TEMAS GENERALES La legitimación para recurrir, para interponer

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CAPÍTULO
I
TEMAS GENERALES
I.
LEGITIMACIÓN PARA RECURRIR. II.
PLAZOS.
III. DÍAS HÁBILES E INHÁBILES.
ZACIÓN DEL RECURSO.
I.
CÓMPUTO DE
IV.
AUTORI-
LEGITIMACIÓN PARA RECURRIR
La legitimación para recurrir, para interponer cualquier
recurso, viene determinada por los dos, siguientes parámetros: 1.
Ser parte procesal, y 2. Ser afectado por la resolución objeto de
recurso.
Dejando de lado el segundo requisito, cuya concurrencia o
no habrá de determinarse en cada caso concreto, analizando la
resolución que se pretende recurrir, su alcance y su relación con
la esfera jurídico-procesal-material de la parte que pretende
recurriría, nos centraremos en el primero de los requisitos más
arriba mencionados y, en particular, por ser la única que presenta numerosos problemas en la práctica, en la constitución como
parte acusadora particular.
Históricamente el ejercicio de la acción penal —único
medio para poder constituirse en parte acusadora— sólo podía
hacerse mediante la deducción de querella, según se desprende
de la consideración concatenada de lo dispuesto en los arts. 100,
101, 105, 270 y 271 de la L.E.Crim.
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PEDRO MARTIN Y OTROS
Art. 100: «De todo delito o falta nace acción penal para
el castigo del...».
Art. 101: «La acción penal es pública. Todos los ciudadanos españoles podrán ejercitarla con arreglo a las prescripciones de la Ley».
Art. 105: «Los funcionarios del Ministerio Fiscal tendrán la obligación de ejercitar, con arreglo a las disposiciones
de la Ley, todas las acciones penales que consideren procedentes, haya o no acusador particular en las causas, ...
Art. 270: «Todos los ciudadanos españoles, hayan sido o
no ofendidos por el delito, pueden querellarse, ejercitando la
acción popular establecida en el artículo 101 de esta Ley».
Art. 271: «Los funcionarios del Ministerio Fiscal ejercitarán también en forma de querella, las acciones penales en
los casos en que estuvieren obligados con arreglo a lo dispuesto en el artículo 105».
En el mismo sentido el ap. 4 del art. 3 de la Ley 50/1981, de 30
de diciembre, por la que se regula el Estatuto Orgánico del Ministerio Fiscal, dispone que corresponde a dicho Ministerio: «Ejercitar las
acciones penales y civiles dimanantes de delitos o faltas...».
Pues bien, del análisis conjunto de los preceptos precedentemente descritos se desprenden las siguientes conclusiones:
1. De todo delito o falta nace acción penal para el castigo
del culpable.
2. Que dicha acción penal es pública.
3. Que la forma de ejercicio de dicha acción penal es
mediante la querella, regla que carece de excepción legal ni
siquiera para el Ministerio Público, y
4. Que el que ejercita la acción penal mediante querella se
convierte en acusador particular.
En consecuencia, tras de la entrada en vigor de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal la única forma de constituirse en parte
acusadora era la deducción de la correspondiente querella.
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LOS RECURSOS PENALES
El expresado sistema sufrió una importante modificación con
la Ley 3/1967, de 8 de abril, que modificó el Título III del Libro IV
de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, que pasó a regular el denominado «Procedimiento de Urgencia para determinados delitos»,
disponiéndose en el art. 783 que: «El ejercicio por particulares,
sean o no ofendidos por el delito, de la acción penal o de la civil
derivada del mismo habrá de efectuarse en la forma y con los requisitos señalados en el Título II del Libro II de esta ley, expresando la
acción que se ejercite. Sin perjuicio de lo que se dispone en el
párrafo anterior, al ofendido o perjudicado por el delito se le instruirá de los derechos que le asisten conforme a lo dispuesto en los
artículos 109 y 110 de esta Ley y demás disposiciones, pudiendo
mostrarse parte en la causa sin necesidad de formular querella».
La redacción del art. 783 de la L.E.Crim. ha permanecido
inalterable tras de la reforma del Título III del Libro IV de la Ley
de Enjuiciamiento Criminal operada por Ley Orgánica 7/1988,
de 28 de diciembre.
Por tanto, y a la luz de lo prevenido en el art. 783 de la
L.E.Crim., y sólo en el ámbito del Procedimiento Abreviado, el
ofendido o perjudicado por el delito podrá ejercitar la acción
penal, constituyéndose en parte acusadora, sin necesidad de formular querella, debiendo tenerse presente que será ofendido o
perjudicado por el delito no quien se arrogue tal condición, sino
tan sólo aquel a quien el Juez de Instrucción, o, en su caso, la
Policía Judicial (ap. 4 art. 789 L.E.Crim.) otorga tal calidad instruyéndole de los derechos contemplados en los arts. 109 y 110
de la L.E.Crim.. En consecuencia, si el Juez de Instrucción no
verifica tal instrucción dé derechos, es decir, no otorga la condición de perjudicado, la persona de quien se trate sólo podrá ejercitar la acción penal, constituyéndose como parte acusadora en
la causa mediante la deducción de la correspondiente querella, y
ello, claro es, sin perjuicio del derecho que le asiste a solicitar del
Juez le haga el referido ofrecimiento de acciones.
Es cierto que, con indudable falta de rigor técnico, el ap. 4
del art. 789 de la L.E.Crim., tras de aludir a la instrucción al per15
PEDRO MARTIN Y OTROS
judicado de los derechos que le corresponden según la previsión
del art. 109 de la L.E.Crim., se limita a referirse sólo al derecho
de aquél «a nombrar abogado», pero la interpretación conjunta y
sistemática de todos los preceptos reguladores del ejercicio de la
acción penal y la forma de personarse como parte acusadora obstan a cualquier otra interpretación que no sea la patrocinada
razonadamente más arriba, siendo de destacar, a mayor abundamiento y como argumento decisivo, que en la norma procesal
relacionada al comienzo de este apartado no se otorga al Abogado que tiene derecho a designar el perjudicado u ofendido por el
delito, la «habilitación legal para la representación» que el ap. 3
del art. 788 de la L.E.Crim. sí concede al «Abogado designado
para la defensa».
Si bien, como hemos visto hasta aquí, la forma de ejercicio de
la acción penal y consecuente constitución como parte acusadora
en el proceso de que se trate está claramente regulada en el ámbito de la Ley de Enjuiciamiento Criminal no sucede lo mismo en el
ámbito de la Ley Orgánica 5/1995, de 22 de mayo, del Tribunal del
Jurado, la que en el ap. 2 del art. 25 se limita a decir: «si son conocidos los ofendidos o los perjudicados por el delito no personados,
se les citará para ser oídos en la comparecencia prevista en el artículo anterior y, al tiempo de la citación, se les instruirá por medio
de escrito, de los derechos a que hacen referencia los artículos 109
y 110 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, si tal diligencia no se
efectuó con anterioridad. Especialmente se les indicará el derecho
a formular alegaciones y solicitar lo que estimen oportuno si se
personan en legal forma en dicho acto y a solicitar, en las condiciones establecidas en el artículo 119 de aquella Ley, el derecho de
asistencia jurídica gratuita».
Como vemos el ap. 2 del art. 25 de la L.O. 5/1995, se limita a referirse a la personación en legal forma de los ofendidos o
perjudicados por el delito sin referencia alguna al ciudadano no
perjudicado por el delito, pero sin regular expresamente, en cualquier caso, la forma de dicha personación. Nosotros entendemos
que a falta de regulación expresa de la forma en que cualquier
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LOS RECURSOS PENALES
ciudadano o los ofendidos o perjudicados por el delito puedan
personarse en una causa de la Ley del Jurado habremos de estar
a la regulación contenida en la Ley de Enjuiciamiento Criminal,
de tal manera que con relación al catálogo de delitos enumerados
en el ap. 2 del art. 1 de aquélla habremos de distinguir, según su
clase, cuando se trate de delitos que debieran haber sido objeto
de Sumario, en cuyo caso se habrá que acudir al régimen general de personación, es decir, mediante la formulación de la
correspondiente querella, de aquellos otros delitos que debieran
haber sido sometidos al Procedimiento Abreviado, en que deberá igualmente aplicarse dicho régimen general, si bien con la
excepción de que los ofendidos o perjudicados por el delito
podrán constituirse en parte acusadora, personándose en la
causa, sin necesidad de formular querella.
II.
CÓMPUTO DE PLAZOS
La regulación del cómputo de los plazos se encuentra con
carácter general en el art. 185 de la L.O.P.J. y en el art. 5 del
C.Civ., los que pasamos a exponer seguidamente.
Art. 185 de la L.O.P.J.: «1. Los plazos procesales se
computarán con arreglo a lo dispuesto en el Código Civil. En
los señalados por días quedarán excluidos los inhábiles.
2. Si el último día del plazo fuere inhábil, se entenderá
prorrogado al primer día hábil siguiente».
Art. 5 del C. Civ.: «1. Siempre que no se establezca otra
cosa, en los plazos señalados por días, a contar de uno determinado, quedará éste excluido del cómputo, el cual deberá
empezar en el día siguiente; ...
días
2. En el cómputo civil de los plazos no se excluyen los
inhábiles».
Del examen conjunto de ambos preceptos se pueden sistematizar con relación al tema del cómputo de los plazos las
siguientes conclusiones:
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PEDRO MARTIN Y OTROS
1. Cuando el plazo esté señalado por días a contar de uno
determinado debe éste ser excluido del cómputo.
Es decir, por ejemplo, si para la interposición del recurso de
reforma se establece en el art. 211 de la L.E.Crim. el plazo de
«los tres días siguientes al en que se hubiere practicado la última
notificación a los que sean parte en el juicio», el día en que se
hubiere llevado a cabo la última notificación de la resolución de
que se trate quedara excluido del cómputo de los tres días.
2. El plazo de que se trate deberá comenzar a computarse a
partir del día señalado legalmente.
Así, por ejemplo, en el supuesto del recurso de reforma más
arriba analizado, el primer día del plazo de los tres legalmente
concedidos para la interposición de dicho recurso será el siguiente al en que se hubiere llevado a cabo la notificación a la última
de las partes que hubiere de ser notificada.
3. Por punto general quedarán excluidos del cómputo los
días inhábiles, cuya relación se contiene en los arts. 182 y 183 de
la L.O.P.J.
A modo de ejemplo diremos que si la última notificación a
la parte de que se trate tiene lugar un viernes, el plazo para interponer un recurso de súplica -que, según dispone, el antes mencionado art. 211 de la L.E.Crim. es de tres días —, de un lado,
comenzará a correr a partir del sábado, y de otro lado, deberá
excluirse el domingo, acabando, en consecuencia, a las doce
horas del martes siguiente.
Por último debemos tener presente que, en cualquier caso, el
momento en que el plazo de que se trate empieza a correr es el
en que consta documentalmente haberse efectuado la notificación, toda vez que conforme dispone el art. 171 la diligencia de
notificación «será firmada por la persona a quien ésta se hiciere
y por el funcionario que practique la notificación». En el sentido que acabamos de exponer se pronunció la Sala Segunda del
Tribunal Supremo en A. de 21 de enero de 1947, en el que conec18
LOS RECURSOS PENALES
tó el comienzo del cómputo del plazo para recurrir (en casación),
no al momento en que real y efectivamente se hizo la notificación al Procurador, sino al momento, posterior en el tiempo, en
que éste firmó la diligencia de notificación.
III.
D Í A S HÁBILES E INHÁBILES
En este apartado estudiaremos un tema conflictivo y del
mayor interés, cual es el de si los días inhábiles deben ser tomados o no en considpración a los efectos del cómputo de los plazos establecidos para la interposición de los diferentes recursos.
En primer lugar cabe recordar cuales son los días inhábiles,
cuya regulación aparece contenida en el Capítulo II Título Primero Libro III L.O.P.J.
Art. 182: «1. Son inhábiles los domingos, los días de fiesta nacional y los festivos a efectos laborales en la respectiva
Comunidad Autónoma o localidad.«
Art. 183: «También serán inhábiles los días del mes de
agosto para todas las actuaciones judiciales, excepto las que
se declaren urgentes por las leyes procesales».
Ahora bien, tras de los dos artículos precedentemente transcritos, que constituyen lo que podemos considerar el régimen legal
general sobre los días que deben considerarse inhábiles para las
actuaciones judiciales, la L.O.P.J. contiene dos excepciones, una de
carácter genérico para todos los órdenes jurisdiccionales, y otra
específica para el proceso penal. Examinémoslas por separado:
a) Excepción general
Está establecida en el art. 184 ap. 2, según el cual: «Los días
y horas inhábiles podrán habilitarse por el Juez o Tribunal, con
sujeción a lo dispuesto en las leyes procesales».
A este respecto debe tenerse en cuenta que por lo que se
refiere al proceso penal la única norma referida expresamente
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PEDRO MARTIN Y OTROS
respecto de este tema está constituida por el art. 799 L.E.Crim.,
en la redacción dada al mismo por la Ley 10/1992, de 30 de abril,
de Medidas Urgentes de Reforma Procesal (artículo sexto ap. 13).
Art. 799: «Por el Consejo General del Poder Judicial,
oída la Sala de Gobierno del Tribunal Superior de Justicia
correspondiente, se podrán dictar las resoluciones oportunas
al efecto de la habilitación de los días y horas inhábiles en las
actuaciones judiciales a las que se refiere el presente Titulo».
Cabe recordar que el art. 799 cierra el Título III del Libro IV
de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, regulador «Del procedimiento abreviado para determinados delitos», habiendo estado
históricamente determinado por el deseo de poder celebrar juicios orales en el mes de agosto, concretamente los conocidos
popularmente como «juicios rápidos», regulados en los párrafos
segundo y tercero del ap. 1 art. 790, párrafos quinto a octavo del
ap. 6 del mismo artículo, párrafos segundo y tercero del ap. 1 art.
791 y ap. 3 art. 792, introducidos todos ellos por la más arriba
mencionada Ley 10/1992, de 30 de abril, modificada parcialmente por la L.O. 2/1998, de 15 de junio.
Fuera del supuesto precedentemente relacionado la concreta habilitación que puedan acordar Jueces y Tribunales deberá
estar en función de las particularidades propias del caso de que
se trate, atendiendo como parámetro fundamental, no al derecho
de las partes a un proceso sin dilaciones indebidas (art. 24 ap. 2
CE.) —pues es obvio que ésta nunca se producirá por respetar
los días legalmente inhábiles y, caso de existir ya una dilación
indebida en la correspondiente tramitación procesal la misma no
sufrirá ninguna agravación cualitativa ni aún en el caso de respetarse la inhabilidad más larga contemplada, que es la de todos los
días del mes de agosto—, sino, antes bien, el preservar el derecho de defensa de las partes. Piénsese, por ejemplo, y sin ánimo
exhaustivo, en el supuesto tanto del testigo extranjero cuya condición de tal viniera dada por su estancia accidental en territorio
nacional, como del testigo residente en nuestro país pero que,
por la razón que sea, deba ausentarse de España, bien por un
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LOS RECURSOS PENALES
periodo de larga duración, bien a país extranjero de imposible o
muy difícil comunicación.
Por último, poniendo en relación el ap. 2 del art. 184
L.O.P.J., más arriba consignado, con el ap. 1 del mismo artículo,
que estudiaremos en el apartado siguiente, debemos concluir que
la posibilidad legal concedida a jueces y tribunales para la habilitación de días inhábiles estará referida a los Juicios de Faltas, a
los Procedimientos Abreviados en el trámite del Capítulo II del
Libro III del Libro IV de la L.E.Crim., que no sean de los considerados «rápidos», a los Sumarios a partir del auto de conclusión
de la fase de instrucción y, por último, a los procedimientos de
la Ley del Jurado unavez concluida la fase de instrucción.
Como ha quedado patente en la exposición hasta aquí realizada la posibilidad legal de habilitación de días y horas inicialmente inhábiles está única y exclusivamente establecida con
relación a la práctica de, actuaciones judiciales, término conceptualmente distinto del plazo para la interposición de recursos,
por lo que al amparo de las normas relacionadas en este apartado no podrá modificarse la regulación general que sobre el cómputo de los plazos hemos expuesto más arriba.
b) Excepción propia
Está establecida en el art. 184 ap. 1, según el cual: «Sin
embargo de lo dispuesto en los artículos anteriores, todos los
días del año y todas las horas serán hábiles para la instrucción de
las causas criminales, sin necesidad de habilitación especial».
Ya, antes de la publicación de la L.O.P.I, la L.E.Crim. disponía en su art. 201 que: «Los días en que los Juzgados y Tribunales vacaren con sujeción a la Ley, serán, sin embargo, hábiles
para las actuaciones del sumario».
Con referencia a esta excepción se plantea la delimitación de
lo que deba entenderse por «la instrucción de las causas criminales», que se debe comprender por «actuaciones del sumario».
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PEDRO MARTIN Y OTROS
Para nosotros la respuesta viene dada por lo dispuesto en los
arts. 299 y 789 ap. 5 de la L.E.Crim.
Art. 299: «Constituyen el sumario las actuaciones encaminadas a preparar el juicio y practicadas para averiguar y
hacer constar la perpetración de los delitos con todas las circunstancias que puedan influir en su calificación, y la culpabilidad de los delincuentes, asegurando sus personas y las
responsabilidades pecuniarias de los mismos»
Art. 789: «3. Sólo en el caso de que las diligencias practicadas en el atestado no fueren suficientes para formular
acusación, así como cuando el procedimiento se iniciare por
denuncia presentada en el Juzgado o por querella, el Juez
ordenará a la Policía Judicial o practicará por sí las diligencias esenciales encaminadas a determinar la naturaleza y circunstancias del hecho, las personas que en él hayan participado y el órgano competente para el enjuiciamiento...».
De la redacción de los dos preceptos precedentemente descritos creemos que no puede caber ninguna duda que la instrucción de cualquier proceso comprende las siguientes actuaciones:
1. Las que se practiquen para averiguar y hacer constar la
perpetración del delito objeto de investigación.
2. Las que se practiquen para determinar las circunstancias
del hecho y su calificación.
3. Las que se practiquen para determinar las personas que
hayan participado por cualquier título en el hecho delictivo.
4. Las que se practiquen en orden al aseguramiento de las
personas que hayan participado en el hecho delictivo y al aseguramiento de las responsabilidades pecuniarias eventualmente
predicables de futuro de los mismos, y
5. Por último, las que se practiquen para la determinación
del órgano jurisdiccional competente para el enjuiciamiento y
fallo del proceso de que se trate.
De la relación acabada de exponer es claro, a nuestro juicio,
que por «actuaciones del sumario» deben entenderse todos los
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LOS RECURSOS PENALES
actos del Juez instructor, del Ministerio Fiscal o de cualquierade
las partes personadas dirigidas, única y exclusivamente, a la consecución de alguna de las finalidades expresadas.
Como consecuencia de la conclusión expuesta en el párrafo
anterior es evidente, en sentido contrario, que las actuaciones del
Juez de Instrucción, del Ministerio Fiscal o de cualquiera de las
partes personadas que no se dirijan a las finalidades de determinar la perpetración del hecho delictivo, su naturaleza y circunstancias, las personas presuntamente responsables, el aseguramiento de dichas personas y de sus eventuales responsabilidades
pecuniarias y, por último, el órgano jurisdiccional competente,
aún cuando se realicen en fase de instrucción no serán actos de
instrucción, no serán, en definitiva, «actuaciones sumariales».
Si ahora ponemos en relación la hasta aquí razonado con lo
dispuesto en el ap. 1 del art. 184 L.O.P.J. deberemos necesariamente concluir que «todos los días del año y todas las horas
serán hábiles» para la práctica de todos los actos del Juez instructor, del Ministerio Fiscal y de cualesquiera de las demás partes personadas dirigidas, única y exclusivamente, a las finalidades expresamente reseñadas en los arts. 299 y 789 ap. 3 de la
L.E.Crim., y que han sido precedentemente relacionadas, en
tanto que las demás actuaciones que no estén ordenadas a tales
finalidades, aún cuando se produzcan durante la fase de instrucción, estarán sometidas al régimen general de los días inhábiles
establecido en los arts. 182 ap. 1 y 183 de la L.O.P.J.
Entre las actuaciones de las partes realizadas en fase de instrucción pero que, por lo más arriba razonado, no pueden considerarse «actuaciones del sumario» están los recursos, con relación a los cuales, al plazo para su interposición, serán inhábiles
los domingos, los días de fiesta nacional, los festivos a efectos
laborales en la respectiva Comunidad Autónoma o localidad y
todos los días del mes de agosto.
Sin embargo de lo que acabamos de razonar el Tribunal Constitucional en la única sentencia que conocemos que ha abordado
23
PEDRO MARTIN Y OTROS
este tema ha optado por la solución contraria, estableciendo al respecto que «cuando el art. 184 L.O.P.J. declara hábiles todos los días
para la instrucción de las causas criminales sin necesidad de habilitación especial, es claro que se está refiriendo a todos los actos
procesales que realicen tanto las partes como los órganos jurisdiccionales, dentro de lo que la ley llama instrucción de las causas,
periodo en el cual se encuentra indudablemente englobada la instrucción del sumario y los recursos interpuestos dentro de ella contra las resoluciones judiciales», añadiendo, en coherencia con tal
planteamiento, que «el último inciso del art. 185 L.O.P.J., según el
cual «si el último día del plazo fuere inhábil, se entenderá prorrogado al primer día hábil siguiente», supone que hay distinción entre
días inhábiles y días hábiles, por lo que tal precepto es notoriamente inaplicable a los casos prevenidos en el art. 184 L.O.P.J.,
pues en este supuesto no hay lugar para distinguir entre hábiles o
inhábiles» (S. TC. Sala Primera 1/1989, de 16 de enero).
Obvio es decir que nosotros, por las razones en su momento expresadas, no podemos compartir la interpretación referida,
dada la equiparación que postula — conceptualmente imposible
de hacer — entre «instrucción de las causas criminales» y «actos
procesales» de las partes.
IV. AUTORIZACIÓN DEL RECURSO
Los preceptos que regulan este tema son los arts. 221, 867
párrafo primero y 874 de la L.E.Crim., que pasamos a exponer
seguidamente.
Art. 221: «Los recursos de reforma, apelación y queja se
interpondrán siempre en escrito, autorizado con firma de
Letrado».
Art. 867 párrafo primero: «Si el recurrente compareciera en tiempo, al verificarlo formulará, en escrito firmado
por Abogado y Procurador, con la mayor concisión y claridad, los fundamentos de la queja».
Art. 874: «Este recurso — el de casación — se interpondrá en escrito, firmado por Abogado y Procurador autorizado
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LOS RECURSOS PENALES
con poder bastante, sin que en ningún caso pueda admitirse
la protesta de presentarlo».
Como es de ver no se regula expresamente el tema objeto de
estudio en este apartado con relación ni al recurso de súplica ni
al recurso de revisión.
Si bien sólo en los arts. 867 y 874, con relación el primero al
recurso de queja contra la decisión de la Audiencia Provincial denegando la preparación del recurso de casación y el segundo a la
interposición del expresado recurso, se establece expresamente la
necesaria intervención del Procurador, no mencionándose en cambio en el art. 221 por lo que respecta a los recursos de reforma, apelación y queja, entendemos que, salvo los supuestos excepcionales
que después diremos, será siempre absolutamente necesario que el
escrito de formalización de todos los recursos esté subscrito por
Procurador, además de autorizado con firma de Letrado.
Efectivamente, la necesidad legal de la personación a través
de Procurador se deriva de lo dispuesto en:
1. Art. 438 ap. 1 L.O.P.J.: «Corresponde exclusivamente a los Procuradores la representación de las partes en todo
tipo de procesos, salvo cuando la Ley autorice otra cosa».
2. Art. 3.º L.E.Civ.: «La comparecencia en juicio será
por medio de Procurador legalmente habilitado para funcionar en el Juzgado o Tribunal que conozca de los autos, y con
poder declarado bastante por un Letrado».
El poder se acompañará precisamente con el primer
escrito, al que no se dará curso sin este requisito, aunque
contenga la protesta de presentarlo».
3. Art. 3.º del R.D. 2.046/1982, de 30 de julio, por el
que se aprueba el Estatuto General de los procuradores de los
Tribunales: «La comparecencia ante los Juzgados y Tribunales se efectuará por medio de Procurador en los casos y en la
forma que determinen las Leyes», y
4. Art. 788 ap. 3 L.E.Crim.: El abogado designado para
la defensa tendrá también habilitación legal para la representación de su defendido, no siendo por tanto necesaria la
25
PEDRO MARTIN Y OTROS
intervención de Procurador hasta el trámite regulado en el
apartado I del artículo 791, debiendo hasta entonces cumplir
el Letrado el deber de señalamiento de domicilio a efectos de
notificaciones y traslado de documentos».
De la lectura del precepto transcrito se desprende, de un
lado, que a partir del momento en que se dicte el auto de apertura del juicio oral la representación por Procurador es preceptiva
(regla general) y, de otro lado, que la no necesidad hasta ese
momento viene dada por una habilitación legal expresa al Abogado para que pueda ostentar la representación de su defendido,
de lo que se deduce, en sentido contrario, que de no existir tal
habilitación legal expresa la representación del inculpado sólo
podría expresar, estar asumida por el Procurador.
Por su parte el párrafo primero del art. 4.° añade que: «la representación del Procurador se acreditará por medio de apoderamiento suficiente otorgado conforme a las disposiciones legales».
Por lo que respecta al apoderamiento del Procurador debe
tenerse en cuenta que, sobre las normas precedentemente transcritas el ap. 3 del art. 281 de la L.O.P.J. establece que: «La representación en juicio podrá conferirse en todos los procedimientos
mediante comparecencia ante el Secretario del Juzgado o Tribunal que haya de conocer del asunto».
La posibilidad de apoderamiento mediante designación
«apud acta», es decir, mediante comparecencia ante el Juzgado o
Tribunal correspondiente está igualmente contemplada en:
1. Art. 4.° del RD 2046/1982, de 30 de julio, ya transcrito
más arriba y al cual nos remitimos.
2. Art. 27 párrafo tercero del RD. de 21 de noviembre de
1952, en la redacción dada al mismo por la Ley 34/1984, de 6 de
agosto: «La representación se acreditará por escritura pública de
mandato o mediante comparecencia ante el Juzgado que conozca del proceso, acreditándose en los autos».
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LOS RECURSOS PENALES
3. Art. 6 ap. 1 epigrafe e) del R.D.:429/1988, de 29 de abril,
que aprueba el Reglamento Orgánico del Cuerpo de Secretarios
Judiciales: «Autorizar y documentar el otorgamiento de la representación en juicio en todos los procedimientos mediante la
comparecencia ante el Secretario del Juzgado o Tribunal que
haya de conocer del asunto».
Por último, y por lo que respecta al tema aquí estudiado
debe tenerse presente por lo que se refiere a la representación del
Estado y de los demás entes públicos lo dispuesto en el art. 447
de la L.O.P. J., en la redacción dada al mismo por la L.O. 16/1994,
de 8 de noviembre, en cuanto la especialidad del apoderamiento
de quienes ostentan su representación, apoderamiento que vendrá dado por determinación legal ligada al hecho de formar parte
de determinados Cuerpos de funcionarios públicos.
Art. 447: «1. La representación y defensa del Estado y de
sus organismos autónomos, salvo que, en cuanto a éstos, sus
disposiciones autoricen otra cosa, así como la de los órganos
constitucionales, corresponderán a los letrados integrados en
los servicios jurídicos del Estado. La representación y defensa de las Entidades Gestoras y de la Tesorería General de la
Seguridad Social corresponderá a los Letrados de la Administración de la Seguridad Social, sin perjuicio de que, en
ambos casos, y de acuerdo con lo que reglamentariatnente se
determine, puedan ser encomendados a abogado colegiado
especialmente designado al efecto.
2. La representación y defensa de las Comunidades Autónomas y las de los Entes locales corresponderán a los letrados que sirvan en los servicios jurídicos de dichas Administraciones públicas, salvo que designen Abogado colegiado
que les represente y defienda. Los letrados integrados en los
servicios jurídicos del Estado podrán representar y defender a
las Comunidades Autónomas en los términos que se establecerán
reglamentariamente«.
La reciente Ley 52/1997, de 27 de noviembre, de Asistencia
Jurídica al Estado e Instituciones Públicas» (B.O.E. de 28 de
noviembre de 1997), ha abordado este tema en sus arts. 1 y 2, los
que pasamos a exponer seguidamente:
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PEDRO MARTIN Y OTROS
Art. 1: «1. La asistencia jurídica, consistente en el asesoramiento y la representación y defensa en juicio del Estado y
de sus Organismos autónomos, así como la representación y
defensa de los Órganos Constitucionales, cuyas normas
internas no establezcan un régimen especial propio, corresponderá a los Abogados del Estado integrados en el Servicio
Jurídico del Estado, [...]
No obstante, el asesoramiento jurídico en el ámbito del
Ministerio de Defensa y de los Organismos autónomos adscritos al mismo corresponderá a los miembros del Cuerpo
Jurídico Militar, conforme a lo establecido en la Ley 17/1989,
de 19 de julio, reguladora del Régimen del Personal Militar
Profesional, y demás disposiciones legales de aplicación. [...]
2. La asistencia jurídica de la Administración de la
Seguridad Social, consistente en el asesoramiento jurídico y
representación y defensa en juicio en el ámbito de las Entidades Gestoras y Servicios Comunes de la Seguridad Social
corresponderá a los miembros del Cuerpo de Letrados de la
Administración de la Seguridad Social. [...]
3. Los Abogados del Estado podrán representar, defender
y asesorar a las Comunidades Autónomas en los términos
que, en su caso, se establezcan reglamentariamente y a través
de los oportunos convenios de colaboración celebrados entre
el Gobierno de la Nación y los órganos de gobierno de las
Comunidades
Autónomas.
4. Salvo que sus disposiciones específicas establezcan
otra previsión al efecto, podrá corresponder a los Abogados
del Estado la asistencia jurídica a las entidades públicas
etnpresariales reguladas en el Capítulo III del Titulo III y disposiciones adicionales octava, novena y décima de la Ley
6/1997, de 14 de abril, de Organización y Funcionamiento de
la Administración General del Estado, [...]
Art. 2: «En los términos establecidos reglamentariamente, los Abogados del Estado podrán asumir la representación
y defensa en juicio de las autoridades, funcionarios y empleados del Estado, sus Organismos públicos a que se refiere el
artículo anterior y Órganos Constitucionales, cualquiera que
sea su posición procesal, cuando los procedimientos se sigan
por actos u omisiones relacionados con el cargo».
Pasando ahora a examinar los supuestos en que se excepciona
la necesidad general de presentación del escrito de formalización
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LOS RECURSOS PENALES
del recurso por el Procurador que ostente la representación de la
parte recurrente, expondremos los mismos con relación a los procesos donde se producen dichas excepciones, y que son el Juicio de
Faltas —con relación a todas las partes— y el Procedimiento Abreviado con relación exclusivamente al inculpado, procediendo para
mayor claridad a analizar ambos supuestos por separado:
a) El Juicio de Faltas
Efectivamente, en el procedimiento de Juicio de Faltas al no
ser necesaria ni la representación por Procurador ni la defensa
por Abogado, según se desprende de los términos de los términos de los arts. 962 y 970 de la L.E.Crim., es evidente que es el
propio ciudadano quien está a titulo personal legitimado para la
interposición del recurso.
b) El Procedimiento Abreviado
En el Procedimiento Abreviado el inculpado está dispensado de la necesidad de valerse de Procurador hasta el momento en
que se dicta el auto de apertura del juicio oral, según dispone el
ap. 3 del art. 788 de la L.E.Crim., cuyo texto consignamos en el
Apartado II. de este Capítulo y al cual nos remitimos en evitación de repeticiones innecesarias.
Por último, y con relación a toda clase de procesos, y por lo
que respecta a aquellos supuestos en que sean o deban ser parte
el Estado, demás Entes Públicos, Comunidades Autónomas y
Entes Locales, debemos recordar la excepción legalmente consagrada por el art. 447 de la L.O.P.J. ya reseñado.
Dentro del presente apartado, que hemos dedicado al examen de los requisitos formales del recurso de reforma, y para
acabar con su análisis, procede examinar las consecuencias que
pudieran derivarse de un eventual defecto formal, bien sea la
falta de alguna de las firmas de Abogado y Procurador, según los
casos, bien sea la de no presentación de las copias preceptivas.
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PEDRO MARTIN Y OTROS
Con carácter particular y por lo que se refiere al Procedimiento Abreviado el párrafo primero de la regla sexta del art. 784 de la
L.E.Crim. establece que: «a todo escrito y a los documentos que se
presenten en la causa se acompañarán tantas copias literales de los
mismos, realizadas por cualquier medio de reproducción, cuantas
sean las otras partes y el Fiscal, a quienes se entregarán al notificarles la resolución que haya recaído en el escrito respectivo», añadiéndose en el párrafo segundo que: «la omisión de las copias sólo
dará lugar a su libramiento por el Secretario a costa del omitente si
éste no las presenta en el plazo de una audiencia».
Aparte del precepto precedentemente transcrito no se contiene en la Ley de Enjuiciamiento Criminal ningún otro, ni referido al Procedimiento Abreviado ni referido al Sumario que contemple las consecuencias jurídico-procesales de un eventual
defecto formal.
Con carácter general el ap. 3 del art. 11 L.O.P.J. proclama
que: «Los Juzgados y Tribunales de conformidad con el principio de tutela efectiva consagrado en el artículo 24 de la Constitución, deberán resolver siempre sobre las pretensiones que se
les formulen, y sólo podrán desestimarlas por motivos formales
cuando el defecto fuese insubsanable o no se subsanare por el
procedimiento establecido en las leyes».
Con base en el precepto precedentemente transcrito debe
afirmarse que en el caso de producirse alguna omisión o defecto
en relación con los requisitos de cualquier recurso en modo alguno procederá por tal motivo la desestimación de dicho recurso,
debiendo el órgano jurisdiccional correspondiente, con suspensión del plazo para interponerlo, requerir a la parte recurrente
para que, y por el término que quede de interposición, proceda a
su subsanación, con apercibimiento, eso sí, que, caso de no hacerlo, la consecuencia será la inadmisión del recurso de que se trate.
La misma solución que acabamos de exponer es la que debe
aplicarse a aquellos supuestos en que tras de la notificación a la
parte material, no personada procesalmente con Procurador y
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LOS RECURSOS PENALES
Abogado, o sólo con Abogado, según los casos, de alguna de las
resoluciones que deban ser objeto de notificación personal,
aquélla haga expresa su voluntad de recurrir, pues, en definitiva,
se tratara de un supuesto de ausencia de las preceptivas firmas
de, según los casos, Abogado, o de Abogado y Procurador. En
este caso, el Juez o Tribunal deberá acordar la suspensión del
plazo para recurrir la resolución de que se trate y proveer lo
necesario para el cumplimiento por la parte del requisito procesal omitido.
En el caso de que por el órgano judicial no se procediera en
la forma indicada su resolución de no admisión a trámite del
correspondiente recurso sería susceptible de ser recurrida en
solicitud de su nulidad, al amparo de lo dispuesto en el núm. 3.°
del art. 238 L.O.P.X, según el cual son nulos de pleno derecho los
actos judiciales cuando: «se prescinda total y absolutamente de
las normas esenciales del procedimiento establecidas por la ley o
con infracción de los principios de audiencia, asistencia y defensa, siempre que efectivamente se haya producido indefensión».
En el supuesto aquí examinado la providencia que no admitiera
a trámite un recurso por defectos formales, de un lado, infringiría lo prevenido en el ap. 3 del art. 11 de la L.O.P.J., más arriba
transcrito, y, de otro lado, produciría a la parte que hubiera intentado su interposición una auténtica y real situación de indefensión, en la medida que se le habría privado de su derecho a alegar lo que tuviera por conveniente para que, en su caso, el Juez
de Instrucción o Tribunal pudiese reconsiderar la resolución por
él dictada y objeto de recurso.
Por último, y por lo que respecta a los recursos de súplica y
revisión, siendo, en todo caso, aplicables a los mismos las consideraciones de carácter general precedentemente efectuadas.
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