Fárrago de rock pesado. Había comenzado la mañana escuchando Ain't Talkin' Bout Love de Van Halen. La música le había impulsado a desplegar su energía durante toda la mañana pero ya se sentía cansado. Cargaba cosas y corría de un lado a otro con los auriculares de su celular a todo lo que da. Quien se le acercaba podía oír trozos inconexos de los distintos temas que tenia en su lista. Su jefe le había dicho que se iba a quedar sordo. Él lo había mirado como compadeciéndolo. Siempre tendría suficiente oído para escuchar el volumen a toda potencia de los recitales de la Renga. Y a su jefe no le gustaba Kiss. No se con que cosa sobre los pollitos y los demonios le había salido. Claro, su jefe creía que porque cargaba bolsas y cajas todo el día era un estupido. De chico le habían dicho que los discos de rock pesado si se escuchaban al revés eran invocaciones satánicas. Le causaba gracia porque León Gieco era uno de esos. ¿Cuando había hecho Gieco rock pesado? ¿Y para que tenían que invocar al diablo al revés cuando varios grupos lo decían de frente? Imagino la hermafrodita figura de Marilin Mason y empezó a sospechar que su jefe era más imbecil que él. Y bueno, que podía esperarse de un evangelista recién converso. Le vino a la cabeza un texto de Max Weber sobre el espíritu del capitalismo y el evangelismo o el protestantismo o algo así. Se lo había prestado una novia que estudiaba sociología y lo había leído justo cuando su jefe se convertía y volvía más explotador que nunca. Ahora todos sus compañeros eran evangelistas que agachaban el lomo. De los viejos solo quedaba él. Los otros se habían ido hartos de un tipo que predicaba y los puteaba si no trabajaban como esclavos. Mientras Dio sonaba a todo volumen en sus oídos con Rainbow In The Dark, le vino a la memoria el lomo de la señorita que le presto el libro. Que curvas. Que buena que estaba. Lastima que tenia demasiadas expectativas y que le gustaba Silvio Rodríguez. No es que Silvio estuviera mal, pero nunca se mandaba un rock, al menos que él conociera. Ella obtuvo una beca para España y se fue. Un par de meses por el Chat tratando de remarla y después se acabo todo. Y se había hecho la ilusión de irse a la tierra de Barón Rojo. Lo último que supo de ella es que andaba por las islas Canarias con un gallego. Le dio bronca el recuerdo y pensó que el gallego solo se la cogia porque estaba buena y que cuando pudiera le metía una patada en el culo a la sudaquita. Porque allá somos todos sudacas, como le había dicho el negro Juan que tocaba la bata en el grupo. “Loco, vos sabes que allá somos todos sudacas los latinos. No importa si sos peruca, paragua, bolita o argentino. Somos todos iguales para ellos: sudacas” La mando a la puta madre que lo parió a la socióloga. Subió el volumen de Clamando Venganza de Judas Priest. Le había dejado mucha bronca el fin de la relación. Y varias cajas de tetra, una sobredosis de Pink Floyd y de Led Zepellin no habian alcanzado para olvidar ese amor. A veces se sorprendía mientras una lágrima le caía cuando escuchaba Soldier of Fortune de Deep Purple. Se estaba volviendo medio romántico. Pero en su puta vida escucharía Luis Miguel. En sus auriculares bramaba Smoke On The Water en vivo desde Japón. Alzo sus brazos imitando el gesto del guitarrista copado con el solo. Recreo un gesto que miles de rockeros han hecho por años. Alzo una caja y comenzó a caminar. Estaba cansado. La tarde se hacia larga y tanto por descargar. Se sentó un momento. Ahora sonaba Jeremy de Pearl Jam. Recordaba ese video y la historia. Triste final para un pendejo solo en un mundo de mierda. ¿Por qué pasaban esas cosas? Volvió a recordar a su ex-novia. Alguna vez le había dado una clase de psicología. Algo de un tal Freud y algunos otros más que no le venían a la cabeza. No se que cosa de un Edipo y los limites y un montón de cosas más. Pero mucho no lo había convencido. El pendejo se mato porque no aguantaba este mundo. ¿Que le habrá faltado? Al menos él tenía el rock pesado que le ayudaba a pasar los días mientras laburaba y esperaba el próximo recital. Miro hacia adelante la pila de cajas. Necesitaba un mate. O un café. Su jefe salio de la oficina. – Che negro vago de mierda. No te pago para que te la pases sentado escuchando esa musiquita insoportable. – Para la mano hermano. Estoy desde las ocho laburando y son casi las siete de la tarde. Déjame sentarme un rato que no doy más. – Negro flojo. Vago de mierda! Ponete a laburar o te descuento los minutos. – Por alguna irónica casualidad comenzó a sonar Power Slave de Iron Maiden. Se crispo. Ya lo tenía podrido este tipo con sus insultos. – Para la mano con los insultos. – Insulto cuando y como quiero y vos no sos quien, negrito, para decirme nada – le grito. – Pero… pedazo de hijo de puta, quien mierda te crees que sos – Y se le fue crudo encima. Mientras el celular volaba al piso se escucharon algunos acordes de Hit between the eyes de Scorpions. Una trompada voló hacia la cara del jefe. Lo alcanzo de lleno en la pera. El tipo se desmorono sobre un montón de cajas. Los compañeros corrieron a ver la pelea o a meterse en el medio. Le soltó una piña atrás de otra hasta que lo agarraron y lo separaron. – Juan ¿Sos boludo o que te pasa? ¿Como lo vas a cagar a piñas así? Le partiste la jeta y la ceja. Sos boleta pelotudo. Te van a echar a la mierda. – Que mierda me importa. Estoy harto de este trabajo, de este hijo de puta y de todos ustedes evangelistas de mierda. ¡Viva el metal! Ni supo porque dijo lo último. Se dio vuelta después de mirar al ya ex-jefe encima de las cajas donde había caído mientras la sangre le corría por la cara. El tipo estaba desmayado, bien noqueado, out. Alzo el celular que casi imperceptiblemente ejecutaba una Escalera al Cielo. Miro el portón y fue hacia el. Afuera era invierno y hacia frió. Alguien comento a sus espaldas: “Vez lo que hace el rock. Te vuelve violento. Es una música diabólica” Pensó en volverse y mandarlo a la puta madre que lo parió pero ya no tenia ni ganas ni fuerzas. Cruzo el umbral. Abajo las luces de la ciudad comenzaron a encenderse como una admonición.