Liga: tiempo y espacio Fernando Carrión M. Nunca más cierto que ahora esas estrofas nacidas en la Universidad Central del Ecuador: “en el tiempo y en el espacio, tu nombre sonará… El Ecuador ha esperado una centuria para que un equipo ecuatoriano de fútbol llegue a una final de un mundial de clubes. Para ello se necesitó romper con el determinismo geográfico que nos enclaustró en América del Sur: los torneos de clubes como las copas Sudamericana y Libertadores, y de selecciones con la Copa América y las eliminatorias a los mundiales fueron el ámbito de competencia. Este enclaustramiento se fracturó con las dos presencias de la selección nacional en los mundiales de Korea-Japón y Alemania y, ahora con la asistencia de Liga al mundial de clubes. El futbol nacional entró de lleno a las grandes ligas, al mercado mundial de esta industria y a la representación translocal. En otras palabras, el fútbol ecuatoriano superó la geografía y dio un gran salto histórico. Una vez que llega la Liga al Japón -para esta cita mundial clubes- encara el partido de semifinales de la Copa Confederaciones y gana al Pachuca por dos a cero, con un esquema donde el tiempo y el espacio fueron variables estratégicas. En el partido diseñado por Edgardo Bauza, entrenador de la Liga, en el primer tiempo dominó el manejo del espacio y, en el segundo, el tiempo. En los primeros 45 minutos la Liga le entregó la posesión del balón y la cancha al Pachuca: casi el 70% del tiempo de juego y la mitad del terreno lo tuvo el equipo mexicano sin saber que hacer con ellos. La Liga diseñó una estrategia doble respecto del espacio: por un lado, le esperó al rival en su propio terreno cediéndole la iniciativa y por otro, le obligó a jugar por el centro de la cancha, donde se construyó un cerrado embudo donde se diluían las intenciones del ataque. Una vez impuesto este cerrojo se dispuso el contragolpe nacido en la recuperación de la pelota mediante el “pressing”, donde Manzo se convirtió en el eje desde donde salían velozmente los pases hacia las puntas. Nunca descifró este juego estratégico del espacio el Pachuca. Y en la segunda etapa la variable del juego fue el tiempo. La paciencia oriental del equipo fue notable: Francisco Cevallos es el rey de esta estrategia por lo que hace al detener la pelota para que no se concrete un gol y para que el tiempo transcurra; el medio campo detuvo al rival, se proyecto ofensivamente y movió el balón de un lado a otro con mucho acierto. La Liga empezó a administrar la desesperación y la impotencia del Pachuca, que veía como el tiempo pasaba sin lograr concretar. Y así transcurrió la segunda etapa sin que el Pachuca haya entendido el sentido implacable del tiempo. El fútbol nos enseña que la geografía y la historia juegan; así como también lo hacen el tiempo y el espacio. Mientras para unos la geografía es una limitante para otros es una variable favorable, no solo por el significado de la localia y la visita, sino también, por la ubicación internacional en el mercado (importación y exportación de jugadores), que hacen que el fútbol mundial se juegue allá en el centro, en la distancia del acá. Y no se diga de la historia: lo que para el Manchester el juego de mañana será algo cotidiano y con valor relativo, para la Liga será un caso de construcción histórica. Ahí la diferencia: la motivación histórica está de nuestro lado, porque la Liga saldrá para hacer historia.