La formación de lotes en la subasta de bienes inmuebles Antonio Evaristo GUDÍN RODRÍGUEZ-MAGARIÑOS Doctor en Derecho. Secretario del Juzgado Central de Instrucción núm. 6 Diario La Ley, Nº 7996, Sección Doctrina, 8 Ene. 2013, Editorial LA LEY LA LEY 19049/2012 Se viene discutiendo en los últimos años la procedencia de la diligencia de formación de lotes en la subasta de bienes inmuebles, destacándose las dificultades que puede implicar tal diligencia al entrar en conflicto con el principio de especialidad que rige en materia registral. En el presente estudio se pretende justificar, que si bien son muchas las dificultades que conlleva la subasta de lotes de bienes inmuebles, en determinados supuestos la formación de lotes se hace estrictamente indispensable para llevar a buen término la subasta. I. LA REGULACIÓN EN LA LEC DE LA DILIGENCIA DE FORMACIÓN DE LOTES DE BIENES La Ley de Enjuiciamiento Civil estableció como antesala de la subasta la diligencia de formación de lotes, diligencia que aunque desconocida en el orden civil se hallaba prevista anteriormente en el art. 261.3 del Texto Articulado de la Ley de Procedimiento Laboral de 1990. Sin embargo, la lógica de la formación de los lotes se entronca en una práctica inveterada de los tribunales, en la que éstos por razones de eficiencia —cuando no por mera comodidad a fin de evitar una letanía imposible de objetos subastados— admitieron la posibilidad de que una pluralidad de bienes fueran considerados conjuntamente dando lugar a un único remate para todos ellos. De este modo, nuestra vigente Ley de enjuiciamiento, en el art. 643 dentro de la sección 6.ª, capítulo IV, título IV, del Libro III, regula entre los actos de preparación de la subasta la fijación de lotes de bienes:1. La subasta tendrá por objeto la venta de uno o varios bienes o lotes de bienes, según lo que resulte más conveniente para el buen fin de la ejecución. La formación de los lotes corresponderá al Secretario Judicial, previa audiencia de las partes. A tal efecto, antes de anunciar la subasta, se emplazará a las partes por cinco días para que aleguen lo que tengan por conveniente sobre la formación de lotes para la subasta. El art. 643 prevé tres supuestos lógicos: — Un bien, un remate. — Varios bienes, varios remates. — Un lote de bienes, un único remate para el conjunto de los bienes. Siguiendo está sistemática cabría preguntarse, si sería posible una cuarta posibilidad lógica: un bien, varios remates. A mi modo de ver tal posibilidad está vedada por normas de orden público relativas al ejercicio de la actio communi dividundo. Esta facultad se anuda al núcleo duro del derecho de propiedad, siendo una facultad que sólo pertenece al propietario y que en tal sentido es inalienable (400 CC), irrenunciable ( art. 400 CC) e imprescriptible ( art. 1965 CC). Proceder de tal modo por el ejecutante, segregando una parte de una finca al objeto de obtener una realización parcial del bien subastado implicaría arrogarse por parte del ejecutante facultades que la ley no le confiere, al tratarse, como decimos, de facultades personalísimas no susceptibles de quedar afectadas en el curso de la ejecución ( art. 605 LEC). No cabe por tanto proceder a sacar a subasta una parte de un bien y otra no, por muy ventajoso que pueda resultar para el éxito de la subasta. Volviendo a la sistemática legal, se ha de señalar que hay una diferencia substantiva entre los dos primeros casos y el de formación de lotes. En la subasta de uno o varios bienes singularizados, dado que no se está produciendo una alteración de la individualidad de la cosa, no existe modificación de la realidad subyacente y por tanto no es preciso dar audiencia a las partes, ni hacer cuestión de un conflicto donde no existe. Por el contrario, cuando se pretenda un remate en su conjunto de los diversos bienes, se hace estrictamente necesario que aquéllas sean oídas, pues en tales casos se está vinculando el destino de unos bienes al de otros, y esto necesariamente afectará al desarrollo de la subasta (1) . En otros supuestos, la ley ordena que la enajenación de unos bienes inmuebles esté vinculada a la de otros —véase el caso de una unidad urbanística o una explotación agraria— (2) , no existiendo otra posibilidad que la de proceder a la formación de un único lote por mucho que los bienes puedan estar individualizados en fincas registrales independientes. En estos casos, no cabe dar audiencia a las partes para proceder a formar lotes toda vez que los bienes imperativamente deberán ser considerados como una universalidad. Pese a ello, como veremos, la problemática que se presenta en este tipo de subastas no es distinta que las que son objeto del presente estudio. II. PROCEDENCIA DE LA DILIGENCIA DE FORMACIÓN DE LOTES ¿Cómo decidir en qué supuesto estamos? La LEC sólo nos ofrece un concepto jurídico indeterminado: «lo que resulte más conveniente para el fin de la ejecución». Por su parte la vigente Ley Reguladora de la Jurisdicción Social en el art. 263.3 señala genéricamente que será procedente la venta de los bienes por lotes cuando se haga preciso «a fin de dotar a la subasta de mayor efectividad». ¿Que debe entenderse por tal eficacia o conveniencia? En principio, y sin perjuicio de los supuestos puntuales en el que la conveniencia de establecer lotes de bienes venga determinada por razones de comodidad —supuesto que entiendo que tampoco es descartable—, el supuesto prototipo de subasta por lotes es aquel en que las cosas embargadas, consideradas colectivamente, tengan un valor de afección propio superior a la suma de sus distintas individualidades. Es por esto, que tales previsiones han de ponerse en relación con otros preceptos de la propia ley que se refieren a la realización de una universalidad de bienes. En tal sentido el art. 592 LEC se refiere a estas universalidades cuando en su apartado 3.º señala: «También podrá decretarse el embargo de empresas cuando atendidas todas las circunstancias, resulte preferible al embargo de sus distintos elementos patrimoniales». Este precepto se encuentra estrechamente relacionado con lo dispuesto en los arts. 630 y ss. para la administración judicial, vinculación que se explica por el hecho de que difícilmente se podrá evitar la dispersión de los distintos elementos particulares de la empresa sin que se adopten una serie de medidas que permitan controlar la gestión de aquéllos. En todo caso, la administración judicial se presenta en muchos casos como una medida alternativa a la realización de los bienes, y en tal sentido, quizás, a la hora de proceder a formar los lotes, sería bueno también plantearse la conveniencia de otro tipo de medidas distintas de la realización forzosa. También dicha previsión guarda una relación directa como veremos con las limitaciones que para el embargo de bienes establecen los apartados 2 y 3 del art. 605. Estos preceptos excluyen el embargo de bienes en el supuesto de bienes accesorios que, o bien no sean alienables con independencia del principal, o bien carezcan por sí solos de contenido patrimonial. En tales supuestos queda excluida la posibilidad de formación de lotes al tratarse de una unidad corpórea por destino, debiendo ser considerados los bienes accesorios como un único bien adjunto a la cosa principal y no como un lote. En el ámbito administrativo el Reglamento General de Recaudación, concreta en el art. 99 los supuestos en que el órgano de ejecución estará facultado a distribuir los bienes en lotes: 1.Bienes de análoga naturaleza.Los bienes trabados podrán ser distribuidos en lotes, integrando en cada uno de éstos los que sean de análoga naturaleza, según sus características y el aprovechamiento o servicio de que sean susceptibles. La razón de ser de esta forma de proceder se explica por razones de economía procesal. Sería así el caso de la venta de géneros de comercio mayorista en que resultase conveniente proceder a su realización conjunta a fin de facilitar la labor de tasación de los bienes. 2.Bienes que considerados conjuntamente tengan un valor intrínseco,de modo que subastados conjuntamente, sea de prever una mayor concurrencia de licitadores. Ejemplo típico de lotes de bienes de este tipo sería el caso de una colección de sellos. Respecto de éstos cabría proceder a subastar la colección en su conjunto o fijar lotes de sellos según la serie a que se refieran o podrían también subastarse individualmente. Obviamente el resultado final de la subasta será muy diferente. Por el contrario cuando exista una norma que imponga imperativamente la enajenación conjunta de los bienes —véase el caso de una colección artística o científica— no estaríamos propiamente ante la enajenación de un lote de bienes, sino de un único bien constitutivo per se de una universalidad. Tal es el caso SAP Madrid, Secc. 25, de 18 de febrero de 2005, ponente LópezMuñiz Criado [LA LEY 40317/2005], la cual plantea la cuestión de la convocatoria de una subasta de unas acciones sin haber procedido a la previa formación de lotes. En la citada sentencia, se puso de manifiesto, que la formación de lotes carece de sentido cuando la enajenación de las acciones que constituían el lote no tenía otra finalidad que la asunción de una posición de dominio dentro de la sociedad. Señala en tal sentido la sentencia comentada: Si la indicada resolución decidió determinar un solo tipo de 3.606.072,63€ por la totalidad de las 11.925 acciones que serviría como base para la subasta, fue porque las agrupó en un único lote donde no se diferenciaba ni se ofrecía la venta individualizada según la clase de cada uno de los títulos, de modo que la postura debía ser por la totalidad de todas ellos. Esa circunstancia obligaba al potencial postor a ofertar el precio por todas las acciones, y no por algunas o parte de ellas, de modo que su expectativa de compra abarcaba el lote completo, comportándose a tales efectos como un bien único cuyo interés económico viene dado, precisamente, por adquirirse en bloque, en cuanto haciéndolo de esa manera puede reportar al adquirente un poder de decisión en la sociedad participada muy difícil de lograr si la oferta de venta se hace en varias agrupaciones pequeñas, de modo que la cantidad de dinero ofrecida por el comprador estará en consonancia con la base fijada para la subasta. Obviamente salvo en supuestos de indivisibilidad absoluta, supuestos excepcionales en los que no sea posible físicamente la división de las cosas, la divisibilidad de las cosas es siempre una cuestión muy relativa. En tal sentido, un libro puede ser dividido entre los folios que incorpora, pero obviamente lo que confiere su individualidad no es la suma de unos folios sino la finalidad práctica con la que son considerados. Este carácter relativo de la corporeidad de las cosas permite siempre cierto margen de discrecionalidad, pero precisamente es esta consideración la que da sentido a que las partes puedan ser oídas y puedan exponer la conveniencia o no de proceder a la venta del todo o de cada una de las partes en que el todo se integra. III. ADMISIBILIDAD DE LA FORMACIÓN DE LOTES EN LA SUBASTA DE BIENES INMUEBLES La cuestión más discutida de esta diligencia es la posibilidad de formación de lotes respecto de bienes inmuebles. Parece ser que dicha posibilidad no estaba en la mente del legislador. Así el art. 668 a la hora de definir el contenido de la subasta de inmuebles, si bien se remite al art. 646, habla tan sólo de la identificación de la finca entendida como una singularidad «expresándose en los edictos la identificación de la finca», omitiendo cualquier referencia a la posibilidad de que se saquen a subasta lotes de bienes inmuebles, circunstancia que por el contrario si se previene para la subasta de bienes muebles. Ahora bien, si ciertamente dicha diligencia está regulada en la sección correspondiente a los bienes muebles, se debe tener también presente la regla de supletoriedad establecida en el art. 655.2. Conforme a dicho precepto, en las subastas de los bienes inmuebles se aplicarán las normas de los bienes muebles salvo las especialidades de los artículos siguientes, por lo que se ha de entender que no existiendo norma alguna que en principio excluya tal posibilidad, no cabe eludir dicho trámite respecto de los bienes inmuebles. Debe tenerse en cuenta que la sección sexta referida a la subasta de bienes inmuebles no contiene un procedimiento acabado de cómo llevar a efecto la subasta, sino sólo especialidades respecto de la sección anterior, y es así, que en cuestiones tales como la cesión de remate, el destino de las consignaciones previas para tomar parte en la subasta o la notificación del señalamiento de subasta se acude con normalidad a lo dispuesto con carácter general para la subasta de bienes muebles. Parece claro en todo caso, que las razones de necesidad a que se exponen los bienes en uno y otro caso, no son distintas. Supongamos el caso de un campo de golf, en el que cada hoyo del campo constituya una finca registral independiente, ¿se podría atribuir un hoyo a cada rematante? Lo mismo cabe decir de un conjunto de parcelas de una urbanización en construcción, supongamos que se adjudica cada finca a un rematante distinto, ¿cómo llevar a efecto entonces el proyecto de urbanización? Por otra parte, ¿no podría dar lugar a maniobras torticeras por parte de tercero, quien para conseguir un rédito puramente especulativo, adquiera una de las parcelas con la única intención de negociar con la empresa constructora? Lo cierto es que si en determinados supuestos puede tener sus ventajas, la formación de lotes respecto de bienes inmuebles presenta también enormes dificultades. Para empezar como hemos visto el art. 669 LEC que se refiere al contenido de la subasta, si bien se remite al art. 646 LEC, sólo habla de la identificación de la finca y no alude para nada a lotes. A lo más indica que puede celebrarse la subasta sobre uno o varios bienes inmuebles. Pero aparte de estas ambigüedades de la norma, la formación de lotes sobre bienes inmuebles presenta enormes dificultades prácticas al tener difícil encaje con el principio especialidad que rige en materia registral. Cabe destacar entre otros los siguientes problemas: —La distribución de la responsabilidad entre cada una de las fincas a los efectos de la eventual distribución de sobrante. Un remate único para el conjunto de las fincas puede distorsionar el correcto entendimiento del principio de especialidad que rige en materia hipotecaria particularmente cuando se trate de cargas que no sean homogéneas. Sería el caso de bienes inmuebles que estuviesen afectados por cargas distintas, ¿cómo proceder a distribuir el sobrante si desconocemos el precio dado por cada una de las fincas agrupadas? Este mismo problema se presenta en el caso de la adjudicación de los bienes en pago de las deudas, reconocida en el art. 671, cuando sean distintas las responsabilidades a que estén afectos cada uno de los bienes. —La valoración de los bienes. Como ha quedado indicado, una de las razones de proceder a la formación de lotes es la existencia de un valor de afección de las cosas consideradas en su conjunto. El problema es que la tasación de los bienes es anterior a la formación de los lotes. Esto de suyo implicará o bien omitir la consideración de ese valor de afección en la tasación o en otro caso la realización de una tasación complementaria. —La fijación de los tipos de licitación. La falta de uniformidad de los tipos de licitación de las fincas agrupadas puede resultar también un impedimento para la aprobación del remate para el conjunto del lote. Tal es el caso de la vivienda habitual, en el que la ley exige un tipo de licitación distinto respecto de otras viviendas que no tengan esta consideración. Toda esta problemática se aborda muy especialmente en el AAP Barcelona, Secc. 16.ª, de 30 de abril de 2008, ponente Seguí Puntas [núm. 89/2008, Rec. 689/2007, LA LEY 49317/2008]. En dicha sentencia se resuelve en apelación la desestimación por el juzgado de instancia de la petición suscitada por el rematante por la que se solicitaba que por juzgado se procediese con posterioridad a la adjudicación del remate a distribuir el precio del remate entre las diversas fincas que habían sido adjudicadas en un solo lote. El caso enjuiciado se refería a un supuesto de hipoteca unilateral constituida por una empresa inmobiliaria sobre nueve diferentes fincas de su propiedad (concretamente, tres viviendas, cuatro locales y el 15% indiviso sobre otra finca que daba derecho a cinco plazas de parking, a razón de 3% por plaza), todo ello en garantía, hasta un máximo de cien millones de pesetas de principal y diez millones más para costas y gastos y con la finalidad de hacer efectivo con su importe el pago de las deudas que ostentaba la inmobiliaria frente a cuatro diferentes entidades de crédito. La escritura fijaba con toda precisión la responsabilidad hipotecaria de cada finca y establecía, para el caso de realización de los bienes, que el tipo que debía servir para la primera subasta judicial o extrajudicial sería el valor asignado a cada una de las fincas en la escritura constitutiva (art. 682.2, 1.º LEC). Sin embargo, la ejecutante, después de practicado el requerimiento judicial de pago al deudor y expedidas por los registros de la propiedad competentes las certificaciones de dominio y cargas prevenidas en el art. 688 LEC reclamó del Juzgado que «se saquen en un solo lote a subasta pública las fincas ejecutadas para favorecer su adjudicación a un solo adjudicatario y evitar su disgregación, habida cuenta de que hay pisos, plazas de parking y locales comerciales». El secretario del juzgado atendidas las razones de economía procesal, expuestas por el ejecutante, al tratarse todos aquellos de inmuebles sitos en la misma comunidad, acordó que «los bienes embargados [sic] se sacarán a pública subasta en un solo lote atendiendo a la naturaleza homogénea de los bienes». Celebrada la subasta se aprobó el remate de las fincas a favor de la sociedad ejecutante, sin hacer alusión alguna a la distribución de la garantía hipotecaria entre las diferentes fincas. Un testimonio de ese auto fue presentado ante los registros de la propiedad para su inscripción, el cual motivó sendas calificaciones negativas de los registradores concernidos en atención a los siguientes motivos: «1) a la indefensión para los acreedores posteriores y los terceros en general derivada de la omisión de la certificación de dominio respecto de dos fincas, 2) a la falta de mención de la situación arrendaticia de las fincas, 3) a la omisión de los mandamientos cancelatorios de la hipotecada realizada con mención expresa del ingreso del sobrante a disposición de los acreedores posteriores, y, sobre todo, 4) a que la transmisión forzosa de hasta doce fincas por un precio unitario sin individualizar la carga hipotecaria de que responde cada una de ellas y los eventuales sobrantes que puedan corresponder a los acreedores posteriores, contraría lo dispuesto en los arts. 119 y 246 de la Ley Hipotecaria ("la legislación no admite la ejecución hipotecaria conjunta de varias fincas registrales independientes, salvo casos excepcionales", se lee en una de dichas calificaciones registrales)». Lo cierto es que tras denegarse el acceso de dicha resolución al Registro de la Propiedad, el rematante solicitó del juzgado la distribución del precio entre las fincas. Esta pretensión fue denegada por el juzgado por extemporánea y el fallo fue confirmado por la sala en la sentencia comentada, cuyo razonamiento jurídico segundo creo que es de gran interés y que como tal transcribo a continuación: El intento de la sociedad ejecutante por efectuar retrospectivamente una traslación del precio único del remate en función de la responsabilidad hipotecaria individual de cada una de las fincas no puede ser acogido, ya que esa distribución del precio debía efectuarse en el momento de la subasta, donde se expresa la voluntad del adquirente. Nótese que la ley procesal civil contempla expresamente la posibilidad de formar lotes de bienes para la subasta de bienes muebles, previa audiencia de las partes y siempre que «resulte lo más conveniente para el buen fin de la ejecución» (art. 643.1 LEC), y es manifiesta la improcedencia de esa modalidad de venta forzosa tratándose de la realización de inmuebles hipotecados sujeta al principio de especialidad (en caso de hipoteca de varias fincas en garantía de un crédito, cada finca responde de una parte de éste, como expresa el art. 119 LH). Es cierto que, como indica el recurrente, el efecto traslativo del dominio en las compraventas judiciales se consigue con el auto de aprobación del remate (SSTS 4 de abril de 2002 y 11 de febrero de 2003), de tal manera que para la mayor eficacia de esas ventas dicho auto debe contener todas «las circunstancias necesarias para la inscripción con arreglo a la legislación hipotecaria» (art. 674.1 I LEC). Pero ello no significa que el testimonio de ese auto que haya de librar el órgano ejecutor pueda referir unas circunstancias distintas de las que acontecieron en el proceso ejecutivo. Y una circunstancia capital en el presente supuesto es que, a solicitud de la ejecutante, todas las fincas se vendieron como un solo lote, de manera que la mejor postura reflejó un precio global por todas ellas; dicho precio ha de considerarse indivisible, máxime cuando —como ocurre en el supuesto enjuiciado— la mejor postura superó ampliamente el tipo de salida. En consecuencia, sin perjuicio de las acciones que puedan corresponder al ejecutante en el ámbito registral (impugnación de las calificaciones negativas) o judicial (anulación de un proceso de realización de bienes ejecutados trufado de anomalías de diversa índole que hacen inviable la inscripción registral del dominio del rematante), es indudable que el auto ahora impugnado no incurre en la infracción legal aducida por el recurrente. La sentencia por lo demás no excluye la posibilidad de realización de bienes por lotes, pero en el conjunto de anomalías que se denunciaron entonces, quedaba claro las enormes dificultades que pueden presentarse a la hora de llevar a efecto una subasta de un lote de bienes inmuebles, cuando se desconocen las necesarias previsiones que el principio de especialidad exige para el éxito de este tipo de subastas. IV. POSICIÓN DEL REGLAMENTO GENERAL DE RECAUDACIÓN Todas estas dificultades a nuestro juicio, sin embargo, no son insalvables. En tal sentido, el Reglamento General de Recaudación, tiene una previsión muy concreta al respecto, que revisando y ampliando en parte el criterio establecido en el anterior reglamento de 1990, posibilita la formación de lotes sobre bienes inmuebles. Se previene así en el art. 99 de dicho Reglamento: 1. Los bienes trabados podrán ser distribuidos en lotes, integrando en cada uno de éstos los que sean de análoga naturaleza, según sus características y el aprovechamiento o servicio de que sean susceptibles. 2. Igualmente podrán formarse lotes, aunque no se trate de bienes de naturaleza análoga, cuando se estime conveniente a fin de obtener mayores facilidades para la concurrencia de licitadores. 3. Podrá formarse un solo lote con aquellos bienes embargados que estén gravados con una misma hipoteca u otra carga o gravamen de naturaleza real o cuando se trate de enajenar derechos sobre un mismo bien cuya titularidad corresponda a varios deudores. 4. Una vez efectuada la valoración y la formación de lotes, se procederá a la enajenación observándose el orden establecido para el embargo en el art. 169.2, segundo párrafo, de la Ley 58/2003, de 17 de diciembre, General Tributaria. La aparición posterior de otros bienes no afectará a la validez de las enajenaciones ya realizadas, aunque se trate de bienes anteriores en el orden de embargo. Lo realmente interesante a estos efectos es el párrafo tercero, en su primer inciso: «podrá formarse un solo lote con aquellos bienes embargados que estén gravados con una misma hipoteca u otra carga o gravamen de naturaleza real». De este último inciso se deduce con toda claridad que la formación de lotes en sede de bienes inmuebles no sólo es posible sino también en muchos casos —como cuando existan unas mismas cargas sobre los bienes— muy aconsejable. Como señala MONTERO DOMÍNGUEZ establecida esta importantísima habilitación, el precepto sigue las reglas de la lógica que ya se contenían en la norma preexistente y que se inspiran en la idea de que la agrupación de los bienes se lleve a efecto de forma tal que la oferta de los mismos resulte lo más atractiva posible al objeto de promover la mayor concurrencia de postores en el procedimiento de enajenación (3) . Ese principio básico es el que puede deducirse de la referencia a la exigencia de que los bienes sean de análoga naturaleza. Existe incluso en el vigente Reglamento una ampliación de las previsiones respecto del anterior, cuando en aquél, además de seguir permitiendo que se puedan agrupar bienes que estén gravados por una misma carga real (mismo titular o titulares de la carga, por tanto), se contempla idéntica posibilidad cuando se trate de enajenar derechos sobre un bien respecto del que exista titularidad compartida. La razón en ambos casos es la misma: mantener inalterada la unicidad bien-carga o derecho-titularidad del bien, de tal modo que la relación entre los titulares de la carga o entre los cotitulares de los derechos sobre el mismo sea única respecto a un mismo adjudicatario. Pero es que además, en tal caso, además del especial atractivo que una oferta de bienes agrupados pueda suponer para los postores, la circunstancia de que concurran las mismas cargas en dichos inmuebles, no sólo lo hace posible, sino muy conveniente para mantener el principio de indivisibilidad y eliminar muchos de los problemas que se crean cuando se subastan bienes, que por la circunstancia que sea, estén afectos a una garantía solidaria. Y es que los problemas de mantener la realización separada de fincas que responden de un mismo crédito, suponen una complicación añadida a la realización de los bienes inmuebles, particularmente en el caso de que el acreedor ejecutante se adjudica alguno de los bienes subastados, dado que al subrogarse éste en la responsabilidad garantizada por las cargas y gravámenes anteriores ( arts. 669.2 y 670.5 LEC) puede producirse la confusión de derechos en su perjuicio (4) . V. EFICACIA DE LA FORMACIÓN DE LOTES DE BIENES INMUEBLES: AGRUPACIÓN DE FINCAS O MERA VINCULACIÓN ENTRE LOS BIENES CONSTITUTIVOS DEL LOTE Como hemos visto la ejecución individualizada de un conjunto de fincas para el caso de que aquéllas estén afectadas por unas mismas cargas presenta enormes dificultades. Sobre tal presunción, y para evitar este efecto contrario al principio de especialidad, el RGR adopta una posición de orden público fuerte: la conveniencia de constituir un lote de bienes cuando los bienes objeto de la subasta estén gravados con una misma hipoteca u otra carga o gravamen de naturaleza real o cuando se trate de enajenar derechos sobre un mismo bien cuya titularidad corresponda a varios deudores. Tales previsiones pudieran dar a entender que la formación de los lotes determina necesariamente la agrupación de las fincas en una sola como consecuencia de la aprobación del remate, sin embargo, entendemos que esto no es así. Tal conclusión, si ya es discutible en sede administrativa, no es admisible en modo alguno en el marco del proceso civil, resultando contraria a los principios que regulan el proceso de ejecución civil. La previsión de la formación de lotes de bienes, únicamente puede implicar una previsión procesal de carácter organizativo, la necesidad de que la puja que se realice incluya todos los bienes comprendidos en el lote pero no puede dar lugar a desnaturalizar el estado físico de las fincas. El hecho de que la puja sea única, no determina que cada uno de los bienes incluidos continúe sujeto a sus propias exigencias respecto de los tipos de licitación y distribución de responsabilidades. No cabe, por tanto, que como resultado de la adquisición en pública subasta se pretenda directamente la agrupación de fincas. La agrupación o división de las fincas como hemos visto forma parte del núcleo duro del derecho de propiedad y a nuestro modo de ver queda fuera del poder de afección de la ejecución. En tal sentido, para PEÑA BERNALDO DE QUIRÓS, este tipo de operaciones no son como se ha dicho «modificaciones formales» o meramente «librarías», en ellas, según dicho autor, existe el reflejo de un acto dispositivo del dueño o condueño al quedar profundamente afectada el objeto sobre el que recae la titularidad dominical (5) . No ha sido éste sin embargo el criterio, acogido en el Reglamento Hipotecario, el cual tras la reforma del año 1982 ha configurado estas facultades como actos de simple administración (cfr. arts. 93-4 y 94-2 y 3 en relación con los arts. 1375 y 1384 CC). En realidad no se trata tanto de las formalidades en orden al ejercicio del derecho como de la esencialidad misma del propio derecho. La agrupación, al igual que la segregación, la división o la misma desaparición de la cosa (véase el caso de ruina o expropiación forzosa), determina no tanto la modificación de las facultades de su ejercicio como la extinción o sustitución del objeto sobre el que recae. Se trata de hechos, que como señala expresivamente PEÑA BERNALDO DE QUIRÓS, vienen a conmover la base del sistema registral, la finca, y que en consecuencia alteran (abren, cierran, aumentan o disminuyen el ámbito objetivo) el alcance de los registros particulares o folios registrales (6) . Otra cosa es que adjudicados los bienes, pueda el postor, siempre que los bienes tengan la homogeneidad suficiente, proceder a agrupar los bienes en la forma que le parezca, pero tal consecuencia a posteriori no afecta al modo en que pueda llevarse a efecto el procedimiento de apremio. Por otra parte el hecho de la agrupación que se prevé por caso en el RGR no implica necesariamente una alteración de las responsabilidades de las fincas agrupadas. La agrupación de fincas se regula en los arts. 45 y ss. del Reglamento Hipotecario, preceptos que si bien parten necesariamente del presupuesto de la previa solicitud de los interesados (véase art. 44.1 inciso primero), prevén también que el ejercicio de este derecho no podrá afectar a las cargas anteriores, las cuales se mantendrán subsistentes e íntegras cualesquiera que sean las vicisitudes de la finca subastada (cfr. art. 48 del Reglamento). Otra cosa es que tanto en el proceso civil como en el administrativo se haga estrictamente necesaria la distribución de las responsabilidades entre las fincas agrupadas (7) . En realidad como señala el art. 101 LH, la hipoteca se extiende a cualesquiera mejoras que se produzcan en las fincas siempre que no se produzca agregación de terrenos, por lo que se ha de entender que si se da esta circunstancia los terrenos así agregados quedan excluidos de la responsabilidad a la que eventualmente estuviese afecta la finca matriz. Pretender agrupar las fincas como consecuencia de la formación de lotes para la subasta parte de un presupuesto erróneo, pues como hemos pretendido justificar, ni en el procedimiento de recaudación, ni menos aún en el procedimiento de ejecución civil se deduce tal cosa. Lo esencial en la salida a pública subasta de un lote de bienes no es tanto la existencia de un único precio de los bienes como la vinculación de todos los bienes entre sí. Tal vinculación no implica necesariamente, una agregación de las fincas, sino únicamente la exigencia de que el postor que ofrezca la mejor postura sea el mismo respecto de todas y cada una de las fincas que se encuentren dentro del lote, pero el que esto sea así, no determina, ni puede determinar, un cambio en el estatus jurídico de los bienes. VI. REQUISITOS ESPECIALES PARA LA FORMACIÓN DE LOTES EN LA SUBASTA DE BIENES INMUEBLES Como hemos pretendido exponer en el marco del proceso de ejecución civil, la subasta de bienes inmuebles por lotes no puede ser entendida como una mera agrupación de titularidades, sino más bien como una especial fórmula organizativa de la subasta, la cual determina que la puja se dirija frente al conjunto de los bienes, sin que quepa una licitación separada de cada una de las fincas que componen el lote. Sobre la base de este presupuesto consignaremos a continuación los requisitos que, en mi opinión, deben ser tenidos especialmente en cuenta para el éxito de una subasta de este tipo. 1. Distribución del precio de los bienes agrupados y el destino de sobrante Para que la formación de los lotes sea posible, se hace estrictamente necesario en primer lugar que al tiempo de realización de los bienes se proceda bien a la fijación de la mejor postura ofrecida por cada uno de los bienes, o bien a la distribución del precio asignado en su conjunto, haciendo posteriormente imputación de la parte de aquel que corresponda a cada uno de los bienes que integran la subasta. De este modo, se evitarán los eventuales problemas que pueden surgir en orden a individualizar las responsabilidades a la que cada uno de los bienes del lote se encuentre afecto. En principio la distribución de responsabilidades debería de hacerse al tiempo de la subasta, pero tampoco creo que existan especiales objeciones para que pueda llevarse a efecto en un momento posterior. Ya hemos visto que éste no fue el criterio de la sentencia anteriormente comentada de la Audiencia Provincial de Barcelona, pero debe tenerse en cuenta que estos problemas no son exclusivos de la subasta por lotes de bienes inmuebles, siendo también común el caso de que fincas ya agrupadas registralmente, cuenten con cargas anteriores a la agrupación, haciéndose luego necesaria la distribución de las responsabilidades entre las cargas a las que estuvieran previamente afectas. La práctica diaria nos muestra cómo en muchos casos fincas que presentan sus propias cargas posteriormente son agrupadas o simplemente quedan agregadas en virtud de expedientes urbanísticos, procesos de concentración parcelaria, etc. (8) . En todos estos casos, como quiera que el art. 101 LH excluye la posibilidad de transmisión de cargas, se hace necesario también que luego de verificada la realización de la finca de algún modo se proceda a distribuir el precio obtenido entre los titulares de las cargas de las fincas que componían previamente la finca subastada (9) . 2. Los requisitos de publicidad de la subasta La principal razón de la especial vinculación de los bienes comprendidos en el lote se explica por la necesidad de obtener una postura más atractiva para los postores. En tal sentido la publicidad que se dé a la subasta es esencial. Como ha quedado indicado el art. 668 LEC, a diferencia del art. 646, no contiene una previsión al efecto, aludiendo genéricamente a la titulación del bien o bienes inmuebles. Debe de precisarse, no obstante, que las previsiones del art. 646, tampoco es que pretendan referirse exclusivamente a bienes muebles, pues si bien dicho precepto previene que el contenido de la subasta podrá limitarse a los datos precisos para identificar los bienes o lotes de bienes, precisa a continuación también su situación posesoria si fueran inmuebles, conforme a lo dispuesto en el art. 661. Sea como fuere, el silencio del legislador no puede impedir llevar a efecto lo que de suyo se encuentra dentro de las exigencias lógicas del procedimiento de subasta de bienes. Se hace por tanto necesario llenar este vacío legal, estableciendo las prevenciones y apercibimientos oportunos en aquellos anuncios, al objeto de que quienes pretendan participar en la subasta estén concienciados de las especiales exigencias que la puja de bienes incluidos en un lote puede presentar. 3. La tasación de los bienes subastados El art. 649.1 segundo inciso de la LEC establece que cada lote de bienes se subastará por separado, no existiendo ninguna otra precisión de cómo proceder a la formación de los lotes y particularmente, del modo en que deba llevarse a efecto la valoración de aquéllos. La ley no contiene ninguna previsión al respecto, y parece que el legislador no tuvo en cuenta esta circunstancia al incardinar las normas sobre la tasación de los bienes en un epígrafe anterior y distinto al previsto para la formación de lotes. Si como hemos indicado, lo esencial de la formación de los lotes es la existencia de un valor de afección del lote distinto y superior a la tasación individualizada de cada uno de los elementos, la correcta valoración de los bienes haría preciso que la formación de los lotes se produjese con anterioridad y no al tiempo del señalamiento de la subasta. Lo cierto es que salvo que el perito hubiera tenido en cuenta esta posibilidad al tiempo de su tasación, si se decide proceder a la realización por lotes se haría conveniente una nueva valoración teniendo en cuenta el valor de afección existente entre todos los bienes incluidos en el lote. Sea como fuere, esto no debe dar lugar a un retraso en la tramitación del procedimiento, debiendo solventarse éstos y cualesquiera otros problemas en el trámite de audiencia para la formación de los lotes previsto en el art. 643. Será entonces, luego de oídas las partes, cuando se deberá sopesar si este valor de afección tiene la entidad suficiente para alterar el tipo de la subasta. 4. Depósito previo para tomar en la subasta Aunque la subasta de los bienes vinculados en un lote no deja de ser una subasta individualizada de sus distintos elementos, parece claro que la exigencia de un remate conjunto exige cuando menos que los depósitos constituidos para participar en la subasta atiendan al valor total de los bienes subastados en el lote, no siendo admisible un depósito parcial, puesto que esto implicaría de suyo que la intención del postor se dirige, no a concurrir con todos los bienes, sino únicamente respecto de aquellos que por la razón que sea esté especialmente interesado. 5. Tipo de licitación Uno de los problemas más importantes para la realización de una subasta por lotes es la fijación del tipo de la licitación cuando entre éstos se encuentra una vivienda habitual. La especial protección que la Disposición Adicional 6.ª otorga a estos bienes, impone establecer un tipo de licitación que puede no resultar acorde al resto de los bienes del lote. Iguales matizaciones, entiendo que cabría hacer en el caso de viviendas de protección oficial, cuando la legislación sectorial para este tipo de bienes establezca límites cuantitativos para la adquisición de bienes de este tipo. En principio, en tales supuestos se hace aconsejable excluir de la formación del lote a este tipo de bienes, al carecer éstos del requisito de homogeneidad, que como hemos visto, se requiere para constituir un lote (10) . En ciertas situaciones, sin embargo, puede resultar de interés vincular la vivienda habitual a otro tipo de bienes asociados al uso del inmueble, tales como puedan ser garajes y trasteros. Puede darse también el caso de que la vinculación de la vivienda con estos elementos anejos, vaya más allá de lo que es simplemente la formación de un lote, como pueda ser el caso de que dichos anejos se encuentren afectos al pago de la misma cuota de la comunidad de propietarios. La fijación del tipo de licitación en estos supuestos será distinta en uno y otro caso, y dependerá del tipo de vinculación que estos anejos puedan tener con la vivienda. Así, en el caso de inmuebles, que aun teniendo la consideración de fincas registrales distintas, presenten una vinculación directa al uso de la vivienda, el tipo de licitación habrá de ir referido al conjunto de los bienes vinculados, pues en realidad no estamos sino ante un único inmueble con sus elementos accesorios ( art. 605 LEC). Si no existe tal vinculación, al presentar los bienes una funcionalidad autónoma, se haría preciso que se respetase el tipo de licitación propio de cada uno de los bienes comprendidos dentro del lote. En tal caso, aun cuando puede ser que exista una puja conjunta para el lote de bienes, parece claro que posteriormente habría que concretar respecto de cada una de las fincas, si la postura ofrecida cumple con el tipo de licitación que le fuese de aplicación. (1) Algún autor ha planteado sus dudas sobre si es preciso que estas diligencias se notifiquen personalmente al deudor y demás i n t er esad os en l a su b ast a. T al exi g en ci a r ep r esen t a u n ultragarantismo al que nuestra práctica forense a veces nos tiene malacostumbrados. La diligencia de formación de lotes, no representa un aspecto esencial del procedimiento de apremio y la ley tampoco exige una notificación personal, ni indica la forma en que se deba de llevar a efecto. Se ha de entender por tanto el ejecutado ya es conocedor de que tiene el derecho a personarse desde el mismo momento que se le dé traslado del despacho de ejecución. En tal caso y no personado, la notificación se tendrá por válida y producirá todos sus efectos legales desde que se acredite la correcta remisión lo que haya de comunicarse (art. 155.4 LEC) sin que sea necesaria una notificación personal por cada resolución que se vaya dictando en el curso del procedimiento. Véase, BARRIO CALLE, M.ª Asunción, «Ejecución forzosa definitiva en la Ley de Enjuiciamiento Civil del 2000», Estudios Jurídicos del Cuerpo de Secretarios Judiciales, n.º 6, 2000, Ejemplar dedicado a la Ley de Enjuiciamiento civil (II), págs. 597-626. Ver Texto (2) Véase, arts. 23 y ss. Ley 19/1995 de 4 de julio, de modernización de las Explotaciones Agrarias. Hoy por hoy la normativa estatal, aun cuando presenta carácter básico, ha sido desbordada por la legislación autonómica. Ver Texto (3) MONTERO DOMÍNGUEZ, Antonio. «El art. 99: Formación de lotes y orden para su enajenación», en El nuevo Reglamento General de Recaudación comentado, edición n.º 1, Editorial LA LEY, Madrid, enero 2006. LA LEY 17045/2008. Comentarios a la NLEC. Coordinadores Miguel Angel Fernández Ballesteros y otros. Ver Texto (4) Véase sobre este particular la polémica surgida a raíz de la interpretación dada por la sentencia del Tribunal Supremo de 30 de enero de 1999 a la cuestión relativa a la asunción de la responsabilidad personal garantizada como consecuencia de la adjudicación de una de los fincas sujetas a una misma garantía, véase en particular el comentario a esta sentencia de García García, «El "vértigo jurídico" de la Sentencia del Tribunal Supremo de 30 de enero de 1999», en Lunes 4.30, núm. 259, págs. 12-16, que contiene una severa crítica. MIQUEL GONZÁLEZ, José M.ª. Las cargas anteriores en la ejecución de un crédito hipotecario posterior Revista de Derecho Patrimonial, núm. 3/1999, págs. 27-66. Ver Texto (5) Véase PEÑA BERNALDO DE QUIRÓS, M. Derechos Reales Derecho. Derecho Hipotecario, Madrid, 1995, pág. 89. Ver Texto (6) Véase PEÑA BERNALDO DE QUIRÓS, M. obra cit. pág. 91. Ver Texto (7) Véase PEÑA BERNALDO DE QUIRÓS, M. obra cit., pág. 564. Ver Texto (8) Las previsiones contenidas en el Reglamento Hipotecario en cuanto a agregación y agrupación de fincas no prevén la necesidad de distribuir las responsabilidades entre las fincas resultantes, y únicamente, por excepción, el art. 48 del Reglamento exige tal requisito en el caso de que la agrupación resulte como consecuencia de la segregación de otra finca también inscrita. Ver Texto (9) Véase LASARTE ÁLVAREZ, C. Principios de Derecho Civil, tomo 5.º, propiedad y derechos reales, segunda parte, 2.ª edición, 2003, p. 136. Ver Texto (10) Téngase presente en este sentido el reciente Real Decreto-Ley 27/2012 de 15 de noviembre, de medidas urgentes para reforzar la protección a los deudores hipotecarios, si bien sus previsiones sólo serán aplicables para el caso de que sea el acreedor el que se adjudique la vivienda. Ver Texto