Maria Salomea Skłodowska-Curie, mejor conocida como Marie Curie. Imagen tomada de: http://imworld.aufeminin.com/dossiers/D20130221/Marie-Curie-165411_L.jpg Hacia la Regla de Oro: Química y Radiación Carlos Velázquez Actualmente todos sabemos del dramático poder de las armas nucleares y de la inmensa capacidad para producir energía de las centrales nucleares, también sabemos que éste es un gran logro de la física. Pero como en todo gran descubrimiento, debemos sospechar que el mérito no le corresponde a una sola disciplina científica y que detrás de él hay muchas historias que contar, aquí relataremos algunas de ellas. Radiactividad natural Bueno, comencemos las preguntas, ¿De dónde proviene la radioactividad? ¿Dónde fue observada por vez primera? ¿Hay fuentes naturales de radioactividad? ¿Cuáles fueron los primeros elementos radioactivos? Iremos por partes. Hacia la Regla de Oro: Química y Radiación / CIENCIORAMA 1 El primero en observar lo que llevaría al descubrimiento de la radiactividad fue Wilhelm Conrad Röntgen, un físico alemán, nacido en Lennep en 1845. Realizó su educación en varios países de Europa, pero finalmente regresó al Instituto de Física de Wursburgo en su Alemania natal. En el año de 1895 Röntgen investigaba qué pasaba al aplicar una gran diferencia de voltaje en tubos al vacío. Los tubos tenían una terminal metálica en la que había carga negativa por exceso de electrones, llamada ánodo, y otra en la que había carga positiva por carencia de electrones, llamada cátodo, y por ello se formaba un poderoso campo eléctrico. Notó que en el cátodo se generaban rayos invisibles, que hacían que unas sales de platino-cianuro de bario, que estaban en su escritorio por casualidad, se iluminaran. Con esto Röntgen generó los que después se llamarían rayos X. (Por cierto, si quieres leer una historia divertida acerca de otro descubridor de rayos invisibles lee “Hasta con los ojos cerrados”, aquí en Cienciorama). Le debemos a Röntgen el descubrimiento de los Rayos X. En la primera ilustración podemos ver el aspecto de uno de los primeros aparatos de Rayos X. Imágenes tomadas de: http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/4/4a/WilhelmR%C3%B6ntgen.JPG Hacia la Regla de Oro: Química y Radiación / CIENCIORAMA 2 http://www.med-etc.com/med/ziv-u-korr/medizinkartell/04-d/006-roentgenapparatstrahlenlampe-hand-photoplatte.jpg De una manera muy sucinta, lo que pasaba es que el campo eléctrico producido era tan fuerte que arrancaba electrones de la punta metálica cargada negativamente y éstos, al estrellarse contra la parte positiva, producían los rayos X. Esta forma de producción de rayos X no es propiamente un fenómeno radiactivo, pero fue un paso en dirección a la observación de efectos físicos de más alta energía. A la iluminación que se desprendía de la sal de platino -cianuro de bario -- al ser irradiada por los rayos X, se le conoce como fluorescencia. Este mismo fenómeno ocurre en otros compuestos que al iluminarse con luz ultravioleta reemiten luz pero en frecuencias visibles. Los rayos X causaron sensación en el mundo de la física porque se podían usar junto con el equipo fotográfico normal de aquella época para producir fotografías de los huesos, y muchos científicos replicaron el aparato de Röentgen para hacer investigaciones. Sin embargo, los más grandes descubrimientos suelen tener rutas algo inesperadas y el siguiente paso se daría un año después. Henri Becquerel era uno más de los entusiastas del nuevo descubrimiento, pero pensó que podía obtener resultados más interesantes estudiando materiales fosforescentes sin ayuda del aparato de Röetgen. La fosforescencia es un fenómeno parecido a la fluorescencia, la diferencia entre un material fluorescente y uno fosforescente es que cuando iluminamos uno fluorescente, éste reemite luz inmediatamente, mientras que un material fosforescente puede tardar más tiempo para empezar a reemitir, pero también durará más tiempo iluminando. Becquerel pensaba que algunos materiales reemitirían los famosos rayos X de Röetgen después de exponerlos al sol. Así que reunió muestras de muchos materiales que se sabía que eran fosforescentes y los comenzó a analizar. Su método era ponerlos al sol y esperar a que emitieran, para después ponerlos sobre una placa fotográfica y ver si producían el mismo efecto que los rayos de Hacia la Regla de Oro: Química y Radiación / CIENCIORAMA 3 Röetgen. Es curioso notar que fue esta labor de recolección la que finalmente lo llevaría a un descubrimiento sorprendente. Entre otros minerales, Becquerel consiguió unas sales de uranio (potasio uranil sulfato K2UO2 (SO4)2). El uranio en esa época era sólo un elemento más, con la particularidad de ser el último de la tabla periódica y el de mayor peso molecular. Becquerel sometió al uranio al mismo método que sus demás compuestos, o sea, lo puso al sol. Sin embargo, como el tiempo era nublado, decidió que no valía la pena hacer el experimento y dejó la muestra dentro de un cajón de su escritorio. Consideraba que con poca luz el fenómeno de fosforescencia no se realizaría plenamente. La placa fotográfica quedó junto a la sal, separada por una cobertura. El experimento se retrasó muchos días, y cuando Becquerel retomó las sales y la placa, ¡notó que esta última estaba velada a pesar de que no había recibido la luz del sol! Era como si por ahí cerca hubiera una fuente de rayos X que él no hubiera detectado. Después de esto, buscó la causa de este hecho inesperado y finalmente descubrió que la sal de uranio era la causante de este comportamiento, y por lo tanto pensó que este compuesto emitía los dichosos rayos X, o algo parecido a éstos, sin necesidad de ponerlo al sol. Esto era algo muy curioso, como si la sal misma --y ahora sabemos que específicamente es el uranio-- se comportara como un tubo de rayos de Röetgen. En realidad, y Becquerel no tardó mucho en notarlo, el uranio no emite rayos X, sino otro tipo de rayos (ver "Hacia la Regla de Oro 2: El experimento de la Hoja de Oro"), pero en ese momento los rayos X eran lo más parecido que existía para comparar y hacerse una idea. Por el momento estos rayos se conocieron como rayos Becquerel. En su momento se pensó que estos dos fenómenos deberían estar relacionados, ya que producían efectos semejantes (velaban las placas fotográficas), pero ahora sabemos que la producción de rayos X no es un fenómeno radioactivo y que la emisión de los rayos del uranio sí lo es. Hacia la Regla de Oro: Química y Radiación / CIENCIORAMA 4 En efecto, aunque hay que pensarlo dos veces, la explicación es sencilla: en el caso del tubo de Röetgen los rayos se producen sin la participación del núcleo atómico, ya que lo que hacemos es arrancar electrones y estrellarlos violentamente contra otros electrones. En el caso del uranio, lo que tenemos es que algunos núcleos de uranio se desintegran, convirtiéndose en núcleos con diferente número de neutrones y protones, liberando energía que se transporta en forma de rayos. ¡Ta-tan! ésta sí es la clave de lo que llamamos radioactividad: emisión de algún tipo de partícula o radiación electromagnética debido a un cambio en las propiedades del núcleo atómico. En ese momento Becquerel no tenía idea de que había descubierto la radioactividad, sólo se dio cuenta de que hay fuentes naturales de radiación parecida a los rayos X. Para establecer firmemente la naturaleza de este fenómeno tenían que pasar todavía un par de años, cuando nuevos personajes aparecerían en escena... Aspecto de la placa fotográfica velada obtenida por Becquerel. La forma de cruz (un poco difusa en la mancha de abajo) se debe a que entre el mineral con uranio y la placa había una cruz de metal. Becquerel descubrió esta propiedad del uranio mientras hacía observaciones con minerales fosforescentes. Imágenes tomadas de: - http://es.wikipedia.org/wiki/Henri_Becquerel#mediaviewer/File:Becquerel_plate.jpg - http://sobrecolores.blogspot.mx/2012/07/fosforescencia-y-fluorescencia.html Hacia la Regla de Oro: Química y Radiación / CIENCIORAMA 5 Amor, bicicletas y radioactividad El 26 de julio, día del asalto al cuartel Moncada, pero de 1895, contrajeron nupcias un ciudadano francés y una emigrante polaca. En su boda los parientes les regalaron algo de dinero con el que compraron un par de bicicletas con las que recorrieron Francia. El hecho no tendría mayor trascendencia para nuestra historia si no fuera porque este matrimonio revolucionaría el campo de la radioactividad, al punto de que acuñaron el término radioactividad. Ellos eran Maria Salomea Skłodowska-Curie, mejor conocida como Marie Curie, y Pierre Curie. Los esposos Pierre y Marie Curie, mostrando dos de sus más destacadas facetas. Imágenes tomadas de: http://www.bonzasheila.com/stories/images/mariepierrecurie1.jpg http://www.todayifoundout.com/wp-content/uploads/2013/09/marie-curie.jpg Marie tuvo una de las historias más apasionantes en el ámbito de la física. Nació en 1867 en una Polonia que nominalmente había dejado de existir y cuyos territorios habían sido repartidos entre los países que la circundaban: Rusia, el imperio austrohúngaro y Prusia (la moderna Alemania). Marie nació en un círculo donde se defendía la identidad polaca y se deseaba la independencia de Polonia. Estudió en la llamada Universidad Voladora (Uniwersytet Latający) de Varsovia, Hacia la Regla de Oro: Química y Radiación / CIENCIORAMA 6 que era un proyecto educativo clandestino que trataba de dar educación a algunos habitantes polacos fuera del marco de la educación rusa. Después de esta primera etapa de su educación, Marie se trasladó a París en 1891, donde dos años después consiguió licenciarse en física y al siguiente año en matemáticas. Un año después se casó con Pierre, y el siguiente Marie y él decidieron que el tema de investigación doctoral de ella sería los rayos X y las propiedades de los compuestos descritos por Becquerel. El mineral prodigioso En esta época la minería, la química y la física trabajaban conjuntamente en el nuevo campo que sería conocido como radiactividad. Los Curie decidieron emprender sus trabajos con un mineral que contiene uranio, y que después mostró que tenía mucho más que eso: la pechblenda. El trabajo duró varios años y fue altamente fructífero. Los Curie trabajaron varios años aislando elementos radioactivos a partir del mineral conocido como pechblenda. Imagen tomada de: http://agrega.educacion.es/galeriaimg/d1/es_20071227_1_5017810/es_20071227_1_5017810_captured.jpg Hacia la Regla de Oro: Química y Radiación / CIENCIORAMA 7 La pechblenda es un material sumamente curioso, ya que en las profundidades de las minas se puede distinguir por las pequeñas trazas amarillas que desprenden luz --causadas por la radiactividad de sus componentes, como luego se supo-- y que usualmente era considerado como desecho, pues se encontraba en minas asociadas a otros minerales. Lo primero que notaron los Curie es que la pechblenda completa emitía más rayos X que todo el uranio que se extraía de ella, por lo que sospecharon que otro elemento debía ser el causante del resto de la radiación. Marie continuó con su trabajo de separación de elementos. Durante sus trabajos, los Curie aislaron torio, un elemento conocido, y mostraron que también emitía radiación. Los siguientes escalones en su investigación implicaron el aislamiento de dos elementos completamente nuevos; el primero de ellos, descubierto en 1898, fue nombrado polonio en honor a la tierra natal de Marie Curie. Los Curie pretendían dar impulso al reconocimiento de la nación polaca mediante este nombre, y es el primer elemento químico que ha recibido su nombre por razones políticas, Polonia volvería a existir como estado nacional 20 años después, en 1918 al término de la Primera Guerra Mundial. Ese mismo año los Curie descubrieron el radio, un nuevo elemento, un millón de veces más radiactivo que una misma cantidad de moléculas de uranio. Fue por estos mismos años cuando Marie Curie acuñó el nombre de radioactividad para describir el nuevo fenómeno; el nombre hace referencia al hecho de que los rayos X --y las partículas, como se descubriría más adelante-surgen de los elementos en cuestión y siguen trayectorias radiales, de modo que pensamos en el emisor como si estuviera en el centro de una esfera. Para redondear la historia diremos que en 1903 Marie defendió su tesis doctoral ”Investigación sobre las sustancias radiactivas”, y además de su grado obtuvo una mencion cum laude --destacada. Marie fue la segunda mujer en el mundo en obtener un doctorado en física después de la alemana Elsa Neumann. Hacia la Regla de Oro: Química y Radiación / CIENCIORAMA 8 Avances y pendientes En este punto vale la pena volvernos a plantear preguntas: ¿entendían Pierre y Marie la radiación de la misma manera en que la entendemos hoy? La verdad es que no. Los Curie sabían que se encontraban ante una nueva propiedad, equivalente en algunos sentidos a los rayos que Röetgen había generado hacía algunos años, pero que también entrañaba cosas completamente nuevas. Había elementos que emitían rayos X de manera natural, pero también otras cosas, y en ese momento no había manera de entender cómo pasaba ya que ni siquiera había una teoría consistente acerca de la forma de los átomos, e incluso había quien dudaba de su existencia misma. Al descubrimitento de los elementos radioactivos siguió un entusiasmo que tuvo algunas consecuencias negativas. Hubo muchos productos a los que se incorporó pequeñas cantidades de radio, como relojes, y estos terminaron afectando la salud de sus usuarios. Imagen tomada de: - http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/8/88/Radium_Dial.jpg Los Curie formaban parte de una cadena de investigadores que poco a poco se fueron acercando al descubrimiento del núcleo, las partículas elementales y las Hacia la Regla de Oro: Química y Radiación / CIENCIORAMA 9 reacciones nucleares, pero para que esto pasara primero tendrían que darse otros descubrimientos dramáticos y teorías que muchas veces parecían descabelladas, entre ellas se encontraban las ideas de cuantización de Plank y la teoría de la relatividad de Einstein. Más adelante nos encontraremos con otro físico que se enredó en toda esta maraña de fenómenos atómicos, Enrico Fermi, gestor de la famosa Regla de Oro. Por ahora es todo, les recuerdo que deben mantener los ojos bien abiertos y hacer preguntas impertinentes, hasta entonces. Bibliografía Marilyn Bailey Ogilvie, “Marie Curie, una biografía“, descargado de: http://www.librosmaravillosos.com/mariecurie/pdf/Biografia%20de%20Marie%20Curie %20-%20Marilyn%20Bailey%20Ogilvie.pdf María del Carmen Binda, “Marie Curie, una mujer pionera en su tiempo”, Revista Argentina de Radiología, volumen 73, número 3 (2009), 265-270. Laura Vargas Parada, “Marie Curie: la dama del Radio”, Revista Digital Universitaria, octubre 2011.,volumen 12, número 10. Hacia la Regla de Oro: Química y Radiación / CIENCIORAMA 10