LATIN -I

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LATIN -I
ROMAN
CONDITA
A
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LA LEYENDA
DE ENEAS
Eneas es un personaje importante dentro de la mitología tanto griega como romana. Fue el héroe más valeroso de los troyanos
después de Héctor, y los dioses lo protegieron durante las batallas de la Guerra de Troya.
Eneas era hijo de Anquises y de la diosa Afrodita (Venus romana), se convirtió en una valeroso caudillo del ejército troyano
según la Ilíada de Homero y su huida de la ciudad lo llevó a la fundación de la ciudad de Roma, según la Eneida de
Virgilio.
En el siglo I a. C., Roma comenzaba a descansar después de un período de guerras civiles y Augusto había traído al fin la
paz, prosperidad y grandeza del Imperio.
Éste le encargó a su poeta oficial, Virgilio, la elaboración de un poema épico que lo glorificase.
La leyenda de Eneas era bien conocida en tiempos de Virgilio, por lo que elaboró la Eneida; una obra que se fija en los
poemas homéricos. Toma la Guerra de Troya y su destrucción como punto de partida y narra las aventuras de Eneas hasta
la fundación de Roma, todo a la manera de los legendarios mitos griegos.
De este modo la familia Julia de Roma, y principalmente Julio César y Augusto, incluían a Ascanio y Eneas dentro de su
linaje.
Así la leyenda retomada por los romanos se convirtió no sólo en una propaganda política, sino que también en el mito de
origen del pueblo romano.
La leyenda dice que Eneas y un grupo de valientes troyanos huyeron llevando consigo a su hijo Ascanio y a su padre
Anquises, mientras que su esposa no logró escapar perdida entre la muchedumbre de Troya. También consiguieron llevarse
con ellos los objetos sagrados heredados de sus padres.
Después de un interminable viaje a través del Mediterráneo desde Macedonia hasta Cartago donde conoció a la reina Dido
(Elvira), quien se enamoró de él y acabó suicidándose cuando éste partió de allí por el encargo que Hermes le hizo llegar ,
sobre su obligación de fundar una nueva ciudad.
Siguiendo los oráculos llegaron agobiados a las costas de Italia, al pueblo de Palanteo, ubicado en lo que luego sería
conocido como el Palatino y, en la actualidad, como Lacio. Allí comenzaron los preparativos para la fundación de su ciudad.
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Según la tradición griega se disponían a realizar el sacrificio de una cerda preñada y próxima al parto, pero esta se escapó y
corrió tierra adentro.
Eneas comprendió que este era el animal que el oráculo les señalaba como guía, la siguió con unos pocos hombres hasta donde
se detuvo fatigada, este fue el lugar destinado para la ciudad de Eneas.
Al día siguiente la cerda parió treinta lechones, tantos como los años que necesitaron los troyanos para edificar su ciudad, de
acuerdo con el oráculo.
Después de que Eneas consagrara la prole del animal junto con la madre a los dioses paternos, y ordenar a los troyanos que
trasladaran su campamento a la colina donde se detuvo la cerda, instaló las estatuas de los dioses en el mejor sitio que pudo
y emprendió la construcción de la ciudad con gran entusiasmo.
Pero Latino, que entonces era el rey de los aborígenes( habitantes del país); escuchó las noticias de la llegada de unos
poderosos extranjeros, le entró miedo y marchó contra los troyanos con un gran ejército. Pero desistió del ataque inmediato y
esperó a las embajadas de los enemigos
Después de varias entrevistas entre Latino y Eneas, se llegó a un tratado bajo juramento que disponía que los aborígenes
dieran a los troyanos toda la tierra que pidieran y los troyanos, por su parte les ayudarían en las guerras. Para cerrar el
acuerdo, Latino dio a su hija Lavinia como mujer a Eneas, y éste dio a su ciudad el nombre de su esposa, LAVINIO.
Una vez construida la ciudad de los troyanos, todos sintieron un fuerte deseo de gozar los beneficios mutuos, establecieron
relaciones de parentesco entre ellos, se unieron en alianzas de guerra y todos, llamándose con el nombre común de
LATINOS, se mantuvieron tan fuertes en lo convenido que ya en ningún momento se separaron.
Ascanio, el hijo de Eneas, no estaba aún maduro para el poder pero lo recibió cuando alcanzo la pubertad. Este, Ascanio, al
encontrarse Lavinio muy poblada, dejó la ciudad y fundó al pie del monte Albano otra nueva, que por su asentamiento a lo
largo de una loma recibió el nombre de Alba Longa. Habían pasado 30 años de la fundación de Lavinio, confirmando el
oráculo dado a Eneas mediante una cerda.
Desde entonces se sucedieron los siguientes reinados descendientes de Eneas:
reinó a continuación Silvio, hijo de Ascanio; después
Eneas Silvio;
Latino Silvio.
En adelante se les aplicaba a todos los reyes de Alba el apelativo de Silvio. El siguiente en la linea sucesoria
fue
Alba;
Atis;
Capis;
Cápeto;
Tiberino,
Agripa;
Rómulo Silvio,
Aventino y
Proca que fue el padre de
Númitor y Amulio; de la ambición entre ambos por conseguir el trono de la ciudad y la disputa
entre los hermanos surge la historia más famosa sobre la fundación de la ciudad eterna, Roma.
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FUNDACION
DE ROMA
Al cabo de los años correspondió el gobierno de la ciudad al hijo primogénito del rey Proca, que se llamaba Numitor, pero
su hermano pequeño, Amulio, no sólo no lo aceptó, sino que lo cogió prisionero a su hermano y se quedó solo con todo el
reino.
Mató a todos los hijos varones de Numitor, pero no a su hija, Rea Silvia.
Amulio temió que si ésta llegaba a tener descendencia, sus hijos le disputaran el trono, y por este motivo procuró que no los
tuviera. El mejor medio de evitar la descendencia para una mujer era dedicarla a mantener vivo el fuego del hogar en el
templo de Vesta, que era una especie de convento.
Las Vestales eran las sacerdotisas de la diosa Vesta, la diosa protectora del hogar, no se podían casar ni tener hijos durante
treinta años, so pena de un severo castigo. Aun así, no se sabe cómo, Rea Silvia quedó embarazada.
Más tarde se trato de explicar este sacrilegio de la chica, y para que no fuera tan grave, se difundió el rumor de que había
sido el dios Marte el causante de este acto apareciéndosele en sueños y dejándole embarazada.
De esta forma la descendencia de Rea Silvia tenía origen divino.
Cuando Amulio se enteró del acontecimiento, a pesar del rumor que hacía divina la estirpe de Rea Silvia, la metió en
prisión, y a los gemelos que parió los quiso ahogar en las aguas del río Tíber.
Comienzan a darse en este momento una serie de CASUALIDADES:
Por casualidad entonces el río estaba crecido, y
por casualidad, al bajar las aguas, los gemelos quedaron en seco.
Lógicamente tenían hambre, y por casualidad una loba que iba a beber al río, les oyó llorar, y se desvió hasta llegar a ellos
y les dio de mamar.
Por casualidad, así los encontró el jefe de los pastores del rey, llamado Fáustulo, que se los llevó y se los entregó a su
esposa Larentia para que los criara. (Hay quien dice que Larentia era una prostituta a la que los pastores llamaban "la
Loba").
Sea como fuere, los niños crecieron y fortalecieron su cuerpo y su mente en los trabajos y juegos de los pastores.
Estos muchachos eran RÓMULO Y REMO.
Fáustulo se había dado cuenta de que eran de estirpe real, porque había hecho números sobre el tiempo en que habían sido
abandonados en el río los hijos de Rea Silvia.
Por fin se lo contó a Rómulo y a Remo. También Numitor, su abuelo, echó cuentas y llegó a la misma conclusión.
Al frente de un grupo de jóvenes, Rómulo y Remo, asaltaron el palacio, liberaron a Numitor, mataron al rey y pusieron a su
abuelo en el trono de Alba Longa.
Después de esto Rómulo y Remo desearon ser independientes, y concibieron la idea de fundar una ciudad en el mismo
lugar donde habían sido amamantados por la loba.
Además la población había aumentado demasiado, incluso los pastores se añadían a los habitantes, y tanto Lavinia como
Alba Longa se habían quedado pequeñas.
Por eso no era descabellado buscar un lugar para una nueva ciudad.
La primera dificultad se originó porque querían mandar los dos, Rómulo y Remo, y no había manera de saber quién era el
mayor, ya que eran gemelos.
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La solución la buscaron en los dioses: harían sacrificios a las divinidades protectoras del lugar.
Ellas, por medio de señales indicaran su voluntad (lo que nosotros llamamos "augurios") y designarían a uno de los dos
como rey, y éste habría de dar su nombre a la nueva ciudad.
Para recibir los augurios de los dioses, Rómulo eligió la colina del Palatino, mientras que Remo se colocó en la del
Aventino, más al este y más cerca del río.
Se cuenta que la señal se le apareció primero a Remo, ya que por su lado vinieron seis buitres.
En el momento en que iban a anunciar que ya había ganado, por la parte de Rómulo vinieron doce buitres, lo que
hizo que sus partidarios lo tuvieran como una señal más importante.
Ninguno de los dos dio su brazo a torcer, porque los dos se creían señalados por los dioses:
Remo, porque había sido el primero en ver los pájaros;
Rómulo, porque había visto el doble.
Lo que comenzó con una simple discusión fue subiendo de tono hasta que los partidarios de uno y otro vinieron a las
manos. En la pelea Remo fue golpeado y murió, pero la tradición cuenta esta muerte de una forma más épica, que es como
sigue:
Rómulo se creyó que había ganado y comenzó a realizar los ritos propios de la fundación de la ciudad: con un arado
tirado por un caballo y un buey blancos hizo un surco que delimitaba la extensión de la ciudad (POMERIUM), en
torno a la colina del Palatino, dando lugar a lo que se conoce con el nombre de la Roma quadrata
Éste era un rito propio de los Etruscos; por eso se dice que tal vez Rómulo y Remo eran de ese pueblo. A
continuación empezó a levantar los muros que iban a rodear el Septimontium, o sea, las siete colinas de Roma.
El lugar elegido para fundar la ciudad de Roma era el mejor.
Estaba en un cruce de caminos;
al lado del río Tíber, por donde se comunicaba con el interior,
en el centro de la península italiana, paso obligado para los que querían dirigirse hacia el sur.
Al estar entre siete colinas, estaba defendida de los posibles ataques de los otros pueblos. Las siete colinas de
Roma son las siguientes: Capitolio,
Aventino,
Quirinal,
Viminal,
Celio,
Palatino y
Esquilino.
La más alta de todas es la del Quirinal, que se levanta 69 metros sobre la llanura.
Apenas levantaban las murallas unos palmos del suelo, cuando Remo tuvo la osadía de burlarse de su hermano y de la
ciudad que estaba construyendo, y para demostrar que el motivo de su burla era real, saltó de un brinco las nuevas murallas.
Esta actuación de Remo enfureció a Rómulo, porque veía que se estaba burlando de él, y que su autoridad quedaba por los
suelos. Lleno de ira se acercó a Remo y lo atravesó con su espada al mismo tiempo que decía la frase para la historia:
"Así haré en adelante con cualquiera que salte mis murallas".
De esa forma Rómulo se quedó solo en el trono. La ciudad fundada recibió el nombre de su fundador, y se llamó Roma.
Esto ocurrió un 21 de abril del año 1 de la fundación de Roma
("ab Vrbe condita" <a.V.c>),
que corresponde con el año 753 a. C.
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EL RAPTO DE LAS SABINAS
Basándose en el relato de Tito Livio “Historia de Roma”, y en “La vida de Rómulo” de Plutarco se desarrolló este tema
mitológico basado en la leyenda.
Romulo para poblar la recién creada ciudad aceptó todo tipo de personas, prófugo, refugiados y desarraigados del resto de
ciudades del Lacio.
La colonia estaba formada íntegramente por varones según lo cual y debido a la escasez de mujeres que padecía Roma, a
Rómulo, fundador de la ciudad y primero de sus reyes legendarios, no se le ocurrió mejor idea que organizar unos juegos
en honor de Neptuno a los que invitó a los pueblos vecinos.
De todos ellos fueron los sabinos los que acudieron en mayor número, incluyendo en la cita a sus mujeres e hijos.
Comenzadas las pruebas, los romanos empezaron a raptar a las mujeres al tiempo que expulsaban a los hombres, con lo que
consiguieron las hembras que necesitaban para el crecimiento de la ciudad.
De inmediato se casaron con ellas y tuvieron descendencia.
La respuesta de los sabinos, ultrajados tan humillantemente no se hizo esperar, y sólo unos años después, invadieron Roma
y atacaron a los romanos.
Antes de partir al campo de batalla, Rómulo encomendó la custodia de la ciudad a la joven Tarpeya, pero ésta, enamorada
en secreto del rey de los sabinos, o anhelando una recompensa, prometió al monarca enemigo que le mostraría una vía
oculta que conducía al Capitolio (donde estaba la fortaleza latina), a cambio de lo que él llevaba en el brazo izquierdo, en
alusión a un brazalete de oro del rey.
Los sabinos, lejos de compensarla la mataron sin piedad, el rey sabino ordenó a sus hombres que aplastaran a la traidora
con sus escudos, que llevaban, precisamente, en el brazo izquierdo.
Otra versión de la leyenda cuenta que los romanos descubrieron su traición, y que la arrojaron al vacío por un precipicio,
que pasó a llamarse la roca Tarpeya, inaugurando así la costumbre de castigar a los traidores a la patria lanzándolos desde
ese punto.
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La ayuda de Tarpeya no evitó que sabinos y latinos se enfrentaran en el campo de batalla. En un momento del combate las
sabinas se interpusieron entre los contendientes, abrazándose al cuello de sus maridos y familiares, para suplicarles que
detuvieran la pelea. Pues si vencían los sabinos, ellas perderían a sus maridos, y si vencían los latinos tendrían que llorar la
muerte de padres y hermanos, de modo que de todas formas ellas serían las perdedoras
“Os suplicamos que nos devolváis, de entre vosotros, a nuestros padres y hermanos, sin privarnos, de entre los romanos,
de nuestros maridos y nuestros hijos”.
De modo que los contrincantes depusieron las armas y firmaron la paz y la reconciliación se hizo así posible entre ambos
pueblos.
Con esta leyenda ilustraban los romanos que su ciudad había nacido de la unión de dos pueblos: latinos y sabinos, a los
que pronto se sumó un tercer elemento: los etruscos, un pueblo muy avanzado, que poblaba la actual Toscana y que poseía
importantes intereses comerciales en la región del Lacio.
Rómulo, conquistador de Acron, de J.D. Ingres. (Escuela de Bellas Artes de París)
Simboliza el triunfo frente a los pueblos que rodean a la recién fundada Roma
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