Creencia y no creencia religiosa

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Creencia y no creencia religiosa
(Preliminares para una
conceptualización metapsicológica)
• Adolfo Benjamín
En el año 1928 Freud escribe un pequeño artículo titulado "Una vivencia religiosa"." Este escrito es el resultado de una carta enviada por un
joven médico norteamericano, quien había leído un reportaje en el que
Freud exhibía su indiferencia con respecto a la vida después de la muerte
y su falta de fe religiosa. Este artículo breve, casi un comentario al pasar,
puede ser utilizado siguiendo dos trayectorias: una vía nos sirve para
captar el modo de producción de las ideas en Freud; la otra dirección
nos permite aprehender la ética que regía sus consideraciones en las
cuestiones esenciales de la vida.
El autor de la carta le escribe acerca de sus dudas y su alejamiento
de Dios en ocasión de ver el agradable rostro de una anciana muerta,
que era transportada hacia la sala de disecciones. Luego de una tormenta espiritual, la voz de Dios se hizo presente y recuperó su fe. Freud
le contesta cortésmente que se alegraba de que la experiencia vivenciada le permitiera conservar la fe, pero agrega que él no había tenido tal
experiencia. Dios no le hablaba a Freud, ese judío infiel, como se llama
a sí mismo.
La réplica de su interlocutor le asegura que el judaísmo no sería un
escollo en el camino hacia la fe, y deseaba que Dios le otorgara faith
to helieve, fe para creer.
Resaltado el camino ético freudiano frente a la fe, los propios términos de su interlocutor nos indican una distinción necesaria entre fe y
creencia. Al punto debe hurgarse en la teoría el lugar que tales conceptos vendrían a ocupar. No sin humorismo, y más allá del debido respeto, Freud toma la otra vía y después de algunas consideraciones dice:
"[.
..}y si uno no puede lihrarse de la mala costumbre del psicoanálisis,
la de aducir pequeñeces como material probatorio [...}".21
,¡,
Dirección: Dr. Emilio Ravignani 2440, (1425) Capital Federal, R. Argentina.
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El tal camino es, metodológicamente, siempre el mismo:
1°) examina el material,
2°) elabora una hipótesis,
3°) busca pruebas que la confirmen.
Pero su metodología se aplica exclusivamente al texto cuando éste demanda interpretación. Y esta petición interpretativa es convocada a
partir de motivos afectivos acompañados de fisuras en el discurso, fallas lógicas y razones endebles.
¿Por qué justamente ese horror ante el cadáver de una vieja de rostro
dulce que engendra su vacilación y alejamiento de Dios?
Bien se sabe que Dios permite atrocidades mayores que la que provocó el fugaz ateísmo del interlocutor de Freud. La fragilidad de las razones
aducidas y las palabras que emplea para referirse a la anciana señora
(sweet faced dear old woman) conducen a Freud a interpretar el escondido anhelo por la madre del joven médico, tras ese enamoramiento del
cadáver.
Emerge el complejo de Edipo como estructura fundamental en un campo contingente; un episodio al azar. Se entreteje con una teoría sexual
infantil, la de la cópula como un acto sádico. Es ésta una creencia, que
se figura en este caso como disección y muerte. Y allí se instala la rebelión contra el padre, que se traslada a Dios. Desde el complejo de Edipo
pasando por el sendero de lo emotivo, la debilidad de las razones aducidas, las palabras empleadas, la teoría sexual infantil, hasta la conversión religiosa, el conflicto se resuelve al modo de una psicosis alucinatoria. Las voces de Dios produjeron el milagro, pero el joven médico no
se convirtió en delirante, esto está muy claro para Freud, sino en religioso.
La tarea analítica, como es de rigor, incluye el alma propia del interpretanteo Cuando Freud habla en un debate acerca de esta carta, efectúa
un agregado, inexistente en el mensaje recibido. Refiere que el médico
habría escrito que el rostro de esa anciana le había hecho recordar al
de su propia madre. Ante esta anexión se nos impone una pregunta básica: ¿quién es el objeto y quién es el sujeto de la interpretación psicoanalítica?
Este artículo es una pequeña joya que, al modo de una gema facetada, nos exhibe la ética freudiana frente a la experiencia religiosa; las
condiciones obligatorias de su abordaje psicoanalítico, la necesidad de
la discriminación de los conceptos de fe y de creencia, el Edipo como estructura fundante y contingente al mismo tiempo, las teorías sexuales
infantiles como sistemas de creencias y el alcance de las interpretaciones.
También insinúa la diferencia entre delirio y creencia religiosa; esboza
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una teoría del ateísmo, otra, sobre la revelación, y nos conduce a meditar
sobre los enlaces profundos entre la religión y el psicoanálisis.
Debemos por lo tanto apuntar algunos nudos que articulan religión
y psicoanálisis, en especial aquellos que se refieren a la creencia y a la
interpretación.
Estas confluencias abarcan tanto las analogías, los conceptos y los
campos compartidos como el deslizamiento posible hacia una Weltanschauung de ánimo religioso, que deviene garantía de toda razón y
causa. Deslizamiento que va desde el develamiento de una verdad posible
haciendo consciente lo inconsciente, tarea del psicoanalista, hasta la
explicación y orientación para la vida y el otorgamiento de sentido pleno,
tarea del sacerdote.
Recalaremos en los siguientes mojones para desarrollar el tema:
a) "Acciones obsesivas y prácticas religiosas" (1907)
b) Tótem y tabú
e) La neurosis obsesiva
d) La creencia:
I) Distinción entre creencia y fe
11) Las teorías sexuales infantiles
III) Las fantasías primordiales
IV) Los delirios
V) La convicción
VI) Verdad histórica, verdad material
VII) Los sueños
e) El Dios del cual se ocupa el psicoanálisis
a) El trabajo "Acciones obsesivas y prácticas religiosas", de 1907, es la
primera aproximación psicoanalítica de Freud al escabroso terreno de
la religión.
Deslumbran las analogías ostentadas en su escrito por donde se inicia la investigación para luego establecer las diferencias. Si el neurótico obsesivo no lleva a cabo el acto establecido, es acosado por la angustia que sanciona este ceremonial como una "acción sagrada". Es un
rito articulado a una ética: las compulsiones, por las cuales el sujeto se
siente obligado a realizar lo que no desea, y las prohibiciones, por las
cuales no puede hacer lo que desea. Las diferencias establecen a la
neurosis como una religión personal y privada. El neurótico renuncia
a sus pulsiones sexuales mientras que el religioso renuncia a sus pulsiones egoístas. La otra diferencia es más importante aún. El neurótico
obsesivo se ve empujado por sus actos ceremoniales sin conocer los motivos.
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El religioso sabe que cada uno de los pasos del rito tiene un sentido
preciso. Y es justamente este sentido preciso lo que hace imposible e inadecuada la interpretación.
~ Tótem y tabú, de 1912, trata de establecer el origen de los sentimientos religiosos, de la moral, de la sociedad humana y, a mi juicio, de la
subjetividad humana como tal. Tótem y tabú es el mito científico construido por Freud acerca de un padre imaginado cruel y despojador, propietario absoluto de todas las mujeres, que será el cimiento de la imagen de Dios. Es el asesinato de este padre primordial que en el hueco
de un duelo básico se constituye en el sostén de la ley, la cultura y la
subjetividad.
Hay Padre y muerte en el origen. Este núcleo argumental nos hace
asistir al cumplimiento de la tragedia, que se despliega comoverdad histórica. El Padre del que se ocupa el psicoanálisis no es, o no es exclusivamente, aquel que protege, provee y estatuye por su presencia. El
Padre, con mayúscula, es aquel que asesinado en los tiempos míticos
de la horda se hace oír en cada historia individual, y su presencia simbólica determina el sentido de la vida. Es decir, que la historia de la religión y la historia del sujeto humano se inician por efecto de la función
paterna.
La tragedia inicial instaura un orden que cada vez que se extravía
instala la tragedia en lo actual. Para Freud los hechos sucedieron y para
los antropólogos jamás hubo tal cosa.
La experiencia clínica de todo analista encuentra este relato fundamental en el origen de la ley y la cultura, y en la emergencia del sujeto humano. Para Freud es verdad histórica, aunque paradójicamente su
esencia es ahistórica. Nos encontramos con la más originaria de todas
las fantasías, una fantasía grandiosa que transcurre en un tiempo mítico.
Este tiempo es el tiempo perdido, el in illo tempore (aquellos tiempos)
de los antiguos. O si se quiere, en la misma serie, es el tiempo del "Había
una vez". No es el tiempo cronológico del reloj, sino un t.iempo que al
ser vivenciado se experimenta como sagrado.
¿Cómo se despliega y en qué circunstancias se vivencia el tiempo sagrado?
El mito es un texto oral, una tradición. Es lo que se transmite a través
del decir. Un relato que es revivido a través de un rito. El mito y el rito
confluyen y se expresan mediante un discurso y una acción.
Entre los antiguos griegos el rito era una fiesta, aunque esta palabra
tenía una connotación distinta de la que conocemos ahora. En la visión
festiva de la existencia, en los ritos y celebraciones, el tiempo sagrado
irrumpe en el tiempo profano para despertar al que está dormido en lo
cotidiano.
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Esta Epifanía era convocada por una visión gozosa del dios, lo que en
griego se conocía como teoría."
c) La neurosis obsesiva como religión particular es confrontada con la
religión metaforizada como una neurosis obsesiva universal. Es de
interés observar que la conciencia de culpa promovida por una pulsión
inextinguible y la angustia expectante como angustia ante castigos divinos fueron primero discernidas por Freud en el ámbito religioso, antes
que en la experiencia clínica.
La religión cura en el sentido freudiano de salud aparente. Confróntese la educación religiosa del Hombre de los Lobos y sus efectos sobre
la neurosis.
"Padre", "muerte" y "anal" son tres palabras emergentes en la base
de los fenómenos de la neurosis. Un equívoco lingüístico, quizá predestinado, ha venido a precipitar estos tres términos en una sola palabra:
"escatología". Lo escatológico es, en primer lugar, ~l conjunto de creencias y doctrinas referentes a la vida de ultratumba. La otra acepción
se refiere a los excrementos y suciedades. Provienen de dos palabras griegas diferentes, éskhatos y skatós cuyos derivados en español confluyen
en una sola expresión." La escatología reúne a la neurosis y a la religión en un pensar sobre las cosas últimas, las cuestiones de ultratumba, los excrementos reales y simbólicos que, por extensión, aluden al
muerto fundamental.
Es innegable la ubicuidad del concepto; por todos los sitios y lugares
aparece el Padre simbólico o su constante avatar: Dios.
d) La creencia. Debe determinarse su alcance en la teoría y su articulación, ya que no aparece claramente discriminada.
1) La "creencia" como palabra de uso común, como concepto filosófico
y como término de la teoría psicoanalítica admite algunas precisiones
que emergen tanto de sus definiciones como de sus contrastes con otras
palabras y conceptos. En términos generales es un sentimiento de adhesión a algo o a alguien de cuyo sentido es difícil o imposible dar razón.
La inicial oposición, creencia-fe, nos lleva a una primera distinción. La
creencia tiene un sentido más global mientras que la fe tiene un sentido más específico, ligado a la religión. Hay que considerar que de la
propia palabra "creer" se desprenden dos significaciones antagónicas. La
diferencia se establece entre Creer que, que es una creencia con dudas
y Creer en, que es una creencia con entrega, con fe. La fe es "la fuente
del conocimiento suprasensible, o sea, la aprehensión directa, mediante
intuición intelectual de lo real en cuanto tal". Como virtud teologal, "es
la sustancia de las cosas que se esperan y que nos convencen de las que
no podemos ver". 3
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Estas aproximaciones hacen problemática la interpretación psicoanalítica directa de la fe en tanto se halla encarnada en una convicción, cuya
fuente es inconsciente.
Estamos en el mismo orden de imposibilidad que nos plantea un delirio,
y esto no implica una clasificación de la fe dentro del orden de la psicopatología. La fe asentada del creyente no crea manifestaciones neuróticas ni formaciones de lo inconsciente discernibles en la práctica analítica. La interpretación, en tanto confiere sentido, se estrella contra la
fe, que encierra todos los sentidos, y contra el delirio, que es un supremo sentido para el sujeto. En estos casos la palabra del analista se embarca en una lucha de interpretaciones, que en el fondo es una cruel
guerra de religiones.
Debemos incluir, por sus efectos, en el sistema de creencias, las teorías sexuales infantiles y las fantasías primordiales.
Estas construcciones poderosas inciden en el sentimiento de realidad
con tal certeza que juicio de realidad y creencia se unifican metapsicológicamente.
El analista, en el territorio de la transferencia, es convocado a participar de las escenas que subyacen repetidas en cada historia de amor
en la que lo envuelven los pacientes y de la cual participa siempre con
el goce inconsciente de un voyeur y, no pocas veces, de la i.nmersión en
la escena como actor. Recuérdese la palabra fallida de Freud cuando extiende sobre el texto de la carta el rostro de la madre, de una madre.
¿De qué madre se trata en el inconsciente del analista?
II).Las teorías sexuales infantiles son un sistema de creencias y, por
'lo tanto, intentos de respuesta a las preguntas imposibles.
La primera de ellas nos introduce en una particular Weltanshauung,
una concepción falocéntrica del mundo con una lógica extraña que observando un panorama de valles y montañas deduce que el valle es la
ausencia de montaña. Esta premisa universal del atributo fálico nos lleva
a la segunda de las teorías: la que reduce el enigma de la vida a un
nacimiento entre heces con un parto cloacal que desconoce y al mismo
tiempo alucina negativamente la vagina. Estas formaciones de sistema
consideran el encuentro sexual, y ésta es la tercera teoría, como un acontecimiento sádico. De esta última teoría se tomó Freud cuando imaginó
el cuerpo desnudo, o presto a ser desnudado, de la vieja en cuestión.
111)Estas teorías sexuales infantiles confrontan la desilusión desgarfa;te
de aquello que conmueve sus creencias, no sólo con la Verleugnung, repudio, renegación, desmentida, sino también con las fantasías
originarias que, al modo de la religión, todo lo explican. Y en esa explicación mantienen su vigencia. Explicación genética, consuelo y justificación ética expresan a las religiones y también, de algún modo, a estas
fantasías originarias.
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La experiencia de la vida que conduce abrupta e inevitablemente a
la diferencia sexual anatómica o a sus avatares, lo diferente, el otro, lo
discontinuo, engendra el enigma. Este misterio se resuelve con la convicción de hallarse ante la ejecutada castración, Esta creencia es una
explicación que extrae la diferencia de los sexos del orden de la naturaleza.
La conjunción de la teoría sexual infantil, la creencia en la universalidad del falo, y la fantasía originaria de cassracion es el núcleo de una
justificación ética que se desenvuelve en la trama edfpica.
Cuando la excitación es incitante, invasora y peligrosa en la trama
del autoerotismo, con su corolario, el goce masturbatorio, se reconoce una
causa indudable para el sujeto: la seducción por los propios padres de
la historia personal. La causa tiene una fu.nción de apaciguamiento
de la culpa en esta fantasía de seducción.
Detrás de cada encuentro amoroso se soporta la sombra de una escena que domina como escena primaria: fantasía de escena primordial.
Es habitual en el neurótico impotente el deseo vehemente de retornar
a ese vientre, paraíso perdido de donde fuimos expulsados, con la promesa de hallar la potencia perdida: fantasía de retorno intrauterino.
Estos sistemas de creencias tienen como función preservar la integridad narcisista del yo que no tolera el misterio que bulle en el cuerpo.
El punto más espinoso del sistema narcisístico, lo que lo cuestiona más
enérgicamente, es la mortalidad del yo. De esta muerte temida se ocupan las religiones y las fantasías originarias. Estas ingentes construcciones explicativas emergen cuando se construye la subjetividad. Antes de
ellas no hay sujeto.
IV) Los delirios. Estas construcciones psíquicas deben su poder al grado
de verdad histórica que contienen. Si bien las entendemos como armazones psicóticas, al ser una formación de sistema es impermeable a toda
interpretación. La posición freudiana se puede leer en el caso Schreber
cuando encuentra una extraña analogía entre su teoría de la libido y
el delirio de los rayos divinos en Schreber. <~Queda
para el futuro decidir si la teoría [de la libIdo} contiene más delirio del que yo quisiera, o
el delirio, más verdad de lo que otros hallmz hoy creíble. ''9
Lo más que se puede decir de una creencia religiosa es que está construida al modo de un delirio. Antes de su enfermedad, Schreber no creía
en la existencia de Dios. Pero una vez que recuperó la fe, ésta "era de
rara índole". Esta cualidad nos muestra la catadura patológica de dicha
creencia.
Hay una gran diferencia entre la fe del presidente Schreber y la del
joven médico norteamericano.
V) La convicción, que es el núcleo de la creencia, es estudiada metapsicológicamente por primera vez en Psicopatologta de la VIda cotidia-
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na (Freud, 1901). Allí es señalada como un componente esencial de la
paranoia, en la cual el sujeto constituye como significativo todo detalle
y lo interpreta. Para el paranoico todo es signo de algo. Desestima la
categoría de lo contingente.
VI) Nada puede quedar inexplicado. Podemos entonces intentar pensar
la paranoia como la enfermedad de la interpretación. La convicción que
despierta esta traducción interpretativa en el paranoico está sustentada sobre el fragmento de verdad en la que reposa. Verdad que Freud
explicitará mucho más tarde como verdad histórica, distinta de la verdad material.
¿Qué es entonces verdad histórica?
Verdad histórica es ejemplarmente el asesinato del padre de la horda
primitiva, así como verdad psíquica es el ineluctable destino de las pulsiones. El estatuto clínico de este concepto se define con precisión tardíamente en la teoría en "Construcciones en el análisis". La construcción
comunicada al paciente debería desembocar en el recuerdo, cosa que no
sucede en la mayoría de los casos. En su lugar, adviene una convicción
que muestra sus efectos.
La convicción es el sustituto del recuerdo que se rehúsa.
VIl) Los sueños se anudan a la religión en dos puntos: la creencia yel
concepto de lo sagrado. El sueño es un fenómeno alucinatorio causado
por el deseo, que despierta conciencia y halla creencia en su realidad:
"Uno cierra los ojos y alucina, los abre y piensa con palabras".
Por otro lado, en el capítulo VII de La interpretación de los sueños,
Freud, ocupándose con minuciosidad de los variados matices de la expresión oral, de los accidentes del habla, de las expresiones insuficientes,
los acepta tal cual se le ofrecen, y considera al sueño "como un texto
sagrado". Más allá de la metáfora religiosa, con sólo exponer cómojuzgan
los rabinos talmudistas el texto sagrado y cómo operan los cabalistas,
veríamos unas analogías sorprendentes. Más asombroso aún es que muchas reglas de interpretación de la Cábala coinciden punto por punto
con las que están enunciadas en el libro de los sueños. Los cabalistas
consideran que la Biblia tiene cuatro niveles de lectura y que el texto,
tal cual está expuesto, con sus lagunas y contradicciones encierra mensajes que deben ser descifrados. Si dos textos contiguos no muestran relación alguna, debe de haber una conexión no visible que los empalme."
Un reconocido cabalista reflexionó del siguiente modo acerca del texto
sagrado: "Si la Biblia dice lo que dice, no dice nada".
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e) El Dios del cual se ocupa el psicoanálisis es el Dios revelado, el Dios
de Abraham, de Isaac y de Jacob. Es diferente del Dios de los filósofos
que está fuera del tiempo, impasible e inmóvil, no interviene en los asuntos humanos, no se revela en la historia, no ha creado el mundo y no
va a juzgar a la humanidad en el final de los tiempos. El Dios de la Biblia
ejerce su poder sobre los sucesos cotidianos en el mundo real. Se lo vivencia como un imperativo en el "aquí y ahora". Su primera revelación
es un mandato: Abraham debe abandonar la tierra de sus antepasados
y emigrar hacia Canaán. Es un Dios de los acontecimientos, por lo que
la Historia es su epifanía.
La idea de Dios ha jugado un rol crucial en nuestra historia. Es una
de las ideas más grandiosas de la humanidad. Se presume su origen en
el Oriente Medio hace 14.000 años.'
Los religiosos racionalistas afirman que la idea de un Dios único ha
ejercido un efecto tan avasallador sobre los hombres porque es un fragmento de la Verdad Eterna. Freud argumenta que no encuentra en
general ninguna pasión por la verdad en el género humano. Más bien
el intelecto se extravía fácilmente por las solicitaciones del deseo, y dice
textualmente: «[. ..) creemos en aquello que es solicitado por nuestras ilusiones de deseo". Pero advierte que la solución de los creyentes contiene
la verdad, aunque no la verdad material sino la verdad histórica o
histórico-vivencial, como traduce José Luis Etcheverry (A. E.). No es que
haya un único gran Dios sino que en tiempos primordiales hubo una
única persona que se vivenció como grandiosa, y cuando retorna en el
recuerdo, retorna en un proceso de apoteosis que la alza a la condición
divina. De paso cabe observar que el tiempo primordial, el in tilo tempore,
es el tiempo de los mitos. Todo mito ocurre en aquellos tiempos imposibles y fuera de toda cronología lineal. Se puede afirmar que la verdad
histórica freudiana es la manifestación de una singular evidencia. Es
una verdad mediatizada por el deseo, la añoranza, el anhelo, y es creadora de creencias y realidades.
La idea de Dios es un recuerdo a causa de sus fuentes, pero es un recuerdo bastante desfigurado. Por su propia índole adquiere un carácter
compulsivo y genera creencia. Dada su desfiguración podría clasificársela como delirio. En la medida en que transfiere un recuerdo del pasado
es una verdad. Se conjugan la verdad material, el padre de la infancia
y la verdad histórica, el padre que después de muerto adviene todopoderoso.
La idea que sustenta a Dios es inconsciente. Dios mismo, en aquello
que origina su aceptación o rechazo, es inconsciente. Desde esta perspectiva también puede entenderse el ateísmo militante como una creencia.
El padre muerto devenido poderoso, el padre simbólico, es inconsciente.
La deducción sería que Dios es el inconsciente.
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¿Qué es entonces un paciente creyente en Dios?
El título, de cuya propuesta surge esta presentación, parece sugerir
que hay una creencia patológica, o cuanto menos perturbadora, que por
lo tanto debe experimentar una transformación en la experiencia psicoanalítica.
El riesgo de una religión escondida y la tentación de Dios es muy grande
para cada analista en su tarea cotidiana.
Ya en el alma de su paciente está constituido como Aquel que es el
garante de su ser.
Tomemos un aspecto general de las grandes religiones monoteístas de
Occidente. Hay un texto fundamental, sagrado en tanto se aparta del
orden natural. Para Freud lo sagrado supone el sacrificio de la libertad
sexual. Este texto, bajo la apariencia de un relato lineal y simplista,
explica y conduce, brinda la razón y la causa de todos los enigmas y misterios. Nada queda sin explicar. Estos conocimientos no Han asequibles
directamente, una mediación es necesaria y esa mediación es la interpretación. Hay un texto y está la interpretación. Y hay personas consagradas que poseen el don de la interpretación y lo transmiten a la
asamblea que la recibe con fe. Desde la perspectiva psicoanalítica nos
enfrentamos con la asimetría esencial entre el texto y la interpretación.
Ésta es la condición de lo que se llama lectura o, a veces, esquema referencial. El dato de que no hay homologación posible entre un texto o
discurso y su interpretación es un hecho clínico que condujo a Freud a
formular la hipótesis de la doble inscripción.
La interpretación psicoanalítica no implica determinar la sustancia de
algo, ni atrapar la cosa en sí que es inasible. Es más bien la determinación de lo que ese algo nos significa.
Cuando se sustituye la escucha por un esquema referencial determinado, cuando se traduce cada fragmento de discurso a través de una
interpretación, la analogía con un acto religioso es sorprendente. La experiencia analítica es concebida entonces como el lugar donde como en
una maravillosa epifanía emergen la causa y la razón.
Hay ocasiones en que ese lugar de Ideal-Dios puede ser ocupado por
el analista, asunto planteado controversialmente por Freud en El yo y
el ello. Cuando en la tarea clínica emerge la reacción terapéutica negativa, quizá la más poderosa manifestación de lo inconsciente, el poder
que le otorga investirse de Ideal es el único que podría revertir el
drama que librado a su destino desemboca en la tragedia.
La creencia en su emergencia fenoménica nada nos dice si no nos remontamos a sus raíces inconscientes, a través de todas las mediaciones
arriba propuestas. En su fenomenología pertenece al sistema del yo. Ya
en el manuscrito N de la carta 64 a Fliess se hace un primer ensayo
metapsicológico de este concepto, en relación con la duda y la represión.
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La idea que surge es la de la imposibilidad del análisis de la creencia
(fe, creencia en) religiosa en tanto tal.
La creencia no es una categoría de la teoría psicoanalítica aunque se
la halle, como ha sido descrito, en los distintos ítemes considerados, pero
necesita un empalme categorial con el concepto de la convicción.
Tampoco se la puede considerar un concepto clínico per se, pues la misma idea podría conducir a prejuicios interpretativos, despertando la
tentación de Dios, venero de toda causa y razón.
Como broche de este intento de demostrar el anudamiento profundo
entre el psicoanálisis y la religión, propongo como acertijo la siguiente
definición: "Es aquello que no puede expresarse en palabras pero que
es la condición por la cual las palabras son habladas".
¿Es ésta la definición del inconsciente?
No.
Es cómo se le "revela" a un hindú la experiencia de Brahma.
Resumen
A partir de un pequeño artículo de Freud, "Una vivencia religiosa"," se desarrolla el
tema de la creencia religiosa para desembocar luego en el tema de la creencia en general. Se la vincula, por un lado, a la duda y a la represión," Por el otro, se la articula
con la fe, la convicción, los delirios, las fantasías primordiales, las teorías sexuales
infantiles y los sueños. Se realiza también un análisis de la idea de Dios y sus bases
antropológicas, míticas e inconscientes.
DSSCRIPTORB8: RELIGIÓN
/ CREENCIA / FE / DELIRIO / DIOS / PROTOFANTASÍAS
Summary
.REIJGIOUS BBIJEF AND NON-BBLIEF
On the basis of a brief article by Freud, "A religious experience"," the author deals
with religious belief and the question of belief in general. Belief is here associated
with doubt and repression" on the one hand, and on the other hand, with faith,
conviction, deliria, primal phantasies, theories of infant sexuality and dreams. Also,
the author analyzes the idea of God, and its anthropological mythical and unconscious
foundations.
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Adolfo Benjamín
Bibliogratla
1. Armstrong, Karen: A History of God. Alfred A. Knopf, Nueva York, 1993.
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23. -- (1939 [1934)): Moisés y la religión monoteista. A. E., XXIII.
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27. Goux, Joseph: El inconsciente freudiano y la revolución iconoclasta. Cuadernos
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Buenos Aires, 1993.
30. Scholem, Gershom: Las grandes tendencias de la mtstica fudta. FCE, Buenos Aires,
1993.
31. Pinkler, Leandro: (comunicación personal).
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