas por los cónyuges demandados en el lapso de dos meses, es decir entre el 9 de abril de 1996 y el 20
de mayo de 1996, con la finalidad de sustraer de su patrimonio aquellos bienes que pudieren ser objeto de una
medida ejecutiva con ocasión de la sentencia a favor del actor por el juicio de resolución de contrato de
arrendamiento, solicitando así la nulidad de las ventas realizadas por los cónyuges demandados, por tanto, las
referidas pretensiones no se excluyen ni son contrarias entre sí, tampoco por razón de la materia, ni mucho
menos estamos en presencia de pretensiones que deban sustanciarse por procedimientos que resultan
incompatibles.
Por los razonamientos expuestos, esta Sala declara improcedente la infracción de los artículos 7,
11, 15 y 52 del Código de Procedimiento Civil. Así se establece.
II
Con fundamento en el ordinal 1° del artículo 313 del Código de Procedimiento Civil, se denuncia
la violación por parte de la recurrida de los artículos 12, 15 y 16 eiusdem, con la argumentación siguiente:
“…Desde el momento mismo en que se dio contestación de la demanda en este juicio, la
litisconsorte María Eugenia Flores Alviarez sostuvo que aún cuando en el petitorio de la
demanda se había afirmado que la misma era por simulación y se invocaba el artículo 1.281 del
Código Civil, la realidad de los elementos de hecho y argumentos usados para proponerla,
definían que era la acción pauliana la que correspondía proponer.
…omissis…
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Efectivamente, ciudadanos Magistrados, puede comprobarse que en el libelo de la
demanda, el actor desarrolla un cúmulo de argumentos para plantear lo que se conoce como
“fraude pauliano”, propio de la acción revocatoria o pauliana, pues afirma la existencia de una
supuesta maquinación urdido por mi mandante, en concierto con varias personas y parientes,
para efectuar negocios jurídicos de ventas simuladas que, al decir del actor, habrían de
conducir a su insolvencia. Agrega que, en su específico y afirmado carácter de acreedor de mi
representado, tales negocios le impidieran al accionante poder servirse de varios bienes que
integraban el patrimonio de mi mandante como deudor, trayendo a colación en la demanda e
incorporando a los autos, una sentencia firme en que habría sido condenado mi mandante a
pagar sumas de dinero al actor.
Ahora bien con reiterada y pacífica doctrina, la acción de simulación que el actor se permitió
afirmar en su petitum como acción intentada, invocando el artículo 1.281 del Código Civil
como fundamento legal, es una acción merodeclarativa. …omissis…
Siendo, pues, la acción de simulación, una acción mero declarativa, resulta evidente que, de
conformidad con lo dispuesto en el artículo 16 del Código de Procedimiento Civil, no le era
dado al actor proponer tal acción, siendo que disponía de una acción expedita y precisamente
adaptada para protección y tutela jurídica de sus derechos, como era la acción pauliana o
revocatoria, establecida en el artículo 1.279 del Código Civil, pues esta acción, contrariamente
a lo que acaece con la de simulación, que puede ser intentada por cualquiera que tenga un
legítimo interés, sólo puede ser ejercida por quien se afirma actor para que resulten ante él
inoponibles los actos que su deudor haya efectuado en fraude de sus derechos. Esa es la acción
que corresponde intentar al actor, aún cuando los actos o negocios con los cuales se
pretende el fraude en contra de su acreencia, sean actos verdaderos o simulados, pues lo
que en tal caso cuenta es el ánimo en el simulante de defraudar al acreedor; es ésa y ninguna
otra la acción que debió intentar el actor y no una mero declarativa pues, como indica el
articulo 16 del Código de Procedimiento Civil, “No es admisible la demanda de mera
declaración cuando el demandante puede obtener la satisfacción completa de su interés
mediante una acción diferente.” y esa acción diferente está en este caso representada por la
acción pauliana o revocatoria.
En tal virtud y por las razones expuestas, afirmamos que la recurrida, atendiendo los
planteamientos que fueran planteados en la contestación de la demanda, debió dictar una
decisión inhibitoria, en el sentido de declarar que, vistos los planteamientos de hecho de la
demanda, no se hacía lugar una tutela jurídica a favor del actor según su petición, pues para
solicitarla apropiadamente debió servirse de la acción pauliana o revocatoria ex artículo 1.279
del Código Civil, y no de la de simulación, todo ello en acatamiento a lo dispuesto de manera
general por el artículo 16 del Código de Procedimiento Civil, aplicable en la especie.
Al no haberlo hecho así, la recurrida infringió dicho artículo como forma procesal, y con ello
subvirtió el procedimiento generando con ello un grave desequilibrio procesal contrario al
orden público y a los derechos de mi representado en juicio, con infracción del artículo 15
eiusdem (sic). Así pedimos sea declarado…”.
Para decidir, la Sala observa:
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El formalizante delata la infracción de los artículos 12, 15 y 16 del Código de Procedimiento
Civil, con base en que el juzgador de alzada en atención a las defensas expuestas en la contestación de la
demanda de la co-demandada María Eugenia Flores Alviarez, debió declarar que, de los planteamientos del
libelo de demanda, el actor lo que solicita es la acción pauliana y no la simulación, de lo que se infiere que lo
pretendido por el formalizante es denunciar el vicio de incongruencia, al no dictar la recurrida una decisión
expresa, positiva y precisa con arreglo a la pretensión deducida y a las excepciones o defensas opuestas.
En relación al requisito de congruencia, esta Sala de Casación Civil, mediante sentencia
RC-00240 de fecha 29 de abril de 2.008, caso Banco Industrial contra Envasadora Tropical, C.A., expediente
Nº 06-797, en la cual se indicó:
“...Sobre el requisito de congruencia, la Sala en ponencia conjunta de fecha 30 de noviembre
de 2005, caso: Norinca Promociones, contra Ana María Tortolero Betancourt y otro, señaló lo
siguiente:
“...El requisito de congruencia sujeta la decisión del juez, sólo sobre los hechos
controvertidos por las partes, sin poder omitir pronunciarse sobre alguno de ellos, o
extenderse sobre alegatos no formulados en el proceso.
Esta formalidad de la sentencia tiene por sustento el principio dispositivo que rige nuestro
proceso civil, y persigue dar cumplimiento a los principios de autosuficiencia y unidad del
fallo, pues luego de que éste adquiere fuerza de cosa juzgada, constituye un título ejecutivo y,
por ende, debe bastarse a sí mismo, sin que resulte necesario consultar otras actas o
instrumentos para lograr su ejecución.
Por ello, el incumplimiento del requisito de congruencia del fallo, determina la procedencia del
recurso de casación por quebrantamiento de forma, y el efecto que produce es la nulidad y
reposición de la causa al estado de que se dicte una nueva sentencia de alzada, en acatamiento
de los requisitos formales exigidos en la ley...”.
Respecto a lo alegado en la contestación de la demanda por la co-demandada María Eugenia
Flores Alviarez, la sentencia recurrida decidió lo siguiente:
“…En fecha 14 de febrero de 1997, el Apoderado de la demandada MARIA EUGENIA
FLORES ALVIAREZ, alega que del estudio y análisis de los hechos invocados por el actor en
el libelo de demanda, se evidencia que el mismo confunde los elementos de la acción pauliana
con los correspondientes específicos de la acción de simulación; señala que al actor le
corresponde probar fehacientemente el acto de maquinación que le imputa a los demandados
así como deberá probar que el propósito de la enajenación era para sustraer los bienes
vendidos de su patrimonio en el entendido que podrían ser objeto de una medida ejecutiva, que
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sobre los bienes adquiridos por MARIA EUGENIA FLORES ALVIAREZ, no pesa medida de
enajenar o gravar, que los adquirió legalmente. Niega rechaza y contradice las imputaciones
ilícitas que le hace el actor a su representada en el libelo de demanda con referencia a los
bienes que pertenecen al ciudadano ALFREDO FLORES, que esta presto su concurso para
una presunta defraudación. Que rechaza y niega los fundamentos de derecho de la pretensión
deducida por cuanto que el actor no determina la acción que realmente intenta pues aunque la
tipifica como simulación los argumentos en que se funda son los propios de la acción pauliana
previstos en el artículo 1.279 del Código Civil vigente…omissis…
CONCLUSIONES:
La pretensión del actor, como antes se indicó, consiste en demostrar la simulación que
aduce en la demanda, existe tras los negocios especificados en el libelo, en nada alude a
una acción pauliana como alega la co demandada María Eugenia Flores Alviarez, quien
se excepciona invocando que el actor confunde ambas acciones basada en que los hechos
que afirma son contradictorios con su afirmación, cuando reconoce que solo vendieron
parte de sus bienes, y que hubo concierto entre compradores y vendedores para
defraudarlo. Estos argumentos, comportan necesariamente establecer los elementos de la
“simulación” por cuanto, estas afirmaciones no son exactas de acuerdo a lo planteado en la
doctrina.
La simulación puede definirse como “un acuerdo secreto entre dos o mas personas tendiente a
producir una declaración de voluntad discordante con la verdadera voluntad del declarante con
el fin de crear una apariencia engañosa para los terceros” (José Melich Orsini, Estudios de
Derecho Civil, E.J. Alba, Caracas, pág. 372)
Asimismo, en la obra citada explica que la simulación se caracteriza básicamente por la
presencia de tres elementos:
1. Disconformidad consciente entre la voluntad aparente y la voluntad real: en materia del
consentimiento como uno de los elementos esenciales del contrato, debe distinguirse la
voluntad aparente de la voluntad real. La voluntad interna del sujeto, es en efecto, un
acontecimiento psicológico no susceptible de conocimiento directo y sólo puede inferirse, con
mayor o menor seguridad, a partir de sus actos sensibles exteriores, por ello, en la doctrina, se
ha resuelto establecer como una presunción que la voluntad declarada o aparente corresponde
a la voluntad interna o real del declarante. Pero puede ocurrir que la voluntad aparente no
coincida con la voluntad real, bien porque la declaración no expresa la voluntad del sujeto,
bien porque la declaración se ha emitido sin el sustrato de una voluntad efectiva y
legítimamente formada; en tales casos, se dice hay divergencia entre la voluntad declarada y la
voluntad real. Esta divergencia puede ser inconsciente, por haber incurrido el declarante en
una equivocación en los medios para manifestar su voluntad (error en la declaración), o
porque, aun cuando la declaración haya sido adecuada, ella traduce una voluntad que no se
formó correctamente sino bajo el influjo de motivos perturbadores (error-vicio). Pero la
divergencia puede también ser consciente, esto es, el declarante sabe claramente que la
declaración no corresponde a su verdadera voluntad, bien porque quiere la declaración pero no
desea el contenido de la misma, o porque el declarante, aunque emite la declaración, no quiere
ni la declaración ni el contenido de la misma. (violencia física).
En la simulación se presenta la divergencia consciente, y lo que es más, intencional, entre la
voluntad aparente y la voluntad real; se quiere la declaración pero no se quiere el contenido de
la misma. En todos los casos de simulación existe una divergencia intencional entre la voluntad
de la declaración que se quiere y la voluntad negocial que no se quiere. La existencia o
inexistencia de la voluntad de obligarse, dependerá de la valoración e interpretación de las
circunstancias concurrentes; a través de este examen se podrá decidir si la voluntad interna
tiene o no primacía sobre la declaración, todas esas circunstancias concurrentes permitirán
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demostrar si en la declaración falta el animus contrahendi negotti. Ahora bien, cuando el
declarante emite la declaración disconforme con su intención real con el propósito de engañar
a la otra parte, -lo que se conoce en doctrina como reserva o restricción mental -ya no se trata
sólo de la falta del animus contrahendi negotti, sino, además de la existencia, de un ánimus
decipendi (intención de engañar), en estos casos, el derecho debe intervenir en defensa del
destinatario de tal declaración.
2.- Acuerdo entre las partes a fin de producir tal divergencia: Tanto en la reserva mental como
en la simulación existe una disconformidad entre la voluntad declarada y la voluntad real, y
además, que esta divergencia intencionalmente producida está destinada a engañar, pero se
diferencian, en que en la simulación, la finalidad de engañar es a terceros, en tanto que en la
reserva el engaño puede tener por finalidad además a los propios destinatarios del acto. En la
simulación debe existir un acuerdo entre las partes, por ello la verdadera intención de los
declarantes coincide con lo que las partes se han declarado entre ellas, la divergencia existe
propiamente entre los efectos que el negocio debe producir realmente a las partes, y los efectos
que se trata de aparentar ante los terceros. La simulación, es siempre un entendimiento entre
las partes dirigidos contra terceros y se fragua con el objeto de fingir efectos que el contrato
por ser meramente aparente, no produce.
3.-Intención de crear por tal medio una apariencia engañosa:
Además de los requisitos anteriores, debe concurrir para que pueda hablarse de simulación, la
intención de crear con la declaración una apariencia engañosa para el público, es decir, se
requiere que las partes hayan utilizado conscientemente esa divergencia con el ánimo de crear
una apariencia engañosa, pero este engaño no necesariamente tiene que ser con la intención de
perjudicar, puede que exista una motivación inocente o laudable.
Ahora bien, básicamente la prueba de la simulación consiste en establecer con medios
probatorios idóneos el acuerdo simulatorio, siendo así, y tratándose de un tercero, tal
demostración puede hacerla a través de una serie de hechos concomitantes con la aparente
celebración del negocio aparente, debiendo demostrar que la existencia de tales hechos es
incompatible según las experiencias prácticas con la realidad del negocio aparente y que estos
hacen presumible la simulación. Hechos que puedan traducirse en indicios, que el sentenciador
sopesara por su gravedad, concordancia y convergencia entre sí, y en relación con las demás
pruebas de autos, como lo norma el artículo 510 del Código de Procedimiento Civil. Estos
indicios analizados por la doctrina pueden basarse en: La carencia de medios patrimoniales
suficientes en el comprador para pagar el precio de la aparente compraventa, la circunstancia
de ser el supuesto comprobador pariente próximo o amigo íntimo del vendedor, la
circunstancia que después de vendido el bien, el vendedor haya conservado la detentación del
mismo a través de un supuesto comodato o arrendamiento, los riesgos que corría el presunto
vendedor de ser despojado de la propiedad de tal bien por sus acreedores en vista de la
insuficiencia de su patrimonio para responder de sus deudas. La existencia de una relación
extramatrimonial, entre el supuesto vendedor y la compradora, la enemistad de este con sus
hijos que hará pensar que deseaba despojarlos de sus derechos hereditarios; los obstáculos
legales para celebrar el negocio oculto, la artificiosidad de los actos cumplidos por los
aparentes contratantes; en fin cualquier circunstancia que haga presumible la voluntad de los
intervinientes en el negocio de crear una apariencia engañosa.
Así las cosas, con respecto a las ventas enumeradas por el actor en el libelo de demanda, esta
Alzada observa:…” (Negrillas de la Sala)
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De la anterior transcripción se infiere, que el sentenciador superior si resolvió la defensa de fondo
opuesta por la co-demandada María Eugenia Flores Alviarez, con base en que los argumentos expuestos por
ella en su contestación a la demanda, estableció que las imputaciones planteadas por el actor en su libelo
comportan necesariamente los elementos de la “simulación” cuando reconoce que solo vendieron parte de sus
bienes, y que hubo concierto entre compradores y vendedores para defraudarlo, trascribiendo así como la
doctrina define la figura de la simulación, por lo que dejó en claro que lo demandado en el presente juicio es
una acción de simulación y no una acción pauliana.
En consecuencia, la jueza de la recurrida dictó decisión expresa, positiva y precisa con arreglo a
la pretensión deducida y a las excepciones o defensas opuestas, cumpliendo de esta forma el principio de
congruencia, de decidir sólo sobre lo alegado y sobre todo lo alegado, por tanto, la Sala declara improcedente
la denuncia bajo análisis. Así se decide.
III
Con fundamento en el ordinal 1° del artículo 313 del Código de Procedimiento Civil, se denuncia
la violación por parte de la recurrida de los artículos 15 y 263 eiusdem, con la argumentación siguiente:
“…Como puede comprobarse, la sentenciadora de la recurrida emite un pronunciamiento
sobre la solicitud que fuera formulada ante su Despacho, en el sentido de que impartiera
homologación a un acuerdo celebrado extrajudicialmente entre el actor Pablo Piermattei y las
codemandadas Reyna del Valle García Corvo y Ana Corvo de García, otorgado por ante la
Notaría Pública de San Juan de Los Morros en fecha 13 de agosto de fecha (sic) 2004, pero
consignado en autos junto con la solicitud de homologación, en fecha 14 de diciembre de 2006.
Se afirmó ante el Tribunal por los consignantes, que en dicho documento se habría hecho
constar un convenimiento en la demanda por parte de las citadas codemandadas, por lo que se
solicitaba que el Tribunal le otorgara la correspondiente homologación.
Para proveer sobre tal solicitud, la juzgadora de la recurrida indica que considera necesario
hacer un análisis de la figura del litisconsorcio necesario, de acuerdo con lo previsto en el
artículo 148 del Código de Procedimiento Civil”, en cuanto juzga que es de esa especie el
litisconsorcio pasivo que se hacía lugar y se actuó en este juicio. Destaca la sentenciadora la
imposibilidad jurídica que existe, en tal tipo de litisconsorcio, de que los litiscoconsortes
dispongan del derecho en litigio, pues aisladamente carecen de la legitimidad necesaria para
ello y su determinación podría ir en perjuicio de los demás miembros del grupo o de
litisconsortes en causa. Sobre esa base, concluyó de la manera siguiente:
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“De lo antes expuesto, esta sentenciadora concluye, en primer lugar, que el documento
consignado por las codemandadas y el actor, firmado ante una Notaría Pública, no reúne los
requisitos de ley para su homologación, y por tanto el mismo debe ser desechado del presente
juicio, por las siguientes razones:
1. No se trata de un convenimiento como lo llama el apoderado judicial, pues realmente, y en
todo caso, que fuera procedente, se trataría de una transacción judicial, dado que las partes,
actora y co demandadas, se hacen recíprocas concesiones.
2. Como es bien sabido, sólo se puede transigir en materia de derechos disponibles, lo que
significa que, de acuerdo a lo establecido en el numeral primero de la doctrina antes citada, las
codemandadas no tienen la facultad de disponer de los derechos litigiosos en contra de sus litis
consortes, por una parte, y por la otra, tal transacción no se realizó en juicio, y aunque haya
sido autenticada, la misma carece de validez a los fines de su homologación. Así se decide.”
Como puede observarse, la recurrida destaca que el acuerdo cuya homologación se pidió es
una transacción y no un convenimiento pues en el mismo ambas partes se hacen recíprocas
concesiones y, por otra parte, hace énfasis en la afirmación conceptual de que este juicio tiene
como término subjetivo pasivo de la relación procesal, a un litisconsorcio necesario, siendo de
observar que no está aludiendo al litisonsorcio que pudiera derivar por la comunidad entre los
cónyuges Flores García, sino al específico que la juzgadora entiende existe entre todos los
codemandados de este juicio, tal como se desprende del hecho mismo de que en el documento
cuya homologación se pide y al cual se está refiriendo la juzgadora, participa la madre de
Reina del Valle García Corvo, quien no tenía ni tiene, obviamente, comunidad alguna con su
hija.
Ahora bien, es el caso que la recurrida ofrece las citadas conclusiones sobre el punto en
análisis, pero no toma en cuenta la siguiente declaración que hace el actor en dicho
documento:
“…DÉCIMO PRIMERO. Yo, PABLO PIERMATTEI C., plenamente identificado supra,
declaro, que acepto el convenimiento en la demanda por parte de las co-demandadas REINA
DEL VALLE GARCÍA CORVO y ANA DE JESUS CORVO DE GARCÍA, y de la cesión total
de sus bienes me hace la ciudadana REINA GARCÍA CORVO, en el precio y condiciones
expresadas en el particular NOVENO. Asimismo, expresamente declaro que en virtud de la
reciprocidad del presente convenimiento, renuncio a cualquier acción legal en contra de
REINA DEL VALLE GARCÍA CORVO y ANA DE JESÚS CORVO DE GARCÍA, con
ocasión o derivada de las demandas tantas veces mencionada...”
Se puede así advertir que en esa transacción a que alude la recurrida, el actor renunció a la
acción de simulación que ejerció en este juicio, conclusión que se extrae, tanto de la
afirmación actora en el sentido de que su determinación es el correspectivo del convenimiento
de las codemandadas, como del hecho de referirse de modo directo a las demandas de
simulación objeto de este juicio. De allí que en los autos existe una declaración formal y
expresa del actor, emitida en documento público, por la que declara renunciar a la acción que
dio origen a este juicio, lo que el juzgador debió advertir, aún de oficio, por la evidencia de que
con tal declaración no habría ya materia sobre la cual decidir sino limitarse a conferirle a tal
declaración la necesaria homologación.
Conviene observar que la homologación de dicho desistimiento sí era del todo provente, aún
cuando en criterio de la sentenciadora no procediera la misma en cuanto al convenimiento de
las codemandadas; simplemente por tratarse de supuestos diferentes ya que la parte actora
estaba conformada por una sola persona y en su respecto sí se hacía lugar una homologación
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por desistimiento.
Esa declaración del actor constaba de documento público que se incorporó al juicio de modo
válido y eficaz, por lo cual debió la recurrida aplicar la norma del artículo 263 del Código de
Procedimiento Civil y, antes que continuar el juicio mediante la emisión de la sentencia, debió
declarar el mismo terminado por desistimiento. Este último era producto de la declaración
unilateral de renuncia a la acción, con efectos procesales ineludibles, tal como el juzgador lo
asomó, al señalar que, antes que un convenimiento, se trataba de una transacción en tanto
había concesiones recíprocas, y entre las concesiones del actor estaba el desistimiento a que
aludimos, con valor propio e independiente de la contrapartida o causa que pudiera encontrar
en el ámbito extraprocesal y negocial del acuerdo y más allá, como se ha dicho, que no cupiera
la homologación del convenimiento.
El legislador ha destacado la necesidad de que se atienda las declaraciones extrajudiciales de
las partes que inciden en los juicios, cuando las mismas se han hecho constar de modo
auténtico, en cuanto las mismas reúnan las condiciones materiales y formales que condicionan
su eficacia para ello, por lo cual ha señalado en el mismo artículo 263 del Código de
Procedimiento Civil, que “…El acto por el cual desiste el demandante o conviene el
demandado en la demanda, es irrevocable, aún antes de la homologación del Tribunal”.
Esta norma pone de manifiesto que si en una declaración extrajudicial existe un desistimiento,
no podrá el que la emita revocarla, aún cuando el documento o acuerdo general en que tal
declaración se inserte no pueda ser objeto de homologación; con mucha más razón debió
acogerlo la sentenciadora cuanto en la especie sí cabía la manifestación de desistimiento del
actor.
Debe agregarse a lo anterior que tampoco era óbice para acoger tal efecto, el hecho de que la
declaración la hubiese hecho el actor en documento otorgado solo con participación de alguno
de los litisconsortes, pues es claro que el desistimiento favorecía a todos los litisconsortes al
poner fin al juicio incoado contra todos ellos. Insistimos en que el hecho de que tal declaración
hubiese sido hecha en documento extrajudicial, nada obstaba tampoco para que la
sentenciadora confiriese todo valor a lo declarado, pues al ser incorporado la misma a un
documento auténtico traído a los autos, cobraba todo valor intraproceso en la medida en que
sus efectos pudieran tener cabida conforme a la ley, tal como ocurría con la declaración
unilateral, no recepticia, del desistimiento o renuncia a la acción…”.
Para decidir, la Sala observa:
El formalizante delata la infracción de los artículos 15 y 263 del Código de Procedimiento Civil,
con base en que el juzgador de alzada subvirtió el procedimiento al declarar que carecía de validez el
convenimiento realizado por las co-demandadas Reyna del Valle García Corvo y Ana Corvo de García, con el
actor Pablo Piermattei, ya que, según expone el recurrente el documento público contenía la declaración del
actor de renunciar a la acción que dio origen al juicio.
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Es necesario puntualizar al formalizante que no debe confundir la naturaleza jurídica de un
documento notariado, es decir, autenticado, con la de un documento público, siendo que, la autenticación lo
que hace es darle el efecto de público al otorgamiento, pero jamás al contenido del documento, por lo que
incurre en un error al calificar de documento público al convenimiento notariado por las co-demandadas.
Ahora bien, a los efectos de verificar lo denunciado por el recurrente, a continuación esta Sala,
pasa a puntualizar parte de los fundamentos sobre los cuales el juez de alzada en punto previo se pronunció
con respecto al convenimiento:
“…PUNTO PREVIO.- En fecha 14 de diciembre de 2006, el Apoderado Actor del accionante,
consigna ante el Tribunal documento autenticado por ante la Notaría Pública de los Municipios
Juan German Roscio y Ortiz del Estado Guárico, en fecha 13 de Agosto de 2004, el cual quedó
inserto bajo el No. 67, Tomo 29 de los Libros de Autenticaciones llevados por esa Notaría,
contentivo del convenimiento efectuado por las codemandadas REINA DEL VALLE
GARCÍA y ANA DE JESÚS CORVO DE GARCÍA y el accionante PABLO PIERMATTEI
CLERICUZIO; en el cual las codemandadas expresan, con fundamento en el artículo 263 del
Código de Procedimiento Civil que aceptan y convienen expresamente en la demanda que por
simulación de ventas de los bienes descritos en el particular Segundo del convenimiento, sigue
el ciudadano PABLO PIERMATTEI a ALFREDO JOSÉ FLORES GONZÁLEZ, REINA
GARCÍA DE FLORES, ANA DE JESÚS CORVO DE GARCÍA y CARMELA GERRATANA
CARDOZO. Agregan que el convenimiento lo hacen a titulo personal y en consideración de la
cuota parte que como co-demandas y co-propietarias les corresponde de los bienes cuya
simulación fue demandada, seguidamente declarando la ciudadana REINA DEL VALLE
GARCÍA CORVO que expresamente cede en su totalidad y en dación por el valor total que
como cuota parte le corresponde, en virtud de su participación en la comunidad de bienes
gananciales, en forma plena e incondicional a PABLO PIERMATTEI, todos los derechos que
le corresponden o le pudieran corresponder en los bienes a que se refieren las 3 negociaciones
señaladas con los numerales 2, 3 y 4 en el particular SEGUNDO, exceptuando la del numeral
1.
Al respecto, esta Alzada considera necesario hacer un análisis de la figura del litisconsorcio
necesario, de acuerdo con lo previsto en el artículo 148 del Código de Procedimiento Civil. En
efecto, de acuerdo con esta norma, se extenderán los efectos de los actos realizados por los
comparecientes a los litisconsortes contumaces en algún tÉrmino o que haya dejado transcurrir
algún plazo.
La doctrina ha señalado –tomando en cuenta la existencia de una sola pretensión con varios
sujetos legitimados que debe ser resuelta por una sentencia definitiva que declare existente o
inexistente la pretensión para todos los litisconsortes-, las siguientes consecuencias:
1. Los actos de disposición del objeto litigioso deben ser realizados por todos los litisconsortes.
Así pues los actos de auto composición procesal tales como el convenimiento en la demanda,
el desistimiento, la transacción y la conciliación solo producen sus efectos en la medida en que
todos los litisconsortes adopten la misma actitud.
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2. Las defensas de fondo propuestas por uno o algunos de los litisconsortes, fundadas en
hechos individuales o comunes a todos, favorecen a los demás. En caso de incomparecencia de
un litisconsorte las defensas y excepciones de fondo planteadas por los otros le favorecerán y
en ningún caso podrá ser declarado confeso ficto (artículo 148 del Código de Procedimiento
Civil).
3. Todas las pruebas promovidas por los litisconsortes deberán ser valoradas en su conjunto.
Lino Enrique Palacio en su obra antes citada apunta que se debe tener en cuenta que la
confesión, o la admisión de hechos formulados por uno o por algunos de los litisconsortes no
pueden ser invocados contra los restantes, en tanto el hecho que ha sido objeto de tales actos
no se encuentre probado con relación con estos últimos. No obstante la admisión y la confesión
pueden eventualmente valer como prueba indiciaria.
4. Los recursos judiciales interpuestos por algunos de los litisconsortes pueden eventualmente
favorecer a los demás, siempre que se trate de cualquier resolución judicial que verse sobre la
cuestión común.
El Tribunal Supremo de Justicia, en Sala Electoral, con Ponencia del Magistrado ALBERTO
MARTÍN URDANETA, en Sentencia No.82 del 28 de Noviembre de 2001, partiendo de citas
doctrinarias de Ricardo Henríquez La Roche y Enrique V’escovi ha aceptado la doctrina de
que en el caso de litisconsorte necesario, por tratarse de una legitimación compleja común en
virtud de una relación jurídica única las excepciones de una aprovechan a todas así como los
recursos y en el caso de actos de disposición se requerirá la voluntad de todos los litisconsortes
necesarios. (FERNANDO MARTINEZ RIVIELLO (LAS PARTES Y LOS TERCEROS EN
LA TEORÍA GENERAL DEL PROCESO, editado por el Departamento de Publicaciones,
Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas, Universidad Central de Venezuela, 2006).
De lo antes expuesto, esta sentenciadora concluye, en primer lugar, que el documento
consignado por las codemandadas y el actor, firmado ante una Notaría Pública, no reúne los
requisitos de ley para su homologación, y por tanto el mismo debe ser desechado del presente
juicio, por las siguientes razones:
1. No se trata de un convenimiento como lo llama el apoderado judicial, pues realmente, y en
todo caso, que fuera procedente, se trataría de una transacción judicial, dado que las partes,
actora y co demandadas, se hacen recíprocas concesiones. 2. Como es bien sabido, solo se
puede transigir en materia de derechos disponibles, lo que significa que, de acuerdo a lo
establecido en el numeral primero de la doctrina antes citada, las co demandadas no tienen la
facultad de disponer de los derechos litigiosos en contra de sus litis consortes, por una parte, y
por la otra, tal transacción no se realizó en juicio, y aunque haya sido autenticada, la misma
carece de validez a los fines de su homologación. Así se decide….”.
De la anterior transcripción parcial del texto de la recurrida, se desprende que el juez de alzada
desechó del presente juicio el convenimiento consignado por las codemandadas y el actor, con fundamento en
que por hacerse recíprocas concesiones se traducía el mismo en una transacción y que las co-demandadas no
tienen facultad para disponer de los derechos litigiosos en contra de sus litisconsortes.
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De lo anterior se deduce que el juzgador de alzada desestimó el convenimiento presentado, con
base en la falta de capacidad para disponer de las co-demandadas Reina del Valle García Corvo y Ana de
Jesús Corvo de García, por existir en juicio varios demandados que conforman el litis consorcio necesario, por
tanto, el juez superior no tomó en cuenta las declaraciones expuestas por el actor ni la co-demandada en el
referido convenimiento.
En virtud de los razonamientos antes expuestos, se declara improcedente la denuncia bajo análisis
de infracción de los artículos 15 y 263 del Código de Procedimiento Civil. Así se decide.
IV
Con fundamento en el ordinal 1° del artículo 313 del Código de Procedimiento Civil, se denuncia
la violación por parte de la recurrida del ordinal 6° del artículo 243 eiusdem, con la argumentación siguiente:
“…Sostenemos que la sentencia recurrida está inficionada del vicio de indeterminación, toda
vez que no puede conocerse a cabalidad el alcance de la decisión proferida ni de la cosa
juzgada que la misma encierra. En efecto, comprobará esa Honorable Sala que el dispositivo
del fallo se limita a declarar “la simulación y por ende la nulidad”, de cada uno de los negocios
jurídicos que allí se indica, pero no añade elemento alguno que permita conocer la calificación
o precisión de esa declaratoria. Al reducir en tal manera esa declaración de nulidad por
simulación, no se alcanza a conocer si lo declarado es la simulación absoluta de tales negocios
o si más bien se trata de la declaración de una simulación relativa. Por la primera, la decisión
conduciría a la declaratoria de inexistencia de todo negocio entre las partes, mientras que si se
trata de una simulación relativa, deberá entonces concluirse que el fallo entiende que existe un
negocio real u oculto que bien podría pervivir por ser perfectamente válido. La ausencia de tal
determinación en el dispositivo del fallo, traduce una verdadera indeterminación que vicia la
sentencia.
El planteamiento de esta denuncia, ciudadanos Magistrados, no es producto de un enfoque
irreflexivo sobre los fenómenos procesales de autos y, antes bien, se sustenta en atendibles
consideraciones sobre las categorías jurídicas que informan el instituto de la simulación y en
los particulares elementos que definieron el caso de especie, unido al tratamiento que dio a los
mismos la sentencia recurrida.
En efecto, conviene recordar, en primer término, que la declaración de simulación de un acto o
negocio jurídico sólo puede tener lugar a través de una sentencia, y, en cuanto se trata de una
decisión que necesariamente se contrapone a la verdad material que emerge de las
declaraciones formuladas por otorgantes de un documento público, esa sentencia tiene que
explicar siempre una manera acabada cuál es el alcance de esa declaratoria de simulación, lo
cual implica, desde luego, exponer si se trata de una simulación absoluta o relativa pues,
repetimos, de otro modo la decisión queda indeterminada.
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Nada autoriza, en efecto, para suponer que, en ausencia de toda indicación ese respecto o el
haberse reducido el fallo a declarar la “nulidad”, sin más, deba concluirse que lo declarado por
la decisión sea una simulación absoluta, tal como si la simulación relativa tuviera una
naturaleza residual o excepcional frente aquella. Esa conclusión no opera de pleno derecho y,
antes bien, se impone que recaiga una declaratoria expresa en ese sentido que deje
expresamente definido el alcance de la decisión.
Es bien sabido que en un altísimo número de casos, tras el negocio simuIado se oculta un
negocio real, de manera que aún cuando se declare nulo por simulación el negocio aparente, el
negocio real no puede ser desconocido en la medida que el mismo cumpla los extremos de
forma que condicionan su eficacia. Si en un caso judicial concreto, el juzgador entiende que no
existe ese otro negocio real o que, aún cuando existe tiene causa ilícita por cuanto está dirigida
a defraudar, es su obligación expresar una u otra conclusión en su sentencia, en defecto de lo
cual el fallo resulta viciado. Constituye una condición para el cumplimiento de la
determinación de los fallos, el exponer tal extremo en el dispositivo de la sentencia. Tanto es
ello así, y más aún, que, como enseña Melich Orsini, “De esta manera se ha considerado que el
develamiento de que las partes han querido realizar una donación bajo la apariencia de un
contrato oneroso, deja en pie la eficacia de la donación si se han cumplido los requisitos de
forma del acto (oneroso) aparente. (Doctrina General del Contrato. 3a Edición. Pág. 865 in
fine).
Obsérvese que la recurrida declara “la simulación y por ende la nulidad” de la venta de varias
acciones de una sociedad y de un inmueble, que mi mandante hiciera a su hija, afirmándose en
el fallo como motivo para llegar a tal conclusión, tanto el parentesco entre los otorgantes, como
el hecho de que los precios de tales operaciones fueron, a decir del fallo, ostensiblemente viles.
Lo mismo cabe decir con respecto a la venta del fondo de comercio por la hija a su madre.
Pero, tal motivación se podía también concluir que, por tratarse de un negocio entre familiares,
con dichas ventas se estarían probablemente ocultando sendas donaciones o liberalidades a
favor de la hija y de la madre, de donde resulta evidente que la declaratoria de simulación en la
sentencia no podía quedar, como quedó, sujeta a esa indeterminación que el fallo encierra,
cuando se limita a declarar la simulación de tales operaciones, sin más.
Debía el fallo, antes bien, disipar si estaba reconociendo que existía donación u otro negocio y,
de existir este último, aclarar si el mismo pervivía o quedaba también anulado con la sentencia.
Era necesario que la sentencia determinara si lo declarado era una nulidad absoluta o relativa,
lo que el fallo no cumple, con infracción del ordinal 6° del artículo 243 del Código de
Procedimiento Civil, como pedimos sea declarado…”.
Para decidir, la Sala observa:
En la presente denuncia el recurrente plantea la infracción del ordinal 6° del artículo 243 del
Código de Procedimiento Civil, con base en que el juzgador de la recurrida al declarar con lugar la simulación
debió determinar si se trataba de una nulidad absoluta o relativa.
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Ahora bien, el vicio de indeterminación objetiva previsto en el ordinal 6° del artículo 243 del
Código de Procedimiento Civil, la Sala, entre otras, en decisión del 3 de mayo de 2006, en el juicio de Clauco
Antonio Arreaza y Heysi Josefina Perdomo Sosa contra Luís María Mingo Ibáñez, estableció que “...resulta
indispensable y necesario para que el fallo constituya un título autónomo y suficiente, el cual lleve en sí
mismo la prueba de su legalidad, y en el supuesto de resultar definitivamente firme, sea de posible
ejecución sin acudir a otros recaudos ni actas, que puedan generar nuevos derechos o declaraciones no
hechas en la fase de cognición. Asimismo, este requisito persigue garantizar que el contenido de la
sentencia permita determinar los efectos de la cosa juzgada, siendo perfectamente posible, en virtud del
principio de unidad del fallo, que tal determinación esté expresada en cualquier parte de la sentencia, no
únicamente en su parte dispositiva. (Sent. 24-3-2003. Caso: René Romero García c / Carolina Lugo
Díaz)...”.
Es decir, la doctrina constante y pacífica de este Alto Tribunal considera que la sentencia se basta
a sí misma, cuando no es necesario escudriñar en otras actas del expediente para conocer los elementos
objetivos que delimitan cada situación concreta y las consecuencias de la cosa juzgada.
Al respecto, el juzgador de la recurrida en la dispositiva del fallo, estableció lo siguiente:
“…PRIMERO: Se declara CON LUGAR, la pretensión de SIMULACION intentada por el
ciudadano PABLO PIERMATTEI CLERICUZIO, venezolano, mayor de edad, casado, titular
de la cédula de identidad Nº V-2.043.605, en contra de los ciudadanos ALFREDO JOSÉ
FLORES GONZÁLEZ y REINA GARCÍA DE FLORES, mayores de edad, venezolanos,
titulares de las cédulas de identidad Nros. V- 2.520.332 y V-8.801.558 respectivamente y de
este domicilio, MARIA EUGENIA FLORES ALVIAREZ, ANA DE JESÚS CORVO DE
GARCÍA, y CARMELA GARRETANA CARDOZO; titulares de las cédulas de identidad
Nros. V-11.117.398, V-2.399.202 y V-7.277.440, y por tanto, se CONFIRMA, la sentencia
dictada por el Juzgado de Primera Instancia en lo Civil y Mercantil de la Circunscripción
Judicial del Estado Aragua, de fecha 11 de Noviembre de 1999, y consecuencialmente, SIN
LUGAR la Apelación ejercida contra dicho fallo por el Abogado Héctor Díaz, en su condición
de Apoderado Judicial de los ciudadanos ALFREDO JOSE FLORES GONZÁLEZ, REINA
GARCÍA DE FLORES, y ANA DE JESÚS CORVO DE GARCÍA, cuyos efectos se extienden
a la litis consorte CARMELA GERRATANA de acuerdo a lo establecido en el artículo 148 del
Código de Procedimiento Civil.
SEGUNDO: Como consecuencia de la declaratoria CON LUGAR de la acción y de
conformidad con el artículo 1.281 del Código Civil, se declara la Simulación y por ende la
nulidad de los contratos de compra venta que a continuación se especifican:
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1) La venta que hace la ciudadana REINA DEL VALLE GARCÍA CORVO DE FLORES, a la
ciudadana ANA DE JESUS CORVO DE GARCÍA, de la Firma individual denominada SALON
DE BELLEZA Y BOUTIQUE CARTIER, por documento inscrito ante el Registro Mercantil
Primero de la Circunscripción Judicial del Estado Guarico, en fecha 09 de diciembre de 1996,
anotado bajo el No. 10, Tomo 8-B. Primero de la Circunscripción Judicial del Estado Guárico.
2) La venta que hace ALFREDO FLORES GONZÁLEZ con autorización de su cónyuge,
EUGENIA FLORES ALVIAREZ, de dos (2) lotes de terreno contiguos con una extensión
global de terreno de aproximadamente SETECIENTOS SESENTA Y CINCO METROS
CUADRADOS (765 M2), y las bienhechurías sobre ellos edificadas, ubicadas en la Calle Santa
Eduviges, No. 164 en la esquina que empalma con la Calle España de la Urbanización Los
Laureles Por documento protocolizado ante la Oficina Subalterna de Registro del Distrito
Roscio del Estado Guárico, en fecha 11 de abril de 1996, bajo el No.20, Folio 14 al 145,
Protocolo Primero, Tomo Primero, Segundo trimestre del 1996.
3) La venta que el ciudadano ALFREDO FLORES GONZÁLEZ, vende a su hija MARIA
EUGENIA FLORES ALVIAREZ, de QUINIENTAS (500) acciones de la Compañía Anónima
“FLODICA”, debidamente inscrito en el Registro Mercantil Primero de la Circunscripción
Judicial del Estado Guarico el 21 de mayo de 1996, bajo el No.15, Tomo 12-A, que anexa al
escrito libelar marcado con la letra “H”.
4) La venta que hace el ciudadano ALFREDO FLORES GONZÁLEZ, con autorización de su
cónyuge, a la ciudadana CARMELA GERRATANA CARDOZO, del lote de terreno de una
extensión global de TRECIENTOS SESENTA Y CUATRO METROS CUADRADOS (364
M2) y las bienhechurias en él construidas de aproximadamente CIEN METROS
CUADRADOS (100 M2) de construcción, ubicadas en la Calle Los Morritos, No.34 (a 200 mts
de la Policlínica San Juan), de esta ciudad de San Juan de los Morros, por documento de
compra venta protocolizado por ante la Oficina Subalterna de Registro del Distrito Roscio del
Estado Guárico, el día 3 de mayo de 1996, bajo el No.33, Folio 68 al 70, Protocolo II, segundo
trimestre de 1996….”.
De la anterior trascripción de la recurrida se evidencia que la juzgadora de alzada en el dispositivo
del fallo, declaró con lugar la demanda de simulación y con base en el artículo 1.281 del Código de
Procedimiento Civil, nulas las simuladas ventas realizadas por el co-demandado Alfredo José Flores
González, pronunciamiento totalmente ajustado a derecho, pues la consecuencia jurídica de la declaratoria de
la simulación prevista en el artículo antes nombrado, es la nulidad del acto simulado, siendo perfectamente
posible su ejecución sin acudir a otras actas del expediente.
De los razonamientos antes expuestos, evidencia esta Sala, que la recurrida en su parte dispositiva
es clara y precisa con respecto al objeto de la condenatoria, posee autosuficiencia y cumple con los requisitos
que la ley exige, conforme a lo estatuido en el ordinal 6º del artículo 243 del Código de Procedimiento Civil,
lo que trae como consecuencia que la denuncia bajo análisis sea declarada improcedente. Así se decide.
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V
Con fundamento en el ordinal 1° del artículo 313 del Código de Procedimiento Civil, se denuncia
la violación por parte de la recurrida del ordinal 4° del artículo 243 eiusdem, con la argumentación siguiente:
“…Es cierto que en nuestro derecho, con base en la disposición del artículo 395 del Código de
Procedimiento Civil, se ha llegado a atribuir a una fotografía, por vía analógica, el valor que la
Ley atribuye al documento privado, en tanto en cuanto se aplique debidamente para ello la
sistemática probatoria general del documento privado. Pero también lo es que, para que ello
ocurra, deben los juzgadores exponer cuáles son los elementos que rodean la emisión y
existencia de esa imagen fotográfica, para poder generar el necesario vínculo de tal fotografía
con el objeto del juicio.
En el caso de especie se trataba de unas fotografías que el actor señala fueron tomadas por un
tercero, diciendo que es producto de un “lente profesional”, agregando que las mismas
reproducen el estado de los inmuebles a que se contraen los negocios cuya simulación solicitó.
Ello, obviamente, no sirve a relacionar las fotografías con esta causa pues es una mera
afirmación del actor.
En efecto, no sólo debía la fotografía ser ratificada por ese tercero que supuestamente la había
tomado, sino que debían concurrir, ya en tal ratificación o en otros medios, elementos que
dejaran establecidos con seguridad la relación de las fotografías con esta causa y la certeza de
que los inmuebles allí reflejados son los mismos a que se alude en los negocios demandados en
simulación.
Pero la promovente no asistió siquiera al acto de la declaración del testigo para hacer las
preguntas que, debidamente respondidas, quizás pudieran haber generado esa certidumbre y
confirmar las aseveraciones del actor; y, por su parte, la declaración del testigo se limitó
estricta y literalmente a responder la única pregunta que le formulara el Tribunal comisionado,
y a ratificar las fotografías con estos escuetos términos:
“Diga usted si ratifica las fotografías marcadas con los números: D1, D-2, D-3, E-1, E-2, que el
tribunal le pone de manifiesto en este acto, las cuales cursan en la comisión signada con el No.
8677-98. CONTESTO: Si las ratifico, claro esas fueron tomadas por mí, en las fechas que
aparecen señaladas en la misma.”
No obstante todo ello, la juzgadora se permite afirmar que tales fotografías y su ratificación, le
permitieron establecer “...el estado físico de los inmuebles o como dice el promovente, de los
detalles de la construcción para la fecha en que fueron tomadas dichas fotografías, el 20 de
mayo y 14 de junio de 1996. Así se decide.”
Afirmamos que tal aseveración por parte de la recurrida traduce el vicio de inmotivación en el
fallo, pues no expone en modo alguno la sentenciadora los motivos o razones que pudieron
llevarla a vincular las imágenes de unos inmuebles en las referidas fotografías, con aquellos a
que alude el actor en su demanda por simulación. No podía bastar a la recurrida afirmar que
ello lo obtenía la ratificación de tales fotografías por parte de su supuesto autor, toda vez que
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no podía ser elemento suficiente para aquella conclusión, ante la evidencia de que no hay en
verdad en los autos elemento alguno de hecho que le permitiera hacer esa relación entre una
cosa y otra como la recurrida se permite hacer, con clara violación del artículo 4° del articulo
243 del Código Civil, como pedimos sea declarado por esa Honorable Sala…”.
Para decidir, la Sala observa:
Alega el formalizante el vicio de inmotivación en la sentencia recurrida, con base en que el
juzgador de la recurrida no expone los motivos o razones por los que vincula las imágenes de unos inmuebles
en las fotografías con los que demanda el actor por simulación, denunciado la infracción del ordinal 4° del
artículo 243 del Código de Procedimiento Civil.
El vicio de inmotivación del fallo contemplado en el ordinal 4° del artículo 243 del Código de
Procedimiento Civil, ocurre cuando la sentencia recurrida no contiene materialmente ningún razonamiento
de hecho o de derecho que pueda sustentar su dispositivo, esto es, falta absoluta de fundamentos, más no
cuando la motivación es considerada exigua o escasa, pues si la expresión de las razones expuestas por el
sentenciador permiten el control de la legalidad, resulta cumplido el requisito de motivación, y en todo caso,
la formalizante podría formular la respectiva denuncia de infracción de ley, en el supuesto de que considere
que esos motivos son erróneos o contrarios a derecho. Así quedó establecido en sentencia del 2 de agosto de
2001, en el juicio de Banco Industrial de Venezuela C.A. contra Inversora Kilómetro 5 C.A. e Inversiones
Aldaca C. A.
Ahora bien, se pasa a transcribir los siguientes pasajes de la sentencia recurrida:
“…Consignó marcadas con las letras “D-1”, “D-2”, “D-3” fotografías del inmueble ubicado en
la Calle Los Morritos No. 34 de esta ciudad, en las que se aprecia detalles de la construcción,
tomadas por el lente fotógrafo profesional OMAR ARIAS. Consignó marcadas con las letras
“E-1” y “E-2”, fotografías del inmueble ubicado en la Calle Santa Eduvigis No.42
Urbanización Los Laureles, en las que se aprecia los detalles de la construcción, tomadas por el
lente fotógrafo profesional OMAR ARIAS. Y promueve al ciudadano OMAR ARIAS, a fin de
que ratifique en juicio la autoría, lugares y fechas de los anexos marcados con las letras “D-1”,
“D-2”, “D-3” y “E-1” y “E-2”, siendo que admitidas las pruebas la declaración del testigo se
evacuó en fecha 2 de octubre de 1998, el cual fue interrogado por el Tribunal de la causa de la
siguiente manera: “Diga usted si ratifica las fotografías marcadas con los números: D1, D-2,
D-3, E-1, E-2, que el tribunal le pone de manifiesto en este acto, las cuales cursan en la
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comisión signada con el No. 8677-98. CONTESTO: Si las ratifico, claro esas fueron tomadas
por mí, en las fechas que aparecen señaladas en la misma. Igualmente, Diga Ud. Si ratifica los
documentos marcados con la letra “C”. CONTESTO: No se de que se trata”
Dichas fotografías fueron promovidas por la parte actora durante el lapso de promoción de
pruebas como una documental, así como promovió la testimonial del ciudadano OMAR
ARIAS, a fin de que ratificara la autoría, lugar y fechas de las reproducciones fotográficas, las
cuales quedaron como antes se señaló reconocidas en su autoría, lugar y fecha por el
mencionado fotógrafo.
Cabe destacar, que la Sala Político Administrativa en sentencia N° 00023, del 27 de enero de
2004, con ponencia de la Magistrada Yolanda Jaimes Guerrero, señaló respecto de las
fotografías que. “…tratándose de un medio probatorio cuya naturaleza se asemeja a los
documentos, la consecuencia que se deriva de ello viene dada porque a estos se les aplican
analógicamente, para su promoción y evacuación las mismas reglas que rigen para las pruebas
por escrito y en tal virtud se observa que dicho instrumento debió acompañarse al escrito de
promoción de pruebas respectivo, circunstancia que, como ha sido advertido en las líneas que
anteceden, fue omitida por lo que debe la sala, una vez más confirmar la decisión que al
respecto emitiere el Juzgado de Sustanciación en fecha 24 de Abril de 2003. Así se decide”. Ya
antes había señalado esta misma Sala, en sentencia de fecha 24 de marzo de 1994, en el juicio
por Nemecio Cabeza contra CADAFE, la necesidad de impugnar las fotografías por la parte no
promovente, en virtud que tratándose de una prueba que no está expresamente prohibida por la
ley, la mismas pueden hacerse valer en juicio, conforme a lo dispuesto en el artículo 395 del
Código de Procedimiento Civil. En el caso, bajo análisis, observa esta Alzada, que la parte
actora promovió las fotografías dentro del lapso de promoción de pruebas, haciéndolas valer en
el Capítulo denominado como Instrumentales, y solicitando la ratificación de las mismas de
conformidad con lo previsto en el artículo 431 del Código de Procedimiento Civil, admitidas de
esta misma manera por el Tribunal, fijando oportunidad para la evacuación del testigo, lo que
significa que a pesar de que el tribunal de la causa, no señaló expresamente que dicha prueba
se evacuaría como un documento privado emanado de tercero conforme lo prevé el artículo
431 ejusdem, así fue evacuada, por tanto, la promoción y la forma de su evacuación, fue hecha
en forma correcta, garantizando el control y contradicción de la prueba, el cual no fue ejercido
por ninguno de los co demandados, quienes no impugnaron bajo ninguna forma de derecho la
autenticidad de la prueba, a pesar de tener tal garantía, razón por la cual esta sentenciadora las
aprecia y valora como un documento privado ratificado por el tercero y, por tanto, prueba el
estado físico de los inmuebles o como dice el promovente, de los detalles de la construcción
para la fecha en que fueron tomadas dichas fotografías, el 20 de mayo y 14 de junio de 1996.
Así se decide…”
Como puede observarse de la transcripción de la sentencia recurrida, el juez superior valoró como
un documento privado ratificado por el tercero que prueba el estado físico de los inmuebles y de los detalles
de la construcción para la fecha en que fueron tomadas dichas fotografías, el 20 de mayo y 14 de junio de
1996, de modo que no hubo inmotivación en el análisis de la prueba por parte de la recurrida, cumpliendo de
esta manera con su deber de explanar con sus propias palabras los motivos de hecho y de derecho que lo
llevaron a tomar su decisión, por lo cual, esta Sala considera que el mismo no se encuentra inficionado del
vicio de inmotivación delatado por el formalizante. Así se decide.
En consecuencia, esta Sala declara la improcedencia de la denuncia de infracción del artículo 243
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ordinal 4° del Código de Procedimiento Civil. Así se establece.
RECURSO POR DEFECTO DE ACTIVIDAD
CO-DEMANDADA CARMELA GERRATANA CARDOZO
I
Con fundamento en el ordinal 1° del artículo 313 del Código de Procedimiento Civil, se denuncia
la violación por parte de la recurrida de los ordinales 3°, 4° y 5° del artículo 243 y del artículo 12 eiusdem,
con la argumentación siguiente:
“…Tales infracciones se producen, por que la recurrida no se atuvo a lo alegado y probado en
autos, por cuya razón se viola el artículo 12 del Código de Procedimiento Civil, no contiene
una síntesis clara, precisa y lacónica de los términos en que ha quedado planteada la
controversia, por lo cual no cumple la recurrida con el requisito tercero del artículo 243
ejusdem, no contiene los motivos de hecho y de derecho de la decisión, por cuya razón no
cumple con el requisito cuarto del artículo 243 ejusdem, y no contiene una decisión expresa,
positiva y precisa con arreglo a la pretensión deducida y a las excepciones o defensas opuestas,
por lo cual no cumple la recurrida con el requisito quinto del mencionado artículo 243 ejusdem.
En efecto, en el punto cuatro, de la recurrida, actuante a los folios 112, 113, 114, y 115,
referida a mi representada, la recurrida estableció lo siguiente (....) “En cuanto a la venta que
hace el ciudadano ALFREDO FLORES GONZÁLEZ, con autorización de su cónyuge, a la
ciudadana CARMELA GERRATANA CARDOZO, por documento de compra venta
protocolizado por ante la Oficina Subalterna de Registro del Distrito Roscio del Estado
Guárico, el día 3 de mayo de 1996, bajo el Nro. 33, Folios 68 al 70, Protocolo II, Segundo
Trimestre de 1996, el cual acompaña en copia certificada marcado con la letra “F”. Alega el
actor que entre el vendedor y la compradora le (sic) une íntimos lazos de amistad y de trabajo,
que la misma es su amiga íntima y consocia, que es inaceptable por parte de un comprador que
no tuviere estrecha o íntima relación de amistad o fidelidad con el vendedor, y la comunidad
de intereses, la adquisición del inmueble hipotecado; que hubo un precio vil en la venta del lote
de terreno, pués (sic) el mismo tiene una extensión global de TRESCIENTOS SESENTA Y
CUATRO METROS CUADRADOS (364 M2) y las bienhechurías en el construidas de
aproximadamente CIEN METROS CUADRADOS (100 M2) de construcción, ubicadas en la
calle los Morritos, Nro. 34 (a 200 mts. de la Policlínica San Juan), de esta ciudad de San Juan
de los Morros, por un precio excesivamente módico de SEISCIENTOS BOLIVARES
FUERTES (BsF. 600,00), que sobre el mismo pesa una Hipoteca de Primer Grado a favor del
Banco Mercantil para garantizar una deuda contraída por el ciudadano ALFREDO FLORES
GONZÁLEZ, que la compradora declara conocer y sospechosamente acepta. Agrega que el
inmueble se encuentra en fase de construcción y está siendo edificado por ALFREDO
FLORES GONZÁLEZ para ser destinado como su vivienda principal y de su familia, como
bien lo mostrara en su debida oportunidad. Que no hubo entrega real del precio de las
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presuntas ventas, ni desprendimiento de la posesión que ostentan los vendedores de los objetos
presuntamente vendidos, que los gastos de edificación de vivienda que se construye en dicho
terreno siguen siendo sufragados por su verdadero propietario Alfredo Flores.
Al respecto, esta Sentenciadora observa: quedó demostrado con la experticia Judicial realizada
en el lapso probatorio que el valor del inmueble de esta negociación es de: a) que el valor de
liquidación del terreno para el año 1996, de BsF. 3.481,59, y b) El valor de liquidación de la
construcción para esa misma fecha es de Bs.F. 4.358,89. Para un valor total del inmueble de
Bs.F. 7.839,95. Demostrándose con ella, el precio vil o irrisorio en la venta del inmueble, sin
embargo, este hecho no es suficiente para establecer la anulación alegada por el actor, ello en
razón, que no demostró a través de ningún medio probatorio la amistad íntima, comunidad de
intereses y la relación de trabajo que alega existe entre el vendedor y la compradora; en
cuanto a la hipoteca, esta sentenciadora no puede darle el valor de indicio a favor del actor,
por que precisamente es la excepción de fondo que opone la codemandada al momento de
contestar la demanda, pues aduce, que el precio del inmueble se debió a las condiciones del
mismo, toda vez que compró un inmueble con hipoteca y sin terminar de construir, que no
existía prohibición legal que le impidiera comprar el inmueble, circunstancias estas que
quedaron demostradas durante el período de pruebas, ya que el actor no probó que existiera tal
prohibición , y con el informe de los expertos se logró determinar que el inmueble estaba
inconcluso, así como con las fotografías promovidas por el actor y las de la misma experticia,
las cuales constituyen prueba fehaciente de que el inmueble se encontraba en construcción. Sin
embargo, el actor manifiesta que los gastos de la construcción siguen siendo sufragados por el
ciudadano ALFREDO FLORES, pero no prueba este hecho durante el lapso probatorio, ya que
de la experticia lo que observa esta sentenciadora es que la obra está inconclusa, por tanto este
hecho tampoco es presumible en base a ninguna de las pruebas aportadas por el actor.
Asimismo, manifiesta que por el hecho de haber comprado un inmueble hipotecado se da por
demostrada la amistad existente entre comprador y vendedor, no obstante, este hecho no
constituye una presunción legal, y para establecerla como una presunción hominis, el actor ha
debido traer a los autos otros indicios que al ser concordantes esta sentenciadora así lo pudiera
establecer; ya que si bien es cierto que existe prueba de que el inmueble está hipotecado como
lo constituye el documento público de compra - venta de fecha 03 de mayo de 1996, en el cual
se constata que la compradora efectivamente acepta la compra del inmueble con la hipoteca no
es menos cierto que consta en el mismo documento que la codemandada CARMELA
GERRATANA manifiesta que corre con la cláusula de la hipoteca; de igual forma el actor en
el libelo de demanda afirmó que dicho inmueble estaba siendo edificado por ALFREDO
FLORES para ser destinado como vivienda principal suya y de su familia, señalando que lo
demostraría al Tribunal en su debida oportunidad, lo cual no hizo en forma alguna.
No obstante los razonamientos anteriores, esta juzgadora arriba a la conclusión que
comprobado el hecho de que la venta se efectuó por el codemandado ALFREDO FLORES
GONZÁLEZ con la anuencia de su cónyuge REINA DEL VALLE GARCÍA DE FLORES, al
mes siguiente de haberse librado el Decreto Ejecutivo de Embargo a favor del acreedor accionante
PABLO PIERMATTEI CLERICUZIO, aunado al precio vil e irrisorio fijado como precio de la
venta Bs. F. 600,00, arrojando la experticia un valor real para la fecha de Bs.F. 7.839,95 y la
ausencia en los autos de la constancia de haberse verificado el pago del precio de la venta por
parte de la ciudadana CARMELA GERRATANA CARDOZO, quien asumió una conducta
NEGATIVA pasiva limitándose a negar los hechos invocados por el actor no apartando a esta
juzgadora elementos necesarios para indagar la verdad en cuanto a la cancelación del precio y
consecuente egreso de su patrimonio, por lo que a juicio de esta sentenciadora no quedó
demostrado dicho pago en lo que respeta a esta negociación, tomando en consideración estas
circunstancias, la valoración de las pruebas en su conjunto y la existencia de indicios graves,
precisos y concordantes que convergen en que la ciudadana CARMELA GERRATANA, en un
concierto de voluntad con el vendedor en perjuicio del actor efectúo una venta aparente con la
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intención sustraer el bien del patrimonio del demandado, con la finalidad de dejar ilusoria la
ejecutoria del fallo de fecha 28 de febrero de 1996, emanado del Juzgado de Primera Instancia
en lo Civil, Mercantil, del Tránsito y del Trabajo de esta Circunscripción Judicial, por lo que a
criterio de esta juzgadora la venta de fecha 03 de mayo de 1996, es igualmente simulada y así
se decide”.
Conforme al contenido textual de la recurrida, la Juez de Alzada violó el artículo 12 del Código
de Procedimiento Civil, en cuanto; a que no se atuvo a lo alegado y probado en autos. Al
señalar que el precio vil e irrisorio no fué suficiente para establecer la simulación alegada por
el autor, que no demostró a través de ningún medio probatorio la amistad íntima, comunidad de
intereses y la relación de trabajo que alega existe entre el vendedor y la compradora; en cuanto
a la hipoteca, esta sentenciadora no puede darle el valor de indicio a favor del actor, por que
precisamente es la excepción de fondo que opone la codemandada. El actor manifiesta que los
gastos de la construcción siguen siendo sufragados por el ciudadano Alfredo Flores pero no
prueba este hecho durante el lapso probatorio. Luego la recurrida añade. “No obstante los
razonamientos anteriores esta juzgadora arriba a la conclusión que comprobado el hecho de
que la venta se efectuó por el codemandado ALFREDO FLORES GONZÁLEZ con la
anuencia de su cónyuge REINA DEL VALLE GARCÍA DE FLORES, al mes siguiente de
haberse librado el Decreto Ejecutivo de Embargo a favor del acreedor PABLO PIERMATTEI
CLERICUZIO, aunado al precio vil e irrisorio fijado como precio de la venta de Bs. F. 600,00,
arrojando la experticia un valor real para la fecha de Bs.F. 7.839,95 y la ausencia en los autos
de la constancia de haberse verificado efectivamente el pago del precio de la venta por parte
de la ciudadana CARMELA GERRATANA CARDOZO.”
Como se puede apreciar de la transacción realizada, la recurrida en primer lugar, refiriéndose
al precio vil e irrisorio, señala: Que el precio vil e irrisorio en la venta del inmueble, sin
embargo, este hecho no es suficiente para establecer la simulación alegada actor.”
Posteriormente; enuncia: “aunado al precio vil e irrisorio fijado como precio de la venta de Bs.
F.600,OO, arrojando la experticia un valor real para la fecha de Bs.F 7.839,95 y la ausencia en
los autos de la constancia de haberse verificado efectivamente el pago del precio de la venta
por parte de la ciudadana CARMELA GERRATANA CARDOZO”.
En este párrafo, la recurrida aprecia el precio vil e irrisorio, después que lo había desestimado
como elemento no suficiente para establecer la simulación, utilizándolo como elemento
probatorio coadyuvante en la ausencia del pago del precio por parte de CARMELA
GERRATANA CARDOZO.
Tal apreciación por parte de la recurrida configura una apreciación distinta de la realidad de los
hechos cursantes en autos, constituyendo, a su vez una conclusión errónea por parte de la
recurrida. De lo expuesto; se desprende con la luz meridiana, que la recurrida no contiene una
síntesis clara, precisa y lacónica de los términos en que ha quedado planteada la controversia,
por cuya razón no cumple con el requisito establecido en el ordinal 3 del artículo 243 del
Código de Procedimiento Civil.Igualmente; no contiene los motivos de hecho y derecho de la decisión, es decir, la recurrida
carece de motivación, razón por la cual tampoco cumple con el requisito contenido en el
ordinal 4 del artículo 243 ejusdem. Asimismo; no contiene una decisión expresa, positiva y
precisa con arreglo a la pretensión deducida, razón por la cual no cumple con el requisito
contemplado en el ordinal 5° del artículo 243 ejusdem.
Por tales razones, la Sentencia recurrida es nula, a tenor de lo dispuesto en el artículo 244 del
Código de Procedimiento Civil, y así formalmente solicito sea declarado. Pues incumplió con
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los requisitos contenidos en los ordinales 3, 4 y 5 del artículo 243 del Código de Procedimiento
Civil, infringiendo con ello el artículo 12 ejusdem. Por cuya razón, también es nula y así
formalmente, pido sea declarado…”.
Para decidir, la Sala observa:
El formalizante plantea en su denuncia por defecto de actividad, que en la recurrida se
infringieron los artículos 3°, 4° y 5° del artículo 243 y el artículo 12 del Código de Procedimiento Civil,
indicando que la misma está viciada por que la recurrida no se atuvo a lo alegado y probado en autos, por
cuya razón se viola el artículo 12 del Código de Procedimiento Civil, no contiene una síntesis clara, precisa y
lacónica de los términos en que ha quedado planteada la controversia, no contiene los motivos de hecho y de
derecho de la decisión, y no contiene una decisión expresa, positiva y precisa con arreglo a la pretensión
deducida y a las excepciones o defensas opuestas.
Ahora bien, basta la lectura del texto que contiene la denuncia, para determinar que en ella el
formalizante no ha explanado con claridad y precisión la forma en la cual supuestamente el juez superior
incurrió en las infracciones delatadas. En forma evidente nada se aporta respecto a cómo considera el
recurrente que fueron cometidos dichos vicios, solo transcribe diversos pasajes de la sentencia recurrida para
luego establecer que comete los vicios de falta de síntesis, inmotivación e incongruencia.
En este sentido, al pretender la procedencia de alguno de los denunciados vicios, quien formaliza
tiene la carga, impuesta tanto por la legislación como por la jurisprudencia reiterada de este Supremo
Tribunal; de presentar sus argumentos cumpliendo con la técnica establecida para tales fines. Así lo ha
ratificado esta Sala, entre otros, en fallo Nº 998 de fecha 31/8/04, expediente Nº 03-846 en el juicio de
Circuito Nacional Belfort CNB, C.A. contra Sonido Salvador C.A., cuando ha determinado lo siguiente:
“...La determinación y diafanidad son necesarias en las luchas judiciales. En ese sentido, varias
disposiciones regulan la conducta de los encargados de administrar justicia, así como de
quienes ocurren a los Tribunales en demanda de ella. No hay fórmulas imperativas, pero sí se
requiere claridad y también precisión en lo que se pide o se impugna, y en los fundamentos que
apoyan las peticiones. A esta disciplina está sujeto con especial rigor el recurso de casación,
tanto por su naturaleza como por su objeto y consecuencias, pues con él, se persigue anular
una decisión para corregir ilegalidades enfrentadas en ella a la ley, con prescindencia del resto
de las actas procesales, todo lo cual hace que dicho recurso sea de rígido tecnicismo, porque
ocurre con frecuencia que infringida la ley no se acierta en la disposición no aplicada o
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aplicada mal; no es congruente la razón con la violación denunciada, o no se observa la técnica
requerida para fundamentar la denuncia…”.
En otros casos, con base en la tendencia de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela hacia la flexibilización de los formalismos doctrinarios con el propósito de garantizar la justicia,
esta Sala ha entrado a conocer algunas denuncias relativas a errores in procedendo en los que pudiere haber
incurrido el sentenciador superior en su fallo, aun cuando hayan sido formuladas sin verdadero ajuste a la
técnica de casación requerida; pero en el caso concreto esa labor es imposible, dado que los vicios de falta de
síntesis, inmotivación e incongruencia carecen de la más mínima fundamentación que explique su ocurrencia.
En consecuencia, por aplicación al caso de autos del criterio jurisprudencial antes transcrito, dada
la falta de fundamentación y la mezcla de denuncias por defecto de actividad, la Sala se ve impedida de poder
efectuar el análisis que se pretende. Razón por la cual debe declararse improcedente la presente denuncia. Así
se declara.
II
Con fundamento en el ordinal 1° del artículo 313 del Código de Procedimiento Civil, se denuncia
la violación por parte de la recurrida de los ordinales 4° y 5° del artículo 243 y del artículo 12 eiusdem, con la
argumentación siguiente:
“…Al folio cinco (05) del libelo de demanda, el actor alega: “... No hubo entrega real del
precio de las presuntas ventas: no es cierto que los compradores hayan entregado ningún
dinero en efectivo a los vendedores.” Tal circunstancia o hecho no aparece probada por la
parte actora, ni con los recaudos o probanzas acompañados al libelo de demanda, ni en la
oportunidad de promoción y evacuación de pruebas. Pues bien; sobre este hecho o
circunstancia la recurrida, se pronunció de la manera siguiente (...) “Al respecto, esta
sentenciadora observa: quedó demostrado con la experticia judicial realizada en el lapso
probatorio que el valor del inmueble de esta negociación es de: a) que el valor de liquidación
del terreno para el año 1996, es de Bs.F. 3.481,59 y b) El valor de liquidación de la
construcción para esa misma fecha es de Bs.F. 4.358,89. Para un valor total del inmueble de
Bs.F. 7.839,95. Demostrándose con ello el precio vil e irrisorio en la venta del inmueble, sin
embargo, este hecho no es suficiente para establecer la simulación alegada por el actor...”.
Por manera, la recurrida en esta parte de la sentencia, descarta o desestima el precio vil e
irrisorio como elemento constitutivo de la simulación.
Pero no obstante lo anterior, la recurrida más adelante señala lo siguiente (…) “No obstante los
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razonamientos anteriores esta juzgadora arriba a la conclusión que comprobado el hecho de
que la venta se efectuó por el codemandado ALFREDO FLORES GONZÁLEZ con la
anuencia de su cónyuge REINA DEL VALLE GARCÍA DE FLORES, al mes de haberse
librado el Decreto Ejecutivo de Embargo a favor del acreedor accionante PABLO
PIERMATTEI CIERICUZIO, aunado al precio vil e irrisorio fijado como precio de la venta de
Bs.F. 600,00, arrojando la experticia un valor real para la fecha de Bs.F. 7.839,95 y la ausencia
en los autos de las constancia de haberse verificado el pago del precio de venta por parte de la
ciudadana CARMELA GERRATANA CARDOZO.
De la transcripción realizada, se observa, que la recurrida aprecia y considera el precio vil e
irrisorio, como elemento coadyuvante, en la demostración del hecho o circunstancia, de que la
codemandada CARMELA GERRATANA CARDO; no entregó el pago del precio de la venta
al vendedor. Cuando anteriormente había desestimado el precio vil e irrisorio como elemento
constitutivo de la simulación. Pues bien, este hecho de que la codemandada CARMELA
GERRATANA CARDOZO, no le hizo entrega del pago del precio de la venta no se encuentra
demostrado, ni en los recaudos acompañados al libelo de demanda, ni en la etapa de
promoción y evacuación de pruebas de este proceso. Incurriendo la recurrida en violación del
artículo 12 del Código Procedimiento Civil, puesto, que sacó elementos de convicción fuera de
los autos y valió excepciones o argumentos de hecho no alegados ni probados. Así pues,
tenemos, que la recurrida no le dió (sic) cumplimiento al requisito contenido en el ordinal 4°
del artículo 243 del Código de Procedimiento Civil, porque no contiene los motivos de hecho y
de derecho de la decisión; y tampoco cumple con el requisito establecido en el ordinal 5° del
artículo 243 ejusdem, porque no contiene una decisión expresa, positiva y precisa con arreglo
pretensión deducida. Todo lo cual hace procedente la denuncia formulada y así formalmente,
solicito sea declarado, anulando la sentencia recurrida en observancia a lo dispuesto por el
artículo 244 ejusdem. Al no existir prueba alguna sobre tal alegato, la recurrida infringió el
artículo 12 del Código de Procedimiento Civil, porque no se atuvo a lo alegado y probado en
autos…”.
Para decidir, la Sala observa:
Se asevera que la sentencia dictada por la alzada resulta inmotivada, y al examinar las razones
que han sido expuestas por el formalizante para fundamentar su dicho, la Sala estima oportuno citar el criterio
que respecto al vicio de inmotivación ha sido sostenido entre otras, en la sentencia Nº 231 de fecha 30 de
abril de 2002, juicio Nory Raquel Quiñonez y otros contra Instituto Autónomo de Policía del Estado Yaracuy
y otro, expediente Nº 01-180, y ratificado en fallo Nº 476 de 26 de mayo de 2004, juicio Avilio José Trujillo
contra Inversiones El Rolito, C.A., expediente Nº 2002-099; según el cual:
“…La motivación debe estar constituida por las razones de hecho y de derecho que dan los
Jueces como fundamento del dispositivo. Las primeras están formadas por el establecimiento
de los hechos con ajustamiento a las pruebas que las demuestran; y las segundas, la aplicación
a éstos de los preceptos y los principios doctrinarios atinentes. Para la Sala en constante y
pacífica doctrina, por lo menos a partir de 1906, el vicio de inmotivación en el fallo,
consiste en la falta absoluta de fundamentos y no cuando los mismos son escasos o exiguos
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con lo cual no debe confundirse. También ha sostenido la Sala en repetidas ocasiones que
la falta absoluta de motivos puede asumir varias modalidades: a) Que la sentencia no
presente materialmente ningún razonamiento. b) Que las razones dadas por el
sentenciador no guarden relación alguna con la acción o la excepción y deben tenerse por
inexistentes jurídicamente. c) Que los motivos se destruyan los unos a los otros por
contradicciones graves e irreconciliables y, d) Que todos los motivos sean falsos…”
(Negrillas de la Sala).
De modo que, de acuerdo con el referido criterio, una sentencia puede considerarse inmotivada, si
carece absolutamente de argumentos fácticos o jurídicos que la fundamenten; cuando las razones dadas por el
sentenciador no guarden relación alguna con la acción o la excepción y deben considerarse como inexistentes
jurídicamente; o cuando los motivos expresados en ella se destruyen los unos a los otros por resultar
contradictorios o falsos.
Ahora bien, en la denuncia examinada, el formalizante, nada expresa en relación con esos
supuestos en virtud de los cuales una sentencia se puede considerar inmotivada. Acusa la inmotivación e
incongruencia de la recurrida y luego señala que “…sacó elementos de convicción fuera de los autos y valió
excepciones o argumentos de hecho no alegados ni probados…”; lo que logra es confundir en relación al
vicio que pretende delatar, e impedir, en virtud de las deficiencias que estos presentan, el conocimiento de sus
planteamientos.
Por las razones expuestas, la denuncia examinada por infracción de los ordinales 4° y 5° del
artículo 243 del Código de Procedimiento Civil, debe ser desechada por improcedente. Así se decide.
RECURSO POR INFRACCIÓN DE LEY
CO-DEMANDADO ALFREDO JOSÉ FLORES GONZÁLEZ
I
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Con fundamento en el ordinal 2° del artículo 313 del Código de Procedimiento Civil, en
concordancia con el artículo 320 eiusdem, se denuncia la violación por parte de la recurrida de los artículos
463, 464 y 466 ibidem, todos por falta de aplicación, con la argumentación siguiente:
“…Nuestra representada ha puesto de relieve a todo lo largo del presente juicio, que
constituyó un motivo que inficiona la validez y eficacia probatoria de la experticia promovida
por la parte actora, para establecer el valor de los inmuebles objeto de las ventas cuya
simulación pretende, el hecho de que los expertos incumplieron con la obligación formal y
trascendente que impone el artículo 466 del Código de Procedimiento Civil, de señalar, con
veinticuatro horas de anticipación por lo menos, “el día hora y lugar en que se dará comienzo a
las diligencias”,
Como se observa, la recurrida resta toda trascendencia a la formalidad en el citado artículo
466, desviando el propósito del precepto, cuando llega a ofrecer como razón para su punto de
vista el que “...los expertos solicitaron por escrito el tiempo que requerían para consignar el
informe avalúo al tribunal, de cinco días, lapso en que se podía presumir se llevarían a cabo
dichas diligencias” pero, es claro que una cosa es el lapso para efectuar la experticia que debe
el juez controlar, y otra el dejar constancia en los autos de cuándo y dónde se iniciarán las
diligencias.
El planteamiento de nuestra mandante tiene el carácter de una reclamación con un claro
fundamento legal, pues la falta del cumplimiento de un requisito la validez formal de la prueba
de experticia como el dispuesto en el artículo 466 del Código de Procedimiento Civil, que
produce la invalidez de la prueba por irregularidad en su formación, es decir, por la violación
de una regla formal expresa que regula el establecimiento de la prueba de experticia, que debió
llevar el juzgador a desechar la prueba y no tomarla en cuenta para su decisión.
La indicada norma, contrariamente a lo que ha apreciado la recurrida, no debe verse con la
ligereza de suponer que por su precepto se ha abierto a medias para las partes una posibilidad
de hacer algunas meras observaciones de la prueba, sin más, y menos aún, puede pensarse que,
en tal virtud, no ha de otorgarse gran importancia al estricto cumplimiento de los extremos
legales de forma que dicha norma contiene.
Por el contrario, se trata de una importante disposición por la que se ha querido asegurar a las
partes el control de la prueba de experticia, que sirve para desarrollar en el proceso con
respecto a la experticia la norma constitucional dispuesta en el artículo 49 de la Carta Magna,
según el cual “...toda persona tiene de derecho de acceder a las pruebas y de disponer del
tiempo y de los medios adecuados para ejercer su defensa.”.
…omissis…
Es con fundamento en la doctrina expuesta, y por las razones que previamente hemos
invocado, que, con expreso apoyo en lo dispuesto por el artículo 320 del Código de
Procedimiento Civil, denunciamos la infracción por la recurrida del artículo 466 eiusdem,
como norma que regula el establecimiento de la prueba de experticia, cuyo precepto fue
abiertamente desconocido por la recurrida a través de una serie de argumentos inaplicables que
le llevaron a permitirse una patente violación de dicha norma y entrar a apreciar y valorar la
irregular prueba de experticia de los inmuebles a que se viene haciendo referencia, infracción
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que tiene lugar por falta de aplicación o infracción en sentido estricto, desde luego que mal
podía dejar de aplicar la norma en referencia, tal como si la misma no existiera.
Del mismo modo y por las mismas razones, resultaron desconocidas las disposiciones de los
artículos 463 y 464 del mismo Código, pues con aquel proceder del juzgador, quedó cerrada
toda ocasión para mi mandante de hacer las observaciones a la experticia, en forma tal que
dichas observaciones precedieran al informe de experticia, y no como pretende la recurrida,
que dichas observaciones fuesen posteriores.
La infracción que acabamos de denunciar tuvo incidencia directa en lo dispositivo del fallo
pues el juzgador se valió de la prueba de experticia en comento para considerar vil el precio de
la venta de los inmuebles cuya simulación se solicitó, considerando esa calificación del precio
como uno de los elementos determinantes para que procediera la declaratoria de
simulación…”.
Para decidir, la Sala observa:
Alega el formalizante que el juez de alzada incurrió en la falta de aplicación de los artículos 463,
464 y 466 del Código de Procedimiento Civil, con base en que al momento de analizar la experticia
promovida por la parte actora le restó importancia a las citadas normas, pues no verificó que la mencionada
experticia, se practicó incumpliendo ciertos requisitos formales exigidos por la ley, lo cual produce como
consecuencia la irregularidad de la prueba en su formación.
Los artículos 463, 464 y 466 del Código de Procedimiento Civil, disponen lo que de seguida se
transcribe:
“…Artículo 463.- Los expertos practicarán conjuntamente las diligencias. Las partes podrán
concurrir al acto personalmente o por delegados que designarán por escrito dirigido a los
expertos y hacerles las observaciones que crean convenientes, pero deberán retirarse para que
los expertos deliberen solos”.
“…Artículo 464.- Los expertos están obligados a considerar en el dictamen las observaciones
escritas que las partes o sus delegados les formulen, las cuales acompañarán originales al
dictamen”.
“…Artículo 466.- Los expertos juntos o por intermedio de uno cualquiera de ellos deberán
hacer constar en los autos, con veinticuatro horas de anticipación, por lo menos, el día, hora y
lugar en que se dará comienzo a las diligencias, sin perjuicio de que la asistencia de las partes a
las mismas convalide lo actuado sin tal constancia.”
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La Sala considera pertinente pasar a transcribir algunos extractos de la sentencia recurrida, a fin
de constatar lo denunciado por el formalizante:
“…El motivo de la impugnación obedeció a que los expertos no dieron cumplimiento a la
formalidad establecida en el artículo 466 del Código de Procedimiento Civil, por lo que
corresponde a esta Alzada establecer si el incumplimiento de dicha formalidad acarrea la
nulidad del acto, pues un principio indiscutible en materia de nulidades es que son de derecho
estricto, lo que significa que solo pueden ser declaradas en los casos determinados por la ley, o
cuando haya dejado de cumplirse en el acto alguna formalidad esencial a su validez, por
mandato del artículo 206 ejusdem; y al respecto, observa esta Alzada que no existe una norma
expresa ni en el código adjetivo civil, ni en el sustantivo, norma legal que prevea la nulidad de
la experticia por la omisión motivo de la impugnación, pues el artículo 1.425 del Código Civil
alude sólo a la falta de motivación como requisito para restarle toda validez a la experticia,
pero no la anula por la falta de la constancia aludida, tampoco lo hace el Código de
Procedimiento Civil, en el capítulo relativo a la experticia, ergo, se hace necesario determinar
si dicha omisión constituye una formalidad esencial para su validez, y al respecto, considera
esta jurisdiscente, que el hecho de que los expertos no hayan hecho constar en el expediente el
día, hora y lugar en que se daría comienzo a las diligencias, no vicia la experticia de nulidad, o
le quita validez, por cuanto los expertos solicitaron por escrito el tiempo que requerían para
consignar el informe avalúo al tribunal, de cinco días, lapso en que se podía presumir se
llevarían a cabo dichas diligencias, pudiendo haber solicitado la parte impugnante la corrección
de la omisión de inmediato para así poder hacer las observaciones de ser ese su fin, y no
utilizarlo como medio de impugnación cuando éste no está así previsto en la ley, ya que una
vez evacuada la experticia, el acto alcanzó el fin perseguido, y la reposición de la causa sería
inútil, así como injusta resultaría la desestimación de la experticia por tal omisión, toda vez,
que como ya se señaló la ley no lo prevé como causal de nulidad o invalidez, sino que el
legislador en todo caso apela a la multa para sancionar a los expertos omisos o remisos en
cumplir su encargo; pero nunca a la nulidad de su informe, criterio éste sostenido por la Sala de
Casación Civil en sentencia del 20 de octubre de 1988, con ponencia del Magistrado Adán
Febres Cordero. OPT N° 10, pág. 89, al cual se acoge esta Alzada como fundamento en el
presente caso. Así se decide.
Pasa entonces, esta Alzada al análisis y valoración de la experticia, así: Consta en el
expediente que los expertos consignaron el informe avalúo de los inmuebles solicitados por la
parte promovente, consta así mismo, que en cada uno de ellos, los expertos establecieron el
objeto de los avalúos con una descripción detallada de los inmuebles por sus características
intrínsecas, así como de las características de la zona y facilidades. Utilizando en la
metodología veinte referenciales del Registro Público, para compra y venta de terrenos
similares con respecto a la ubicación de los inmuebles objeto de los avalúos, las cuales constan
a los folios 330, 331, 332, 357, 358 y 359 del expediente, es decir, motivando
pormenorizadamente las conclusiones finales en cuanto al valor de los inmuebles para la fecha
de las ventas cuestionadas, razón por la cual esta sentenciadora les confiere valor probatorio de
acuerdo a la sana crítica, toda vez que la prueba de experticia no tiene una regla de valoración
expresa, quedando a juicio del sentenciador en cuanto a criterios de racionalidad, lo que
efectivamente conduce a esta sentenciadora que tratándose de peritos especializados en la
materia objeto de la experticia, que su informe se encuentra redactado en forma lógica y
congruente en cuanto a la metodología y marcos de referencia utilizados para el
establecimiento del valor de los inmuebles, dicha experticia le merece la suficiente
verosimilitud en su contenido, confiriéndole entonces valor probatorio a los montos
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establecidos y concluidos por los expertos. Así se decide…”.
De la precedente transcripción se desprende que el juez de alzada al momento de analizar la
experticia referida al avalúo de los inmuebles objeto de la acción de simulación, estableció que el demandado
impugnó el informe practicado por los expertos, con fundamento en el hecho de que no se cumplió con el
requisito formal previsto en el artículo 466 del Código de Procedimiento Civil, en el que hace alusión a que
hay que fijar día, hora y lugar, para dar comienzo a las diligencias, considerando que tal incumplimiento no
viciaba de nulidad la experticia, pues así no lo establece la citada norma, ni ninguna disposición de carácter
sustantivo y adjetivo, ya que de acuerdo con el artículo 1.425 del Código Civil, el único motivo de
impugnación para restarle validez a la experticia es la falta de motivación.
En consecuencia, dado que la experticia cumplió el fin para lo cual fue evacuada y aunado a ello
los expertos por escrito solicitaron el tiempo que requerían para consignar el informe avalúo al tribunal,
correspondiente a cinco (5) días, de manera pues “…que la parte impugnante la corrección de la omisión
de inmediato para así poder hacer la observación de ser ese su fin y no utilizarlo como medio de
impugnación cuando este no esta así previsto en la ley…”.
Por tanto, de acuerdo con los razonamientos precedentemente expuestos, se observa que el juez
de alzada no incurrió en la falta de aplicación del artículo 466 del Código de Procedimiento Civil, pues debía
verificar: 1) que se cumpliera con la experticia cuya evacuación se había solicitado; 2) que se cumpliera el fin
para el cual había sido evacuada y 3) si procedía o no la impugnación interpuesta por la parte demandada
conforme a lo previsto en el artículo 1.425 del Código Civil, lo cual fue analizado por el juez, y así se decide.
II
Con fundamento en el ordinal 2° del artículo 313 del Código de Procedimiento Civil, en
concordancia con el artículo 320 eiusdem, se denuncia la violación por parte de la recurrida de los artículos
395 por falta de aplicación y 510 ibidem, por falsa aplicación, así como el artículo 1.422 del Código Civil, por
falta de aplicación, con la argumentación siguiente:
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“…La presente denuncia guarda en esta formalización, una particular y estrecha concordancia
con la denuncia precedente, toda vez que el juzgador de la sentencia recurrida señala que el
carácter o categoría como “vil” en el precio de las ventas cuya simulación se pidió, no sólo
habría quedado establecido, según la recurrida, en base a la experticia a que la denuncia
precedente se contrae, sino con fundamento en una conclusión que se permite extraer el
juzgador de lo que supone es un “hecho comunicacional”, cual es, su visión o particular
perspectiva sobre una serie de avisos publicitarios relacionados con precios de inmuebles en
diversos diarios, que le habrían permitido fijar el valor de dichos inmuebles.
En efecto, la parte actora promovió numerosos avisos de prensa y artículos igualmente
publicados en periódicos, relacionados con valor de inmuebles, en el errado propósito de que
contribuyeran los mismos a llevar al ánimo del juzgador, cuál era el valor de los bienes
inmuebles objeto de las operaciones o negocios cuya simulación demandó. Es evidente, sin
embargo, que tal prueba resultaba impertinente o sin alcance, por ser manifiesto que no podía
el juzgador tomar razón ni determinación alguna sobre el valor de tales bienes, sino a través de
expertos que analizaran de modo particularizado los específicos bienes objeto de aquellos
negocios y, con vista de esos particulares y en aplicación de técnicas de valoración apropiadas,
fijasen, sólo así, el valor de los mismos. No obstante, apreciará la Sala que la recurrida se
permitió discurrir de la manera siguiente:
…omissis…
Se comprueba así que el sentenciador de la recurrida se permite tomar como referencia dichos
avisos y, desechando la natural razón de que con tales elementos no se puede en derecho
determinar cuál pueda ser el valor de un bien concreto, ni sostener si el precio de venta de esos
específicos bienes resulta vil o irrisorio, confiere no obstante eficacia suficiente para hacer, el
propio juzgador, un avalúo, pero sin exponer siquiera en qué consistió el mismo, ni el método
aplicado, para concluir señalando que el mismo le sirve como instrumento “…válido para
llevar al conocimiento del juzgador, la convicción del hecho que se trata de probar, en este
caso, el punto de referencia del valor de los inmuebles en el momento en que se realizaron las
ventas...”.
Se pone así de bulto la infracción del juzgador, pues, más allá de la evidencia de que se está en
presencia de una cuestión de hecho técnica que no puede un juez conocer por su propio
conocimiento, es además paladino que hay una incompatibilidad conceptual entre lo que es un
hecho comunicacional, que representa un hecho de general y amplio conocimiento para todo
un conglomerado social, y aquél hecho constituido por el valor que unos concretos inmuebles
puedan tener, de acuerdo a sus particulares y especiales características de conservación.
En nuestro sistema de procedimiento ello sólo corresponde establecerlo a expertos o peritos,
debidamente designados. No obstante, el juzgador, repetimos, utiliza tales medios publicitarios
y motu proprio, tal como si tuviera él el carácter de experto, se permite afirmar que, con tales
medios queda establecido para los efectos de este juicio el valor de dichos bienes y que, por lo
tanto, el precio de venta en los negocios cuya declaratoria de simulación se demandó, es vil e
irrisorio.
Salta a la vista, ciudadanos Magistrados, que tal proceder es violatorio de la ley desde todo
punto de vista y esta conclusión no puede ser paliada por la existencia en los autos de una
experticia al respecto, puesto que el juzgador se sirve de ambos elementos de prueba para que
converjan como indicios, unido a que mi mandante ha sostenido a todo lo largo de este juicio la
ilegalidad e ineficacia de dicha experticia y se denuncia en esta formalización.
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No se comprende que el juzgador asuma la posición que tomó con respecto a lo que aquí
planteamos, pues, quizás podría admitirse que de esos elementos publicitarios pueda extraerse
alguna conclusión más general, como sería por ejemplo, que en un momento determinado en
Caracas o en San Juan de los Morros existía oferta de inmuebles, pero, suponer que por tal vía
pueda un juez no experto y sin control alguno en la prueba, sostener que un bien concreto
pueda valer tanto o cuanto, o que un precio es por tanto vil, es un proceder violatorio de la Ley
en varios respectos.
Infringe la recurrida por tal motivo la norma del artículo 1.422 del Código Civil, por falta de
aplicación, como norma legal que establece la valoración de los hechos, por ser manifiesto que
la determinación del valor de un bien determinado y específico, dentro de un juicio como el de
especie, constituye un punto de hecho que no puede ser fijado por el juzgador con su propio
conocimiento, ni suponer que el mismo pueda llegar a constituir un hecho comunicacional. Se
trata, sin dudas, de una apreciación que conlleva también la violación, por falta de aplicación
del artículo 395 del Código de Procedimiento Civil, como norma legal que regula el
establecimiento de los hechos, toda vez que el juez se permite establecer un hecho mediante
una actividad que no está recogida ni admitida en nuestro derecho como prueba legal,
adviniendo a una suerte de mezcla de la prueba documental con la experticia que no es ni una
cosa ni otra, ni subyace a ella un hecho comunicacional, por lo que infringe la norma en la
forma delatada.
Al propio tiempo infringe el artículo 510 del código acabado de citar, por falsa aplicación,
cuando también se permite hacer que el resultado de dicha experticia concurra con otros
hechos, supuestamente establecidos, para que, a manera y con el valor de indicios, sirvan para
la demostración de unas simulaciones cuya declaración en verdad no se hacía lugar.
Las infracciones delatadas fueron determinantes para que el sentenciador concluyera,
indebidamente, que el precio de las ventas de inmuebles cuya simulación se demandó era vil, y
esta conclusión incidió de manera determinante en la decisión de declarar nulas las mismas.
Pedimos que esta denuncia sean acogidas con los pronunciamientos correspondientes…”.
Para decidir, la Sala observa:
Alega el formalizante la infracción por el juzgador de la recurrida de los artículos 395 del Código
de Procedimiento Civil y 1.422 del Código Civil, por falta de aplicación, y el artículo 510 del Código de
Procedimiento Civil, por falsa aplicación, al establecer que el precio de las ventas de los inmuebles objeto de
simulación es vil e irrisorio con base en unos avisos publicitarios.
Los artículos denunciados por el formalizante disponen lo siguiente:
“…Artículo 1.422 del Código Civil.- Siempre que se trate de una comprobación o de una
apreciación que exija conocimientos especiales, puede procederse a una experticia”.
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“…Artículo 395 del Código de Procedimiento Civil.- Son medios de prueba admisibles en
juicio aquellos que determina el Código Civil, el presente Código y otras leyes de la República.
Pueden también las partes valerse de cualquier otro medio de prueba no prohibido
expresamente por la ley, y que consideren conducente a la demostración de sus pretensiones.
Estos medios se promoverán y evacuarán aplicando por analogía las disposiciones relativas a
los medios de pruebas semejantes contemplados en el Código Civil, y en su defecto, en la
forma que señale el Juez.”
“…Artículo 510 del Código de Procedimiento Civil.- Los Jueces apreciarán los indicios que
resulten de autos en su conjunto, teniendo en consideración su gravedad, concordancia y
convergencia entre sí, y en relación con las demás pruebas de autos.
Ahora bien, para verificar las aseveraciones expuestas por el formalizante resulta pertinente pasar
a transcribir algunos extractos de la sentencia recurrida:
“…B.2. En el Capitulo II DE LOS INSTRUMENTALES: Promovió con la finalidad de llevar a
la convicción del juzgador los valores reales de los inmuebles (terrenos y construcciones,
expresados en Metros Cuadrados) para la fecha en que se produjeron las ventas simuladas,
tomando como referencia distintas ciudades y poblaciones del país, anexando publicaciones de
prensa de diversos diarios nacionales y locales identificados así: A1) Articulo tomado del
Diario El Nacional, de fecha 13 de de 1994, página AE/10 titulado “VIDA COMERCIAL
INMUEBLES Y HOGAR”, de cuyo contenido puede apreciarse el valor en metros cuadrados
de diversos apartamentos ubicados en Caracas, ofertados en venta con expresión de sus
características, tales como ‘área de construcción, distribución, acabados y accesorios; A2)
Aviso publicitario del diario “EL UNIVERSAL” de fecha 2 de noviembre de 1995, publicado
en la pág. 2-13, de cuyo contenido se puede apreciar un recuadro titulado “NOSOTROS
VENDEMOS USTED COMPRA” que el valor de los metros cuadrados de los locales
comerciales de un Edificio de tres pisos ubicado en Palo Verde, Caracas, era de Bs. F. 80,00
M2; A3) Aviso publicitario del diario “EL MUNDO” de fecha 10 de noviembre de 1995,
titulado “PRE-VENTA”, en cual se indica la oferta de diversos apartamentos con sus
respectivas especificaciones; A4)Aviso publicitario del Diario El Nacional, de fecha 11 de
noviembre de 1995, página 2/AE titulado “ APARTAMENTOS VENTA PRIMARIA ZONA
SUROESTE”, en cual se indica la oferta de diversos apartamentos ubicados en Caracas con
especificación del área de construcción, precios por metros cuadrados y características; A5)
Aviso publicitario del Diario El Nacional, de fecha 11 de noviembre de 1995, titulado
“APARTAMENTOS VENTA PRIMARIA ZONA CENTRAL”, en cual se indica la oferta de
diversos apartamentos ubicados en Caracas con especificación del área de construcción,
precios por metros cuadrados y características; A6) Aviso publicitario del Diario El Nacional,
de fecha 2 de diciembre de 1995, publicado en la página 2/AE titulados “ APARTAMENTOS
VENTA PRIMARIA ZONA CENTRAL” y “ APARTAMENTOS VENTA SECUNDARIA
ZONA ESTE”, en los cuales se indica la oferta de diversos apartamentos ubicados en Caracas
con especificación del área de construcción, precios por metros cuadrados y características;
A7) Aviso publicado en el Diario “El Nacionalista” de esta ciudad, de fecha 24 de abril de
1996, en la Sección ECONOMICOS página 16, en la cual se ofrece en venta un inmueble
constituido por una Vivienda Rural ubicada en el Caserío La Cachama- vía Barbacoas, en un
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precio de Bs. F. 800,00. A8) Aviso publicitario del Diario El Nacional, de fecha 25 de mayo de
1996, portada del cuerpo AE, en el cual se ofrece en venta inmuebles ubicados en zonas
vecinas a la ciudad de Caracas, tales como Guarenas, Charallave, Guatire y las Tejerías,
Estado Aragua, con indicación del tipo de inmueble área de construcción, precios por metros
cuadrados y características; A9) Articulo de prensa suministrada al Diario “El Nacional” de
fecha 2 de junio de 1996 página D/7 titulada ‘GRUPO INMOBILIARIO
NORTEAMERICANO INVERTIRÁ EN EL GUÁRICO”, en el cual el ciudadano Gobernador
del Estado Guárico Dr. Rafael Emilio Silveira informó a los medios los planes de construcción
de viviendas de un área de 42 M2 por un valor –a la fecha- de Bs. F. 2.500,00. A10) Aviso
publicado en el diario “EL UNIVERSAL” de fecha 2 de noviembre de 1995, pág. 2-7, titulado
APARTOVILLAS LAGUNA AZUL, en el cual se ofrecían en ventas apartamentos ubicados
en la población de Rio Chico Edo. Miranda, con áreas de construcción entre 65 y 104 metros
cuadrados, por un precio a partir de Bs. F. 4.300,00; A11) Articulo de prensa en el diario “EL
NACIONAL” de fecha 6 de julio de 1996 titulado “ LOS MATERIALES EMPUJAN LOS
COSTOS”, el cual señalaba en su encabezado: “Un apartamento sin acabados, de 3
habitaciones y 2 baños con un área de 75 mts2 ubicado en Guarenas costaba Bs. F. 4.500,00
en noviembre de 1995. Hoy ese mismo apartamento pasa los Bs. F. 9.000,00 por el incremento
general que sufrieron los materiales de construcción y el aumento salarial que percibieron los
trabajadores del sector…”; A12) Aviso publicado en el Diario “El Nacionalista” de esta
ciudad, de fecha 8 de julio de 1996 página 12, Sección ECONOMICOS, en el cual se ofrece en
venta una parcela de 900 M2 ubicada en la Calle Girardot de Los Laureles, por un precio de
Bs. F. 3.500,00; A13) Aviso publicitario del Diario “El Nacionalista” de esta ciudad, de fecha
12 de julio de 1996 página 16, Sección ECONOMICOS, en el cual se ofrecen en ventas casas
ubicadas en diferentes sectores de la ciudad, con precios que oscilan desde Bs. F. 1.800,00 en
Valle Verde, hasta Bs. F. 20.000,00 en la Urbanización Antonio Miguel Martínez; A14) Aviso
publicitario del Diario “El Nacionalista” de esta ciudad, de fecha 13 de julio de 1996 página
12, Sección ECONOMICOS, en el cual se ofrece en venta un terreno de 506 metros cuadrados
en un precio de Bs. F. 3.500,00; A15) Aviso publicado en “EL UNIVERSAL” de fecha 4 de
agosto de 1996 página 2-11, en el cual se ofrece en venta Kits de casas desarmadas para
ensamblar ( sin terreno), desde Bs. F. 2.150,00 la de menor precio, constante de 2
habitaciones, cocina, baño y porche, con un área aproximada de 49,56 metros cuadrados; A16)
Articulo de prensa publicado en “ECONOMIA HOY”, de fecha 3 de septiembre de 1998,
titulado “VENTAS DE INMUEBLES EN EL LITORAL MOVILIZO Bs. F. 8.113.000,00 ” en
cuyo párrafo tercero dice: …Las propiedades mas solicitadas fueron los apartamentos (…) El
valor del metro cuadrado de construcción horizontal esta estimado en Bs. F. 124,48. Y mas
adelante dice: “… El precio de venta del metro cuadrado en la región es de Bs. F. 116,00 …”;
A17) Articulo de prensa publicado en el diario “EL NACIONAL” de fecha 7 de septiembre de
1996, cuerpo “ Los económicos”, titulado “LA PRIVATIZACION CREA EXPECTATIVAS
EN GUAYANA “, cuyo subtitulo dice: “ Está prevista la reactivación de la oferta de oficinas y
locales comerciales en Puerto Ordaz. El costo promedio del metro cuadrado de construcción
en la zona es de Bs. F. 160,00”; A18) Aviso publicado en el Diario “El NACIONAL” de fecha
28 de septiembre de 1996, portada del cuerpo F, titulado “MERCADO PRIMARIO EN EL
ESTADO CARABOBO” en el cual se indica el valor en metros cuadrados de diversas casas
ubicadas en la ciudad de Valencia, con indicación del área de construcción y características,
cuyos precios oscilan entre Bs. F. 108,44 y Bs.F. 210,00 por metro cuadrado; A19) Articulo
publicado en el Diario “EL UNIVERSAL” de fecha 17 de noviembre de 1997 cuerpo 2, en el
que se aprecia un grafico titulado “ ESTIMADO DE COSTOS TERRENOS Y OFICINAS” en
las principales ciudades del país; A20) Articulo publicado en el Diario “EL UNIVERSAL” de
fecha 25 de mayo de 1996 página 2-4 en el que se anuncia el aumento de los topes de la Ley
de Política Habitacional, los cuales se incrementaron en un 24% aproximadamente.”
Con respecto a estos medios probatorios contenidos en los distintos medios de publicidad
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antes especificados, esta sentenciadora observa, que la finalidad u objeto de la prueba
invocada por el apoderado actor, debe ser declarada parcialmente impertinente, pues
para establecer los valores reales de los inmuebles (terrenos y construcciones, expresados
en Metros Cuadrados) para la fecha en que se produjeron las ventas simuladas, no se
pueden tomar como referencia o indicadores del mercado los inmuebles ubicados en
distintas ciudades y poblaciones del país, sino solamente aquellos que por sus
características de zonificación, ubicación sean similares o semejantes, en consecuencia
todos las publicaciones promovidas en los literales: A1, A2, A3, A4, A5, A6, A7, A8, A9, A10,
A11, A15, A16, A17, A18, A19 y A20, se desechan del proceso por impertinentes; siendo
valorados por esta sentenciadora las publicaciones consignadas y referidas a los literales A9,
A12, A13 y A14, por cuanto las mismas se contraen a inmuebles ubicados en la ciudad de
San Juan de los Morros y otras zonas del Estado Guárico, sirviendo las mismas como
indicadores del valor en el mercado regional, por tratarse de inmuebles ofertados con
características similares a los cuestionados, por su ubicación o zonificación y por las
fechas de la oferta que son contemporáneas con la de las ventas realizadas, en el año
1.996, constituyendo dichos medios publicitarios un hecho comunicacional, y por tanto,
herramienta de valoración para el juez, quien lo toma como un hecho de cierta
relevancia, notoriedad para un conglomerado en un momento determinado, y por tanto,
válido para llevar al conocimiento del juzgador, la convicción del hecho que se trata de probar,
en este caso, el punto de referencia del valor de los inmuebles en el momento en que se
realizaron las ventas, por lo que esta sentenciadora así los aprecia y valora. Así se decide.
…omissis…
2) En cuanto al negocio contentivo de la venta que hace ALFREDO FLORES GONZÁLEZ
con autorización de su cónyuge, a su hija EUGENIA FLORES ALVIAREZ, de dos (2) lotes de
terreno contiguos con una extensión global de terreno de aproximadamente SETECIENTOS
SESENTA Y CINCO METROS CUADRADOS (765 M2), y las bienhechurías sobre ellos
edificadas, ubicadas en la Calle Santa Eduvigis, No.164 en la esquina que empalma con la
Calle España de la Urbanización Los Laureles (a 200 mts de la Policlínica San Juan). Aduce la
vileza del precio, por ser excesivamente módica la suma TRESCIENTOS CINCUENTA
BOLIVARES (Bs.F.350,00); el hecho de que sobre el mismo pesa una hipoteca de primer
grado a favor de Banco Mercantil, que la compradora declara conocer y sospechosamente
acepta. El hecho que el vendedor continua en posesión y uso del inmueble donde habita junto
a su esposa desde los primeros días del mes de abril de 1996, fecha esta en que abandono
apresuradamente la casa propiedad del accionante, ubicada en la Calle Machín, Casa “B”, de
la Urbanización Antonio Miguel Martínez de esta ciudad, tal como se evidencia del Acta de
Embargo levantada por el Juzgado del Distrito del Municipio Autónomo Juan Germán Roscio
de este estado, y la insolvencia económica de la compradora MARIA EUGENIA FLORES
ALVIAREZ. Al respecto observa quien decide, que esta última ciudadana, en el acto de
contestación de la demanda no negó ni rechazo el vínculo o parentesco que la une con el
vendedor, en consecuencia, se da por demostrado que el vendedor es el padre de la
compradora. En cuanto a la vileza del precio de venta del inmueble esta sentenciadora
observa, que el mismo quedó demostrado con la experticia evacuada en juicio, pues del
informe de los peritos se demostró que el valor de dicho inmueble para el año 1996, era la
cantidad de: a) que el valor de liquidación del terreno para el año 1996, es de bolívares
5.215.228,60 y b) El valor de liquidación de la construcción para esa misma fecha es de
Bolívares 5.452. 976,16. Para un valor total del inmueble de Bolívares 10.668.204,76,
resultando innegable que el precio de la venta declarado en el documento fue muy por
debajo de los valores establecidos en el avaluó, al cual esta sentenciadora le confirió valor
probatorio. El hecho que el vendedor y su esposa continúan en posesión del inmueble, esta
sentenciadora lo da por demostrado, en primer lugar con el indicio derivado del Acta de
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Embargo levantada por el Juzgado del Distrito del Municipio Autónomo Juan Germán Roscio
de este estado, en fecha 23 de marzo de 1996, en donde el referido ciudadano manifestó estar
en el inmueble en calidad de cuidador, constituyendo esto un indicio grave de que el mismo
permanece en el inmueble objeto de la negociación; y aunque en el escrito de la contestación
de la demanda, el apoderado judicial de los codemandados, alegó “… y el hecho de que mis
representados ALFREDO FLORES y su esposa estén actualmente ocupando unas
bienhechurías existentes en uno de los lotes no es motivo para pensar o suponer como hace el
accionante que dicha operación es simulada ya que al ser la compradora su hija es lógico que
lo prefiera a cualquier otro al momento de buscar quien lo cuide y resguarde sus bienes…”,
esta afirmación corrobora que el referido ciudadano efectivamente ocupa el inmueble,
configurando ambas circunstancias indicios graves y concordantes de que continúa poseyendo
el inmueble. En cuanto al argumento de la incapacidad económica de la ciudadana María
Eugenia Alviarez, este hecho quedó demostrado con la Prueba de Informes a la cual esta
sentenciadora le confirió valor probatorio, pues el Fondo de Desarrollo Regional del Estado
Guárico, informó al Tribunal de la causa que la misma ingresó el día 20 de enero de 1.997, esto
es, con posterioridad a la venta del inmueble, no habiendo alegado ningún otro medio de
ingreso laboral sino ese, esta sentenciadora lo aprecia como indicio grave de esta circunstancia
en concordancia con la prueba de informes del Seniat, según la cual para los períodos
solicitados no fue presentada declaración de bienes por parte de la mencionada ciudadana.
Estos indicios hacen presumir la falta de solvencia económica por parte de la codemandada.
Así se decide.
…omissis…
Al respecto, esta sentenciadora observa: quedó demostrado con la experticia judicial
realizada en el lapso probatorio que el valor del inmueble de esta negociación es de: a)
que el valor de liquidación del terreno para el año 1996, es de Bs. F. 3.481,59 y b) El
valor de liquidación de la construcción para esa misma fecha es de Bs. F. 4.358,89. Para
un valor total del inmueble de Bs. F. 7.839,95. Demostrándose con ella, el precio vil o
irrisorio en la venta del inmueble,…
…omissis…
No obstante los razonamientos anteriores esta juzgadora arriba a la conclusión que
comprobado el hecho de que la venta se efectuó por el codemandado ALFREDO FLORES
GONZÁLEZ con la anuencia de su cónyuge REINA DEL VALLE GARCÍA DE FLORES, al
mes siguiente de haberse librado el Decreto Ejecutivo de Embargo a favor del acreedor
accionante PABLO PIERMATTEI CLERICUZIO, aunado al precio vil e irrisorio fijado
como precio de la venta de Bs.F. 600,00, arrojando la experticia un valor real para la
fecha de Bs. F 7.839,95 y la ausencia en lo autos de la constancia de haberse verificado
efectivamente el pago del precio de la venta por parte de la ciudadana CARMELA
GERRATANA CARDOZO, quien asumió una conducta pasiva limitándose a negar los
hechos invocados por el actor no aportando a esta juzgadora elementos necesarios para indagar
la verdad en cuanto a la cancelación del precio y consecuente egreso de su patrimonio, por lo
que a juicio de esta sentenciadora no quedo demostrado dicho pago en lo que se respecta a esta
negociación, tomando en consideración estas circunstancias, la valoración de las pruebas en su
conjunto y la existencia de indicios graves, precisos y concordantes que converjen en que la
ciudadana CARMELA GERRATANA, en un concierto de voluntad con el vendedor en
perjuicio del actor efectuó una venta aparente con la intención de sustraer el bien del
patrimonio del demandado, con la finalidad de dejar ilusoria la ejecutoria del fallo de fecha 28
de febrero de 1996, emanado del Juzgado Primero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil,
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del Tránsito y del Trabajo de esta Circunscripción Judicial, por lo que a criterio de esta
juzgadora la venta de fecha 03 de mayo de 1996, es igualmente simulada y así se decide…”
(Negrillas de la Sala).
De la anterior transcripción de la recurrida se verifica que, tal como lo establece el formalizante el
juzgador de la recurrida al examinar las probanzas de autos, le dio valor probatorio como hecho
comunicacional a los avisos publicitarios de los literales A9, A12, A13 y A14, aportadas por el actor como
referencia del valor de los inmuebles, no obstante, en su motiva al analizar los elementos que caracterizan la
acción de simulación, estableció que los inmuebles demandados en simulación establece que del análisis de la
experticia realizada en el lapso probatorio del avalúo entregado por los peritos se estableció que el precio de
los inmuebles en comparación a las cantidades fijadas como precio en los contratos de venta era vil e irrisorio.
En consecuencia, el formalizante incurre en un error al denunciar que el juez estableció el hecho
de que el precio de venta de los inmuebles era vil e irrisorio de los avisos publicitarios, pues tal como se
constató de la motiva de la recurrida el juzgador se basó en la prueba de experticia judicial realizada en el
lapso probatorio en la que los peritos fijaron los precios reales de los inmuebles demandados, por lo que no
incurrió en la falta de aplicación de las normas denunciadas.
Por las razones expuestas, la denuncia examinada por infracción de los artículos 1.422 del Código
Civil y 395 del Código de Procedimiento Civil, debe ser desechada por improcedente. Así se decide.
III
Con fundamento en el ordinal 2° del artículo 313 del Código de Procedimiento Civil, en
concordancia con el artículo 320 eiusdem, se denuncia la violación por parte de la recurrida de los artículos
506 y 510 ibidem, así como los artículos 1.360 y 1.399 del Código Civil, con la argumentación siguiente:
“…Puede comprobarse al folio ciento doce (112) de la cuarta pieza de autos, que la sentencia
recurrida se propone el análisis de los alegatos invocados por el actor para afirmar que fue
simulada la venta que hiciera nuestro mandante a la ciudadana Carmela Gerratana Cardozo, de
un lote de terreno de trescientos sesenta y cuatro metros cuadrados (364 mts2) y las
bienhechurías en el construidas, ubicado en la ciudad de San Juan de Los Morros.
Se trató de una venta real, pura y simple, cuyo precio se pagó al contado, de un inmueble en
construcción, pero, como observará ese Alto Tribunal, aún cuando al inicio de ese análisis,
parece la juzgadora convencida de que los alegatos del actor sobre tal simulación no
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encuentran asidero en los hechos y elementos de la causa, ulteriormente y de manera casi
sorpresiva, concluye que si existió la simulación y así lo declara, pero incurriendo para ello en
varias infracciones que pasamos a delatar.
Se advierte en lo transcrito, que la sentenciadora rechazó la mayor parte, por no decir todos,
los elementos en que el actor había fundado su pretensión de que la venta en comentario era
simulada, ya por la improcedencia o falta de alcance de los elementos de hecho que la
rodeaban, o por no haber sido los mismos demostrados. Sin embargo, de manera que
sorprende, encontramos que la juzgadora cambia totalmente su visión en el particular y pasa a
exponer y concluir, de la manera siguiente:
“No obstante los razonamientos anteriores esta juzgadora arriba a la conclusión que
comprobado el hecho de que la venta se efectuó por el codemandado ALFREDO FLORES
GONZÁLEZ con la anuencia de su cónyuge REINA DEL VALLE GARCÍA DE FLORES, al
mes siguiente de haberse librado el Decreto Ejecutivo de Embargo a favor del acreedor
accionante PARLO PIERMATTEI CLERICUZIO, aunado al precio vil e irrisorio fijado como
precio de la venta de Bs.F. 600,00, arrojando la experticia un valor real para la fecha de Bs. F
7.839,95 y la ausencia en lo autos de la constancia de haberse verificado efectivamente el pago
del precio de la venta por parte de la ciudadana CARMELA GERRATANA CARDOZO,
quien asumió una conducta pasiva limitándose a negar los hechos invocados por el actor no
aportando a esta juzgadora elementos necesarios para indagar la verdad en cuanto a la
cancelación del precio y consecuente egreso de su patrimonio, por lo que a juicio de esta
sentenciadora no quedó demostrado dicho pago en lo que se respecta a esta negociación,
tomando en consideración estas circunstancias, la valoración de las pruebas en su
conjunto y la existencia de indicios graves, precisos y concordantes que convergen en que
la ciudadana CARMELA GERRATANA, en un concierto de voluntad con el vendedor en
perjuicio del actor efectuó una venta aparente con la intención de sustraer el bien del
patrimonio del demandado, con la finalidad de dejar ilusoria la ejecutoria del fallo de fecha 28
de febrero de 1996, emanado del Juzgado Primero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil,
del Tránsito y del Trabajo de esta Circunscripción Judicial, por lo que a criterio de esta
juzgadora la venta de fecha 03 de mayo de 1996, es igualmente simulada y así se decide.
Es claro que tal modo de juzgar encierra infracción a los artículos que denunciamos. En primer
término, la recurrida viola, por falta de aplicación, el artículo 1.360 del Código Civil como
norma de valoración de la prueba de documento público, pues siendo de tal naturaleza el
documento en el que se había hecho constar la venta, no le era dado al juzgador desconocer
que en el mismo se afirma que el precio de venta fue debidamente pagado, en dinero efectivo;
y ese efecto que la ley atribuye al documento público en fuerza de dicha norma, impedía toda
elucubración a la juzgadora sobre el particular, incluso en sede de un juicio de simulación de la
venta cuyo precio se declaraba pagado.
En efecto, infiere la juzgadora que, por el hecho de tratarse de un juicio de simulación, puede
soslayar no sólo los efectos dispuestos en el citado artículo 1.360 del Código Civil, sino
desconocer el fundamental principio sobre distribución de la carga de la prueba recogida en el
artículo 506 del Código de Procedimiento Civil. Es sólo así como se comprende que atribuya a
la codemandada compradora la carga de probar “la verdad en cuanto a la cancelación del
precio”, siendo que la prueba de ese extremo emerge del documento, en el cual se expone que
el precio fue pagado y se recibió por el comprador en dinero efectivo, y por lo tanto no se
hacía lugar inversión alguna de la carga de la prueba en ese respecto.
Ocurren la precedentes infracciones, en concordancia con la de los artículos 510 del Código de
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Procedimiento Civil 1.399 del Código Civil, como normas que regulan la valoración de la
prueba de indicios y presunciones, respectivamente, ambos por falta de aplicación, en razón de
que no podía la juzgadora considerar y tener como un “indicio de la simulación” ese supuesto
elemento de no haber probado nuestro mandante ni su litisconsorte Carmela Gerratana “la
verdad en cuanto a la cancelación del precio”, ya que tal hecho estaba probado y, tampoco
podía extraer de allí en consecuencia una presunción de simulación pues todo ello constituye
un modo de juzgar que violaa (sic) la Ley según se ha expuesto.
También resultaban violadas dichas normas, por cuanto, si bien es cierto que para referirse a la
supuesta simulación de esta venta y declararla, la juzgadora alude a los valores que arrojó la
experticia sobre el valor de los inmuebles y su diferencia con el precio que se pagó, ese sólo
indicio no podía bastarle al fallo para acordar una declaratoria de simulación, pues, como ha
dicho la Sala en su tradicional doctrina al respecto:
“…en la aritmética procesal, los indicios son quebrados: aislados, poco o nada valen; pero
sumados forman y en ocasiones exceden, la unidad probatoria plena, pues la característica de
los indicios es que ninguno por sí solo ofrece plena prueba; ellos deben apreciarse en conjunto;
su eficacia probatoria debe contemplarse con la suma de todos los que den por probados los
jueces y no con algunos aisladamente...”.
Pero la recurrida desconoce esa valiosa doctrina del Alto Tribunal sobre la necesidad del
cúmulo de indicios que la Ley señala, ya que, al privarse de valor a ese supuesto indicio que
sólo el fallo inopinadamente crea, como es el no haberse probado “la verdad del pago del
precio”, se tiene que en los dictados del Tribunal sólo podría encontrarse un solo indicio sobre
la supuesta simulación, como es el de la experticia, de modo que no se hacía lugar declarar la
simulación en base a ese solo y único indicio, y así debió verlo la juzgadora; pero, lejos de
apreciarlo así, se permitió indicar lo siguiente:
“…a juicio de esta sentenciadora no quedo demostrado dicho pago en lo que se respecta a esta
negociación, tomando en consideración estas circunstancias, la valoración de las pruebas
en su conjunto y la existencia de indicios graves, precisos y concordantes que converjen
(SIC) en que la ciudadana CARMELA GERRATANA, en un concierto de voluntad con el
vendedor en perjuicio del actor efectuó una venta aparente…”.
Es claro el indebido juzgamiento de la sentencia, pues la verdad es que no existen en relación
con esta venta esos “indicios graves, precisos y concordantes que converjen (sic)” como dice
el fallo, resultando de ello la infracción de los artículos 510 del Código de Procedimiento Civil
y 1.399 del Código Civil, que nos permitimos delatar de manera concordada, ambos por falta
de aplicación y con apoyo en los mismos fundamentos.
Todas las normas que hemos delatado influyeron de manera trascendente en la declaratoria de
la simulación de la venta en referencia, como que de no haber ocurrido ese desconocimiento
por el juzgador de las mismas, con seguridad otra hubiese sido la conclusión del fallo, ya que
no habría podido declararla en base únicamente al hecho del valor que arrojó la experticia…”.
Para decidir, la Sala observa:
De la precedente transcripción de la denuncia se observa que el formalizante alega la infracción
de los artículos 506 y 510 del Código de Procedimiento Civil, así como los artículos 1.360 y 1.399 del Código
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Civil, todos por falta de aplicación, con base en que el juez de la recurrida al tomar como indicio de
simulación el que la co-demandada Carmela Gerratana no probó la cancelación del precio del inmueble a los
codemandados Alfredo Flores González y su cónyuge Reina del Valle García de Flores, estableciendo así que
se efectuó una venta aparente, e invirtiendo la carga de la prueba a la referida codemandada.
Ahora bien, los artículos 1.360 y 1.399 del Código Civil, prevén lo siguiente:
“…Artículo 1.360.- El instrumento público hace plena fe, así entre las partes como respecto
de terceros, de la verdad de las declaraciones formuladas por los otorgantes acerca de la
realización del hecho jurídico a que el instrumento se contrae, salvo que en los casos y con los
medios permitidos por la ley se demuestre la simulación”.
“…Artículo 1.399.- Las presunciones que no estén establecidas por la Ley quedarán a la
prudencia del Juez, quien no debe admitir sino las que sean graves, precisas y concordantes, y
solamente en los casos en que la Ley admite la prueba testimonial”.
Las normas antes transcritas regulan la valoración de las pruebas respecto al documento público
que hace fe plena entre las partes y los terceros, y las presunciones no establecidas por la ley.
Asimismo, los artículos 506 y 510 del Código de Procedimiento Civil, disponen:
“Artículo 506: Las partes tienen la carga de probar sus respectivas afirmaciones de hecho.
Quien pida la ejecución de una obligación debe probarla, y quien pretenda que ha sido
libertado de ella, debe por su parte probar el pago o el hecho extintivo de la obligación.
Los hechos notorios no son objeto de prueba.”.
“Artículo 510: Los Jueces apreciarán los indicios que resulten de autos en su conjunto,
teniendo en consideración su gravedad, concordancia y convergencia entre sí, y en relación
con las demás pruebas de autos.”
Las normas precedentemente transcritas, puntualizan la distribución de la carga de la prueba y los
deberes de cada parte dentro del proceso, así como los indicios que el juez de instancia a su prudente arbitrio,
tomando en consideración la concordancia entre sí y con las demás pruebas promovidas en el expediente.
Ahora bien, para verificar las aseveraciones expuestas por el formalizante resulta pertinente pasar
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a transcribir algunos extractos de la sentencia recurrida:
“…Así como la copia certificada del documento de compra venta protocolizado por ante la
Oficina Subalterna de Registro del Distrito Roscio del Estado Guárico, el día 3 de mayo de
1996, bajo el No.33, Folio 68 al 70, Protocolo II, segundo trimestre de 1996, marcado con la
letra “F”, según el cual el ciudadano ALFREDO FLORES GONZALEZ, vende con
autorización de su cónyuge, a la ciudadana CARMELA GERRATANA CARDOZO. Estos
documentos constituyen copias fidedignas de sus originales conforme a lo establecido en el
artículo 429 del Código de Procedimiento Civil, en consecuencia, hace fe entre las partes y
frente a terceros de su contenido en los términos establecidos en el artículo 1.360 del
Código Civil. Así se decide.
…omissis…
4) En cuanto a la venta que hace el ciudadano ALFREDO FLORES GONZÁLEZ, con
autorización de su cónyuge, a la ciudadana CARMELA GERRATANA CARDOZO, por
documento de compra venta protocolizado por ante la Oficina Subalterna de Registro del
Distrito Roscío del Estado Guarico, el día 3 de mayo de 1996, bajo el No.33, Folio 68 al 70,
Protocolo II, segundo trimestre de 1996, el cual acompaña en copia certificada marcado con la
letra “F”. Alega el actor, que entre el vendedor y la compradora le une íntimos lazos de
amistad y de trabajo, que la misma es su amiga íntima y consocia, que es inaceptable por parte
de un comprador que no tuviere estrecha o intima relación de amistad o fidelidad con el
vendedor, y la comunidad de intereses la adquisición del inmueble hipotecado; que hubo un
precio vil en la venta del lote de terreno pues el mismo tiene una extensión global de
TRECIENTOS SESENTA Y CUATRO METROS CUADRADOS (364 M2) ) y las
bienhechurías en él construidas de aproximadamente CIEN METROS CUADRADOS (100
M2) de construcción, ubicadas en la Calle Los Morritos, No.34 (a 200 mts de la Policlínica San
Juan), de esta ciudad de San Juan de los Morros, por un precio excesivamente módico de
SEISCIENTOS BOLIVARES FUERTES (Bs.F.600,00), que sobre el mismo pesa una Hipoteca
de Primer Grado a favor del Banco Mercantil para garantizar una deuda contraída por el
ciudadano ALFREDO FLORES GONZÁLEZ, que la compradora declara conocer y
sospechosamente acepta. Agrega que el inmueble se encuentra en fase de construcción y esta
siendo edificado por ALFREDO FLORES GONZÁLEZ para ser destinado como su vivienda
principal y de su familia, como bien lo demostrará en su debida oportunidad. Que no hubo
entrega real del precio de las presuntas ventas, ni desprendimiento de la posesión que
ostentan los vendedores de los objetos presuntamente vendidos, que los gastos de
edificación de la vivienda que se construye en dicho terreno siguen siendo sufragados por
su verdadero propietario Alfredo Flores.
Al respecto, esta sentenciadora observa: quedó demostrado con la experticia judicial realizada
en el lapso probatorio que el valor del inmueble de esta negociación es de: a) que el valor de
liquidación del terreno para el año 1996, es de Bs. F. 3.481,59 y b) El valor de liquidación de la
construcción para esa misma fecha es de Bs. F. 4.358,89. Para un valor total del inmueble de
Bs. F. 7.839,95. Demostrándose con ella, el precio vil o irrisorio en la venta del inmueble,
sin embargo, este hecho no es suficiente para establecer la simulación alegada por el
actor, ello en razón, que no demostró a través de ningún medio probatorio la amistad
íntima, comunidad de intereses y la relación de trabajo que alega existe entre el vendedor
y la compradora; en cuanto a la hipoteca, esta sentenciadora no puede darle el valor de
indicio a favor del actor, porque precisamente es la excepción de fondo que opone la co
demandada al momento de contestar la demanda, pues aduce, que el precio del inmueble se
debió a las condiciones del mismo, toda vez que compró un inmueble con una hipoteca y sin
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terminar de construir, que no existía prohibición legal alguna que le impidiera comprar el
inmueble, circunstancias éstas que quedaron demostradas durante el periodo de pruebas, ya
que, el actor no probó que existiera tal prohibición, y con el informe de los expertos se logró
determinar que el inmueble estaba inconcluso, así como con las fotografías promovidas por el
actor y las de la misma experticia, las cuales constituyen pruebas fehacientes de que el
inmueble se encontraba en construcción. Sin embargo, el actor manifiesta que los gastos de la
construcción siguen siendo sufragados por el ciudadano Alfredo Flores, pero no prueba este
hecho durante el lapso probatorio, ya que de la experticia lo que observa esta sentenciadora es
que la obra está inconclusa, por tanto este hecho tampoco es presumible en base a ninguna de
las pruebas aportadas por el actor. Asimismo, manifiesta que por el hecho de haber comprado
un inmueble hipotecado se da por demostrada la amistad existente entre comprador y
vendedor, no obstante, este hecho no constituye una presunción legal, y para establecerla
como una presunción hóminis, el actor ha debido traer a los autos otros indicios que al ser
concordantes esta sentenciadora así lo pudiera establecer; ya que si bien es cierto que existe
prueba de que el inmueble esta hipotecado como lo constituye el documento público de
compra venta de fecha 03 de Mayo de 1996, en el cual se constata que la compradora
efectivamente acepta la compra del inmueble con la hipoteca no es menos cierto que consta en
el mismo documento que la codemandada CARMELA GERRATANA manifiesta que corre
con la cláusula de la hipoteca; de igual forma el actor en el libelo de demanda afirmó que dicho
inmueble estaba siendo edificado por ALFREDO FLORES para ser destinado como vivienda
principal suya y de su familia, señalando que lo demostraría al Tribunal en su debida
oportunidad, lo cual no hizo en forma alguna.
No obstante los razonamientos anteriores esta juzgadora arriba a la conclusión que
comprobado el hecho de que la venta se efectuó por el codemandado ALFREDO FLORES
GONZÁLEZ con la anuencia de su cónyuge REINA DEL VALLE GARCÍA DE FLORES, al
mes siguiente de haberse librado el Decreto Ejecutivo de Embargo a favor del acreedor
accionante PARLO PIERMATTEI CLERICUZIO, aunado al precio vil e irrisorio fijado como
precio de la venta de Bs.F. 600,00, arrojando la experticia un valor real para la fecha de Bs. F
7.839,95 y la ausencia en lo autos de la constancia de haberse verificado efectivamente el
pago del precio de la venta por parte de la ciudadana CARMELA GERRATANA
CARDOZO, quien asumió una conducta pasiva limitándose a negar los hechos invocados
por el actor no aportando a esta juzgadora elementos necesarios para indagar la verdad
en cuanto a la cancelación del precio y consecuente egreso de su patrimonio, por lo que a
juicio de esta sentenciadora no quedó demostrado dicho pago en lo que se respecta a esta
negociación, tomando en consideración estas circunstancias, la valoración de las pruebas
en su conjunto y la existencia de indicios graves, precisos y concordantes que convergen
en que la ciudadana CARMELA GERRATANA, en un concierto de voluntad con el
vendedor en perjuicio del actor efectuó una venta aparente con la intención de sustraer el
bien del patrimonio del demandado, con la finalidad de dejar ilusoria la ejecutoria del fallo de
fecha 28 de febrero de 1996, emanado del Juzgado Primero de Primera Instancia en lo Civil,
Mercantil, del Tránsito y del Trabajo de esta Circunscripción Judicial, por lo que a criterio de
esta juzgadora la venta de fecha 03 de mayo de 1996, es igualmente simulada y así se
decide…”. (Negrillas de la Sala).
De la trascripción de la sentencia recurrida se constata que el juzgador al valorar el documento de
compra venta protocolizado por ante la Oficina Subalterna de Registro del Distrito Roscio del Estado
Guárico, el día 3 de mayo de 1996, bajo el No.33, Folio 68 al 70, Protocolo II, segundo trimestre de 1996,
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según el cual el ciudadano Alfredo Flores González, vende con autorización de su cónyuge, a la ciudadana
Carmela Gerratana Cardozo, le da el valor de instrumento público.
No obstante lo anterior, el juzgador de la recurrida declaró la simulación con fundamento en que
la venta se efectuó al mes siguiente de la declaratoria de embargo ejecutivo del actor, en el precio vil de la
venta del inmueble y en que la co-demandada no demostró la cancelación del precio.
Ahora bien, entre las afirmaciones de hecho del actor se encuentra que este alegó “…Que no
hubo entrega real del precio de las presuntas ventas, ni desprendimiento de la posesión que ostentan los
vendedores de los objetos presuntamente vendidos…”, el sentenciador de la recurrida ha debido analizar la
naturaleza jurídica del hecho negativo invocado, para determinar si es posible probarlo o no y establecer a
quién correspondía la carga de la prueba.
De acuerdo con los razonamientos antes expuestos, se evidencia que el juez superior en el fallo
recurrido no precisó a quien correspondía la carga de la prueba; lo cual era necesario para declarar que no se
realizó el pago del precio de la venta, ya que existía una declaración de la codemandada como compradora en
el documento público impugnado.
Partiendo de la definición de la carga de la prueba, según el Profesor Jairo Parra Quijano, que
“…es una noción procesal que consiste en una regla de juicio, que le indica a las partes la
autorresponsabilidad que tienen para que los hechos que sirven de sustento a las normas jurídicas cuya
aplicación reclaman aparezcan demostrados y que, además, le indican al juez cómo debe fallar cuando no
aparezcan probados tales hechos…”. (Jairo Parra Quijano. Manual de Derecho Probatorio. Décima Primera
Edición. Colombia, 2000. pág. 160).
Se utiliza la palabra autorresponsabilidad para significar que “…no es la carga de la prueba una
obligación ni un deber, por no existir sujeto o entidad legitimada para exigir su cumplimiento. Tiene
necesidad que aparezca probado el hecho la parte que soporta la carga, pero su prueba puede lograrse por
la actividad oficiosa del juez o de la contraparte: por ello se dice: “La jurisprudencia española lo ha
entendido correctamente al estimar que la doctrina de los onus probando tiene el alcance principal de
señalar las consecuencias de la falta de prueba”. (obra citada).
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Este mismo autor señala “…La necesidad surge de la representación que hace la parte, de
conseguir un resultado adverso si un determinado hecho no aparece probado. En la simulación por
ejemplo, el que demanda tiene interés que aparezca probado el no pago del precio. No es esa parte libre,
porque tiene necesidad de que el hecho aparezca probado, pero no que necesariamente ella tenga que
probarlo como ya lo hemos indicado. Pero en todo caso no hay libertad, porque hay necesidad y ésta la
niega. Quien prepara la demanda, sabe cuáles hechos le interesa que aparezcan demostrados en el proceso
y, por tanto, sabe de la necesidad que aparezcan demostrados. La carga de la prueba le permite al juez
fallar, cuando el hecho no aparece demostrado, en contra de quien la incumplió…”.
Así, “…el juez debe procurar, investigar los hechos; pero si ello no es posible por inercia de la
parte a quien le interesaba que el hecho apareciera demostrado, debe demostrar el sucedáneo de la prueba
y aplicar la regla de la carga…”.
De tal manera que la importancia del deber que tiene el juez de indicar a quien corresponde la
carga de la prueba, radica en favorecer no solo el principio del debido proceso sino el derecho de defensa de
las partes, lo cual conduce a una administración de justicia más expedita que contribuye a la colaboración
mutua para la averiguación de los hechos alegados y no probados en el procedimiento.
De acuerdo con lo antes expuesto, la función del juez como director del proceso consagrado en el
artículo 14 del Código de Procedimiento Civil, ante la omisión probatoria es el deber de indicar quien tiene la
carga de la prueba, la cual además tiene su asidero en los artículos 26 y 257 de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela.
En virtud de ello, el juez superior debió de conformidad con los artículos 506 y 510 del Código de
Procedimiento Civil, precisar que la carga de la prueba la tenía la codemandada Carmela Gerratana Cardozo,
para rebatir lo expuesto por el actor y así esclarecer si se dan los elementos fundamentales de la acción de
simulación de venta, lo que resulta determinante en el dispositivo del fallo, por lo que se declara procedente la
denuncia bajo análisis por falta de aplicación de los referidos artículos. Así se decide.
IV
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Con fundamento en el ordinal 2° del artículo 313 del Código de Procedimiento Civil, en
concordancia con el artículo 320 eiusdem, se denuncia que la recurrida incurre en el primer caso de falsa
suposición, por desviación ideológica, infringiendo los artículos 1.281 y 1.363 del Código Civil, con la
argumentación siguiente:
“…Una vez más es el caso recordar, que como la simulación encierra una disparidad o falta de
coincidencia entre la intención verdadera de los otorgantes del negocio cuya nulidad se
pretende y la voluntad por ellos realmente declarada, la prueba de la simulación normalmente
no puede hacerse sino a través de un cúmulo de hechos que por sí solos no alcanzarían a
probar la simulación, pero que en conjunto los elevan a la categoría de cúmulo de indicios que
sí tiene la virtualidad de probar una verosimilitud tal de aquella divergencia, que legitima a la
autoridad judicial para declarar la simulación en un caso concreto.
Pero, esa circunstancia particular de la simulación, no exime a los juzgadores de ceñirse
estrictamente a la Ley en el establecimiento y valoración de esos elementos de hecho que
luego habrán de ser elevados a indicios de una simulación, pues no resulta relajado en modo
alguno ese deber del magistrado judicial y, antes bien, puede decirse que se hace más cogente
(sic) en cuanto la prueba tendrá entonces un alcance indirecto o mediato con respecto al fin
último que es la declaratoria de simulación.
Bajo ese orden de ideas, afirmamos que la recurrida incurre en grave infracción de ley en la
valoración de una prueba instrumental promovida por la parte actora, consistente en un grupo
de fotografías, a la cual le confiere todo valor, siendo que no debió conferirle ninguno.
…omissis…
Ahora bien, ciudadanos Magistrados, resulta a todas luces evidente que, cuando en nuestro
Foro se acoge la posibilidad de conferir a una fotografía, por vía analógica, el valor que la Ley
atribuye al documento privado, siguiéndose para ello la sistemática probatoria general de estos
instrumentos, ello tiene que ser con estricta sujeción a los postulados dispuestos igualmente en
la Ley para que tal valor pueda sea alcanzado y, en forma tal que se genere una razonable y
clara relación y vínculo de tal fotografía con el objeto del juicio.
En el caso de especie se trataba de unas fotografías que el actor señala fueron tomadas por un
tercero, diciendo que es producto de un “lente profesional” que no se sabe qué indica en este
juicio, agregando que las mismas reproducen el estado de los inmuebles a que se contraen los
negocios cuya simulación solicitó. Mera afirmación del actor que ningún valor podía tener.
En efecto, para que operase válidamente la prueba, la ratificación de tal fotografía por el
tercero a través de la prueba testimonial, tenía que tener un amplio alcance y dejar establecidos
con seguridad los elementos que vinculasen a las fotografías con esta causa y permitieran al
juzgador saber que los inmuebles que allí aparecen son los mismos a que se alude en los
negocios demandados en simulación.
Pero nada de ello dice el testigo, y ese vínculo queda en verdad limitado al que se desprende
de las afirmaciones que hiciera el actor al promover la prueba, en el sentido de que esas fotos
se correspondían con la de tales inmuebles. La verdad es que la promovente no asistió siquiera
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al acto de la declaración del testigo para hacer las preguntas que, debidamente respondidas,
quizás pudieran haber generado esa certidumbre y confirmar las aseveraciones el actor, pero,
antes bien, se tiene que la declaración del testigo se limitó estricta y literalmente a responder la
única pregunta formulada por el Tribunal comisionado, y a ratificar las fotografías con estos
escuetos términos:
“Diga usted si ratifica las fotografías marcadas con los números: Dl, 0-2, D-3, E-1, E-2, que el
tribunal le pone de manifiesto en este acto, las cuales cursan en la comisión signada con el No.
8677-98. CONTESTO: Si las ratifico, claro esas fueron tomadas por mí, en las fechas que
aparecen señaladas en la misma.”
No obstante todo ello, la juzgadora se permite incurrir en la falsa suposición consistente en
atribuir a la declaración del testigo una mención que ella no contiene, como serían todas
aquellas que le permitirían relacionar las imágenes que en dichas fotos aparecen de unos
inmuebles, con la de los que son objeto de los negocios cuya simulación se demandó. En
efecto, la recurrida indica que tales fotografías y la ratificación de las mismas por el testigo, le
permitieron establecer en este juicio: el estado físico de los inmuebles o como dice el
promovente, de los detalles de la construcción para la fecha en que fueron tomadas dichas
fotografías, el 20 de mayo y 14 de junio de 1996. Así se decide.”
Se constata de este modo que lo que hizo la juzgadora fue atenerse a la afirmación de la parte
actora e incurrir en la suposición falsa de atribuir a la prueba de fotografía en su declaración
con la declaración del testigo, la mención o el establecimiento del hecho de que se trataba de
los inmuebles relativos a esta causa elemento que no podía extraerse del documento como no
fuera atribuyéndole ideológimente y sin fundamento fáctico para ello una mención que el
mismo no contiene.
Esa falsa suposición condujo a la sentenciadora a tener como un hecho indiciario ese estado de
los inmuebles en su relación con lo que para esta causa era importante, y ello le sirvió y llevó,
en definitiva, a hacer una falsa aplicación del artículo 1.281 del Código Civil, para declarar la
simulación, demandada, proceder que comportó, aún cuando no sea la denuncia fundamental
que aquí se hace, la infracción del artículo 1.363 del mismo código, por falta de aplicación,
pues se desconoció el alcance que la Ley atribuye al documento privado. Así pedimos sea
declarado por esa Sala al acoger favorablemente la presente denuncia….”.
Para decidir, la Sala observa:
Alega el formalizante que el juez de alzada incurrió en el primer caso de suposición falsa, al
establecer los hechos referidos al estado de los inmuebles objetos de la presunta venta simulada, tomada de
unas fotografías y de la declaración del testigo, con lo cual incurrió en la infracción de los artículos 1.281 y
1.363 del Código Civil.
El primer caso de suposición falsa previsto en el artículo 320 del Código de Procedimiento Civil,
se configura cuando el juez le atribuye a un instrumento o acta del expediente menciones que no contiene, es
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decir, apartándose de lo probado en autos.
Ahora bien, para verificar las aseveraciones expuestas por el formalizante resulta pertinente pasar
a transcribir algunos extractos de la sentencia recurrida:
“…Consignó marcadas con las letras “D-1”, “D-2”, “D-3” fotografías del inmueble ubicado en
la Calle Los Morritos No. 34 de esta ciudad, en las que se aprecia detalles de la construcción,
tomadas por el lente fotógrafo profesional OMAR ARIAS. Consignó marcadas con las letras
“E-1” y “E-2”, fotografías del inmueble ubicado en la Calle Santa Eduvigis No.42
Urbanización Los Laureles, en las que se aprecia los detalles de la construcción, tomadas por el
lente fotógrafo profesional OMAR ARIAS. Y promueve al ciudadano OMAR ARIAS, a fin de
que ratifique en juicio la autoría, lugares y fechas de los anexos marcados con las letras “D-1”,
“D-2”, “D-3” y “E-1” y “E-2”, siendo que admitidas las pruebas la declaración del testigo se
evacuó en fecha 2 de octubre de 1998, el cual fue interrogado por el Tribunal de la causa de la
siguiente manera: “Diga usted si ratifica las fotografías marcadas con los números: D1, D-2,
D-3, E-1, E-2, que el tribunal le pone de manifiesto en este acto, las cuales cursan en la
comisión signada con el No. 8677-98. CONTESTO: Si las ratifico, claro esas fueron tomadas
por mí, en las fechas que aparecen señaladas en la misma. Igualmente, Diga Ud. Si ratifica los
documentos marcados con la letra “C”. CONTESTO: No se de que se trata”
Dichas fotografías fueron promovidas por la parte actora durante el lapso de promoción de
pruebas como una documental, así como promovió la testimonial del ciudadano OMAR
ARIAS, a fin de que ratificara la autoría, lugar y fechas de las reproducciones fotográficas, las
cuales quedaron como antes se señaló reconocidas en su autoría, lugar y fecha por el
mencionado fotógrafo.
Cabe destacar, que la Sala Político Administrativa en sentencia N° 00023, del 27 de enero de
2004, con ponencia de la Magistrada Yolanda Jaimes Guerrero, señaló respecto de las
fotografías que. “…tratándose de un medio probatorio cuya naturaleza se asemeja a los
documentos, la consecuencia que se deriva de ello viene dada porque a estos se les aplican
analógicamente, para su promoción y evacuación las mismas reglas que rigen para las pruebas
por escrito y en tal virtud se observa que dicho instrumento debió acompañarse al escrito de
promoción de pruebas respectivo, circunstancia que, como ha sido advertido en las líneas que
anteceden, fue omitida por lo que debe la sala, una vez más confirmar la decisión que al
respecto emitiere el Juzgado de Sustanciación en fecha 24 de Abril de 2003. Así se decide”. Ya
antes había señalado esta misma Sala, en sentencia de fecha 24 de marzo de 1994, en el juicio
por Nemecio Cabeza contra CADAFE, la necesidad de impugnar las fotografías por la parte no
promovente, en virtud que tratándose de una prueba que no está expresamente prohibida por la
ley, la mismas pueden hacerse valer en juicio, conforme a lo dispuesto en el artículo 395 del
Código de Procedimiento Civil. En el caso, bajo análisis, observa esta Alzada, que la parte
actora promovió las fotografías dentro del lapso de promoción de pruebas, haciéndolas valer en
el Capítulo denominado como Instrumentales, y solicitando la ratificación de las mismas de
conformidad con lo previsto en el artículo 431 del Código de Procedimiento Civil, admitidas de
esta misma manera por el Tribunal, fijando oportunidad para la evacuación del testigo, lo que
significa que a pesar de que el tribunal de la causa, no señaló expresamente que dicha prueba
se evacuaría como un documento privado emanado de tercero conforme lo prevé el artículo
431 ejusdem, así fue evacuada, por tanto, la promoción y la forma de su evacuación, fue hecha
en forma correcta, garantizando el control y contradicción de la prueba, el cual no fue ejercido
por ninguno de los co demandados, quienes no impugnaron bajo ninguna forma de derecho la
autenticidad de la prueba, a pesar de tener tal garantía, razón por la cual esta sentenciadora las
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aprecia y valora como un documento privado ratificado por el tercero y, por tanto, prueba el
estado físico de los inmuebles o como dice el promovente, de los detalles de la construcción
para la fecha en que fueron tomadas dichas fotografías, el 20 de mayo y 14 de junio de 1996.
Así se decide...”.
De la precedente transcripción se desprenden las siguientes situaciones: a) Se promueven y se
evacuan las pruebas referidas a unas fotografías del inmueble ubicado en la Calla Santa Eduviges N° 42; 2)
La prueba es evacuada por el demandante; 3) El objeto de la evacuación de la prueba fotográfica es
demostrar detalles de la construcción; 4) luego se llama a declarar como testigo el fotógrafo profesional Omar
Arias, para que ratifique mediante declaración autoría lugar y fecha de las fotografías consignada a los autos
con las letras D1, D2, D3 y E1 y E2.
De estas pruebas constituidas por las fotografías y declaración del fotógrafo Omar Arias, se
determinó que el fotógrafo ratificó el día, hora y autoría de las fotografías señaladas con las letras D1, D2, D3
y E1 y E2, y se verificó el estado físico de la construcción del inmueble y de los detalles de la construcción
para las fechas en que fueron tomadas, y las mismas fueron valoradas como documento privado y ratificado
por el tercero, ya que las mismas no fueron impugnadas por los codemandados.
Ahora bien, el artículo 1.281 del Código Civil establece:
“…Los acreedores pueden también pedir la declaratoria de simulación de los actos ejecutados
por el deudor.
Esta acción dura cinco años, a contar desde el día en que los acreedores tuvieron noticia del
acto simulado.
La simulación, una vez declarada, no produce efecto en perjuicio de los terceros que, no
teniendo conocimiento de ella, han adquirido derechos sobre los inmuebles con anterioridad al
registro de la demanda por simulación.
Si los terceros han procedido de mala fe, quedan no sólo sujetos a la acción de simulación, sino
también a la de daños y perjuicios…”.
El artículo precedentemente transcrito es una norma de carácter sustantivo, que prevé la acción de
simulación en la que se establece los efectos de la declaratoria frente a los terceros “…que, no teniendo
conocimiento de ella, han adquirido derechos sobre los inmuebles con anterioridad al registro de la
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demanda por simulación…, presumiendo la buena fe; y si se presumiera que estos actúan de mala fe,
establece como consecuencia jurídica “…quedan no sólo sujetos a la acción de simulación, sino también a
la de daños y perjuicios…”.
Por otra parte, el artículo 1.363 del Código Civil, establece:
“…El instrumento privado reconocido, o tenido legalmente por reconocido tiene entre las
partes, y respecto de terceros, la misma fuerza probatoria que el instrumento público, en lo que
se refiere al hecho material de las declaraciones; hace fe, hasta prueba en contrario, de la
verdad de esas declaraciones.”.
De la transcripción del contenido del artículo 1.363 del Código Civil se desprende que los
documentos privados reconocidos o tenido legalmente por reconocidos tienen fuerza probatoria frente a las
partes y frente a terceros y ello produce como consecuencia jurídica plena fe salvo prueba en contrario,
siendo asimilados a la fuerza probatoria que producen los documentos públicos.
Ahora bien, de acuerdo al contenido de ambas normas denunciadas, observa la Sala que el juez
debía aplicar inexorablemente el artículo 1.281 del Código Civil, pues estamos en presencia justamente de
una acción de simulación, la cual es regulada por la misma.
En relación al artículo 1.363 del Código Civil, la misma fue aplicada por el sentenciador al
momento de analizar las fotografías y la declaración del testigo Omar Arias, autor de la fotografías marcadas
D1, D2, D3, E1 y E2, siendo valoradas y estimadas de acuerdo para lo cual fueron evacuadas.
En consecuencia, y en virtud de los razonamientos precedentemente expuestos, el juez de alzada
no incurrió en el primer caso de suposición falsa ni en la infracción de los artículos 1.281 y 1.363 del Código
Civil, por lo que se declara improcedente la presente denuncia, y así se decide.
RECURSO POR INFRACCIÓN DE LEY
CO-DEMANDADA CARMELA GERRATANA CARDOZO
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I
Con fundamento en el ordinal 2° del artículo 313 del Código de Procedimiento Civil, se denuncia
la violación por parte de la recurrida del artículo 1.281 del Código Civil, por error en la interpretación
contenido y alcance de esta disposición legal, con la argumentación siguiente:
“…al aplicarla en apartes primero y segundo de la parte dispositiva de la sentencia, como
aparece en los folios 116 y 117, en los siguientes términos …omissis…
Por cuanto, si bien es cierto que el artículo 1.281 del Código Civil, establece:
Los acreedores pueden también pedir la declaratoria de simulación de los actos ejecutados por
el deudor”, ese acreedor debe tener interés en la acción intentada interés que se representa en
el perjuicio que la negociación simulada le cause ese acreedor; y es en ese caso, cuando la
disposición es aplicada, de acuerdo el alcance y el contenido de la misma. Tal perjuicio no se
observa en la presente causa, puesto que el actor es acreedor de los demandados, como
consecuencia de una sentencia definitivamente firme, que le da derechos a solicitar medidas
cautelares, en ejecución de una sentencia contra bienes de los mismos; lo cual se observa, por
cuanto, que el propio actor confiesa en su demanda lo expuesto supra y que repito: (vuelto del
folio 1 del libelo de demanda).
“Ante la inminencia de una ejecución forzosa sobre los bienes conyugales del demando
ALFREDO FLORES, este y su esposa REINA DE FLORES, deciden conjuntamente simular la
venta de PARTE DE BIENES (destacado nuestro) a los fines de sustraer de su patrimonio
aquellos bienes que pudieran ser objeto de alguna medida ejecutiva en ocasión de la sentencia
antes referida y con ello defraudar mis legitimas pretensiones”.
De la confesión del actor, surgen consecuencias importantes: a) la demandada contaba con
bienes sobre los cuales hubiera podido recaer la medida ejecutiva por solicitud de la parte
actora; b) la medida no iba a recaer exclusivamente sobre bienes que según el actor fueron
vendidos en forma simulada; c) no el perjuicio en contra del actor, al no aparecer señalamiento
alguno del mismo bienes sobre los cuales recayere la medida en ejecución de sentencia que lo
hace acreedor de la demandada, y que tal medida resultare ineficaz como consecuencia de las
ventas de los bienes que señala el actor como simuladas.
Así las cosas, se desprende de lo manifestado por el actor, que no ha perjudicado en forma
alguna por las ventas que señala como simula resultando evidente que el demandante carece de
interés para intentar la acción de simulación de las ventas simuladas en el libelo de demanda y
por ende aplicar la recurrida el artículo 1.281 del Código Civil para declarar con lugar acción
intentada y la nulidad de las ventas, incurrió en error de interpretación acerca del contenido y
alcance del artículo1.281 ejusdem, todo lo cual hace procedente la denuncia de infracción de
dicha norma, y así formalmente, solicito sea declarado…”.
Para decidir, la Sala observa:
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Alega el formalizante que el juez de alzada incurrió en error de interpretación del artículo 1.281
del Código Civil, con base en que el demandante carece de interés para intentar la acción de simulación de las
ventas simuladas en el libelo de demanda, ya que el actor es acreedor de los demandados, como consecuencia
de una sentencia definitivamente firme.
Ahora bien, el artículo 1.281 del Código Civil, establece:
“…Los acreedores pueden también pedir la declaratoria de simulación de los actos ejecutados
por el deudor.
Esta acción dura cinco años, a contar desde el día en que los acreedores tuvieron noticia del
acto simulado.
La simulación, una vez declarada, no produce efecto en perjuicio de los terceros que, no
teniendo conocimiento de ella, han adquirido derechos sobre los inmuebles con anterioridad al
registro de la demanda por simulación.
Si los terceros han procedido de mala fe, quedan no sólo sujetos a la acción de simulación,
sino también a la de daños y perjuicios…”.
Tal como se estableció en la denuncia anterior, el artículo precedentemente transcrito es una
norma de carácter sustantivo, en la que se establece los efectos de la acción de simulación y la declaratoria
frente a los terceros “…que, no teniendo conocimiento de ella, han adquirido derechos sobre los inmuebles
con anterioridad al registro de la demanda por simulación…, presumiendo la buena fe; y si se presumiera
que estos actúan de mala fe, establece como consecuencia jurídica “…quedan no sólo sujetos a la acción de
simulación, sino también a la de daños y perjuicios…”.
El Maestro Nerio Perera Planas en su obra "CÓDIGO CIVIL VENEZOLANO”, pagina 730, cita
al doctrinario Francisco Ferrara quien establece que para el ejercicio de la acción de simulación, es preciso:
“…a) que el actor sea titular de un derecho subjetivo o de una posición jurídica amenazada o embarazada
por el contrato aparente; y b) probar el daño sufrido por consecuencia de la incertidumbre ocasionado por
el acto simulado; daño que determina la necesidad de invocar la tutela jurídica…”
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Para verificar las aseveraciones expuestas por el formalizante resulta pertinente pasar a transcribir
algunos extractos de la sentencia recurrida:
“…Todos los hechos analizados y establecidos como indicios graves y concordantes en los
términos antes pormenorizados, en conjunto concuerdan con las afirmaciones sostenidas por el
actor, lo que hace arribar a esta sentenciadora a la conclusión de que las ventas antes
analizadas e impugnadas por el actor como Simuladas, efectivamente, lo son, es decir, cada
una de esta circunstancias establecidas en forma concreta configuran los elementos de la
simulación según como antes se citaron, a saber: la divergencia consciente, entre la voluntad
aparente y la voluntad real; pues existe una divergencia consciente e intencional entre la
voluntad de la declaración que se quiere y la voluntad negocial que no se quiere, no hubo la
voluntad de obligarse de hacer efectivo el negocio declarado, ya que quedó demostrado que los
vendedores en cada uno de los tres casos antes analizados continuaron realizando los actos
propios de los negocios que aparentemente dieron en venta, es asi como REINA DEL VALLE
GARCIA, no se obligó a hacer entrega del fondo de comercio SALON DE BELLEZA Y
BOUTIQUE CARTIER, a la compradora, su madre ANA DE JESÚS CORVO DE GARCIA;
pues continuó ocupando y regentado su negocio; tampoco ALFREDO FLORES GONZALEZ,
se obligó a entregar los inmuebles ni las acciones a su hija MARIA EUGENIA FLORES
ALVIAREZ, pues el referido y supuesto vendedor continuó ocupando los inmuebles y
regentando el fondo de comercio, lo que se traduce en la inejecución de los contratos de
compra venta. Esta divergencia comprobada entre la voluntad declarada y la voluntad que
tuvieron las partes contratantes fue con el ánimo de crear una apariencia engañosa lo que
constituye el segundo elemento de la simulación, para lo cual existió entre las partes un
acuerdo con el fin de de engañar a terceros, específicamente, al actor, y esta conclusión,
obedece a que no cabe duda para esta sentenciadora que siendo las partes de la negociación
compradores y vendedores, miembros de una misma familia, que atravesaban por un momento
difícil como lo era el problema judicial que afectaba al ciudadano Alfredo Flores, ante la
ejecución de la sentencia recaída en su contra y ejecutoriada en contra de los bienes de su
patrimonio, es lógico presumir que entre todos los miembros de la familia hubo el acuerdo
intencional de salvar los bienes objetos de las ventas antes señaladas, para engañar al actor y
evitar así que la ejecución del fallo recayera sobre los bienes del ejecutado, esto es, en
perjuicio del demandante, por lo que esta sentenciadora así lo declare y decide.
…omissis…
SEGUNDO: Como consecuencia de la declaratoria CON LUGAR de la acción y de
conformidad con el artículo 1.281 del Código Civil, se declara la Simulación y por ende la
nulidad de los contratos de compra venta que a continuación se especifican:…”
De la anterior transcripción de la sentencia recurrida, se infiere que el juzgador con base en los
elementos que establece la doctrina determinó que el ciudadano Alfredo Flores, por la ejecución de la
sentencia en contra de los bienes de su patrimonio, realizó ventas simuladas a familiares y amigos, en
perjuicio del demandante, por lo que no incurre en la errónea interpretación del artículo 1.281 del Código
Civil, pues el demandante es acreedor y por tanto titular del derecho de acción de simulación.
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En consecuencia y en virtud de los razonamientos precedentemente expuestos se declara
improcedente la denuncia bajo análisis de infracción del artículo 1.281 del Código Civil, y así se decide.
II
Con fundamento en el ordinal 2° del artículo 313 del Código de Procedimiento Civil, se denuncia
la violación por parte de la recurrida de los artículos 16 y 591 eiusdem, el artículo 1.281 del Código Civil, por
falsa aplicación, y los artículos 26, 49 y 253 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, con
la argumentación siguiente:
“…De acuerdo con el numeral 2 del artículo 313 del Código Procedimiento Civil, denuncio la
infracción del artículo 1.281 del Código Civil, la falsa aplicación de dicho artículo, en
concordancia con los artículos 26, 49 y de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela y los artículos 516 del Código de Procedimiento Civil, cuyas infracciones también
den conforme a lo establecido en el numeral 2 del artículo 313 del Código Procedimiento Civil,
por falta de aplicación de las normativas contenidas en dichos artículos.
La infracción del artículo 1.281 del Código Civil por parte de la recurrida, se produce como
consecuencia de una falsa aplicación de la misma, por cuanto, que dicho dispositivo legal sólo
es aplicable, cuando el acreedor sea perjudicado por la venta que demanda como simulada,
perjuicio del cual deviene su interés en la acción, lo que no se observa en el presente caso, por
cuanto, como se transcribió supra, el propio actor señala en su libelo de demanda, que los
demandados. “deciden conjuntamente simular la venta de parte sus bienes...”, de lo que deriva
que la demandada contaba con bienes sobre los cuales hubiera podido recaer la medida
ejecutiva a solicitud de la parte actora, lo cual no aparece cumplido por la misma, lo que trae
como consecuencia, que no se observe ningún perjuicio de la actora originado por las ventas
cuya simulación demanda, y al no haber perjuicio de la actora, debe concluirse que carece de
interés para promover la acción en base al artículo 1.281 del Código Civil, que resulta violado
por la recurrida por falsa aplicación del mismo, lo que hace procedente la denuncia formulada,
y así, formalmente solicito sea declarado.
Al aplicar formalmente el artículo 1.281 del Código Civil , la recurrida infringe por falta de
aplicación de los artículos 26, 49 y 253 de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela, porque tal como lo asentó la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia,
en Sentencia Nro. 2458, de fecha 28-11-2001.
“En efecto, es bien cierto que el artículo 26 de la Constitución de la República Bolivariana De
Venezuela establece el derecho de acceso a la administración de Justicia y con el, el derecho
de acción; pero también es verdad que este último configura la llave que abre las puertas del
proceso, el cual ha de transcurrir debidamente, según los artículos 49 (...eI debido proceso se
aplicará a todas las actuaciones judiciales...) y 253 primer a parte (...corresponde a los órganos
del poder judicial conocer de las causas y asuntos de su competencia mediante los
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procedimientos que establecen las leyes...), ambos del texto constitucional”; para concluir,
sigue la sentencia mencionada:
“A favor de lo antes dicho, cabe lo afirmado por el Magistrado Jesús Eduardo Cabrera, en
exposición que hiciera sobre la confesión ficta:
“...Omissis.. me vengo planteando hace años, que el demandado sin necesidad de haberlo
expuesto en su contestación, si no contestó la demanda, siempre podrá alegar y probar en
cualquier etapa del proceso la falta de acción. Resulta que la Jurisprudencia se mueve por la
acción, y si no hay acción no puede haber sentencia. No es que estemos discutiendo el fondo
del asunto, sino que es totalmente absurdo que el juez esté decidiendo un caso cuando el no
podía haberlo resuelto porque había perdido la Jurisdicción sobre él, YA QUE LA ACCIÓN
NO EXISTE, SI NO HAY INTERES, SI NO HAY CUALIDAD, SI HAY CADUCIDAD
LEGAL Y MENOS SI HAY PROHIBICIÓN DE LA LEY DE ADMITIRLA..(Destacado
nuestro)... Omissis. . .“(Cabrera Jesús E, la confesión Ficta en Revista de Derecho Probatorio
nro. 12 pp.35 y 36).
De acuerdo a la tesis sustentada por la Sala Constitucional en la sentencia señalada supra, la
recurrida infringe el artículo 26 Constitucional, por falta de aplicación del mismo, porque le da
curso a una acción inexistente por la falta de interés de la parte actora; igualmente infringe el
artículo 49 Constitucional, por falta de aplicación, por que le da curso a un proceso donde no
existe acción, y el proceso sólo se abre, sólo se inicia con la acción del interesado, e infringe el
253 Constitucional, en su primer aparte que establece: “Corresponde a los órganos del Poder
Judicial conocer de los asuntos de su competencia mediante los procedimientos que
determinen las leyes, y ejecutar o hacer ejecutar sus sentencias. Por que no corresponde al
Poder Judicial conocer de una causa o asunto para el cual no tenga competencia, por que tal,
como se señaló supra, sin acción no hay sentencia, no hay jurisdicción. Lo expuesto hace
procedente la denuncia formulada y así lo solicito sea declarado.
Asimismo la recurrida infringe el artículo 591 del Código de Procedimiento Civil, por falta de
aplicación del mismo, por cuanto que dicho artículo establece: “A pedido de parte, el Juez se
trasladará a la morada del deudor o a los sitios o establecimientos donde se encuentren los
bienes a embargarse, para ejecutar la medida. A tal fin, podrá ordenar la apertura de puertas y
de cualesquiera depósitos o recipientes, y solicitar, cuando fuere necesario el auxilio de la
fuerza pública”. Esta circunstancia no es alegada por el actor en su libelo de demanda, el de
haber solicitado el traslado indicado del Tribunal y haber señalado los bienes sobre los cuales
recaería la medida de embargo ejecutivo, ni mucho menos que tal medida hubiera resultado
infructuosa como consecuencia de las ventas de los bienes que señala el actor como simuladas,
a pesar de asentarse en el libelo de demanda que ALFREDO FLORES y su esposa REINA
GARCÍA DE FLORES,” deciden conjuntamente simular la venta de parte de bienes, a los
fines sustraer de su patrimonio aquellos bienes que pudieran ser objeto de alguna medida
ejecutiva, en ocasión de la sentencia antes referida... “ (vuelto del folio uno), de lo que se
infiere que el deudor además de los bienes que la actora señala como vendidos simuladamente,
si tenía bienes con que responder, lo cual era del conocimiento de la actora y que sí dicha
medida no se llevó a cabo, no fué como consecuencia de las ventas que la actora señala como
simuladas, sino de su falta de interés, conclusión a la hubiera llegado la recurrida de no haberle
negado aplicación a las previsiones contenidas en el artículo 591 del Código de Procedimiento
Civil, y que infringe, precisamente, por falta de aplicación, como se ha denunciado. Denuncia
que resulta procedente por todas las razones expuestas, y así solicito sea declarado.
De igual manera, la recurrida infringe el artículo 16 del Código de Procedimiento Civil, que
establece: “ Para proponer la demanda el actor debe tener interés jurídico actual . . . “, por
falta de aplicación de la normativa en el contenida, por que ha quedado demostrado asazmente
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que la falta de ejecución de la sentencia que hace acreedor al actor del ciudadano ALFREDO
JOSÉ FLORES GONZÁLEZ, no es consecuencia de este último, ni de las ventas que señala
como simuladas en su libelo de demanda, sino de la falta de interés del actor en la ejecución de
la sentencia, al no observar la normativa establecida en el artículo 591 señalado supra. De
haber observado la recurrida la normativa establecida en el artículo 16 del Código de
Procedimiento Civil, hubiera llegado a la conclusión de que la acción propuesta resultaba
inadmisible, todo lo cual hace procedente la denuncia formulada y así, formalmente, solicito
sea declarado…”.
Para decidir, la Sala observa:
Alega el formalizante la infracción de los artículos 26, 49 y 253 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela, todos por falta de aplicación, con base en que el juzgador de la recurrida le da
curso a una acción inexistente por la falta de interés de la parte actora.
Con relación a la denuncia de normas constitucionales en un recurso por infracción de ley, la Sala
en sentencia N° 0017 de fecha 12 de marzo de 2009, caso Banesco Banco Universal, CA. contra Omar
Quintero Diez y otro, exp. N° 08-210, estableció lo siguiente:
“...Ha sido reiterada la doctrina de esta Sala de Casación Civil con relación a la denuncia de
normas constitucionales, y al respecto ha señalado, entre otras, en sentencia N° 13 de fecha 23
de enero de 2007, exp. N° 06-657, lo siguiente:
En lo que respecta a las normas constitucionales que delata la formalizante fueron infringidas
por la recurrida, esta Sala de Casación Civil,..., en sentencia Nº 614 de fecha 8 de agosto de
2006, expediente Nº 05-848, señaló:
“...En lo que respecta a la violación de normas constitucionales que aduce el formalizante
fueron infringidas por la recurrida, esta Sala en sentencia Nº 219 de fecha 27 de marzo de
2006, expediente Nº 2005-397 indicó:
“…Por otra parte, es deber de esta Máxima Jurisdicción aleccionar al formalizante, en el
sentido de señalarle que la revisión por violación de normas de rango constitucional no es
competencia de esta Sala, por cuanto ello compete a la Sala Constitucional, por lo que solo
pueden ser objeto del recurso de casación aquellas normas que resulten directamente
infringidas, es decir, las normas de naturaleza infraconstitucional, que resulten violadas de
manera directa en el caso concreto....”.
Por las razones antes expuestas esta Sala, se releva de entrar a conocer la supuesta violación
de la norma constitucional delatada como quebrantada. Así se decide.
Atendiendo a la doctrina anterior y que de manera pacífica ha venido señalando esta Sala,
debe advertirle al formalizante que la denuncia de tales normas debe realizarse a través del
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correspondiente recurso ante la Sala Constitucional de este Supremo Tribunal, de conformidad
con lo previsto en el artículo 266 ordinal 1º de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela, por lo que al no ser competencia de esta Sala su conocimiento, debe abstenerse de
entrar a conocer de las mismas. Así se declara...”.
De la sentencia ut supra transcrita se evidencia que la formalizante yerra al denunciar normas
constitucionales por ante esta Sala de Casación Civil, cuando lo correcto y ratificado en
reiteradas sentencias, es que dichas normas deben ser denunciadas por ante la Sala
Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia.
No obstante, ello no significa que cuando se trate de denuncias por defecto de actividad, tales
como violación del derecho a la defensa, al debido proceso, a ser juzgado por los jueces
naturales, etc, además de señalarle a la Sala cuáles son las normas del Código de
Procedimiento Civil que se encuentran infringidas, los formalizantes pueden completar su
delación mencionando las normas constitucionales que consagran tales derechos y garantías.
En el caso concreto, la Sala observa que el formalizante delata la violación de normas
constitucionales en el marco de una denuncia por infracción de ley, como antes se indicó,
pero con sustento en argumentos propios de una denuncia de forma relativa a una indebida
reposición o reposición mal decretada la cual, de ninguna manera, puede ser planteada
conjuntamente con una denuncia por infracción de ley…”.. (Negrillas de la Sala).
…”.
Por tanto, en aplicación de la jurisprudencia antes trascrita, esta Sala se abstiene de dilucidar sobre
la infracción por falta de aplicación de la recurrida de los artículos 26, 49 y 253 de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela por no ser competente para conocer de la misma. Así se decide.
Por otra parte, el formalizante alega la infracción del artículo 1.281 del Código Civil, por falsa
aplicación, al respecto resulta pertinente pasar a analizar la citada norma:
Ahora bien, el artículo 1.281 del Código Civil, establece:
“…Los acreedores pueden también pedir la declaratoria de simulación de los actos ejecutados
por el deudor.
Esta acción dura cinco años, a contar desde el día en que los acreedores tuvieron noticia del
acto simulado.
La simulación, una vez declarada, no produce efecto en perjuicio de los terceros que, no
teniendo conocimiento de ella, han adquirido derechos sobre los inmuebles con anterioridad al
registro de la demanda por simulación.
Si los terceros han procedido de mala fe, quedan no sólo sujetos a la acción de simulación,
sino también a la de daños y perjuicios…”.
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Tal como se estableció en la denuncia anterior, el artículo precedentemente transcrito es una
norma de carácter sustantivo, en la que se establece los efectos de la acción de simulación y la declaratoria
frente a los terceros “…que, no teniendo conocimiento de ella, han adquirido derechos sobre los inmuebles
con anterioridad al registro de la demanda por simulación…, presumiendo la buena fe; y si se presumiera
que estos actúan de mala fe, establece como consecuencia jurídica “…quedan no sólo sujetos a la acción de
simulación, sino también a la de daños y perjuicios…”.
Al respecto, observa la Sala que efectivamente el juez de alzada aplicó la citada norma en la parte
dispositiva de la sentencia recurrida, en la siguiente forma:
“…PRIMERO: Se declara CON LUGAR, la pretensión de SIMULACION intentada por el
ciudadano PABLO PIERMATTEI CLERICUZIO, venezolano, mayor de edad, casado, titular
de la cédula de identidad Nº V-2.043.605, en contra de los ciudadanos ALFREDO JOSÉ
FLORES GONZÁLEZ y REINA GARCÍA DE FLORES, mayores de edad, venezolanos,
titulares de las cédulas de identidad Nros. V- 2.520.332 y V-8.801.558 respectivamente y de
este domicilio, MARIA EUGENIA FLORES ALVIAREZ, ANA DE JESÚS CORVO DE
GARCÍA, y CARMELA GARRETANA CARDOZO; titulares de las cédulas de identidad
Nros. V-11.117.398, V-2.399.202 y V-7.277.440, y por tanto, se CONFIRMA, la sentencia
dictada por el Juzgado de Primera Instancia en lo Civil y Mercantil de la Circunscripción
Judicial del Estado Aragua, de fecha 11 de Noviembre de 1999, y consecuencialmente, SIN
LUGAR la Apelación ejercida contra dicho fallo por el Abogado Héctor Díaz, en su condición
de Apoderado Judicial de los ciudadanos ALFREDO JOSÉE FLORES GONZÁLEZ, REINA
GARCÍA DE FLORES, y ANA DE JESÚS CORVO DE GARCIA, cuyos efectos se extienden
a la litis consorte CARMELA GERRATANA de acuerdo a lo establecido en el artículo 148 del
Código de Procedimiento Civil.
SEGUNDO: Como consecuencia de la declaratoria CON LUGAR de la acción y de
conformidad con el artículo 1.281 del Código Civil, se declara la Simulación y por ende la
nulidad de los contratos de compra venta que a continuación se especifican:
1) La venta que hace la ciudadana REINA DEL VALLE GARCÍA CORVO DE FLORES, a la
ciudadana ANA DE JESUS CORVO DE GARCÍA, de la Firma individual denominada SALON
DE BELLEZA Y BOUTIQUE CARTIER, por documento inscrito ante el Registro Mercantil
Primero de la Circunscripción Judicial del Estado Guarico, en fecha 09 de diciembre de 1996,
anotado bajo el No. 10, Tomo 8-B. Primero de la Circunscripción Judicial del Estado Guárico.
2) La venta que hace ALFREDO FLORES GONZÁALEZ con autorización de su cónyuge,
EUGENIA FLORES ALVIAREZ, de dos (2) lotes de terreno contiguos con una extensión
global de terreno de aproximadamente SETECIENTOS SESENTA Y CINCO METROS
CUADRADOS (765 M2), y las bienhechurias sobre ellos edificadas, ubicadas en la Calle Santa
Eduviges, No. 164 en la esquina que empalma con la Calle España de la Urbanización Los
Laureles Por documento protocolizado ante la Oficina Subalterna de Registro del Distrito
Roscio del Estado Guárico, en fecha 11 de abril de 1996, bajo el No.20, Folio 14 al 145,
Protocolo Primero, Tomo Primero, Segundo trimestre del 1996.
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3) La venta que el ciudadano ALFREDO FLORES GONZÁLEZ, vende a su hija MARIA
EUGENIA FLORES ALVIAREZ, de QUINIENTAS (500) acciones de la Compañía Anónima
“FLODICA”, debidamente inscrito en el Registro Mercantil Primero de la Circunscripción
Judicial del Estado Guárico el 21 de mayo de 1996, bajo el No.15, Tomo 12-A, que anexa al
escrito libelar marcado con la letra “H”.
4) La venta que hace el ciudadano ALFREDO FLORES GONZÁLEZ, con autorización de su
cónyuge, a la ciudadana CARMELA GERRATANA CARDOZO, del lote de terreno de una
extensión global de TRECIENTOS SESENTA Y CUATRO METROS CUADRADOS (364
M2) y las bienhechurias en él construidas de aproximadamente CIEN METROS
CUADRADOS (100 M2) de construcción, ubicadas en la Calle Los Morritos, No.34 (a 200 mts
de la Policlínica San Juan), de esta ciudad de San Juan de los Morros, por documento de
compra venta protocolizado por ante la Oficina Subalterna de Registro del Distrito Roscio del
Estado Guárico, el día 3 de mayo de 1996, bajo el No.33, Folio 68 al 70, Protocolo II, segundo
trimestre de 1996...”.
De la precedente transcripción se desprende que el ad quem aplicó el artículo 1.281 del Código
Civil, como fundamento de la declaratoria con lugar de la acción de simulación y la nulidad de los
subsiguientes contratos de compra-venta.
Ahora bien, una vez verificado el contenido del artículo 1.281 del Código Civil, podemos precisar
que el supuesto de hecho de la norma es que sea declarada la simulación, y la consecuencia jurídica que esta
surta efectos frente a las partes sino además frente a terceros, tal y como quedó establecido en el dispositivo
de la sentencia recurrida, pues el juez declara la simulación y ordena la nulidad de los contratos de compra
venta como consecuencia de la declaratoria de la simulación, lo cual es la consecuencia jurídica prevista en la
norma, pues es de entender que tal declaratoria de nulidad de esos contratos surtirá efectos frente a terceros
según hayan actuado de buena o mala fe, en consecuencia, siendo que el supuesto de hecho previsto en la
norma se da en el caso de autos y se aplica la correspondiente consecuencia jurídica, era totalmente apegado
a derecho aplicar el artículo 1.281 del Código Civil, razón por la cual se declara la improcedencia de esta
parte de la denuncia, y así se decide.
Por otra parte el recurrente alega la infracción de los artículos 16 y 591 del Código de
Procedimiento Civil, por falta de aplicación, con fundamento en el hecho de que el actor tenía la posibilidad
de embargar otros bienes del demandado que podían soportar la deuda, lo que se traduce en que el actor
carecía de interés jurídico, con lo cual el juez debía haber declarado inadmisible la acción.
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Al respecto resulta pertinente pasa a analizar el contenido del artículo 16 del Código de
Procedimiento Civil, el cual expresamente establece lo siguiente:
“…Para proponer la demanda el actor debe tener interés jurídico actual. Además de los casos
previstos en la Ley, el interés puede estar limitado a la mera declaración de la existencia o
inexistencia de un derecho o de una relación jurídica. No es admisible la demanda de mera
declaración cuando el demandante puede obtener la satisfacción completa de su interés
mediante una acción diferente…”.
De la norma precedentemente transcrita se desprende como elemento sine qua nom la existencia
de un interés jurídico actual, pero además de ello por argumento en contrario que actor no pueda tener
satisfacción completa de su interés mediante una acción diferente, esta acción mero declarativa esta prevista
con la finalidad de declarar la existencia o inexistencia de un derecho o de una relación jurídica.
Al respecto la Sala en sentencia N° 419 de fecha 19 de junio de 2006, caso: Estacionamiento
Grúas San Martín:
“…Consecuentemente con lo antes expresado, se observa, como ya se dijo que el artículo 341
del Código de Procedimiento Civil, dispone que el tribunal admitirá la demanda “si no es
contraria al orden público, a las buenas costumbres o a alguna disposición expresa de la
Ley”. De lo contrario debe negar su admisión expresando los motivos de su negativa. Ahora
bien, el artículo 16 del mismo código señala lo siguiente:
“Para proponer la demanda el actor debe tener interés actual. Además de los casos previstos
en la Ley, el interés puede estar limitado a la mera declaración de la existencia o inexistencia
de un derecho o de una relación jurídica. No es admisible la demanda de mera declaración
cuando el demandante puede obtener la satisfacción completa de su interés mediante una
acción diferente.” (Subrayado y negrillas de la Sala).
De conformidad con la parte final de la citada norma, las acciones mero declarativas que no
satisfagan completamente el interés del accionante no son admisibles, ello en virtud del
principio de economía procesal, pues nada hace un tribunal al conocer de una acción que no
logra su objetivo, como es declarar certeza sobre un derecho o una relación jurídica que se
tiene como incierta, o ventilar un proceso que sólo pretende preconstituir una prueba para un
juicio posterior. Por tanto, la satisfacción completa del interés del actor deviene en condición
necesaria para la admisibilidad de dicha demanda, que de no cumplirse estaría prohibida por la
ley, es decir, por el mismo artículo 16 del Código de Procedimiento Civil.
En tal sentido, esta Sala, en sentencia No 323 de fecha 27 de julio de 2002, Expediente No
01-590, en el juicio de Arcángel Mora contra Ana Ramona Mejías Ruiz, que ratifica el criterio
sostenido en fallo No. 495 de fecha 15 de diciembre de 1988, caso Sergio Fernández Quirch
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contra Alejandro Eugenio Trujillo Pérez y otro, Expediente No. 88-374, expresó:
“...el ejercicio de las acciones de certeza está sujeto a determinados requisitos, que permitan a
los jueces determinar su admisibilidad. En efecto, según el texto citado no basta que el objeto
de dichas acciones esté limitado a la declaración de la existencia o inexistencia de un derecho,
sino que además que el demandante no pueda obtener la satisfacción completa de su interés
mediante otra acción diferente, para que puedan dar origen validamente a un proceso. En este
sentido, la propia Exposición de Motivos del Código de Procedimiento Civil, presentado a las
Cámaras Legislativas el 17 de noviembre de 1975, aclara el alcance y significado de los límites
impuestos a las acciones mero declarativas. Así expresa en dichas Exposición de Motivos.
“...notable significación han atribuido los proyectistas a la consagración de una norma expresa
sobre el interés que deben tener las partes para obrar en juicio y a la posibilidad de las
demandas de mera declaración, que hoy es sólo un principio doctrinal y jurisprudencial
deducido del artículo 14 vigente. Se establece así en el artículo 16 del Proyecto, que para
proponer la demanda el actor debe interés jurídico actual, y que este interés puede estar
limitado a la mera declaración de la existencia o inexistencia de un derecho o de una relación
jurídica.
Sin embargo, a fin de no dejar a la interpretación jurisprudencial el alcance y límites de esta
demanda de mera declaración, se acoge en el proyecto la limitación aconsejada por la mejor
doctrina, según la cual no es admisible la demanda de mera declaración cuando el
demandante pueda obtener la satisfacción completa de su interés mediante una demanda
diferente...” (Subrayado y negrillas de la Sala).
De acuerdo con todo lo expresado, el juez ante quien se intente una acción mero declarativa
deberá, en aplicación del artículo 341 del Código de Procedimiento Civil, respecto a la
prohibición de la ley de admitir la acción propuesta, observar si la mencionada demanda
cumple con el requisito exigido por el artículo 16 eiusdem, es decir, que no exista una acción
distinta que satisfaga completamente el interés del actor, pues de lo contrario, por razones de
celeridad procesal, dicho tribunal deberá declarar la inadmisibilidad de la demanda…”.
De la precedente transcripción se desprende que para la admisibilidad de una acción los requisitos
sine qua nom, son 1) interés jurídico actual, 2) que no hayan otras acciones para poder satisfacer el interés
jurídico del actor, en consecuencia, por argumento en contrario, para declarar la inadmisibilidad de la acción
de conformidad con el artículo 16 del Código de Procedimiento Civil, sería necesario, que no haya interés
jurídico actual y además que hayan otras acciones para satisfacer el interés del actor.
Ahora bien, de lo que se desprende del contenido de la sentencia recurrida se puede observar que
el actor tenía interés jurídico en poder ejecutar la sentencia declarada por el Juzgado de Primera Instancia en
lo Civil, Mercantil, del Tránsito y del Trabajo de la Circunscripción Judicial del Estado Guárico, de fecha 28
de febrero de 1996, que declaró con lugar la demanda de resolución de contrato de arrendamiento, por la que
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fue condenado el codemandado en este juicio el ciudadano Alfredo José Flores González, y por supuesto ante
la venta de una parte de sus bienes con el objeto de que el acreedor no pudiera cobrar, la única acción que
tenía el actor para demostrar la fraudulencia de tales ventas era la acción de simulación, en consecuencia, el
juez no podía aplicar la citada norma y declarar la inadmisibilidad de la acción, en consecuencia se declara
improcedente esta parte de la denuncia, y así se decide.
En lo atinente al artículo 591 del Código de Procedimiento Civil, observa la Sala que el
formalizante establece una fundamentación algo enrevesada que no permite el análisis de esta parte de la
denuncia, pues no se entiende en que sentido se infringió la norma y para tratar de juzgarla la Sala no sólo
tendría que extremar sus facultades sino además debería descender a las actas del expediente, lo cual solo es
posible excepcionalmente por vía de los tres casos de suposición falsa previstos en el artículo 320 del Código
de procedimiento Civil, razón por la cual se desestima esta denuncia, por indebida fundamentación, y así se
decide.
DECISIÓN
Por las razones antes expuestas, este Tribunal Supremo de Justicia, en Sala de Casación Civil,
administrando justicia en nombre de la República Bolivariana de Venezuela y por autoridad de la Ley,
declara: 1) SIN LUGAR el recurso de casación anunciado y formalizado por la representación judicial de la
co-demandada Carmela Gerratana Cardozo; y 2) CON LUGAR el anunciado y formalizado por la
representación judicial del co-demandado Alfredo José Flores González, contra la sentencia dictada por el
Juzgado Superior Accidental en lo Civil, Mercantil, Bancario, del Tránsito y de Protección del Niño y del
Adolescente de la Circunscripción Judicial del Estado Guárico, en fecha 18 de febrero de 2008. En
consecuencia, se decreta la NULIDAD del fallo recurrido, y se ORDENA al Tribunal Superior que resulte
competente, dictar nueva decisión acogiendo la doctrina aquí establecida. Queda de esta manera CASADA la
sentencia impugnada.
Se condena a la codemandada perdidosa al pago de las costas procesales del recurso, de
conformidad con lo establecido en el artículo 320 del Código de Procedimiento Civil.
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Publíquese, regístrese y bájese el expediente.
Dada, firmada y sellada en la Sala de Despacho de la Sala de Casación Civil del Tribunal
Supremo de Justicia, en Caracas, a los veintiocho (28) días del mes de mayo de dos mil diez. Años: 200º de
la Independencia y 151º de la Federación.
Presidenta de la Sala,
______________________________
YRIS ARMENIA PEÑA ESPINOZA
Vicepresidenta,
__________________________
ISBELIA PÉREZ VELÁSQUEZ
Magistrado Ponente,
__________________________
ANTONIO RAMÍREZ JIMÉNEZ
Magistrado,
_______________________
CARLOS OBERTO VÉLEZ
Magistrado,
_______________________________
LUÍS ANTONIO ORTÍZ HERNÁNDEZ
Secretario-Temporal,
_____________________________
CARLOS WILFREDO FUENTES
RC N° AA20-C-2009-000119
NOTA: Publicada en su fecha, a las
Secretario,
Magistrado CARLOS OBERTO VÉLEZ, expresa su disentimiento con la sentencia
precedentemente consignada y aprobada por mayoría de los Magistrados y Magistradas integrantes de esta
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Sala de Casación Civil del Tribunal Supremo de Justicia, la cual declara “…SIN LUGAR el recurso de
casación anunciado y formalizado por la representación judicial de la codemandada Carmela Gerratana
Cardozo; y 2) CON LUGAR el anunciado y formalizado por la representación judicial del codemandado
Alfredo José Flores Gonzáles, contra la sentencia dictada por el Juzgado Superior Accidental en lo Civil,
Mercantil, Bancario, del Tránsito y de Protección del Niño y del Adolescente de la Circunscripción
Judicial del Estado Guárico….”, en atención al contenido y alcance del aparte cuarto del artículo 20 de la
Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia de la República Bolivariana de Venezuela, en concordancia
con el artículo 63 del Reglamento Interno del Alto Tribunal. En consecuencia, salva su voto, en los siguientes
términos:
En la decisión de la mayoría, se declara con lugar la tercera denuncia de fondo del recurso
formalizado por la representación judicial del codemandado Alfredo José Flores González. La decisión de la
mayoría la considero contradictoria en sus fundamentos, por lo siguiente:
Quienes recurren en casación son los codemandados, al haber prosperado la acción por simulación
de venta. La decisión de la mayoría casa el fallo por no haber precisado el Juez Superior a quién correspondía
la carga de la prueba, “…lo cual era necesario para declarar que no se realizó el pago del precio de la
venta (…) debió precisar que la carga de la prueba la tenía la codemandada Carmela Gerratana Cardozo,
para rebatir lo expuesto por el actor…” (Resaltado propio).
NO SE ENTIENDE SI LA DECISIÓN DE LA SALA ESTÁ AVALANDO Y ASEVERANDO
QUE LA CARGA DE LA PRUEBA LA TENÍA LA DEMANDADA O SI LO MENCIONA
CONTINUANDO EL RAZONAMIENTO LÓGICO DEL JUEZ DE ALZADA PARA CONCLUIR EN
QUE NO ESTABA EXPRESAMENTE INDICADO EN LA RECURRIDA LA CARGA DE LA
PRUEBA SOBRE LA DEMANDADA.
En uno u otro caso, no comparto tal razonamiento por lo siguiente:
Si la Sala está señalando o aseverando que la carga de la prueba la tenía la demandada, entonces,
le está dando la razón y coincide con la recurrida, pues, ésta determinó que era la demandada quien tenía que
probar lo contrario a lo aseverado por el demandante. De esta forma, se está casando el fallo, pero a la vez se
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le da la razón a la recurrida quien dio la victoria a la demandante por no haber probado los codemandados
que la venta fue real.
La recurrida no hace sino afirmar que era la demandada quien tenía que probar que la venta fue
real. La decisión de la Sala está casando el fallo pero llegando a la misma conclusión: que era la demandada
quien tenía que probar y, si esto es así, la sentencia no ha debido ser casada SINO RATIFICADA.
Si por el contrario, la Sala no aseveró que la demandada tenía la carga de la prueba, sino siguiendo
el razonamiento del Juez Superior para concluir en que no señaló expresamente que era la accionada quien
tenía la carga de probar, la Sala de Casación Civil casó el fallo sin saber quién efectivamente tenía la
carga probatoria, lo cual por sí lo estimo sumamente grave, y SI TAL NULIDAD TENDRÁ
TRASCENDENCIA O NO EN LA SUERTE DE LA CONTROVERSIA, lo cual no puede hacerlo, pues
cuando la Sala casa por el fondo debe estar segura si la denuncia es trascendente en la suerte de la
controversia, EVITANDO LA CASACIÓN INÚTIL.
EN POCAS PALABRAS, LA SALA DE CASACIÓN CIVIL NO PUEDE CASAR UN
FALLO, COMO LO HIZO, POR INFRACCIÓN DE LEY POR NO HABER INDICADO
EXPRESAMENTE EL JUEZ DESDE EL INICIO A QUIEN TOCABA LA CARGA DE LA PRUEBA
A MENOS QUE EL JUEZ LA HAYA INVERTIDO ILEGALMENTE. En el caso hipotético de que el
Juez no lo haya indicado expresamente, pero a la vez distribuyó bien la carga de la prueba, la Sala –léase y
reléase- NO DEBIÓ casar el fallo, por cuanto el resultado fue correcto a pesar de no haberlo manifestado en
el preámbulo del silogismo.
Pero si se lee con detenimiento la propia transcripción que hizo la mayoría sentenciadora en la
sentencia que precede, SE PUEDE CONSTATAR QUE LA RECURRIDA SÍ SEÑALÓ A QUIÉN
TOCABA LA CARGA DE LA PRUEBA:
“…No obstante los razonamientos anteriores esta juzgadora arriba a la conclusión que
comprobado el hecho de que la venta se efectuó por el codemandado Alfredo Flores González
con la anuencia de su cónyuge Reina del Valle García de Flores, al mes siguiente de haberse
librado el Decreto Ejecutivo de embargo a favor del acreedor accionante Pablo Piermattei
Clericuzio, aunado al precio vil e irrisorio fijado como precio de la venta de Bs. F 600,oo
arrojando la experticia un valor real para la fecha de Bs. 7.839, 95 y LA AUSENCIA EN
LOS
AUTOS
DE
LA
CONSTANCIA
DE
HABERSE
VERIFICADO
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EFECTIVAMENTE EL PAGO DEL PRECIO DE LA VENTA POR PARTE DE LA
CIUDADANA CARMELA GERRATANA CARDOZO, QUIEN ASUMIÓ UNA
CONDUCTA PASIVA LIMITÁNDOSE A NEGAR LOS HECHOS INVOCADOS POR
EL ACTOR NO APORTANDO A ESTA JUZGADORA ELEMENTOS NECESARIOS
PARA INDAGAR LA VERDAD EN CUANTO A LA CANCELACIÓN DEL PRECIO Y
CONSECUENTE EGRESO DE SU PATRIMONIO, POR LO QUE A JUICIO DE ESTA
SENTENCIADORA NO QUEDÓ DEMOSTRADO DICHO PAGO EN LO QUE SE
RESPECTA A ESTA NEGOCIACIÓN, TOMANDO EN CONSIDERACIÓN ESTAS
CIRCUNSTANCIAS, la valoración de las pruebas en su conjunto y la existencia de indicios
graves, precisos y concordantes que convergen en que la ciudadana Carmela Gerratana, en un
concierto de voluntad con el vendedor en perjuicio del actor efectuó una venta aparente con
la intención de sustraer el bien del patrimonio del demandado, con la finalidad de dejar ilusoria
la ejecutoria del fallo…” (Resaltado de quien disiente).
Como puede observarse, la recurrida estableció que el demandante probó lo vil del precio
establecido en la venta, realizada a un mes del decreto de embargo ejecutivo a favor del demandante y
QUE NO LOGRÓ DEMOSTRARSE QUE EFECTIVAMENTE TAL PRECIO FUE PAGADO.
LUEGO INDICÓ QUE LA DEMANDADA “…ASUMIÓ UNA CONDUCTA PASIVA LIMITÁNDOSE A
NEGAR LOS HECHOS INVOCADOS POR EL ACTOR NO APORTANDO A ESTA JUZGADORA
ELEMENTOS NECESARIOS PARA INDAGAR LA VERDAD EN CUANTO A LA CANCELACIÓN
DEL PRECIO Y CONSECUENTE EGRESO DE SU PATRIMONIO…” (Resaltado del disidente).
El Juez de Alzada está señalando en definitiva que la demandada tenía la carga de probar el haber
recibido el dinero de la venta, y que además, que éste se limitó a negar los hechos de la accionante en forma
pasiva SIN APORTAR LOS ELEMENTOS NECESARIOS PARA DEMOSTRAR LA CANCELACIÓN
DEL PRECIO Y EL EGRESO DE SU PATRIMONIO, ante las circunstancias antes analizadas que
indicaban estar reunidos los elementos necesarios para declarar la simulación. LA RECURRIDA LE
ATRIBUYÓ, SIN LUGAR A DUDAS, TAL CARGA DE LA PRUEBA A LA DEMANDADA, POR LO
CUAL NO COMPARTO LA AFIRMACIÓN DE LA MAYORÍA QUE CASA EL FALLO POR NO
HABERSE DETERMINADO A QUIÉN TOCABA PROBAR.
Reitero que, estando en materia de casación de fondo, se está casando un fallo por no haber
precisado a quién tocaba probar, lo cual no comparto, y en todo caso, constituiría un vicio de
inmotivación del fallo. Pero vistas las afirmaciones de la recurrida en el sentido expresado, ni siquiera
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considero que tal vicio de inmotivación se haya materializado.
Temo, en razón de lo expuesto, que estamos en presencia de una casación absolutamente inútil y
que pasa por encima de hechos establecidos en la sentencia impugnada que apuntan directamente a la
simulación de la venta. Dejo así expresado el fundamento del voto salvado en relación a la sentencia que en
este procedimiento ha tomado la mayoría sentenciadora. Fecha ut supra.
Presidenta de la Sala,
____________________________
YRIS ARMENIA PEÑA ESPINOZA
Vicepresidenta,
_________________________
ISBELIA PÉREZ VELÁSQUEZ
Magistrado Ponente,
__________________________
ANTONIO RAMÍREZ JIMÉNEZ
Magistrado,
_______________________
CARLOS OBERTO VÉLEZ
Magistrado,
_______________________________
LUÍS ANTONIO ORTÍZ HERNÁNDEZ
Secretario-Temporal,
_____________________________
CARLOS WILFREDO FUENTES
RC N° AA20-C-2009-000119
La Magistrada Yris Arme nia Pe ña Espinoza, de c onformida d a lo estable cido
en los artíc ulos 20 de la Le y Orgá nica de l Tribunal Supremo de Justic ia , y 63 del
Regla me nto Interno del Tribuna l Supremo de Justicia, sa lva su voto, y disie nte de la
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mayoría de los integrantes de e sta Sala de Ca sa ción Civil que a probaron el fallo que
antecede, en el cual se declaró con luga r el re curso de c asación inte rpue sto por la parte
codemanda da .
La dise ntida dec la ra procedente la denuncia por infrac ción de le y atine nte a la
ca rga de la prueba, con funda me nto e n que , la recurrida debió de c onformida d con los
artíc ulos 506 y 510 de l Código de P roce dimie nto Civil, pre cisa r que la ca rga de la prueba
la tenía la c odemandada, a los fines de re ba tir lo expue sto por el ac tor y esclare cer si
concurrieron los e le me ntos fundamentales de la acc ión de simula ción interpuesta.
Sin emba rgo, nada dic e la dise ntida en forma razona da y fundamentada, en c ua nto
a la influencia en el dispositivo del fallo, pue sto que sólo se limita a expresar “…lo que
resulta determinante en el dispositivo de l fallo…”.
Ta l afirma ción no explica, si efectiva me nte la denuncia declarada con lugar,
modifica la suerte de la c ontroversia, e s decir, no e xpre sa si la nulidad de l fallo declarada
por la Sala, te ndrá a lguna utilida d.
A tales fines, quien disiente c onstató que el fallo recurrido, contrario a lo
señalado por la dise ntida, si se pronunció, aunque no en forma expresa, re specto a quien le
correspondía probar y no lo hizo, es decir, señaló que “…La ause ncia en los autos de la
constancia de haberse verific ado efe ctivame nte e l pago de l prec io de la venta por
parte de la ciudadana Carme la Ger ratana Car dozo, quie n asumió una c onduc ta pasiva
limitándose a negar los hec hos invocados por el ac tor no aportando a esta juzgadora
elementos necesarios para indicar la ve rdad en cuanto a la cancelac ión de l precio y
consecuente egreso de su patr imonio, por lo que a juicio de esta sentenciadora no que dó
demostra do dic ho pa go en lo que se re spec ta a e sta negoc ia ción, tomando en considera ción
esta circunsta nc ia s, la valorac ión de las prue bas en su c onjunto y la existe nc ia de indicios
graves, prec isos y concordantes que convergen en que la ciuda da na Ca rmela Gerrata na , en
un conc ie rto de volunta d con el vende dor e n pe rjuicio del ac tor efectuó una ve nta aparente
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con la intención de sustrae r e l bien del pa trimonio del demandado, c on la fina lidad de
dejar ilusoria la ejec utoria del fallo…”.
Lo a nte rior constituye, e l pronunciamiento del jue z de alzada respe cto a la
ausencia de pruebas de la codemanda da Ca rmela Gerratana Cardozo, a quien le
correspondía desvirtua r los alega tos de la pa rte a ctora, y te nía la c arga probatoria, ra zón
por la cual, dec la rar la nulida d del fallo rec urrido, sería inútil, por no ser dete rminante en
el dispositivo del fallo, en ra zón de la ine xistencia de la ac tivida d probatoria, de quien en
definitiva tenía la ca rga de hace rlo.
En estos términos queda expresado mi voto salva do.
Presidenta de la Sala,
_____________________________
YRIS ARMENIA PEÑA ESPINOZA
Vicepresidenta,
_________________________
ISBELIA PÉREZ VELÁSQUEZ
Magistrado ponente,
_________________________
ANTONIO RAMÍREZ JIMÉNEZ
Magistrado,
_______________________
CARLOS OBERTO VÉLEZ
Magistrado,
______________________________
LUÍS ANTONIO ORTÍZ HERNÁNDEZ
Secretario-Temporal,
_____________________________
CARLOS WILFREDO FUENTES
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