El campo de la transferencia - contratransferencia: un nuevo acto

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El campo de la
transferencia contra transferencia:
un nuevo acto psíquico
* Gustavo J arast
"Flectere si nequeo superas, Acheronta mooebo"
("Si no puedo inclinar los Poderes Superiores,
moveré las Regiones Infernales")
Virgilio, La Eneida.
La noción de campo en psicoanálisis iluminó una perspectiva
para el proceso terapéutico, sin cuyo esclarecimiento se empobrecía la riqueza con que el inconciente nos sorprende continuamente.
La sincronía de la psicología de dos se inclina ante la magnitud de fenómenos que se despliegan en la situación analítica expuesta a una segunda mirada 1-2.
Consideramos a la contratransferencia
como un hallazgo clínico precursor del concepto de campo analítico. Sus variedades y vicisitudes comenzaron a complejizar el ya de por sí fecundo análisis de la manifestación transferencial. Pero sólo el
estudio conjunto de la singularidad de ambas activaciones, permitió ir esclareciendo el nuevo acto psíquico que daría cuenta
de la estructura diacrónica en la que están asentados, para descubrir en su exploración psicoanalítica por el camino de la in-
* Dirección: Castex 3330,4° D, (1425) Capital Federal, R. Argentina
GUSTAVO JARAST
tersubjetividad
y la historización,
el advenimiento del sujeto I-Hi.
Qué verdad más cierta que aquella que en un psicoanálisis
se nos revela al permitirnos escuchar los otros sonidos del
afecto que circula en la situación analítica, en los silencios, en
las palabras, en nuestro intento de atención virginal.
Freud antes que nadie comprendió esta buena nueva cuando la frustración con su paciente chupadora lo lleva a reflexionar sobre la existencia de las transferencias, y el reconocimiento de que su hallazgo y resolución constituían la parte más ardua de la tarea analítica H.
Pocos años después, es otra sorpresa, a través del impacto
que le produce la actuación del discípulo suizo, que por única
vez considera el problema de la contra transferencia.
En la correspondencia con Jung confiesa que sólo un "narrow
scape" lo separó en varias ocasiones de quedar preso de ésta.
Es un obstáculo que el analista debe dominar y superar para
el mejor desempeño de su tarea 5-lh.
Debieron pasar varias décadas y generaciones de analistas
para que, a fines de los cuarenta, el tema fuese reconsiderado.
Una de la palabras pioneras fue la de Racker. Sus estudios
abrieron una perspectiva inédita para la instrumentación técnica de la contra transferencia, pudiéndose así develar significaciones, impasses y nuevos conocimientos sobre el proceso psicoanalítico 21.
Su presencia, de inoportuna originalmente. se convirtió en
mensajera de precioso saber para el adecuado fluir de la sesión.
Pero un nuevo paso habría de conquistar ese conocimiento,
código cifrado a inteligir en la fuerza pulaiorial de la dupla
transferencia-contratransferencia,
plasmada en una producción
inconciente inédita. Ésta, actuando como pivote y freno a la
vez, incentiva la tarea psíquica en la mente del analista, quien
mediante la formulación interpretativa
moviliza el esfuerzo
elaborativo del analizando para la progresión del análisis, a través de la barreras que trababan ese decurso en la forma de
la neurosis transferencial-contratransferencial.
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La neurosis transferencial-contratransferencial:
más allá y más acá
El vínculo analítico es el caldero de un sinnúmero de posibilidades para cada integrante de la pareja terapéutica. En cada
cual emergen múltiples fantasías que se desplegarán en el suceder de las sesiones, con diverso grado de conciencia sobre las
mismas.
El analista corno conductor de la cura intentará asintóticamente, mediante su atención flotante, reconocerlas en su analizando y en su propia persona. Es la esencia de la labor del
analista, empeño imprescindible para que se constituya el proceso y progrese. Pero la producción inconciente, por su propia
naturaleza, desbordará el marco perceptual del analista, quien
sólo en un a posteriori
se percatará
de los movimientos
transferenciales-contratransferenciales.
Éstos irán emergiendo
según la singularidad que constituye en cada momento la pareja analítica, y el analista deberá interpretarlos sabiendo que,
corno catáfilas de cebolla, cada transferencia tendrá que ser recorrida, indagada e interpretada, tarea al final de la cual su
recompensa será una nueva formación transferencial, tanto en
analizando corno en analista.
Pero el trasfondo de este juego está sólidamente tejido por
una transferencia, colusión básica de la fantasía inconciente de
ambos participantes, que sólo la exitosa labor interpretativa
constituyente del proceso, permitirá develar dando por finalizado ese psicoanálisis :1-2.
Las enormes tentaciones, señuelos y encandilamientos que
surgen en los análisis amenazan con interrumpirlo en forma
permanente;
aun cuando los tratamientos
se mantengan.
Nuestra estructura imaginaria nos condiciona a llevar el proceso a una vía personalista, psicoterapéutica. Un alivio para
los dos. Un lecho de roca para el proceso. Es el más acá que
congelará la fluidez del pulsionar inconciente, aunque nos regale la paz de la relación interpersonal, o precisamente por eso.
El más allá también se constituye sobre la base de la relación afectiva personal, sobre aquella identificación primera que
es la empatía, pero la trasciende en la búsqueda de ese resto
originario que sólo el trabajo analítico creará para cada miembro de la pareja, obteniendo ambos un conocimiento inédito
sobre sí mismos. Pero esta progresión es siempre incompleta
y sólo el firme reconocimiento de la limitación nos puede res30')
GUSTAVO JARAST
guardar del triunfo del baluarte por sobre el proceso analítico :l.
La disolución de los baluartes constituye la esencia misma
del proceso y garantiza su vitalidad.
¿Cómo analizaba Freud? ¿Era conciente de estos avatares, los
formuló de otra manera o son desarrollos nuevos en la teoría
de la técnica psicoanalítica? ¿Están implícitos en el escrito freudiano como para ser creativamente descubiertos? ¿O son los
muchos psicoanálisis contemporáneos que como una Babel parecieran abrumar nuestra bibliografia, tal vez, paradójicamente, volviendo a actuar el descubrimiento original?
Freud inconciente
Nos sigue sorprendiendo Freud, tanto en cada lectura de su
texto, que nos invita a una nueva indagación psicoanalítica,
como en las confrontaciones a las que nos lleva el continuo hallazgo de material espistolar, que nos ofrece un autor más permeable y cognoscible estremecido con la pasión del clínico involucrado en el devenir inmediato de sus análisis, así como con
las vicisitudes que sufrían las fuertes emociones de los vínculos que formaban su entorno profesional más próximo.
En un caso se debía allegado que dejaba a las nuevas generaciones de analistas. Escribía para el porvenir, su producción
debía ser trascendente; era fundacional. Con los amigos y discípulos su expresión era más cercana y se confesaba con la misma honestidad, con la que en otro nivel redactaba el texto
oficial: las cartas constituían la argamasa vivencial que le permitía avanzar tanto en su propio autoanálisis, como en el desarrollo del movimiento.
Como toda obra creativa, la de Freud en particular se desarrolla en un campo inconciente para el autor, cuya escucha nos
permite aprehender verdades, tal vez las más esquivas, que se
resisten a su develamiento. Tomando el modelo de su advertencia de que para el mejor conocimiento de la alucinación positiva era conveniente primero investigar la alucinación negativa que inunda el campo perceptual
lO-n,
la decisión de
explorar ese campo resulta en posibilidades insospechadas
de conocimiento.
Nos confiesa en esa suerte de carta pública que constituye
el historial de Dora, el doloroso descubrimiento de la transferencia; también nos deja expuestos los tesoros clínicos que él
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en ese momento no podía terminar de descifrar, como cuando
se pregunta por el fracaso de ese análisis. Desde la elección
misma del nombre ficticio Freud nos muestra el grado de compromiso subjetivo con el que está involucrado en el análisis de
la joven, enfrentando el significativo peso que la defensa de la
teoría onírica y de la histeria imponían en ese momento, la
importante transferencia de sí mismo hacia el padre industrial
exitoso, la falta de conceptualización sobre la sexualidad femenina que aún requeriría décadas para expresarse. Como en todo
análisis, en éste en particular, la gravitación de fuerzas condicionando el campo transferencial-contratransferencial
era
enorme 14.19.
Según revela la reciente publicación de la correspondencia con
Jones 20, el análisis de una paciente que define como con "perturbaciones narcisistas" (Joan Riviere) lo lleva a permitir una
posición en la transferencia que define como correspondiente
a personas con perturbaciones del ideal. Confronta con la técnica que su interlocutor había utilizado con ella y que había
desembocado en un impase. Es una de las "tentaciones" de las
que, previene, debe cuidarse el analista, en la famosa nota de
"El yo y el ello", que escribiría al poco tiempo. Nuevamente
avanza sobre las fronteras de la técnica, en una clínica que
siempre desbordaba la teorización, y de la que es fiel vasallo.
En su correspondencia con el pastor Oskar Pfister, se lamenta por la forma estereotipada en que fueron tomadas sus recomendaciones sobre la técnica, de modo que llevaron a una
distorsión de la experiencia clínica por interferencia en el pleno
despliegue del fenómeno transferencial.
Ha sido objeto de innumerables estudios la decisión freudiana
de fijar fecha de terminación al análisis de Serguei Petrov. Una
posible conjetura, considerando a su vez el desenlace posterior
en la vida del paciente, estimaría cómo era hasta entonces la
disponibilidad del analista para el juego transferencial-contratransferencial,
inmerso en una relación con alguien que le
exigía un trabajo sobre las "grandes magnitudes". Las mismas
que él confesará más tarde (1930) que 10 abrumaban
11.
Nos encaminamos entonces a un ejercicio sobre las dificultades contratransferenciales
que necesariamente enfrentamos
los analistas y que también promueven nuestro análisis.
Sabemos que ésta es la causa fundamental del posible progreso de los psicoanálisis de nuestros analizandos.
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¿Transferencia recíproca?
Un hallazgo de traducción, o de interpretación, llevó a acuñar
esta frase, que hace honor a la importancia de la identificación activada en el analista a consecuencia del juego transferencial de la sesión.
Suele ser lo más oculto y más resistido en la marcha del proceso, y por lo tanto lo que más se presta a la constitución de
baluartes :l. Sólo la indagación sobre el campo analítico puede
devolver la reflexión sobre la escena contratransferencial
y
sobre la identificación actuante en el analista que llevó a la
interrupción o estancamiento de la dialéctica del movimiento
transferencial.
Una analista atiende a una mujer que padece una enfermedad
ginecológica. Ésta, casada y profesional, es estéril. Se queja de
todas sus frustraciones, especialmente las profesionales.
Había consultado precisamente por éstas: ella se esfuerza
mucho y no es reconocida, ni moral ni materialmente. Serios
problemas emocionales, así como su patología orgánica, no
parecen afectarla mayormente. En su análisis nada le viene
bien y su actitud semeja más bien una lucha contra lo que considera incomprensión de su analista. Ésta tiene fuertes deseos
de suspender el tratamiento pues se siente desbordada por la
impenetrabilidad de la paciente ante cualquier intervención de
ella. Son horas temidas por la analista, a quien si bien comprende muchas de las fantasías e identificaciones proyectivas que
se van desplegando e intenta mantener la regla fundamental
y el resonar empático adecuado, le resulta cada vez más penoso participar de la tarea y conducir la cura.
La exploración de los afectos contratransferenciales
condujo
a descubrir la fuerte activación en la analista de una presencia identificatoria en ella, de una madre invasora, dominante,
manipuladora e insatisfecha, que en complemento con la inducción de la analizanda,
generaba un campo analítico
asfixiante, con la consecuente detención del proceso. Sólo el
mayor énfasis en el análisis de esta identificación y el progreso elaborativo de la analista permitieron que se prestara más
libremente a la vicisitud transferencial-contratransferencial
y
así poder participar fluidamente en la tarea interpretativa, desestancándose el proceso.
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Esta viñeta podría haber tenido otros desenlaces: por ejemplo
el enfermar del analista. En patologías fronterizas como la de
la paciente mencionada, en la que es desbordado el psiquismo
rebasando tanáticamente en el cuerpo, es particularmente claro
el modo insidioso mediante el cual se puede comprometer no
sólo el campo del análisis, sino el cuerpo mismo del psicoanalista, no suficientemente protegido frente a estos avatares
de la clínica. Los efectos pregnantes sobre su mente, de una
identificación proyectiva no suficientemente reconocida, pueden ser devastadores :.!1.
El análisis del campo analítico se convierte entonces en una
herramienta imprescindible para evaluar la marcha del análisis, así como para descubrir las identificaciones más arcaicas
y mudas, que pueden ejercer una acción mortífera :.! tanto si
su despliegue transferencial no es detectado, como si no se esclarece la activación contratransferencial
concordante :.!I.
Constituye uno de los desafíos más importantes de la tarea
analítica, pero a su vez una de las gratificaciones más apreciadas cuando su develamiento nos ofrece el acceso a un conocimiento impensado.
El descubrimiento de la historia
Sabemos que todas nuestras representaciones psíquicas constituyen un fenomenal reservorio de historia a constituir, desde
el mensaje transgeneracional, hasta las vivencias más primitivas, así como las que han experimentado las diversas formas
de la defensa; todo queda conservado en el psiquismo. Es el
núcleo que se irá expresando en el lenguaje transferencial, a
través de escenas completas que deberemos intentar descifrar,
para poderlas remitir a sus raíces, e ir así construyendo y reconstruyendo la historia del sujeto. Cada vez siendo una historia nueva Vi. Meta y fin de todo análisis es que el analizando
construya y se adueñe de su propia historia. Era desde siempre el anhelo freudiano. Pero una selva de problemas y dificultades nos separan y simultáneamente
conducen a este
objetivo. Como las muñecas rusas, cada una de ellas oculta y
descubre a la vez a otra muñeca, así cada fragmento de la historia que nos vamos encontrando surge de este archivo. Del
mismo modo que los sueños, como todo el funcionamiento
psíquico primario sólo parcialmente superado.
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Es siempre un vínculo afectivo el que procura su emergencia
transferencial 4.12.
Es un vínculo que sólo mostrará su resplandor si encuentra
en el analista alguien atento a descubrirlo. Puede exhibir diversas expresiones configurativas,
pero solamente una en
común: la necesidad implícita de que aquél sea capaz de superar el cerco de la inmediatez del vínculo, para poder explorar durante el proceso analítico las transferencias históricas
que se están desplegando. Un psicoanalista no sesgado en la
dimensión temporal de su propio análisis tampoco podrá sentir la vitalidad de ese fragmento de realidad que aguarda ser
historizado la.l7. Son los revestimientos psíquicos en forma de
recuerdos y relatos encubridores que seducen y atrapan la
escucha, los que proponen la apertura a la historización, o la
otra cara de Jano, el encierro en su encantamiento.
Un extremo imaginario llevaría a perder la tensión que nos
suscita la disposición a la atención flotante. Otro, a un exceso
interpretativo que nos confunda en el timing del analizando,
imponiendo el nuestro en detrimento del proceso. Únicamente
el "rapport en regla" que nos recomendaba Freud ayuda a no
desorientarnos sobre el verdadero tiempo del sujeto ".
El campo psicoanalítico es la dimensión que tiende a perderse en la ilusión transferencial de ambos participantes.
El analista debe promover su recuperación esforzada y constantemente,
creándolo una y otra vez. Se generarán así el
tiempo del análisis y la posibilidad de significar una historicidad subjetiva.
César es uno de los nombres de un analizando que conserva
por la voluntad paterna las mismas iniciales a lo largo de varias
generaciones. Cual suerte de blasón, le fue transmitida esta
herencia que remitía a un oscuro origen ancestral. Tanto el
padre como él ocupan puestos diplomáticos de jerarquía. Consulta por una enorme insatisfacción con su vida, a la que no
encuentra salida. Tiene una actitud muy crítica hacia su esposa, objeto de todo tipo de descalificaciones. Una historia turbulenta con su padre violento desembocó en una relación devota
con él, a quien sigue atendiendo y auxiliando como de adolescente. Simultáneamente le guarda un sordo rencor y reproche
que cuando se expresan lo llevan a profundizar un ciclo de sometimiento y dedicación.
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Esta escena circular es tácitamente consentida y también
estimulada por el padre, quien a todas luces parece beneficiarse
del estado de cosas.
La madre es un personaje lavado y accesorio en el elenco familiar. En sucesivas relaciones con mujeres, César aparece
buscando una exaltada sexualidad, así como una dependencia
infantil con ellas.
Con su analista es cordial (¿seductor?), y manifiesta una preocupación hacia su análisis que toma la forma de un fluir
asociativo y una escucha, que dan la impresión de encontrarlo
en pleno proceso psicoanalítico. Si bien en el terreno verbal todo
aparenta marchar adecuadamente, la sensación del analista
es que hay una especie de regocijo del analizando sólo en cumplir con lo que supone se espera de él.
Esta impresión le es expresada, interpretada y es acogida
complacientemente por César. Todo sigue "fantástico", salvo
que el psicoanalista se siente cumpliendo compulsivamente un
personaje, tal vez el padre.
Una actuación violenta sacude la quietud de las sesiones: comienza a acusar al analista de confundir su identidad con la
del analizando, prácticamente no quiere escucharlo y amenaza con suspender el tratamiento. Al poco tiempo y casi sin mediación interpretativa,
vuelve al arrobado vínculo que tenía
previamente. El reconocimiento por el analista del fallido
intento de quebrar el gozoso encierro en la relación con el padre
omnipresente, permitió avanzar en la percepción del baluarte
constituido. Seguramente el transitar y permitir el despliegue
de esta y otras transferencias el tiempo necesario mientras va
produciendo sentido la interpretación analítica, llevó al desarrollo de un proceso más completo. Que se fuese develando la
pantalla encubridora de las diferentes máscaras en las que tuvo
que refugiarse el analizando para evitar, y por no poder evitar
la situación traumática de alienación en el vínculo. La cura
analítica adviene entonces por su posibilidad de acceder a la
angustia original de no haber sido aceptado, identificado en su
ser, pudiéndose significar ahora una historia construida con él,
que dé cuenta no sólo de lo que ocurrió, sino también de sus
efectos en el devenir actual 6.
El proceso psicoanalítico asienta sus raíces en el proceso
analítico experimentado por el analista. Es la única chance para
que pueda sumergirse en otro análisis, e indagar su contratransferencia y la situación pregnante del campo.
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Su contracara es el vasallaje imaginario con la hipnosis de
la época preanalítica, el retorno animista del narcisismo, el
triunfo de la pulsión de muerte sobre el Eros del psicoanálisis.
Edipo o Narciso; sus precursores
En su desarrollo, el movimiento psicoanalítico experimentó diversos florecimientos a partir principalmente de los intentos
de enriquecer la observación clínica. Por un camino u otro, en
general constituyeron contribuciones, diversos modos de incidir sobre una tendencia inercial hacia la búsqueda ilusoria de
Weltanschaungen científicas.
Es inherente a nuestra disciplina el desgarro que significa
la interminable apertura al otro.
Nunca cesamos de interrogar, único descanso si pretendemos
no caer en el adormecimiento inquietante de lo ya conocido.
No obstante, este peligro también es implícito de nuestra ciencia, y finalmente nunca obtenemos certeza sobre nuestra posición cognitiva. Es la garantía con la que contamos para estar
advertidos sobre el progreso del conocimiento que vamos adquiriendo.
En Tratamiento psíquico Freud describía los efectos del
amor incondicional a los padres, determinando así la creencia,
el juicio y aun la alucinación negativa 7. En esas épocas tempranas, previas al Proyecto, a los estudios psicopatológicos, ya
sustentaba una acabada teoría cognitiva que se desplegaría en
el tiempo a través del psicoanálisis, teoría que era también teoría del sujeto, un saber a advenir, y siempre incompleto.
Su primer recodo es la fascinación amorosa, paso necesario
que nunca desaparece y nos identifica en nuestro ser. Éste se
revela a su vez sólo en su cuestionamiento. La fascinación amorosa abre el camino de los avatares emocionales que irán significando al individuo. Fascinación, idealización, son las condiciones necesarias del enamoramiento y de la transferencia. El
amor transferencial debe ser despertado por el analista. Una
seducción primaria es la llave para que se desencadene la proyección afectiva. El analista la desata y la debe sostener.
También y especialmente en los momentos de transferencia
negativa, así como en los gaps.
La formación de baluarte es signo de momentos particulares
del proceso que remiten a lo más arcaico e incognoscible, principalmente en el análisis del psicoanalista, quien conduce la
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cura con la mayor disponibilidad yoica con la que cuenta l.
Parte primordial de ésta es el reconocimiento de la perenne
necesidad de explorar el compromiso inconciente por el que
quedó estancado en ese baluarte. Es una cura por el amor, pero
que debe poder atravesar un amor al ideal para que devenga
en epistemofilia. Voluptuosidad y epistemofilia son las dimensiones en las que alternará el analista para cumplir su función.
La cura amorosa deberá ir más allá del vínculo terapéutico
en el desciframiento analítico.
Es el pasaje de la relación de dos a la metaforización.
Camino dificil y poblado de acechanzas, cuyo enorme riesgo
reside en mantenerse en el atajo narcisista bidimensional y
empobrecedor para el desarrollo potencial de la persona. El problema técnico más serio residirá -como siempre- en la libertad lograda por el analista, puesta en juego en el movimiento
transferencial-contratransferencial,
que condicionará el campo
para que pueda ser "leído" el fenómeno en cuestión. Es posible que la lectura en el otro ocurra primero y que permita en
una reversión introyectiva el descubrimiento correspondiente
en el analista. Aun en este caso el factor decisivo de progreso
transcurrirá
por el recorrido indagatorio de la contratransferencia. Como implícitamente nos enseñó Freud y cotidianamente debemos redescubrirlo en nuestros consultorios.
Un nuevo acto psíquico
Analista y analizando construyen un sujeto de análisis, que no
es el sujeto del inconciente. Es una producción del inconciente
de ambos, significante último de los secretos inefables de cada
uno. Es una producción del campo del análisis en el transcurso del proceso, impulsor o "mensajero de la muerte" de éste,
según la mirada del analista.
Podemos estar sesgados o cegados al movimiento del psicoanálisis: un descubrimiento es la posibilidad de apertura a otros
descubrimientos; o quedarnos en la no siempre incómoda molicie de la represión. Sabemos que ésta tiene mil caras, una de
las cuales tiende a cristalizar el psicoanálisis como conocimiento consumado. La epistemofilia es el sesgo que estimula la moción amorosa en el devenir que promueve el análisis. Una de
sus facetas es la codificación en el baluarte. Fantasma postrero, protector o agorero, podrá ser exorcizado según la indepen3/7
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dencia alcanzada por el analista, para comprender su "libra de
carne" imaginaria participante en esa creación.
La hondura de su análisis le permitirá entender de qué modo
su ser participa de ese Golem, como para poder interpretar la
esencia que pertenece al analizando. ¿Desidentificación, atravesamiento del fantasma, desidealización? Son representaciones de las complejas transformaciones que ocurren en la profundización del proceso analítico.
Abren el camino a la emergencia del sujeto, a la perenne potencialidad de su historización.
Los otros en nosotros, los "visitantes del yo", se van desplegando en la escena transferencial del análisis.
Alguno de estos habitantes es Cerbero, el guardián de Hades,
que aterroriza a quienes se aproximan, y estar lejos de esas
temperaturas que prometen el abrasamiento podrá constituirse en fuerte atracción inconciente para ambos miembros de la
pareja terapéutica.
Mantener el proceso es el trabajo más dificil que enfrentamos en nuestro quehacer cotidiano. Y en la singularidad de
cada proceso psicoanalítico, nos vemos expuestos a la exigencia de volver a revisar los supuestos que nos constituyen en
la misma medida en que pretendemos ese logro en nuestros
analizandos. La del psicoanalista es una tarea más posible de
llevar a cabo cuando se pertrecha de los mejores instrumentos
que su análisis, en primer lugar, y su experiencia y formación
luego, lo habilitan para explorar las angustias más aciagas.
Éstas suelen marcar nuestra capacidad de observación, tanto clínica como la del referente teórico, al que apelamos en
nuestra búsqueda.
El baluarte en el campo intersubjetivo es un alerta, una señal
de un fenómeno nuevo operando en la situación analítica por
complicidad inconciente entre analista y analizando, que obstruye la progresión de la cura, a menos que podamos dar ese
paso de observación de un campo "que nos involucra a nosotros mismos en la medida en que nos desconocemos" 2. Esta neoformación, producto del proceso analítico, si es reconocida y
elaborada, ayudará a destrabar su marcha, por la posibilidad
de acceder a fantasías e identificaciones inconcientes, que se
manifiestan de modo ruidoso o silente.
Conceptos antecesores, en el dificil sostén de la virtualidad
eficaz, se hallan en el corazón del desarrollo de nuestra ciencia. La otra realidad se empeña en permanecer activa bajo di3/8
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ferentes revestimientos. Sólo la intransigencia en el deseo de
verdad que nos aviva el psicoanálisis nos permitirá evitar los
encandilamientos y poder disponer de las nociones más revolucionarias que surgen en las nuevas generaciones de analistas, para mantener encendida la flama de la pasión freudiana.
Resumen
El campo de la situación analítica revela sus aspectos transfenoménicos. Es una segunda mirada al proceso y a sus obstáculos.
Implica un nuevo acto psíquico en la mente del analista, que permite detectar una formación, originaria de ese análisis singular, que
condensa la activación de las fantasías más arcaicas y secretas de
cada miembro de la pareja analítica, en el movimiento transferencialcontratransferencial.
Su desconocimiento puede conducir a detenciones del proceso analítico de diferente gravedad. Parafraseando
a
Freud, constituye la parte más ardua de la tarea analítica.
Es una complejización en la teoría, luego del descubrimiento de la
transferencia y de la contratransferencia. La formación de baluartes
(Baranger et al., 1982), su percepción, desciframiento y disolución,
se convierten en la esencia del progreso de un análisis. Compromete
la subjetividad de ambos participantes, y en la comprensión de las
fantasías, identificaciones y capturas imaginarias condensadas en el
baluarte, aquélla emergerá con mayor libertad para el analizando.
Para el analista significa la necesidad de una permeabilidad en su
conocimiento de sí, de una disponibilidad para el autoanálisis y así
para el juego transferencial-contratransferencial,
y de este modo
poder producir un nuevo avance sobre Es.
DESCRIPTORES: CAMPO PSICOANALITICO / TRANSFERENCIA
TRANSFERENCIA
/ CONTRA-
Summary
THE FIELD OF THE TRANSFERENCECOUNTERTRANSFERENCE
The field of the analytic situation reveals its transphenomenic
aspects. It is a second look at the process and its obstacles.
It involves a new psychic act in the analyst's mind, which allows
himJher to detect a formation, origin of that singular analysis,which
condenses the activation of the most archaic and secret phantasies
of each member of the analytic couple, in the transferential-countertransferential movement. To ignore it can lead to detentions in the
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GUSTAVO
JARAST
analytic process of difTering degrees of severity. Paraphrasing Freud,
it constitutes the most arduous part of analytic work.
This is a complexization of the theory, following the discovery of
the transference and the countertransference. The formation of bulwarks (Bar an ger et al, 1982), their perception,
uncoding and
dissolution. become the essence of the progress of an analysis. It
engages the subjectivity of both participants, and in the understanding of the phantasies, identifications and imaginary snares in the
bulwark, th is subjectivity
emerges with more freedom for the
analyzand.
For the analyst, it requires permeability in his/her self-knowledge,
a disposition to self-analysis and also to transferential-countertransferential interplay, thus allowing a fresh advance over the Es.
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