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Tema 3: “La Filosofía de Platón”
TEMA 3: “LA FILOSOFÍA DE PLATÓN”
ÍNDICE
1. INTRODUCCIÓN.
2. BIOOGRAFÍA Y OBRAS.
2.1. Biografía.
2.2. La obra platónica: los diálogos.
3. LA POLÍTICA COMO COORDENADA BÁSICA DEL PENSAMIENTO PLATÓNICO.
4. LA METAFÍSICA Y LA ONTOLOGÍA PLATÓNICAS: LA TEORÍA DE LAS IDEAS.
5. TEORÍA DEL CONOCIMIENTO PLATÓNICA.
6. LA ANTROPOLOGÍA Y PSICOLOGÍA PLATÓNICAS: CONCEPCIÓN DUALISTA DEL
HOMBRE.
7. LA ÉTICA Y POLÍTICA PLATÓNICAS.
8. VOCABULARIO BÁSICO.
1. INTRODUCCIÓN.
La filosofía griega alcanza en
Platón su madurez y plenitud. Sus
aportaciones marcarán de tal modo las
coordenadas de interpretación racional del
mundo y del hombre, que es considerado
como uno de los filósofos, junto con
Aristóteles, que más han influido en el
pensamiento posterior.
La filosofía de Platón tiene como
trasfondo la reacción y el enfrentamiento
al convencionalismo y relativismo de la
sofística, a la que considera disgregadora
e incapaz de ofrecer un sustrato firme
para la organización de la sociedad y una
base segura al conocimiento. Nacido,
como los sofistas y Sócrates, en un
ambiente de preocupación por la
organización de la polis, su objetivo es
encontrar unas bases sólidas en las que
apoyar la reforma que está necesitando
una sociedad que, pese a la democracia,
ha sido capaz de condenar legalmente a Sócrates.
Así pues, toda la filosofía de Platón está animada por un claro propósito de
reforma política, ya que Platón se muestra desde muy joven especialmente interesado en
cambiar las bases, según él corruptas, de la convivencia ateniense. Pero, al poner en
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práctica este propósito reformista, Platón construye un amplio entramado teórico, de
honda repercusión en nuestra cultura.
A esta finalidad política de la filosofía platónica habría que añadir, por un lado,
una intención ética, ya que, frente al relativismo de los sofistas, Platón reclama la
existencia de una idea eterna e inmutable de la justicia que sirva de base a su
organización política. Y, por el otro, una intención científica, dado que, influido por las
ideas de Sócrates y Parménides, está convencido de que el auténtico conocimiento, es
decir, la ciencia, sólo puede tratar de objetos permanentes y estables, inmunes al cambio
que observamos en la realidad sensible. De este modo, buscando unos principios
inmutables sobre los que asentar un orden político estable para la polis, desarrolla su
Teoría de las Ideas.
Con Platón nos encontramos por primera vez con lo que podría considerarse un
sistema completo de pensamiento, en el que se plantean prácticamente todas las
cuestiones que hasta ese momento habían ocupado a la filosofía griega: en efecto, tanto
él como, posteriormente, Aristóteles ofrecen dos explicaciones completas sobre todos
los temas tratados en la tradición filosófica anterior (problema de la Naturaleza y temas
ético-políticos).
En efecto, todo pensador nace en una época que tiene unos determinados
problemas ante los que se enfrenta desde unas influencias sociales y culturales
concretas. Es lo que hemos tratado de describir hasta ahora en los temas anteriores. Así
que, una vez que situemos a Platón en su contexto vital e histórico, trataremos de
analizar las respuestas que nuestro pensador da a esos problemas y las consecuencias de
las mismas. ¿Para qué?
¿Para conocer lo que un “señor” dijo hace
veinticuatro siglos? Entender así la Historia de la
Filosofía sería reducirla a un mero ejercicio de
erudición sin demasiado sentido. Los problemas que se
plantea Platón son problemas que seguimos teniendo
nosotros. ¿O es que la “polis” está en la actualidad
organizada según la “justicia”? ¿O es que el problema
de si el hombre es sólo cuerpo, o además de cuerpo
posee un alma espiritual, ya no preocupa a los seres
humanos? ¿Acaso no se plantea en nuestro mundo si las
“opiniones” tienen valor o si hay un “conocimiento”
que está por encima de ellas y cómo se puede llegar a
él? ¿Acaso el problema de si este mundo en el que
vivimos es único o hay “otro mundo” más valioso del que éste depende no le preocupa
al hombre de hoy?
Estudiar a Platón, o a cualquier otro filósofo del pasado, no consiste en desterrar
“momias”. Su estudio no pretende simplemente aumentar nuestros conocimientos.
De lo que se trata al estudiar su pensamiento es de utilizar su reflexión para, desde
ella, comprendiéndola y valorándola críticamente, reflexionar nosotros sobre esos
mismos problemas que seguimos teniendo hoy.
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2.
BIOGRAFÍA Y OBRAS DE
PLATÓN.
2.1. Biografía.
Aristocles, verdadero nombre de Platón, nació en Atenas en el año 427 a. C. en el
seno de una familia aristocrática. Su padre descendía de Codro, último rey de Atenas, y
numerosos familiares suyos habían desempeñado cargos de responsabilidad política.
Su formación es la de un privilegiado: recibió enseñanzas de Cratilo, seguidor de la
filosofía de Heráclito, pero el maestro que influyó decisivamente en su pensamiento fue
Sócrates. Conoció a Sócrates en el año 407 a. C., a sus 20 años, y se hizo discípulo
incondicional suyo hasta la muerte de aquél en el año 399 a. C. Además, aprende todo tipo
de materias: matemáticas, geometría, arte, dialéctica, etc.
Como en tantos jóvenes atenienses, su primera vocación fue la política, pero
pronto se sintió desengañado, primero por la aristocracia y, más tarde, por la democracia.
En su juventud vivió de cerca las consecuencias nefastas para Atenas de la Guerra del
Peloponeso, que la enfrentó a la militarista polis de Esparta. En el año 404 a. C., mermada
la confianza de Atenas en la democracia tras su derrota frente a Esparta, se produjo en
Atenas una revuelta política, que instauró un nuevo gobierno: el régimen de los Treinta
Tiranos. En este nuevo régimen estaban sus tíos Cármides y Critias, que invitaron al joven
Platón a participar con ellos en el gobierno de la ciudad. Platón se mostró reservado y,
después, tras la violencia desatada por este régimen, se mostró francamente decepcionado.
La caída posterior de la Tiranía de los Treinta renovó sus esperanzas de intervenir
directamente en la política ateniense, pero pronto volvieron a truncarse, al comprobar
cómo la restaurada democracia llevó a su maestro y amigo Sócrates a los tribunales de
justicia, condenándole además a muerte.
Después de estos hechos, en Platón quedó marcada para siempre una profunda
convicción que inspirará toda su obra, y en la que se unen la vocación política y la
vocación filosófica.
Tras la muerte de Sócrates, Platón se refugia en Megara. Más tarde, viaja a Egipto
y al sur de Italia, donde entra en contacto con las que serán su segunda gran influencia
filosófica: las doctrinas pitagóricas y órficas.
En el año 388 a. C. comienza en Sicilia su relación con Dión, cuñado de Dionisio
I, tirano de Siracusa. El sueño de Dión era que Platón hiciese de su cuñado un gobernante
filósofo de acuerdo con su teoría política, y, de nuevo, nuestro autor ve una excelente
oportunidad para poner en práctica sus ideales políticos. Pero esta tarea acabó fracasando
porque Dionisio I no tenía ni las cualidades ni la suficiente paciencia como para adecuarse
a las enseñanzas de Platón; de ahí que lo desterrara, ordenando que fuese mandado a
Egipto para ser vendido como un esclavo. Parece ser que la fortuna permitió que Platón
fuese reconocido por otro discípulo de Sócrates, Anicérides, el cual pagó su rescate y le
permitió volver a ser un hombre libre.
Así pues, Platón regresa a Atenas y funda la Academia, que se constituyó en un
centro cultural de primer orden, reuniendo a un grupo de discípulos provenientes de
diferentes puntos de Grecia, entre los cuales llegará a estar Aristóteles. Allí, Platón trató de
formar una escuela siguiendo el modelo de los pitagóricos, en cuyo frontón de la entrada se
leía: “no traspasará esta puerta quien no sepa matemáticas”. Dentro, discípulos y maestros
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convivían amistosamente dialogando y buscando la verdad, tal y como el propio Platón
aprendiera de Sócrates y refleja así mismo en su obra escrita: los diálogos. Esta institución
educativa tenía además, para Platón, el claro objetivo de formar y educar a la futura elite
dirigente de Atenas, es decir, su “sueño político” nunca le abandonó del todo.
De hecho, viaja por segunda vez a Siracusa tras la muerte de Dionisio I (367 a.C.).
Su amigo Dión tiene fundadas esperanzas de que su sobrino y futuro gobernante, Dionisio
II, sea más receptivo a las enseñanzas platónicas. Pero, de nuevo, tal tarea fracasa por la
escasa predisposición de Dionisio II para encarnar el ideal político del rey-filósofo. Platón
regresa, desengañado otra vez, a Atenas, prosiguiendo en la Academia su labor educativa y
revisando su propio pensamiento filosófico. Aún una última vez, y ya con 66 años, Platón
volvió de nuevo a Siracusa con idénticos objetivos a los de las dos veces anteriores,
volviendo a cosechar otro rotundo fracaso. Desde ese momento, la vida de Platón
transcurrirá en Atenas, centrándose por completo en la Academia hasta su muerte, con
aproximadamente 80 años, en el año 347 a. C.
2.2. La obra platónica: los diálogos.
Platón es un gran escritor, tal vez el más brillante de toda la filosofía griega, pues
su estilo es claro, y tiene, en muchas ocasiones, un alto valor literario. No deja de ser
curioso que exponga, no sólo su pensamiento, sino también el de sus oponentes,
trasmitiéndonos así un completo y variado retrato intelectual de su época.
Las obras de Platón están escritas, por
tanto, en forma de diálogo y suponen una ventana
abierta a los problemas de la época, tanto por los
temas que en ellas se tratan como por los
personajes que intervienen. No deja, pues, tratados
sistemáticos sino conversaciones, a menudo
salpicadas de bromas, en las que continuamente
aparece la anécdota. Las razones que se han dado
para explicar este hecho son varias:
 el diálogo era una costumbre
profundamente arraigada entre los atenienses;
 por afinidad con su propio método dialéctico;
 Sócrates había desarrollado su filosofía en forma de diálogo, sin escribir nunca
nada...
Además de por lo anterior, nuestro autor pudo haber recurrido al diálogo por su
propia concepción de la filosofía. Para Platón, la filosofía es, en primer lugar, ruptura,
crítica, repulsa de la opinión, de los hábitos mentales aceptados corrientemente. Y esto es
lo que él pretende conseguir con los diálogos: demostrar lo inconsistente de toda actitud
mental y de toda conducta fundada en la opinión, “doxa”; poner en evidencia el vacío de
la opinión, y hacer ver que la opinión, aunque se presente como coherente y como fundada
en hechos y evidencias, no es sino expresión de la pasión, del capricho, de la manipulación
del lenguaje. Pero como la reflexión filosófica no es sólo repulsa, sino construcción, los
diálogos platónicos, después de haber demostrado que la opinión no es válida, se esfuerzan
por construir un razonamiento que satisfaga a todo individuo de buena fe y le permita
responder eficazmente a las preguntas tanto teóricas como prácticas que se le planteen.
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Platón, además, incluye en sus diálogos numerosos ejemplos y mitos para intentar
hacer más sencilla y didáctica la exposición de su obra. Y es que no podemos olvidar que
Platón quería que su pensamiento se comprendiera y divulgara, pues estaba firmemente
convencido de que éste era el único modo de educar en la verdad al pueblo ateniense.
Ahora bien, eso no quiere decir que no existan, también, en sus obras pasajes oscuros y
complicados, sobre todo aquéllos en los que el propio Platón revisa sus ideas o en los que
expone los temas más abstractos de su pensamiento.
El personaje central de ellos es Sócrates y, en torno a él, aparecen personajes
reconocibles de su tiempo: sofistas, filósofos, amigos y parientes de Platón, etc. Sólo en
los primeros diálogos se refleja fielmente el pensamiento que se supone que sostenía
Sócrates. En los diálogos posteriores, aunque siga apareciendo la figura de Sócrates, en
realidad el pensamiento que expone Sócrates en ellos no era otro que el del propio Platón.
Cada diálogo se centra en un tema de investigación, normalmente una virtud o una
idea; pero en casi todos ellos aparecen los temas centrales de su filosofía: su concepción
del hombre, de la sociedad, de la realidad, su teoría del conocimiento, etc. Entre diálogos y
cartas nos han llegado 36 obras de Platón, que, tradicionalmente, se ordenan de acuerdo
con la siguiente clasificación:
1. Período socrático: son los diálogos que escribe Platón antes de realizar su primer viaje
a Siracusa en el 388 a. C.; reciben este nombre porque intentan reflejar la personalidad y la
filosofía de Sócrates, así como exonerarle de las inculpaciones que le llevaron a la muerte.
En estos diálogos de juventud el tema fundamental es la virtud, todavía no aparece la
Teoría de las Ideas. Títulos importantes de este período son: Apología de Sócrates, Critón,
Ión, Lisis, Protágoras, Laques, Cármides y Eutrifón.
2. Período de transición: son los diálogos publicados entre los años 388 y 385 a. C. En
ellos empieza a despuntar la filosofía genuinamente platónica, esbozándose la Teoría de las
Ideas. Entre ellos están: Hipias Menor, Hipias Mayor, Gorgias, Menéxeno, Crátilo y
Menón.
3. Período de madurez: los escritos entre los años 385 y 370 a. C., época en la que Platón
escribe sus diálogos más importantes cuyos temas centrales son las Ideas, el conocimiento,
la dialéctica, la organización del Estado. Destacan: Banquete, Fedón, Fedro y República.
4. Período de vejez: los escritos desde el 370 a. C. hasta su muerte, suponen en muchos
casos una crítica a algunas de sus teorías anteriores. Entre ellos están: Teeteto,
Parménides, Sofista, Político, Filebo, Timeo, Critias y Las Leyes.
3.
LA POLÍTICA COMO COORDENADA BÁSICA DEL PENSAMIENTO
PLATÓNICO.
Platón no vive apenas la época de
esplendor de la Atenas de Pericles (479431 a. C.). Crece en el contexto de las
guerras del Peloponeso (hasta que tiene
23 años), que acabarán con el poder de la
ciudad de Atenas y que desestabilizarán
su democracia de manera prácticamente
irreversible. Es el tiempo de la segunda
sofística, del gobierno de los Treinta
Tiranos, del restablecimiento de una
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democracia vigilada, de duros enfrentamientos políticos, con las venganzas de unos y
otros, etc.
Platón se consideró siempre a sí mismo un político y siempre tuvo en mente la
intención de participar activamente en la vida política de Atenas. Sin embargo, la
política ateniense se encontraba en un estado de tal precariedad que consideró inútil su
ingreso en esta actividad. Pensaba que había que cambiar el clima y el sistema político
de Atenas y de las demás ciudades griegas si, de veras, se pretendía hacer verdadera
política. Ahora bien, ¿qué entiende Platón por verdadera política? Desde luego, nada
parecido a la actividad de los sofistas y retóricos; la política no es, como ellos pensaban
un medio para conseguir sus intereses personales. La política es, para Platón, un arte
técnico; todo arte consiste en un conocimiento que está orientado a la consecución del
bien de aquello hacia lo que se dirige. El ejemplo clásico que pone Platón es la
medicina: la medicina es un arte orientado a conseguir el bien del enfermo y el buen
médico es el que aplica sus conocimientos para curar enfermedades. Pues bien, con la
política pasa igual: la política es un conocimiento que está orientado a la consecución
del bien de la ciudad, por tanto el político es aquel que aplica sus conocimientos para
conseguir este bien, no para lograr sus propios objetivos.
Pero Platón ve imposible realizar una verdadera actividad política en Atenas por
lo que decide abandonar su vocación política y dedicarse a la filosofía y a la educación.
Pero no hay que tomar esta renuncia como una completa desvinculación de la política:
Platón va a hacer lo mismo que habían hecho los sofistas años atrás; éstos habían
enseñado retórica a los jóvenes atenienses mostrándoles que, a través de la adulación y
la demagogia, podían conseguir lo que quisieran produciendo con ello una corrupción
general de la vida política. Platón va a fundar la Academia, donde desarrollará una
filosofía que combata el relativismo y el escepticismo y enseñar a la nueva juventud
ateniense el valor de la verdad, de la bondad, de la justicia, como pilares firmes de la
política. Platón pretende, en definitiva, instaurar un sistema político justo mediante
la educación de la juventud griega.
En definitiva, Platón concluyó, siguiendo a Sócrates, que la única forma de
gobierno legítima es la que esté basada en el conocimiento de lo justo que aporta la
verdadera filosofía. Por eso se dedicó a esta última postergando sus afanes políticos
juveniles. Así, elaboró un modelo teórico en el que la organización de la sociedad estaba
en función del conocimiento del bien por parte de sus posibles gobernantes. El propio
Platón expresó, en la Carta Séptima, la necesidad de esta nueva forma de gobierno:
« De esta suerte yo, que al principio estaba lleno de entusiasmo por dedicarme a la
política, al volver mi atención a la vida pública y verla arrastrada en todas direcciones
por toda clase de corrientes, terminé por verme atacado de vértigo, y si bien no prescindí
de reflexionar sobre la manera de poder introducir una mejora en ella, y en consecuencia
en la totalidad del sistema político, sí dejé, sin embargo, de esperar sucesivas
oportunidades de intervenir activamente; y terminé por adquirir el convencimiento con
respecto a todos los Estados actuales de que están, sin excepción, mal gobernados; en
efecto, lo referente a su legislación no tiene remedio sin una extraordinaria reforma,
acompañada además de suerte para implantarla. Y me vi obligado a reconocer, en
alabanza de la verdadera filosofía, que de ella depende el obtener una visión perfecta y
total de lo que es justo, tanto en el terreno político como en el privado, y que no cesará
en sus males el género humano hasta que los que son recta y verdaderamente filósofos
ocupen los cargos públicos, o bien los que ejercen el poder en los Estados lleguen, por
especial favor divino, a ser filósofos en el auténtico sentido de la palabra. »
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Esta carta expresa la preocupación y el itinerario político de Platón en el marco de
los acontecimientos descritos anteriormente. Así, siendo aristócrata, no comparte el modo
de gobernar que tuvieron los Treinta tiranos, pero, a la vez, es un férreo detractor de la
democracia. Para Platón, tanto la tiranía como la democracia son fruto de las teorías de los
sofistas. De ahí que su objetivo fuera el llevar a cabo una reforma política: fundamentar
la polis y sus instituciones en un orden de principios de carácter universal, que,
primero, hay que descubrir y, después, enseñar.
Pero lo que más influencia ha tenido en la historia occidental es, precisamente, la
filosofía con la que intenta fundamentar ese régimen utópico. Platón desarrolla una teoría
filosófica propia y original, la Teoría de las Ideas, por más que nunca la exponga en sus
diálogos de manera completa e, incluso, la someta a crítica. No obstante, ella misma no
puede entenderse cabalmente sino como un intento de responder a los problemas de su
época, que, salvando las distancias, no son muy diferentes de los de hoy en día.
4.
LA METAFÍSICA Y LA ONTOLOGÍA PLATÓNICAS: LA TEORÍA DE LAS
IDEAS.
El dualismo ontológico: su doctrina sobre la realidad.
Platón heredó de la filosofía anterior la problemática
respecto a lo que es real y lo que no lo es y de ella surgen dos
visiones diferentes de la realidad: Heráclito y Parménides.
Los heraclíteos sostenían que en el mundo todo estaba en
constante devenir. El cambio, ni por un instante, dejaba de
producirse y nada es la misma cosa en dos instantes seguidos.
La consecuencia de esta doctrina era que no podía haber
conocimiento de este mundo puesto que el propio
conocimiento va cambiando conforme cambiaba su objeto de
estudio. El conocimiento verdadero sólo es posible teniendo
un objeto estable y permanente. Por otro lado, Parménides
había dicho que esa realidad permanente existe y que sólo
Aristocles, más conocido como
puede ser descubierta por la actividad de la mente y no por
Platón
los sentidos que nos muestran una realidad cambiante y
perecedera.
(427 – 347 a.C.)
Platón considera que estas dos visiones de la realidad son ambas verdaderas;
Heráclito vio una realidad múltiple y cambiante y Parménides vio una realidad única y
eterna. La solución a esta aparente contradicción es que para Platón existen dos
realidades: una realidad que se capta a través de los sentidos (plural, cambiante y
aparente) que él llamará “Mundo Sensible o visible” y una realidad captable a través de
la razón (única, permanente y esencial) que será el “Mundo Inteligible o invisible”.
De esta forma, Platón realiza la primera síntesis de la historia de la filosofía, síntesis
entre Heráclito y Parménides.

MUNDO INTELIGIBLE (INVISIBLE).
La teoría de las Ideas es el núcleo central de la filosofía platónica. El punto de
arranque de esta teoría está en el legado de Sócrates consistente en que existen
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principios morales absolutos (frente al relativismo de los sofistas), y la posibilidad del
conocimiento científico (frente al escepticismo de los sofistas).
Hablamos y pensamos que hay cosas bellas, buenas y justas pero también que existe
el BIEN, la BELLEZA y la JUSTICIA en sí mismas, al margen de las cosas
concretas que vemos, sentimos o pensamos. Es decir, además de las cosas existen Ideas
o Formas. El término “Idea” es una traducción del término griego “eídos” que significa
modelo o patrón. Estas Ideas no son conceptos, no son construcciones mentales, objetos
sin existencia aparte del pensamiento que las piensa, sino que son Realidades que
existen con independencia de las cosas. Más aún, son la verdadera realidad, únicas,
inalterables y sólo captables por el entendimiento. Por ejemplo, una cosa es bella
gracias a la Idea de Belleza. A cada una de las cosas del mundo sensible le corresponde
una Idea en el mundo inteligible, ya que las Ideas son los modelos de la realidad y las
cosas concretas y particulares son meras copias. Esto conlleva a admitir tantas Ideas
como clases de cosas concretas haya. El mismo Platón someterá su propia teoría a
crítica en los diálogos de vejez.
Para comprender mejor la teoría de las Ideas vamos a considerar rápidamente los
distintos argumentos en los que parece haberse apoyado:

Argumento derivado del conocimiento. El conocimiento y la ciencia
(conocimiento universal y necesario, inmutable) existen y han de tener un
objeto, luego ese objeto existe. Este objeto no pueden ser las cosas concretas y
particulares que conocemos a través de los sentidos, ya que éstas se encuentran
en perpetuo estado de cambio, mientras que los objetos de la ciencia deben ser
permanentes. Tiene que haber realidades eternas e inmutables, que son el objeto
de estudio de la ciencia y a las que llamaremos Ideas.
El ejemplo más destacado es el de las matemáticas: ningún triángulo
particular que tracemos es perfecto, pero cuando estudiamos las propiedades del
triángulo, lo hacemos del triángulo perfecto; luego los objetos de las
matemáticas deben existir, si bien no en el mundo físico.

Argumento de la «unidad de lo múltiple». Ningún sujeto particular equivale,
en absoluto, a su predicado general, ya que el predicado posee mayor extensión
que el sujeto. Por ejemplo, cuando decimos “Sócrates es hombre”, el predicado
“hombre” incluye a muchos más individuos aparte de Sócrates. Resulta así que
existirá cierta realidad exterior e independiente de las cosas particulares,
predicable del mismo modo de todos los individuos correspondientes. Tal
unidad de la pluralidad, que es eterna y separada de ésta, recibe el nombre de
Idea.

Argumento del conocimiento de lo universal. Cuando pensamos “hombre”,
nuestro pensamiento tiene un objeto al que no afecta la destrucción de ningún
hombre particular, de un conjunto de hombres particulares o de todos los
hombres. Luego ese objeto es independiente de los individuos particulares y
recibe el nombre de Idea.
Así pues, el verdadero ser (esencia) está constituido por la realidad inteligible
(Ideas) ya que éstas son la causa no física del mundo físico. Y en eso consiste
básicamente la teoría de las Ideas de Platón, en afirmar que existen entidades
inmateriales, absolutas, inmutables, eternas y universales independientemente del
mundo físico. Por ejemplo, la justicia en sí, la bondad en sí, el hombre en sí... de ellas
derivan su ser (esencia) todo lo justo, todo lo bueno, todos los hombres, ... que hay en el
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mundo físico. Por tanto, ellas son las causas absolutas y razones últimas y supremas
de todas las cosas sensibles.
Para Platón, las Ideas no son un conglomerado inconexo de esencias, sino que
constituyen un sistema organizado y ordenado jerárquicamente en el que las Ideas
inferiores implican las superiores. Todas las Ideas se ensamblan y coordinan en una
gradación jerárquica en cuya cúspide se encuentra la Idea de Bien. El bien, como Idea
primera, como principio supremo, es expresión del orden, del sentido y la inteligibilidad
de todo lo real.
Platón compara la Idea de Bien con el Sol (“símil del Sol”). «Dos son los que
reinan, uno en el ámbito de lo visible, otro en el ámbito inteligible». De la misma
manera que el Sol no sólo hace visibles las cosas del mundo sensible, sino que además
les da su posibilidad de ser, la Idea de Bien hace inteligibles los objetos del mundo
inteligible y les da existencia (bien como causa ontológica y epistemológica de las
Ideas).
En definitiva, lo que hace Platón es dotar de un valor ontológico a los
universales perseguidos por Sócrates y aunque resulte extraña la idea de un mundo fuera
del espacio y del tiempo “lleno” de Ideas hay, de hecho, en el pensamiento corriente de
nuestro tiempo, reproducciones de las Ideas platónicas. Si se les preguntase a quienes
las emplean, negarían que tengan en la mente conceptos semejantes; pero, en realidad,
una cantidad sorprendente del pensamiento cotidiano se conduce como si hubiera
entidades inmutables y reales correspondientes a los términos generales que usamos.
Por ejemplo, en ciencia tenemos las leyes de la naturaleza y, aunque ahora se tiende a
ver su carácter meramente probabilístico, éstas eran tratadas como si existieran aparte
de los acontecimientos en que se manifiesta, acontecimientos que, naturalmente, nunca
son del todo uniformes ni se repiten con exactitud. Además, sin la fe en que las mismas
leyes operaran mañana como han operado hoy, la ciencia no progresaría.
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
MUNDO SENSIBLE (VISIBLE).
El mundo sensible es la segunda clase de realidad, es la realidad que perciben los
sentidos, es engendrada, está en continuo devenir y es sólo copia imperfecta de la
primera realidad. En el Timeo o sobre la naturaleza, Platón trata de explicar el origen
del mundo sensible. Considera que el mundo sensible es fruto, por un lado, de la
necesidad propia de la materia originaria, caótica e informe y, por otro, de las Ideas que
actúan como modelos. La concurrencia del primer elemento explica lo que en el mundo
sensible hay de imperfección; la concurrencia de las Ideas explica cuanto en el mundo
hay de orden, razón y belleza. Ahora bien, ¿qué principio lleva a cabo el proceso de
configuración del mundo sensible según el arquetipo de las Ideas?
Platón recurre a tres causas para explicar la producción del mundo sensible:
1. El demiurgo. El orden de la naturaleza proviene de una inteligencia ordenadora
(influencia de Anaxágoras).
2. La materia. El demiurgo actúa sobre una materia eterna, caótica, que Platón
llama de muchas maneras (utilizando distintas metáforas). Por ejemplo, la llama
espacio; pero el “espacio” al que se refiere Platón no es el espacio geométrico y
vacío, sino el sustrato material informe, caótico, a partir del cual el demiurgo ha
ordenado (no creado) el cosmos. Este sustrato no es inerte, ni estático, sino que tiene
movimiento desde siempre, pero un movimiento desordenado, caótico. Así pues, la
chora es el sustrato material informe, dotado de movimientos caóticos a partir del
cual se ha construido el mundo.
3. Las Ideas. Todo ser inteligente que construye o fabrica algo (y el demiurgo es el
fabricante del universo) lo hace de acuerdo con un plan o modelo. La función del
demiurgo es plasmar las esencias o Ideas en la materia lo mejor posible. Si el
universo no es totalmente perfecto, es porque la materia introduce siempre un factor
de desorden e indeterminación (imperfección).
En este punto del tema se hace necesario explicar ¿Qué relación hay entre las Ideas y
las realidades individuales del mundo físico? Platón utiliza dos conceptos para señalar
de qué forma se relacionan las cosas del mundo sensible y las cosas del mundo material:
la participación (methesis) y la imitación (mimesis).
a) Participación: es la relación que se establece entre los seres sensibles (las cosas del
mundo material) y las ideas (los seres del mundo inmaterial). Con este concepto Platón
quiere dar a entender que existe esta relación, que las acciones son justas porque participan
de la idea de justicia o que un caballo lo es porque participa de la idea de caballo. Sin
embargo, el concepto de participación acarrea problemas que el mismo Platón reconoce y
aborda en su diálogo Parménides. En primer lugar, no puede ocurrir que esta participación
sea física, es decir, la idea de “caballo” no puede estar dentro del “caballo” a modo de
esencia ya que hay múltiples caballos pero sólo hay una idea de caballo. Tampoco puede
estar una pequeña parte de ella, ya que las ideas son indivisibles. Tampoco puede ser un
elemento material del caballo ya que cuando muere el caballo particular, la idea moriría
con él, lo que no ocurre puesto que las ideas son eternas. Así pues, la participación hay que
entenderla como una metáfora para señalar que las ideas y las cosas sensibles se
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relacionan; de la misma forma que los objetos visibles participan de la luz solar sin que
esta pierda su unidad.
b) Imitación: El otro concepto que Platón utilizó para señalar la relación entre las cosas y
las ideas es el de imitación. Las cosas son, por así decirlo, una imitación imperfecta de las
ideas. Se relacionan de la misma forma que se relacionan las copias con relación al modelo
u original. Tomemos como ejemplo un retrato que diversos pintores hacen de una persona:
los retratos no son esa persona, sino una copia en un lienzo de ésta. Cada retrato se
relaciona con el modelo de la forma “copia-original”. Los cuadros son menos perfectos
que el original en el sentido que sólo son una imitación de la verdadera realidad del
modelo (solo son el reflejo de algunas características del original). El problema de esta
forma de concebir la relación ideas-cosas es que entonces todas las cosas bajas y corruptas
de este mundo (lodo, uñas, pelo...) deberían tener su correspondiente idea, lo que niega
Platón pues supondría introducir la imperfección en el mundo inteligible.
De todas formas, el Platón que escribe La República todavía no se había planteado
a sí mismo estos problemas y considera que la noción de imitación es satisfactoria y puede
explicar el tipo de relación que existe entre Mundo Sensible y Mundo Inteligible.
¿Qué es la realidad?
¿Qué elementos la componen?, ¿Qué
características tienen éstos?
Metafísica (Dualismo metafísico)
Ontología (Dualismo ontológico)
Mundo Sensible
Cosas
Imita
Mundo Inteligible
Ideas
5. TEORÍA DEL CONOCIMIENTO PLATÓNICA.
A) Relación epistemología-ontología.
LA UNIDAD
RAZÓN
LO PERMANENTE
INTELIGIBLE
LA ESENCIA
CONOCIMIENTO
REALIDAD
LAS APARIENCIAS
SENTIDOS
LO CAMBIANTE
SENSIBLE
LA PLURALIDAD
EPISTEMOLOGÍA
ONTOLOGÍA
Como hemos visto, la ontología platónica (su concepción de la realidad) es
radicalmente dualista: están, de una parte, las Ideas que son la realidad auténtica, lo
verdaderamente real, y de otra, los seres físicos, cambiantes y corruptibles. Pues bien, a
esos dos niveles de realidad corresponderán dos niveles en el conocimiento, como
vamos a ver.
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Tema 3: “La Filosofía de Platón”
Para los griegos, en general, los grados de realidad determinan los grados de
inteligibilidad, es decir, establecen como principio general del conocimiento que el
conocimiento es proporcional al ser, de modo que sólo lo que es máximamente ser
resulta perfectamente cognoscible; a menor grado de ser menor grado de conocimiento
científico y verdadero de las cosas. El no-ser es absolutamente incognoscible.
B) La epistemología platónica.
Platón, como su maestro Sócrates, creía en el conocimiento absoluto y verdadero
de la realidad, frente al relativismo de Protágoras y el escepticismo de Gorgias. Sócrates
tenía la convicción de que la conducta ética se ha de basar en el conocimiento y,
asimismo, la de que este conocimiento debe ser un conocimiento de valores eternos, no
sujetos a las variables y cambiantes impresiones de los sentidos o de la opinión
subjetiva, sino idénticos para todos los hombres y en todos los tiempos. Siguiendo a su
maestro, Platón intenta refutar las opiniones falsas. En su diálogo Teeteto, Platón se
exige la tarea de combatir la teoría de Protágoras sobre el conocimiento como mera
percepción sensible y su tesis de que lo que a cada cual le parece verdadero es la
verdad para él. Platón rechaza ambas tesis. El conocimiento debe ser de lo que es y,
por tanto, tiene que ser infalible. El conocimiento sensible tiene como objeto lo
cambiante y perecedero, el mundo de las apariencias. Y así, las cosas no son sino que
devienen (no cumple con el primer requisito). Si la realidad depende de la percepción
que yo tenga de la realidad, entonces es imposible el segundo requisito. La verdad será
lo que yo perciba. Y, entonces, ¿por qué vamos a las clases de Protágoras, por las que
obtiene pingües beneficios, si nadie es más sabio que nadie?
Platón acepta de Protágoras la creencia en la relatividad de los sentidos y de la
percepción sensible, pero no admite un relativismo universal; al contrario, el
conocimiento verdadero existe y es alcanzable pero no puede estar sujeto a toda clase de
influencias momentáneas tanto en el sujeto como en el objeto.
C) Ciencia y opinión: los grados del conocimiento.
Más arriba hemos afirmado que el conocimiento es proporcional al ser. Pues
bien, para Platón1 entre el ser (Ideas) y el no-ser se encuentra una realidad intermedia:
«el mundo sensible». Éste es una mezcla de ser y no- ser, y por eso está sujeto al cambio
y al devenir.
Si al ser corresponde un conocimiento verdadero (epistéme) y al no ser la
ignorancia, a esta realidad intermedia (lo sensible) corresponderá un conocimiento
intermedio entre ciencia e ignorancia: un conocimiento que no es conocimiento
propiamente dicho (ciencia) y que llamamos opinión (dóxa); se trata de un
conocimiento inestable y caduco (como la realidad a que corresponde). Tenemos, por
tanto, el conocimiento de la ciencia (epistéme) y el conocimiento de la opinión (dóxa).
Según Platón, los sofistas se movían en este segundo tipo de saber.
1
Con ello intenta salvar la conclusión a que había llegado Parménides, a saber, que el
movimiento es ininteligible y por tanto falso, ilusorio.
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En República, Platón especifica que tanto la opinión como la ciencia poseen dos
grados distintos, que corresponden a dos grados de realidad, de ser. Se trata del famoso
pasaje del libro VI: el «símil de la Línea»; también aborda el tema en otro celebérrimo
pasaje del libro VII: el «sito de la caverna». De esta manera, al grado supremo de ser
(Ideas) corresponde el grado supremo de conocimiento (Dialéctica2), y todas las demás
ciencias y artes quedan reducidas a medios preparatorios, propedéuticos, para ascender
a esta cumbre, que es la propia de los filósofos. Platón opone la dialéctica (método
científico-racional que aspira a la demostración de la verdad) a la retórica de los
sofistas, que sólo pretendían la persuasión.
GRADOS DE CONOCIMIENTO
CONOCIMIENTO SENSIBLE
OPINIÓN (DÓXA)
CONOCIMIENTO INTELIGIBLE
CIENCIA (EPISTÉME)
Conjetura
Creencia
EIKASÍA
PÍSTIS
DIÁNOIA
NÓESIS
(Física)
(Matemáticas)
(Dialéctica)
(Conocimiento
engañoso)
Pensamiento discursivo
Intelección pura
|______________|______________________|______________________________|______________________________________
______|
Sombras e
imágenes
sensibles de
las cosas
Cosas y objetos
sensibles
Objetos matemáticos
MUNDO SENSIBLE (VISIBLE)
IDEAS (Bien)
MUNDO INTELIGIBLE (INVISIBLE)
GRADOS DE REALIDAD
1. La opinión (doxa): imaginación (eikasía) y creencia (pistis).
1.1. El nivel más bajo de la opinión lo lama eikasía: se basa en la percepción y tiene por
objeto las representaciones de la realidad sensible (dibujos, sombras, reflejos...) y la
imaginación construida a partir de ellas.
Quienes profieren juicios equivocados sobre el mundo exterior se encuentran en una
situación de eikasía, es decir, de imaginación. Parece que Platón quiere decir que el
estado mental del que profiere un juicio falso es parecido al de aquel que toma las
visiones de las imaginaciones o de los sueños como cosas reales o verdaderas.
1.2. El segundo nivel, más elaborado, pero también fundado en la observación sensible es
la pistis o creencia: intenta dar razón de lo sensible a partir de hipótesis explicativas
ajustadas a las observaciones. Se sirve del método hipotético-deductivo. Tiene por
objeto las cosas particulares, sin embargo, para Platón no puede haber ciencia de ellas
por carecer éstas de estabilidad y plena realidad.
Nosotros podemos poseer una creencia razonable, basados en la experiencia pasada, de
que el cosmos y sus leyes tendrán en el futuro un funcionamiento uniforme y similar al
2
La ciencia para Platón es una ascensión del alma hacia la verdad y hacia el Bien.
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Tema 3: “La Filosofía de Platón”
del pasado. Mas no poseemos absoluta certeza de ello. Además, el reino de la
contingencia - por ejemplo, las constituciones políticas- es incorrecto y / o injusto.
Debemos ajustarlo a un modelo o paradigma perfecto, ideal
2. La ciencia (episteme): pensamiento (dianoia) e inteligencia (noesis).
La ciencia, no sólo apunta a un objeto diferente, también es de naturaleza distinta, se basa
en el Entendimiento o Razón.
2.1. Su primer grado se denomina dianoia: razonamiento o razón demostrativa
(discursiva). Su objeto son las entidades matemáticas y su método es el axiomáticodeductivo: se parte de unos axiomas (por ejemplo: punto, segmento, triángulo, etc.) que no se demuestran- y de ellos se obtienen una serie de conclusiones. No es un
conocimiento completamente perfecto porque los axiomas son hipótesis y porque se
ayuda de representaciones sensibles para facilitar su discurrir. Las matemáticas sirven
de puente, facilitan el tránsito del mundo sensible al inteligible ya que acostumbran a la
mente a operar con entidades abstractas (recuérdese, al efecto, la admiración que tenía
Platón por el saber matemático).
Lo específico de este tipo de conocimiento radica en que se trata de un conocimiento
deductivo, así como en su coherencia interna, es decir, en la carencia de toda
contradicción. Por el contrario, lo característico de los sensibles particulares es que en
ellos anida la contradicción.
2.2. El grado más elevado es la noesis: visión inmediata, intuición intelectual, de las
Ideas, saber absoluto, pleno y verdadero. Para alcanzar la noesis, Platón nos remite
a la dialéctica como método de análisis conceptual que permite descubrir el orden
jerarquizado de las Ideas y ubicar a cada una en su lugar correspondiente; ese orden
es, a su vez, el conocimiento al que muy pocos hombres tienen acceso.
La dialéctica es, entonces, el método que permite ir de lo sensible a lo inteligible,
aunque también significa para Platón el método de deducción por el que se pueden
conocer las relaciones necesarias entre las Ideas. El entendimiento, en la noesis, deja de
lado todos los elementos sensibles, captando las Ideas y sus relaciones, sus vínculos de
inclusión-exclusión (como hacía en el Sofista), elevándose de Idea en Idea hasta la
suprema: la Idea de Bien. A este momento se le denomina dialéctica ascendente. En
este sentido, dialéctica es, por tanto, todo el proceso de conocimiento, pero de un modo
especial la última fase del mismo proceso, en la que se establecen los principios de la
episteme o ciencia. (Recordar que aquí la dialéctica sigue siendo el método socrático
de indagación y depuración de conceptos, que, en Platón, son Ideas objetivas).
Hay también un momento de dialéctica descendente (recordar el camino de vuelta del
prisionero liberado en el Mito de la Caverna), que consiste en partir de la Idea suprema
o de Ideas generales para precisar el lugar concreto de una Idea en la estructura
ordenada y jerárquica del mundo de las Ideas sin recurrir para nada a la experiencia.
Desde esta perspectiva, y una vez alcanzada la sabiduría y la Idea de Bien, se puede ya
dar razón de todas las cosas ya que, para Platón, el conocimiento auténtico es el
deductivo, pues conocer lo general nos da la clave para conocer y ubicar lo particular.
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Así, el verdadero conocimiento no se obtiene por la experiencia (sensible) sino por la
reflexión y el estudio. Existen realidades, como lo bueno, lo igual, lo bello, etc. que son
absolutamente verdaderas, si bien no pueden ser captadas por los sentidos corporales.
Sólo pueden ser captadas a través de un proceso semejante al matemático, una vez
liberada la mente, en la medida de lo posible, de los errores de los sentidos.
En definitiva, tal y como aparece descrita en La República, la dialéctica se identifica con el
destino de la existencia humana y del alma en particular, que tiende de modo natural al
lugar de donde procede, al mundo de lo inteligible y perfecto. Además, es un camino hacia
el conocimiento que conduce a la acción, ya que sólo quien tenga una visión perfecta y
total de la realidad (episteme), de lo que es justo, podrá obrar con justicia: la ciencia se
convierte así en una condición de la
ética y de la política. Así pues, sólo
quien conoce el Bien puede
plasmarlo en la sociedad y en el alma
humana. El compromiso del filósofo,
que ha completado este proceso y
conoce la verdad, es ayudar a otros a
salir de su ignorancia mediante la
educación ( paideia ). Queda, por
tanto, superada en Platón la
concepción sofista de la dialéctica
entendida como un mero arte o
técnica de la argumentación.
El SÍMIL DE LA LÍNEA, en
definitiva, intenta explicar el largo
recorrido que debe realizar el alma
hasta llegar a la contemplación de la
luz y la verdad. El aprendizaje es un
esfuerzo que debemos hacer hasta
llegar a la verdadera realidad. La
Mito de la Caverna
liberación de las cadenas no es fácil,
así como no es fácil pasar de las tinieblas a la luz (conexión con el MITO DE LA
CAVERNA). Por esa razón, el conocimiento no puede darse todo a la vez; es preciso que
el prisionero aprenda poco o poco ya que un exceso de conocimiento y de realidad lo
cegaría.
D) La doctrina de la anámnesis (reminiscencia).
En la explicación de la estructura de la realidad
hemos visto que Platón trataba de «tender un puente»
entre las Ideas y los seres sensibles, recurriendo a las
nociones de participación e imitación. Los seres
sensibles imitan a las Ideas, tratan de aproximarse a
ellas, si bien sólo lo consiguen de un modo deficiente.
Pues bien, también en el ámbito del conocimiento
Platón trata de «conectar» el conocimiento sensible
con el conocimiento racional.
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Platón y Aristóteles
Detalle del famoso cuadro de Rafael
Tema 3: “La Filosofía de Platón”
Puesto que los seres sensibles son imágenes (imperfectas) de las Ideas, la visión
de los seres sensibles puede suscitar el recuerdo de las Ideas, del mismo modo que al
contemplar un retrato de una persona conocida, se suscita en nuestra mente el recuerdo
de ella. Por esto Platón afirma en distintos diálogos que aprender es recordar. Esta
teoría platónica se denomina teoría de la reminiscencia o de la anámnesis3. Por tanto,
los seres sensibles suscitan el conocimiento pero no lo producen. El alma es
despertada por las impresiones de los sentidos, y así puede volver a reconstruir sus
anteriores conocimientos mediante el raciocinio, superando las imágenes y
desprendiéndose de la cárcel del cuerpo a través de la práctica de la virtud a que
conduce el conocimiento de la Idea de Bien.
6. LA ANTROPOLOGÍA Y PSICOLOGÍA PLATÓNICAS: CONCEPCIÓN
DUALISTA DEL HOMBRE.
A) El planteamiento del alma en el pensamiento griego.
En el pensamiento griego el problema del alma se plantea de manera muy
distinta a como se plantea en la actualidad. Ningún filósofo griego negó la existencia del
alma; para éstos el problema fundamental no es la existencia del alma sino su
naturaleza (material/inmaterial, mortal/inmortal...). Por el contrario, para el
pensamiento actual el problema fundamental no es la discusión de la naturaleza del
alma sino la cuestión misma de su existencia.
La noción de alma en el pensamiento griego está vinculada a dos hechos
distintos, aunque relacionados entre sí:
1. La vida. El alma sería el principio de la vida, aquello por lo cual estamos vivos
(lo que nos “anima”, lo que nos da la vida). El alma sería aquello que abandona
al cuerpo cuando se produce la muerte. Es lo que desde la tradición judeocristiana se podría traducir como “alma”.
2. Al conocimiento intelectual. El hombre se ha distinguido siempre de otros
animales por su capacidad de reflexión, por poseer entendimiento y razón. El
alma sería, así, el principio de conocimiento racional.
Estas dos concepciones del alma4 pueden ser denominadas, respectivamente,
concepción «aristotélica» y concepción «platónica». No obstante, en la filosofía griega
nunca se dio una separación radical y total entre ambos modos de considerar el alma.
Platón no dejó de lado la función vital del alma, y Aristóteles tampoco dejó de
relacionar el conocimiento intelectual con ella.
3
La palabra griega “anamnesis” significa recuerdo. Obviamente esta doctrina supone que el alma
posee en sí misma el conocimiento de las Ideas, conocimiento que «olvida» al encarnarse en un cuerpo.
Ya estudiaremos cómo Platón en Fedro recurre al mito del «carro alado» para explicar cómo el alma
conoce las Ideas antes de su entrada en el cuerpo, y por qué llega a entrar en él.
4
Si se entiende el alma como principio vital, se entiende fácilmente que exista una estrecha
conexión entre el alma y el cuerpo (el alma es lo que hace vivir al cuerpo), pero resulta muy difícil
encontrarle sentido a la inmortalidad: ¿para qué un alma separada del cuerpo si su papel es hacer que el
cuerpo viva? Pero si se adopta una concepción del alma como principio de conocimiento racional sí tiene
sentido plantear el tema de su inmortalidad, pero resultará difícil explicar de manera satisfactoria la unión
entre el cuerpo y el alma. En este segundo caso se encuentra Platón.
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B) La naturaleza del alma en Platón.
El dualismo establecido por Platón entre el Mundo sensible y el Mundo de las
Ideas se traduce, en el caso de su antropología, en un neto dualismo entre cuerpo y
alma. En el pensamiento platónico el hombre se concibe como un compuesto de dos
realidades: el cuerpo y el alma. La teoría pitagórica sobre la inmortalidad y la
transmigración de las almas (metempsícosis) está muy presente en su reflexión
filosófica.
Según Platón, el alma es de naturaleza espiritual, divina e inmaterial, por lo que
pertenece al Mundo inteligible (al Mundo de las Ideas), al que se siente impulsada por
su propia naturaleza. El auténtico destino de las almas consiste en la contemplación, en
el conocimiento de las Ideas inmutables. Al ser entendida como principio (origen) de
conocimiento intelectual, y no como principio vital, Platón tuvo siempre la convicción
de que el alma es inmortal y de que existía una vida después de la muerte.
Platón aborda en Fedón el problema de la inmortalidad del alma. Entre sus
argumentos destacan los siguientes:
1. El que se refiere a LA REMINISCENCIA. Según Platón el conocimiento verdadero
de las cosas no puede venir de las cosas (sensibles) mismas. ¿Por qué? Porque el
conocimiento verdadero es el conocimiento de los principios permanentes que
cumplen las cosas y les hacen ser lo que son: el conocimiento de la esencia y de
su auténtica naturaleza. Y este conocimiento no puede venir de las cosas
sensibles (que son y no son, que cambian) sino que tiene que proceder de un
conocimiento anterior a ellas. Por eso todo conocimiento, para Platón, es
recordar: las cosas sensibles nos traen el recuerdo, la reminiscencia de las Ideas
perfectas (la esencia), sin las que nuestros juicios serían imposibles. Conocer es
reconocer. Eso quiere decir que el alma ha preexistido al cuerpo, y, por tanto,
es natural que le sobreviva después de la muerte.
2. NATURALEZA AFÍN ENTRE EL ALMA Y LAS IDEAS. Si el alma humana es capaz
de conocer las esencias inmutables y eternas de las cosas, tiene que poseer una
naturaleza afín (similar) por eso serán inmortales inmortales (simples 5, eternas e
inmutables).
3. ARGUMENTO ÉTICO. Si el cuerpo y el alma se destruyen con la muerte, aquellos
que no han dominado las pasiones y deseos inmoderados de su cuerpo y han
cometido maldades, quedan “perdonados”, al morir. De esta manera, el bien y el
mal quedarían sin premio y sin castigo, lo que sería claramente injusto. Por lo
tanto, es necesario que el alma sea inmortal (ya que algunos no reciben su
premio o castigo en esta vida).
C) La naturaleza del cuerpo y la relación cuerpo-alma en Platón.
El cuerpo, la otra realidad que forma el compuesto que llamamos ser humano, es
de naturaleza material y pertenece, por lo tanto, al mundo sensible, donde habitan las
cosas cambiables, mortales y caducas. Éste es la raíz de todo mal, porque crea
necesidades al alma y le impide buscar la verdad. Es el origen de los amores alocados,
5
Sólo se corrompe lo que está compuesto de partes.
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las pasiones, las enemistades, las discordias (que impulsan a las guerras), los temores,
las enfermedades... así como de las distintas ignorancias. Así pues, queda claro que
para Platón el cuerpo no es el receptáculo adecuado para el alma, antes al contrario: es
su tumba y su cárcel (un lugar de expiación). Mientras tengamos cuerpo estamos como
muertos, porque somos fundamentalmente alma, y mientras ésta se halle en un cuerpo
está como en una tumba. El cuerpo es una pesada carga de la que tiene que liberarse
poco a poco (purificación) para poder acceder a la contemplación de las Ideas.
El alma es superior al cuerpo; es quien lo anima y mueve, ya que éste es de por
sí inanimado (sin vida). La vida humana comienza cuando el alma cae al cuerpo
transmitiéndole, así, la vida. En Fedro, un diálogo, Platón explica en forma de mito la
causa del descenso de las almas hasta los cuerpos:
Originariamente las almas están próximas a los dioses y en compañía de éstos vivían
una vida divina. Platón describe la cabalgata celeste de las almas como una serie de carros
tirados por caballos alados, que avanzan velozmente con movimiento circular por las once
esferas de los cielos, precedidos de los dioses. Su meta consiste en llegar periódicamente, junto
con los dioses, a la cumbre del cielo: lo suprasensible (el mundo de las Ideas) o, como lo llama
Platón, la «Llanura de la Verdad». En el mito aparece el alma como un carro alado tirado por
dos caballos y conducido por un auriga (conductor). Los dos caballos de las almas humanas
pertenecen a razas distintas: uno es bueno y dócil (el de color blanco) y el otro malo y
desobediente (el de color negro), por lo que se hace difícil conducirlos al auriga. Para nuestras
almas resulta una empresa difícil llegar a contemplar el Ser (las Ideas), que está más allá del
cielo, y apacentarse en la «Llanura de la Verdad», sobre todo a causa del caballo negro (de raza
malvada) que tira hacia abajo. Ocurre por ello que, a veces, algunas almas llegan a contemplar
el Ser (mundo de las Ideas) y continúan viviendo junto a los dioses, mientras que otras no llegan
a alcanzar la «Llanura de la Verdad» porque se amontonan, se apiñan y, sin lograr ascender por
la cuesta que conduce hasta la cumbre del cielo, chocan entre sí, se pisotean, ... iniciándose una
riña en la que se rompen las alas y, al perder la capacidad de sustentación, estas almas caen a la
tierra y quedan encarceladas en un cuerpo, y se inicia la vida humana.
Queda claro, pues, que la unión cuerpo-alma es un estado accidental y
transitorio, como la unión de un jinete y su caballo o un piloto y su nave. Y no sólo se
trata de un estado accidental, sino también, y más radicalmente, antinatural, porque el
lugar propio (natural) del alma es el Mundo suprasensible de las Ideas, y su actividad
más propia (natural) la contemplación de las mismas. De ahí que mientras el alma
permanezca unida al cuerpo su tarea fundamental sea purificarse (para que «le vuelvan
a salir las alas») que es tanto como oponerse al cuerpo y sus demandas, que es de donde
vienen todas las impurezas.
¿Cuál es el significado de la descripción que Platón hace del alma como un carro
alado tirado por dos caballos y conducido por un auriga? El radical dualismo
antropológico, descrito por Platón, que no reconoce al alma más función esencial que
el conocimiento racional, mientras que atribuye al cuerpo todas las tendencias
perturbadoras y conflictivas (pasiones, deseos, placeres...). Los deseos, las tendencias y
las pasiones son también fenómenos psíquicos (mentales) y no solamente corporales. El
conflicto, por tanto, no es exclusivamente cuerpo-alma, sino un conflicto interior, del
alma consigo misma. Platón se dio cuenta de esto, y por eso adoptó una concepción más
compleja del alma, distinguiendo en ellas tres partes. Estas tres partes, que debemos
entenderlas como funciones (es decir, como actividades particulares) y no como partes
materiales, son:
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Tema 3: “La Filosofía de Platón”
1. ALMA O PARTE RACIONAL (RAZÓN). Representada en el mito por el auriga
(conductor). Es la parte más noble y elevada. Su actividad principal consiste en
contemplar las Ideas y en guiar y dirigir a las otras dos partes. Se sitúa o localiza
en el cerebro. Es inmortal.
2. ALMA O PARTE IRASCIBLE (ÁNIMO). Representada en el mito por el caballo
bueno, dócil y hermoso, que se deja conducir con facilidad. Simboliza el valor,
la fortaleza y la voluntad; es la fuente de las pasiones o tendencias nobles que
hay en todo hombre (valor, esperanza, ambición, docilidad...). Está localizada en
el tórax. Al ser una función anímica relacionada con el cuerpo, se trata de una
parte mortal del alma.
3. ALMA O PARTE CONCUPISCIBLE (APETITO). Representada en el mito por el
caballo negro, malo, feo, pesado y contrahecho, difícil de guiar. Simboliza los
deseos y pasiones sensibles desmesurados; es la fuente de los apetitos groseros
(el sensual) y de los instintos (como el de conservación) que arrastran al hombre
hacia los placeres corpóreos. Está localizada en el abdomen y también es mortal.
D) El destino último del alma.
Platón aborda la cuestión del
destino de las almas en el «Mito de
Er», expuesto en el libro X de
República. Tras la muerte (alma
separada/liberada del cuerpo) el
alma se somete a juicio ante las
diosas Moiras (diosas del destino).
Caben dos opciones:
1. Si ha llevado una vida
sensitiva y desordenada, las
diosas le indican que tiene
que elegir un nuevo cuerpo
en el que encarnarse. En esta
elección reside un gran
peligro para el hombre: muchos eligen un destino que les parece radiante, y
luego pueden comprobar que es algo terrible. En todo caso, como la decisión es
nuestra, somos nosotros, y no los dioses o el destino, los responsables de lo que
hagamos. Lo importante es que la razón domine las pasiones y así pueda, en
sucesivas encarnaciones, llegar a la contemplación de la verdad (Ideas).
2. Si, por el contrario, ha llevado una vida racional y ordenada, su premio será
permanecer feliz en el mundo de las Ideas. Con todo, el premio ultraterreno tiene
una duración limitada6. Quizá por influencia de la mística pitagórica del número
diez, Platón mantiene que la vida ultraterrena de las almas duraría un máximo de
mil años, esto es, diez veces más del tiempo máximo que otorgaba a la vida
terrena (cien años). Una vez transcurrido estos mil años, las almas deben volver
a encarnarse.
6
Queda claro, pues, que para los griegos el ciclo temporal del desenvolvimiento de la Physis es
eterno, circular (no tiene principio ni fin).
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Tema 3: “La Filosofía de Platón”
7. ÉTICA Y POLÍTICA PLATÓNICAS.
7.1. La Ética en Platón.
A) Platón frente a los sofistas: virtud y felicidad.
El fundamento de la ética platónica es, sin duda, la doctrina moral de Sócrates,
centrada en el cultivo y cuidado del «hombre interior» y en la convicción de que los
conceptos morales pueden ser fijados racionalmente mediante definiciones rigurosas.
Platón radicaliza esta convicción socrática, atribuyendo a estos conceptos morales (la
justicia en sí, la bondad en sí…) el estatuto de Ideas, cuya realidad y validez objetiva es
independiente de las opiniones que cada cual pueda tener acerca de ellas.
Si el hombre es esencialmente su espíritu, su alma, es lógico que la virtud
(excelencia) haga referencia específica al conocimiento, a la sabiduría. No obstante,
Platón se hace cargo radicalmente de que el hombre no es una inteligencia pura, sino
que consta de un alma unida a un cuerpo material, que busca el placer, por lo que la
virtud tendrá también a éste como referente. El planteamiento sofístico, según Platón, es
erróneo porque parten de una concepción sesgada de la naturaleza humana, ya que se
olvida de su elemento fundamental, la razón, concluyendo así que la virtud (excelencia)
consiste en el dominio del más fuerte y la búsqueda del placer, puesto que son las únicas
dos leyes morales de carácter natural.
Platón mantiene que solamente un hombre virtuoso (excelente) puede ser feliz.
Esta vida feliz se conseguirá armonizando, en una vida virtuosa, placer y sabiduría. La
realización de esta mezcla armoniosa y medida de placer y sabiduría es labor de la
razón, que es la verdadera esencia del hombre y, por lo tanto, la que debe regir su
conducta. Y lo debe hacer porque es ella la que es capaz de contemplar (conocer) la
Idea de Bien que es norma suprema y objetiva de toda ordenación moral.
Así pues, para Platón, la virtud, es decir, la actividad excelente del alma, consiste,
fundamentalmente, en dos cosas:
1. LA VIRTUD COMO ARMONÍA. El alma virtuosa es aquella en que conviven
armónicamente sus tres partes, como resultado del sometimiento de las otras dos
a los dictados de la razón.
2. LA VIRTUD COMO PURIFICACIÓN. Para Platón, el alma no pertenece a este
mundo, que es un lugar de tránsito porque ella, por su naturaleza, es semejante a
las Ideas. La virtud, por lo tanto, tiene un sentido ascético 7 y de catarsis, cuya
función consiste en reprimir las pasiones inferiores y en purificarse, para ir
desprendiendo el alma del cuerpo, preparándola para el retorno al estado feliz
primitivo de contemplación de las realidades del mundo inteligible (Ideas):
«Purificarse es separar lo más posible el alma del cuerpo, acostumbrar
al alma a dejar la envoltura del cuerpo para encontrarse a sí misma».
Platón, Fedón
7
La ascética es una forma de vida que consiste en un continuo perfeccionamiento espiritual, cuya
finalidad es la mística: la unión inefable del alma con la divinidad por el amor.
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B) Clasificación de las virtudes.
Platón clasifica las distintas virtudes en conformidad con su concepción tripartita
del alma humana encarnada en un cuerpo.
La virtud fundamental es la JUSTICIA, una virtud general que comprende todas
las demás, tanto en el orden individual como en el orden social. En el orden individual,
la justicia será el ordenamiento adecuado (armónico) de las tres partes del alma. Tal
ordenamiento tiene lugar cuando cada parte del alma ejerce la función que le
corresponde y posee la virtud que le es propia. ¿Cuáles son éstas?
1. La FRÓNESIS (prudencia, cautela, precaución, ...) y la SABIDURÍA son las
virtudes propias del ALMA RACIONAL (lo más divino que hay en el hombre),
cuyas funciones son:
A.
B.
Ordenar la vida práctica, eligiendo la conducta que debemos hacer.
Ordenar los pensamientos, haciéndonos huir de la dóxa.
2. La ANDREÍA (fortaleza y valor) es la virtud propia del ánimo (ALMA IRASCIBLE),
cuya función fundamental es mantener con firmeza (sobreponiéndose al
sufrimiento y al dolor) los dictados de la razón, sacrificando los placeres por el
cumplimiento del deber.
3. La SOFROSÍNE (templanza) es la virtud propia del ALMA CONCUPISCIBLE, cuya
función fundamental consiste en poner orden, armonía y, sobre todo,
moderación a nuestros deseos y pasiones, mediante la obediencia a la razón.
Dice Platón, en el Fedón, que se trata de un cierto aprendizaje de la muerte
(liberación de las cadenas -deseos- del cuerpo).
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7.2. El orden político.
Platón concede a la ciencia política una gran importancia y muestra de ello son
los diálogos que dedica a ella: República, Leyes, Político. Pero no sólo fue un teórico
de la política, sino que a lo largo de su vida realizó esfuerzos prácticos por llevar a cabo
el ideal político que tenía en mente.
La teoría política de Platón se asienta en los siguientes principios fundamentales:
A) La correlación entre el alma y el Estado.
A los griegos les resulta difícil concebir al ser humano en estado de aislamiento.
Para vivir humanamente y conseguir su perfección material y espiritual el ser humano
necesita la ayuda y colaboración de sus semejantes. Por eso, el ser humano es un animal
esencialmente social, que encuentra en la agrupación con sus semejantes el
complemento indispensable para atender sus necesidades. Platón considera que tres son
las necesidades básicas de los ciudadanos:
1. Se hacen necesarios los servicios de todos aquellos que satisfacen nuestras
necesidades materiales (alimento, vestido, vivienda...)
2. Se requieren los servicios de algunos hombres que se dediquen a la custodia y
defensa de la ciudad.
3. Es necesario el esfuerzo de unos cuantos hombres que sepan gobernar de
manera adecuada.
Por consiguiente, surgen en la ciudad tres estamentos, grupos o clases sociales
con división de funciones y de trabajo, según las necesidades de los ciudadanos. La
polis posee la misma estructura tripartita que el alma. Los seres humanos que
compondrán cada estamento son los más aptos para cubrir cada necesidad según la capa
anímica que predomine en su estructura psíquica (es decir, según sus dotes naturales),
circunstancia que se conoce en el proceso selectivo que sufren todos los individuos de la
polis en el período que dura su educación. Los grupos sociales son tres:
1. Campesinos, artesanos y comerciantes, o sea, los PRODUCTORES, cuya función u
oficio es satisfacer las necesidades materiales de todos los ciudadanos. Este
primer estamento estará constituido por aquellos hombres en los que predomina
el aspecto concupiscible del alma. La riqueza y los bienes producidos por ellos
no deben ser demasiado escasos ni demasiado elevados. Pueden tener
propiedades y familia propia (mujer e hijos).
2. Los GUARDIANES, cuya función es la vigilancia y defensa de la ciudad: no sólo
los peligros que provengan del exterior, sino también aquellos que procedan del
interior, es decir, cualquier conflicto que se de entre los ciudadanos. Este
segundo estamento estaría constituido por hombres en los que predomina la
fuerza irascible (volitiva) del alma, es decir, hombres que “se parecen” a los
perros de raza noble, dotados al mismo tiempo de mansedumbre y de fiereza.
3. Los GOBERNANTES, cuyas funciones son legislar, velar por el cumplimiento de
las leyes, organizar la educación y administrar la ciudad. Este último estamento
está constituido por aquellos hombres en que predomina el alma racional que
equivale al cerebro o inteligencia de la ciudad. Por ser estos hombres los únicos
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que acceden al conocimiento de las Ideas, en cuya cúspide se encuentra la Idea
de Bien, norma de todo buen gobierno, mediante la dialéctica 8, son los
encargados de gobernar. Y como los que acceden al conocimiento de la
dialéctica son los filósofos, los gobernantes deben ser filósofos.
Tanto los guardianes como los gobernantes no tendrán bienes propios, sino que
vivirán a sueldo de la comunidad como servidores suyos. Tampoco tendrán casa
propia, y las mujeres e hijos serán comunes a todos. Estas prescripciones que
aparecen en la República constituyen un auténtico comunismo de bienes,
mujeres e hijos para estos miembros de las clases superiores. Tan alta es su
misión de servicio al Estado que no pueden verse impedidos por otros asuntos:
el bien privado debe transformarse en bien común.
B) La educación de las clases dirigentes de la pólis.
Platón, como los griegos en general, piensa que la finalidad fundamental del
Estado es de carácter moral: promover la virtud y la justicia, tanto a nivel individual
como socialmente, porque solamente así se conseguirá una vida feliz. Con una
concepción tan fuertemente “moralizante” del Estado no tiene nada de particular que
Platón conceda una importancia fundamental a la educación, pues de ella depende que
se alcance el ideal de la comunidad social. La ciudad perfecta debe tener una educación
perfecta. En la República organiza la educación en dos niveles:
1. Nivel primario: común a todos los ciudadanos. La educación se lleva a cabo
mediante la gimnasia y la música, en sentido amplio: la música incluye también
el arte y la poesía. Por medio de ambas disciplinas se pretende educar no sólo el
cuerpo sino también el carácter, inculcando en los ciudadanos hábitos y
opiniones correctas. Este nivel se prolonga hasta los 20 años, donde se hace una
selección.
2. Nivel superior. En él se encuentran los que “pasan el corte”. Se prolonga desde
los 20 a los 35 años. Este segundo nivel se desarrolla en dos etapas:



Primera fase. Tras el nivel primario, los mejor dotados moral e
intelectualmente prosiguen su formación otros diez años más estudiando de una
manera más profunda disciplinas propedéuticas útiles para el arte de la guerra:
lógica, aritmética, geometría plana, astronomía... esto es, el estudio detallado y
progresivo de las matemáticas en sus distintas ramas.

Segunda fase. A los 30 años se hace otra selección y los más aptos prosiguen
su preparación para funciones elevadas. Todos los conocimientos anteriores no
llegan todavía a la categoría de ciencia perfecta, pues a los guerreros les basta con
llegar al grado de conocimiento de la diánoia.
 Los más aptos dedicarán otros cinco años al estudio de la dialéctica y la teoría de
las Ideas, cumbre de todo ciclo de la formación intelectual. En este momento ya se
podrán ejercitar cargos administrativos secundarios, pero todavía tendrán que
esperar a cumplir 50 años antes de llegar, finalmente, a la categoría de arcontes
perfectos. Estos individuos gobernarán la ciudad por turnos. El tiempo que estén
libres de sus funciones de gobierno lo dedicarán al estudio de la filosofía. Este
aprendizaje de los 35 a los 50 años era el más difícil, porque supone reemprender
los contactos con la realidad sensible, en el desempeño de los cargos oficiales, tras
8
Ciencia suprema que conduce a la comprensión de las últimas verdades de la realidad.
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el encuentro con la dialéctica. La finalidad de la educación del político-filósofo
consistía en llegar a conocer y contemplar la Idea de Bien, con el objetivo de
implantar más tarde el propio bien en la realidad social.
C) Principio de especialización funcional: la justicia en el Estado.
Platón insiste en la unidad ético-política, por lo que la justicia en la ciudad y en
el individuo consistirá básicamente en lo mismo. La justicia en el Estado se realiza
cuando cada uno de los grupos sociales realiza la función u oficio que le corresponde y
la realiza de modo adecuado, esto es, según la virtud que le es propia. Así, habrá
justicia en la polis cuando:
1. En los productores prevalece la virtud de la templanza (sofrosíne), esto es:
ponen orden y moderación a los placeres, obedecen a las clases superiores y
aceptan el orden social.
2. En los guardianes prevalece la virtud de la fortaleza (andreía), esto es,
mantienen con firmeza los dictados de la razón sacrificando el placer y
sobreponiéndose al dolor y el sufrimiento.
3. En los gobernantes prevalece la prudencia (frónesis) y la sabiduría,
ordenando la vida práctica en la polis conforme a normas objetivas que emanan
del conocimiento de la Idea de Bien (norma suprema de todo buen gobierno).
El fin de la justicia en la sociedad perfecta e ideal es garantizar el bien de todos;
por ello tanto las múltiples leyes como la acción de los gobernantes tienen que estar
orientadas al bien de la colectividad, por encima de los intereses individuales.
De acuerdo con la filosofía platónica, a la razón corresponde, por naturaleza,
gobernar, tanto en el individuo como en el Estado. Desde el punto de vista político, esto
configura un Estado ideal (utópico) que puede definirse como el Gobierno de los
sabios. Toda la teoría política de Platón se centra en esta convicción:
«“Los males de los hombres no tendrán fin hasta
que los filósofos se hagan gobernantes o los
gobernantes se hagan filósofos” »
Platón sistematizó en República la diversidad de regímenes políticos conocidos
en su tiempo. Los regímenes van degenerando (cuando el alma racional pierde su
predominio y prevalecen las partes inferiores) a partir del más perfecto, la monarquía,
aristocracia9, hasta terminar en la tiranía10, que es el peor de todos, pasando por la
timocracia11 o timarquía, la oligarquía12 y la democracia13.
9
Gobierno de los mejores (los filósofos).
Gobierno del demagogo más hábil (el sofista, el embaucador). Demagogo es aquella persona
que engaña al pueblo afirmando que apoya sus intereses, cuando en realidad lo que hace es utilizar a la
gente para satisfacer sus ambiciones personales.
11
Gobierno de los que poseen un grado determinado de riqueza.
12
Gobierno de los que poseen las riquezas (los productores).
13
Gobierno del pueblo, de las mayorías, tras rebelarse contra los oligarcas.
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8. VOCABULARIO BÁSICO:
1) Alma: realidad de naturaleza inmortal que, provisionalmente, se alberga en el
cuerpo humano, y que es la base de las actividades vitales del ser humano (alma
concupiscible), de su energía y fortaleza (alma irascible) y, sobre todo, de su
actividad racional (alma racional).
2) Antropología: reflexión filosófica acerca de la naturaleza o esencia humana.
3) Aristocracia: término que, etimológicamente, significa “gobierno de los
mejores”. Platón lo consideró el régimen de gobierno ideal por ser el más justo y
perfecto. En su modelo político, es identificado con la dirección de la sociedad
por parte de los filósofos-reyes, es decir, aquellos sabios que han llegado al
conocimiento máximo de las Ideas.
4) Artes: en ocasiones Platón utiliza este término para referirse a aquellos saberes
que tratan de los objetos matemáticos y emplean la razón discursiva ( dianoia ):
la geometría, la astronomía, la aritmética e, incluso, la música. Tales saberes son
inferiores a la ciencia o noesis, que tiene por objeto a las Ideas, pero son
superiores a la mera opinión ( doxa ), que tiene por objeto el mundo sensible.
5) Bien, Idea de: en La República la Idea de Bien aparece en la cúspide de las
Ideas y se llega a ella a través de un proceso de ascensión dialéctica. Es la Idea
suprema y la que da unidad al mundo inteligible. La razón de por qué es la Idea
suprema se debe a que es aquélla de la que participan todas las demás, y la que,
por lo tanto, sirve de fundamento a todo lo demás. Esto es así porque la Idea de
Bien expresa aquello que hace a todas las Ideas ser Ideas: que son perfectamente
determinadas, ordenadas. En ese sentido, las Ideas son “buenas”. La Idea de
Bien aparece así, no como una realidad más del mundo inteligible, sino como el
ser, la esencia y fundamento de toda Idea.
6) Belleza, Idea de: además de la Idea de Bien, es una de las Ideas supremas que
constituyen el mundo inteligible. De ella, por “participación”, adquieren su
belleza las cosas que llamamos “bellas”. La Belleza, como se refleja en El
Banquete, constituye el objetivo del amor ( eros ), y es la meta a la que está
destinada el alma racional, y cuya contemplación proporciona la felicidad
completa. Platón, además, distingue entre la belleza de los objetos y cuerpos
físicos, y la belleza de las normas e Ideas; a éstas última se accede partiendo de
aquéllas en un proceso de ascensión dialéctica que tiene en el amor su principal
agente.
7) Conjetura o imaginación ( eikasía ): consiste en el conocimiento indirecto de
las cosas y objetos sensibles a partir de sombras, representaciones pictóricas o
escultóricas, imágenes reflejadas, etc. Es la forma más baja y pobre de
conocimiento, la “menos plena” o más alejada de la verdad. En el “mito de la
caverna” aparece simbolizado por el conocimiento de las sombras que tienen los
prisioneros cuando están atados dentro de la caverna.
8) Conocimiento inteligible ( o episteme: ciencia ): es el conocimiento de lo
universal, de las realidades objetivas, absolutas y permanentes. Dentro de él,
Platón distinguió, a su vez, dos tipos: dianota o razón discursiva y noesis o
intuición intelectual.
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9) Conocimiento sensible ( o doxa: opinión ): es el conocimiento de los objetos del
mundo físico, sensible. Se refiere a las entidades particulares, que nacen y
perecen, y que, por ello, no poseen auténtico ser. Por esta razón, es un
conocimiento pobre e inestable. Dentro de él, Platón distinguió, a su vez, dos
tipos: eikasía o conjetura, imaginación; y pistis o creencia.
10) Creencia ( o pistis): consiste en el conocimiento directo de las cosas y objetos
sensibles. En el “mito de la caverna” aparece representado por el conocimiento
que los prisioneros adquieren de las cosas reales que hay en el interior de la
caverna.
11) Demiurgo: el demiurgo es un dios artífice, un dios artesano, sabio y bueno, que
aparece descrito en el diálogo Timeo como una especie de mito verosímil que
permite explicar el origen del mundo sensible. Moldea y configura el mundo
sensible a partir de una materia caótica eterna tomando como modelo las Ideas.
El mundo así “creado” es concebido como una especie de ser vivo, dotada de un
alma, el Alma del Mundo.
12) Democracia: en la teoría política de Platón es un régimen de gobierno que
supone el gobierno del pueblo, entendiendo este último término en sentido
peyorativo. En la democracia, al ser todos libres, se cae en el gobierno
caprichoso e irracional de las masas, que no saben moderar sus apetitos ni dirigir
adecuadamente la sociedad. Platón siempre rechazó este tipo de gobierno porque
en él, sobre todo, se confunde la libertad con el libertinaje y la justicia con el
interés propio.
13) Dialéctica: Platón concibió la dialéctica de dos modos: como un método de
conocimiento y como la estructura propia de la realidad inteligible de las Ideas.
Desde la primera perspectiva, supone lo siguiente: buscamos lo que tienen en
común una serie de Ideas diversas situadas en un determinado nivel de la
jerarquía de las Ideas. Eso común constituye una síntesis de esa diversidad, que,
a su vez, es una nueva Idea, situada en un nivel superior de la jerarquía de las
Ideas. Una vez situados en este nivel, volvemos a repetir la operación. Y así
hasta alcanzar el ser, la esencia, de las Ideas. Este ser es la Idea de Bien, según
algunos diálogos, o la Idea de Uno, de Belleza o de Justicia, según otros. Este
proceso es el que denomina Platón “dialéctica ascendente”.
El proceso complementario al anterior es la denominada “dialéctica
descendente” ( o diáiresis). Consiste en que, una vez situados en la cúspide de
las Ideas, ir dividiéndolas de dos en dos hasta alcanzar una Idea determinada de
un nivel inferior. Esto nos dará definiciones precisas de cualquier Idea. (Así, por
ejemplo, podemos dividir todo lo que existe en corporal o no corporal. Todo lo
corporal puede ser dividido, a su vez, en animado e inerte. Todo lo animado
puede ser dividido, a su vez, en fijo al terreno o no fijo al terreno. Hecho todo
esto, podemos definir una planta como un “cuerpo, animado y fijo al terreno”).
Desde la segunda perspectiva, la dialéctica constituye, además, la
estructura de la realidad inteligible de las Ideas ya que es la que une o liga unas
Ideas con otras, dándoles coherencia y una estructura unitaria.
14) Dualismo: doctrina que explica cualquier realidad como la conjunción de dos
elementos diferentes. En el caso de Platón podemos hablar de tres tipos de
dualismos:
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-
un dualismo metafísico, que divide el mundo en dos ámbitos: el inteligible y el
sensible.
-
un dualismo ontológico, que divide lo que existe en dos tipos de realidades: las
cosas y las Ideas.
-
un dualismo antropológico, que entiende que el ser humano está compuesto por
dos elementos heterogéneos: cuerpo y alma.
15) Educación: la educación es muy importante, como lo fue para Sócrates, en
Platón. Sólo a través de ella se puede mejorar tanto a los ciudadanos como a la
propia sociedad. En Platón, además, implica una selección y formación con un
profundo sentido ético-político. De ella depende que se alcance el ideal de una
sociedad justa y feliz. La educación no proporciona ciencia al alma porque ésta
ya la posee de modo innato; sólo adiestra las facultades del ser humano para que
pueda ir ascendiendo desde lo sensible a lo inteligible, cuyo término es la Idea
de Bien.
16) Eros ( o amor ): Platón concibió al amor como un impulso o fuerza que empuja
al ser humano hacia la belleza: primero, hacia la belleza de los cuerpos y objetos
sensibles y, luego, hacia la perfección de la propia Idea de Belleza. Pero el amor
también es anhelo de plenitud y perfección y, por ello, también es un impulso
que nos mueve a conocer lo más perfecto y completo que existe: las Ideas.
17) Estado: es la organización de la polis, la constitución política de la sociedad. La
vida griega era esencialmente una vida comunitaria, vivida en el seno de la
ciudad- estado. Para Platón, el ser humano es por naturaleza un ser social y su
vida se completa en el contexto de la polis. No se puede desarrollar una vida
buena sino en un Estado que también sea bueno y justo. Hay un claro
paralelismo entre el hombre como individuo y el Estado, que existe para
satisfacer las necesidades humanas y para hacerle vivir una auténtica vida
humana.
18) Felicidad ( o eudemonía ): es el “placer racional”, de orden superior, que tiene
el que consigue captar la verdad de las Ideas. Es, por tanto, el bien al que aspiran
las almas amantes de la sabiduría y la belleza. Este tipo de felicidad no debe ser
confundido con los placeres de tipo corporal, que simplemente satisfacen los
apetitos. A nivel social, la felicidad es, además, el resultado de una organización
política justa y armónica. Por ello, podemos calificar a la ética y política
platónicas como “eudemonistas”, ya que persiguen obtener la felicidad y
describen los medios para conseguirlo.
19) Grados de conocimiento: para Platón, el conocimiento no es uniforme, sino que
varía en función del objeto o realidad conocida, que también son diferentes. De
ahí que establezca una jerarquía tanto ontológica como epistemológica, que
encabeza la episteme ( noesis y dianoia ) y termina en la doxa ( pistis y eikasía ).
20) Hipótesis: Platón denomina así a una verdad que se da por supuesta, de la que se
parte en un proceso de conocimiento. Básicamente, Platón pensó que las
llamadas “artes” ( aritmética, geometría y cosmología ) operan con este tipo de
supuestos en sus demostraciones y, por ello, la hipótesis nunca es demostrada,
nunca deja de ser supuesta. De ahí que la dianoia ( o pensamiento discursivo ),
que es el tipo de conocimiento que opera mediante hipótesis, sea una forma de
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conocimiento inferior al que proporciona la dialéctica, que sí demuestra y define
precisamente sus objetos de conocimiento: las Ideas. Por eso, la dianoia no es
una ciencia completa, sino sólo un “arte”, un trabajo racional bien hecho con
objetos abstractos.
21) Ideas: Platón designa con el término “Ideas” o “Formas” a las entidades que
constituyen el mundo inteligible. Tales entidades son inmateriales y de
naturaleza inteligible o racional, es decir, sólo pueden ser captadas a través del
nous – el entendimiento, la parte racional del alma -, pero no a través de los
sentidos. Se caracterizan, además, por ser universales (cada Idea es una especie),
eternas, simples e inmutables. En las Ideas reside el Ser, entendido como esencia
de las cosas; por ello, las Ideas constituyen la auténtica realidad, de la cual el
mundo sensible no es más que una imitación, una copia imperfecta. Las Ideas
están jerarquizadas: en la cúspide está la Idea de Bien ( por ser lo que tienen en
común todas las Ideas ), aunque, en otros diálogos diferentes a La República, es
sustituida por la Idea de Uno, de Belleza o de Justicia.
22) Intuición intelectual ( o noesis ): forma de conocimiento superior que supone la
captación, directa e inmediata, de las Ideas y su estructura jerarquizada.
Presupone el uso, como método de conocimiento, de la dialéctica y no tiene un
carácter hipotético, sino plenamente objetivo y necesario pues da razón de las
causas últimas de toda la realidad.
23) Mundo inteligible: dimensión ideal e inmutable de lo real que no puede ser
percibida por los sentidos, sino sólo comprendida y captada por la inteligencia o
razón (de ahí el adjetivo “inteligible”: “lo que se intelige o comprende por el
intelecto, la razón).
24) Mundo sensible: dimensión material y cambiante de lo real que podemos
conocer mediante los sentidos (de ahí el adjetivo “sensible”: “lo que es
percibido por los sentidos). Se corresponde con lo que, habitualmente, llamamos
“mundo” o “naturaleza”.
25) Imitación: forma de relación establecida por Platón entre lo sensible y lo
inteligible a la hora de solucionar el problema de la interacción entre los dos
ámbitos de la realidad. Desde este punto de vista, las ideas son los modelos o
paradigmas de las cosas concretas, siendo aquéllas únicas para cada especie de
cosas existentes, que son múltiples y corruptibles. Fue desarrollada por Platón,
sobre todo, en su diálogo Timeo, recurriendo a la figura del demiurgo como
agente que constituye lo sensible contando con la materia y el modelo de las
Ideas.
26) Justicia: para Platón, es la virtud por excelencia. Pero tiene un doble sentido:
por un lado, es una virtud del alma; en este caso la justicia se da cuando cada
parte del alma cumple adecuadamente con su función y, por tanto, se atiene a su
virtud específica: esto sucede cuando en la parte racional del alma se da la
sabiduría o prudencia, en la irascible el valor o fortaleza, y en la concupiscible la
moderación o templanza. En segundo lugar, la justicia es una virtud que se da en
el Estado, en la polis, y supone el objetivo a alcanzar. Se produce cuando cada
clase social cumple adecuadamente con su cometido, con su virtud específica:
cuando los gobernantes son sabios, los guardianes valerosos y los productores o
comerciantes son moderados en sus deseos.
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27) Mito del carro alado: explicación metafórica que Platón desarrolla en su diálogo
Fedro con el objeto de hacer comprensible su concepción tripartita del alma y,
de paso, ilustrar la complejidad propia del psiquismo humano, en el que se
produce un conflicto o tensión entre razón, voluntad y deseo. Además, como le
ocurre a todas las explicaciones míticas utilizadas por Platón, tiene otras
posibles lecturas o interpretaciones, como la antropológica y la ética y está
relacionado con su teoría política.
28) Mito de Er: narración metafórica que aparece al final de La República. En ella
se cuenta cómo al alma de Er se le permite separarse del cuerpo en vida de éste
para que pueda contemplar lo que le espera en el otro mundo. De ese modo, Er
contempla cómo las almas son reunidas en una gran explanada para ser
juzgadas. A las que han sido justas se les premia permitiéndoles ascender al
cielo, donde reciben todo tipo de bienes durante un tiempo proporcional a sus
buenas acciones. Las que han sido injustas son condenadas a un submundo bajo
tierra donde son atormentadas. Aquellas almas que ya han disfrutado de su
recompensa o cumplido su castigo también son reunidas para que elijan el nuevo
cuerpo en el que quieren reencarnarse. Dado que, de esa elección va a depender
tanto su felicidad en la tierra como en el más allá, es fundamental saber elegir
bien, tarea a la que ayudará la filosofía.
En definitiva, Platón recure a este mito para, entre otras cosas, explicar por qué y
cómo se produce el ciclo de las reencarnaciones, un elemento fundamental en su
concepción inmortal del alma que tomó prestado de la tradición órficopitagórica.
29) Mito la caverna: narración metafórica que Platón expone en La República y
cuyo objetivo es ilustrar la situación en la que se halla inmerso el ser humano,
preso del mundo aparente, del mundo sensible. Es el mito platónico más rico y
complejo por suponer una eficaz aproximación al núcleo esencial de su
pensamiento: la Teoría de las Ideas y su teoría del conocimiento.
30) Oligarquía: forma de gobierno deficiente e injusta en la que ostentan el poder
unos pocos, los ricos, que gobiernan movidos por la pura ambición de riqueza.
31) Participación: forma de relación establecida por Platón entre lo sensible y lo
inteligible en la que se concibe a las Ideas como modelos, causas y criterios de
valoración de las cosas sensibles, siendo aquéllas trascendentes a las propias
cosas. Esto supone que los objetos del mundo sensible son lo que son en función
de que participan, en mayor o menor grado, de su Idea correspondiente. La
noción de participación es fundamental en la filosofía platónica, aunque el
mismo Platón, en sus diálogos Parménides y El Sofista, señaló sus dificultades,
intentando solucionarlas. Aristóteles también insistió en la crítica a la
participación como dificultad radical para la credibilidad de la Teoría de las
Ideas.
32) Reminiscencia ( o anamnesis ): Platón defendió la tesis de que los seres
humanos poseemos conocimientos innatos, no aprendidos, aun cuando éstos
permanezcan ocultos, olvidados. La explicación que da Platón de este hecho
(explicación mítico-religiosa ) es la siguiente: el alma es eterna y de la misma
naturaleza que las Ideas, por ello ha podido contemplarlas y conocer el auténtico
ser de las cosas, la auténtica realidad. Pero, al “caer” en el mundo sensible,
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olvida tales conocimientos. En consecuencia, conocer será, desde esta
perspectiva, recordar, hacer explícito lo implícito, esclarecer los contenidos de la
memoria a través del cultivo de nuestra faceta racional.
33) Razón discursiva ( o dianoia ): es el modo de conocimiento propio de lo que
Platón , en algunos diálogos, llama “artes”, que serían, básicamente, la
geometría, la aritmética y la astronomía. Este tipo de conocimiento se
caracteriza por lo siguiente:
-
parte de hipótesis (tales como que existen tres tipos de ángulos, que los números
han de ser pares o impares, etc.) para deducir, a partir de ellas, una serie de
conclusiones.
-
utiliza en sus demostraciones figuras de imágenes sensibles aunque éstas se
refieran a objetos inteligibles o abstractos. Así, por ejemplo, se necesita trazar, o
imaginar físicamente, un ángulo para poder llegar a la conclusión de que existen
tres tipos de ángulos; o se necesita operar sobre la figura de un triángulo para
poder concluir que su área es igual a su base partida por su altura, etc.
34) Símil de la Línea dividida: narración que aparece en La República y en la que
Platón parte de una línea dividida en cuatro segmentos para ilustrar que, con
respecto a los diferentes tipos de realidad existentes, también hay diversos
grados o niveles de conocimiento: conjetura o imaginación, creencia, razón o
pensamiento discursivo y razón intuitiva o intuición intelectual.
35) Timocracia: forma de gobierno que supone, para Platón, la primera
degeneración del Estado perfecto. En ella, el gobierno está en manos de los
“amantes del triunfo y del honor”, de los que ambicionan los honores y
desconfían de los sabios ya que basan su gobierno en virtudes militares.
36) Transmigración ( o metempsicosis): viaje obligado a través de diversos cuerpos
( de hombres y animales ) al que fueron condenadas las almas hasta encontrar su
purificación y conseguir, por tanto, su retorno al ámbito de las Ideas.
37) Tiranía: forma de gobierno absolutamente injusta en la que el gobierno está en
manos de aquellos que, movidos por el puro afán de poder y aprovechando la
inestabilidad de una crisis democrática, imponen sus criterios de forma cruel y
arbitraria. Para Platón es la peor forma de gobierno por ser la más irracional y
surgir del afán de seguridad de los que han confundido libertad y libertinaje.
38) Virtud: en Platón este término consolida el sentido moral que ya adquiriera en el
planteamiento de Sócrates. Supone la actividad propia del alma por la que el ser
humano consigue la armonía y equilibrio entre los tres tipos de alma. La virtud
constituye tanto la armonía individual como la armonía social y, por ello, se la
identifica, fundamentalmente, con la justicia.
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