El Corazón que Anhela Complacer al Señor Nancy Taylor Warner Frecuentemente la vida de David ha desafiado mi vida – un varón conforme al corazón de Dios! En otras palabras, existía algo dentro de la fibra de su ser que complacía al Señor. “...He hallado a David, hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón, quien hará todo lo que yo quiero.” Hechos 13:22 Al leer los Salmos se hace evidente que al buscar David al Señor en las diferentes circunstancias de su vida, las palabras que fluían de su corazón iban mas allá de sus situaciones y emociones, hacia una identificación con el Señor, expresando en forma profética la misma vida de Cristo. (Ver Hechos 2:25). Desde ese lugar de identificación con el corazón de Dios, el Señor pudo ir más allá en su revelación a través de David, moviéndose no tan solo en su vida para cumplir su voluntad, sino también en su pueblo. Si bien el favor del Señor estaba con David, su vida no fué siempre fácil, conoció la indiferencia, el rechazo, la soledad y la traición. Varón guerrero, con corazón de veneración. La fé de David incluía la tenacidad para permanecer firme ante los diferentes desafíos. De su harpa fluían diversos himnos, mientras cantaba en la presencia del Señor...canciones de amor, de confianza, de arrepentimiento, de absoluta fidelidad. La disposición del espíritu de David agradó al Señor. Cuando el Señor rechazó a Saúl como rey por su desobediencia, le envió el siguiente mensaje por medio de Samuel: “Mas ahora tu reino no será duradero. Jehová se ha buscado un varón conforme a su corazón, al cual Jehová ha designado para que sea príncipe sobre su pueblo, por cuanto tú no has guardado lo que Jehová te mandó.” 1 Samuel 13:14 Más tarde, el Señor envió a Samuel a la casa de Isaí para ungir al nuevo rey. El hijo menor, David, nisiquiera fué invitado cuando su padre trajo a sus hermanos mayores para presentárselos al profeta Samuel. Tal acción no 2 obstaculizó al Señor ni le impidió a David que recibiera lo que el Señor le tenía deparado. Afortunadamente el profeta Samuel conociá al Señor y era guiado por Su Espíritu. De niño, le habían traído al templo en donde lo dedicaron al Señor. La primera vez que el Señor le habló le dió un mensaje difícil de compartir, mas cuando Elí le preguntó qué le había dicho el Señor, él le contó todo lo que el Señor le había comunicado. (ver 1 Sam. 3:18). Desde ese momento en su niñéz Samuel creció hasta convertirse en uno de los más grandes profetas en todo Israel. La Palabra nos dice que ninguna de sus palabras cayó a tierra. (ver 1 Sam. 3:19) El Señor le dijo a Samuel que dejara de lamentarse por Saúl, pues le había desobedecido y que se fuera a la casa de Isaí, en donde tenía que derramar el aceite de su cuerno sobre lo que Dios aún estaba por hacer. “Dijo Jehová a Samuel: Hasta cuando llorarás a Saúl, habiéndolo yo desechado para que no reine sobre Israel? Llena tu cuerno de aceite y ven, te enviaré a Isaí de Belén, porque de sus hijos me he provisto de rey.” 1 Samuel 16:1 Samuel, conociendo la voz del Señor y teniendo la seguridad de que estaba en el momento preciso, a la hora indicada y haciendo lo que tenía que hacer, creyó saber a quién había escogido el Señor cuando vió a los hijos de Isaí. Ciertamente, se dijo así mismo, es Eliab quién está delante de mí, pues tiene buena estatura y es bien parecido. “Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre, pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.” 1 Samuel 16:7 Afortunadamente Samuel no actuó según lo que tenía pensado, mas acató la voz del Señor cuando le dijo no, no es Eliab, ni ninguno de ellos. Sabiendo que el Señor le había enviado a ungir a alguien, y que no era ninguno de los hijos presentes, desconcertado le preguntó a Isaí si tenía otro hijo. Isaí hizo traer a su hijo menor, David, quien se encontraba fuera en el campo apacentando las ovejas. Rápidamente lo trajeron adonde se encontraba 3 Samuel y el Señor le dijo: Este es mi ungido! Así que Samuel tomó su cuerno lleno de aceite y lo vertió sobre la cabeza de David. (En cuanto a la elección de Dios, vemos que en 1 Samuel 17:26-28, Eliab se burló, mas David tenía puesta su fé en su Señor cuando Goliat desafiaba a Israel!) Más tarde, cuando un espíritu maligno atormentaba a Saúl, trajeron a David al palacio, y mientras le ministraba al Señor con su arpa, Saúl encontraba consuelo. Aún así, los celos se apoderaron del corazón del rey y le lanzó a David su jabalina. Estos mismos celos hicieron que deseara matarlo y David terminó huyendo y escondiéndose para preservar su vida. El hecho de que David valoraba en gran manera la unción se hizo evidente cuando rehusó tomar cualquier tipo de represalia contra Saúl, reconociendo que este había sido ungido como rey en Israel. David simplemente permaneció ocultado esperando con toda confianza en la intervención de Dios. “Y dijo a sus hombres: Jehová me guarde de hacer tal cosa contra mi señor, el ungido de Jehová, que yo extienda mi mano contra él; porque es el ungido de Jehová.” 1 Samuel 24:6 Esta gran confianza en Dios también se puede observar cuando su hijo Absalón intentó usurparle el trono. Siempre se mantuvo firme en su amor hacia su hijo! “Entonces el rey se turbó, y subió a la sala de la puerta, y lloró; y yendo, decía así: ¡Hijo mío Absalón, hijo mío, hijo mío Absalón! ¡Quién me diera que muriera yo en lugar de ti, Absalón, hijo mío, hijo mío! 2 Samuel 18:33 Cuando Simei, uno de los participantes en la rebelión de Absalón, arrojaba piedras contra David, él rehusó detenerlo pues tanto veía a Dios en su vida que prefirió confiar en el Señor antes que defenderse. “Quizá mirará Jehová mi aflicción, y me dará Jehová bien por sus maldiciones de hoy.” 2 Samuel 16:12 4 David estaba lejos de ser perfecto, mas cuando pecó se arrepintió de todo corazón, permitiéndole así al Señor que lidiara con él, nuevamente arrojándose en las manos de su Dios. “Oh Jehová, te ruego que quites el pecado de tu siervo, porque yo he hecho muy neciamente...en grande angustia estoy; caigamos ahora en mano de Jehová, porque sus misericordias son muchas, mas no caiga yo en manos de hombres.” 2 Samuel 24: 10, 14 Dos veces las Escrituras se refieren a David como un varón según el corazón de Dios. Más tarde, cuando sus descendientes oraban según las promesas que Dios le había hecho a David, vale la pena destacar que nunca mencionaron sus faltas. Hablaron de él únicamente como Dios lo veía y oraban según lo que el Señor le había prometido, creyendo ser participantes de esas mismas bendiciones. “Ahora, pues, Jehová Dios de Israel, cumple a tu siervo David mi padre lo que le prometiste.” 2 Crónicas 6:16 Quizás nunca nos arrojen una jabalina, mas la vida nos presenta oportunidades para poder elegir. Cuando somos probados, el Señor desarrolla en nosotros una confianza profunda en El, si estamos dispuestos a buscarle en nuestras circunstancias, como hizo David, manteniendo en nuestros corazones la actitud correcta hacia El. Si buscamos lo que Su Corazón anhela, deseando que El encuentre expresión en nosotros, entonces El Señor nos traerá a tal identificación con su corazón que logre tocar a diferentes personas en diferentes situaciones en la época y mundo en que vivimos. Durante los períodos en que somos sometidos a las pruebas, continuemos amando a los demás, valorando grandemente la unción en nuestras propias vidas y en las de los demás. Permitamos que el amor y valor que colocamos en la unción gobiernen nuestras palabras y nuestras decisiones, ya que ese amor y valor hacia la unción mantienen nuestros corazones abiertos para participar en las bendiciones de Dios, prometidas a aquellos que han partido con anterioridad a nosotros, como también a las promesas que Dios nos haga hoy día. Aunque las circunstancias sean diferentes, este es el trabajo que el Señor hace, no solo en la vida de David, mas en un pueblo hoy día, a medida que 5 El le prepara para confiarle y usarle con su Gloria postrera. Un pueblo cuya confianza está en su Dios, un pueblo que anhela hacer en su corazón lo que es correcto ante su Dios. Un pueblo que llevá en sí el mismo corazón de Dios. Un pueblo en el cual El puede confiar porque camina con autoridad pues está sujeto a Su Autoridad. Un pueblo que no está sujeto a las circunstancias, mas las circunstancias les están sujetas puesto que su confianza está en Su Señor. Simplemente caminan día tras día, esmerándose por hacer lo correcto en sus corazones ante El, y con tal disposición Dios se puede mover en ellos y a través de ellos. El deseo de David era mantener su corazón haciendo lo que era correcto ante su Señor y vivir en comunión con El. Hagamos que el siguiente Salmo se convierta en la oración y deseo ardiente en nuestras vidas: “Una cosa he demandado a Jehová, esta buscaré; Que esté yo en la casa de Jehová todos los diás de mi vida, para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo.” Salmo 27:4