Discurso de Elisa Carrió en sesión del Congreso Nacional sobre... jubilaciones y pensiones, modificación sobre el haber mínimo garantizado y...

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Discurso de Elisa Carrió en sesión del Congreso Nacional sobre sistema integrado de
jubilaciones y pensiones, modificación sobre el haber mínimo garantizado y movilidad
de las prestaciones previsionales
18 de agosto de 2010
Señor presidente: me gustaría enfocar este tema desde las
teorías de la justicia. Me parece que es importante porque
ellas pueden enmarcar la concepción acerca de cuál es el
fin del Estado, no sólo en esta época de transición, sino
el objetivo y fin del Estado en los próximos cincuenta
años, tanto en la Argentina como en el mundo, y también el
problema
central
transición
de
hacia
un
esta
crisis
Estado
del
Estado
distinto
que
y
de
esta
serán
las
jubilaciones.
¿Por qué digo que van a ser las jubilaciones?
Sencillamente porque la nueva ciudadanía del mundo y la
circunstancia
de
que
las
nuevas
generaciones
habiten
y
trabajen en distintos lugares va a determinar un problema
gravísimo en el sistema previsional en lo que respecta a
dónde
se
jubilará
quien
trabajó,
por
ejemplo,
en
ocho
lugares del mundo. Este no va a ser un problema de nuestra
generación, pero con seguridad será el gran problema para
las nuevas generaciones, incluidos nuestros hijos, en el
marco de América del Sur y del mundo.
De modo que esto no es algo menor, y hay que
enfocarlo desde ese lugar para proponer más adelante la
discusión
de
un
nuevo
sistema
previsional
que
se
vaya
acercando lentamente a un nuevo modelo mundial.
John
Rawls,
un
filósofo
social
que
podríamos
decir es quien en el siglo XX de alguna manera reestructura
la teoría del contrato social -aquella vieja teoría de
Locke
y
de
Rousseau-,
dice
que
deberíamos
celebrar
un
contrato hipotético entre todos pensando que existe un velo
de ignorancia, es decir, que ninguno de nosotros va a saber
cómo nos va a ir, como si nadie supiera quién va a ser
rico, quién va a ser pobre, si va a vivir o si va a morir;
desde ese velo de ignorancia pensar cómo tendríamos que
estructurar la sociedad para que haya la mayor libertad e
igualdad posibles.
Es bueno que a veces las comunidades políticas se
pongan en esa situación. En este sentido, recuerdo que en
la
Convención
respecto
de
Constituyente
Ronaldo
también
Dworkin,
que
señalaba
es
otro
algo
al
filósofo
americano, sobre la comunidad de principios.
Está claro que existen algunas reglas de sentido
común y de principios que nos lega la historia y los miles
de años de civilización. La primera de ellas es que para
que
haya
libertad
tiene
que
haber
igualdad
de
oportunidades. Aquí aparece, por ejemplo, la discriminación
inversa y el ingreso a la ciudadanía de la niñez. Hoy
escuchaba a la señora presidenta decir que somos un default
de propuestas, pero ella debería acordarse de que gracias a
nuestra
lucha
ella
finalmente
implementó
el
ingreso
ciudadano de la niñez, como también fue gracias a nuestra
lucha que se dictó la nulidad de las leyes de obediencia
debida y punto final el 12 de agosto de 2003. Digo esto
para que por lo menos lo reconozca y no se olvide, ni
siquiera públicamente.
En definitiva, lo que decimos es que desde ese
velo de ignorancia, el ingreso de la niñez a la ciudadanía
es lo que garantiza a una sociedad la posibilidad de que,
independientemente de la suerte de los padres –es decir, de
lo arbitrario de la herencia- haya algunas posibilidades de
ingreso que permitan iguales oportunidades de educación y
salud a los niños.
Pero también desde ese velo de ignorancia está
claro que una sociedad debe asegurar a las personas que ya
no
pueden
trabajar
activamente
un
mínimo
de
dignidad,
garantizado por medio del ingreso ciudadano de la vejez. Y
diría que esto debe ser independientemente de los aportes
hechos, porque a alguien que tiene setenta años y que no
aportó durante sesenta y cinco años no podemos decirle que
no va a tener un ingreso garantizado.
En consecuencia, los dos pilares de justicia de
una sociedad desde el velo de la ignorancia son el ingreso
ciudadano para la niñez y el ingreso ciudadano para la
vejez, que es algo similar a la jubilación universal de
piso básico que tiene Italia, independientemente de que se
resida o no o se haya trabajado o no en el territorio
italiano.
Si esa es una teoría, la otra que me parece muy
importante tocar aquí -y que es mucho más práctica desde el
punto de vista de la aplicación práctica política- es la de
Amartya Sen, quien en su último libro Idea de la Justicia
nos dice que esta cuestión contractual es más abstracta,
más difícil, pero sí podríamos ponernos de acuerdo en una
idea, que es que como sociedades tenemos como objetivo
reducir lo más que se pueda la injusticia intolerable. Esta
sería la premisa de Amartya Sen: con tal que reduzcamos las
situaciones
de
injusticia
intolerable
en
términos
de
civilización, podríamos estar avanzando.
Desde
el
mismo
lugar
es
una
injusticia
intolerable que los niños, porque sus padres no tienen
trabajo o empleo o porque les falten, no puedan tener un
ingreso
garantizado
para
poder
comer
y
asistir
a
la
escuela. Desde esa teoría esto es también un imperativo
ético y un imperativo de derecho. Lo mismo sucede con los
jubilados, con las personas de la tercera edad.
Ahí
es
donde
tenemos
que
analizar
algo
muy
concreto: ¿es justo, es tolerable, que un jubilado gane 900
pesos en la Argentina o es injustamente intolerable? Y esto
es
independiente
de
los
recursos,
independiente
de
la
ANSES, e independiente de todo: es una pregunta que debemos
hacernos como sociedad. Y porque vamos al supermercado,
porque
las
personas
grandes
tienen
graves
problemas
de
salud y se gastan el dinero en remedios, todos sabemos que
esto es intolerablemente injusto.
Después vamos a ver el problema de los recursos y
las
distorsiones
del
sistema.
Pero
sí
creo
que
ni
oficialismo ni oposición tendrían que tener un desacuerdo
acerca de estos objetivos básicos de la sociedad.
Y si estamos de acuerdo yo haría un subprincipio
de estos dos, que es preguntarnos de dónde deben salir los
recursos para que la sociedad tenga un criterio de justicia
en los términos de Rawls o reduzcan lo intolerablemente
injusto en los términos de Amartya Sen.
La
primera
conclusión
es
que
lo
primero
que
podemos extraer es que no puede haber redistribución de los
ingresos entre pobres, porque eso no es distribución.
En consecuencia hay que empezar a decir que es
intolerablemente injusto, regresivo y reaccionario que los
jubilados financien a los niños
y no, por ejemplo, el
impuesto a los activos financieros.
Esto quiere decir que los pobres financian a los
pobres,
algo
intolerablemente
que
es
intolerablemente
reaccionario.
Si
se
dice
injusto
que
e
faltan
recursos para dar a los jubilados el 82 por ciento de la
mínima, porque parte de esos recursos se vuelca en los
niños, se trata de un argumento imposible de ser tolerado
en una sociedad y en un Estado que tiene otras fuentes de
financiamiento y otras fuentes de recursos.
Desde esa perspectiva Alfonso Prat Gay y Fernanda
Reyes van a hablar de la cuestión económica y desde los
números, pero yo me voy a dirigir a un segundo punto. ¿Qué
significa el sistema jurídico y el derecho para nosotros?
¿Nada?
¿Qué
significa
que
la
Corte
le
haya
dicho
al
Parlamento nacional que hay que actualizar? ¿No significa
nada?
¿Cuál
es
el
valor?
Yo
sé
que
las
sentencias
no
producen efecto erga omnes(1), pero sí que en un sistema
constitucional como el que tenemos la Corte está llamando
al Poder Legislativo, a partir de la interpretación que
hace del derecho argentino y no de otro ni de tratados
internacionales, sino de las leyes sancionadas por este
Parlamento, para que proceda conforme a lo establecido en
el caso Badaro.
¿Pero cuál es el valor? Porque si el fallo de la
Corte no tiene valor tampoco pueden tenerlo innumerables
sentencias dictadas por ese tribunal por las que se condena
al Estado o a una persona a la pena de prisión. ¿Cómo es
posible que el fallo de la Corte sea una opinión más,
susceptible de ser retrucada por tal o cual ministro, más
allá del respeto que nos pueda merecer o no? Acá hay un
fallo de la Corte.
La segunda cuestión que deseo plantear es aún más
grave. Los que somos abogados sabemos que si la Corte y las
Cámaras se están expidiendo y se llega a la primera como
último
tribunal,
hay
tres
instancias
de
abogados
que
equivalen exactamente al monto de lo que se le debe a los
jubilados. Estamos duplicando la deuda. ¿Quién se va a
hacer cargo de
la industria del juicio? ¿A quién está
beneficiando esta industria que, en algún momento, será
pagada con bonos? Ordenemos antes pero no dupliquemos una
deuda que, en sí misma, es extraordinaria. A menos que
digamos que después les vamos a pagar el equivalente a esa
deuda a los abogados que llevan los casos ante la Corte, ya
que sabemos cómo va a terminar esto.
Esto
no
es
menos
económico,
sino
mucho
más
económico. Se trata de un criterio de eficiencia económica.
No pusimos lo anterior al caso Badaro justamente para dar
al
Poder
Ejecutivo
la
posibilidad
de
instrumentar
un
sistema que permita terminar con esta industria del juicio,
pagar lo anterior en términos de bonos y ordenar todo esto
hacia adelante. Esto tenemos que hacerlo nosotros o el
próximo gobierno. Debemos hacernos cargo de la manera más
eficiente y ordenada. De nada vale que me digan que vamos a
ir al default porque todos sabemos que es mentira. Sabemos
que
debemos
hacernos
cargo,
y
esta
es
una
manera
responsable de hacerlo.
Además
esto
permite
al
Poder
Ejecutivo
instrumentar toda la deuda hacia atrás de forma tal de dar
solución al problema. Insisto en que esto costará la mitad
si lo arreglamos ahora y el doble si lo hacemos dentro de
dos
o
tres
años,
sobre
todo
a
partir
del
criterio
sustentado por la Corte en distintos casos judiciales.
Por último, quiero señalar que en rigor de verdad
la ANSES tiene los problemas que tiene por las políticas
que ha votado este Parlamento. No estoy hablando de ahora,
como pueden creer algunos que piensan que estamos en la
coyuntura mediocre. En primer término, el Estado siempre
utilizó la caja de los jubilados como la caja política de
todos los gobiernos. Esta es una responsabilidad de la
política argentina que ha cruzado a todos los gobiernos
desde hace 40 años.
En
segundo
lugar,
en
la
década
el
90
se
utilizaron esos recursos para la construcción de mercados
capitales a través de la creación de las AFJP. Después los
trajeron de nuevo al Estado sin que esas entidades hayan
pagado siquiera
tres jubilaciones. Miren el
maravilloso
negocio que se hizo bajo un mismo signo político, en el
sentido de que primero les dieron el dinero para que lo
administren
y
jubilaciones,
existiera
la
después,
los
recursos
posibilidad
cuando
debían
volvieron
de
que
al
se
conceder
Estado
sin
otorgaran
las
que
los
beneficios.
En tercer término, deseo señalar algo que este
gobierno ha hecho bien pero que genera una distorsión, y
que consiste en el hecho de haber concedido jubilaciones
sin haberse efectuado los aportes. Esto está bien por el
principio que dijimos al comienzo: debemos tener un ingreso
garantizado a la vejez que sea financiado por el Estado, no
por
los
aportantes.
política
Esta
de
distribución
La
propuesta
es
una
del
política
ingreso.
social,
Estos
son
una
los
problemas.
en
la
que
nosotros
venimos
trabajando desde hace seis años y que fue discutida en el
ARI y en la Coalición Cívica es la que queremos llevar a
cabo, porque se complementa con esta actualización.
Creo que por una cuestión de necesidad, así como
llegamos al ingreso ciudadano, vamos a llegar a un sistema
jubilatorio. Quiero expresar mi reconocimiento a Rubén Lo
Vuolo y al gran grupo que trabajó durante muchísimos años
en esto.
Esto es compatible con la nueva ciudadanía del
mundo, ya que a mi entender se van a crear ciudadanías
transitorias; es decir que no se va a aplicar el principio
de ius sanguinis o el ius soli o lugar de nacimiento porque
así estamos construyendo parias. La ciudadanía va a estar
muy ligada al lugar de trabajo, no al lugar de nacimiento.
¿Qué es lo que proponemos nosotros? Tendría que
haber una comisión bicameral que, como en Chile, trabaje
uno o dos años, pero que trabaje. Comparto con el diputado
Lozano que esto así es inviable, pero es inviable de todas
maneras. Y tenemos que hacernos cargo durante un año.
El sistema sería el siguiente: un primer pilar
sería el ingreso garantizado a la vejez, igual al ingreso
garantizado a la niñez, financiado por el Estado. Sería
como la provincia número 24 o 25: primero, los jubilados y
los niños; después, el reparto a Nación, y luego el reparto
a provincias. De este modo los ingresos de la ciudadanía
estarían
garantizados
por
el
Estado
federado
en
su
totalidad.
El
segundo pilar sería con aportes, y el tercer
pilar sería con el ahorro privado, en el caso de aquellos
que excedan determinado monto.
No
estamos
completamente
de
acuerdo
con
el
diputado Lozano en este punto porque pensamos que este
financiamiento no debería ser por vía de aportes, ya que
cada vez vamos a tener mayores problemas con los aportes.
En realidad tenemos que generar instrumentos impositivos
que
aseguren
esos
ingresos,
de
modo
tal
que
cuando
lleguemos a ser prósperos como todos queremos, en serio y
en forma consistente, esos ingresos estén garantizados como
modo de distribución del ingreso a la vejez.
(1) Erga omnes es una locución latina, que significa "respecto de todos" o "frente a todos",
utilizada en derecho para referirse a la aplicabilidad de una norma, un acto o un contrato.
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