Consejo Consultivo de Aragón DICTAMEN Nº 244 / 2013 Materia sometida a dictamen: Reclamación en materia de responsabilidad patrimonial de la Administración derivada de los perjuicios ocasionados por anulación un acto administrativo en vía jurisdiccional. ANTECEDENTES Primero.- El Pleno de la Diputación Provincial de Teruel, en fecha 29 de enero de 2009, aprobó el denominado “Acuerdo sobre desempeño de funciones de cabo responsable de turno por determinados Bomberos-Conductores de los Parques de Bomberos de Teruel Alcañiz y Calamocha”. Con dicho acuerdo se daba respuesta al resultado de la Mesa General de Negociación del día 17 de diciembre de 2008. Segundo.- En el apartado I del Anexo I del expresado acuerdo plenario de 29 de enero de 2009 se disponía lo siguiente: “En ausencia de Cabo responsable de turno en los Parques de Bomberos de Teruel, Alcañiz y Calamocha, habrá, en todo momento, un funcionario responsable de turno según el siguiente orden de prelación: 1º En primer lugar, lo será el de mayor grado personal consolidado que se encuentre de servicio. 2º En caso de coincidir varios funcionarios con el mismo grado personal consolidado, será responsable de turno el que mayor antigüedad tenga por años de servicios prestados. A estos efectos, se computarán os reconocidos que se hubieran prestado con anterioridad a la adquisición de la condición de funcionario de carrera”. Tercero.- En aplicación del acuerdo plenario de referencia, con fecha 1 de septiembre de 2009, M.J. fue apartado de las funciones de cabo que desempeñaba en el Parque de Bomberos de Alcañiz, poniendo en su sustitución a S.V., por disponer de mayor antigüedad en servicios prestados, aunque no en el Cuerpo de Bomberos. 1 CONSEJO CONSULTIVO DE ARAGON Cuarto.- El acuerdo plenario de enero de 2009 fue impugnado ante la Jurisdicción por M.J., dando lugar al trámite del recurso contencioso administrativo nº 127/2009-B. Quinto.- Mediante sentencia de la Sección Tercera, de refuerzo, de la Sala de lo Contencioso Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Aragón, de fecha 26 de noviembre de 2012, fue estimado el recurso jurisdiccional formulado, anulando el extremo impugnado, en la comprensión de que el acuerdo adoptado era contrario a los principios de mérito y capacidad, al no distinguir entre los servicios prestados en el Servicio de Extinción de Incendios y otros que no tuvieran nada que ver con el empleo de bombero. Sexto.- Con fecha 25 de junio de 2013 M.J. presenta reclamación en materia de responsabilidad patrimonial de la Administración, en la comprensión de que debiera ser indemnizado, de una parte, por las diferencias salariales existentes entre el empleo de Cabo del que fue apartado el 1 de septiembre de 2009 y el que pasó a desempeñar ulteriormente y hasta el mes de enero de 2012 en el que causó baja por enfermedad (se cuantifican en 7.836,76 euros). De otra parte, en el importe de la minuta de abogado y el arancel de procurador devengados por el trámite del recurso contencioso administrativo (según los documentos aportados, 6.014,76 euros) y, finalmente, por los daños morales ocasionados que se cifran en la cantidad de 40.000 euros, interesando en total una indemnización de 53.851,52 euros. Séptimo.- Mediante Decreto de la Presidencia de la Diputación de 9 de septiembre de 2013 fue admitida a trámite la reclamación formulada. Octavo.- Por escrito de fecha 11 de septiembre de 2013 es advertido el interesado de la admisión de su reclamación, del plazo para resolver y del signo del silencio en caso de no hacerlo. Noveno.- En informe del Departamento de Contratación y Patrimonio de fecha 19 de septiembre de 2013 son examinados exhaustivamente los antecedentes existentes a la vez que puesto de manifiesto lo errado del cálculo efectuado por el reclamante en cuanto a las diferencias salariales dejadas de percibir al ser apartado de su empleo de Cabo. Décimo.- Por escrito de fecha 15 de octubre de 2013 es otorgado trámite de audiencia al reclamante, el cual resulta evacuado al siguiente día 30 de octubre, con reiteración de los hechos y fundamentos que se entendía que fundamentaban su reclamación. 2 Consejo Consultivo de Aragón Undécimo.- Con fecha 11 de noviembre de 2013, el Instructor del expediente eleva propuesta de resolución en la cual se propugna la desestimación de la reclamación por razón de entender que no existe una prueba determinante de la concurrencia del nexo causal. Duodécimo.- Por escrito de la Presidencia de la Diputación de 11 de noviembre de 2013 es solicitado dictamen preceptivo del Consejo Consultivo de Aragón. Undécimo.- Con fecha 26 de noviembre de 2013, por conducto de la Consejería de Política Territorial e Interior, tiene entrada en el Consejo Consultivo de Aragón la petición del dictamen que motiva la redacción de estas líneas. CONSIDERACIONES JURIDICAS I El dictamen solicitado entra dentro de las competencias del Consejo Consultivo de Aragón, según previene el artículo 15.10 de la Ley 1/2009, de 30 de marzo, del Consejo Consultivo de Aragón, que dispone la necesidad de consulta preceptiva a este órgano consultivo en el supuesto de “reclamaciones administrativas de indemnización de daños y perjuicios en cuantía superior a 6.000 euros” (es el caso de la reclamación formulada, aun cuando la respuesta de la Administración no se acomode a lo solicitado). Su confección viene también contemplada por los artículos 13, 18 y 19 del Decreto 148/2010, de 7 de septiembre, por el que se aprueba el Reglamento de Organización y Funcionamiento del Consejo Consultivo de Aragón, así como por el artículo 12 del RD 429/1993, de 26 de marzo, que aprueba el Reglamento de los procedimientos de las Administraciones Públicas en materia de responsabilidad patrimonial. Corresponde a la Comisión la confección del dictamen, de conformidad con lo preceptuado en los artículos 19 y 20 de la citada Ley y en el artículo 19 del expresado Decreto 148/2010, al no hallarse expresamente atribuida su emisión al Pleno del órgano consultivo. II El Consejo Consultivo de Aragón debe pronunciarse sobre la propuesta que se efectúa por La Diputación Provincial de Teruel propugnando que sea desestimada la reclamación 3 CONSEJO CONSULTIVO DE ARAGON indemnizatoria presentada en los términos que resultan razonados en la propuesta de resolución. El marco general que regula los requisitos para apreciar la responsabilidad patrimonial de la Administración arranca de la previsión establecida en el art. 106 de la Constitución, que, en la actualidad, obtiene un desarrollo ulterior en los artículos 139 y sgs. de la Ley 30/1002, de 26 de noviembre, de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común (LRJAP), complementados, esencialmente a nivel del trámite, por el RD 429/1993, de 26 de marzo, que aprueba el Reglamento de los procedimientos de las Administraciones Públicas en materia de responsabilidad patrimonial. Sin que quepa olvidar, para casos como el presente, que a tenor de lo prevenido los arts. 54 LRBRL y 223 ROF “Las Entidades locales responderán directamente de los daños y perjuicios causados a los particulares en sus bienes y derechos como consecuencia del funcionamiento de los servicios públicos o de la actuación de sus autoridades, funcionarios o agentes, en los términos establecidos en la legislación general sobre responsabilidad administrativa”. Lo que halla consonancia con lo establecido en el art. 135 LALA cuando señala que “El procedimiento y régimen jurídico de los actos y acuerdos de las entidades locales, incluida su ejecución forzosa e invalidez, el régimen del silencio administrativo, así como la responsabilidad patrimonial, se ajustará a la legislación reguladora del procedimiento administrativo común” (el art. 153.1.k de esta última ley citada, también declara como derecho de los ciudadanos el “exigir responsabilidades de las Corporaciones locales y del personal a su servicio, cuando así corresponda legalmente”). Los requisitos que cabe inferir de cuadro normativo expresado pueden ser, sustancialmente, los siguientes: 1) Existencia de un daño o perjuicio antijurídico, efectivo, evaluable económicamente e individualizado; 2) Existencia de relación de causalidad entre el daño o perjuicio sufrido y el funcionamiento normal o anormal de los servicios públicos, sin intervenciones extrañas que pudieran influir en dicha relación causal; 3) Inexistencia de fuerza mayor; y 4) Ejercicio de la acción el plazo establecido por la norma jurídica para la prescripción, que es un año contado a partir del hecho o acto (también, firmeza de la sentencia judicial anulatoria) o manifestación o finalización del efecto lesivo. Por ejemplificar ello en alguna resolución jurisdiccional, recordaremos la SAN de 7 noviembre 2007 (JUR 346109), según la cual, “en la interpretación de estas normas, el Tribunal Supremo -entre otras, Sentencias de 5 de diciembre de 1988, 12 de febrero, 21 y 22 de marzo y 9 de mayo de 1991, o 2 de febrero y 27 de noviembre de 1993 -, ha estimado que para exigir responsabilidad patrimonial por el funcionamiento de los servicios públicos es necesario que concurrieran los siguientes requisitos o presupuestos: 1º) Hecho imputable a la Administración; 2º) lesión o perjuicio antijurídico efectivo, económicamente evaluable e individualizado en relación a una persona o grupo de personas; 3º) relación de causalidad entre hecho y perjuicio, y 4º) que no concurra fuerza mayor u otra causa de exclusión de la responsabilidad. O, como señala el mismo Alto Tribunal en sus Sentencias de 14 de julio y 15 de diciembre de 1986, 29 de mayo de 1987, 17 de febrero o 14 de septiembre de 1989, para que nazca dicha responsabilidad era necesaria "una actividad administrativa (por acción u omisión - material o jurídica-), un resultado dañoso no justificado y relación de causa a efecto entre aquélla y ésta, incumbiendo su prueba al que reclama; a la vez que es imputable a la Administración la carga referente a la existencia de la fuerza mayor cuando se alegue como causa de exoneración". Al mismo tiempo, el Tribunal Supremo tiene declarado que según el artículo 141.1 de la LRJAP sólo serán indemnizables las lesiones producidas al particular provenientes de daños que éste no tenga el deber jurídico de soportar de acuerdo con la Ley, pues lo contrario 4 Consejo Consultivo de Aragón convertiría a las Administraciones Públicas en aseguradoras universales de todos los riesgos sociales. En palabras de la STS de 9 marzo 2010 (JUR 95648), que reitera las de las anteriores sentencias de 26 enero 2010 (JUR 42164) y 2 diciembre 2009 (RJ 8139), “la jurisprudencia viene modulando el carácter objetivo de la responsabilidad patrimonial, rechazando que la mera titularidad del servicio determine la responsabilidad de la Administración respecto de cualquier consecuencia lesiva relacionada con el mismo que se pueda producir, lo que supondría convertir a la Administración en aseguradora universal de todos los riesgos, con el fin de prevenir cualquier eventualidad desfavorable o dañosa para los administrados que pueda producirse con independencia del actuar administrativo, siendo necesario, por el contrario, que esos daños sean consecuencia del funcionamiento normal o anormal de la Administración (SS. 14-10-2003, 13-11-1997).- A ello ha de añadirse, que constituye jurisprudencia consolidada que la prueba de la relación de causalidad corresponde a quien formula la reclamación, o como dice la sentencia de 18 de octubre de 2005, la carga de la prueba del nexo causal corresponde al que reclama la indemnización consecuencia de la responsabilidad de la Administración por lo que no habiéndose producido esa prueba no existe responsabilidad administrativa; en el mismo sentido la sentencia de 7 de septiembre de 2005, entre otras muchas”. III En el caso en cuestión resulta planteada una reclamación de responsabilidad patrimonial como consecuencia de la anulación de actos administrativos en vía jurisdiccional, lo que, como es sabido, viene recibiendo una interpretación notablemente restrictiva por parte de nuestros Tribunales [SSTS de 31 de enero, 1 (dos), 6 y 7 de febrero de 1996 (RRA 473, 926, 927, 990 y 996), 5 de febrero de 1996 (RA 987 -en ella se razona, amplia, cabal y extensamente, sobre el funcionamiento del instituto-), 8 de noviembre de 1995 (RA 9958), 16 de octubre de 1995 (RA 7412), 25 de septiembre de 1995 (RA 6476), 28 de junio de 1995 (RA 5105), 31 de enero de 1995 (RA 457), 7 de diciembre de 1994 (RA 10029), 2 de febrero de 1993 (RA 579), 19 de noviembre de 1992 (RA 9206 -en ella, el tratamiento de la teoría de la responsabilidad es también impecable-), 30 de abril, 30 de septiembre y 7 de octubre y de 1992 (RRA 8255, 8461 y 9185), 4 de mayo de 1992 (RA 4213), 19 de octubre de 1990 (RA 8294), 25 de junio de 1990 (RA 5697), 6 de marzo de 1989 (RA 2176), 2 de julio de 1988 (RA 5848), 16 de junio de 1987 (RA 6131), etc.]. Cuando se trata de exigir una responsabilidad derivada de la anulación de un acto administrativo, si es que supuestamente procediera, debería atenderse a las limitaciones inherentes a la peculiar clase de responsabilidad de que se trata. Recordemos, como señala, entre otras la STS de 5 de febrero de 2008 (RA 1351), que “las consecuencias lesivas derivadas de la anulación de un acto administrativo, "según el art. 142.4 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común, pueden dar derecho a una indemnización, siempre y cuando -según ha declarado esta Sala y Sección en sentencias de cinco de febrero de mil novecientos noventa y seis (RJ 1996, 987), treinta y uno de mayo (RJ 1997, 4417) y cuatro de noviembre de mil novecientos noventa y siete (RJ 1997, 8203), veintiocho de junio de mil novecientos noventa y nueve (RJ 1999, 7143) y uno de octubre de dos mil uno (RJ 2001, 9187)- concurran los presupuestos o requisitos determinantes de la responsabilidad 5 CONSEJO CONSULTIVO DE ARAGON patrimonial de la Administración: daño efectivo que por ser antijurídico el perjudicado no tiene el deber jurídico de soportar, económicamente valuable, y conectado causalmente con la actividad administrativa, ya que la anulación en vía administrativa o por el orden jurisdiccional Contencioso-Administrativo de los actos o disposiciones administrativas no presupone derecho a la indemnización, pues no cabe interpretar el art. 139 de la Ley 30/1992 con tesis maximalistas de uno y otro sentido, como si se dijera que de la anulación de una resolución administrativa no cabe nunca derivar responsabilidad patrimonial de la Administración, ni tampoco se puede afirmar que siempre se producirá tal responsabilidad, dado el carácter objetivo de la misma".- Se aludía con ello a la doctrina jurisprudencial en relación con la responsabilidad patrimonial derivada de la anulación de actos administrativos, a que se refiere el art.. 142.4 de la Ley 30/92, en el sentido de que el derecho a indemnización en tales casos no se presupone por la sola anulación del acto sino que es preciso que concurran los requisitos exigidos con carácter general para el nacimiento de la responsabilidad patrimonial de la Administración, requisitos cuya concurrencia, como señala la sentencia de 12 de julio de 2001 (RJ 2001, 6692), invocada por el recurrente, "si se quiere, ha de ser examinada con mayor rigor en los supuestos de anulación de actos o resoluciones que en los de mero funcionamiento de los servicios públicos, en cuanto que estos en su normal actuar participan directamente en la creación de riesgo de producción de resultado lesivo; quizás por ello el legislador efectúa una específica mención a los supuestos de anulación de actos o resoluciones administrativas tratando así de establecer una diferencia entre los supuestos de daño derivado del funcionamiento normal o anormal de los servicios públicos y aquellos otros en los que el daño evaluable e individualizado derive de la anulación de un acto administrativo, sin alterar por ello un ápice el carácter objetivo de dicha responsabilidad en uno y otro supuesto siempre que exista nexo causal entre el actuar de la Administración y el resultado dañoso producido, no concurriendo en el particular el deber jurídico de soportar el daño ya que en este caso desaparecería el carácter antijurídico de la lesión."- Y es en relación con la antijuridicidad del daño en tales casos que se ha incidido de manera especial en la jurisprudencia, entre otras, en sentencias de 5-2-96 (RJ 1996, 987), 4-11-97 (RJ 1997, 8203), 10-3-98 (RJ 1998, 2661), 29-10-98 (RJ 1998, 9519), 16-9-99 (RJ 1999, 7746) y 13-1-00 (RJ 2000, 659), que en definitiva condiciona la exclusión de la antijuridicidad del daño, por existencia de un deber jurídico de soportarlo, a que la actuación de la Administración se mantenga en unos márgenes de apreciación no sólo razonables sino razonados". Abundando en ello, la STS de 27 de diciembre de 2005 (RA 4276 de 2006), declara: “debemos destacar la línea que se inicia mediante la sentencia de 5 de febrero de 1996 (RJ 1996, 987), seguida por las de 31 de mayo (RJ 1997, 4418) y 4 de noviembre de 1997 (RJ 1997, 8203) y otras muchas, sienta la doctrina que la obligación de indemnizar exigida en el artículo 40.2 de la Ley de Régimen Jurídico de la Administración del Estado -hoy artículo 142.5 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre- no es consecuencia obligada de la simple anulación de las resoluciones administrativas, sin que ello suponga obstáculo para que tal derecho a ser indemnizado pueda ser reconocido cuando se cumplan los restantes requisitos del artículo 402 a que nos referimos, a saber, daño efectivo individualizado y evaluable económicamente, nexo causal entre el actuar de la administración y el resultado dañoso y lesión antijurídica en el sentido de ausencia de deber jurídico del administrado de soportar el resultado lesivo… si bien la mera anulación de resoluciones administrativas no presupone el derecho a la indemnización en el sentido que anteriormente señalábamos de darlo por supuesto, sí puede ser supuesto de tal indemnización en aquellos casos en que tal anulación produjo unos perjuicios individualizados y evaluable económicamente que el ciudadano no viene obligado a soportar, no siendo, por tanto, el aspecto subjetivo del actuar antijurídico de la Administración el que debe exigirse para sostener el derecho a la indemnización, sino el objetivo de la ilegalidad del perjuicio, en el sentido de que el 6 Consejo Consultivo de Aragón ciudadano no tenga el deber jurídico de soportarlo, ya que en tal caso desaparecería la antijuridicidad de la lesión al existir causas de justificación en el productor del daño, esto es en el actuar de la Administración.- De la referida doctrina ha de concluirse el carácter objetivo de la responsabilidad de la Administración como consecuencia de la anulación de resoluciones administrativas tanto en vía jurisdiccional como en vía administrativa, siempre y cuando concurran los requisitos para ello, ya que el artículo 40 de la Ley de Régimen Jurídico de la Administración del Estado no establece un principio de exoneración de la responsabilidad de la Administración en los supuestos de anulación de resoluciones administrativas, sino que afirma la posibilidad de que tal anulación sea presupuesto inicial u originador para que tal responsabilidad pueda nacer siempre y cuando se den los restantes requisitos exigidos con carácter general para que opere el instituto de la responsabilidad patrimonial de la Administración, requisitos cuya concurrencia, si se quiere, ha de ser examinada con mayor rigor en los supuestos de anulación de actos o resoluciones que en los de mero funcionamiento de los servicios públicos, en cuanto que estos en su normal actuar participan directamente en la creación de riesgo de producción de resultado lesivo; quizás por ello el legislador efectúa una específica mención a los supuestos de anulación de actos o resoluciones administrativas tratando así de establecer una diferencia entre los supuestos de daño derivado del funcionamiento normal o anormal de los servicios públicos y aquellos otros en los que el daño evaluable e individualizado derive de la anulación de un acto administrativo... En los supuestos de ejercicio de potestades discrecionales por la Administración, el legislador ha querido que ésta actúe libremente dentro de unos márgenes de apreciación con la sola exigencia de que se respeten los aspectos reglados que puedan existir, de tal manera que el actuar de la Administración no se convierta en arbitrariedad al estar ésta rechazada por el artículo 9.3 de la Constitución.- En estos supuestos parece que no existiría duda de que siempre que el actuar de la Administración se mantuviese en unos márgenes de apreciación no sólo razonados sino razonables debería entenderse que no podría hablarse de existencia de lesión antijurídica, dado que el particular vendría obligado por la norma que otorga tales potestades discrecionales a soportar las consecuencias derivadas de su ejercicio siempre que éste se llevase a cabo en los términos antedichos; estaríamos pues ante un supuesto en el que existiría una obligación de soportar el posible resultado lesivo».” IV El caso que ahora resulta planteado no debiera apartarse de dicha doctrina, aunque deba, no obstante, reconocerse que, en materia de personal, no escasean los reconocimientos de responsabilidad como consecuencia de nombramientos, traslados y sanciones a funcionario públicos. La doctrina general sentada por el Tribunal Supremo nos la recuerda la STSJ de Castilla y León, Valladolid, de 18 de Febrero de 2011, recurso 526/2010 (LA LEY 28847/2011). En ella se expresa que la responsabilidad patrimonial de la Administración en supuestos de anulación de actos administrativos viene resumida en la STS de 9 de abril de 2010 y según ésta, “Como expresa la jurisprudencia de esta Sala deben rechazarse las tesis maximalistas tanto las que defienden que no cabe nunca derivar la responsabilidad patrimonial de la Administración autora de un acto anulado como las que sostienen su 7 CONSEJO CONSULTIVO DE ARAGON existencia en todo caso: sentencias de esta Sala de 18 de diciembre de 2000 (LA LEY 1678/2001), recurso de casación 8669/96 FJ 2º; 5 de febrero de 1996 (LA LEY 3844/1996), recurso de casación 2034/93, FJ 2 º y 14 de julio de 2008, recurso de casación para la unificación de doctrina 289/07 , FJ 3 (…) Como reitera la Sentencia de 16 de febrero de 2009 (LA LEY 2714/2009), recurso de casación 1887/2007, "el panorama no es igual si se trata del ejercicio de potestades discrecionales, en las que la Administración puede optar entre diversas alternativas, indiferentes jurídicamente, sin más límite que la arbitrariedad que proscribe el artículo 9, apartado 3 , de la Constitución, que si actúa poderes reglados, en lo que no dispone de margen de apreciación, limitándose a ejecutar los dictados del legislador. Y ya en este segundo grupo, habrá que discernir entre aquellas actuaciones en las que la predefinición agotadora alcanza todos los elementos de la proposición normativa y las que, acudiendo a la técnica de los conceptos jurídicos indeterminados, impelen a la Administración a alcanzar en el caso concreto la única solución justa posible mediante la valoración de las circunstancias concurrentes, para comprobar si a la realidad sobre la que actúa le conviene la proposición normativa delimitada de forma imprecisa. Si la solución adoptada se produce dentro de los márgenes de lo razonable y de forma razonada, el administrado queda compelido a soportar las consecuencias perjudiciales que para su patrimonio jurídico derivan de la actuación administrativa, desapareciendo así la antijuridicidad de la lesión (véase nuestra sentencia de 5 de febrero de 1996 , ya citada, FJ 3º, rememorada en la de 24 de enero de 2006 (casación 536/02, FJ 3º); en igual sentido se manifestaron las sentencias de 13 de enero de 2000 (LA LEY 4561/2000) (casación 7837/95 , FJ 2º), 12 de septiembre de 2006 (casación 2053/02 , FJ 5º), 5 de junio de 2007 (LA LEY 118207/2007) (casación 9139/03 , FJ 2º), 31 de enero de 2008 (LA LEY 1166/2008) (casación 4065/03, FJ 3 º y 5 de febrero de 2008 (recurso directo 315/06 , FJ 3º )." (…) sobre la base por todos admitida de que el cese del recurrente, hoy apelado, en el puesto de trabajo que obtuvo en el año 2000 mediante concurso de méritos le ha ocasionado, en expresión de la propia Administración autonómica, "la existencia real de una pérdida de nivel y por tanto retroceso profesional y pérdida económica" (f.89 del expediente); y de que dicho cese trae causa directa de la ejecución de la Sentencia de esta Sala de 5 de marzo de 2003, que estimó parcialmente el recurso contencioso-administrativo 4018/97 en su día interpuesto por el anterior titular del puesto en cuestión (…)” No se aleja de esta línea la STS de 6 de Junio de 2011, recurso 791/2009 (LA LEY 91024/2011), al indicar: “considera el interesado que la lesión determinante de la responsabilidad patrimonial se deriva del hecho de que, como consecuencia de la imposición de una sanción disciplinaria, posteriormente anulada por Sentencia del Tribunal Supremo, se vio obligado a residir en localidad distinta de aquélla en que tenía su domicilio familiar en Granada, con los consiguientes perjuicios patrimoniales, en un período de tiempo que se extiende desde el 6 de marzo de 2006 -fecha en la que se produjo la toma de posesión del destino adjudicado por concurso, en el Juzgado de Primera Instancia n° NUM001 de DIRECCION000 - hasta el 19 de febrero de 2008 -fecha en la que, según el reclamante hubiera podido, por concurso ordinario, volver como titular a una plaza jurisdiccional en Granada- (…) Ha de afirmarse en consecuencia, como línea de partida, que el recurrente tiene derecho a ser resarcido de los perjuicios causados por hallarse destinado en el Juzgado nº NUM001 de DIRECCION000 , por causa de la pérdida de su destino en Granada como consecuencia de una sanción disciplinaria que resultó anulada”. Y como no podía ser de otra manera, dicha doctrina es seguida por los Tribunales Superiores de Justicia. Cabe citar como ejemplo la STSJ del País Vasco de 2 de Junio de 2006, recurso 1459/2002 (LA LEY 110543/2006). A tenor de ella, “no ofrece dudas la calificación como actuación de carácter reglado de la decisión administrativa anulada, en la medida en que no resultaba disponible para la Administración Educativa incluir o no como 8 Consejo Consultivo de Aragón vacante en el concurso de traslados la plaza controvertida, como tampoco su adjudicación al Sr. Fernando decisión igualmente ajena al ejercicio de potestades discrecionales, así se infiere con meridiana claridad del hecho de que el Departamento del Gobierno Vasco demandado, de la inclusión de la plaza en el concurso, deriva de forma automática, y sin necesidad de retrotraer las actuaciones, su adjudicación al recurrente con fecha de efectos 1 de septiembre de 1997. En consecuencia, no discutida la existencia de un daño evaluable e individualizado --controvertido en su alcance--, e innegable la relación de causalidad entre el actuar del Gobierno Vasco y el resultado producido, en aplicación de los criterios jurisprudenciales referidos, es obligado concluir que la lesión causada al funcionario recurrente por la actuación administrativa ilegal es antijurídica, lo que determina el deber de resarcimiento de la Administración demandada”. Puede verse que en esta misma comprensión se ubican la STS de 21 de Octubre de 2004, recurso 2830/2000 (LA LEY 10803/2005), la SAN de 24 de Octubre de 2003, recurso 517/2002 (LA LEY 169727/2003), o la STSJ de la Comunidad Valenciana de 30 de Abril de 2008, recurso 1030/2006 (LA LEY 91398/2008). En nuestro caso particular, la acción por parte de la Administración no disponía de margen de discrecionalidad alguno. En el reducido ámbito en el que podía moverse la decisión que adoptaba, carecía de margen de apreciación a la hora de establecer el sistema de provisión del puesto de trabajo. Debió, por tanto, respetar obligadamente los principios constitucionales y legales de mérito y capacidad en la provisión de puestos de trabajo y no podía posibilitar que determinados puestos fueran provistos por funcionarios con inferiores méritos y capacidades, siendo por motivo de ello que el perjuicio ocasionado al reclamante reviste el carácter antijurídico y que tiene como causa la actuación administrativa generadora de dicho perjuicio. V El Consejo Consultivo no dispone duda de la indemnizabilidad de las diferencias salariales que corresponderían entre el empleo de Cabo que disponía el reclamante y el que dispuso ulteriormente tras ser despojado del mismo. Tales diferencias deberán ser calculadas por la Administración con arreglo a los parámetros aplicables en función de los empleos efectivamente desempeñados. Mayor duda presenta el atender los gastos de abogado y procurador afectados por una declaración judicial de inexistencia de condena en costas, si bien, al amparo del principio de indemnizabilidad integral, existen algunas resoluciones jurisdiccionales que así lo admiten. En la medida, por tanto que las facturas presentadas se acomoden de manera objetiva a las normas que regulan la cuantificación de los honorarios de los profesionales intervinientes en la fecha de iniciación del proceso, debiera también ser afrontado su pago. No conocemos, no obstante, condiciones personales del reclamante ni circunstancias singulares o especiales que llegaran a rodear y caracterizar la situación y la reclamación y que pudieran justificar la compensación de unos hipotéticos daños morales, ni tampoco tales condiciones y circunstancias son reseñadas por el reclamante más allá de tener que emplear la normalidad de los mecanismos del Estado Derecho para hacer valer las 9 CONSEJO CONSULTIVO DE ARAGON pretensiones que entendía debían ser concedidas. Por tal motivo, salvo que la propia Administración percibiese o detectase la especialidad de acaecimiento del daño moral y la cuantificación asignable a éste, a nuestro modo de ver, a la vista de los antecedentes actualmente existentes y plasmados en el expediente, no debiera ser atendida la reclamación formulada en este aspecto. Por lo expuesto, el Consejo Consultivo de Aragón entiende procede emitir el siguiente DICTAMEN: Que en disconformidad con la propuesta de resolución, procede estimar la reclamación formulada a la Diputación Provincial de Teruel por M.J. en los términos que han sido especificados en la anterior consideración jurídica V. En Zaragoza, a diecisiete de diciembre de dos mil trece. 10