LA SÍNTESIS AGUSTINIANA Ramón Xirau El Desarrollo y las Crisis

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LA SÍNTESIS AGUSTINIANA
Ramón Xirau
El Desarrollo y las Crisis de la Filosofía Occidental
Sería inútil relatar nuevamente la vida de San Agustín, tantas
y de su primera respuesta a ellas; habré de ocuparme después de su
veces contada y tan espléndidamente escrita por el mismo San Agustín
conversión al maniqueísmo y de esta duda existencial, que en libro XI
en las Confesiones. No es inútil recordar que pocas obras están tejidas
de las Confesiones constituye el análisis del tiempo; habremos de ver la
con la vida propia como las de este santo algo desordenado, algo
teoría agustiniana del alma y de los modos de conocimiento para poder
retórico,
aclarar su idea de Dios, del Bien y de la Providencia divina en las dos
apasionado
siempre
y
siempre
abierto
a
nuevos
descubrimientos. Sabemos que San Agustín entró de joven en un mar
ciudades.
de dudas; no es así de extrañar que al salirse de ellas, o acaso para
salirse de ellas, escribiera Contra Académicos; sabemos que San
Parece que el primer período de dudas y aun de escepticismo de
Agustín fue maniqueo; no es tampoco de extrañar que al dejar de serlo
San Agustín fue relativamente temprano. Estas dudas se ponen de
entrara en una etapa de duda vital que va más allá de las dudas
manifiesto en la angustia que San Agustín muestra a lo largo de los
hipotéticas de Descartes y, una vez resueltas, más allá del cogito
cuatro primeros libros de las Confesiones: ¿qué es el mal?;
cartesiano, en una experiencia de la vida que pone en duda el sentido
entender que exista el mal si el mundo ha sido creado por un Dios
mismo de la vida.
bueno? Aparecen también en sus primeros libros contra los académicos
¿cómo
y específicamente en el libro que precisamente lleva por título Contra
De hecho, es a partir de su idea del alma, y sobre todo de la
Académicos, escrito en 386, cuando San Agustín tenía treinta y dos
memoria, cómo San Agustín puede construir un sistema vital que
años y se retiraba a Cassaciacum. Es bien sabido que la Nueva
conduce a buscar las vías del conocimiento —niveles del alma que
Academia fue una escuela escéptica o por lo menos, con Carnéades,
concluyen en la triple y compatible manera de entender que
probabilística. La gama de pruebas que San Agustín esgrime contra los
proporcionan, armónicamente, fe, razón y amor. Es de hecho también,
académicos, y acaso contra sí mismo como antiguo partidario de los
fundándose en su idea del alma, que San Agustín podrá escribir sobre
académicos, es variada y es, a veces, relativamente vaga. En este
la naturaleza divina, la naturaleza del mal y la existencia de las dos
diálogo San Agustín emplea viejos argumentos:
ciudades.
mismo tiempo no ver que ya los argumentos que se dan para entrar en
.-cómo dudar y al
dudas habrán de ser «verdades»—; por otra parte, «no son menos
Lo cual nos conduce a un esquema que intenta asir en vivo el
pensamiento agustiniano. Habré de ocuparme, en efecto, de sus dudas
ridículos tus académicos, que pretenden encontrar en esta vida tan sólo
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la semejanza de lo verdadero,
sin saber ellos
mismos qué es
la
verdad» (Contra Académicos, II, VII).
San Agustín, ¿antecesor de Descartes? La respuesta a esta
pregunta debe matizarse. Ambos coinciden en pensar que si dudo y,
por lo tanto, pienso, es que existo. Pero para Descartes este principio
Pero hay un argumento decisivo, un argumento que, por lo
del «yo existo» se convertirá en el fundamento racional de toda su
demás, habrá de emplear Descartes como fundamento de su propia
metafísica. Para San Agustín no tendrá consecuencias sistemáticas.
filosofía. El argumento se anuncia en De libero arbitrio, pero cobra
Pero ¿será que San Agustín se limita a refutar a los escépticos, a los
fuerza en un breve diálogo de los Soliloquios: «Tú, que deseas
académicos? En parte, así es. Sin embargo, en San Asustan el «yo
entenderte a ti mismo, ¿sabes que existes? —A. Lo sé. —R. ¿Cómo lo
pienso», el que podríamos llamar cogito agustiniano, no es un principio
sabes? —A. No lo sé. —R. ¿Sabes que piensas? —A. Lo sé. —R.
metódico. Es un principio vital. Lo que le importa a San Agustín es
Entonces es verdad que piensas. —A. Ciertamente» (Soliloquios, II, I,
afirmarse como existente. Y así, en buena medida, San Agustín va más
1). El mismo argumento se repite en palabras todavía más precisas en
allá que Descartes. Por dos motivos: el primero es que San Agustín,
De Trinitate: «Las verdades de este género nada tienen que temer de
después de afirmarse a sí mismo su existencia, volvió a entrar en un
los académicos. Dicen ellos: sí, pero puedes estar engañándote. Si me
mar de dudas (cosa que no hizo Descartes), puso en duda el cogito,
gusto a mí mismo es que vivo. Porque quien no es claramente no puede
este pensamiento que revela mi existencia, esta existencia que es
engañarse a sí mismo, así es que existo si me engaño a mí mismo. De
existencia en el tiempo, un tiempo del cual puede decirse que ofrece
esta manera existo cuando me engaño a mí mismo, al ver que es cierto
razones para dudar de la existencia misma. En Descartes el cogito es
que al engañarme existo, de ello se sigue que aun si me engaño debo
un principio racional; en San Agustín el cogito y la existencia que éste
existir para engañarme, y está fuera de duda que no me engaño cuando
entraña conducen a dudar de cogito y existencia.
sé que existo» (De Trinitate, XXII, 21). Dirá Descartes: «Pero en cuanto
me di después cuenta de que cuando quería así pensar que todo era
Veamos estos dos puntos. San Agustín, maniqueo; San Agustín,
falso, era necesario que yo que lo pensaba fuera alguna cosa, y
dubitativo
en
cuanto
a
su
existencia
misma.
Preocupaba
notando que esta verdad, pienso luego soy, era tan firme y segura que
esencialmente a San Agustín el problema del mal, pero no de un mal
todas las suposiciones extravagantes de los escépticos eran incapaces
abstracto, sino de un mal vivido, de un mal que era parte de su
de conmover, juzgué que podía recibirla sin escrúpulo como el primer
existencia misma. Pensó encontrar una solución a sus problemas en
principio de la filosofía, en busca de la cual andaba» (Discurso del
el maniqueísmo. No es en este punto vano recordar qué fue el
Método, IV).
maniqueísmo y cómo se relacionó con el gnosticismo, enemigo mayor y
principal tanto de los cristianos como de los neoplatónicos de
Alejandría.
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se prosigue una línea moral totalmente ascética de renuncia total al
Ha hecho notar Hans Jonas que las conquistas de Alejandro
entrañan un doble movimiento. Por una parte, influyen en el cercano y
mundo o bien, en algunas sectas extremas, se practica la orgía para anular
la carne.
lejano Oriente; pero, por otra, traen la influencia de Oriente a
Occidente. Esta influencia rué principalmente religiosa. Ya Zenón de
El maniqueísmo, preconizado por este profeta persa que lleva por
Citio y acaso Pirro de Elis importaron, por así decirlo, ideas orientales.
nombre Manes, contiene reminiscencias del antiguo dualismo iranio. El
Pero las tres influencias fundamentales fueron el monoteísmo del
Príncipe de las Tinieblas y el Príncipe de la Luz son co-eternos. Satanás
pueblo judío, la astrología de Babilonia y el dualismo iranio. Muchas de
es la incorporación personal de la Tiniebla. Las Tinieblas atacan a la
estas formas de vida religiosa llevaban en germen al gnosticismo. Pero
Luz, pero ésta, por su luminosidad misma —por su misma bondad—, es
¿qué es el gnosticismo? Lo que todas las formas gnósticas tienen en
incapaz de lucha. El Primer creado —llamado aquí tradicionalmente
común es la existencia de un saber secreto —hermético, se dirá,
Ormuz—, el Hombre Primordial, es derrotado por las potencias
recordando a Kermes Trismegisto—, un saber que se llama gnosis,
malignas. El alma humana se altera y se adultera. Pero el Hombre
que se llama conocimiento. La multiplicidad de imágenes, metáforas,
Primordial le ruega al Padre para que le ayude a regresar a su
alegorías que se encuentran en los textos gnósticos hacen pensar, sin
naturaleza. Viene entonces la segunda creación: la de Adán y Eva, hijos
embargo, que este conocimiento no es tanto un conocimiento racional
de la Luz; pero el cuerpo humano, parte de la materia, es diabólico.
como una suerte de iluminación o de acto de fe.
Estamos en pleno nihilismo; el hombre solamente podrá salvarse por un
acto de fe, de iluminación, de gnosis.
El gnosticismo procede de fuentes diversas: se encuentra en el
libro Sagrado de los Mandaneos, habitantes de las riberas del Eúfrates,
El dualismo maniqueo convenció a San Agustín durante unos diez
en los cantos gnósticos de Valen-tiniano, en la Biblioteca Maraquea
años: de 372 a 382, cuando al encontrarse con Fausto el maniqueo
descubierta en Egipto en el año 1930, en los textos paganos atribuidos
percibe que éste no le da sino respuestas triviales y evasivas. De esta
a Hermes Trismegisto (o Poimandres), en los evangelios apócrifos.
ruptura nace un nuevo período de escepticismo (año 383). Pero San
Agustín, ahora en Milán, oye y sigue a San Ambrosio y se convierte en
Las diversas teologías gnósticas convienen en proclamar un total
386.
dualismo. Dios, escondido, solamente podrá revelarse por una
iluminación especial. El mundo, generalmente mundo del mal o creado
por el mal, solamente admite a un Jesucristo simbólico —no a un Cristo
encarnado. La consecuencia de esta imagen del mundo es clara: o bien
De todas estas oscilaciones hay ecos y reflejos a lo largo de las
Confesiones.
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En ellas hay sobre todo el eco y reflejo de la segunda de estas
dudas a que aludí más arriba: la duda existencial que proviene del
esta duración que es, como el tiempo interior de San Agustín, tiempo
de «distensiones».
análisis del tiempo. Mi vida está tejida con la huidiza sustancia del
tiempo. Pero ¿qué es el tiempo? Podemos definirlo como el límite entre
En efecto, el pasado tiene un sentido, y lo tiene porque tenemos
pasado y futuro. ¿Qué es el pasado? Si supongo cien años pasados, tal
memoria; y el presente tiene sentido porque poseemos atención; y el
vez uno, el último, sea presente; pero no, este año de doce meses me
futuro tiene sentido porque podemos prever. De estos tres tiempos, la
revela que tampoco el último mes es presente; ni es presente el último
memoria tiene una clara primacía; en primer lugar porque sin ella no
día, ni lo es la última sílaba que pronuncio. El pasado no es porque ha
tendríamos sentido del presente ni del futuro. Este tiempo que
dejado de ser. Si ahora contemplo el futuro y pienso que de cien años
«sentimos» es, por otra parte, tiempo espiritual y la memoria imagen
uno es presente, veré inmediatamente que no es presente ni tan solo el
móvil de la eternidad.
primer mes futuro, ni la sílaba que pronunciaré en un instante posterior
al actual. El futuro no es porque todavía no es. Si el presente es el límite
El análisis agustiniano no es especialmente psicológico. Es
entre dos nadas, nada es el presente. Pero ¿y mi vida, mi vida que está
mucho más que esto. Gracias a la memoria, que San Agustín
tejida con el tejido de este tiempo que no es? Tal es el meollo de la
identificará con el alma, podemos conocer a Dios. Dirá San Agustín:
duda vital que vivió San Agustín. Ciertamente, Plotino había llevado a
«No salgas fuera, vuelve dentro de ti mismo. La verdad habita en el
cabo un análisis similar en las Eneadas, Pero el análisis de San Agustín
interior del hombre. Y si encuentras dudable tu naturaleza, trasciéndete
es a la vez más preciso y más vivido. ¿Cómo salir de esta duda?
a ti mismo. Mas acuérdate que cuando te trasciendas es tu alma la que
¿cómo salvar estas «variedades que desmenuzan las íntimas entrañas
al razonar te trasciende» (De la verdadera religión, XXXIX). Es decir, la
del alma?» (Confesiones, XI, 39).
memoria-alma nos revela, al trascenderse, a Dios mismo. Por otra
parte, la atención nos permite entender el presente, relacionarnos con
No habrá acaso otra clase de tiempo, menos esquemático, menos
él, ya que San Agustín piensa que la sensación no procede del mundo
rígido, menos mecánico que el que acabamos de analizar? San
externo, sino que constituye un movimiento del alma que nos permite
Agustín, descubridor del «sensus interior», del «sentido interior» que
sentir, percibir el mundo. La previsión, por su parte, no solamente nos
precede y preside a todos los sentidos, desarrolla una teoría del tiempo
permite mirar hacia nuestro futuro; permitió a los profetas su modo de
personal e íntimo que no habrá de reaparecer con todo su vigor sino en
profetizar, y es en nosotros la posibilidad misma de esta virtud que as la
los tiempos modernos: en parte, en la idea de una conciencia dinámica
esperanza.
que describe William James; sobre todo, en la duración bergsoniana,
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Recogida en sí misma, trascendiéndose a sí misma, la memoria,
lo que la vida es». Este nivel del alma, que poseemos en común con
sinónimo de alma, nos permitirá referirnos a los niveles que el alma
los animales, es visto por San Agustín de una manera original. Los
manifiesta como formas del conocer, y sobre todo por medio de la
sentidos no provienen del mundo, sino que son proyecciones de
armonizada operación de la fe, el amor, la razón, entender a Dios,
nuestra alma hacia el mundo. Tercer nivel: se trata de facultades
entender el mal y tratar de ver cuáles son los fundamentos de estas
únicamente humanas, y en especial de la memoria, «no de cosas a las
dos ciudades —humana y divina— que San Agustín describe en la
cuales nos hemos habituado por actos reiterativos, sino del sinnúmero
Ciudad de Dios.
de cosas que hemos alcanzado y retenido mediante la observación y la
ilustración; memoria que por lo demás nos proporciona la capacidad de
De la grandeza «del espacio del alma» (De la grandeza del alma,
relacionar sensaciones, ideas, conceptos, es decir, de pensar y
V) sabemos que es mucho mayor que la velocidad del viento, «pues
reflexionar». No es ésta aún, por decirlo con Bergson, la memoria
este aire, aunque probablemente levanta los vientos, pudiera llenar
profunda que, lo señalábamos ya, San Agustín identifica con el alma
todo el universo; todavía el alma puede imaginar más mundos, a tal
toda. Cuarto nivel: el alma ve las cosas del mundo, pero se retira hacia
punto que ni siguiera puedo sospechar cuántas imágenes y qué
sus propios adentros: «así cuanto más el alma se recoja en sí misma
espacio tenga ella... Luego es mejor que convengas conmigo que el
por su propio placer, tanto más se retira de las cosas sórdidas y se lava
alma no es larga, ni ancha, ni alta» (Ibidem,V).
y se hace inmaculablemente limpia...» Esta alma es ya camino de
sabiduría, aun cuando entrañe dificultades, esfuerzos, temor a la
Pero esta alma, que es todo un universo y está más allá de
muerte. Nivel quinto: en él nuestra alma ya purificada se acerca a la
medida y número, posee siete niveles que muestran los caminos del
contemplación, «porque una cosa es realizar la pureza y otra poseería»
conocimiento.
como ahora el alma la posee. Nivel sexto: «el ardiente deseo de
entender la verdad y la perfección es la visión más alta del alma: no
En el primer nivel, que es común a hombres, animales y plantas,
posee nada más perfecto, nada más noble, nada más propio». «Una
«cualquiera puede observar que el alma por su presencia da vida a la
cosa es conservar la salud de la vista y otra dirigir la mirada
tierra y al cuerpo, destinada a la muerte». Para evitar confusiones
calmadamente... a lo que debe ser visto.» Por fin el nivel séptimo es el
habría que decir aquí que San Agustín habla del cuerpo durante
nivel de la contemplación, «mediante la cual alcanzaremos, gracias al
nuestra existencia en la vida. Mucho más que los griegos, insistirá San
poder y la sabiduría de Dios, la Causa suprema o Principio supremo de
Agustín en la importancia del cuerpo (el Dios cristiano es Dios
todas las cosas, o cualquier otro mejor apelativo que pueda existir para
encarnado) y en su futura resurrección. El segundo nivel del alma es el
tan grande realidad».
de los sentidos, «que ofrecen un entendimiento más sencillo y claro de
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El camino que señala San Agustín, de las criaturas a Dios, se
no hablamos de creencias, o por lo menos de cierto tipo de creencias.
asemeja mucho a las escalas de los místicos. Con una diferencia: los
No se trata de la fe que procede de las promesas, sino de la fe que
místicos suelen proceder por vía negativa, por negación de todo lo que
consiste en creer en algo, y específicamente en Dios. ¿Procede
Dios no es: así la «noche oscura» o la cuádruple «nada» de San Juan
nuestra fe totalmente de nosotros? No lo piensa así San Agustín, para
de la Cruz antes de la contemplación. Es posible que San Agustín
quien el creer con verdadera fe es un «acto de Dios».
estuviera en este punto influido por estas místicas de la mirada y de la
claridad que son las místicas de los neo-platónicos, y especialmente
La fe precede a la razón. Dirigida a lo invisible y no a lo visible, la
Plotino. Lo cierto es que este camino y ascenso carecería de sentido si
fe puede darse no necesariamente a los rectores, no necesariamente a
no lo impulsaran la razón, la fe, el amor y la iluminación.
los gobernantes, sino a los pescadores, a los apóstoles pescadores.
Así, hay que creer para entender. Pero la fe necesita de la razón y la
En muchas partes de su filosofía muestra San Agustín con toda
reclama. «De esta manera en las cuestiones de religión y de piedad si
claridad su deseo de conciliar razón y fe, razón v amor, pero un amor
no somos capaces de pensar nada por nosotros mismos y nuestra
que ya no es aquí amor platónico, sino «peso del alma» atraída por un
suficiencia es de Dios, tampoco podemos creer nada por nosotros
Dios que es amor.
mismos, puesto que no podemos hacerlo sin pensar; pero nuestra
suficiencia, por la cual empezamos a creer en Dios..., y si la fe no fuera
Limitémonos, en primer lugar, a señalar las relaciones entre fe y
materia de pensamiento, carecería de toda importancia; y no somos
razón. Como San Justino, San Agustín conciliará razón y fe. Su
suficientes para pensar nada por nosotros mismos, sino que nuestra
filosofía podrá, en efecto, resumirse, en cuanto al conocimiento, en las
suficiencia procede de Dios» (La predestinación de los santos, II, 5).
dos frases complementarias: intelligo ut credam; credo ut intelligam. El
Pensar, creer. Preeminencia del creer sobre el pensar, pero también
hombre es un ser racional; y es precisamente porque lo es que puede
necesidad del pensar para entender, hasta donde la inteligencia
entender: el intelecto y el inteligir no son formas primordiales, ambas
humana lo permite, la fe que nos viene de Dios.
presuponen la existencia en los hombres de la razón. Sería insensato
abandonar la razón por el hecho de que haya malas razones: «de la
La insistencia de San Agustín en la suficiencia divina llevará en el
misma manera que no abandonáis el habla porque existen hablas
futuro a múltiples discusiones. Tanto Erasmo, defensor del libre
falsas, no debéis apartaros siempre de la razón por el hecho de que
albedrío, como Lutero, defensor del servo arbitrio, recordarán en su
haya malos razonamientos» (Carta, 120), frase en la cual San Agustín
argumentos a San Agustín. Ciertamente, su idea del libre albedrío es
critica tanto a los escepticos como a los fideístas. Pero si la razón es
variable y no se presta a una clara definición. Con todo. San Agustín
importante, lo es más la fe. Ahora bien, cuando aquí habíamos de fe
defenderá el libre albedrío —insuficiente por sí solo para alcanzar la
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gracia— como la «base necesaria para la obligación moral. Nuestra
A estas formas de la existencia y del conocimiento habría que
voluntad es, en efecto, libre para aceptar o rechazar el pensamiento y
añadir lo que San Agustín llama «iluminación». La mayoría de los
la fe que Dios les otorga».
autores están de acuerdo en que esta noción, de origen probablemente
neo-platónico, no es del codo clara. Por una parte, la idea de una
Fe y razón se aúnan; se aúnan dos aspectos del hombre: el que
iluminación divina hace que el pensamiento humano dependa, tal vez
por sí solo podría parecer tan fundamental como irracional como el
de manera demasiado estrecha, de un acto divino que venga a
racional mismo. Esta unión está presidida por el amor.
iluminarla. Algunos, entre ellos Malebranche, interpretan la iluminación
como una forma de contemplación mística; otros, al recordar los siete
El amor agustiniano —ágape, caritas— no es el eros platónico. Es
grados del saber, consideran que éste se realiza plenamente en la
el amor evangélico, el amor paulino. Dios armoniosamente es para San
iluminación-contemplación. Entre todas las explicaciones, la que
Agustín la Verdad, la Belleza, la Justicia, el Amor, y «amar a Dios es
parece más certera as la que identifica la iluminación con la teoría de
amar la verdad, la justicia, la belleza y la bondad».
las Ideas.
Amar a Dios es acercarse a Dios por la razón y por la fe, y en el
San Agustín adopta la teoría platónica de las Ideas como formas
mundo de la historia o de la transhistoria el amor será el fundamento de
ejemplares que residen en la naturaleza divina. Las Ideas son tanto los
la ciudad, de la ciudad de Dios.
pensamientos de Dios corno los modelos de las criaturas. La
iluminación sería así una forma de conocer a Dios, y especialmente de
Resumo: la naturaleza divina es, en San Agustín, una naturaleza
conocerlo en lo que tiene de racional. No es ésta una tesis muy alejada
armoniosa en la cual se alían indisolublemente Verdad, Belleza, Amor y
de la que sostiene Gilson en La filosofía cristiana de San Agustín
Justicia; la naturaleza humana racional, constituida por la fe, es también
cuando afirma que las ideas son los modelos o reglas eternas en la
amorosa. El hombre es un ser que ama en ens amans. Pocas filosofías
naturaleza divina. La iluminación sería así la luz que Dios nos
como la de San Agustín han sido, de manera abierta y viva, de manera
proporciona para que nuestro intelecto sea capaz de entender las
dinámica y llena de simientes para el futuro del pensamiento humano,
Ideas. Con todo, en un pensamiento como el agustiniano, donde se
una de estas grandes summas, de estas grandes síntesis en las cuales
integran la teología, la filosofía y la mística, es probable que la doctrina
hombre y naturaleza, Dios y hombre, ciudad humana y ciudad divina,
de la iluminación sea teológica —materia de fe—, sea lógica —materia
se interpenetran para formar un conjunto a la vez matizadamente rico y
de Logos— y sea mística —materia de contemplación y unión con la
matizadamente completo.
divinidad.
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En La Ciudad de Dios San Agustín escribe: «Dos amores
pequeño; todo sentido, grande y pequeño; toda luz, grande y pequeña;
fundaron dos ciudades; es, a saber: la terrestre, el amor de sí propio
toda suavidad, grande y pequeña; toda medida, grande y pequeña;
hasta llegar a menospreciar a Dios, y la celestial, el amor a Dios hasta
toda belleza, grande y pequeña; toda paz, grande y pequeña, y otros
llegar al menosprecio de sí propio. La primera puso su gloria en sí
bienes semejantes que se nos pudieran ocurrir, y máxime aquellos que
misma y la segunda en el Señor» (La Ciudad de Dios, XIV, 28).
se encuentran en todas las cosas, sea espiritual, sea corporal; todo
modo, toda especie, todo orden, grande y pequeño, son por Dios
Fundador de la filosofía de la historia, San Agustín ve a ésta
Nuestro Señor...» (De Natura Boni, XIII).
presidida por la ciudad divina, si bien es frecuente que los hombres y
los pueblos elijan la ciudad meramente humana.
En este mundo donde «el Rey es la Verdad, la ley es el Amor y la
duración es la Eternidad», los hombres pueden elegir la armonía, cuya
La elección de todo lo que no sea divino surge de nuestra
voluntad, pero surge sobre todo de nuestra voluntad hacia el mal.
belleza está, naturalmente, en Dios, pero cuya belleza se reparte,
igualmente, en el mundo de las criaturas que, por su propia presencia,
señalan hacia Dios.
Pero ¿qué es el mal?; ¿es un principio independiente en lucha
con Dios, como lo pensaron los maniqueos? No puede serlo. San
Agustín piensa que todo cuanto existe es, por el hecho de existir, un
bien. El mal es carencia, es defecto y es, en última instancia, carencia
o ausencia de ser en la espera de la Jerusalén celeste, donde habrán
de encontrarse las dos ciudades siempre que la sociedad humana sepa
ser y quiera ser divina.
Dios, Justicia, Caridad y Verdad son el Bien supremo. Escribe
San Agustín armoniosamente completo:
«Recordemos todos los bienes que podamos, que sea posible
atribuir a la creación de Dios; apartados éstos veamos si queda alguna
natura. Toda vida, grande y pequeña; toda memoria, grande y
pequeña; toda virtud, grande y pequeña; toda inteligencia, grande y
pequeña; toda tranquilidad, grande y pequeña- todo talento, grande y
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