Alimentos infantiles

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Alimentos infantiles
En sus primeros meses de vida, los
niños necesitan una alimentación
adaptada a las necesidades de un
organismo fisiológicamente
inmaduro, en puertas de un rápido
crecimiento.
La infancia es una etapa en la que la
alimentación debe cuidarse en extremo,
pues de su acierto depende en gran
medida el correcto desarrollo del niño y la
salud del adulto. Partiendo de la leche
materna, el alimento más indicado en los
primeros meses de vida, la dieta del
pequeño se irá enriqueciendo hasta que
su organismo sea lo bastante maduro
como para digerir cualquier comida.
Etiquetado
La legislación considera lactantes a los
niños de hasta 12 meses de edad y niños
de corta edad, a los que tienen entre 1 y
3 años. Existen dos clases de alimentos
preparados específicos para ellos.
Las leches para lactantes
– Los "preparados para lactantes", que
suelen denominarse "tipo 1", están
destinados a niños de hasta 4 meses, que
por alguna razón no pueden ser
amamantados; esto debe indicarse
claramente en el envase. La fórmula
puede ser "normal", "adaptada" (con
una proporción de proteínas más fiel a la
leche materna), "terapéutica" (tratada
para minimizar la respuesta negativa de
un niño predispuesto a sufrir alergia a la
leche), e "hidrolizada extensivamente"
(para niños declaradamente alérgicos).
– Los "preparados de continuación" o
de "tipo 2", están destinados a niños de
4 meses en adelante y pueden
administrarse hasta que el niño empiece a
tomar leche de vaca normal (algunos
pediatras la recomiendan a partir del
primer año y otros sólo a los 2 o 3).
Estas leches deben mostrar una clara
frase de advertencia donde se diga que
"la leche materna es superior" y que
sólo deben utilizarse por recomendación
médica.
OCU
Los alimentos para niños
de corta edad
– Las "papillas": se componen
principalmente de cereales (arroz, trigo,
avena, maíz...), y pueden añadir frutas,
miel, cacao, etc. Sirven de puente entre la
lactancia y la alimentación propia de la
edad adulta, más rica en texturas y sabores.
– Los "tarritos": se componen sobre
todo de verduras y de una fuente de
proteínas (normalmente carne, pescado,
vísceras o pollo triturados).
Ambos productos deben indicar
con mucha claridad la edad a
partir de la cual están indicados,
las instrucciones de uso, así
como la fecha de caducidad y las
instrucciones de
conservación.
El etiquetado
nutricional es obligatorio
en los alimentos
infantiles.
La lista de ingredientes
mostrará éstos en orden
decreciente, según la cantidad
en la que se encuentren en el producto
final; le será de mucha utilidad para
detectar alimentos que el niño nunca
haya consumido y que deben
administrársele con precaución.
Saber comprar
• A la hora de comprar comida para un
niño, es importante fijarse bien en la
denominación, pues es fácil confundir
productos parecidos. No compre nuevos
alimentos fiándose sólo de lo que dicen
las etiquetas; pregunte al pediatra si ya es
oportuno dárselos al niño.
• Lea la lista de ingredientes y recuerde
que algunos no siempre son acertados: el
yogur no está indicado para los menores
de 6 meses, por su acidez; a los menores
de 12 meses tampoco les convienen los
alimentos endulzados ni la miel (puede
causar una intoxicación rara pero grave, el
botulismo del lactante); el cacao es
excitante y los aromatizantes del tipo de
la vainilla o la canela pueden provocar
reacciones alérgicas en niños sensibles.
• No se deje impresionar por las
etiquetas que anuncian la ausencia de
conservantes y colorantes: todos los
alimentos infantiles de que le hablamos
están limpios de aditivos, aunque no
presuman, pues la ley prohíbe su uso.
• Muchos preparados infantiles se
dicen enriquecidos en hierro o en otros
micronutrientes, pero sólo el pediatra
debe juzgar si el niño los necesita o no.
• No compare a su hijo con los bebés
gorditos que adornan algunos envases.
Son simples reclamos publicitarios,
prohibidos en los preparados lácteos.
Recuerde que un bebé delgado no es
menos saludable que uno gordo, al igual
que un bebé gordo no es el preludio de
un adulto grueso. No crea que el niño va
a crecer más sano cuanto más coma ni le
ponga a dieta si está rollizo.
• Como ocurre con la compra de
cualquier otro alimento, es preferible
escoger los productos de fecha de
caducidad más lejana y desechar los
envases que muestren algún deterioro.
Cómo conservar
En general, los alimentos infantiles de
que le hablamos pueden conservarse a
OCU
LO QUE PUEDE DARLE AL BEBÉ
Edad
Número de
(meses) tomas al día
0-4
6-7
Leche materna o fórmula
de inicio
4-5
4-5
Leche materna o de continuación y, además (a elegir):
- harinas de cereales sin gluten;
- papillas de frutas;
- puré de patatas.
6-8
4
Leche de continuación
y otros alimentos como:
- zumo de frutas;
- puré de verduras cocidas
(también con carne o pescado
blanco triturado);
- harinas de cereales con gluten.
10-12
4
- Yogur.
- Yema de huevo cocida.
- Pescado blanco triturado
o troceado.
12-13
4
- Puré de legumbres.
- Huevos enteros.
- Postres lácteos.
(Esta información es orientativa. Consulte a su pediatra.)
temperatura ambiente mientras no se
abran los envases y se mantengan en un
lugar fresco, seco y alejado de la luz:
– Los productos en polvo pueden
conservarse 1 o 2 años en buenas
condiciones (menos si están empezados).
Ciérrelos herméticamente y dosifíquelos
con una cuchara seca.
– Los envasados en briks con
tratamiento U.H.T. durarán entre 3 y 6
meses mientras no se abra el envase;
después, deberán mantenerse en el
frigorífico durante 12 horas, como
mucho.
– Los tarritos tienen que hacer "plop"
al abrirse, pues ese ruido de entrada de
aire es la garantía de su esterilidad.
Después, deben mantenerse en el
frigorífico, 24 horas como máximo.
Nunca prepare la comida del niño con
antelación y la mantenga templada en un
termo, pues estará creando las
condiciones ideales para la proliferación
de las bacterias. Y recuerde: si calienta la
comida del niño en el microondas,
remuévala bien para repartir el calor y
evitar quemaduras en el paladar.
Qué riesgos
• Los análisis de la OCU nunca han
descubierto restos de contaminantes
químicos en los alimentos infantiles, ni
tampoco problemas de higiene. Eso sí,
cuando tenga que reconstituir leches y
papillas, no utilice agua del grifo si se
halla en una zona de mucha presión
agrícola, pues puede contener nitratos y
restos de pesticidas; tampoco convienen
las aguas muy duras. Si emplea agua
mineral, que sea de baja mineralización
OCU
(vea la ficha nº 26).
• La introducción
prematura de alimentos
no lácteos en la dieta del
pequeño, aparte de disminuir la
producción de leche materna, puede
sobrecargar el riñón del niño y aumentar
el riesgo de sufrir infecciones. Cada nuevo
alimento debe darse por separado y en
pequeñas dosis, para que sea fácil
identificar el origen de una eventual
reacción alérgica.
• La infancia es el momento en que
empiezan a definirse los hábitos
alimentarios del futuro. Cuidado con los
excesos de sal y azúcar, que aficionan a
los niños a unos sabores intensos que
entrañan muchas pegas (el riñón infantil
admite poco sodio, el azúcar contribuye
al desarrollo de caries...).
La intolerancia al gluten
Las personas que sufren la enfermedad
celíaca no toleran el gluten, una proteína
presente en la avena, la cebada, el trigo
y el centeno. Su ingesta les produce una
atrofia intestinal, que sólo remite cuando
el gluten desaparece por completo de la
dieta (vea la ficha nº 6). Los síntomas se
declaran cuando el niño empieza a
tomar papillas y pueden ser muy graves
en los menores de 6 u 8 meses; por eso
es preferible no darles alimentos con
gluten hasta pasada esa edad, cuando
una reacción negativa será más suave:
pérdida de peso, diarrea grasa, abdomen
abultado, debilidad e irritabilidad, que
desaparecen al suprimirse el gluten. Si
sospecha que el niño puede ser celíaco
acuda al especialista y recuerde que si
tiene antecedentes familiares las
probabilidades de que sufra la
enfermedad son mayores.
La alergia a la leche de vaca
La leche materna es muy parecida a la
alimentación que el niño recibe a través
de la placenta y no resulta agresiva para
el inmaduro organismo del recién nacido.
Sin embargo, la leche de vaca contiene
más de 25 proteínas de poder alergizante,
que provocan la alergia de entre un 0,3 y
un 7,5% de la población durante el
primer año de vida (la alergia suele remitir
con el tiempo). Los síntomas pueden ser
graves: cuadros dermatológicos agudos,
dermatitis, trastornos gastrointestinales e,
incluso, shocks anafilácticos. Algunos
niños muy sensibles reaccionan durante la
lactancia materna, al recibir las proteínas
de leche de vaca que la madre ha
ingerido previamente (la madre tendrá
que prescindir de los lácteos).
La mejor táctica para controlar la
alergia es alargar la lactancia materna lo
más posible. También se puede recurrir a
las fórmulas hipoalergénicas que se
anuncian como "hidrolizados extensivos"
(H.A.), en las que no quedan trazas de
proteínas (no las confunda con las
parcialmente hidrolizadas).
Antes de los 6 meses el niño debe evitar
los productos que contengan componentes
de origen lácteo (caseinatos, lactosa, suero
láctico...) así como cualquier alimento de
alto poder alergénico: pescado azul, clara
de huevo, soja... Para que el niño no tenga
carencias de las vitaminas y minerales que
aporta la leche de vaca, sobre todo de
calcio, pida consejo al pediatra.
Información elaborada por el equipo de
OCU
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