La percepción como punto de partida en el

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La percepción como punto de partida en el conocimiento según Platón
Antonio Martínez Ortega
Introducción.
La presente investigación fue hecha con un gran agrado, pues el tema que en él expondré
me genera una gran atracción, tanto por su importancia en la historia de la filosofía, así
como también en mi vida personal.
Esta investigación estará situada en la filosofía griega, centrada específicamente en
la Teoría del conocimiento de Platón que se localiza especialmente en tres diálogos y en
dos pasajes del libro VI y VII de la República del mismo autor. Aquí, donde se gestan
supuestos clave para sostener su teoría respecto al conocimiento, supuestos como el
método dialéctico, la teoría de la reminiscencia, el método mayéutico y la Teoría de las
Ideas.
El problema central que en esta investigación expondré parte de la pregunta por el
¿cómo es que conocemos según Platón? A ésta, como respuesta tentativa puedo decir que
partimos de las percepciones y de manera ascendente hasta alcanzar la sabiduría.
Cabe mencionar que el siguiente trabajo es de carácter meramente expositivo y para
ello, comenzaré por exponer sobre la metafísica platónica, que se divide por un lado en:
dualismo ontológico y por el otro en: dualismo antropológico, enseguida expondré la
naturaleza del alma y la del cuerpo, los dos mundos en que se divide la realidad, los
cuales son: el mundo sensible y el mundo inteligible y posteriormente pasar a la
definición de conocimiento y sus implicaciones, como la teoría de la reminiscencia, el
método mayéutico y la dialéctica.
Siguiendo así con los tipos de conocimiento: episteme y doxa; y en seguida con la
exposición de los distintos grados de conocimiento. Para concluir con el papel que juegan
las percepciones en el ascenso del alma a la sabiduría.
Para la exposición del problema arriba mencionado, utilizaré sólo las fuentes
primarias de Platón que se enlistan enseguida: Fedón (la versión que uso en este caso es un
libro digital), La República (la traducción de Antonio Gómez Robledo), Menón y Teeteto
Traducidos por Ute Schmidt.
Debe tomarse en cuenta que la principal limitación para esta investigación es la del
idioma, pues si bien, no hablo griego.
Como ya sabemos, Platón ha dejado una gran huella en la historia de la filosofía, y me
atrevo a decir que aún más allá de ésta, pues las tesis que en sus diálogos se exponen y
debaten, dieron vida a una nueva forma de filosofar, y de mostrar que la filosofía no es
una disciplina más, sino una forma de vida.1 Y es en esta línea, el de la metafísica, en
donde se anclan tesis vitales, en especial, la que refiere a la Teoría de las Ideas, siendo ésta la
espina dorsal de su Teoría del conocimiento.
De esta manera la metafísica platónica resulta fundamental, para poder entender su
filosofía y, en este trabajo, concretamente su Teoría del conocimiento. Ya que en esta área
de la filosofía, cobran mayor importancia temas como, la inmortalidad del alma2, la
virtud, la reminiscencia, la teoría de las Ideas, entre otros. Justamente ésta última implica la
bifurcación de su metafísica dando vida al ya conocido, dualismo ontológico y por el otro
lado, al dualismo antropológico. Es en este dualismo ontológico donde se encuentra
inserto el Mundo Inteligible; pero, ¿qué es este mundo inteligible, y en dónde se halla? Y
¿qué relación tiene con la pregunta por el conocimiento?
Platón, en su recorrido por dar cuenta sobre, qué es el conocimiento y cómo se
adquiere éste –tema que justamente iré desarrollando a lo largo del presente trabajoobserva la imperfección de este mundo, el devenir de las cosas, así como la finitud de las
mismas, y dado que, el conocimiento no puede versar sobre estas cosas, ni mucho menos
el alma, -cuyo motivo se explicara más adelante-. Llega a concebir un mundo Ideal: el
Mundo Inteligible, donde se halla la verdad de las cosas, la idea de cada cosa sensible; así
como la idea de Bien, y es esta idea de Bien es, “[…] lo que comunica la verdad a los
objetos de conocimiento, y lo que confiere al sujeto cognoscente la respectiva facultad […]3
Empero, no debe confundirse, el saber y la verdad de las cosas, con el Bien en sí, esto es,
que la idea de Bien, no es lo mismo que la verdad de las cosas, “[…] pues no sería
1
Cf. Platón, Fedón, 64 a - 66 a
Ibid., passim
3
Platón, La República, 508 e
2
acertado pensar que uno u otro sean el bien, ya que debe atribuirse un valor mayor aún a
la naturaleza del bien.”4
Por otro lado, las ideas que se hallan, en este Mundo Inteligible y que participar de
otra idea aún más superior, son la esencia verdadera de las cosas sensibles, es justo lo que
el alma a través de la intelección, aprehende de los objetos. Lo que caracteriza
fundamentalmente a las Ideas, es que son: simples, indestructibles, eternas, permanentes,
incorruptibles, aprehensibles mediante la inteligencia del alma; esto es, son innatas al
alma. Por ello, es que las Ideas no pueden ser diferentes en esencia al alma, dándose así
esta bifurcación. Encontrando del otro lado al Mundo Sensible, el mundo del que
participa el cuerpo; es en este plano de lo fáctico, donde se mueve la opinión (doxa), donde
se hallan las formas, los objetos, las cosas del mundo visible, los nombres comunes de las
cosas (árbol, casa, silla, mesa, etc.) donde están todas las cosas individuales que capta el
cuerpo a través de los sentidos.
Cabe mencionar que de igual forma, en una primera instancia, el alma accede a los
objetos y a las cosas sensibles a través de estos mismos sentidos del cuerpo, “pues en
cuanto nacen, por naturaleza les es propio a hombres y a animales percibir lo que está
cerca, […] las impresiones que mediante el cuerpo tienden hacia el alma […]”5 y es justo
esto lo que invalida la tesis que sostienen algunos, respecto al supuesto rechazo que hace
Platón de los sentidos.
Otra característica importante de este Mundo Sensible, es el constante cambio, lo
corrupto, lo finito, lo movible, etc. Esto implica que el grado de conocimiento que aquí se
halla es mera opinión ya que:
[…] ninguna cosa es algo en sí misma, y no podrías nombrar nada correctamente,
ni decir cómo es, sino que, si llamas a algo “grande”, se mostrará también
pequeño, y si “pesado”, ligero, y de este modo todas las cosas, porque ninguna
4
Ibid., 509 b
5
Platón, Teeteto, 186 c
cosa es una, sea algún ente, sea una cualidad. Pues por la traslación, el cambio y
la mezcla de una cosa con otra llega a ser todo aquello que afirmamos que es,
hablando incorrectamente; en efecto, nunca nada es, sino que siempre deviene.6
De esta forma podemos entender el devenir, como el elemento que impide la
permanencia de las cosas sensibles, haciendo de éstos, sólo una sombra de la Idea real del
objeto. Esto es un componente más que conduce a Platón a elaborar la Teoría de las Ideas,
como una vía de solución al problema del devenir de las cosas; a la unidad en la
diversidad. Esta Teoría de las Ideas, es de alguna forma, la introducción a su teoría del
conocimiento, así como a teorías de capital importancia que dan forma y respuesta a la
pregunta por el “conocimiento” que más adelante veremos con más detalle.
Teniendo esto en mente, vallamos ahora a otra implicación de esta Teoría de las
Ideas: el dualismo Antropológico. Como lo he mencionado más arriba, quien participa del
Mundo Inteligible, es el alma; pues ésta es “[…] lo más semejante a lo divino, eterna,
inteligible, uniforme, indisoluble y que está siempre idéntico consigo mismo […]”7 Y así,
por su naturaleza casi divina, es quien a través de la intelección, mira el en sí de las cosas;
y entre más se hace a sí misma, se va liberando del cuerpo, elevándose por encima de éste,
ya que ambos {alma y cuerpo} se hallan en un mismo organismo8, generando un gran
riesgo para el alma: el quedarse atrapada y extraviarse en el mundo sensible, no logrando
alcanzar la sabiduría, por lo cual se condenaría a vivir en la mera opinión de las cosas,
trayendo consigo implicaciones éticas, pues el alma fácilmente caería en el vicio, en lo
corruptible, esto es, por ignorancia del Bien, de lo verdadero, se conduciría con mayor
facilidad al mal, creyendo que esto es lo mejor para ella.9
Con esto último, nuevamente se podría caer en la idea errónea de que Platón
desprecia todo lo que viene del cuerpo, esto es, los sentidos, sin embargo, como ya he
dicho, no es así, pues basta con analizar bien, y con mayor profundidad cada uno de sus
6
Ibid., 152 d
Platón, Fedón, 80 b
8
Cf. Ibid., 80 a
9
Cf. Platón, Menón, 77 a – 79 a
7
argumentos; pues recordemos que Platón concibe al alma y al cuerpo en un mismo
organismo, lo que implica que uno depende del otro en determinado momento. Pues para
que el alma inicie su ascenso, debe partir de la contemplación de las cosas del Mundo
Sensible, labor que es justo a través de los sentido del cuerpo, sin perderse, en este, para
filosofar correctamente; lo cual le permitirá que “[…]se separe pura, sin arrastrar nada del
cuerpo, cuando ha pasado la vida sin comunicarse con él por su propia voluntad, sino
rehuyéndolo y concentrándose en sí misma, ya que se había ejercitado continuamente en
ello, lo que no significa otra cosa, sino que estuvo filosofando rectamente […]”10
Empero, si se acostumbra al cuerpo y a los vicios que éste le brinda no podrá
separarse pura y:
[…] si es que, […] se separa del cuerpo contaminada e impura, por su trato
continuo con el cuerpo y por atenderlo y amarlo, estado incluso hechizada por él,
y por los deseos y placeres, hasta el punto de no apreciar como verdadera
ninguna otra cosa sino lo corpore, lo que uno puede tocar, ver y beber y comer y
utilizar para los placeres de sexo, mientras que lo que para los ojos es oscuro e
invisible, y sólo aprehensible por el entendimiento y la filosofía, eso está
acostumbrado a odiarlo, temerlo y rechazarlo […]11
Aquí, el papel del filósofo o de la vida filosófica, es capital para poder entender esa
liberación del alma, así como del concepto mismo de “virtud” (areté).
En cuanto al cuerpo, este puede definirse, como la cárcel del alma por un lado, y por
el otro, la plataforma de ésta12. El cuerpo, que por su naturaleza “[…] semejante a lo
humano, mortal, multiforme, irracional, soluble y que nunca está idéntico a sí mismo.”13
Está inserto en el Mundo Sensible.
Una vez que he mostrado los fundamentos metafísicos más importantes, pasaré
ahora al tema centrar de esta investigación, que es la Teoría del conocimiento de Platón.
10
Platón, Fedón, 81 a
Ibid., 81 b
12
En tanto esta se sirve de los sentidos para apreciar las cosas sensibles y luego aprehender de ellas lo real.
13
Ibid., 80 b
11
Esta, debe entenderse como un conjunto de teorías demostrativas y explicativas que dan
cuenta de cómo es que el hombre puede ser capaz de superar la mera opinión, elevándose
{el alma} para alcanzar los conceptos, las ideas reales de las cosas; a concebir, como ya he
mencionado, el Mundo de las Ideas, del cual el alma es partícipe, y que gracias a la
eternidad y reencarnación de ésta, todos los conceptos universales se encuentran
depositados en ella, incluso en el del hombre más ignorante, conclusión a la que llego
Platón gracias al método Mayéutico, que podemos ver con claridad en el pasaje del
esclavo del diálogo Menón. Otros de los métodos que son fundamentales en esta teoría del
conocimiento, es por una parte, la teoría de la Reminiscencia, que se encuentra en este
mismo diálogo; y la otra es la teoría o mejor conocido como Método Dialectico.
Ahora bien, qué debemos entender por conocimiento, ¿qué es pues, para Platón el
conocimiento? Como bien se menciona en el diálogo Menón, conocer es recordar, y a su
vez, encontramos dos tipos de conocimiento, el de la ciencia, por un lado y el de la opinión
verdadera, por el otro. El primero es sin más, el de las ciencias, matemáticas, física,
medicina, etc. Y el segundo tipo es la mera opinión, basada en hechos reales o que de
alguna forma tienen una conexión verdadera, no alcanzando por ello a ser un
conocimiento verdadero.
Ahora quedémonos con la idea de que conocer es recordar, conocido también esto,
como la teoría de la Reminiscencia, ésta, nos dice que el conocimiento se halla ya en el
alma, pues dado que ésta es eterna, va arrastrándolo conforme va renaciendo, por un lado
y por el otro, dado la naturaleza de esta, se encuentra antes de su reencarnación en total
convivencia y correlación con el Bien, con las Ideas.
Puesto que el alma es inmortal y llega a ser varias veces, habiendo visto todas las
cosas aquí y en el Hades, no hay nada que no haya aprendido; así que no es
extraño que sea capaz de acordarse acerca de la virtud y de las otras cosas que ya
antes sabía. Puesto que está emparentada con toda la naturaleza y puesto que el
alma ha aprendido todo, no hay nada que impida que quien se acuerde de una
sola cosa –lo que los hombres llaman aprender- encuentre también todo lo
demás, siempre que sea valiente y que no se canse mientras busque. Pues el
buscar y el aprender son enteramente reminiscencia.14
De esta forma, el proceso de reminiscencia es dialéctico, que viene posibilitado por
dos posibles recursos; en primer lugar, la percepción sensible de las cosas en este mundo,
que trae al hombre el recuerdo de las cosas verdaderas (Ideas) que pueblan el mundo
inteligible en el que previamente habitaba el alma. Así puede el hombre recordar algunas
primeras verdades; después, y puesto que en el mundo de las Ideas éstas se encuentran
jerarquizadas y relacionadas entre sí, el individuo puede ir recordando el resto de éstas
mediante un proceso de reflexión intelectual. En este camino hacia el recuerdo de la
verdad, el ser humano atraviesa por dos estados principales: la doxa ("opinión"), estado de
conocimiento que le lleva a tomar como verdaderas las cosas que percibe por los sentidos,
y la episteme ("conocimiento"), estado en el que es ya capaz de aprehender mediante la
razón, las Ideas verdaderas, de las cuales constituyen meras copias las cosas sensibles.
Aquí, tanto la Mayéutica como la Dialéctica se introducen, para explicar esa búsqueda del
conocimiento y ese ascenso del alma hacia el mismo.
De esta manera, puede decirse que el conocimiento es innato al hombre, y cuya
misión es ir recordando todas las cosas que su alma ya conocía, las cuales han sido
olvidadas por el proceso de reencarnación, es por ello que, según Platón, no estamos en el
mundo colectando conocimientos, sino simplemente recordándolos, por ello es que
aprender es recordar.
Esta búsqueda del conocimiento, es para Platón este ascenso del alma, que parte de
las cosas sensibles (objetos materiales percibidos con los sentidos) a las inteligibles (ideas
inmateriales aprehendidas mediante la razón). La cual veremos más adelante.
Ahora bien, es en este punto donde entra en juego el método Mayéutico, pues este,
consiste esencialmente en emplear un diálogo a base de preguntas y respuestas que van
de lo particular a lo general, para llegar al conocimiento. Esto es, un maestro sigue una
14
Platón, Menón, 81 d
discusión sobre algún tema que se desconozca o se tenga una ida vaga; este momento de
confusión e incomodidad por no ver claro algo que antes del diálogo se creía saber
perfectamente es condición necesaria para el aprendizaje, y Platón lo identifica con los
dolores que siente la parturienta antes de dar a luz. Tras este momento de confusión, la
intención del método mayéutico es elevarse progresivamente a definiciones cada vez más
generales y precisas de la cuestión que se investiga (como la virtud, el conocimiento, el
amor, la belleza, ad infinitum)
Y de esta manera la discusión concluiría cuando el alumno, gracias a la ayuda del
maestro, consigue alcanzar el conocimiento preciso, universal y estricto de la realidad que
se investiga (aunque en muchos diálogos de Platón no se alcanza este ideal y la discusión
queda abierta e inconclusa). Por ello Platón se comparará con una partera y como nos dice
en Teeteto:
El arte mío de hacer dar a luz le corresponde todo lo que a aquéllas, pero se distingue en
que yo asisto a varones y no a mujeres, y en que me ocupo de las almas de quienes dan a
luz, no de los cuerpos. Empero, lo más grande de nuestro arte consiste en que es capaz de
comprobar de todas maneras si el entendimiento del joven produce algo imaginario y falso,
o algo fecundo y verdadero, […] no produzco ninguna sabiduría y, de los que muchos ya
me vituperaron, que sólo pregunto a otros, pero que yo mismo no saco nada a relucir por
no tener nada inteligente que contestar, […] el dios me obliga a asistir en los partos, pero
me ha prohibido dar a luz. Así, yo mismo soy sabio, tampoco tengo ningún descubrimiento
que haya sido engendrado por mi propia alma.15
La idea básica del método mayéutico de enseñanza consiste en que el maestro no
inculca al alumno el conocimiento, pues rechaza que su mente sea un receptáculo o cajón
vacío en el que se puedan introducir las distintas verdades; para Platón es el discípulo
quien extrae de sí mismo el conocimiento. Este método es muy distinto al de los sofistas:
los sofistas daban discursos y a partir de ellos esperaban que los discípulos aprendiesen;
Platón, mediante el diálogo y un trato más individualizado con el discípulo, le ayudaba a
alcanzar por sí mismo el saber.
15
Platón, Teeteto, 150 c-d
El arte de la mayéutica implica la teoría platónica de la reminiscencia, al considerar
al alma capaz de encontrar dentro de sí, o mejor dicho, de recordar la verdad de las cosas
sensibles, pues ya que ésta fue olvidada en al momento de renacer. Y en este recordar la
verdad de las cosas, la Idea del objetos o los objetos, a través de la mayéutica, comienza
gestarse, o mejor dicho, a peregrinar el alma en una procesión, que parte del mundo
sensible, de lo factico, de la ignorancia; hacia la sabiduría, procesión que también se
conoce como método dialéctico.
Pues una vez que el alma, ha comenzado a recordar los conocimientos a través del
arte mayéutico, se da cuenta que la verdad de las cosas están no en ellas, sino en la idea de
Bien, al que por amor, aspira el alma; así, una vez que ésta se da cuenta que lo que percibe
no son más que sombras, reflejos de lo real. Que ha vivido en la mera opinión (doxa),
comienza entonces a ascender hacia lo verdadero, hacia el Bien, por amor (filia) a la
sabiduría, pues se percata de que “la realidad no puede ser ninguna otra cosa sino la
sombra de los objetos fabricados.16”
La Alegoría de la Caverna, es un claro ejemplo de este método dialectico, pues como
sabemos, nos presenta a un grupo de hombres que se hallan atados de pies y manos, así
como del cuello; de manera que no puedan ver nada a su alrededor, ni mucho menos
voltear hacia atrás, sino que observan solo las sombras que provienen de los objetos reales
que se encuentran fuera de esta caverna. Hasta que un día uno de esos hombres logra
desatarse y concibe voltear hacia atrás percatándose de que lo que ve no es lo verdadero,
sino sólo sombras, entonces, “lo sacaran de allí por la fuerza y lo llevaran por la áspera y
escarpada subida, sin dejarlo hasta no haberlo arrastrado afuera, a la luz del sol, ¿[…]
sufriría y se irritaría de verse así arrastrado, y que, cuando llegara a la luz, tendría los ojos
tan llenos de su resplandor como para no poder ver ni una sola de las cosas que
actualmente llamamos verdaderas?”17
16
17
Platón, República, Libro VII, 515 c
Ibid., 515 e – 516 a
Esta fuerza que arrastra al hombre a salir fuera a contemplar la luz, lo real; es ese
amor (filia) que lo impulsa a ascender a la sabiduría. De esta manera, su “aspiración
última” es el conocimiento de la Idea de Bien y del modo en que ésta es el fundamento
último de toda la realidad; por ello Platón define la filosofía como "una ascensión al Ser”;
pero esta ascensión, implica dolor, al comenzar el alma a dejar las opiniones, pues esto
implica para ella, dejar todas esas creencias y “conocimientos” relativos de lado, por ser
una actividad estrictamente racional no se apoya en la percepción; sino sólo parte de ésta
en un primer momento. Por otro lado, el alma, no acepta hipótesis, pues éstas son los
peldaños por los cuales asciende hacia el sentido último, hacia el conocimiento verdadero,
universal y necesario. “[…] va de la hipótesis al principio no hipotético, y sin recurrir a las
imágenes, […] prosigue su investigación con el sólo recurso a las ideas en sí mismas.”18
Pero, ¿quién es ese hombre que Platón nos describe en su alegoría? Y, una vez que
ha alcanzado a contemplar la Idea de Bien, ¿se aísla de los demás y se queda allí
contemplando la verdad, la sabiduría? Sin duda la analogía que hace Platón en esta
alegoría es fenomenal y hermosa, pues sin más, ese hombre que logra salir de la caverna,
es el filósofo y que por su ethos, regresa para verter en los otros esa verdad que ha
contemplado y así instaurar una verdadera cultura (paideia).
Justo en esta ascensión del alma, Platón se da cuenta que el conocimiento (episteme)
tiene grados jerárquicos, así como la opinión (doxa); lo que se conoce como: grados de
conocimiento. Éstos, que se describen en el símil de línea.19 Tenemos entonces, por un lado
el conocimiento (episteme), que si bien, Platón no llega a definir exactamente que es, ya
que, “[…] ni la percepción, ni la opinión verdadera, ni la explicación junto con una
opinión verdadera sería el conocimiento.”20 Con esto a lo único que podemos llegar es a
diferenciar el conocimiento (episteme) de la percepción (aisteis). Del otro lado tenemos
entonces, la opinión (doxa), que pude definirse como una mera conjetura de las cosas; un
18
Ibid., 510 b
Cf. Ibid., 509 e
20
Platón, Teeteto, 219 b
19
conocimiento relativo sobre algo, que en momentos puede tornarse verdadero y en otros
falso.
Retomando los cuatro grados de conocimiento: Nóesis y Díanoia; que corresponden al
conocimiento (episteme), y, Pistis y Eikasía; correspondientes a la opinión (doxa). Tenemos
como último y más alto grado la Nóesis, la cual puede traducirse de diferentes formas, por
lo cual he decidió dejar el término griego tal cual. Ésta es de la episteme, lo puramente
racional de las Ideas y su relación en particular con la Idea de Bien, esto es, la
participación directa con el Bien; la aprehensión de la sabiduría por parte del alma. El
segundo grado, inferior al primero, es la Diánoia, la cual, es donde se inserta todo
conocimiento racional basado en signos sensibles e hipotéticos, como los objetos
matemáticos.
Ahora bien, por el lado de la doxa, tenemos su grado superior que es la Pistis; ésta,
que podemos definir como creencia en el sentido de fe, es el conocimiento basado en la
percepción directa de las objetos sensibles y las cosas fabricadas: lo factico. Por otro lado,
en su grado más inferior, tenemos la Eikasía, que se puede describir como la conjetura de
la opinión de las cosas u objetos sensibles, siendo el conocimiento sensible basado en la
percepción de las sombras y los reflejos; en pocas palabras, es la opinión de la opinión de
las cosas.
Una vez recorrido todo este camino, y revisando esto último, vemos que el papel de
las percepciones es fundamental en un principio, pues si bien, como lo había planteado en
la hipótesis de este trabajo, el alma parte de las percepciones y así de manera ascendente
hasta alcanzar la sabiduría.
Con todo esto que acabo de exponer, podemos darnos una idea de la labor tan
genial y a su vez compleja de Platón para poder dar respuesta al problema del
conocimiento y a su vez mostrar que la vida filosófica es un camino arduo, doloroso, que
implica una gran responsabilidad ética y que ésta, como la filosofía deben servir para
hacer mejor a los hombres en su devenir. Y Por otro lado demostrar a los sofistas que su
“educación” y su “conocimiento” no servía para hacer mejor a los hombres, ni para
alcanzar la sabiduría.
Queda entonces claro que, para que el alma logre alcanzar el conocimiento
verdadero, esto es, logre contemplar la Idea de Bien, así como la relación que se da entre
éste y las cosas sensibles, es fundamental que sienta amor por el verdadero conocimiento,
y que a través del arte mayéutico, valla recordando todo el conocimiento que trae
depositado, que por haber reencarnado perdió.
A manera de conclusión y recapitulando brevemente, tenemos que, la Teoría de las
Ideas que postula Platón, dan pie a un dualismo ontológico y a otro antropológico, del
cual se desprenderán varías tesis y argumento para probar esta teoría que es la columna
vertebral de su Teoría del conocimiento.
Conclusión.
De esta manera mi respuesta al problema central de esta investigación, la cual dice: que
partimos de las percepciones y, de manera ascendente hasta alcanzar la sabiduría. Ha
quedado confirmada, considerando así que la exposición de los diferentes temas
fundamentales para el problema central, han sido explicados a tal grado, que puede
usarse este trabajo como una pequeña guía para introducirnos, a la teoría del
conocimiento de Platón, quedando así satisfecho y abierto así a toda crítica y corrección.
Bibliografía.
Platón, Fedón, Versión digital, consultada en: www.librodot.com el día 3 de septiembre de
2010.
Platón, La República. Introd., versión y notas de Antonio Gómez Robledo. México, UNAM,
2007. [Col. Bibliotheca Sscriptorum Graecorum et Romanorum Mexicana]
Platón, Menón en Cuatro diálogos. Trad. Ute Schmidt. México, SEP, 1984.
Platón, Teeteto. Introd., versión y notas de Ute Schmidt Osmanczik. México, UNAM, 2007
[Col. Bibliotheca Sscriptorum Graecorum et Romanorum Mexicana]
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