intervención Defensor del Pueblo

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INTERVENCIÓN DEL DEFENSOR DEL PUEBLO EN EL EVENTO GIZ:
PROPUESTAS PARA LA REALIZACION EFECTIVA DE LOS DERECHOS DE LAS
VICTIMAS
En primer lugar agradezco a la Agencia de Cooperación Alemana GIZ por la organización de este
evento en el que tendremos ocasión de intercambiar miradas y propuestas para la efectiva
realización de los derechos de las víctimas. Es necesario además expresarle a la GIZ nuestro
reconocimiento por el valioso acompañamiento a la Defensoría del Pueblo durante más de diez
años a través de su Proyecto FORTALESDER.
Mediante el trabajo conjunto construimos enriquecedores procesos, aspectos relevantes de la
justicia transicional y en particular de la protección efectiva de los derechos de las víctimas, todo
lo cual se ha reflejado en resultados de indudable valor y utilidad para el estímulo de políticas
públicas en defensa de los derechos de las víctimas.
La mayoría de los que estamos aquí presentes esta mañana coincidimos al considerar que la Ley
de Víctimas y Restitución de Tierras constituye un importante hito en la historia colombiana en
materia de Justicia Transicional.
Ley 1448 es una apuesta trascendental para atender a las víctimas del conflicto armado de
manera adecuada y ajustada a los estándares internacionales de protección y garantía de sus
derechos en materia de verdad, justicia y reparación integral. Esta ley materializa el esfuerzo de
unificar los instrumentos normativos relativos a los derechos de la población afectada por la
violencia bajo la apuesta de una institucionalidad organizada en un gran sistema, al que no solo se
han incorporado instituciones con antiguas competencias en el tema, sino nuevas entidades.
Se han generado las garantías para la reclamación de sus derechos a través de procedimientos
diseñados que apuntan a la materialización de la asistencia y el reconocimiento a las diferentes
medidas de reparación integral que trascienden la indemnización.
En relación con los derechos de las víctimas pertenecientes a grupos étnicos, Colombia cuenta
hoy con un marco legal que hace visible, desde el enfoque diferencial, la atención idónea, la
reparación integral adecuada a los pueblos étnicos.
Consagrar mecanismos de atención y reparación a los daños que padecieron los grupos étnicos
por causa del conflicto armado interno, a partir del reconocimiento de las afectaciones
particulares para cada etnia indígena, negra, afrodescendiente, palenquera, raizal o Rom, da
cuenta del respeto por las identidades culturales propias de cada grupo y abre el camino para la
recuperación de sus proyectos de vida y su autonomía como pueblo.
Recientemente, la Comisión de Seguimiento y Monitoreo hizo entrega al Congreso de la
República del segundo informe en el que fueron tratados en profundidad aspectos tan relevantes
como el derecho a la participación efectiva de las víctimas, la evolución institucional del Sistema
Nacional de Atención y Reparación, la ejecución presupuestal, los sistemas información, el
proceso de registro, los avances frente al Estado de Cosas Inconstitucional, la asistencia,
atención, prevención, protección, restitución de tierras y la reparación integral.
1 Para la efectiva implementación de la ley se señalaron los problemas, las dificultades y los retos
propios de un proceso tan complejo como el de la atención y reparación integral a víctimas,
mediado por la apuesta en la articulación nación- territorio. Pero también se consagraron aciertos
que es importante reconocer y que motivan la continuidad de los esfuerzos institucionales.
De tal modo, hoy reitero que se evidencian los esfuerzos realizados por una institucionalidad
creciente que cuenta con personas comprometidas que han logrado avances significativos. Si
bien la incorporación de un número mayor al previsto de entidades que conforman el Sistema
Nacional de Atención y Reparación Integral a las Víctimas supone el reconocimiento de
competencias y aportes institucionales tendientes a complementar el desarrollo de las políticas
públicas que le dan alcance a la ley, no dejo de reflexionar acerca de la extrema complejidad del
sistema y sobre las enormes dificultades que se presentan para poder articularlo efectivamente.
Es también importante señalar el avance en la incorporación de las víctimas como sujetos de
participación activa, mediante la instalación de las mesas correspondientes en todos los niveles
territoriales y nacional, garantizando su injerencia directa con enfoque diferencial, lo que se
espera, imprima la visión de la población afectada en el ajuste de las políticas públicas para que
atiendan sus verdaderas necesidades.
Frente a los sistemas de información y proceso de registro puede destacarse la labor activa de la
Unidad de Víctimas para superar el rezago en las valoraciones para la inclusión en el Registro
Único de Víctimas, a lo que se suma la pertinencia en la creación de sistemas para el
seguimiento, control y evaluación de la política pública de atención y reparación integral a las
víctimas en el territorio, como es el caso del Reporte Unificado del Sistema de Información,
Coordinación y Seguimiento Territorial y el Formulario Único correspondiente.
En cuanto al proceso de restitución de tierras liderado por la Unidad Administrativa de
Restitución, una de las apuestas más complejas de esta ley, se evidencian avances en la etapa
administrativa y el esfuerzo de los jueces y magistrados por cumplir con los términos legalmente
establecidos para fallar.
Tengo la certeza de que hoy en día el país cuenta con un instrumento que pretende integrar los
esfuerzos estatales alrededor de una sensible problemática que requiere de la más efectiva
respuesta institucional.
Si bien el marco normativo ha abierto la puerta a las posibilidades del efectivo ejercicio de los
derechos de las víctimas y la reconciliación nacional, la política pública refleja significativos
obstáculos que deben ser reconocidos y asumidos responsablemente por el Sistema en aras de
garantizar resultados contundentes frente a la necesidad de materializar el Estado Social de
Derecho.
En efecto:
Temas como la complejidad del sistema, el presupuesto de las instituciones del sistema que debe
ser consecuente con la dimensión del desafío y con la prioridad que el Gobierno le asigna, la
efectiva coordinación nación-territorio, la protección de víctimas y líderes de restitución de
2 tierras y la puesta en marcha oportuna de la reparación integral, constituyen retos sensibles y
sentidas preocupaciones de las víctimas que exigen respuestas prontas y efectivas.
La reparación integral no evidencia aún resultados sustanciales que vayan más allá de los pagos
de dinero a modo de indemnización para un número de víctimas que no se acerca a un porcentaje
significativo del universo.
La política pública se ha concentrado en la actuación frente a la ayuda humanitaria,
especialmente de transición, desconociendo la necesidad de caracterizar a la población víctima y
conocer el contexto en el que residen y recibirían la reparación integral, para hacer entrega
efectiva de cada medida correspondiente a los daños sufridos.
Superar dicha etapa de la asistencia para asumir de manera eficiente un proceso de reparación
integral de carácter individual, pero también colectivo, presupone un alto grado de coordinación y
articulación de las entidades del Sistema en los niveles nacional y territorial; así como la
disposición de los recursos presupuestales que garanticen el funcionamiento de los programas
que se han puesto en marcha.
La articulación nación-territorio debe estar sustentada en la capacidad presupuestal de las
instituciones, que no radica solamente en la destinación de mayores recursos del presupuesto
nacional, sino también en garantizar la disponibilidad de los recursos ya asignados. Cabe recordar
que la ley consagra los principios de gradualidad y progresividad lo que supone un incremento
paulatino de los esfuerzos del Sistema de cara a una política pública más inclusiva. Las víctimas
aún nos preguntan por qué en la mayor parte de los entes territoriales la respuesta recibida es
exigua.
Pero una política de asistencia, atención y reparación integral debe desarrollarse paralelamente a
una acción estatal contundente y coordinada frente a la prevención de nuevas violaciones a los
derechos humanos e infracciones al DIH y a la protección de aquellas personas que han sido
amenazadas.
Lo anterior requiere la adopción de indicadores en materia de prevención por parte de las
instituciones para facilitar procedimientos de seguimiento y monitoreo rigurosos, así como de
mecanismos que garanticen la respuesta institucional inmediata ante los informes del Sistema de
Alertas Tempranas, respuesta que debe trascender al cambio de administraciones o de los
funcionarios responsables.
Igualmente es necesario señalar la preocupación por la persistente fragilidad de la garantía del
derecho a la vida e integridad de aquellos líderes que se destacan por su compromiso con la
defensa de los derechos de las víctimas y a las que el Estado debe proveer mecanismos efectivos
de protección.
Las víctimas claman por que las políticas de seguridad no se reduzcan a la protección individual
y se avance en cambio en medidas colectivas, pero sobre todo en el desmonte de las
organizaciones criminales, la investigación, captura y judicialización de actores que buscan
3 impedir el avance de las políticas de reparación y restitución, en particular frente a los reclamantes
de tierras.
La Defensoría del Pueblo, consciente de su papel como parte del Ministerio Público, pero también
en atención a su participación dentro del Sistema Nacional de Atención y Reparación Integral a
Víctimas, con competencias y responsabilidades claras, está llamada a asumir un rol que aporte en
la garantía del principio de colaboración armónica, consagrado por la ley en su artículo 26 al
establecer que “Las entidades del Estado deberán trabajar de manera armónica y articulada para
el cumplimiento de los fines previstos en la …ley, sin perjuicio de su autonomía”.
La Defensoría se ha dado a la tarea de identificar prácticas institucionales que deben ser
optimizadas, proponiendo adelantar líneas de trabajo que, sobre la base de la articulación,
permitan superar los obstáculos en la aplicación de la Ley de Víctimas y los Decretos Ley que la
desarrollan.
Así por ejemplo, frente al proceso de registro -a pesar del importante avance en la valoración y en
el cumplimiento de los términos establecidos por la ley-, se advierten dificultades en la
motivación del acto administrativo y en la oportunidad de la notificación, a lo que se suma el
cúmulo de derechos de petición que presentan las víctimas desbordando los esfuerzos de la
Unidad e impidiéndole concentrarse en valoraciones de mayor calidad y en el análisis adecuado
sobre el acto administrativo.
Hemos considerado la posibilidad de adelantar acciones que permitan una mayor comunicación
interinstitucional que privilegie la canalización de la información sobre las personas que serán
notificadas y las jornadas de notificación que se llevaran a cabo por parte de la Unidad en el
territorio. Esto podría ser complementado con el establecimiento de mecanismos de gestión y ágil
respuesta entre la Defensoría y la Unidad para resolver las problemáticas de las víctimas
disminuyendo así el cumulo de derechos de petición y recursos administrativos que desbordan la
capacidad institucional de la Unidad.
Una atención diferencial deben tener las víctimas pertenecientes grupos étnicos en respuesta a lo
dispuesto por los respectivos Decretos Ley. En materia de solicitud de inclusión en el registro
para grupos étnicos se hace necesario mejorar y cualificar el conocimiento experto de los
derechos de las víctimas de estos grupos de cara a garantizar una adecuada y diferencial atención
en el proceso de registro.
Se propone el apoyo para el proceso de elaboración del módulo de capacitación a grupos étnicos
y su posterior implementación, encaminado a cualificar el conocimiento de los servidores del
Ministerio Público respecto de los derechos contenidos en los Decretos con Fuerza de Ley. Así
mismo, es importante impulsar una red encaminada a apoyar a las víctimas de grupos étnicos en
regiones con mayor presencia de víctimas que por sus diferencias lingüísticas encuentran
limitaciones de acceso, por lo cual el proceso debe ser culturalmente adecuado.
4 Además es importante la revisión y ajustes en el proceso de las inscripciones de víctimas de
colectivos y grupos que ha efectuado de manera directa la Unidad de Víctimas, con el fin de
regularizar su proceso de inscripción a través de la intervención del Ministerio Público.
En elación con el derecho a la participación, las destrezas en liderazgo y actuación en escenarios
de discusión de política pública por parte de los líderes y representantes de víctimas a las mesas
de participación muestran deficiencias. Por ello consideramos pertinente emprender un proceso
coordinado con la Unidad para adelantar eventos de formación en capacidades de liderazgo,
participación en escenarios de política pública y acompañamiento psicológico para el
fortalecimiento de las mesas de participación.
Además, si bien de forma transitoria se ha contemplado la participación de los representantes de
los grupos étnicos en los mecanismos e instancias existentes, los limitados avances en la
elaboración del protocolo de participación de los grupos étnicos restringen su derecho a tener los
espacios propios como lo consagran los decretos especiales.
Dado lo anterior, la Defensoría del Pueblo propone orientar y acompañar a las víctimas en la
comprensión del contenido y alcance del derecho a la participación y en acciones que fortalezcan
el ejercicio de ese derecho en el proceso de elaboración del protocolo.
En relación con las medidas de atención humanitaria, si bien se ha venido trabajando en criterios
para otorgarla respetando los usos y costumbres de los grupos etnicos, aún estas comunidades
carecen de medidas de atención que faciliten su subsistencia mínima vital, lo que indica la
necesidad de adecuar un programa transitorio que brinde a las comunidades y grupos étnicos en
confinamiento, desplazadas fuera o dentro de su territorio, los componentes de la ayuda
humanitaria mientras se adoptan los criterios y se ponen en marcha los programas respectivos.
Respecto al preocupante rezago en los procesos de reparación integral, la Defensoría ofrece
asumir un activo acompañamiento en pilotos focalizados en subregiones que hayan sido objeto de
procesos de retorno y reubicación y estén recibiendo la ayuda humanitaria, que determinaríamos
conjuntamente, de tal forma que con ellas se concluya el proceso de reparación integral.
Adicionalmente, frente a las acciones de prevención a pesar de que se presentan avances en el
intercambio de la información en el marco de espacios de coordinación interinstitucional,
sugerimos el fortalecimiento de los mecanismos directos de intercambio de información para
promover la adopción de medidas efectivas en prevención, protección y garantías de no
repetición, remitiendo los documentos de advertencia y los balances de la respuesta institucional
que realiza el Sistema de Alertas Tempranas a la Unidad a la Red Nacional de Información y a la
Red Nacional de Observatorios.
En complemento a las medidas sobre la prevención, la protección representa uno de los temas
más sensibles que requieren de acciones coordinadas y de mayor impacto. Las amenazas y
atentados a los líderes de restitución de tierras y los representantes de víctimas en las mesas
departamentales y municipales ponen en riesgo la política de restitución y reparación a las
víctimas, a lo que se adiciona la percepción de algunos líderes que consideran que las medidas
ofrecidas no son efectivas, ni se ajustan a sus necesidades.
5 Se propone adelantar un proceso de promoción y fortalecimiento a líderes y comunidades en alto
riesgo en las zonas focalizadas, en medidas de autoprotección y construcción de propuestas en
materia de protección para que posteriormente se avance en la implementación de las propuestas
identificadas por las organizaciones, orientadas a responder a sus necesidades de protección
individual y colectiva.
Igualmente es importante responder a la necesidad de adecuar un modelo de protección colectiva
que contemple contextos geográficos y culturales propios de los grupos étnicos que contemple
acciones como: potenciar y fortalecer a la Guardia Indígena encargada de la seguridad y
protección en los territorios indígenas, o garantizar medios de comunicación, o medios de
movilidad especiales según la ubicación geográfica de la comunidad a proteger, es decir aquellas
residentes en zonas montañosas, riveras de ríos o territorios llanos.
Respecto a la restitución de territorios colectivos y la aplicación de medidas cautelares
encaminadas a hacer cesar o evitar los riesgos inminentes contra las comunidades y los pueblos
étnicos, proponemos la realización de una ruta de trabajo conjunta con la Unidad de Restitución
de Tierras que posibilite la presentación de medidas cautelares en zonas prioritarias que protejan
el derecho territorial.
La Defensoría del Pueblo, conciente de los esfuerzos emprendidos en el marco del Sistema
Nacional de Atención y Reparación Integral a las Víctimas y convencida de que estos deben ser
reforzados, reitera la importancia del trabajo conjunto y articulado en la implementación de la
ley y decretos con fuerza de ley, orientado a la construcción de un proceso de reparación integral
adecuado y en condiciones dignas para las víctimas de la violencia armada.
Fiel a la posición independiente y vigilante que le corresponde a la Defensoría, considero
importante fortalecer líneas de colaboración y activar canales directos y permanentes que
contribuyan a alcanzar el ejercicio pleno de los derechos de estos ciudadanos colombianos que
han sido víctimas del conflicto armado.
Solo realizando todos los esfuerzos institucionales y presupuestales que esten a nuestro alcance
podremos hacer realidad el inmenso desafío con el que estamos comprometidos y que es
fundamental en la construcción del sueño de la paz que tanto anhela nuestro país.
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