Ganador del Reconocimiento al Mérito Estatal de Investigación 2014 en la Subcategoría de Divulgación y Vinculación George Cuvier: sus contribuciones a la anatomía comparada y la paleontología C uvier fue uno de los naturalistas más importantes del siglo XIX, sin su trabajo en el Museo Historia Natural de París no puede concebirse el desarrollo de la anatomía comprada animal como una de las herramientas principales para entender las correlaciones en la estructura de los organismos y las características compartidas entre ellos, a la vez que fomentó el desarrollo de la paleontología de los vertebrados y verlos en una perspectiva histórica, al mostrar su cambios en el tiempo, que también le permitió establecer la extinción de las especies, como un hecho que se presentaba en la naturaleza, sin embargo siempre estuvo en desacuerdo con las ideas evolucionistas. Sus escritos contienen la revisión de varios grupos animales actuales y extintos, mismos que siguen vigentes y se han convertido en clásicos. Aquí unas breves notas sobre las contribuciones de este personaje, incluyendo su relación con México, vía los ejemplares que recibió de Alejando de Humboldt. Rasgos biográficos de Cuvier Cuvier nació el 23 de agosto de 1769, en Montbéliard, En una comunidad de habla francesa en las montañas del Jura, en la actual frontera franco-suiza pero que ese momento no estaba bajo jurisdicción francesa. Entre 1784 y 1788 estudió en la Academia de Carolina en Stuttgart, Alemania, para luego servir de tutor en una familia noble, en Normandía, labor que lo mantuvo alejado de la violencia de la Revolución Francesa; luego ocupó un puesto en el gobierno local y comenzó a ganar reputación como un naturalista. En 1794, Cuvier es contactado mediante correo por Geoffroy Saint-Hilaire, quien se desempeñaba como uno de los doce profesores del Museo Nacional de Historia Natural de París ocupando la cátedra de zoología y luego nombrado Director del mismo, mediante la correspondencia establecen una relación amistosa y académica, la que fructifica en un escrito sobre la clasificación de los mamíferos, basado en un método propuesto por Cuvier. En 1795 Saint-Hilaire lo invita a trasladarse a Paris, donde es nombrado Caricatura de Cuvier haciendo una demostración pública Eduardo Corona-M ayudante y luego profesor de anatomía animal en el Museo Nacional de Historia Natural. Es interesante hacer notar que Cuvier fue tuvo una gran habilidad para las relaciones públicas con el gobierno y preservar su puesto de profesor, así sobrevivió a los gobiernos revolucionarios y sus frecuentes luchas internas que llevaron a algunos integrantes del museo a juicios, luego con la llegada de Napoleón al poder obtuvo varios cargos públicos, entre ellos el de inspector general de la educación pública y el de Consejero de Estado, puesto que mantuvo en la ulterior monarquía francesa, sirviendo a tres reyes sucesivos, que le otorgaron títulos nobiliarios (Barón y Caballero) y el de Par, que es un título dignatario, equivalente a familiar de la Corona. Es resumen, logró la hazaña casi increíble de servir bajo tres diferentes y opuestos gobiernos franceses y morir en su cama el 13 de mayo de 1832. Sin embargo, esa habilidad no la mostró con sus colegas en el Museo, donde fueron famosas sus disputas con el mismo Geoffroy Saint-Hilaire y con JeanBaptiste Lamarck. Eso no resta su enérgica e incesante actividad científica. El organismo como unidad integral de forma y función Cuvier vio a los organismos como totalidades integradas, en las que la forma y la función de cada parte se integran en todo el cuerpo, a lo que denominó el principio de correlación de los órganos, donde consideraba que:”Todo ser Portada libro de Cuvier 660 organizado forma un conjunto, un sistema único y cerrado, cuyas partes se corresponden mutuamente y concurren en la misma acción definitiva por una reacción recíproca. Ninguna de estas partes puede cambiar sin que las otras cambien también y en consecuencia, cada una de ellas, tomada por separado, indica y proporciona todas las demás”. El ejemplo que Cuvier usa para ilustrar este principio teórico es el de que si los intestinos de un animal están organizados para digerir carne, le son precisos también dientes y mandíbulas para devorar sus presas, garras para capturarlas, un sistema locomotor que le permita cazarlas e incluso instintos que le provean con los comportamientos de un predador. De tal suerte que: “... Los componentes de cada uno deben estar dispuestos de modo de hacer posible todo el ser vivo, no sólo con respecto a sí mismo, sino a sus relaciones de los alrededores, y el análisis de estas condiciones conduce con frecuencia a las leyes generales, como demostrable como las que se derivan de cálculo o experimento”. Es famosa la anécdota donde un estudiante vestido como un diablo lo intentó asustar de noche gritando que se lo iba a comer, pero al verlo lo recorrió de arriba abajo con la mirada y le espetó: “llevas cuernos y pezuñas por tanto eres un herbívoro y no me puede comer”, para luego retirarse a sus aposentos a dormir. Esta correlación entre las partes del organismo y la estrecha relación entre forma y función configuraban al organismo como un tipo inmutable, por lo que cualquier mínimo cambio que se diera afectaba la anatomía del organismo y lo hacía incapaz dc sobrevivir, es por ello que la evolución orgánica no le parecía una idea factible. A partir de esta integración funcional de los organismos estableció una clasificación de los animales en cuatro planes estructurales básicos: Los vertebrados, que poseían columna vertebral; los articulados, donde incluía insectos, artrópodos y gusanos segmentados; los moluscos, que en ese momento s e entendían como todos los demás invertebrados blandos que tenían una simetría bilateral), y los radiados, donde agrupaba a los invertebrados con una simetría radial, como las estrellas de mar y las medusas. Para Cuvier, estos planes estructurales eran totalmente diferentes el uno del otro y no podían ser conectados por alguna transformación evolutiva, por tanto si se encontraba alguna similitud esta se debía a que los organismos tenían una función común. Es decir que la función determinaba la forma y no al contrario. Con el tiempo y la predominancia de las ideas evolutivas hasta la formulación Estudios anatómicos de Cuvier domingo 8 de febrero de 2015 Cefalópodo en obra de Cuvier de la teoría de Carlos Darwin, estas afirmaciones fueron desechadas. Cuvier estableció otro principio al que denominó “subordinación de caracteres”, donde señalaba que las partes del cuerpo más importantes para la clasificación son las que están menos modificadas por adaptaciones a los modos de vida. Para determinar estas modificaciones entonces debía hacerse un estudio comparativo del mismo órgano en diferentes especies, que debían hacerse de forma minuciosa, como lo demostró en su obra lecciones de Anatomía comparada que abarca cinco volúmenes, que cubre desde los esqueletos y los músculos, sistemas digestivos, nerviosos y aparatos circulatorios, dibujados y explicados al mínimo detalle. La paleontología y el diluvio Se ha documentado claramente que desde las primeras sociedades se conocen los fósiles, pero no siempre han sido asociados a organismos. Esto se conoce apenas desde el siglo XIX. Algunos los veían como formas caprichosas de la naturaleza, en el caso de megafauna los hallazgos se anunciaban como gigantes del pasado y de hecho derivaron teorías como la Gigantología. Un elemento central que dominaba estas discusiones era partir de la afirmación bíblica de que había existido el diluvio universal, por tanto estos gigantes u organismos habían pertenecido a una época anterior, de donde deriva el término “antediluviano”, previo al diluvio, para denotar la antigüedad. Como parte de estos debates entraba una consideración teológica, si los fósiles son restos de organismos y estos eran parte de un plan divino, entonces el creador no podía desaparecerlos, por tanto podían ser organismos vivos en regiones todavía desconocidas. A lo anterior se suma el hecho de la mayoría de las veces, los fósiles son materiales fragmentarios de un organismo, lo que dificultaba su reconocimiento. A veces se tenía certeza sobre la pieza anatómica que se consideraba, pero no se podía saber a qué organismo pertenecía. Portada libro Cuvier domingo 8 de febrero de 2015 Para Cuvier el estudio de esos fragmentos mediante la anatomía comparada y aplicación de sus principios debía funcionar como un elemento predictivo, es decir a partir de un elemento fragmentario podía reconocer primero la parte anatómica y luego reconstituir un animal en su conjunto, con lo cual se podrán derivar conocimientos acerca del tamaño, el tipo de dieta y el medio que habitaba. Con ese conocimiento logró reconstrucciones muy precisas de organismos fósiles, como se mostrará en unos ejemplos más adelante Una de las contribuciones, además de la reconstrucción de organismos fósiles, fue el hecho de establecer que muchos de ellos se habían extinguido totalmente y que habían vivido en el pasado, pero el tema era como explicar ese pasado y referirse a la antigüedad de la tierra y al diluvio universal, sin provocar el poder político de la religión. El interés por conocer la antigüedad de la Tierra había sido tema de debate entre diversos naturalistas y varios de ellos habían sido reconvenidos o castigados por las autoridades religiosas y políticas al poner en duda la interpretación bíblica, no lejano se encontraba el caso de otro profesor del Museo Nacional de Historia Natural de Paris, Buffon, que había postulado mediante experimentación una antigüedad de decenas de miles de años y que estuvo bajo discusión con diversas instancias por ello. Cuvier postuló que la Tierra era inmensamente antigua, y que la mayor parte de sus condiciones había sido similares a las de la actualidad. Sin embargo, existieron “revoluciones” periódicas, o catástrofes, palabra que trataba de evitar por sus posibles connotaciones sobrenaturales, que habían acabado con un cierto número de especies. Estas “revoluciones” eran eventos naturales y cíclicos que tenían causas geológicas y que incluían inundaciones, sin embargo no identificó explícitamente ninguna de estas “revoluciones” con acontecimientos bíblicos o históricos. Posteriormente se demostró que los depósitos por inundaciones se habían formado por el deshielo de los glaciares. Otros debates posteriores demostraron que tales fenómenos cíclicos no existieron como tales, aunque si algunos fenómenos catastróficos han cambiado radicalmente la vida en la tierra, como es el caso de la extinción masiva del Cretácico-Terciario, donde prácticamente desaparecen los dinosaurios, debido al choque de un meteorito en el área de la actual Península de Yucatán. El animal del Paraguay Uno de los primeros casos paleontológicos que abordó Cuvier, y el cual también estuvo rodeado de intrigas y polémicas, fue el de un gran esqueleto completo descubierto en 1787 en Luján, territorio de la actual Argentina por el dominico Manuel Torres. Se excavó el ejemplar y se dibujo en la posición en que fue hallado. Los restos se enviaron a Buenos Aires, donde fue montado y dibujado nuevamente. El virrey considerar que sería un ejemplar digno del Gabinete de Historia Natural en Madrid, por lo que dispuso su envío en siete cajones, acompañados de las notas y dibujos. El esqueleto fue cuidadosamente montado tratando de representar una pose natural, y además fue descrito y dibujado por Juan Bautista Bru, naturalista del Gabinete, pero que no publicó su obra. En las notas muestra con detalle las piezas que estudia y su comparación con los esqueletos de elefante, rinoceronte, caballo, considerando las diversas secciones del cuerpo, sin embargo solo llega a plantear que es un esqueleto único en su especie y no conoce otro organismo que se le parezca. Si bien la historia es larga y donde diversos personajes norteamericanos, daneses, alemanes, ingleses y, por supuesto, franceses, obtienen de diversas maneras copias de las planchas y las notas de Bru, para ser enviados a sus respectivos países y naturalistas. Es mediante alguna de estas tramas, que ha sido documentada ampliamente por los historiadores españoles José María López Piñero y Francisco Pelayo, que a fines de 1795 son enviadas las láminas al Instituto de Francia donde se le encarga a Cuvier el estudio de las mismas. En 1796 presenta su informe, donde con base a la forma del hocico, algunos rasgos craneales y la forma de los miembros, consideraba que era una especie más cercana a los perezosos que a los osos hormigueros, proponiendo un nuevo género: Megatherium (el gran animal) y estableciéndolo como especie fósil. Una cuestión a destacar es que Cuvier siempre reconoció el trabajo de Bru y elogio su dedicación y detalle, sin embargo otros vieron una especie de plagio. Tan no fue así, que cuando la publicación de Cuvier comenzó a circular ampliamente en el mundo académico europeo, llego a manos de José Garriga, colaborador del Gabinete, quién al reconocer las láminas de Bru, decidió promover la publicación de las láminas originales, y una traducción del trabajo de Cuvier. En 1804, Cuvier solicita a Aimée Bonpland, el compañero de Humboldt durante su viaje a América, que haga una traducción de la obra de Bru que usará en dos escritos posteriores. El ejemplar de megaterio a la fecha sigue en exhibición en el actual Museo de Historia Natural en Madrid. Las aves momificadas de Egipto. El primer estudio de fauna arqueológica. Además de los intensos intercambios científicos con sus pares de otros países europeos o americanos, otra forma que se generalizó para obtener ejemplares de estudio fueron las compras a coleccionistas y las operaciones militares, mismas Lámina original del Megaterio elaborada por J. B. Bru. 660 Lámina de la Memoria sobre los Ibis de Cuvier, donde se muestran las momias con restos animales que eran acompañadas por una numerosa expedición de científicos, ilustradores y ayudantes para obtener la mayor cantidad de materiales de estudio y que eran trasladados a Paris. La campaña napoleónica en Egipto fue una de ellas, fue así como se obtuvieron diversas momias humanas y animales, además de objetos culturales diversos, varios de ellos todavía expuestos. Entre las momias animales se encontraban varias de aves, pero algunas en particular representaban un problema para los naturalistas. Cabe destacar que ejemplares de momias animales egipcias se conocían desde el siglo XVI y ya habían tratado de ser identificadas por las eminencias de cada época, como Belon, Linneo y Buffon, pero no llegaban a un acuerdo certero, bajo el nombre de Ibis egipcio se habían identificado garzas, cigüeñas, zarapitos, u otras aves acuáticas similares. Cuvier en 1801 decidió aplicar su método de anatomía comparada y llegó a la conclusión de que eran erróneas las anteriores determinaciones que ubicaban al ibis egipcio en el género Tantalus , sino que este pertenecía a otro género muy diferente y constituía una especie nueva a la que denominó Numenius ibis . Esto lo llevó a considerar que el sistema de la clasificación biológica elaborada por Carlos Linneo debía ser revisado para que sus contribuciones fuesen incorporadas. En esta experiencia de Cuvier cabe destacar que traslada su experiencia de estudiar animales de procedencia natural o de organismos fósiles a unos que provienen de un contexto arqueológico y forman parte de una representación cultural, lo que demuestra que sus principios de anatomía comparada tiene validez universal. Por otro lado recurre a una diversidad de fuentes para allegarse de información, ya que revisa ejemplares tanto de las colecciones del propio Museo como de otros lugares, con ello obtiene una serie de medidas corporales con los que refuerza su argumento comparativo. También recurre a fuentes históricas como representaciones pictóricas y textos egipcios antiguos. Este método de trabajo es radicalmente diferente a los trabajos naturalistas tradicionales donde se compilaba la información de forma enciclopédica, Cuvier conjunta gran cantidad de información para resolver un problema. En realidad, como lo he demostrado antes, este es uno de los primeros trabajos donde se comienzan a analizar las interacciones entre el humano y la fauna, y en él se demuestra que la precisión en la identificación biológica de los ejemplares es un elemento central para derivar el proceso cultural. Esta perspectiva del estudio de Cuvier es poco conocido en la arqueología y la arqueozoología, y todavía en fechas reciente se sigue documentando que los primeros estudios de este tipo fueron efectuados por el veterinario suizo Ludwig Rütimeyer a mediados del siglo XIX, sin embargo con estos datos se queda claro que Cuvier desde medio siglo antes ya había puesto las bases de un método que a la fecha se sigue utilizando. Posteriormente, su afirmación de que los ibis egipcios eran una especie nueva no se preservó, pues hoy se reconocen dos especies el ibis hadada y el ibis sagrado, esta última extirpada de las riberas del Nilo desde hace un siglo, aunque en fechas recientes se considera que es una especie invasora en Europa. En su descargo, se puede señalar que la taxonomía de las aves acuáticas tiene una historia larga y compleja, y no ha sido fácil de desentrañar. Los ajolotes de México viajan a Paris Los ajolotes del género Ambystoma son un grupo de salamandras que se distribuyen desde el sur de Canadá hasta el Eje Neovolcánico, con 30 especies 660 domingo 8 de febrero de 2015 conocidas, de las que 15 se encuentran en cuerpos de agua del centro de México y la mayoría se consideran endémicas para el país. Hay cierta confusión entre la denominación científica y el nombre común, ya que algunos investigadores asignan el nombre común ajolote sólo a la especie de Xochimilco ( Ambystoma mexicanum ), mientras que otros asignan el nombre a todos los ejemplares de Ambystoma . La mayoría tiene fases larvarias acuáticas y los adultos son terrestres con pulmones, mientras que otros alcanzan la madurez sexual reteniendo características larvarias acuáticas, como las branquias externas, a lo que se le denomina fase neoténica. Sus colores son diversos desde café, negro, verde, manchados, amarillos, rosados y algunos albinos. Los ajolotes eran bien conocidos por las culturas prehispánicas tanto del centro de México como los purépechas, eran recurso alimentario y simbólico, principalmente. Las supuestas propiedades curativas así como el creciente deterioro de los cuerpos de agua, los han llevado al borde de la extinción, y en varios casos se sospecha plenamente de su extinción. Las primeras referencias publicadas se encuentran en los escritos científicos novohispanos, como son los de Francisco Hernández, Fray Bernardino de Sahagún y Francisco Ximénez, lo que comenzó a despertar el interés de los naturalistas europeos. Ya en el siglo XVIII Antonio Álzate documenta las propiedades curativas de estos organismos. Ya a principios del siglo XIX cuando Humboldt recorre el país, los observa y se muestra curioso por estos animales, logra obtener dos ejemplares, mismos que traslada a París y se los entrega a Cuvier para su estudio, aunque el también publica sus observaciones. Nuevamente, Cuvier aplica sus principios anatómicos y los describe, quedando sorprendido por la presencia de las tres branquias externas que atribuye correctamente a la forma larvaria de una salamandra acuática. En tal sentido, ratifica lo que habían publicado otros naturalistas, incluido Humboldt que se podía denominar como Sirenodon , que fue el nombre científico asignado originalmente. Posteriormente en 1863, en el período de la invasión francesa y la presencia de la Comisión Científica, 34 ejemplares más fueron trasladados a Paris y entregados a Auguste Duméril, de ellos al parece, sobreviven cinco machos y una hembra, mismos que logra reproducirse en grandes cantidades, lo que permitió que varios de ellos fueran enviados a otros museos europeos. Este es el origen de los estudios que publican tanto Duméril en 1866, como los Marie von Chauvin (1876) en Alemania. Mismos que sirvieron de base al pintor y científico mexicano José María Velasco, para desarrollar un amplio estudio sobre los ajolotes, que fue una publicación científica altamente reconocida, ya que es la primera vez que se hace la descripción del ciclo de vida de los ajolotes en su medio natural, puesto que las otras descripciones habían sido de organismos en cautiverio. Para leer más: Buffetaut, Eric. 1993. Fósiles y hombres . RBA Editores, Barcelona. Corona-M. E. Recordando a José María Velasco, pintor y científico mexicano. Supl. Cult. Tlacuache , 541:1 Pelayo, Francisco. 1996. Del Diluvio al Megaterio . Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid. Lamina sobre el estudio de los ibis egipcios, arriba una representación egipcia antigua, abajo el de la momia del ibis, para mostrar la similitud Lámina comparando un ejemplar de momia (izquierda) y un ejemplar actual (derecha) del ibis egipcio Lamina del estudio de Jose María Velasco sobre los ajolotes Órgano de difusión de la comunidad de la Delegación INAH Morelos Consejo Editorial Eduardo Corona Martínez Israel Lazcarro Salgado Luis Miguel Morayta Mendoza Raúl Francisco González Quezada Giselle Canto Aguilar www.morelos.inah.gob.mx Coordinación editorial de este número: Eduardo Corona Martínez Formación: Joanna Morayta Konieczna El contenido de los artículos es responsabilidad exclusiva de sus autores