14/1953

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IY,ADRID
^eUhaERQ ^^f-53 H
^ULfO 1953
HIGIENE DE LA GESTACION
EN LA VACA Y LA YEGUA
Por FELIX PEREZ Y PEREZ
Profesor dela FacuEtad de Veterineria de Madrid.
Frc^i°i <^a>ir^inn.^. ^,^ii .Mr ra^^l
En toda explotación pecuaria, la higiene tiene importancia fundamental para la salud del ganado y
para su máxima producción.
Alimentación y alojamiento son las bases funda^nentales (1), pero existen otros aspectos de gran trascendencia también, como son los relativos a la reproducción y selección.
En otras HOJAS nos hemos ocupado de "La mont,a en el ganado caballar y asnal^ (núm. 10-53) y del
"Celo y monta de la vaca" (núm. 16-53). Los cuidados higiénicos allí recomendados tienen su lógico
complemento en los que aquí da el Profesor de la Facultad :de Veterinaria de Madrid, D. Félix Pérez sobre
la gestación en las hembras del ganado mayor.
J. DEL C.
(i) Recomendamos las obras recientemente publicadas en la Co1^°cción Agrícola Salvat: "Alojamientos para el ganado", del Ingeniero Agrcínomo D. Santiago Matallana, e"Higiene pecuaria", del
Doctor en Veterinaria D. Alberto Falcioni.
HIGIENE DE LA GESTACION EN LA VACA Y LA YEGUA
El curso de la gestación en las grandes hembr as domésticas no requiere, por lo general, cuidados especiales, puesto
que sobraclamente es conocido por los ganaderos el hecho de
que, tanto la vaca como la yegua y asna, llevan a términ^ su
gestación en muchos casos sin complicación alguna. Por otra
parte, es también conocido entre los ganaderos el elevado
porcentaje de abortos que, en una y otra especie, se presentan independientemente de causas infecto-contagiosas, debido a circunstancias accidentales muy diversas. Por ello es
interesante conocer ]as circunstancias que, predisponen unas
veces o que determinan otras, el referido "aborto esporádico".
ftégimen alimenticio.
Uno cle los aspectos que más se han descuidado en la higiene de la gestación ha sido, a nuestro entender, la alimAntación; durante la primera mitad de la misma, es evidente
que estas hembras aumentan en capacidad asimilativa y cligestiva, determinanclo una mejora en su aspecto general
como es el aumento de peso, etc. Los ganaderos, por la razón señalada, en algunos casós clisminuyen la ración a estas hembras por debajo, no ya de la ración de sostenimiento,
que de todos modos sería insuficiente, sino más allá de ésta,
con lo que comprometen la salud de aquéllas, quiei^les de una.
manera precaria mantienen en el claustro materno el producto de la concepción hasta que aquél reclama, en virtud
de su creciente desarrollo, que no puede frenarse, mayor cantidad de sustancias nutritivas que, al no podérselas suministrar la madre, terminan en la detención de aquel desarrollo,
provocando (por mecanismos cuya patogenia no corresponde
e^plicar en este tipo de publicacionesl, el aborto, o el parto
prematuro.
Modernamente se ha demostrado que muchos casos de
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infecundidad ^en la yegua y también en la vaca, especialmente cuando aquéllas se encuentran en lactación, obedecen a la
resabsorción del óvulo fecundado (nuevo ser al comienzo del
clesenvolvimiento); este ^enómeno da lugar a un cuadro mu^^
conocido para los ganaderos, que se caracteriza porque las
hembras aparentemente, y realmente en la mayoría d^e los casos sexualmente sanas, vuelven a presentar celos después cle
los dos, tres o cuatro meses de haberse interrttmpido el ciclo
sexua.l, e incluso de haberse diagnosticado la gestación, y sin
que en ninguno de los casos se hayan visto los menores síntoma^; de aborto.
Si. es muy importante el factor alimentación en el desarrollo de los primeros estadios de huevo fecundado, no es
menos interesante en el desenvolvimiento po ^ terior o fetal
de lo^^ últimos tiempos de la gestación; a partir ^cíe la segunda mitad de aquélla, las hembras necesitan no solamente qtte
se les aumente la ración sobre la base de conservación, .a fin
cie que la madre tenga a disposición cíel feto el material nuiritivo exigido para su completo desarrollo, sino que, cuando
la gestación coincide con la lactación, fenómeno frecuente
en la vaca y en la yegua, se deberán aumentar la ración de
producción láctea, hacia los seis meses de gestación. En la
vaca, este aumento será del orden cle una unidad alimenticia
para i^a vaca, ^y ^de uno a uno y medio kilogramos de pienso
concentrado (granos) para la yegua.
Parece^ ser que la g^estación se defiencle muy bien en los
ítltimos tiempos de su curso, y de aquí la rareza con que sc
presentan en esta época los abortos; sin embargo, las mismas
causas llegan a motivar considerable número de partos prematuros (»artos adelantados o anteriores a la fecha normal
del miamo): En estos partos, que suelen tener lugar de una
tnanera rápida y sin dificttltad para la madre, los recién naci^dos 1legan al mundo exterior débiles, sin fuerzas, hasta tal
extrenno qtte, en un ^}o por too de los casos, mueren en fecha
próxir.na ; este accidente está relacionado íntimamente con el
tiempo de adelanto en que tuvo lugar el parto prematuro.
La alimentación de las ihembras gestantes ha de ser adecuada, por tanto, en cantidad, calidad de los alimentos y na-
-5tttl aleZa de lOS IIIISnlos. 50171"e tod0 en la5 gestaClonf'.S aV'an-
zadas debe Inirarse el tactor cantidad (^•olumen) cle los alimentos injeridos; no resultan en ningítn caso adecuadas las
raciones voluminosas que, a base de alimentos poco nutritivos, se administran en cantidades tales, COTl la pretensión clr.
suplir la caliclad por la canticlad (paja, heno, etc.).
Fl volumeu que en estas circunstancias adquiere la panza (vaca), o cl estómago e intestinos (yegu^t y asna), llegan a
comprimir a la matriz llena, diiicult<Lndo los nl^^^imient^»
^Jel feto clentro de aquélla, pudiendo esta circunstan^cia ser
causa de partos ditíciles (distócicos), al no poderse cambiar
1<^ "posición de gestación" por la "posición de parto" ; en
otros casos, la repleción excesiva de aquellos órganos dig-esti^-osx en virtud de las relaciones de ^•ecindad y contacto que
s^ establecen con la matriz, ocurre due los movimientos de
la rumia y digestióil incitan unas ceces y arrastran otras a
la matriz hacia unos movimientos idénticos a aquéllos en
cuanto a dirección,, determinando la torsión uterina, esto es,
la rotación de aquellos órganos sobre su 'propio eje longitudinal, con lo cual se imposibilita mecánicamente ]a elpul^ión del feto en el momento del parto y, en la mayoría de
los casos, da lugar a la muerte elel Inismo por perturbación
circulatoria (aborto, momificación).
Aconsejamos, por tanto, que, a medida que la gestación
avanza, se vaya disminuyendo el volumen <le la ración alimenticia, compensado por una mejor calidad; nunca debe sorpren^l^er el parto a la ^-aca o la y^egua con el aparato digestivo excesivamente repleto, siendo preferible, por el contrario, mantener aquéllas en ayunas ^-einticttatro horas antes del mism^,
o en todo caso a media dieta los días c^ue preceden al parto.
Cambios en la alimentación.
La alimentación cle estas hembras gestantes no solamentc
debe reunir las concíiciones anteriormente indicadas en cuanto a canticla^l ^^ calidad, sino que es preciso que aquélla sea
^-ariada y clue estos animales tomen con frecuencia forrajes
^^, al menos, hierba henificada. Está totalmente contraindicada la alimentaci^n e^clusiva a base de forrajes ^; erdes, clic-
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ta a la que se encuentran sometidas muchas hembras gestantes durante la primavera, bien sea por cvmodi^dad del ganadero, o por considerar que aquel régimen le resulta más económico. La inconveniencia de esta alimentación estriba, entre otras razones, en las siguientes :
u) Considerable aumento del volumen abdominal por repleción digestiva, con todos los inconvenientes anteriormente
indicados.
b) El que apenas se lleg-an a suplir las necesidades en
princi,pios nutritivos de las hembras en cuestión.
c) El significar una enorme ingestión de ag^ua, desproporcionada a las necesidades, e inadecuada al trabajo renal
de evacuación, ya de por sí sobrecargado por efecto del embarazo.
Estos inconvenientes del "régimen verde exclusivo", lo
son tanto más, cuanto más avanzada se encuentra la gestación; aa predisposición que el tnencionado régimen significa
frente al aborto, parto prematuro, deforinidades fetales, torsiones de matriz, etc., nos permiten aconsejar al ganaderc:^
la sustitución de este régimen alimenticio por otro mixto, en
que las hembras, por lo menos una o dos veces al día (en la
mañana o por la noche), toinen piensos concentrados (granos,
harina.).
El régimen de alimentación concentrada, seca, no resulta
tampoco adecuado a las hembras gestantes cuando se administra de una manera absoluta; este régimen es soportado
bastante peor en la vaca que en la yegua y asna, especialmente cuando aquélla se encuentra al final de la gestación.
Este tipo de alimentación resulta de digestión pesada (difícil), y predispone con frecuencia a cólicos digestivos, estreñimiento, etc. ; los eSfuerzos expulsivos de las hembras con
extreñimiento pueden considerarse como predisponentes a
desgarros uterinos, prolapsos, abortos, etc., y como determinantes de desgarros de matriz, etc. A1 parecer, resulta un
hecho comprobado el que la alimentación concentrada y seca
influye sobre el desarrollo de los anejos fetales y líquidos
ovulares (aguas), disminuyendo su volumen y dificultando,
entre otras cosas, el proceso mecánico del parto.
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La naturaleza de ciertos alimentos puede ser causa pre^iisponente y hasta determinante del aborto; en general, todos los de acción laxante son, por lo menos, predisponentes al
aborto; las hojas de remolaGha, por ejemplo, en virtud de su
contenido en ácido oxálico principalmente, provocan en casi
todos los animales violentas diarreas, y, por tanto, son predisponentes, coincidiendo de hecho con abortos en la vaca,
}^egua y ovejas. De igual modo, por su acción sobre los órganos del aparato digestivo (timpanitis, cólicos), resultan peligrosos ; los alimentos mal conservados (enmohecidos, enranciados, fermentados, etc.), y en otros casos desencadenan por
un mecanismo tóxico las contracciones uterinas, que dan lug^ar a partos prematuros.
R.égimen de trabajo.
Un régimen de trab^ajo mod^erado no p^erjudica el curso
^ie la gestación; también es conocido por el ganadero el ;hecho, tantas veces ocurrido, de hembras cuyo parto tiene lugar al poco tiempo de haber dejado el régimen de trabajo y
en algunos casos durante el mismo.
La vaca 'tolera mejor el régimen de trabajo durante la
gestación que la yegua; en ambas especies se puede, sin riesgo de aborto, realizar labores ligeras durante la primera mitad de ]a preñez; de esta época en adelante, el trabajo resulta peligroso para el mantenimiento de la gestación; el ejercicio realizado durante el trabajo exige al organismo animal,
entre otras modificaciones, una mayor amplitud en los movimientos respiratorios, cuyo aspecto, considerado solamente
desde el punto de vista mecánico, está dificttltado por el peso
que han de soportar las paredes abdominales y la presión a
que está sometido el diafragma. De aquí que no resulte recamendable el utilizar en el trabajo con arado a las grandes
hembras domésticas, especialmente en la segunda mitad de la
gestación, o sea desde los cuatro-cinco meses en la vaca, cinco-seis meses en la yegua y asna.
Los ejercicios violentos (saltos, carreras, etc.) se habrái^
de suprimir en la yegua tan pronto como sea posible ; la prin^cipal predisposición para el aborto, radica fundamentalmente
en el tipo de placentación a que pertenece cada una de las
especies. En la y egua, y en virtud de su tipo ^le placentación
difusa (uniforme) y "epiteliocorial" (unión fetomaternal mediante vínculos de contacto, y no de profundidad}, 'resulta
por ello una enorme predisposición al desprendimiento placentario, es decir, a la suspensión de la gestación. La vaca
pertenece, en Ia mayoría de los casos, a un tipo de placentación "sindesmo-corial", en el que los vínculos de unión ^e
encuentran localizados en zonas especializa^das para la fi}ación fetomaternal (cartxnculas, cotiledones corialesl, mecanistno de unión que proporciona mayor resistencia a la separación paacentaria y por ello se explica la mayor resistencia de
la vaca frente al aborto, en general, con relación a la yegua_
Traumatismos.
Inevitablemente, en el transcurso de la gestación todas las
hembras domésticas sufren la acción de traumatismos (golpes), que ponen en peligro el curso de la gestación; la acción
de los traumatismos depende de varias circunstancias : zona
en que recaen, extensión y naturaleza de los mismos.
En cuanto a la zona del organismo en que tier^e lugar ]a
acción del traumatismo, es interesante señalar que sus efectos
son más graves cuando asientan en los flancos abdominales
(hipocondrios) correspondientes al descenso abdominal del íitero gr^ivido (zona de la matriz en la que se encuentra el
nuevo ser).
En la vaca, por tal motivo, existe una gran ^ s^ensibilidad a la interrttpción de la gestación por acciones traumáticas cua+^do recaen en el hipocondrio derecho, y en la yegua.
por las mismas circunstancias cttando aquéllas recaen so^bre^
el izqu.ierclo. Por esta razón recomendamos a los ganaderos
que, e.^z ^lo posible, eviten los traumatismos en las zonas indicadas; por tanto, al elegir los animales que han de constituir las yuntas de trabajo, si entre aquéllos existen hembras
en gestación, deberán colocarse éstas en el lado clerecho, ^>
izquierdo, de la yunta, segtín se trata, respectivamente, dc
una vaca o de tina _yegua, a fin ^de que este ^lado, en el cual
se encuentra el feto, no sea comprimido ni golpeado en e1
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^:urso del trabajo por el timón del arado, viga del carro, etc.,
^^, por otra parte, al ^dar vueltas la yunta, el hipocondrio res^^ectivo quede al lado de fuera, o en amplia disponibilidad
de movimiento, haciendo de este modo una interesante pro1^laxis del aborta traumático.
Por las mismas circunstancias es de aconsejar que, en los
establos de varios animales, se hagan, si ^es posible., tabiques
de separación entre una y otra hembra, y aun mejor se construyan hoxes independientes; si esto no es posible por circunstancias diversas, lo due sí debe tenerse en cuenta, a fin de
prevenir el aborto traumático al cocearse los animales próxiinos, es el de situar ^a las hembras gestantes con el lado
(hipocondrio) derecho (vaca) b izquierdo (yegua) mirando
a la pared o tabique, y relacionándose con el animal vecino
por el lado izquierdo, o el de^recho, en vaca y yegua, respectivamente.
La extensión en que actúan los agentes traumáticos, es
tuia cuestión fundamental para considerar el efecto abortivo
de aquéllos. Los golpes difusos por cuerpos de mucha superficie (roces al pasar por las puertas estrechas del establo,
caídas, etc.) son menos peligrosos que los traumatismos de
acción menos amplia y más intensa (coces, pedradas, etc.),
ello debido a que, en el primer caso, participan en la reacción
de.fensiva del organismo frente al agente traumático varios
órganos feto-maternales a la vez, logrando en la mayoría de
los casos contrarrestar el efecto del traumatismo, mientras
que en el segundo caso no ocurre así, y no es posible contrarrestar el efecto violento de aquéllos, desgarrándose la unión
feto-maternal unas veces o lesionándose directamente el feto
^en otras, hechos que, en definitiva, conducen a]a interrupción de la gestación.
?^Ti que decir tiene que los amplios traumatismo^s recaídos
en zonas más o menos alejadas del "área íitero-abdominal"
actúan, más que directamente, de una forma indirecta, modificando las condiciones biológicas de la madre (equilibrio
neurovegetativo, Ph hemático, etc.); los traumatismos reiterados sobre la matriz a consecuencia de las marchas (trote,
,^alópe) o en ciertos trabajos ligeros (trilla, labores superfi-
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ciales del terreno, etc.), no perjudican a la gestación, sobre
todo una vez que las hembras se habitíian a ellos ; de aquí que
el máximo peligro de este accidente tiene lugar al principio,,
cuando los animales cornienzan a realizar las referidas funciones. Conviene ;habituar suavemente a las hembras puesf
cíe est^e modo, los referidos ejercicios y trabajos son tolerados perfectamente durante casi toda la gestación.
Los movimiéntos bruscos en el transporte de los animales (fE:rrocarril, camiones, etc.) son tolerados muy distintamente por las hembras en gestación; el peligro más grave
tiene lugar én las arrancadas violentas y paradas de idéntica condición, en las cuales, al quedar fijo el cuerpo de la
madre contra el vehículo, el útero, por inercia, pierde de
tma m^anera transitoria o permanente sus relaciones normales en la cavidad abdominal, o en la pelviana, a expensas
de distensiones y desgarros ligamentosos que pueden detertninar desprendimientos placentarios, que en algunos casos
llegan no sólo a provocar la suspensión de la gestación, sina
la muerte fulminante de la madre por hemorragias internas.
Eri la yegtta deben evitarse, ante toda, las exploraciones
genitales (vía vaginal) que no sean realizadas por el Veterii?ario; sin embargo, las exploraciones rectales no significan^
a este efecto, ningún peligro.
Enfriamientos y cólicos.
El frío es un agente de acción física que tiene importan-cia considerable en la determinación de abortos de todas las
especies domésticas ; creemos recomendable, a tal efecto, evitar los cambios bruscos de temperatura en las 1^embras gestantes (salida del establo caliente a ttn sitio frío, pérdida
rápida, del calor después del trabajo), y por ello debe enmantarse a estas hembras al dejar el trabajo, así como ventilar
el esta.blo antes de que los animales salgan al exterior.
El enfriamiento orgánico por ingestión de agua fría
(hebida), es de una importancia etiopatogénica en la interrupción de la gestación digna de mención especial. El agua
fría provoca en el organismo excitación en el movimiento intestinal ; todos los ganaderos saben que este es el mecanism^ ^
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cie presentación del cólico espasmódico (cólico de agua), que
ix^r sí n^ismo, y en virtu^l del cuadro clínico que presentan
los animales afectados (agitación, golpearse, etc.), ya es una
causa l^redisponente del aborto, sin tener en cuenta que tales
^novimientos intestinales se pueden propagar a la matriz y
dar lugar al desprendimierrto placentariu, cun expulsióu o nu
^lel producto de la gestación, pero siempre con interrupción
en el curso de la misma. De la importancia de estos estíniulos nos habla el hecho, fácil de comprobar, ^cle que cuandu
las hembras gestantes dejan el trabajo, salen del establo, o
toman agua fría, las excitaciones ^n los movimientos fetales
son verdaderamente ostensibles, reflejándose en la yegua desde el cuarto mes de gestación en adelante, y en la vaca desde
el quinto, en forma de sacudidas y choques que sobre el hipocondrio respectivo (derecho en la vaca, izquierdo en la
^•e^,rua) tienen lugar.
Estabulación y pastoreo.
El régimen más adecuado para las hembras gestantes es,
^in duda alguna, el mixto de estabulación y pastoreo; el pastoreo absoluto (régimen de libertad) solamente es soportadc,
por animales de razas duras, y, a pesar de todo, la alime ^tación poco concentrada y voluminosa de aquéllas no es, en
iuodo alguno, adecuada. especialmente a la gestación avan^ada.
La estabulación permanente y absaluta es soportada
hastante bien por la ^-aca, siempre que la alimentación sutiiinistrada sea la adecuada para este especial estado.
La yegua, por el contrario, no tolera, en general, este ré-.
^imen de vida. En estas hembras, y sobre todo en las de tiro
l^esado, suele aparecer en los íiltimos períodos de la gestación
ciertas enfermedades (gestosis) clínicamente caracterizadas
por edemas en bajo vientre y en extremidades posteriores, así
como congestiones podales (infosuras). Está perfectamente
comprobada la acción beneficiosa del ejercicio (paseos) de la=
grandes hembras equinas estabuladas, sobre todo durante los
días que preceden al parto. En tales condiciones, éste se des-
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arrolla con normalidad, y la espulsión de las secundinas (parias) tiene lugar sin dificultad y a tiempo.
EI régimen de vida ideal para la vaca gestante sería el
mismo (estabulación y pastoreo), si bien aquéllas toleran pertectamente la estabulación.
Fi:nalmente, consideramos que el ganadero debe, en todo
mome:nto, conocer el curso de la gestación de sus hembras,
sobre todo el momento en que el parto ha de tener lugar en
las mismas ; en general, el parto se presenta eii todas en una
fecha fijada por la naturaleza, con pequeñas oscilaciones;
es de notar que los partos se retrasan, en general, cuando el
producto de la concepción es de sexo macho y se adelantan
cuando aquél resulta hembra. Las hibridaciones determinan
gestaciones más largas en el caso de la yegua que las pr^^istas dentro de su misma especie, ocurriendo lo contrario eri
las hibridaciones hechas en la burra.
Se autoriza la reproducción de estas HOJAS, siempre que
se haga constar, claramente, la procedencia.
GLtnF1CAS UGUINA - MELENDEZ VALDES, ^- IdADRít
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