GINECOLOGIA/OBSTETRICIA Cáncer de mama Reducir hormonas La incidencia de cáncer de mama es mucho más alta entre la población de países industrializados que en países con estilos de vida más tradicionales. La ingesta de energía, su gasto, así como el balance energético son factores que influyen en la fisiología del ovario y en las concentraciones de estrógeno y progesterona producidas durante el ciclo menstrual, concentraciones que parecen jugar un papel importante en la incidencia del cáncer de mama. En este estudio se confirma que aquellas mujeres con mayor riesgo de padecer cáncer de mama, poseen mayores concentraciones de hormonas esteroides ováricas. El cáncer de mama es el cáncer más frecuente en las mujeres, siendo la causa más importante de muerte por cáncer entre las edades entre 15 a 54 años de edad. Una de cada 9 mujeres pueden desarrollar cáncer de mama en su vida. Su incidencia es mayor en mujeres mayores de 50 años pero un tercio de los cánceres están entre los 39 y 49 años de edad. Existe una predisposición genética, siendo el 5% al 10% de todos los casos del cáncer de transmisión hereditaria. Existen otros factores que predisponen al cáncer de mama como el uso de anticonceptivos hormonales. Existe una importante relación entre el riesgo de padecer cáncer de mama y el estado nutricional de la población, que está condicionado por la sensibilidad del ovario a las condiciones ambientales. Debido a que la función ovárica parece responder a cambios en el estado nutricional, parece que cambios en el estilo de vida podrían ser responsables de modificaciones en la función ovárica y por tanto en riesgo de cáncer de mama. En este estudio se compararon las concentraciones de progesterona a través de muestras de saliva procedentes de mujeres de diferentes países (Bolivia, República Democrática del Congo, Nepal, Polonia y Estados Unidos) y se comparó con la incidencia de cáncer de mama entre mujeres con edades comprendidas entre los 25 y los 35 años. Se registró que aquellas mujeres con mayores concentraciones de progesterona estaban asociadas a un mayor riesgo de padecer cáncer de mama. Así, incrementos de las concentraciones de progesterona menores de un 70%, estaban asociados con un aumento de 8 veces en el riesgo de cáncer. Además se analizó la ingesta energética de esas personas para utilizarla como indicador de su estado nutricional y se examinó su relación con las concentraciones de progesterona. Tras comparar los valores de la ingesta energética con las concentraciones de progesterona ovárica en cada país, se registró que existía una relación entre ambos, por tanto, puede considerarse que el estado nutricional de una población juega un papel importante en el correcto funcionamiento de la función ovárica. Diversos estudios clínicos han mostrado que cuando el estado nutricional se disminuye en una población, se produce una disminución de la función reproductora y puede oscilar desde una reducción de la producción hormonal hasta una amenorrea total, cuando las condiciones son más severas. Tras el análisis de los resultados se puede extraer que un incremento en la actividad física y un descenso de la ingesta calórica pueden dar lugar a un descenso en las concentraciones de progesterona y de estrógeno, y por ende una reducción del riesgo de cáncer de mama. Jasienska G. Lifestyle, hormones and risk of breast cancer. BMJ 2001;322:586-7.