Simioi Loudes fue la fi gura máxima de los primeros - Juegos Olímpicos modernos. Del anonimato más oscuro ascendió a la cumbre de la fama, en una hazaña que parece árrancada de las viejas leyendas griegas. Los primeros• Juagos Olímpi cos de ntiestro” tiempó se ‘realiza ron en Atenas, én la primavera de• 18%. Después dé” una larga y tesonera labor de coñvencimien to, el barón• Pierre de Coubértin logró que se: constituyera el co mité Olímpico Internacional y qué un mecenas de Alejandría proporciónara. el dinero necesario para - levantar un estadio, en la capital de Grecia. -Y allí acudie ron los competidores internacio nales, •que hacía su, debut en las pruebas, sin previa’ selección y la” ‘mayoría de ellbs carentes de un adecuado entrenamiento. Inglaterra, Alemania, Francia, Hungría, ‘Dinamarca, los Estados Unidos y Suiza destacaron grupos de atletas cuyas posibilidades de victoria - se desconocían, puesto que no habían tenido ocasión de confrontarse anteriormente. El seis de abril de 1896, el soberano griego, Jorge 1, inaugu ró solemnemente la competición ante cincuenta mil espectadores que llenaban los graderíos y otros miles que habían subido a las colinas, desde donde podía contemplarse el campo de juego. • Fueron desarrollándose las prue bas conforme el programa pre visto, pero con resultados que no se esperaban. Los norteamericanos iban con qtíistando una a una las medallas de oro. La gran esperanza de los griegos era su campeón en el lanzamiento del disco, Paraske voupoulos, pero fue fácilmente derrotado por Robert S. Garret, capitán del equipo de Princeton, donde había lanzado el peso, pe ro jamás el disco. Antes de em prender el camino de Atenas ha bía pedido a un amigo de su universidad, aficionado a los tra delante de los competidores, bajos mecánicos, que le fabricase transmitiendo los incidentes de un disco de acero con las dimen la . carrera, que . llegaban al esta siones que indicaba el reglamen diQ tñediante relevos de estafetas. to. Pero, su sorpresa fue muy Durante la primera párte. de la grande al verificar que el disco • prueba el francés Lermusiaux ascon el que debía competir era - có una notable ventaja a sus ri mucho menos’ pesado, lo çual le vales. Ya en la mitad del reco valió la victoria sobre,, el, cam rrido llevaba tres kilómetros de. peón heleno. . -. ,,ventaja. En la aldea de’ Pikermi ‘cumplida esta pruebá, la cuen los éampesinos que ‘estaban apos ta señalaba, ‘sobre once competi tados al lado del camino’ lograron ciones, diez victorias nortealneri abrirse paso entre los soldados y canas y ‘una británica, ‘la del aus colocar’ una corona de laurel en traliano E. H.- Flack; “que’ repre la frente de Letmusiaux,’ .dándo-’’ sentaba a Inglaterra, por residir le como seguro triunfador. Su en Londres, el cual se impuso en implacable perseguidor era el nor las carreras de 800. y 1.500 me teamericano Blake,. qüien. ‘espera tros. ba que el francés aminorara su Quedaba solamente una prue ritmo para. darlé caza y así .su ba, en la que los griegos no po cedió cinco ‘kilómetros más ade dían ‘hacerse muchas ilusiones. Se lante. Blake, colocado en el pri trataba de la marathon, incorpo mer puesto no pudo resistir mu rada al programa olímpico por cho tiempo más. El esfuerzo le. el barón de Coubertin. Quería había agotado y ya no podía ver éste conmemorar el episodio mí por el polvo que levantaban los tico del siglo V antes de Jesu caballos - que corrían delante, de cristo, protagonizado por el sol-. modo- que abandonó -la prueba. dado Filípides, quien corrió, sin Antes de él ‘varios’corredores ha .ba trotando. Cuando cruzó la. 11detenerse, entre el campo de ba bían caído exánimes, - sin lograr nea, éscoltado por los dos prín cipes, que corrían junto a él, los talla de Maratón y la ciudad de dar alcance al francés. Atenas para anunciar la victoria Pero Lermusiaux también es jueces indicaron el tiempo: 2 ho de los ejércitos griegos sobre los taba agotado. Pasó a encabezar ras, 58 minutos, 20 segundos. persas. Cubrió la distancia de la carrera el australiano Flack y Spiridon tuvo que refugiarse en cuarenta y dos kilómetros y al en esa posición se mantuvo has el vestuario, evitando así que el llegar a su destino pudo decir ta que los competidores se acer entusiasmo de la muchedumbre, solamente «Vencimos», antes de caban al distrito norte de la ciu que abandonaba enloquecida de alegría sus asientos para volcarse caer muerto. dad de Atenas. sobre el campo de juegos, le so El día de la competición era Fue entonces que un mensaje focara con sus abrazos. despejado y brillante. Los atletas ro llegó al estadio anunciando Pero, ¿quién era Spiridon Lou se reunieron en el puente de que a siete kilómetros se hallaba des? Un pastor de las montañas, Maratón, para recorrer 40.011 el primer corredor y que éste hecho al rigor de la vida campe metros hasta el estadio. Si bien era Spiridon Loudes, un griego. sina y dueño de una gran vo de los veinticinco competidores El público, estalló en una estruen luntad. veintiuno eran de nacionalidad dosa ovación, pero todos se pre griega, los cuatro extranjeros ha guntaban ¿quién es Spiridon Lou El barón de Coubertin ha es críto que Spiridon pasó las dos bían dado ya pruebas de su agi des? lidad y resistencia y los pronós Siguió una espera nerviosa. Los. noches anteriores a la prueba oran ticos atribuían- la victoria a cual espectadores habían recobrado un do de rodillas y que el día ante quiera de ellos, sin tener en con silencio de expectación. De pron rior hizo ayuno, pidiendo a Dios sideración a sus rivales helenos. to, el príncipe constantino y el que le ayudara para gloria de su La ruta hasta el’ estadio esta príncipe Jorge abandonaron el patria. ba vigilada por tropas del Ejér palco oficial y se dirigieron apre Así surgió, en la primera edi cito y se había dispuesto que un suradamente hasta la puerta de ción de las nuevas Olimpiadas, escuadrón de caballería corriese ingreso’ al estadio. Loudes entra- un vencedor que en nada tuvo El. pastor griego.. que. ‘g’añó Jainar’at ho u dé 1896 que . edvidiar a los, héroes de la mitológía griega. Las muestras de simpatía y admiración llovieron sobre el pas tor. Un sastre se comprometió a vestirle mientras viviera (el sas tre, se entiende), ejemplo que fue imitado por un peluquero que ofreció afeitarle gratuitamente y el dueño de un restaurante que le aseguró la comida mientras existiese su negocio. El. rey de Grecia le ofreció un agasajo en’ el palacio y muchas otras per sonas le hicieron llegar regalos valiosos. En los Juegos Olímpicos de 1936, en Berlín, Laudes fue invi tado de honor del Comité ale mán. El pastor, ya viejo, acudió a la tribuna de honor vistiendo el traje típico de su patria y en tregó una rama de olivo del mon te Olimpia a Adolfo Hitler, que presidía la, ceremonia inaugural. Alfonso TELLEZ