Preparnción del terreno en cultivos de huerta

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Preparnción del terreno
e n cultivos de huerta
MADRID
FEBRERO 1962
N.° 3-62 H
M. Llanos Company
y
A. Dalmau Tarazona
MINISTERIO DE AGRICULTURA
DIRECCION GENERAL DE COORDINACION,
CREDITO Y CAPACITACION AGRARIA
PREPARACION DEL TERRENO EN CULTIVOS DE HUERTA
No es posible resumir, en l,oco espacio, la variedad de
labores que se dan para preparar la tierra antes de establecer en ella cada uno de los diferentes cultivos hortícolas,
más r.omunes en nuestra Patria. I'or eso ncis referimos aquí,
en primer lugar, a dichas labores, ya sean periódicas o anuales, desde un punto de vista general ; es decir, en lo que
tienen de común para todos estos cultivos de huerta. En
segundo lugar, y para cada uno de los principales de tales
cultivos, agrupados por sus afinidades, hemos puesto únicamente los cíatos que se refieren a la disposición de las
plantas en el suelo y a la configuración del terreno de
asiento.
Como puede comprenderse, no es posible abarcar en pocas páginas la variedad de usos que caracterizan a las diferentes comarcas hortícolas españolas, por lo que sólo hemos
pretendido describir los que representan las más típicas e^
importantes y los que puecíen tomarse como modelo más
cligno de imitarse, siempre que esto sea posible, dadas las
circunstancias locales.
Mácyuinas y aperos.
Los altos rendimientos que producen, en general, los
^:ultivos intensivos hortícolas permiten la inversión en ellos
cle capitales que son prohibitivos para otros menos rentables. Pero es que, a su vez, esos altos renclimientos son posibles gracias a tales inversiones, que se tracíucen en la perf er.ción y f recuencia <le las labores, en el empleo de abundantes abonos, en el número y caudal de los riegos, etc.
Las labores de preparación del terreno para asentar el
cultivo, ya sea por siembra o por trasplante desde semillero.
y poder hacer llegar hasta las plantas las aguas de riego.
pueden darse con máquinas, herramientas y aperos muyvariados. La preferencia de unos a otros depende, unas ve-
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ces, de usos establecidos, más o menos tundados en razones
económicas o técnicas ; otras, de verdaderas razones de conveniencia.
Aparte cle la a-zada co^^aúrti, usada para dar labores de
cava, tanto superticiales como profundas, hay que mencionar el ara^^r^ ro^r^za^^ao, tan extendido y- que, si bien tiende a
ser sustittúdo en muchas partes, continuará aún por algún
Fig. 1.-T^ando un pase de tabla para cuhrir y alisar el terrcuo.
tiempo siendo un instrumento de trabajo de gran utilidad,,
por la multiplicidad de labores que pueden realizarse con él.
Para el cultivo alomado (es decir, para asurcar la tierra),
además del arado romano, se emplean los a-rnclos alom^zclores especiales de uno o varios cuerpos. Es frecuente también
el empleo de equipos alomadores, obtenidos aprovechando
el bastidor de ttn cultivador al que se adosan rejas de cola
de golondrina, algo grandes. Entre cada dos rejas se forma.
un lomo.
-^1'ara las labores profundas pueden usarse los arados
de des f oiide. Fara ef ectuar las labores anuales de preparación del terreno de asiento, se emplean : el arado romano, el
de vert,edera, la grada de discos, el r2tilo y la simple tabla
cosi ^iinchos de iabricación casera. Estas labores anuales de
preparación del terreno de asiento se dan antes de proceder
a su alomado, si este es el sistema que precisa el cultivo; o,
en todo caso, antes de la siembra.
Los rizotocz^lti,vadores, provistos de aperos adecuados a
los diversos trabajos, pueden resolver en ciertos casos los
problemas del laboreo, con ahorro considerable en la mano
de obra, o dar los riegos previos a la misma.
También suelen usarse aperos complementarios que, en
combinación con los que llevamos dichos, sirven para realizar labores especiales. Citaremos los que suelen emplearse
para conseguir la anchura e inclinación precisas a los surcos en algunas clases de cultivos alomados. Por ejemplo, en
Valencia se emplean dispositivos que consisten en dos maderas fornlando un cuerpo en V, más o menos abierta, que
se adaptan f recuentemente a un arado romano para abrir
los surcos en la preparación del terreno para patatas (figura 2-A). Tiene el inconveniente de llenarse de tierra la abertiira entre los dos brazos de la V, con lo que se dificulta el
trabajo. Se evita este inconveniente empleando, en lugar de
éste, otro dispositivo, formado por una pieza de madera, de
un^s ^lc^s centímetros de espesor, de forma trapecial (figua-a 2-B), que se encaja sobre la cama del arado, manteniéndose unida a la cola de la reja por medio de la cuña que sujeta a ésta. Cuando el único objetivo especial que se persigue
es hacer los surcos anchos, suele colocarse un saco, o cualquier otro obstáculo, sobre la r-eja para ensancharlos.
Se sobreentiende que la ad^pción de una u otra clase cíe
máquinas o aperos, así como del empleo de tracción animal
o mecánica, viene determinada por razones mtry complejas,
tanto de índole económica como técnica. Es preciso considei-ar, en otros factores, la extensión total del terreno dedicado
al cultivo y la de las parcelas en que aquél queda dividido.
También se habrán de tener en cuenta las clases de tierras
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cle due se trate, las exigencias en labore^^ ^le las plantas y,
cc^rno últim^^ ^- decisiv^^ factor qtte g-uiará sielnl^re los pasos
clel agrictilt^^r, el econólnic^, en el qtie se juega con las 1>ar-
A
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Fig. 2.-A : Dispositicos de madera quc, adaptaclos a los arados, sir^-cn para dar
a los surcos la inclinación y anchura deseadas.-B : Con piezas sin huecos se
evita que la tierra quede adherida a los mismos.
tidas de gastc,s ^• pr^^dur.t<^s. Y^^r todo es^o se entiencie que
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n^ hodemt^s entrar ^lc^tú en datos más c^ncretos.
Disposición de las parcelas para el riego.
Se elegirá el terren^^ clue va a cíestinarse i^ara huerta junto a una acequia, o t^na reguera secundaria <lerivada cle la
lnisma. En cualquier cas^^ la acequia o reguera suministrará
la cantidad de agua precisa para los riegos que sean nece-^
sarios y en cl u-^ oment^ en que deban darse. ^uprniemos el
terreno nivelado su^ficientemente y la elección del ltig-ar, de
acuerdo, además de con est^s ^factores, con el de no estar
en zonas bajas de difíril tlesa^iie, lc^ que ocasi^maría elicharcamientos perjudiciales.
Se divi^lirá la superficie en harcelas, ctiya extensi^^n tlepende la clase cle cultiv^^ a que van a destinarse. Su anchura
corrientemente no sobrepasa los 3 ó 3,50 metros ^- depende,
entre otras cosas, de los aperos usados en las labores y del
gradó de mecanización empleados en las mismas. Las parc:elas se separan por l^mos grandes (caball^nes).
Si el cultivo se hace en lo^nn_s, en s^rti^rco.c o en fs^aesi^llas (lo-
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rnos anchos), habrá que asurcar las parcelas con una orientación tal que permita su riego desde las acequias o regueras
cercanas. Si, por el contrario, se trata de cultivo en llano,
las parcelas deberán quedar perfectamente niveladas, independientemente unas de otras en el caso de tener el terreno
alguna inclinación. En cualquier caso convendrá dar agua
directamente a las parcelas desde una reguera derivada de
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Ntodelo dc disposición del terreno para 'ctiltivos en ]lano.
la acequia principal, por la imposibilidad de usar el agua de
ésta con la continuidad y distribución que se precisa.
De la acequia o reguera permanente que atravesará la
huerta, o la bordeará, se hacen salir regueras secundarias,
formadas por cíos caballones o lomos altos. Estas regueras
secundarias, que correrán en dirección aproximadamente
perpendicttlar a la principal, separan entre ellas superficies,
a las que se Ilaman tra-vie.rcrs. Tales traviesas se ciivicíen, por
lomos que apo}-an en los caballones de las regueras que las
bordean, en e^tensiones menores llamadas cuarteles. Los
cuarteles, a su vez, se divicíen en parcelas menores o tablare.r, por otros lomos que se apoyan en los que separan los
cuarteles entre sí. Estas parcelas o tablares son las unidades
de cultivo que coml^onen la huerta.
Tanto la reguera principal o permanente como las de-
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rivadas o secundarias, tendrán una pendiente del uno al dos
por mil, o poco más.
Las parcelas que se dediquen a cultivos en llano deberán
quedar perfectamente niveladas. Las que se vayan a asurcar
deben también estar previamente niveladas o, cotno mucho,
su pendiente no sobrepasará los límites corrientes del uno
o dos por mil. En este caso, el asurcado se practicará de
forma que el agua pueda discurrir por el fondo de los surcos
desde la toma de la reguera hasta el final de la parcela. I^s
Fig. 4.-Fornia típica de hacer la siemUra de la patata. La línea de puntos indica
ta disposición de lomos y surcos en el momento de depositar en ellos los tubérculos. Después, y tras de pasar el arado por los lomos («cachar el lomo» ),
las plantas nacen y se desarrollan en la forma que sc aprecia.
frecuente, para facilitar la llegada del agua a todos los
surcos, que éstos se corten en dos puntos a todo lo ancho
de la parcela, para ponerlos en comunicación.
A veces, la orientación con que se hace el alomado de
las parcelas viene determinada por la clase de cultivo. Ello
es debido a que hay cultivos muy exigentes en cuanto a temperatura y que, además, precisan estar al abrigo de los vientos dominantes. Entonces el alolnado suele hacerse en la
dirección Este-Oeste y la siembra o trasplante en la vertiente sur de los lomos, con lo que las plantas nacen y se
desarrollan con una exposición mayor a los rayos solares
(véase la figura 4).
Labores preparatorias del terreno de asiento.
En primer lugar consideraremos las labores que, si bien
no se dan inmediatamente antes de efectuar la siembra, o
el trasplante desde el semillero, sirven para preparar el terreno que va a recibir la labor de a-lozna.do que va a configu-
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rarlo, por todo el tiempo que va desde la implantación cíel
cultivo hasta la recogida de la cosecha.
Estas labores preparatorias pueden dividirse en dos grupos: profunclas y suj^erficiales. Las primeras son las que se
cian de tarde en tarde (con intermedios de diez a quince
años ) en cultivos establecidos o cuando se va a implantar
un cultivo hortícola por primera vez en unas tierras de labor o ineultas. Fstas son las llamadas labores de desfonde o
cava. Tienen por objeto remover el suelo en profundidad,
para poner a disposición de las raíces de las plantas que van
a cultivarse ma^-or volumen de tierra v más suelta, con lo
que toda planta resulta beneficiada. Cuando se dan estas
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Nig. 5.-?vfodelo de disposición del terreno para cultivos c-n lomos a dos líneas.
labores al ir a establecer una huerta, sirven al mismo tiempo
para dejar nivelado el suelo.
Su prof.undidad máxima no suele pasar de los 50 centímetros, ni ser menor de los 40 cm. Se comprende que son
más exigentes, en cuanto a la profundidad de estas labores,
las plantas de raíces más desarrolladas.
La labor de desfonde puede hacerse con equipo mecánico o a brazo y, en ambos casos, volteando la tierra (es decir,
alterando la cíisposición de sus capas, poniendo encima la
que yacía debajo) ; o bien respetando la posición ^en que estaban, sirviendo en este caso únicamente para mullirla.
El volteo de las capas que forrnan el suelo sólo será re-
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comendable en el caso de que se prevea con fundamento que
la tierra de las capas inferiores es más fértil que la superf icial, y siempre se realizará con la antelación necesaria al
establecimiento del cultivo para que dé tiempo a que se meteorice, pues en otro caso las plantas resultarían perjudicadas.
Cuando el cultivo hortícula sea strEicientemente remunerador y la extensión de la huerta lo permita, podrá darse
la labor de desfonde con los arados de desfonde o con los
subsoladores o arados to^o.
Pero lo más corriente en cultivos de huerta es que tales
labores de desfonde se hagan a brazo co^a el azadón, a lo
que se da el nombre de labor de cava. Para hacerla se comenzará abriendo una zanja de ttnos 60 cm. de anchura y
de una profundidad que sea aproximacíamente la mitad de^
la total a que se quiere llegar con la labor. Es decir, que se
vaciará la zanja hasta unos 20 ó 25 centímetros de profundidad. A continuación, la capa de tierra que queda como•
fondo de la zanja se remueve, sin sacarla, hasta la profuncíidad de los 40 ó 45 cm. Luego se procede a abrir otra zanja
igual a la primera, junto a ella, con cuya tierra se tapa ésta.
Con la tierra que forma el fondo de esta segunda zanja se
hace lo mismo que se hizo en la primera y así sucesivamente
se van abriendo ^- tapando las zanjas a todo lo largo de la
parcela, hasta dej arla completamente removida. La última
operación es llenar con la tierra que se extrajo de la primera zanja la última que se abrió. Para evitar el transporte
de esta tierra de un extremo a otro de la parcela, puede realizarse la operación sucesivamente en parcelas juntas, empezando en cada una en el extremo en que se finalizó en la
anterior.
Las la-bores sri^ierf i.ciales son las que se realizan anualmente y que preceden a la siembra o al trasplante. 1^ienen
como finalidad dejar las capas superficiales del suelo mulliclas y desmenuzadas para que el agua de riego se filtre y
empape la tierra penetrándola fácilmente hasta la profundiclad a que llegan las raíces de las plantas. Además, mediante ellas es posible que las semillas o las plantitas del
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semillero prendan y se desarrollen fácilmente. Todas estas
labores dejan el suelo en llano.
La clase y número de estas labores anuales depende de
la naturaleza del suelo, de la clase de cosecha que precedió
en la alternativa a la que vamos a implantar ^-, naturalmente, de esta misma.
Suelen darse uno, dos o más pases cruzados, a una profundidad que no pasa, generahnente, de los 20 ó 30 centímetros. Para esta labor, lo más f recuente es emplear el arado romano y el de vertedera. Este último se emplea cuandu
las tierras sean algo fuertes.
^^ cada uno de estos pases suele seguir uno de rastra o
tabla con pinchos, para deshacer los terrenos y en ocasiones,
cuando la siembra o trasplante exija para su desarrollo una
tierra comprimicía, un pase de rulo.
La profundidad a que se dan depende de la clase de cultivo. La ^reparación del te^^^eryio paya siemb^ra cle ^iatatas es
de lo más completo y puede decirse que las labores que precisa abarcan con amplitud a casi todas las que se practican
en otros cultivos, por lo que vamos a detallarla.
Cuando se va a empezar la labor preparatoria conviene
que el terreno esté en sazón, lo que puede conseguirse por
un riego. Entonces se da un pase de vertedera, o una labor
profunda de azada, a las que seguirá un pase de tabla. Después siguen dos o tres rejas con arado romano, seguidas
igualmente de los c:orrespondientes pases de tabla. De esta
forma el terreno queda con el grado de mullimiento y finura
que la cosecha precisa.
Con todas estas labores el terreno queda e^a llayao. Es
entonces e inmecíiatamente antes de efectuar la siembra, o
el trasplante, cuando se procede a su alomado, si es éste el
modo de cultivo. Por último, se procede a trazar los caballoyi.es que separan unas parcelas de otras. Estos caballoyties
pueden ser simples lomos o lomos recalzados, para lo que
puede emplearse la azada. Si el cultivo se va a hacer en
Ilano, únicamente habrá que tirar los lomos que limitan las
parcelas o tablares.
E1 cultivo se hará en llano, si a las plantas no las per-
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judica el contacto con el agua de riego y, caso contrario, en
lomos o mesillas. A veces, la siembra o el trasplante se hace
en llano, para luego ir recalzando las plantas hasta dejarlas
sobre lom^^s.
Para el trazado de los lomos _^-a nos hemos referido a los
aperos má^ comunes, segtxn que éstos hayan de quedar separados por surcos más o menos anchos y de vertientes con
mavor o menor inclinación.
Cuando el cultivo es poco intensivo, la azada puede reemplazar como elemento de trabajo a muchos de los aperos
citados y, en todo caso, será un instrumento insustituíble
para dar un acabado y perfección mayor a toda clase de
labores.
Cultivos en llano.
Como ya hemos indicado, los cultivos que se hacen en
llano son los que no suf ren daño al llegar el agua de riego a
1as plantas por el método de inundación o«a manta». Los
cultivos más importantes que suelen hacerse en llano en
nuestra Patria son los siguientes :
^Jo: El cultivo extensivo del ajo se hace en llano. Quedan dispuestos en las parcelas o tablares en hileras separadas unos 15 cm. y a una distancia unos de otros, dentro de
^ ada hilera, de unos 10 centímetros.
CESOLLA: F_1 marc0 de plantación será poco inferior a
los 20 X 20 cm., con lo que en cada área vienen a entrar de
2.500 a 3.500 plantas. Inmediatamente después de plantar
es preciso dar un riego.
I ECfIL'GA, ESCAROLA, fiCELGAS y^SPINACAS : El marco
•cle plantación en el terreno de asiento oscila para estos cultivos de huerta entre los 20 cm. para la lechuga y los 30 centímetros para la escarola.
H^BICxuELAS PARA GRANO : Cttando se siembran en líneas :separadas unos SO cm., es posible efectuar el recalce
de las plantas con una labor de arado dada entre líneas. Ern.
Valencia suelen sembrarse en líneas a unos 20 cm. de separación, no hariéndose entunces labor de recalce.
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La clasificación de los cultivos hortícolas, según que se
hagan en llano o en lomos (o mesillas), no es, ni mucho menos, absoluta, ya que la elección de una u otra disposición
depende del clima de la zona en que se haga, entre otras
razones ya citadas. Además hav nnichos cultivos que se empiezan sembrando o trasplantando en llano para luego irlos
recalzancío, quedando así las plantas desarrolladas en lo alto
de lomos. Estos cultivos los incluímos en el apartado siguiente de cultivos en lomos, por lo que en él vamos a referirnos^
a la disposición en que quedan las plantas una vez efectuado
el recalce de las mismas, cuando tal recalce se haga. Es decir, en la forma que caracteriza al cultivo a lo largo de la
mavor parte del tiempo que permanece en el terreno.
Cultivos en lomos.
1'ATnT^ : En climas tríos suele sembrarse en llano para
ir luego recalzando conforme va creciendo. Puede también
sembrarse sobre lomos hechos o bien en surcos. En este
ítltimo caso, una vez enterrados los tubérculos a lo largo del
fondo del surco, se pasa el arado por los lomos (cachar el
lomo ), naciendo así las plantitas sobre los lomos, tal como
se indica en la figura 4. La distancia aproxi^nada entre
lomos será de 60 a 70 cm., su altura de unos 20 cm. _v la
separación entre plantas de unos 40 centímetros.
GuzsANTr : Puede sembrarse en lomos o en surcos como^
la patata. La separación entre plantas a lo largo de los lomos
es de unos 30 a 40 centímetros.
C^,cAxuETE: Con el terreno asurcado se procede a sembrar dejando caer los granos a lo largo del fondo de los.
surcos, a una distancia entre ellos de unos 20 a 25 cm. Luegd
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se cubren y se pasa una tabla, con lo que el terreno queda
llano. Con las plantas nacidas se aporca arando entre líneas
^• recalzando a mano, con lo que el teI-reno queda alom^ do
,con una distancia entre lomos de unos 60 centímetros.
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Fig. 6.-Cultivos en lornos auchos : cacahuete.
PIMIENTO: Se tl-aSplanta al tel'I'en0 de aSlentO en dOS 11-
^Ieas pal-alelas dispuestas al tresbolillo a lo laI-go de cada
lolno y separadas entre sí unos 30 cm. La distancia entre
plantas en cada línea es de unos 40 cm. y la separación entre
los lomos de 1,20 metros aproximadamente.
Bo:vl^TO : Se planta en el terreno de asiento sobre lomos
nluy bajos (de unos 10 cm. de altura sobre el surco), separados entre sí unos 60 ó 70 cm. La separación entre plantas
^es de unos 40 centímetros.
TOMATE, BERENJENA y JUDÍA DE VERDEO: ^e plaritall eIl
^l terreno de asiento sobre lomos de unos 15 cm. de altura
^' separados entre sí un metro aproximadamente. La separación entre plantas es de unos 65 cm. para tomates y berenjenas y de un^s 30 a 40 cm. para judías.
COLES, COLIFLORES, BRLCOLES V REPOT,L05: ^e plalltall
sobre lomos distanciados unos 50 ó 60 cm. l,as plantas sobre
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cada lomo g^uardan una distancia que depencíe de la especie y
desarrollo que alcanzan las variedades correspondientes,
pero c{ue oscila entre los ^0 y los 70 centímetros.
FiK. 5.---Cultivos en lomos scpara^ios por surcos ancha^ : hor^:atos, haha<
v alcachofas.
f^^:1BAS Y JAN^AHOR1AS: ^e Slembran Sobi'e 1OmOS cílstan-
riados un metro aproximadamente. La separación entre
plantas dentro de cacla línea es de unos 60 cm. También
puede hacerse la siembra en surcos a chorrillo.
.^1.cACt{oFAS: Se plantan sobre lomos distanciaclos de
uno a uno _v medio metros, separando sobre cacla lomo unas
plantas de otras a una cíistancia de unos 70 cm. I^urante
su desarrollo se realizan labores de aporcado con las cuales
la altura de los lomos llega a ser de unos 3^ centímetros.
A Tos y C%t^:fioi_r,^s : Se plantan en el terreno de asiento
sobre lomos en dos líneas paralelas, en las dos vertientes de
los mismos. I a separación entre lomos es de unos 50 centímetros. En cultivos de cebollas puede disponerse una tercera línea entre las dos de los lados, aunque no es conveniente, pues las plantas de la fila central de cacla lomo no
aprovechan el agua de riego en tan buenas condiciones como
las de los lados.
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RÁBANOS : Se plantan talnbién en dos líneas sobre lomos
separados a un metro aproximadamente, por surcos de unos
30 cm. de anchul-a.
Cultivos en mesillas.
L as mesillas son lomos anchos y planos sobre los cuales
se cultivan aquellos vegetales cuyos órganos aéreos tienen
un desarrollo rastrero, siendo preciso protegerlos de las
aguas de riego.
Los principales cultivos que se hacen en mesillas son
los siguientes :
ToMATE : Cuando el tomate se cultiva en lomos es necesario entutorarlos con cañas para que los tallos se eleven
apoyándose en ellas. Así es como suele hacerse en las huertas levantinas. En Castilla es más corriente plantarlos en
mesillas, con lo cual no precisan tutores. Las mesillas son
de un metro aproximadamente de anchas. La siembra se
hace a ambos lados de las mesillas, disponiendo luego los
tallos sobre ellas.
PEPINOS y PEYINILLOS, MEL()N, CALABAZA y SANDÍA : ES-
tas son las principales especias de cultivo típico en mesillas.
Las distancias entre plantas, así como la anchura de las mesillas y de los surcos que las separan, es la que se indica en
la figura 8.
DBPOSITO LEGAL. M. 3.109-1958.
GRÁFICAS UGUINA - MADRID
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