El Mercurio – Economía y Negocios – Columna de Opinión, 18 de abril de 2006 Tipo de cambio, competitividad e impuestos La progresiva eliminación del sesgo expansivo de la política monetaria es clave para moderar la demanda interna y por esa vía revertir la tendencia a la baja en el tipo de cambio real. En las últimas semanas, se ha acentuado la discusión relativa al papel que le cabe el Banco Central frente a la caída que ha experimentado el tipo de cambio real. Se trata, sin duda alguna, de un problema complejo. Un antecedente importante dentro del análisis dice relación con el hecho de que la reducción del tipo de cambio real era un resultado previsible de un escenario de fuerte crecimiento de la demanda interna, el que por más de un año ha excedido significativamente la tasa de crecimiento del producto. Así, entre el año 2003 y el 2005, la demanda interna creció en un 20,5%, mientras que el PIB lo hizo en un 12,9%. Como es lógico, ello debe provocar una presión al alza en el precio relativo de los bienes no transables, o lo que es lo mismo, una caída del tipo de cambio real. Al establecer las causas detrás del fuerte crecimiento que ha experimentado la demanda interna en los últimos años es fácil detectar la influencia de un favorable cuadro de términos de intercambio, donde llaman la atención los niveles que ha alcanzado la cotización del cobre en los mercados internacionales. Sin embargo, no puede omitirse el hecho de que la política monetaria ha mantenido un sesgo expansivo por un período prolongado, lo que se reconoce en los propios informes del instituto emisor. Es cierto que la reversión de esta política expansiva -a través de aumentos en la tasa de política monetaria- podría acentuar la presión a la baja del tipo de cambio en el corto plazo, como consecuencia de un mayor influjo de capitales. No obstante, parece difícil de justificar el sesgo expansivo de la política monetaria en el actual contexto macroeconómico. Más aún, la progresiva eliminación de dicho sesgo es un requisito fundamental para lograr la moderación de la tasa de crecimiento de la demanda interna y como consecuencia de ello revertir la tendencia a la baja en el tipo de cambio real. Por otro lado, no debe soslayarse el hecho de que el riesgo de una agudización de la caída del tipo de cambio -como resultado de una mayor entrada de capitales- también está presente en la eventual intervención del Banco Central en el mercado cambiario para evitar dicha apreciación. Política contracíclica Un aspecto importante dentro de una política destinada a atenuar los efectos domésticos de un ciclo de términos de intercambio es el manejo prudente de las finanzas públicas. En ese aspecto, cabe destacar la verificación de un importante superávit fiscal durante el año 2005, el que se elevó a un 4,8% del PIB aproximadamente. El Mercurio – Economía y Negocios – Columna de Opinión, 18 de abril de 2006 Parece evidente que la constatación de un importante volumen de recursos disponibles en las arcas fiscales es una fuente inagotable de apetitos por más gasto, en los más diversos programas. No obstante, sería un grave error ceder a dichas tentaciones, no sólo debido a los compromisos a futuro que de allí suelen desprenderse, sino que, además, con el propósito de evitar ajustes excesivos en precios tan importantes dentro de la asignación de recursos como el tipo de cambio real. En esta línea, es recomendable que la aplicación de la regla del superávit estructural incorpore -como se hizo el año 2005- otras fuentes de ingresos transitorios, diferentes al precio del cobre, como por ejemplo las originadas en el fuerte aumento experimentado por el precio internacional del molibdeno (cuya producción se realiza conjuntamente con la de cobre) y que ha originado importantes ingresos extraordinarios al fisco. Competitividad A pesar de la importancia que tiene la trayectoria del tipo de cambio real en la determinación de la competitividad de la producción nacional, es importante destacar que ésta también se encuentra determinada por otras variables, dentro de las cuales destacan las regulaciones, junto el nivel y estructura de la carga tributaria vigente. Para ilustrar este punto sólo pensemos en la enorme competitividad de las exportaciones chinas gracias a los bajos costos de su mano de obra. Ello en comparación, por ejemplo, con las dificultades que observan las economías de Europa Occidental para recuperar su dinamismo, afectado por una compleja maraña de regulaciones, las que han afectado especialmente la capacidad de generación de empleos de éstas. Son conocidos los esfuerzos de los gobiernos de Francia y Alemania por implementar reformas que reviertan el estancamiento de sus economías, pero sin mayores éxitos. En la vereda opuesta está el ejemplo de Irlanda, que tras introducir un conjunto de reformas "amistosas" con la inversión y el empleo, ha logrado alcanzar altas tasas de crecimiento en los últimos años. En particular, cabe destacar la fuerte disminución experimentada por la tasa de desempleo en esta economía, la que se redujo de tasas en torno a 15% en la primera mitad de la década pasada, a cifras del orden de 4% en los últimos seis años. En nuestra economía, desafortunadamente, continúa una persistente presión por elevar el gasto de gobierno y la carga tributaria. Ello sobre la base de la hipótesis de que la solución de los grandes problemas sociales requiere de una mayor intervención de las políticas públicas, lo que a mi juicio constituye un supuesto errado. Durante el año 2005, la economía chilena creció a una tasa de 6,3%, de acuerdo a estimaciones del Banco Central. Para el presente año se espera que un crecimiento cercano a 6%. Se trata de buenas cifras; sin embargo, cabe preguntarse qué pasará cuando los términos de intercambio retornen sobre niveles más cercanos a su tendencia de largo plazo. No olvidemos que la tasa de desempleo continúa siendo relativamente elevada y que la caída del tipo de cambio ha dejado en evidencia que es necesario avanzar con más energía El Mercurio – Economía y Negocios – Columna de Opinión, 18 de abril de 2006 en la implementación de las reformas necesarias como para hacer más competitiva la economía. En esta perspectiva, un cuadro externo favorable representa la coyuntura propicia para introducir las reformas necesarias para mantener altas tasas de crecimiento cuando la marcha de la economía internacional nos resulte menos conveniente. Al final, querámoslo o no, los agentes económicos responden a la estructura de incentivos que enfrentan, por lo que este aspecto no puede ser desestimado al momento de pensar en conceptos como crecimiento, creación de empleos y competitividad, entre otros.