From the SelectedWorks of Guillermo Arosemena February 17, 2008 Las recesiones en Estados Unidos Guillermo Arosemena Available at: http://works.bepress.com/guillermo_arosemena/134/ Las recesiones en Estados Unidos Guillermo Arosemena Arosemena Diariamente hay noticias sobre la situación de la economía estadounidense y quienes no simpatizan con el “Imperio”, opinan que es el inicio del desplome del poderío de ese país. Se habla de ella como si fuera un fenómeno económico único, nunca antes visto. La realidad es que las recesiones forman parte de los ciclos económicos, la economía como todo en la vida, es rítmica. El mar tiene ondulaciones, así como la agricultura y nuestra propia vida: nacemos, crecemos, maduramos, envejecemos y morimos. Los productos que se venden en el mercado también tienen ciclos en los que la gerencia trata de extender la vida de ellos, modificándolos. A través de la historia, los grandes pensadores económicos han buscado la forma de eliminar el ciclo económico, para vivir eternamente en prosperidad. En el 2000, algunos economistas estadounidenses sostenían que había nacido una nueva economía, en la que no existía la etapa recesiva de los ciclos, alegando que ese país vivía el periodo de prosperidad más largo de la historia. En algunos años de esa etapa, la economía estadounidense creció hasta 5% anual, tasa colosalmente grande para su tamaño; el incremento equivalió al producto interno bruto de Brasil o México. En el 2001, reventó la burbuja que venía creciendo en el sector de Internet y la crisis se expandió a los demás sectores, dándose una recesión que duró dos años. Tengo más de 4 décadas siguiendo de cerca la economía internacional y en este largo tiempo, he visto algunas recesiones estadounidenses, unas han sido muy leves y otras extensas. La primera que recuerdo fue en los sesenta cuando era estudiante universitario en ese país. En dos ocasiones se desaceleró la economía. En los setenta la crisis se originó por el alza del petróleo, con la creación de OPEP. Durante años el precio del barril se había mantenido a menos de 3 dólares y sorpresivamente inició la interminable escalada, en circunstancias que Estados Unidos no estaba preparado para disminuir el consumo; los automóviles eran muy grandes y sus motores no eran eficientes en consumo de gasolina. Este evento tuvo lugar al mismo tiempo en que se devaluaba el dólar y se iniciaba la flotación del precio de las monedas, contribuyendo a la espiral inflacionaria, dando lugar a lo que se conoce como estanflación: recesión con inflación. En los ochenta, la recesión ocurrió con la crisis de las asociaciones de ahorro y crédito, sector que terminó con la quiebra de más del 50% de las empresas y pérdidas superiores a 300,000 millones de dólares. También se dio una segunda crisis por nuevas alzas del precio del petróleo. En los noventa la recesión sucedió por la Primera Guerra del Golfo. Es importante señalar que las recesiones de la segunda mitad de los ochenta y los noventa fueron relativamente leves, por lo que se consideran que no afectaron mayormente la tendencia de prosperidad que sólo fue interrumpida entre el 2001 y 2002, para luego entrar un nuevo período de prosperidad que ha durado hasta la mitad del 2007. Es muy difícil terminar con los ciclos económicos, es decir eliminar las etapas de recesión y solamente quedarse con las de prosperidad, por la conducta del ser humano. Se piensa que la bonanza nunca acaba y los empresarios reinvierten ampliando fábricas o los constructores haciendo más edificaciones. El optimismo, codicia, etc. hacen perder el sentido de la realidad a los actores económicos, quienes creen que la demanda de bienes y servicios es interminable; La gravedad también funciona en economía: hay caídas libres en la demanda. Sucedió a los fabricantes de fibra óptica, computadoras, servidores y demás equipos de comunicación e información en el 2001 y al sector inmobiliario actualmente. La crisis de los Tigres de Asia en 1997, comenzó en Tailandia donde había decena de miles de viviendas sin venderse. También vivimos la caída de la demanda en nuestra crisis de 1999, con pisos de edificios sin venderse en la avenida Francisco de Orellana.