Producción, Distribución–Cambio y Consumo: Un enfoque clásico en transición CAPÍTULO II PRODUCCIÓN, DISTRIBUCIÓN–CAMBIO CONSUMO: UN ENFOQUE CLÁSICO TRANSICIÓN Y EN El cambio histórico que significa la difusión mundial del capitalismo neoliberal, y bajo el cual fue posible el surgimiento de nuestro objeto de estudio, nos proporciona un nuevo contexto que nos exige establecer el marco conceptual que de cuenta de los componentes que han caracterizado el modo de producción y las transformaciones que manifiestan la esencia de un capitalismo que se adapta a las condiciones sociales cambiantes impuestas por su misma dinámica. Si bien quedó claramente establecido que el modo de producción capitalista ha cambiado y que por tanto seguirá cambiando, es importante describir sus aspectos estructurales, para de ahí contrastar las particularidades que lo hacen diferente respecto a un modelo clásico. Es momento de mirar más profundamente al interior de las relaciones sociales necesarias para la producción capitalista, para así reconstruir una realidad desde la cual sea posible acercarnos al fenómeno que nos incumbe. Para lograr este objetivo se parte de la concepción del silogismo planteado por MARX (2005) entre Producción, Distribución–cambio y Consumo. Dónde existe el término universal de la producción –que aparece como principio, y en el cual los miembros de la sociedad hacen que la materia, en su estado de naturaleza, resulte apropiada para satisfacer necesidades humanas– frente al término singular de la distribución–cambio, –impuesto socialmente y que determina en que proporción el individuo puede participar de estos productos particulares– ; donde el consumo es el término dónde todo se completa, –pues es ahí que el producto se convierte en servidor y objeto de la necesidad individual–(p: 9) allende: La producción está determinada por leyes generales de la naturaleza; la distribución resulta de la contingencia social y por ello puede ejercer sobre la producción una acción más o menos estimulante; el cambio se sitúa entre las dos como un movimiento formalmente social, y el acto final del consumo, que es concebido no solamente como término, sino 69 Producción, Distribución–Cambio y Consumo: Un enfoque clásico en transición también como objetivo final, se sitúa a decir verdad fuera de la economía, salvo cuando a su vez reacciona sobre el punto de partida e inaugura nuevamente un proceso.(pp: 9–10) No se debe perder de vista, por lo tanto, que su encadenamiento no es superficial, sino más bien, dialéctico y que describe no relaciones entre conceptos, sino relaciones sociales reales. Por ello, sin necesidades no hay producción, pero el consumo reproduce las necesidades. Como señala MARX (2005): En la producción, la persona se objetiva, en el consumo la cosa se subjetiva. En la distribución, la sociedad asume la mediación entre la producción y el consumo por medio de determinaciones generales y rectoras; en el cambio, la mediación opera a través del fortuito carácter determinado del individuo. (p: 9) Podemos distinguir el cambio del consumo en tanto que el cambio es sólo un momento mediador entre la producción y la distribución. Es así que la producción, la distribución, el intercambio y el consumo, constituyen según MARX (2005) “las articulaciones de una totalidad, diferenciaciones dentro de una unidad” (pág 20). Es en el proceso de su construcción histórica, que se explica el modo de producción denominado capitalismo, que ha impulsado el desarrollo de las fuerzas productivas y su medio de concreción, el mercado. Es en este devenir que se entiende a la tecnología como un momento del capital. Que junto con el trabajo y los bienes acumulados son factores del proceso productivo orientado hacia el propósito de su consumo. Ahora bien, bajo esta conceptualización se puede identificar la función epistemológica, la cual, como señala ZEMELMAN (1987) “permite organizar la aprehensión que consiste en reconocer la base de realidad para teorizaciones posibles sin llegar a determinar su contenido” (p: 95), y así poder definir conceptos capaces de dar cuenta del fenómeno piratería. 70 Producción, Distribución–Cambio y Consumo: Un enfoque clásico en transición 1. a) Producción Producción material El término producción designa normalmente una apropiación social de la naturaleza para cubrir necesidades humanas. Sin embargo, pensándolo con MARX (2005), se trata de una generalidad, una abstracción que pone de relieve lo común, es decir, la producción en general. Entendemos pues, que la producción material es siempre una rama particular de la producción social, en otras palabras, es una totalidad cuando se delimita en función de lo que produce, y es particular cuando se considera también como consumo de lo producido socialmente. Así pues, la relación de apropiación que se hace de la naturaleza se establece a partir del trabajo, fundando el ser de los entes producidos, es decir, de los artificiales, como apunta ENRIQUE DUSSEL. (en MARX, 1984: 47) La producción material es a la vez consumo, o dicho de otra manera, consumo productivo. Es consumo de fuerzas vitales y materias primas que según señala MARX (2005) “es una segunda producción, surgida del aniquilamiento del primer producto. En la primera, el productor se objetivaba; en la segunda, la cosa creadora por él se personificaba”. (p: 11) Es por eso que la producción y el consumo, según la teoría marxista, tienen una relación dialéctica y es difícil separarlos. Sin embargo y aún cuando cada producto tenga un comportamiento particular en materia de producción, es posible estudiarlos en su comportamiento productivo, desde el punto de vista de su tipología general. Dicha tipología se deriva de la propuesta que nos presenta Colin G. Clark (1905– 1989), y que divide la producción en tres sectores principales por medio de los cuales se pueden entender las actividades productivas de una economía, en: “…el sector primario , que comprende faenas agrarias, ganaderas, extractivas, de caza y de pesca; el sector secundario, que agrupa la industria, la producción de energía eléctrica, y en general, las actividades de transformación, y el sector terciario, compuesto por transporte, la administración, la informática, los servicios profesionales, la publicidad, el marketing y una muy amplia gama de servicios.”(en 71 Producción, Distribución–Cambio y Consumo: Un enfoque clásico en transición BORJA, 2002: vol. 2; 1251a) Complementada por la propuesta de JEAN FOURASTIÉ (en FRIEDMANN, 1985: vol. 1) quien agrega la relación que presentan estas actividades económicas con el comportamiento de quienes las consumen, poniendo en relieve la cuestión de la dialéctica producción–consumo. Reconocemos así, a la producción típica primaria, según señala FOURASTIÉ (en FRIEDMANN, 1985: vol. 1) como aquella que “se ha beneficiado de un progreso sensible, pero no obstante, a largo plazo, moderado” de la aplicación de la técnica. Se encuentran en éste caso la generalidad de productos agrícolas. Del mismo modo señala como producción secundaria típica, “la de los productos cuyas técnicas de producción han experimentado un notable mejoramiento” observables sobre todo en el caso de la gran industria. Por último, el tercer sector, que hasta lo que describe FOURASTIÉ había tendido escasa influencia sobre las producciones y que engloba “…la totalidad de los servicios comerciales, administrativos, de los profesionales libres, etc”, (p: 222) así como las artes, los oficios y la enseñanza. b) Tipificación clásica de la producción; los usos de la tecnología En el conjunto del devenir histórico del capitalismo, podemos distinguir tres etapas o formas de producción. La artesanal, la manufacturera y la industrial. Las cuales han cambiado en función de diferentes innovaciones. En la transición de las dos primeras, medió la división del trabajo, en tanto que para llegar a la siguiente fase fue necesario el surgimiento del maquinismo. Dependiendo de la incidencia de la tecnología en el proceso productivo, se define la relación con cada nivel de desarrollo del mismo. En el tipo de producción artesanal, encontramos trabajadores que realizan gran parte del producto de uno a uno, pues es mediante el empleo de herramientas manuales propias, y que se deben a una tecnología elemental. Aquí, el artesano es el dueño de los instrumentos de producción y entendido del como hace y el para que hace, es decir, es sabedor del como se hace lo que produce en su totalidad, del propósito de uso que se le da al fruto de su trabajo, y de el funcionamiento propio de los instrumentos de producción que utiliza. 72 Producción, Distribución–Cambio y Consumo: Un enfoque clásico en transición En el mismo sentido, en la producción manufacturera participaban varios trabajadores que cooperaban de manera parcelaria, en el taller de un capitalista, en donde se selecciona por sus habilidades las tareas que han de desempeñar a lo largo de su jornada productiva, reduciendo el esfuerzo de aprendizaje de la totalidad de lo producido sólo a las tareas que les son asignadas. Sometiendo así al trabajador a una disciplina impuesta por la exigencia del rendimiento del capital, al tiempo que se crea una gradación jerárquica entre los mismos trabajadores. En la fábrica, el uso de la máquina, llevó a la producción de la gran industria, es decir, a la producción de volumen. Lo que favoreció el desarrollo de la tecnología dada su eficacia productiva, la cual, también resultó eficaz para separar al trabajador del control del proceso productivo, pues lo único que le exigía la máquina era adaptar su propio movimiento al movimiento repetitivo y continuo de aquella, y donde el trabajador puede ser intercambiado sin que se detenga la producción de la máquina, como establece MARX. (en GORZ, 1977: 33). Al atomizarse el trabajo dividiendo a distintas tareas, entre diversos trabajadores, en la totalidad del proceso productivo, aquellos perdieron tanto el conocimiento del valor de uso de lo que producían, como el conocimiento sobre el funcionamiento de los medios de producción que utilizaban para producirlo. A medida que la producción industrial se fue generalizando, el conocimiento del trabajador se fue perdiendo. Como afirma ANDRÉ GORZ (1977) “la historia de la tecnología puede leerse en su conjunto, como la historia de la descalificación de los agentes directos de la producción” (p: 101). En torno a estas tendencias de la aplicación de la tecnología, MARX (1984) señala que Ricardo expresa, en su capítulo XXXI de “Principios de economía política y tributación”: He creído en la aplicación de maquinaria a cualquier rama de la producción era un bien general, ya que tendría como efecto ahorrar mano de obra. (p: 51) En el capitalismo, la tecnología es un instrumento de trabajo que aplicado en el proceso productivo por un trabajador ignorante de la razón de su trabajo, se constituye en un poderoso aliado del capital. Así, podemos darnos cuenta, como nos dice DUSSEL (en MARX, 1984), que la tecnología no es un fin en si, sino ha sido un “medio–para” (p: 31). A lo que luego él añade que la tecnología como 73 Producción, Distribución–Cambio y Consumo: Un enfoque clásico en transición parte del proceso productivo, pasa de ser objetivada en el “proceso de trabajo” al “proceso de valorización” del mismo capital (p: 33). Es MARX, quien pone de relieve que la tecnología no sirve para que el trabajador haga menos y tenga mayor tiempo para sí, sino para valorizar más el capital. El progreso de la técnica y del conocimiento científico aplicado, han favorecido el desarrollo de estrategias no sólo para aumentar la productividad47, sino con ello la valorización del capital. El ciclo pragmático “necesidad–satisfactor–consumo”, se complementa con el ciclo de “trabajo–producto–evaluación del consumo” para formar el ciclo de la valorización del capital. Pues las necesidades humanas se proyectan como mercado potencial, los objetos satisfactores, es decir los entes artificiales con valores de uso se transforman en mercancías. Para ello es necesario que el capital compre la mano de obra viva y la tecnología para juntarlos en el proceso productivo, y donde no son otra cosa que parte del flujo del capital orientado a la producción de satisfactores para producir más capital. Para MARX (2004) el proceso de trabajo es el de formación de valor, por medio del uso de la tecnología. La maquina tiene dos funciones conceptuales, la primera “…la máquina como elemento creador de valor y como elemento creador de producto”. (p: 471) pues la máquina produce, en primer lugar, un objeto para un valor de uso, y en segundo, produce una mercancía como valor de cambio, el cual expresa el tiempo socialmente necesario para producirla. Es en este momento donde se realiza, a través de la tecnología, transformación del trabajo vivo en su mediación. Para ello se requiere la dimensión del tiempo, para que transcurran los momentos propios del proceso productivo, y por medio del cual se determina el desgaste en tiempos prolongados y aquello que se debe consumir para producir pasando como valor al producto destinado al consumo. En efecto, la tecnología también es parte del capital constante, como medio de trabajo que se consume en periodos prolongados, y que funciona como señala FOURASTIÉ (en FRIEDMANN, 1985: I; 219) nos señala que la productividad es la medida del progreso técnico; es la relación entre el volumen físico de la producción y el total de horas trabajadas para elaborar el producto concluido, a partir de la materia prima. 47 74 Producción, Distribución–Cambio y Consumo: Un enfoque clásico en transición MARX (1984), como “un momento esencial de la composición orgánica del capital”48 (p: 35). Ésta, al estar presente en alguna rama de la producción, favorece el aumento de la ganancia, es decir, del plusvalor relativo, no en abstracto, sino en concreto de una rama de la producción sobre otra. La tecnología se constituye entonces como un medio de producción indispensable en la dinámica industrial. En el siglo XIX, MARX consideraba que la tecnología era tanto la destreza del trabajador como los medios materiales de la producción, en la realización de una actividad orientada a un fin, satisfacer una necesidad. Y cuyo resultado, es la valorización de lo producido para un valor de uso debido al trabajo contenido en la misma mercancía. Finalmente, el trabajo de quienes desarrollan la tecnología, sean científicos o tecnólogos, es también “trabajo vivo” y explotado por el capital, objetivado en la “mercancía tecnología” que ha permitido el aumento cualitativo del proceso productivo, como señala DUSSEL (en MARX, 1984), “al aumentar el plusvalor, al disminuir el tiempo necesario para la reproducción de la vida del obrero” (p: 54). Pues como ya vimos, y nos señala, en la gran industria, las máquinas se transformaron en el sujeto del mismo trabajo, hasta el punto de considerar a las máquinas como sujetos centrales de la producción. El incremento y desarrollo de las técnicas de producción trajo consigo ciertos efectos, que en las diferentes etapas de producción podemos distinguir comparando sus diferencias en función de la intensidad con las que se aplicó la tecnología, hablamos específicamente de la transición de la manufactura a la gran industria. Donde la tecnología adquiere un lugar central, esencial y preponderante del proceso productivo, no por sí misma, sino por su uso como medio para la valorización. 48 Aquí apunta MARX (sin fehca): “La composición del valor capital, en cuanto se halla determinada por su composición técnica y es un reflejo de ésta es lo que nosotros llamamos la composición orgánica del capital”. (p: 155) 75 Producción, Distribución–Cambio y Consumo: Un enfoque clásico en transición c) Producción en serie El desarrollo de esta forma de producción fue consecuencia de la implementación del taylorismo y el fordismo49, su resultado fue el incrementó del volumen de la producción, y el abaratamiento del precio final de los productos. La producción en serie que devenía de la estandarización de la fuerza de trabajo terminó estandarizando el producto y alcanzando lo que se conoce como producción masa. Este desarrollo exigió a su vez una modificación en el consumo, el cual pasó a ser consumo masa, fenómeno que dio pauta para la creación en las naciones desarrolladas, lo que se conoce como los centros de consumo mundiales ó sociedades consumistas. Así, se consolidó la forma de producción característica del siglo XX, como menciona REVELI (1996), “fundada en la centralidad absorbente de la gran fábrica y en el despliegue de un dominio de su racionalidad estratégica sobre toda la retícula social” (URL [DOC: 2]). Como apunta IVÁN ESCALONA (2004: URL), y técnicamente hablando, la producción en serie se realiza en torno a una línea de producción, un flujo continuo y estandarizado de materia prima, y utilizando una banda transportadora que permite el ensamble de las partes, la cual adicionalmente regula el ritmo del trabajo de los obreros, estableciendo un control y una cadencia de producción. Es importante hacer constar que la tecnología empleada en la producción en serie tenía un cierto índice de fallas, lo que implicaba dos cosas, 1) para evitar un probable paro en la línea central de producción, debido a alguna falla en las máquinas, se necesitaba hacer acopio de una cantidad relativamente grande de las piezas producidas por aquellas, para que, en caso de falla, no se detuviese el flujo de la producción general al interior de la fábrica y 2); dada la característica jerárquica de la fábrica, es decir, a su organización eran probables ciertas negligencias o resistencias de los trabajadores durante el proceso productivo y lo cual, aunado a la baja confiabilidad de las máquinas, se hacían necesarios ciertos controles de calidad, aunque eficaces, también representaban ciertos gastos y derroche de energías y de materias primas. Los cuales no eran vistos como un 49 Descritos en el capítulo anterior 76 Producción, Distribución–Cambio y Consumo: Un enfoque clásico en transición problema, pues el costo de estos procesos de almacenaje y control era pasado al costo del precio final del producto que se ofrecía al consumidor. Esta forma de producción deja una subproducción de piezas o incluso productos terminados que no pasaban los controles de calidad, ya que presentaban defectos. Para resolver estas inconveniencias, se debía 1) parar la producción de la línea en la que se detectó el defecto, para resolver el problema, 2) recoger la serie o lote producido, y el cual era etiquetado como desperdicio, pues el costo de su reutilización era mayor que el de empezar el proceso desde cero. Así, tenemos que la producción en serie, también implica costos de desperdicio, de inspección y de almacenaje que no aportan valor al producto, sino costos cubiertos por el consumidor final y el cual estaba en posición y disposición de hacerlo. Pues a pesar de estas inconveniencias, producir así era mucho más barato que cualquier otra forma de producción que se hubiese puesto en marcha antes. La producción en serie significó el punto álgido del desarrollo del modelo taylorista/fordista de producción al estilo norteamericano, modelo que consolidó la hegemonía de los EE.UU. en el mundo occidental y gracias a la coyuntura de las dos guerras mundiales. Otra historia es el desarrollo de este proceso en Europa, donde apenas después de la II Guerra Mundial, se difundió el modelo referido, sólo que con componentes que derivaron hacia otras consecuencias. Mientras que en los EE.UU. se alcanzó rápidamente la producción masa y el consumo complementario, no se manifestó el fenómeno del obrero–masa, gracias a las políticas asistencialistas y la exportación de las contradicciones a otras regiones del mundo, evento conocido como la delocalización de la producción, difundida gracias a la nueva división internacional del trabajo y la trasnacionalización de las empresas. En Europa, la respuesta a la producción masa y el consumo masa, fue la del surgimiento del obrero–masa, que prontamente cuestionó las bases de este modelo productivo expresando un rechazo generalizado al trabajo, lo que devino finalmente el la caída del taylorismo y el surgimiento del llamado postfordismo. Es por ello que SABEL (1986), advierte un agotamiento progresivo del modelo fordista dada la rigidez estructural del mismo, pues: 77 Producción, Distribución–Cambio y Consumo: Un enfoque clásico en transición La demanda estable de grandes cantidades de productos estándares es la piedra angular del fordismo. Permite hacer una inversión a lo largo plazo en máquinas específicas del producto, lo que fomenta el intento constante, aunque sólo con un éxito parcial, de descomponer las cualificaciones. Todo lo que perturba las perspectivas de fabricar un determinado producto de manera fija y venderlo en cantidades predeciblemente grandes a un precio previsible, reduce la propensión a invertir en la estrategia fordista. Paradójicamente, los acontecimientos de la última década han demostrado que los propios éxitos del fordismo ponen en movimiento fuerzas perturbadoras que socavan los cimientos del sistema: la certeza del mercado (p: 272) Así, se abre el paso a nuevos paradigmas productivos, que puedan permitir el mantenimiento del modelo de acumulación de capital. d) Producción inmaterial La etapa conocida como el postfordismo devino de la necesidad de adecuar el modo de producción a nuevas condiciones a fin de poder mantener el proceso de valorización del valor, lo que significó una recomposición organizativa y técnica de los principios del taylorismo y el fordismo. En síntesis la nueva estrategia consistía en promover una democracia industrial, rechazando la individualización y descalificación de los obreros a cambio de la organización de grupos autónomos con capacidades limitadas de decisión, además de una recomposición de la banda de montaje donde se promoviera la idea de una organización sociotécnica. Este primer aspecto dio pauta a nuevas tendencias que se resumen en la flexibilización de las empresas y la entrada significativa de los procesos automatizados a través de componentes electrónicos. A medida que la electrónica ha ido sustituyendo a los simples principios mecánicos, la composición técnica y la composición de valor de los productos–mercancías han alterado totalmente las condiciones de producción y valorización del valor mercantil. (CORIAT, 2005: 173) En la definición del nuevo paradigma productivo, se ha establecido la posibilidad de una integración del trabajo científico en el trabajo industrial y terciario, a través de actividades de investigación, de concepción, de gestión de los recursos humanos. Y la cual, como señala MAURICIO LAZZARATO y ANTONIO NEGRI (1991), “se convierte en una de las principales fuentes de productividad y pasa a través de los ciclos de producción” (URL [DOC: 2]) de los cuales se puede 78 Producción, Distribución–Cambio y Consumo: Un enfoque clásico en transición disponer en el interior de las redes informáticas y telemáticas que se encuentran en posición de dictar el ciclo de producción y la organización del trabajo. Ya que se trata del capital social producido por la cooperación comunicativa entre los trabajadores, sintetizada como el “saber hacer obrero” y redefinida como la esencia de la producción. LAZZARATO y NEGRI (1991) presentan la tesis siguiente: “el ciclo del trabajo inmaterial está preconstruido por una fuerza de trabajo social y autónoma capaz de organizar su propio trabajo y sus propias relaciones con las empresas” (URL [DOC: 2]). Y por lo tanto, según afirman ellos, ninguna organización científica50 del trabajo, puede determinar un savoir faire51. Lo cual, quedó de manifiesto con el paso de la reestructuración de la gestión del trabajo, que dio pauta a la organización de una “fábrica integrada”. Este nuevo paradigma supone la readaptación del fordismo, y requiere la adaptabilidad de la producción a un mercado, denominado en palabras de REVELI (1996: URL) como “maduro”, y de límites definidos, es decir, “finito”. Donde la mundialización de los mercados ofrece una capacidad de consumo limitada en relación a los centros de consumo desarrollados. Por lo cual, no se absorbe todo lo que se produce, debido también a una saturación del mercado. Así, se hace necesaria la adaptación de la fábrica a las caprichosas “preferencias del cliente”. En este contexto, se hacen relevantes las innovaciones desarrolladas en las empresas japonesas, particularmente de aquello que se conoce como el toyotismo, donde se ha apelado a la subjetividad del trabajador, quien aporta retroalimentación a la línea de producción con creatividad. Pues para valorizar lo que producen requieren comunicación, que implica cooperación entre ellos para resolver contingencias y aportar –con ideas creativas– a la dinámica de la producción, lo cual incrementa su productividad. En esta nueva forma de producir, se requiere reducir los índices de fallas, los niveles de derroche en energía y materias primas a la vez que se eliminan costos de almacenaje y controles de calidad, para lo cual se requiere de un 50 En la acepción de Taylor. 51 Del francés, se traduce literalmente como: saber hacer 79 Producción, Distribución–Cambio y Consumo: Un enfoque clásico en transición trabajador altamente capacitado que desempeñe varias tareas – como administración, gestión y producción – por lo que requiere un cierto lapso para aprender, en otras palabras, requiere inversión en tiempo y capital para adquirir la capacitación necesaria para desempeñar ciertas tareas requeridas dentro de su grupo de trabajo, siendo el medio más importante para desempeñar dichas tareas la capacidad comunicativa. Considerando el principio epistemológico que establece a la realidad como totalidad articulada, tenemos que pensar como nos dice REVELI (1996: URL), aludiendo a CORIAT “à l'inverse”, ya que se han invertido el orden de ciertas relaciones del modo de producción capitalista, aunque esencialmente permanecen, es decir, no se han eliminado las contradicciones sino lo que ha cambiado es la forma en la que se expresan. Por ello, LAZZARATO (2000), denomina a un cierto tipo de comunicación como una forma de producción, la cual define como “inmaterial”, a la ves que advierte, que la comunicación que es producción inmaterial, es la que “…proviene de las actividades intelectuales en lo que atañe al contenido cultural–informativo, el de las actividades manuales para la capacidad de unir creatividad, imaginación y trabajo técnico y manual, el de las actividades empresariales para la capacidad de management, de relaciones sociales y de estructuración de la cooperación social de la que forma parte”, por lo cual, el trabajo inmaterial se constituye “…en formas inmediatamente colectivas y sólo existe, por así decirlo, en forma de redes y flujos”. (URL [DOC: 5]) En esta lógica podemos entender el porque después de haber pasado por un proceso de “descalificación de los agentes directos de la producción”, como sustento de la valorización; ahora para valorizar competitivamente la producción, se requiere de unos agentes productivos calificados, los que deben ser concientes de su accionar para poder liberar su propia inteligencia en el proceso productivo, pues deben ser capaces de trabajar colectivamente a través de redes y flujos de información, interpretando y emitiendo mensajes, es decir, comunicándose. 80 Producción, Distribución–Cambio y Consumo: Un enfoque clásico en transición Así, la diversificación de tareas por grupos de trabajo, apela a la posibilidad de encontrar una mejor manera de hacer las cosas, pues existe un intercambio de ideas entre los agentes productivos. Es por ello, que el desarrollo de sistema capitalista de producción, no sólo se ha manifestado como una consecución de avances técnicos, sino también como resultado en la alteración de las relaciones de producción, cuyos preceptos fundamentales siguen presentes52, pero a diferencia del enfoque clásico, en esta nueva etapa del paradigma productivo, se relacionan de manera distinta. Para lograr darle cabida en la gestión de la fabrica se requiere transformar el tipo de relación que se establecía entre el capital y la subjetividad misma del trabajador, como apunta REVELI (1996), para poder conformar la “fábrica integrada se trata de subsumir al capital a la dimensión existencial de la misma fuerza de trabajo. De identificar la subjetividad del trabajo con la subjetividad del capital. Así como de hacer de la pertenencia a la empresa la única subjetividad posible (URL [DOC: 6]) Y con lo cual se construye en esta nueva forma de gestión una identidad colectiva, que coincide tanto con el territorio físico como con el universo simbólico de la empresa, con el objetivo de contar con la disponibilidad y fidelidad de sus empleados, en un medio de trabajo que ahora, en lugar de basarse en la restricción o limitación de los mismos, recurre a su cooperación. Así, como la producción inmaterial tiene la capacidad de transformar o reproducir el medio ideológico del productor, también puede producir a un consumidor, dado que se encuentra a su vez, en posición de crear la publicidad, que en palabras de LAZZARATO (2000) “es la producción de la producción de la «capacidad de consumo, del impulso al consumo, de la necesidad de consumir» que se ha vuelto un «proceso de trabajo»” (URL) la cual es producida directamente por el proceso de constitución de la “comunicación social”. Ese trabajo lo entiende como el trabajo inmaterial, es el producto de una relación social, ya sea que innova, produce o consume, teniendo valor económico “sólo si logra esta reproducción”. Por ello LAZZARATO (2000) añade que esto es lo que escondía la producción material “el trabajo no sólo produce mercancías, sino ante 52 La propiedad privada, el mercado, los factores productivos: capital, trabajo y tecnología, etc. 81 Producción, Distribución–Cambio y Consumo: Un enfoque clásico en transición todo relación de capital” (URL) relación de capital que si bien ha cambiado del enfoque clásico al de la fabrica integrada, y cuyos cánones o prerrequisitos siguen presentes, es también que para seguir reproduciendo la esencia de ganancia del capital,53 requirió de una superación de la dicotomía, como propone BAKHTINE (en LAZZARATO, 2000) entre "trabajo material/trabajo intelectual" y nos muestra la creatividad como proceso social (URL). El capital, se apropia sólo de las formas materiales, valorizadas por lo la cooperación de los agentes de la producción material. Para LAZZARATO (2000): Esta cooperación no puede pre–determinarse en ningún caso por parte de lo económico, pues se trata de la vida misma de la sociedad. Lo "económico" sólo puede apropiarse de las formas y los productos de esta cooperación, normarlos y estandarizarlos. Los elementos creativos, de innovación, están estrechamente ligados a los valores que tan sólo producen formas de vida. (URL) Hora bien, para ésta producción de capital, el savoir faire, del que fue despojado históricamente el trabajador en el proceso técnico de mejoramiento del conocimiento científico en la técnica de producción, se encuentra presente aún en los mismos progresos técnicos creados para poder descalificarlo, concretados así en la mercancía tecnología. Se trata de un conocimiento implícito en la tecnología aplicada al proceso productivo, es decir, de un savoir faire ahora alienado del trabajador, extraño a él. (Se trata de un trabajo pasado objetivado que plasma órdenes en un mundo digital). 53 La reproducción del trabajo pasado objetivado 82 Producción, Distribución–Cambio y Consumo: Un enfoque clásico en transición 2. Distribución Comúnmente, a la distribución de la producción se le asocia con el servicio de colocación de bienes terminados en lugares precisos para que estén disponibles cuando los consumidores los deseen. Sin embargo, no podemos olvidar, como señala R. B. HEFLEBOWER (1975: vol. 2; 455b) que los productores, las más de las veces, no venden los productos acabados directamente a los consumidores, pues se olvida el papel de los proveedores y de los revendedores. Dado que la producción se realiza en algún punto geográfico específico, muchas veces alejado de la localidad de consumo, se hace necesario acopiar cantidades de la mercancía, por minoristas, para mantener un flujo continuo de oferta para el consumidor final “…en el momento y lugar por ellos preferido…” (HEFLEBOWER 1975: vol. 2; 456a). Si bien, el costo de los servicios distributivos se encuentra incluido en el precio del producto final al consumidor en el punto de venta minorista. Por otro lado, la venta del mismo producto, en un modelo clásico, según HEFLEBOWER (1975: vol. 2), “resulta más fácil” si se ofrece junto con productos que posean “…características parecidas desde el punto de vista de los consumidores, aunque puede variar mucho su uso por parte del consumidor…” (p: 156b). Por lo que la distribución es simbólicamente productiva ya que facilita su consumo. En el marco de la economía política clásica, no se puede pensar la distribución como independiente de la producción, pues como MARX (2005) señala, “la distribución es ella misma un producto de la producción”, (p: 15) pues no sólo puede referirse al objeto de lo producido, sino a la forma en la que se distribuye lo producido y por lo tanto, el modo en el que se participa de la producción. Es decir, aquellos que pueden producir, y aquellos que pueden acceder a lo producido, se encuentran en una posición específica debido a su posición social con respecto a su posesión en propiedad. Regresamos entonces a la cuestión de la distribución antes de ser distribución de productos, como ya hemos mencionado más arriba, es la producción la que está determinada y organizada por la distribución. MARX (2005) nos dice que se trata de “1) 83 Producción, Distribución–Cambio y Consumo: Un enfoque clásico en transición distribución de los instrumentos de producción; 2) distribución de los miembros de la sociedad entre las distintas ramas de la producción” (p: 17). Ésta distribución que se encuentra en la organización misma del proceso productivo “y determina la organización de la producción”, y por lo tanto, la distribución de los productos terminados se encuentra orientada por esta distribución originaria del momento de la producción. En éste sentido, como señala HARRY BRAVERMAN (1974), “es el Estado que garantiza las condiciones del capitalismo, y el protector de la siempre creciente distribución desigual de la propiedad que este sistema trae consigo,” (p: 327) pues requiere que exista un trabajador “libre” que no posea los medios de producción de su subsistencia y se vea en la necesidad de ofrecer su fuerza de trabajo en el mercado laboral, donde el propietario de los medios de producción requiere fuerza de trabajo para hacerlos producir mercancías para un mercado. Ésta distribución, de la propiedad de los medios de producción, ha sido una construcción histórica que se ha visto reflejada en la composición jurídica que conservan las relaciones de distribución desigual de la propiedad y de las posibilidades de consumo y, por consiguiente, su efecto sobre la producción. a) ¿Distribución inmaterial? El postfordismo no significa la negación de ciertos principios del fordismo donde se producía y consumía masivamente. Actualmente se ha mantenido y acrecentado la capacidad productiva, si bien con nuevas características que lo deslindan de la idea de producción en serie y masa, que definía un producto estandarizado y un excedente no siempre absorbido por el mercado. Este último aspecto, aparece también en el postfordismo, pero ahora potenciado ya que los mercados mundializados no son homogéneos, lo que exige estrategias de difusión que hacen necesaria la distribución a lugares de consumo alterno. HEFLEBOWER (1975: vol. 2), afirma que a mediados del siglo XX, entra “la función económica de la distribución a los consumidores de los productos en su forma física final, consiste en proporcionarles la «utilidad de lugar y momento», a la que puede añadirse la utilidad de información»” (p: 456a). De esta manera, las 84 Producción, Distribución–Cambio y Consumo: Un enfoque clásico en transición empresas distribuyen información orientada a convencer al individuo, para transformarlo en consumidor de la utilidad su producto, bien sea por la “superioridad” y/o prestigio que ello conlleva, frente a otros productos similares, pero con bajo prestigio. En el postfordismo encontramos la dualidad entre producción/comunicación, por lo que estamos entonces en posición de hablar de una distribución por excelencia de la comunicación, de la emisión – recepción – procesamiento – interpretación – emisión– . Hoy en día potenciado a través de la revolución de las comunicaciones, y sobre todo por la revolución informática. Pues la posibilidad de la comunicación de ida y vuelta, de un punto a multipuntos, y viceversa de manera tan instantánea como la permita el ancho de banda y/o la saturación de las conexiones digitales. Y que permiten comprimir el espacio y el tiempo al tiempo real en el que se produzca la información. Esto se complementa con un cambio cualitativo de la información, lo que se ha transformado es la utilidad de esa información, pues no son sólo se reduce a información sobre los productos, ya sea provenientes de los productores o de terceros –quienes pueden ser independientes dedicados a su revisión– pues la información, puede muy bien retroalimentar a la producción54, o consistir en los productos mismos. La música, los programas de cómputo, las películas y los videojuegos son información en el medio de la revolución de las comunicaciones. Información susceptible de ser modificada y comunicada. Así como plasmada en distintos medios, distribuidos en el espacio físico o en el ciberespacio, y sin presentar diferencias con el origen. Es en el advenimiento de lo conocido como convergencia digital que encontramos que la información se reduce a una sola unidad básica, secuencias binarias de “1’s” y “0’s”. Pasando a tomar importancia su lectura relativa, tanto por el medio que la reproduce, como aquel desde el cual se lee, dado que la contiene. Por todo esto es que cabe preguntarse sobre la posibilidad de una naturaleza inmaterial de la distribución, pues se virtualizan algunos productos, cuyo tratamiento rebasa la concepción tradicional de este proceso. Lo que en 54 El caso Benetton, véase “coordinación de la producción a nivel planetario”,(Capítulo I) 85 Producción, Distribución–Cambio y Consumo: Un enfoque clásico en transición otras palabras significa que desde tu casa puedes acceder al consumo de los productos, materiales e inmateriales, que cumplen el efecto de la distribución. 3. Consumo Al igual que la producción material es consumo, también el consumo es producción, en cuanto crea los productos que son el objeto para el cual ellos son lo que son, es decir, el producto sólo se vuelve producto en el acto de consumo, al tiempo que, por otro lado, el consumo crea el impulso de la producción, fundando la necesidad de una nueva producción, pues reproduce las necesidades. Así, en el acto dialéctico entre consumo–producción se produce no sólo objetivamente, sino también subjetivamente, pues se produce también al consumidor. En donde el consumo como necesidad es el mismo momento interno de la relación productiva. MARX (2005) nos dice que “el individuo produce un objeto y, consumiéndolo, retorna a sí mismo, pero como individuo productivo y que se reproduce a sí mismo.”(p: 14). Es decir, al producir la necesidad de lo que produce, reproduce la necesidad de que se le siga comprando su trabajo para valorizar lo producido por él. Por otro lado, en materia del comportamiento de los productos de acuerdo con su consumo, tomando en cuenta las consecuencias que tienen para los mismos productos, como señala FOURASTIÉ (en FRIEDMANN, 1985: vol. 1), en lugar de las técnicas de su producción, consideramos las necesidades de consumo. Dichas necesidades se encuentran regidas por distintos factores, “tanto biológicos, fisiológicos, psicológicos, afectivos como sociológicos ó económicos, y que hacen evolucionar la demanda, los que son preponderantes y previsibles.” (p: 222) Así, el deseo de consumo de ciertos satisfactores, se encuentra limitado por constituciones físicas o fisiológicas –dado es el caso de satisfactores alimenticios– , aunque en el caso del deseo de “consumir” ciertos servicios –como viajes, enseñanza– o de poseer objetos (productos) no encontramos dichos limites. Y es por ello que existen comportamientos desiguales en cuanto al consumo de los productos y servicios. 86 Producción, Distribución–Cambio y Consumo: Un enfoque clásico en transición Así, el tema de las necesidades nos enfrenta con variantes psicológicas y sociales, pues en las sociedades industriales encontramos la variante de la publicidad de masas, es decir, la ofrecida por la prensa, las revistas, la radio y la televisión, y que orientan tendencias al consumo. Un ejemplo de ello es el caso de la tendencia al consumo ostentoso, ya reconocidas por Thorstein Veblen (1857– 1929) en “Theory of the Leisure Class” (1899), cuando estudiaba el consumo de las clases más favorecidas afirmó, que las familias que disponen de un ingreso alto tendían a mantener su prestigio mediante gastos suntuarios. PAUL CHOMBART DE LAUWE (en FRIEDMANN, 1985: vol. 2) considera que estas afirmaciones de Veblen siguen siendo actuales, “aunque la ostentación se haya desplazado frecuentemente de un objeto a otro”. Y nos dice que en general, “los consumidores se apegan a un modelo para afirmar su superioridad en relación con otras categorías de la población” (p: 338). De lo que deduce que las actitudes culturales están íntimamente ligadas a las actitudes económicas, y sobre todo se ven reflejadas en los comportamientos orientados al consumo. Igualmente, CHOMBART reconoce las “necesidades y aspiraciones de la clase obrera”, pues le asigna a tal o cual producto un valor simbólico y que va ligado a ciertas condiciones materiales precarias y a “modelos propios de sus grupos sociales” (en FRIEDMANN, 1985: vol. 2; 338). En cambio, también podemos encontrar transformaciones en las necesidades en el tiempo y el espacio, el caso de las diferencias entre las áreas rurales y la ciudad, y su transformación en el tiempo debido a nuevos desarrollos técnicos. Por lo que según GEORGES FRIEDMANN (1985: vol. 1) “bajo el efecto de diversas causas, puede decirse que las tendencias al consumo se desarrollan, en amplias capas de la población, más rápidamente que los medios económicos para satisfacerlas” (p: 22) lo cual se sigue dando sobre todo en países que empiezan a tener acceso a productos industrializados y sin embargo, un nivel de consumo bajo. Podemos tipificar así, con FOURASTIÉ (en FRIEDMANN, 1985: vol. 1) tres comportamientos de los productos en relación con su consumo. El primero, se conforma por aquellos “cuya demanda aumenta rápidamente y luego alcanza 87 Producción, Distribución–Cambio y Consumo: Un enfoque clásico en transición rápidamente su saturación: este comportamiento es característico de los productos agrícolas y alimenticios” (p: 222); y en lo general se le califica como sector primario. El segundo, los que conforman el sector secundario; que “consiste en los productos cuya demanda aumenta continuamente, pero puede alcanzar un nivel sostenido a largo plazo; es el caso de la generalidad de los productos manufacturados” (p: 222). Por último, el tercer comportamiento tipo, el que conforma el sector terciario en el orden del consumo, será el de “los productos cuya demanda es notablemente creciente y sin señal de agotamiento aparente o previsible: la totalidad de los servicios tales como la enseñanza, la medicina, las artes, las distracciones. etc…, entran en esta categoría”. (p: 222) Pero contrariamente a la clasificación, –como nos dice FOURASTIÉ– relativa a la producción, los transportes pertenecen también a esta clase, pues se utilizan así desde el criterio del consumo. Aunque esta clasificación de consumo es paralela a la de la producción FOURASTIÉ (en FRIEDMANN, 1985: vol. 1) no deja de hacer hincapié en las consecuencias que tienen estas clasificaciones, pues los productos pueden ser descritos en materia de su producción como pertenecientes a un determinado sector y, mismamente, en cuanto a su comportamiento en el consumo, ser considerados en otro sector como el caso del transporte hace relucir. a) Equilibrio producción–consumo En el capitalismo industrial se ha aspirado a lograr un equilibrio entre la producción y el consumo, con el propósito de evitar las crisis de superproducción. Esto se ha intentado produciendo bajo un margen “controlable” en función de la demanda probable, en un marco también de probabilidades sobre las necesidades o deseos de los consumidores, y tratando de vender todo lo que se produce, por lo que nos dice JEAN FOURASTIÉ (en FRIEDMANN, 1985: vol. 1; 219) es necesario el uso de una ciencia económica que atienda a la dialéctica producción–consumo. Ahora bien, los productos tienen tantos comportamientos originales en su relación de producción–consumo como productos existen. Así, como esta relación no se encuentra fija en el tiempo, –pues responde a la incidencia del mismo 88 Producción, Distribución–Cambio y Consumo: Un enfoque clásico en transición progreso técnico que las ha hecho posibles en un principio– los productos pueden migrar de un sector a otro, dependiendo de las condiciones que imperen en su producción. Es importante distinguir, lo que de algún modo ya se ha tratado más arriba, y que como señala FOURASTIÉ (en FRIEDMANN, 1985: vol. 1): 1) la producción en su comportamiento característico del sector primario es aquella que se ha beneficiado de un progreso sensible, pero no obstante moderado de la aplicación de la técnica, 2) mientras que el sector del consumo primario, se comporta de acuerdo a una demanda que aumenta rápidamente y luego alcanza rápidamente su saturación, …los productos agrícolas en su conjunto tienen un comportamiento global netamente primario tanto en la producción como en el consumo. Igualmente, los productos industriales considerados globalmente: 1) han sido y siguen siendo fuertemente influidos por el progreso técnico; 2) tienen una curva de consumo continuamente creciente, pero que no obstante tiende a hacerse más lenta. La gran mayoría de los productos industriales poseen esa doble propiedad y tienen, por tanto, un comportamiento secundario. Por último, la gran mayoría de los productos artesanales y los servicios se benefician; 1) de un progreso técnico escaso; 2) de una demanda notablemente creciente y sin tendencia aparente a estancarse: tienen pues, en general, un comportamiento terciario en la producción e igualmente un comportamiento terciario en el consumo. (p: 224) Es aquí donde FOURASTIÉ (en FRIEDMANN, 1985: vol. 1), insiste en que hace su análisis considerando implícitamente a la población activa55, pues hace énfasis en que “dada una productividad, la población activa es el factor preponderante de la producción y todo problema de la vida económica se reduce, finalmente, a problemas de población activa.” (p: 224) En el sector industrial, la variable productividad, a consecuencia de la aplicación de la tecnología ha aumentado rápidamente, aunque en el caso el factor de la demanda tiende a incrementarse, en éste sector, más rápido que el de la productividad (sin olvidar la diferencia en el comportamiento productivo y de consumo de cada producto particular). 55 La población activa según PIERRE NAVILLE (en FRIEDMANN, 1985: I), es esencialmente, la que “trabaja”, la que representa las “fuerzas de trabajo” (p: 149) 89 Producción, Distribución–Cambio y Consumo: Un enfoque clásico en transición FOURASTIÉ (en FRIEDMANN, 1985: vol. 1) afirma que la productividad había afectado poco, a la masa del sector terciario. Pues los deseos de consumir los productos o servicios de éste sector parecen indefinidos, y que se limita solamente a lo físicamente disponible, por lo que él concluye: En definitiva, es posible enunciar el siguiente resultado general: cuando, en una actividad dada, la productividad aumenta más rápidamente que el consumo, los efectivos empleados en ese sector deben disminuir; cuando el incremento de la productividad equilibra el aumento de la demanda, los efectivos permanecen estables; finalmente, cuando la productividad aumenta menos rápidamente que las necesidades de consumo, los efectivos aumentan y ese incremento puede adquirir una gran amplitud. (p: 226) Por lo que traduciéndolo a cada sector, éste autor nos dice que: “cada uno de estos comportamientos tipos permite caracterizar globalmente la evolución de los tres sectores” (p: 226). Por lo que en el sector primario, al desarrollarse la productividad más rápido que el aumento de la demanda; ha disminuido por tanto la mano de obra. En el sector secundario, donde la productividad y la demanda tienden a aumentar rápidamente, sin embargo también la demanda puede alcanzar cierto límite, por lo que la mano de obra al principio aumenta, se estabiliza y luego disminuye. Finalmente, el sector terciario agrupa actividades que en su mayoría y hasta lo que describe FOURASTIÉ (en FRIEDMANN, 1985: vol. 1), habían tenido poco desarrollo de la productividad y una demanda casi ilimitada, por lo que exigía una mando de obra en expansión continua. Las relaciones expresadas en torno al arreglo producción–consumo y su caracterización respecto a los sectores, nos permiten ver que no se relacionan linealmente, es decir lo del sector primario al primario y así sucesivamente, sino que pueden posicionarse en u otro sector según el criterio considerado, de esta manera podremos explicar más adelante aspectos importantes en torno al consumo pirata. 90 Producción, Distribución–Cambio y Consumo: Un enfoque clásico en transición b) Abundancia de producción, transformación de las opciones de consumo Con el fordismo llegó la producción en masa de series de bienes de consumo durables y de naturaleza homogénea, que se disponían a cubrir un mercado creciente, debido a la creciente y sostenida demanda existente de esos bienes, en las economías desarrolladas, por un poder adquisitivo capaz de mediar el paso de bienes de producción a bienes de consumo, a través del mercado. Con el paso al postfordismo, encontramos un mercado maduro, limitado y exigente, pues existe “una saturación de la demanda” dónde “…el consumidor se transforma en cliente que puede exigir diseño, innovación tecnológica, calidad en el producto y servicio” (URL [DOC: 23]), dónde según SABEL (1986): “Una publicidad sofisticada puede convencer a los consumidores de que las diferencias cosméticas entre los productos, que requieren cambios inapreciables en su diseño y fabricación, son lo suficientemente importantes como para hacer que una adquisición sea más prestigiosa que otra” (p: 279). Es en ésta etapa del mercado en que los productores ofrecen una variedad de servicios al cliente, como lo son garantías de por vida, asistencia técnica las veinticuatro horas del día, actualizaciones, canales de asesoría, así como canales para escuchar al usuario. También podemos observar que se compra tanto el prestigio del lugar que vende, así como el prestigio del producto, donde incluso el precio pasa a segundo plano, pues no siempre la preferencia sobre tal o cual producto depende de su precio ya que es la subjetividad del consumidor la que determina su elección. En éste mercado, también encontramos que el cliente ahora exige variedad en la oferta de productos, el caso de la moda o diferencias “cosméticas” en productos que utilizan una plataforma genérica. Dichas diferencias cosméticas pueden comprender desde cambios en el color del producto, cambios en la cubierta exterior, incluso la posibilidad de cambiar la vista exterior del producto de acuerdo al gusto del consumidor, pero que no alteran el funcionamiento primordial del producto y por lo tanto su valor de uso. 91 Producción, Distribución–Cambio y Consumo: Un enfoque clásico en transición Otro fenómeno que no aparece tan obvio como el descrito anteriormente, es el de un consumo sustentado en un valor de uso “efímero” o más bien limitado, donde por sorprendente que parezca la calidad pasa a segundo plano. Se trata de un producto sui generis, que es accesible por su bajo precio, pero que cubre necesidades inmediatas y de corta duración, y que a diferencia del producto “caro” que arguye calidad, este no tiene mayor pretensión que cumplir son su valor de uso casual. Si es cierto que para muestra basta un botón, entonces tomando al azar, hablemos de prendas de vestir. Una playera de marca “Hang Teen”, cuesta digamos 300 pesos, la más elemental, con estos mismos 300, puedes comprar 10 playeras Hannes de calidad equivalente digamos al 50%, la diferencia es que estas últimas, en corto tiempo sufrirán deformaciones del cuello, se desteñirán o se encogerán si son de algodón, pero andarás a la moda y con variedad de color diez veces más que con tu “Hang Teen”. c) Consumo inmaterial Al poder caracterizar la producción inmaterial, como una producción comunicativa, tenemos que señalar, por consecuencia el carácter del consumo inmaterial, es decir, consumo de información a través de un círculo comunicativo. Para que pueda consumarse éste ciclo debe asegurarse la existencia de un vínculo de doble vía entre quien envía y quien recibe la información, para que puedan intercambiarse arbitrariamente los papeles. Así, y como ya habíamos comentado más arriba, la producción inmaterial no sólo es productiva, cuando hay apropiación de lo producido socialmente, sino también de la producción de la subjetividad, tanto del productor como del consumidor. Del primero como reproducción de su medio subjetivo y del segundo cuando posibilita la producción de la “capacidad de consumo, del impulso al consumo, de la necesidad de consumir”, por medio de un proceso de trabajo, pero que a fin de cuentas no es otra cosa que una relación de capital. De ésta manera, es como se puede caracterizar como publicidad, pues se trata de información que orienta la capacidad de consumir, el impulso al consumo y la necesidad de consumir, al incrementar la presencia de algún producto dado, en la subjetividad 92 Producción, Distribución–Cambio y Consumo: Un enfoque clásico en transición del consumidor que lo empieza a considerar como satisfactor de alguna necesidad, que probablemente nunca haya tenido. El concepto del consumo inmaterial, que proponen NEGRI y LAZZARATO (1991) se refiere sobre todo al consumo de información, cuya particularidad es que no se aniquila en el acto de consumo, pues cuando se consume información ésta se multiplica, aunque tampoco se reproduce de una manera mecánica. Como insiste MAURIZIO LAZZARATO (2000) “es que no se destruye en el acto del consumo, sino que amplía, transforma, crea el medio ambiente ideológico cultural del consumidor.” (URL), por lo que no reproduce la fuerza física de trabajo, sino que transforma a su utilizador. Debido a que cada usuario de esa información la interpreta dentro de su propio marco de plausibilidad que tiene condicionantes biográficos tanto subjetivos como objetivos, así como tanto temporales como espaciales y que, por lo tanto, actúa en consecuencia a una configuración particular de los mismos. Para explicar lo anterior podemos pensar a manera de analogía en la enseñanza, la cual, es información consumida de aquel que enseña. Ésta información que se desprende de quien enseña no se destruye en el proceso de enseñanza, sino por el contrario, se multiplica. Al final del proceso de enseñanza tanto aquel que enseñaba como quien aprendió poseen, en esencia, el mismo conocimiento. Si concebimos la producción, la distribución y el consumo como una totalidad, donde se realiza la valorización, y entendemos que este proceso se expresa diferencialmente desde que se constituye el capitalismo hasta sus formas más acabadas, donde se ha llegado a producir mediante formas tecnológicas, o como las denomina LAZZARATO (2000) “tecnologías de reproducción del saber, del pensamiento, de la imagen, del sonido, del lenguaje” así como mediante nuevas formas de organización y “managment”, y que han traído consigo un nuevo paradigma productivo (URL), nos encontramos frente a este último. El proceso inmaterial de producción, como bien señala LAZZARATO, se puede dividir en el autor, quien produce, la reproducción que lo distribuye y la recepción que lo consume. Sin embargo, estos momentos no están separados, la 93 Producción, Distribución–Cambio y Consumo: Un enfoque clásico en transición recepción es al mismo tiempo productor y reproductor, pues la producción es social. En el nuevo paradigma productivo se tiene una comunicación organizada y orientada a la producción. Y la reproducción es orientada a la conservación de una rentabilidad, el público quien sería el receptor, es también, tendiente a volverse un consumidor/comunicador es decir, un nuevo tipo de cliente. De ésta manera es que LAZZARATO (2000) nos señala que el problema de la valorización capitalista en este proceso inmaterial, es su legitimidad, dado que – como ya él nos había señalado antes– : Esta cooperación no puede pre–determinarse en ningún caso por parte de lo económico, pues se trata de la vida misma de la sociedad. Lo "económico" sólo puede apropiarse de las formas y los productos de esta cooperación, normarlos y estandarizarlos. Los elementos creativos, de innovación, están estrechamente ligados a los valores que tan sólo producen formas de vida. (URL) Por lo que existe un proceso dialéctico “entre las formas de vida que producen la actividad de los sujetos que las constituyen” (URL) y lo económico, que se encarga de gestionar y reglamentar, la actividad inmaterial del trabajo por medio de dispositivos de control, que han creado al público/consumidor, y las herramientas de doble vía en las que se pueden constituir, hablo del potencial dominio sobre las tecnologías de la comunicación, y la información. 4. Las crisis del capitalismo El término crisis en general, representa ruptura, o colapso de funcionamiento. Dentro de una secuencia histórica se entiende por crisis el momento de transición, en el que se implica un proceso en el que se deja de ser una cosa, para ahora ser otra. Ésta es la esencia misma de la historia, un proceso siempre en transición y por lo tanto siempre en crisis. En el ámbito social las crisis, se producen según BORJA (2002: vol. 1), a causa de una sobrecarga de demandas a un sistema, cuyas condiciones no están en posición de satisfacer. (p: 271b) Hay distintos tipos de crisis, sin embargo las que nos atañen en este apartado se deben sobretodo a crisis económicas y políticas. Las primeras 94 Producción, Distribución–Cambio y Consumo: Un enfoque clásico en transición referentes tanto a las exigencias de la producción, distribución y el consumo como las condiciones de su oferta en el mercado. Las segundas afectan sobre todo las condiciones bajo las cuales operan los tres factores del proceso productivo: el capital, la tecnología, y el trabajo, así como las condiciones sociales imperantes necesarias tanto para su producción como su reproducción. Más concretamente, en el caso de las crisis económicas, se designa la transición de la prosperidad a la depresión en una economía, dentro de lo que se considera como parte del movimiento dentro de un proceso cíclico. Hay economistas que aseguran que la actividad económica tiene su ritmo, haciendo una analogía con los ciclos naturales –las estaciones del año, el cambio de la marea, los biorritmos de cuerpo humano–, para ellos, la economía tiene así fluctuaciones que pueden llegar a ser altas y bajas. Según Wesley C. Mitchell (1874–1948), la economía tenía dos periodos, uno de expansión y otro de contracción. Hasta antes de la Segunda Guerra Mundial, hubo contracciones tan severas que se les llamó depresión, como señala W ILLIAM A. MCEACHERN (1998: MACRO 5) MCEACHERN (1998) denomina depresión como “una reducción aguda en el total de la producción acompañada de alto desempleo que dura más de un año” (p: MACRO 5) Mientras que por una contracción moderada la denomina como recesión, y se expresa como una reducción en el producto total y en el empleo. En palabras de BORJA (2002: vol. 1), una crisis “implica un punto de ruptura del equilibrio entre la oferta y la demanda de bienes, que genera una fase depresiva del ciclo económico, y que se extiende rápidamente a todos los sectores de la economía.” (p: 271b). Pues nos recuerda que fueron especialmente los “ideólogos marxistas, para quienes las crisis recurrentes del capitalismo forman parte de la propia desorganización del sistema” (p: 278b), y son estas tesis “de que el capitalismo lleva en sus entrañas el germen de su propia descomposición parecen ganar fuerza en los sectores no marxistas” (p: 279a), ya que encuentran una onda contradicción entre el régimen financiero imperante y la fraccionalidad de la organización política en estados nacionales, teniendo cada cual su propia política económica. 95 Producción, Distribución–Cambio y Consumo: Un enfoque clásico en transición Las crisis que empiezan dado el desequilibrio entre la oferta y la demanda, de ciertos productos tienden a profundizarse y ampliarse en los indicadores macroeconómicos, mediante acciones y reacciones de los consumidores e inversionistas, hasta que comienza su recuperación, como señala BORJA (2002: vol. 1; 271b). Sin embargo, las causas del desequilibrio, pueden ser múltiples y variadas, y mientras en algunas crisis determinados factores son desequilibrantes, en otras esos mismos factores son desequilibrados por el efecto de otros. Hasta ahora, continúa BORJA (2002: vol. 1), se han visto acompañadas, ya sean “como causa o como efecto del pánico de la población, la desconfianza financiera, la baja de la producción, la desaceleración del crecimiento, el desempleo, las quiebras de empresas, la “corrida” de depósitos de las instituciones bancarias y otros desórdenes en la vida económica de un país.” (p: 272a) Cabe señalar que a las crisis económicas, muchas veces, se les puede encontrar soluciones por medio de la aplicación de políticas, o incluso, si vamos más lejos, ha encontrar alivio como consecuencia de la política internacional adoptada por un Estado Nación. Un ejemplo de la primera es el caso de políticas públicas de corte keynesiano, en cambio, un ejemplo de la segunda es la aplicación de la economía de guerra. Las crisis, independientemente de la solución adoptada, –si es que se haya adoptado alguna– han llegado a su fin cuando la economía comienza a recuperarse, es decir a expandirse el ciclo económico. BORJA (2002: vol. 1) señala que ha habido …un total de 16 crisis graves y generales de la economía ocurridas desde 1780 hasta nuestros días. Señalan que hubo procesos críticos de los años 1787, 1826, 1836, 1847, 1857, 1864, 1873–1877, 1882–1884, 1890–1893, 1900–1904, 1907, 1913, 1920–1922, 1929, 1970 y 1989. De esas crisis tres han sido de amplio alcance: la de 1929, la 1970 y la de 1989. En el siglo XIX y en las anteriores crisis se limitaban a dos o tres países importantes, pero después ellas alcanzaron progresivamente dimensiones internacionales por obra de la intensificación de los intercambios y de la interdependencia de las economías. (p: 272a) Como ya hemos comentado (véase capítulo I), la crisis de 1929 fue una crisis alentada por la superproducción capitalista, en la que se presentó un descenso de precios de mercancías tradicionales ante la introducción de sustitutos 96 Producción, Distribución–Cambio y Consumo: Un enfoque clásico en transición producto de los adelantos tecnológicos de la época, y en la cual se presentó una quiebra de varias empresas, una baja en la producción industrial, y por lo tanto en la producción y el empleo. Esto llevó a un malestar social, que forzó la aparición de un New Deal, en Estados Unidos –cuya tasa de desempleo aumentó del 4 al 25%– , así como al reforzamiento de políticas publicas con un sentido social en varios países alrededor del mundo y que se vieron afectados por la misma situación, lo cual, como menciona BORJA (2002: vol. 1) “…puso en evidencia las debilidades del «paradigma» de la economía clásica para manejar el proceso de la producción, la distribución y el consumo”(p: 272a) Él también señala, que la crisis también tuvo consecuencias graves en Inglaterra, donde generó desempleo masivo, donde los desempleados llegaron a sumar los “tres millones de trabajadores”. Ante esta situación, se procedió a contratar, por parte del gobierno, a desempleados quienes se desempeñarían como agentes de circulación monetaria, lo cual, se presumía, generaría una demanda efectiva con una secuela multiplicadora que reactivaría el proceso productivo. Estas prácticas conocidas como keynesianistas según BORJA (2002: vol. 1) tienen …el mérito de haber conjurado la Gran Depresión. Desechó las fórmulas del «automatismo del mercado» y de la «mano invisible» y entregó al Estado los instrumentos necesarios para conducir la economía y liberarla de los azotes del sistema capitalista, según el concepto de Keynes el desempleo y la concentración de la riqueza y el ingreso. (p: 272a) Por otro lado, en la década de 1970, la causa de la crisis fue, principalmente, el alza en el precio del recurso energético por excelencia durante la segunda mitad del siglo XX, el petróleo. Y que proyectó sus consecuencias en la industria siderúrgica, automotriz, textil. Así como a los países no industrializados y no productores de petróleo, para quienes la brusca subida de los precios del hidrocarburo, repercutió en sus balanzas de pagos, dónde la intermediación financiera impulsó un incremento de su deuda a la banca extranjera. En cambio, la crisis de 1989 en las economías planificadas del bloque soviético, desembocó en un giro de las mismas hacia la ortodoxia del sistema clásico capitalista. Si bien esta no fue una crisis del sistema capitalista, si lo fue de un Estado, y en donde se proclamó precisamente la “privatización del Estado”. Las 97 Producción, Distribución–Cambio y Consumo: Un enfoque clásico en transición causas de esta crisis fueron tanto políticas como económicas. BORJA (2002: vol. 1) sostiene que “el autoritarismo llevado a sus más extremas expresiones junto con la ineficiencia de la estatificación de los instrumentos productivos causaron el desastre” ya que, en última instancia se trataba de los instrumentos productivos al servicio de un “interés de clase” de la alta burocracia. Donde el “estatismo económico y la ineficiencia conspiraron contra la cantidad y la calidad de la producción.”(p: 273a) Por lo que muchas veces se privilegiaron estos intereses sobre la innovación técnica lo que a la larga les llevó a perder competitividad frente a los mercados internacionales. Así, las causas políticas se combinaron con las económicas y estos regímenes empezaron a entrar en crisis a partir de 1989, aunque, si bien, ya desde a década de los años 60, no habían crecido significativamente. Esta breve historia nos deja con tres enfoques distintos para abordar las crisis del capitalismo, el primero es el que se deriva del enfoque liberal, el segundo es el enfoque marxista, y el tercero es el que viene del capitalismo regulado conocido comúnmente como keynesianismo. Para BORJA (2002: vol. 1, 273a), desde el primero las crisis son el resultado de comportamientos “aberrantes” que desequilibran los mecanismos autocorrectivos de la economía, y que pueden ser causados por los comportamientos tanto de los individuos actuando en su conjunto –como especuladores– como por las acciones del Estado, al intervenir en la economía, por medio de tributaciones, el manejo de la política monetaria, subsidios, del crédito, etc. El segundo enfoque, el marxista, como ya se mencionó, sostiene que las crisis recurrentes de la economía son un fenómeno típico modo de producción capitalista. Este enfoque sostiene que las crisis se deben a la “superproducción de bienes que la demanda se muestra incapaz de absorber”, y que “ellas forman parte de las propias «contradicciones» de un sistema económico que produce en su forma social pero que distribuye individualmente lo producido” (p: 274a). Por lo que, desde éste enfoque se ha argumentado que este fenómeno no se daría en economías centralmente planificadas, pues el Estado tendría la capacidad de tomar medidas anticíclicas para estabilizar la economía. Sin embargo, ha sido una realidad la crisis política y económica en que terminaron los 98 Producción, Distribución–Cambio y Consumo: Un enfoque clásico en transición regímenes del socialismo real, con economías planificadas. En el tercer enfoque, considera éste autor, las crisis se presentan como un producto “del descenso del empleo, el consumo y la inversión” (p: 273b) que se llega a dar cíclicamente en la sociedad, lo que le llevó a proponer un fortalecimiento del Estado, un incremento en la planificación de la economía, así como a implantar políticas de regulación económica. Sin embargo, y aún con los esfuerzos de las políticas de corte keynesiano, las crisis del capitalismo se siguieron dando dado el empequeñecimiento del Estado para controlar un capital cada vez más global y el cual, con las nuevas tecnologías de la información, se traslada de Estado–nación a otro de forma casi instantánea, si aquel que lo mueve percibe que rendirá más o que estará más seguro. El estudio de las crisis se vuelve relevante cuando nos percatamos que no se explican bajo un solo modelo, ya que no son producidas bajo el mismo contexto, ni con las mismas variables, lo que si es cierto, es que siempre generan la búsqueda de soluciones innovadoras, como lo fue el keynesianismo. Si la teoría en torno a las crisis establece que de una u otra forma estas se presentaran como periodos disfuncionales del sistema económico, no puede asombrarnos que la posibilidad de acciones preventivas incluyan formas inéditas de amortiguarlas o al menos de posponerlas, es decir, si un elemento fundamental de corte económico en las crisis, es el referido a la sobreproducción formal, del sistema productivo, este tiene que implementar acciones que independientemente de la estructura a la que responde, tengan un efecto en la economía, y en sentido de válvula reguladora de presiones de diversos orígenes. En el caso de nuestro objeto de estudio, si bien sus efectos identificados no explicarían la trayectoria de una crisis, dejan ver claramente que se conforma como una estrategia no declarada para cubrir mercados “marginales” sin forzar el aparato productivo, como veremos en el capitulo siguiente. 99