Actas de las II Jornadas Internacionales de Estudios Clásicos y Medievales (2004) Neuquén IDEAS CONTRA LA IDOLATRÍA Y PAIDEIA CRISTIANA EN EL CONTRA CELSO DE ORÍGENES ALFREDO M ALUF∗ En el Contra Celso nos encontramos con dos adversarios que avivan la polémica paganismo - cristianismo instaurada en los siglos II y III, en un medio filosófico impregnado de religiosidad. Por un lado, Celso, filósofo de cierta cultura, aristócrata de raigambre platónica, defensor del culto oficial de Roma, que no oculta su adversión por el cristianismo y los cristianos contemporáneos suyos; por el otro, Orígenes, hombre profundamente cristiano, entregado al estudio de la Biblia, exégeta emblemático de la Iglesia, erudito como pocos de su tiempo, de una espiritualidad que lo llevó a los umbrales de la santidad. En nuestro itinerario, consideraremos los aspectos que van separando y oponiendo a ambos contendientes a través de las respuestas dadas por Orígenes a las acusaciones levantadas por Celso.1 Buscaremos recoger, dentro del tema que nos ocupa, el pensar plasmado en el texto respecto a tres puntos: gnosis de Dios, culto y paideia. Gnosis platónica y cristiana En esta controversia está presente una problemática propia de esos siglos: unión del hombre con la divinidad y providencia. Ambos son hombres cultos, familiarizados con la filosofía y, en particular, con el platonismo. Ambos reconocen un Dios supremo e inefable. Pero Celso entiende que unos pocos pueden conocerlo, por cierta iluminación, más no pueden comunicar tal experiencia. Dice el filósofo platónico: "Ya veis cómo buscan videntes y filósofos el camino de la verdad y cómo sabía Platón que no todos pueden andar por él. Mas, como quiera, que los sabios la han hallado, ∗ Universidad Nacional de Catamarca. El escrito de Celso, a Verdadero. 1 través del cual polemiza Orígenes, es Discurso C ENTRO DE ESTUDIOS CLÁSICOS Y MEDIEVALES. FACULTAD DE HUMANIDADES. UNIVERSIDAD NACIONAL DEL C OMAHUE. ARGENTINA . IDEAS CONTRA LA IDOLATRÍA Y PAIDEIA CRIST IANA EN EL CONTRA CELSO DE O RÍGENES para que alcancemos alguna noción de lo que no puede nombrarse y es la realidad primera..." [Orígenes, VII, 42 ]. Orígenes muestra cómo de esa visión divina, buscada por los filósofos, habla el Evangelio. Por ejemplo: "El que me ve a mí, ve al Padre que me ha enviado." [Jn 14,9]. Pero como buen didáscalo, paladín de la interpretación simbólica de los textos, enseña que tales palabras no deben interpretarse literalmente, pues el Christos, "imagen del Dios invisible", no se refiere a la visión de su cuerpo físico sino a la intelección y comprensión de su mensaje. Esta intelección hace posible formar una idea adecuada del Padre invisible. Pero hay en este asunto un punto de inflexión que tiene que ver con cómo entiende Orígenes esa noesis. El conocimiento del Padre es, a diferencia del pensamiento de los platónicos, fundamentalmente Kharis, gracia divina: " Nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo revelare." [Mt 11,27]. Orígenes presenta una nueva gnosis, la cristiana, que no pasa por el cultivo de las ciencias y sus métodos sino que es oferta gratuita de Dios. Por otra parte, la gnosis cristiana es camino de santidad, no vedado a los simples; a diferencia de la proporcionada por la tradición grecolatina, de los dioses - héroes, defendida por Celso y cultivadas por hombres sabios. A propósito de tales sabios, señala nuestro pensador lo que en ellos le parece un contrasentido: que hablen con imágenes carentes de vida. A la piedad pagana, Orígenes contrapone la del cristiano, quien: "... está persuadido de que todo lugar es parte del universo, y todo el mundo templo de Dios. Y, orando en todo lugar, cerrados los ojos de la sensación y despiertos los del alma, trasciende el mundo todo." [Orígenes, Idem]. Vemos aquí una gnosis contemplativa, por el camino de la oración, que rechaza el apego a imágenes a fin de que no sean éstas tomadas como objetos de culto. Celso acoge de buen grado a Platón, y habla con buen talante de la noesis divina que alcanzaron hombres como él. De hecho tiene al nous como potencia privilegiada del alma humana; pero, en su afán de descalificar al cristianismo, se afana por demostrar que siendo el cosmos un todo orgánico, cada parte está en función del todo y no cabe, por ende, denominar al hombre Rey de la creación. Es en este contexto donde su pensamiento fluctúa en una sutil contradicción , puesto que lo que los cristianos perciben de noble en el hombre- tras el concepto de imagen de Dios -, los platónicos lo ven en la idea de nous. ALFREDO MALUF En esta dirección, hay aseveraciones de Celso que desconciertan a orígenes, quien lo ve más como epicúreo que como platónico. Ocurre que Celso tiene por "vanas esperanzas" la creencia cristiana en la inmortalidad del alma y la vida bienaventurada. Ante esto Orígenes no tiene mas que citar palabras de Platón: " Y juraréis por el Dios de todas las cosas, príncipe de lo que es y de lo que será, padre y señor de la mente y de la causa; al que, si somos de veras filósofos, conoceremos con tanta claridad como cabe en hombres bienaventurados."2 Nuestro exegeta bíblico no descarta la posibilidad de una captación de Dios via intelectiva; esto lo coloca en la línea platónica, pero hay un punto en este tópico que lo aleja de los seguidores de la Academia. Para él, la gnosis de los que precedieron a Cristo, el Logos, es imperfecta por dos razones: no tomaron contacto con su mensaje - he aquí la importancia que cobra la revelación -, y la falibilidad de la naturaleza humana limita tal conocimiento. Esto hizo que los antiguos sabios erraran; así, platónicos y estoicos levantaron vuelo en sus reflexiones sobre la divinidad, pero terminaron entregándose a los ídolos. Para Orígenes resulta paradójico que quienes arriban a un elevado concepto de la divinidad (Uno, Bien, inefable y espiritual), adoren imágenes y ofrenden a deidades. Esto puede ser comprensible en un tiempo de la historia humana; pero el Logos encarnado ha instaurado una nueva economía, que implica una nueva gnosis basada en la gracia divina; gnosis que no transcurre por una mera ascesis intelectual, sino por un conocimiento sobrenatural: el de la fe, presente en quienes son movidos por el Pneuma divino. Idolatría y condena del culto a los dáimones Orígenes tiene a menos los cultos politeístas, superados por el Kerygma cristiano. Para él, el idólatra es incapaz de elevarse sobre la grandeza del cosmos pues ha quedado aferrado a las criaturas. Siendo que nada hay en éstas que las haga equiparable al Dios supremo, las hace objeto de adoración; pudiendo mirar lo infinito, se vuelca a lo finito; pudiendo tender al que es causa de elevación espiritual y liberación, se aferra a imágenes sin vida. 2 Epístola de Platón citada por Orígenes en su Contra Celso, VI, 8. IDEAS CONTRA LA IDOLATRÍA Y PAIDEIA CRIST IANA EN EL CONTRA CELSO DE O RÍGENES Celso, por su parte, no puede aceptar que no se adore al Emperador, quien ha recibido su poder de lo alto. Quienes van contra él y su culto no guardan las leyes del Estado ni la piedad. Por ello, considera a los cristianos enemigos impíos, ateos y traidores a la patria. A este clásico ataque al cristianismo antiguo responde Orígenes. Alega que, si los filósofos guiados por su razón desprecian las creencias de sus patrias, pueden muy bien los cristianos hacer lo mismo, ya que su entendimiento los convence de dejar de lado templos y estatuas, para consagrarse al único Creador. El nudo de su argumentación pasa por la distinción entre ley natural y ley escrita; la primera tiene por autor a Dios, la segunda a los hombres de estado. Cuando la ley escrita no está en pugna con la ley divina, es bueno para los ciudadanos no abandonarla; mas si la ley escrita ordena algo contra la ley natural, hay que dar la espalda a los legisladores humanos y acatar al legislador divino para vivir según el Logos, aunque ello depare peligros y muerte. [Orígenes, L.V, 37]. Celso, desde su concepción del universo, no deja de razonar con perspicacia; todo está regido por la mente divina, pero ella despliega su gobierno a través de los dáimones, y, si vivimos en este mundo, administrado por tales dioses, a ellas se les debe culto. Pero, para Orígenes, los dáimones son espíritus caídos que habitan la tierra y que, con cierta penetración del futuro, se dedican a obrar contra el hombre. [Orígenes, V, 5]. En consecuencia, los dáimones no pueden nunca ser ministros de Aquel cuya voluntad sólo propende al bien del ser humano. Orígenes, fiel en esto a la más genuina tradición apostólica y escrituraria, ve en Jesús la fuerza cósmica que está sobre toda potestad y dominación; que con su venida y triunfo sobre la muerte fue colocado sobre todo nombre, por lo que todo le está subordinado. Por tanto, no hay lugar para otros dioses, ni para las prácticas mágicas. Valor de la paideia cristiana La polémica que Orígenes entabla Contra Celso, le permite llevar a cabo una catequesis que apunta a echar luz sobre los fundamentos de la fe cristiana. Al ponderar la dignidad de las creencias y tradiciones de un pueblo, sopesa, fundamentalmente, el valor paidético que cumplen las ALFREDO MALUF mismas; éste residirá en el potencial para educar a las jóvenes generaciones. Con este criterio invita a mirar las constituciones y leyes del judaísmo: "¡Y qué cosa tan excelente era para ellos que, desde la más tierna edad, se les enseñara a levantarse por encima de toda la naturaleza sensible, y que en ninguna parte de ella tiene Dios su asiento, sino que se lo ha de buscar arriba...! ¡Qué cosa tan grande que, apenas llegado al uso de la razón, se le enseña al niño la inmortalidad del alma y los tribunales bajo la tierra!" [Orígenes, L. V, 42]. Hay una paideia en el AT, buena en su tiempo, ha caducado con Cristo, con quien la pedagogía divina ha alcanzado su perfección. Él es la Sabiduría de la que hablaron los profetas. Con esto enseña Orígenes que hay una continuidad y unidad entre ambos Testamentos; Dios no se hace presente en la historia solamente con la Encarnación del Logos, sino que actuó siempre a través de él, que es la Sabiduría. Por este sendero va Orígenes estableciendo la íntima relación entre sabiduría divina y paideia; la nueva paideia, presente sólo como una sombra en el pueblo judío, fue consumada por el Salvador. Por esta paideia los conversos son transformados en sus modos de vida y los descarriados se apartan de su camino, sino: "¿cómo explicar que no rehuyan el martirio y practiquen la caridad?".3 En toda esto aparece el Logos, que llama y educa a las almas y las renueva por las virtudes; él es el Paedagogus, el Divino maestro. En esto se manifiesta también la diferencia entre la sabiduría helénica y la cristiana; el gran paso que dio la sabiduría cristiana reside en la fuerza divina (thei dynamis) de su paideia.4 He aquí por qué la enseñanza de la doctrina genera una metanoia; una conversión interior. A modo de conclusión La apologética del Contra Celso marca nítidamente la distancia que separa al cristianismo de la religión del Imperio, en particular, de la concepción de sus cultores platónicos. Un punto de discrepancia radica en la multiplicidad de deidades intermedias que llenan el espacio entre el hombre y el Dios - Uno. Para Orígenes tal paradigma y la devoción que conlleva, han quedado superados por el Kerygma cristiano y el acontecimiento salvífico de la resurrección. 3 4 Cf. Orígenes, III, 78. Cf. Daniélu, Op. Cit., Cap. V, pp. 140-141. IDEAS CONTRA LA IDOLATRÍA Y PAIDEIA CRIST IANA EN EL CONTRA CELSO DE O RÍGENES Otro punto de separación está dado por la nueva gnosis, que supone un camino de perfección espiritual, cuyo eje pasa por la revelación del Logos. La misma se presenta como la paideia edificante por antonomasia, e implica el rechazo de los dioses tradicionales del paganismo antiguo, asimilados al concepto veterotestamentario de ídolo. La paideia cristiana, tal como la explicita nuestro pensador en su escrito, adquiere un nuevo status dado por la fuerza divina que la anima, y en ella se conjugan conocimiento de la verdad y fe, sabiduría y salvación; todo ello bajo el signo de la universalidad. Finalmente, la sabiduría imbricada en la doctrina incluye el operar de la razón, como instancia necesaria para hacer comprensible el mensaje; esto es llevado a cabo bajo parámetros filosóficos y teológicos, y es aquí donde cobra importancia la hermenéutica tipológica de Orígenes. A nuestro criterio, el hilo argumentativo de la prédica origenista puede ser leído desde nuestro hoy. En nuestro tiempo, pos morten de Dios, signado por la racionalidad de la ciencia y la comunicación satelital, el apetito de trascendencia del ser humano se canaliza, muchas veces, a través de actitudes análogas a las combatidas por Orígenes. Detrás de la polémica desatada por Celso, hallamos al hombre, con sus debilidades, temores, angustias y avidez de poder. Encontramos, también, un anhelo muy caro a la antigüedad clásica: el de sabiduría y vida feliz.