reseñas - Bizkaiko Foru Aldundia

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RESEÑAS
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KOBIE (Serie Bellas Artes). Bilbao
Bizkaiko Foru Aldundia-Diputación Foral de Bizkaia
N.º XII, pp. 111-112, 1998/2001.
ISSN 0214-7955
RESEÑAS
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Juan María Apellániz. La abstracción en el arte
figurativo Paleolítico. "Análisis de componente abstracto en la figuración naturalista del grafismo paleolítico". Cuadernos de Arqueología
nº. 18. Universidad de Deusto, Bilbao. 231 pp.
98 figs . Año 2001 .
Se trata de un trabajo dedicado a uno de los temas
más generales de Crítica de Arte como es el de la
valoración artística (abstracción, figuración) del arte
paleolítico en su versión gráfica, que el autor concluye manteniendo que, aunque se trata de un arte figurativo, sus componentes abstractos (esquematización,
deformación, desproporción, perspectiva múltiple,
modelo teórico y uso de color natural sin combinaciones) son de tal importancia que lo equiparan al del
expresionismo de las primeras vanguardias europeas
del siglo XX.
El autor entiende que esta tesis es más conceptualizarla y teorizarla gracias a la importancia que el arte
no figurativo en sus más diversos aspectos expresados, en general, en las vanguardias, ha tenido y sigue
teniendo en el sentimiento de la sociedad durante el
último siglo y que continúa en nuestros días.
La primera parte de la obra está destinada a analizar las causas por las que los prehistoriadores han
mantenido y mantienen la posición contraria; que se
trata de un arte naturalista con elementos esquematizantes. Este análisis arranca con un estudio de Jos
puntos de vista de los prehistoriadores más significativos acerca de la naturaleza del arte paleolítico desde
su descubrimiento en versión mueble (Piette) como
rupestre (Breuil, Cartailhac, Graziosi) hasta nuestros
días (Leroi-Gourhan, Clottes, Duhard). A lo que se
añade otros sobre los críticos e historiadores del arte
en general y del paleolítico en particular (Escuela de
Viena, Giedion).
El autor mantiene que los primeros o pioneros
(Piette, Breuil, Graziosi) lo entendieron como un arte
naturalista y estético, en el que el grado de fidelidad
al natural y la torpeza decidían todo su valor. Esta
posición no era más que la trasposisición al arte
paleolítico de la comprensión y sentimiento naturalista que dominaba la sociedad de final del s. XIX. Pero
esta situación, que era lógica y natural en aquel
momento, no cambió con los cambios producidos en
el sentimiento artístico con la aparición de las prime-
ras vanguardias a comienzos del siglo XX, por lo que
fue transmitido sin modificaciones de maestros a discípulos a lo largo del siglo XX y hasta nuestros días.
Es, sobre todo, con Leroi-Gourhan, en el último
tercio del siglo XX, con quien aparecen los primeros
intentos (terminología y análisis) de tratar el arte
paleolítico desde un punto de vista más acorde con el
sentimiento que dominaba en la sociedad y su manera de conceptualizarlo. El prehistoriador francés es el
primero en declarar que, sobre todo, en las obras más
antiguas (sus estilos I y II) no son compatibles con el
naturalismo o realismo. Sin embargo, al aceptar la
explicación de la larga historia de las obras paloelíticas, como un proceso evolutivo del esquematismo y
la geometrización al naturalismo así como el valor de
la estética se vio empujado a repetir la antigua posición y a asumir el sentimiento decomonónico. La
aceptación que una gran parte de los prehistoriadores
hizo, pese a las repetidas y documentadas críticas que
se hicieron ya desde el momento de su aparición, a lo
largo del último tercio del siglo, de las posiciones
expuestas en la obra programática de este autor, contribuyó decisivamente a mantenerlas y transmitirlas.
El autor de Ja obra entiende que esta manera de
sentir el arte paleolítico generalizada entre los prehistoriadores hasta nuestros días tiene su causa y origen
en el peso de la tradición, en la presión del paradigma
arqueológica del que forma parte, en la ausencia de
una forma específicamente artística de los prehistoriadores que lo tratan y en la dificultad de entender y
de asumir el arte no figurativo después de tantos
siglos de arte figurativo y principalmente naturalista.
Pero tampoco los recientes críticos del arte paleolítico como Giedion, mucho más sensibles al arte
contemporáneo que los prehistoriadores, pese a
haberlo caracterizado como abstracto, lo han analizado desde este punto de vista. Esta extraña situación la
atribuye el autor de la obra, en buena parte, a la total
confianza que Jos críticos depositaron en el valor de
los esquemas evolutivos de los prehistoriadores, los
cuales veían en el arte paleolítico una larga evolución
que iba desde lo esquemático a lo naturalista, así
como a Ja mayor presión de la sensibilidad naturalista sobre la abstracta, que es propia de los contempladores del arte, aunque no lo sea de los artistas. A esta
causa, el autor dedica una explicación más detallada
en el apartado 6.
La parte más extensa de la obra está dedicada al
análisis de una selección de obras paleolíticas muebles y rupestres, tanto reconocidas como claramente
situadas en las fases del Paleolítico como de aquellas
que teniéndose como paleolíticas no disfrutan de esta
cóndición, así como de representaciones que se escalonan según los diversos grados de naturalismo y
esquematización.
El análisis va precedido de un modelo (una figura
rupestre de cérvido grabada de Lascaux). Las carac-
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terísticas formales del modelo son comparables con
las de las obras de las primeras vanguardias del siglo
XX y, en particular, con las del expresioniso (Marc,
Kirchner, Kandinski) y sus secuelas en otros autores
significativos (Picasso, Dubuffet).
El modelo es aplicadoal resto de las obras seleccionadas. En esta parte, el autor critica los criterios de
análisis utilizados por los prehistoriadores para comprender la naturaleza artística de la forma paleolítica.
Para ello pasa revista a una serie de figuras individuales y grupos o series tenidas como tales por los prehistoriadores. En este análisis estudia los argumentos
por los que éstos han IIegado a suponer que las obras
paleolíticas eran de un carácter fundamentalmente
naturalista teñido suavemente de esquematismo. Y se
refiere tanto a los argumentos utilizados para identificar a las figuras, como a la relación que establecen
entre la posibilidad de identificarlas como animales
reconocibles en el natural y el carácter artístico naturalista y en los mecanismos artísticos que creen reconocer en las series de obras que suponen hitos en el
proceso de la esquematización y en el concepto
mismo de naturalismo.
El autor dedica también este capítulo a analizar la
presencia simultánea de los caracteres del naturalismo y de la abstracción en las configuraciones paleo-
líticas desde los orígenes hasta el EpipaleolítiC0, para
mostrar cómo el carácter fundamental del arte no es
exclusivo de un período, sino que está presente en
todas las épocas. Para ello, recurre al análisis de obras
de arte mueble cuya posición estratigráfica y cultural
están bien certificadas. Y lo cierra estableciendo la
diferencia que existe entre la individualidad y la individualización.
El capítulo destinado a resumir sus conclusiones
está dedicado a definir la naturaleza de los dos componentes que reconoce existir en el arte paleolítico: el
naturalista y el abstracto o abstractizante. Y, puesto
que asume la hipótesis de que el abstracto domina
claramente sobre el naturalista, detalla la presencia y
la importancia de los caracteres por los que la mantiene, como son la elimienación del espacio, la multiplicaicón de la perspectiva, la multiplicidad del significado del uso del modelado, el expresionismo del
color y la fragmentación y multiplicidad del estilo.
El autor reconoce que estos caracteres son los
constitutivos de las producciones artísticas de las primeras vanguardias europeas y a ellas se puede acudir
para contemplar cómo se reflejan en ellas los gustos
artísticos de los paleolíticos.
E.N.A.
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