Interdisciplinariedad en Berkeley Si a pesar de haber nacido en un

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Interdisciplinariedad en Berkeley
Si a pesar de haber nacido en un país relativamente periférico en el mundo académico, como
México, un investigador universitario tiene la suerte de haber participado en más de dos docenas de
congresos internacionales --y de haber organizado varios--, se tiene el derecho de responder a la
pregunta: ¿para qué sirven los congresos académicos?
Antes de ofrecer alguna respuesta a esta pregunta debo señalar que la mayor parte de los
congresos en los que he presentado alguna ponencia han sido sobre mi campo de especialización, la
literatura. Y una cuarta parte han sido interdisciplinarios: Julio Cortázar en Oklahoma (1985);
Humor en Arizona (1986); Carlos Fuentes en Mississippi (1986); Intertextualidad en Florida
(1987); Literatura Iberoamericana en México (1988); Cuento Mexicano en Tlaxcala (1989); Bajtín
en Manchester (1991); Enseñanza del Inglés en Oxford (1991); Semiótica en Xalapa (1991);
Cuento en México y Francia (1992); Comunicación en Acapulco (1992); Bajtín en Cocoyoc
--organizado en colaboración con Ramón Alvarado-- (1993); Visitantes de Museos en Londres
(1993); Humor en Filadelfia (1995), y nuevamente Bajtín en Moscú (1995) y en Calgary (1997).
¿Qué se obtiene después de haber preparado una ponencia y realizar el viaje a un lugar al
que probablemente se visitará tal vez por única ocasión? Casi siempre se obtiene lo siguiente:
a) Acceso a bibliotecas universitarias extraordinariamente bien surtidas, actualizadas y
funcionales
b) Acceso a librerías en las que uno puede perderse durante varias horas, y regresar a casa
con varios tesoros bibliográficos, si se corre con suerte
c) Exposición a ideas y enfoques distintos al propio, lo cual puede resultar refrescante y
estimulante para el trabajo personal
d) Contacto personal con autores prestigiosos y reconocidos, y con colegas que tienen
intereses profesionales y vitales similares a los propios
e) Contacto personal con editores y lectores potenciales, y con jefes de departamento con
los cuales se pueden establecer diversos proyectos de colaboración institucional
f) Experiencia de un ambiente cultural completamente distinto al que uno pertenece por azar
Tal vez la consecuencia más importante de todo lo anterior sea el reconocimiento del lugar
que ocupa el trabajo de investigación de uno mismo en el contexto internacional.
Para ilustrar parcialmente estas ideas voy a reseñar parte de mi experiencia de trabajo al
participar en el Quinto Congreso de la Asociación Internacional de Estudios Semióticos, que se
realizó en el campus Clark Kerr de la Universidad de Berkeley, en California, del 13 al 18 de junio
de 1994, precisamente en vísperas del Campeonato de Futbol que se llevó a cabo a partir de la
semana siguiente en los estadios de la ciudad de San Francisco y de la Universidad de Stanford, a
veinte minutos y una hora de Berkeley, respectivamente.
Un Congreso de estas dimensiones dura casi una semana porque en él se presentan más de
600 ponencias. La semiótica podría ser considerada como el estudio científico de los signos, la
comunicación y todo aquello que tiene alguna significación para los seres humanos.
A la Asociación de Estudios Semióticos pertenecen alrededor de treinta países (casi los
mismos que participaron en el Campeonato Mundial de Futbol), y en esta ocasión se presentaron
toda clase de ponencias, cuyos temas iban desde la semiótica jurídica (que cuenta con su respectiva
revista, publicada por la Asociación Internacional de Semiótica Jurídica) hasta la semiótica del
espacio (que también cuenta con su revista, publicada --por supuesto-- por la Asociación
Internacional de Semiótica del Espacio).
Hay más de cien áreas de estudio de la semiótica, y casi cada una de ellas cuenta con su
propia asociación, sus congresos, sus publicaciones periódicas y sus paradigmas teóricos. Algunas
áreas de la semiótica han tenido un desarrollo extraordinario desde hace varias décadas, generando
corrientes de pensamiento con gran fuerza en el debate actual de las ideas, como es el caso de la
semiótica de la cultura (Yuri Lotman y la Escuela de Tartú), y otras más han tenido un desarrollo
reciente muy notable, como la semiótica musical (Eëro Tarasti en Finlandia), la semiótica
cinematográfica y la semiótica de las pasiones. De hecho, la diversidad de los intereses de la
semiótica es casi tan grande como la misma imaginación científica.
Aunque es muy reciente la creación de congresos internacionales sobre la
interdisciplinariedad, los congresos de semiótica tienen mucho de interdisciplinario. Sin embargo
una gran parte de las investigaciones semióticas siguen apoyándose en los modelos teóricos
propuestos durante los últimos 150 años por Charles Peirce, Ferdinand de Saussure, Umberto Eco,
Algirdas Greimas y otros investigadores europeos y norteamericanos, considerados como
referencia obligada para el estudio de la semiótica canónica. Pero --al menos desde la perspectiva
de quien escribe estas líneas-- muchos de los trabajos realmente significativos rebasan con mucho
los marcos propuestos por estos pioneros, y formulan propuestas transdisciplinarias surgidas de la
misma complejidad de la cultura contemporánea.
Desde 1974 el Congreso Internacional se ha realizado cada cinco años en Europa. Ésta es la
primera vez que se lleva a cabo en el continente americano. Y tal vez valdría la pena señalar que
durante la votación realizada durante el miércoles 15 por la mañana, la asamblea constituida por los
miembros de la Asociación Internacional apoyaron la propuesta para que el siguiente Congreso se
realice en 1997 en México.
Aquí se podría señalar que ya en 1993 se llevó a cabo, en la ciudad de Monterrey, el Primer
(y único) Congreso Mundial de Semiótica y Comunicación, al que fueron invitados (con todos los
gastos pagados por la Secretaría de Educación del Estado de Nuevo León) cerca de un centenar de
investigadores de la Asociación Internacional de Estudios Semióticos.
Paradójicamente, y a pesar de que en México hay tres asociaciones distintas de
investigadores de semiótica, en el congreso de Berkeley sólo se presentaron cuatro ponencias
provenientes de este país.
Los temas de esas ponencias fueron muy diversos entre sí: Beatriz Garza Cuarón (del
Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Humanidades, de la Universidad Nacional) ofreció
una perspectiva general de la historia y el estado actual de la semiótica en México, señalando el
desarrollo que ésta ha tenido recientemente en la Universidad Autónoma Metropolitana; Adrián
Gimate-Welsh (UAM Iztapalapa), quien junto con Mauricio Beuchot es miembro del Comité
Ejecutivo de la Asociación Internacional, presentó los resultados de un análisis del discurso político
en torno al Tratado de Libre Comercio; Katya Mandoki (UAM Xochimilco) presentó parte de su
argumentación para la creación de una estética de lo cotidiano, y Lauro Zavala (UAM Xochimilco)
presentó un modelo transdisciplinario para el estudio del tiempo.
Es interesante observar que los investigadores latinoamericanos tienden a hacer propuestas
interdisciplinarias que rebasan los modelos surgidos en Europa y los Estados Unidos.
La vida cotidiana de alguien que participa en uno de estos congresos se distribuye
aproximadamente como sigue: es necesario organizar el tiempo para visitar las bibliotecas y
librerías de la universidad; visitar el campus y los lugares para cenar o divertirse, pues los albergues
estudiantiles no ofrecen cena; llamar por teléfono o concertar citas con los colegas que viven en el
país que se visita; asistir a las ponencias que tienen interés particular, ya sea por el tema que tratan
o por el prestigio de los ponentes, y darse tiempo para conversar con los colegas en los pasillos,
visitar la sección donde se exhiben las últimas novedades bibliográficas sobre semiótica y asistir a
las sesiones plenarias y otras actividades generales programadas por los organizadores. Y, por
supuesto, hay que presentar la propia ponencia, y tal vez coordinar la respectiva sesión de
discusiones.
Si el ponente aún tiene tiempo y energía, puede programar una visita a los alrededores. Por
ejemplo, es casi imprescindible visitar en la ciudad de San Francisco la librería City Lights, creada
por Ferlinghetti y el grupo de poetas beat en los años cincuenta, y después escuchar en vivo un
concierto de jazz, puesto que en México esta clase de música todavía existe sólo en un par de
ghettos aislados.
El viernes por la noche fue el banquete de clausura, después del cual los asistentes
escuchamos la ponencia magistral que presentó el semiólogo italiano Umberto Eco, fundador de la
Asociación, quien con erudición y sentido del humor disertó en inglés durante casi media hora
sobre la búsqueda del llamado "lenguaje perfecto".
Al concluir la conferencia de Eco, el grupo de participantes brasileños --como ya es su
costumbre en estos congresos-- se pusieron a bailar y cantar samba durante varias horas, invitando
de esta manera a sus colegas del continente a participar en el Tercer Congreso Latinoamericano de
Semiótica, programado en la Pontificia Universidad Católica de Sao Paulo del 31 de agosto al 3 de
septiembre de 1996, con el tema Orden y Caos: Un Abordaje Semiótico. En el Comité Organizador
de este congreso se encuentran, entre otros, José Pascual Buxó (México), Eliseo Verón (Argentina),
Haroldo de Campos (Brasil) y Lisa Block de Behar (Uruguay).
Así terminó uno de los congresos más característicos de la investigación interdisciplinaria
contemporánea. El siguiente está convocado por la Universidad Metropolitana (UAM), la
Universidad Nacional (UNAM) y El Colegio de México. Con estos congresos se contribuye a
establecer un diálogo más intenso entre los semiólogos europeos y norteamericanos y aquellos que
hemos nacido en países relativamente periféricos en el mundo académico internacional, es decir, en
uno de esos países donde sus gobernantes cometen el error estratégico de considerar que la
educación y la investigación no son prioritarias para el país.
¿O será que la distinción entre centro y periferia también empieza a ser cada día menos
pertinente, en cuanto a la calidad de la investigación?
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