The findings published by the University of the Basque Country

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AMNISTÍA INTERNACIONAL
INFORMACIÓN PARA LOS MIEMBROS DEL
CONSEJO DE SEGURIDAD
13 de marzo de 2014
Índice AI: MDE 29/003/2014
DOCUMENTO DE DISTRIBUCIÓN RESTRINGIDA A AUTORIDADES
Marruecos y Sáhara Occidental: Resumen de motivos de preocupación en
materia de derechos humanos
Este breve panorama general de los motivos de preocupación de Amnistía Internacional respecto de los derechos
humanos en el Sáhara Occidental abarca varias cuestiones: las restricciones a la libertad de expresión, asociación y
reunión; la tortura y otros malos tratos bajo custodia; los juicios injustos y las desapariciones forzadas. El documento
concluye con una evaluación de la necesidad de que dotar a la MINURSO de un mandato de observación de los
derechos humanos, habida cuenta de las violaciones generalizadas documentadas en el Sáhara Occidental en 2013 y
principios de 2014, así como de la preocupación que suscita la situación de los derechos humanos en los campos de
refugiados de Tinduf gestionados por el Polisario.
Líneas rojas para la libertad de expresión
La cuestión del Sáhara Occidental sigue siendo una línea roja para las autoridades de Marruecos, y se sigue
restringiendo el ejercicio pacífico del derecho a la libertad de expresión en relación con la libre determinación del
Sáhara Occidental, lo que representa un incumplimiento de las obligaciones contraídas por Marruecos en virtud del
artículo 19 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP), del que Marruecos es parte, así como del
artículo 25 de la propia Constitución de Marruecos. Con arreglo a la legislación marroquí, que se aplica efectivamente
en el territorio, la expresión de opiniones que se considere que cuestionan la integridad territorial de Marruecos (que se
entiende incluye el Sáhara Occidental) puede conllevar una pena de prisión en virtud del artículo 41 del Código de
Prensa marroquí.
Aunque según los datos disponibles no hay actualmente ningún saharaui encarcelado en aplicación de este artículo,
éste tiene un efecto disuasorio que impide la libertad de expresión en el Sáhara Occidental y se viene utilizando para
restringir severamente la existencia y calidad del debate público sobre posibles soluciones a los 39 años de conflicto por
el territorio, en punto muerto desde hace más de dos décadas.
Por otra parte, según el Código Penal marroquí, la expresión de opiniones consideradas ofensivas para el rey o la familia
real (artículo 179) o para cualquier otra autoridad (artículos 263, 265, 266), así como para los símbolos nacionales del
Reino de Marruecos, como la bandera y el himno nacionales, la moneda nacional, escudos de armas y órdenes de
mérito (artículos 267.1, 267.2, 267.3, 267.4) lleva aparejada asimismo penas de cárcel.
Amnistía Internacional ha pedido en reiteradas ocasiones a las autoridades marroquíes que deroguen estas
disposiciones, y espera que lo hagan en la anunciada revisión del Código de Prensa y en la revisión del Código Penal
prevista para este año dentro de los planes de reforma del poder judicial de Marruecos. Hacer que estos artículos sean
compatibles con las leyes y normas internacionales de derechos humanos garantizaría que nadie sea encarcelado en
Marruecos y el Sáhara Occidental por expresar sus opiniones.
Asociaciones que no pueden inscribirse legalmente
En los últimos 12 meses, Amnistía Internacional ha recibido información sobre los obstáculos que afrontan
continuamente varias asociaciones de la sociedad civil en el Sáhara Occidental, grupos de derechos humanos incluidos,
para inscribirse legalmente, lo que vulnera el artículo 22 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, así como
el artículo 29 de la Constitución. Estas asociaciones afrontan lo que parecen ser obstáculos de motivación política de las
autoridades locales y, en concreto, de los gobernadores y otras autoridades locales del Ministerio del Interior.
Según los informes, en la práctica, las autoridades locales impiden que las asociaciones celebren sus asambleas
generales constitutivas o se niegan a recibir físicamente las declaraciones de inscripción o a emitir acuses de recibo de
éstas, incluso en casos en los que estas asociaciones han recibido resoluciones favorables de los tribunales
administrativos marroquíes. Los informes indican que las autoridades locales del Ministerio del Interior comunicaron a
estas asociaciones que un motivo clave para la denegación es el hecho de que sus miembros tengan opiniones
favorables a la libre determinación del Sáhara Occidental.
El pasado mes de noviembre, el Consejo Nacional de Derechos Humanos de Marruecos declaró a la prensa que era
inminente la inscripción de grupos saharauis de derechos humanos. Sin embargo, Amnistía Internacional no ha visto
hasta la fecha ningún avance en la situación de siete asociaciones afectadas por los obstáculos mencionados.
Las afectadas son tres asociaciones de El Aaiún: la Asociación Saharaui de Víctimas de Violaciones Graves de Derechos
Humanos Cometidas por el Estado Marroquí (ASVDH), el Colectivo de Defensores Saharauis de los Derechos Humanos
(CODESA), y el Observatorio Saharaui para Niños y Mujeres; tres de Esmara: la delegación en Esmara de la Asociación
Marroquí de Derechos Humanos (AMDH Esmara), la Coordinadora de Graduados Desempleados de Esmara y la
Asociación Amaak para la Protección de los Consumidores; y dos de Bojador: la Liga Saharaui para la Defensa de los
Derechos Humanos y la Protección de los Recursos Naturales, y la delegación en Bojador de la ASVDH.
Estos obstáculos han desalentado a varias asociaciones más de intentar tramitar siquiera la inscripción, mientras que
otras han cesado en sus actividades tras encontrarse con unas autoridades locales poco dispuestas a cooperar. Sin la
inscripción legal, los defensores y defensoras de derechos humanos no pueden actuar libremente, y al carecer de una
sede aprobada desde la que trabajar, no pueden recibir a víctimas de violaciones de derechos humanos, celebrar actos
públicos, solicitar financiación, unirse a otras organizaciones de la sociedad civil legalmente inscritas ni documentar
violaciones de derechos humanos, lo que refuerza la necesidad de la observación internacional.
Fuerza excesiva e innecesaria para dispersar protestas pacíficas
Amnistía Internacional ha documentado casos de fuerza excesiva e innecesaria en la dispersión de manifestaciones, así
como de prohibición de manifestaciones en el Sáhara Occidental en 2013 y principios de 2014. Este uso de la fuerza y de
las restricciones en protestas pacíficas vulnera el derecho a la reunión pacífica consagrado en el artículo 21 del PIDCP,
así como en el artículo 29 de la Constitución.
En el Sáhara Occidental, y especialmente en las ciudades de El Aaiún y Esmara, las manifestaciones pacíficas, incluso las
pequeñas protestas estáticas de una decena de personas, suelen prohibirse o dispersarse. En numerosas ocasiones ha
habido manifestantes heridos, como muestran los testimonios, fotografías, grabaciones de vídeo e informes médicos
recabados y examinados por Amnistía Internacional. Entre las lesiones documentadas por el equipo de investigación de
Amnistía Internacional a lo largo de tres días de manifestaciones en El Aaiún en abril de 2013, durante una visita de
investigación al Sáhara Occidental, figuran fracturas, traumatismos craneales, hematomas severos y cortes. En concreto,
una delegada de Amnistía Internacional observó a unos agentes de seguridad que lanzaban piedras a los manifestantes
en situaciones en las que aparentemente éstos no estaban lanzando piedras.
Amnistía Internacional ha enviado estas conclusiones a las autoridades marroquíes, así como al Consejo Nacional de
Derechos Humanos de Marruecos, y ha pedido investigaciones exhaustivas, independientes e imparciales sobre las
manifestaciones dispersadas por las fuerzas de seguridad marroquíes en las que hubo heridos graves. Sin embargo, no
hay datos que indiquen que se hayan realizado estas investigaciones, y la afluencia continua de lesiones, imágenes y
testimonios de manifestaciones recientes indica que las tácticas mencionadas siguen empleándose con mucha
frecuencia.
Manifestantes y activistas detenidos y torturados o maltratados
Se han recibido informes sobre al menos 13 personas torturadas o sometidas a malos tratos bajo custodia policial tras
manifestaciones en las que se pedía la libre determinación del Sáhara Occidental y un mandato de derechos humanos
para la MINURSO celebradas en El Aaiún y Esmara en 2013 y principios de 2014. La tortura y otros malos tratos de
detenidos constituye una infracción de la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o
Degradantes, de la ONU, ratificada por Marruecos. La legislación marroquí prohíbe asimismo la tortura y los malos
tratos en el artículo 22 de la Constitución y en el artículo 231 del Código Penal.
Amnistía Internacional tiene conocimiento de que se han presentado múltiples denuncias de tortura ante las
autoridades pertinentes en varios de estos casos. Sin embargo, no se han abierto investigaciones, y no se han realizado
exámenes médicos forenses adecuados, ni siquiera en casos en los que, según informes, los detenidos tenían lesiones
visibles o denunciaron directamente haber sido torturados o sometidos a malos tratos en vistas celebradas ante fiscales
o jueces.
La no apertura de investigaciones representa un incumplimiento por las autoridades de Marruecos de su obligación de
garantizar unas investigaciones sin demora e imparciales sobre las denuncias de tortura, contraída en virtud de los
artículos 12, 13 y 16 de la Convención contra la Tortura. También vulnera las disposiciones legales marroquíes sobre la
obligación de fiscales y jueces de ordenar exámenes médicos cuando lo soliciten los detenidos o cuando hay señales
visibles de lesiones o enfermedades, como se especifica en los artículos 73, 88 y 134 del Código de Enjuiciamiento
Criminal.
Juicios injustos basados en “confesiones” forzadas, civiles juzgados por tribunales militares
Las personas detenidas en el Sáhara Occidental siguen siendo sometidas a juicios injustos ante tribunales marroquíes,
incluidos tribunales militares, pese a las obligaciones contraídas por Marruecos en virtud de la Convención contra la
Tortura y el PIDCP, así como del artículo 120 de la Constitución. Según los testimonios recabados por Amnistía
Internacional en 2013 y principios de 2014, varias personas han sido acusadas, juzgadas y condenadas basándose en
“confesiones” forzadas que, según informes, se obtuvieron bajo tortura y otros malos tratos, así como en informes de
interrogatorios policiales que los detenidos son obligados a firmar.
Los casos documentados por Amnistía Internacional revelan que las autoridades judiciales no ordenaron investigaciones
ni exámenes médicos forenses cuando recibieron denuncias de tortura y otros malos tratos en detención o vieron a
detenidos con lesiones visibles, como ya se ha mencionado. En consecuencia, la tortura y otros malos tratos en
detención suelen desembocar en declaraciones de culpabilidad basadas en “confesiones” controvertidas, obtenidas
bajo tortura u otros malos tratos, en violación del artículo 293 del Código de Enjuiciamiento Criminal, que establece que
las confesiones obtenidas bajo coacción o coerción son nulas. El Comité contra la Tortura de la ONU y el Comité de
Derechos Humanos de la ONU han subrayado también en reiteradas ocasiones que la Convención contra la Tortura y el
PIDCP prohíben el uso en las actuaciones judiciales de pruebas obtenidas bajo tortura u otras formas de malos tratos.
Otros motivos de preocupación relativos a la imparcialidad procesal derivan de la dependencia exclusiva y habitual de
los informes de los interrogatorios policiales para determinar la culpabilidad. Esta dependencia se ve agravada por el
artículo 290 del Código de Enjuiciamiento Criminal, que establece que para delitos menores e infracciones, los
tribunales deberán considerar fiables los informes de los interrogatorios policiales salvo que los enjuiciados puedan
demostrar que son erróneos. En la práctica, esta disposición también se aplica a delitos más graves, donde se incumple
la norma probatoria que exige la ley. Por último, los jueces se niegan a menudo a escuchar a testigos en el juicio o a
admitir declaraciones exculpatorias, al mismo tiempo que la fiscalía suele presentar pocas pruebas materiales de
culpabilidad.
Tras su visita a Marruecos y el Sáhara Occidental de diciembre de 2013, el Grupo de Trabajo sobre la Detención
Arbitraria de la ONU declaró que le preocupaba la considerable importancia de las confesiones para obtener
declaraciones de culpabilidad, añadiendo que había recibido numerosos testimonios de “confesiones” obtenidas bajo
tortura.1 En otros casos, los manifestantes y activistas detenidos salen en libertad condicional, pero sus casos
permanecen años abiertos, lo que les obliga a vivir bajo la amenaza de un juicio injusto y la prisión. Este fue, por
ejemplo, el caso de Ahmed Alnasiri, Brahim Dahane, Yahdih Ettarouzi, Saleh Labihi, Dakja Lashgar, Rachid Sghir y Ali
Salem Tamek, que fueron detenidos en 2009 tras una visita a los campos de refugiados de Tinduf, en el sur de Argelia, y
que permanecieron en prisión preventiva más de un año y medio hasta que fueron puestos en libertad condicional. 2
1
Texto oficial en francés: “Le Groupe de travail est préoccupé par l’importance considérable donnée aux aveux dans les procèsverbaux d’enquêtes préliminaires. Le Groupe a été informé, à travers des entretiens avec des détenus, que des aveux ont été
obtenus sous l’effet de la torture et qui constituent dans la plupart des cas le fondement de la condamnation.” Déclaration lors de
la conférence de presse du Groupe de travail sur la détention arbitraire à l'issue de sa visite au Maroc* (9-18 décembre 2013),
Rabat, 18 Décembre 2013 http://www.ohchr.org/FR/NewsEvents/Pages/DisplayNews.aspx?NewsID=14121&LangID=F
2
Amnistía Internacional, Juicio a activistas saharauis por visitar los campos de refugiados, 14 de octubre de 2010
(http://www.amnesty.org/es/news-and-updates/juicio-activistas-saharauis-visitar-campos-refugiados-2010-10-14).
También preocupan, en relación con la imparcialidad procesal en Marruecos y el Sáhara Occidental, los juicios de civiles
ante tribunales militares, que vulneran lo previsto en el PIDCP. En febrero de 2013, después de más de dos años en
prisión preventiva, 25 civiles saharauis fueron juzgados por un tribunal militar marroquí en relación con los sucesos
ocurridos en 2010 en Gdim Izik. Los procesados fueron detenidos en 2010, tras la muerte de once miembros de las
fuerzas de seguridad marroquíes y dos saharauis en los actos violentos desencadenados tras el desmantelamiento
forzoso el 8 de noviembre de 2010, de un campamento de protesta pacífica en el que se reclamaban medidas de justicia
social en Gdim Izik, cerca de El Aaiún, en el Sáhara Occidental. 3
El relator especial sobre la cuestión de la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes, Juan E.
Méndez, se entrevistó con estos presos e informó de que, durante su visita de septiembre de 2012, había recibido
testimonios de tortura y malos tratos, incluidas violaciones, y del deterioro del estado de salud de algunos de los
detenidos debido a las condiciones de reclusión.4
Sin embargo, el 17 de febrero de 2013, un tribunal militar de Rabat rechazó todas las peticiones de los abogados de los
detenidos de investigar sus denuncias de tortura y ordenar exámenes médicos forenses en relación con las denuncias de
violación. El mismo tribunal militar condenó a los 25 civiles saharauis basándose en unas “confesiones” empañadas por
denuncias de tortura y en unas imágenes de vídeo que no permitían identificar a ningún perpetrador, e impuso penas
de entre dos años de prisión y cadena perpetua.5
Si la MINURSO hubiera tenido un mandato de observación de los derechos humanos, podría haber arrojado luz sobre
los informes de tortura y otros malos tratos bajo custodia de la policía y la gendarmería en El Aaiún. En el caso de los
enfrentamientos violentos producidos durante y después del desmantelamiento del campamento de protesta, la
presencia de unos observadores independientes de derechos humanos habría sido fundamental para aclarar la
situación, dados los exagerados informes iniciales de muertes de saharauis a manos de las fuerzas de seguridad
marroquíes y el bloqueo informativo impuesto por las autoridades marroquíes. Esta presencia habría sido más que vital,
pues las autoridades marroquíes no garantizaron una investigación independiente e imparcial sobre los sucesos de Gdim
Izik de 2010.
Verdad y justicia esquivas para las víctimas de desaparición forzada
El 14 de mayo de 2013, Marruecos ratificó la Convención Internacional para la Protección de Todas las Personas contra
las Desapariciones Forzadas. Amnistía Internacional pide a las autoridades marroquíes que consoliden este importante
logro reconociendo sin dilación la competencia del Comité contra la Desaparición Forzada para recibir y estudiar
comunicaciones de las víctimas o realizadas en su nombre y de otros Estados partes, e implemente el tratado en la
legislación nacional. De hecho, el acceso a la verdad y la justicia sigue siendo difícil para las víctimas de desaparición
forzada, tanto en Marruecos como en el Sáhara Occidental.
En septiembre de 2013, un equipo forense independiente anunció el hallazgo, la exhumación y la identificación de los
restos de ocho saharauis, dos niños entre ellos, desaparecidos en 1976 en el Sáhara Occidental. El equipo forense
concluyó que las ocho personas probablemente habían sido víctimas de una ejecución extrajudicial a manos de las
fuerzas armadas marroquíes.6
Este descubrimiento puso de relieve los límites de los esfuerzos de la justicia transicional de Marruecos para descubrir la
verdad sobre cientos de desapariciones forzadas cometidas en Marruecos y el Sáhara Occidental durante el reinado del
anterior monarca, Hassán II, y la necesidad de que se hagan más investigaciones independientes, imparciales y
exhaustivas.
Muchas familias siguen reclamando conocer toda la verdad sobre la suerte de sus familiares desaparecidos y que se
haga justicia por los crímenes cometidos contra ellos. La desaparición forzada sigue siendo una violación de derechos
3
Amnistía Internacional, Marruecos y Sáhara Occidental: Derechos pisoteados - protestas, violencia y represión en el Sáhara
Occidental (Índice: MDE 29/019/2010) http://www.amnesty.org/es/library/info/MDE29/019/2010
4
Informe del Relator Especial sobre la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes, Juan E. Méndez: Misión a
Marruecos (A/HRC/22/53/Add.2).
5
Todos los procesados fueron acusados de formar bandas delictivas (artículos 293-294 del Código Penal); la mayoría de ellos
fueron acusados también de ataques intencionalmente mortales contra la policía (artículo 267.5 del Código Penal) y el resto de
“complicidad” en estos delitos (artículos 129-130 del Código Penal). Dos de los procesados fueron acusados además de “profanar o
mutilar” un cadáver, en aplicación del artículo 271 del Código Penal. Véase Human Rights Watch, “Just Sign Here”: Unfair Trials
Based on Confessions to the Police in Morocco, junio de 2013
http://www.hrw.org/sites/default/files/reports/morocco0613webwcover_0.pdf
6
Amnistía Internacional, Marruecos y Sáhara Occidental: Nuevas revelaciones sobre casos de desaparición de saharauis ponen de
relieve el déficit de verdad y justicia (Índice: MDE 29/011/2013) http://amnesty.org/es/library/info/MDE29/011/2013
humanos hasta que las familias conozcan la verdad, recuperen los restos de sus seres queridos para llorarlos, y tengan
acceso a la justicia y a una reparación.
En este caso, el conflicto no resuelto entre Marruecos y el Frente Polisario significa que, sin la intervención de
organismos internacionales de derechos humanos, las familias podrían no tener acceso jamás a la verdad y la justicia
por la desaparición y muerte de sus seres queridos. El conflicto hace muy poco probable la cooperación entre el Frente
Polisario, que controla la zona donde están las fosas, y Marruecos, pues los perpetradores eran presuntamente
miembros del ejército marroquí, a menos que intervenga un mecanismo de derechos humanos de la ONU.
Amnistía Internacional ha pedido la conservación de las pruebas que dejó el equipo de expertos; una investigación
independiente, imparcial y exhaustiva sobre la muerte de los ocho saharauis, y que quienes sean hallados responsables
respondan ante la justicia; y pide a la ONU que garantice todo esto. Es probable que haya más restos aguardando ser
descubiertos en esta zona y en otras del Sáhara Occidental. Estos restos deben ser localizados, exhumados, identificados
y devueltos a sus familias. Teniendo en cuenta que la MINURSO desempeña actualmente la función de patrullar la zona,
y su conocimiento del territorio después de 23 años de presencia, la MINURSO estaría en las mejores condiciones para
garantizar la protección de estas fosas si su mandato incluyera un componente de derechos humanos que le permitiera
hacerlo.
En los casos de desaparición forzada en los que aparezcan datos nuevos, sea mediante la exhumación de restos o por
testimonios de familiares de las víctimas que no fueron entrevistadas en el proceso de justicia transicional, como las que
viven en los campos de refugiados de Tinduf, las autoridades marroquíes deberán garantizar la reapertura las
investigaciones.
La necesidad de una observación internacional de los derechos humanos en el Sáhara Occidental y en los
campos de refugiados de Tinduf
El próximo mes de abril, el Consejo de Seguridad de la ONU someterá a votación la renovación del mandato de la fuerza
de paz de la MINURSO. La cuestión de si la fuerza de paz debería incluir un componente de observación de los derechos
humanos tanto en el Sáhara Occidental, anexionada por Marruecos en 1975, como en los campos de refugiados
próximos a Tinduf, en el suroeste de Argelia, administrados por el Frente Polisario, ocupa un lugar importante del orden
del día.
La MINURSO, a diferencia de otras operaciones de paz recientes establecidas bajo la autoridad del Consejo de
Seguridad, no incluye un componente de derechos humanos. Tampoco desempeña tan esencial función de derechos
humanos la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, que no tiene presencia en
la zona. Amnistía Internacional recomienda enérgicamente que se incluya un componente de observación de los
derechos humanos en el mandato. Alternativamente, el Consejo de Seguridad podría solicitar a la Oficina del Alto
Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos que despliegue observadores de derechos humanos
en el Sáhara Occidental y en los campos de refugiados de Tinduf, donde no opera ninguna organización independiente
de derechos humanos. A la organización le preocupa asimismo que el Frente Polisario no haya adoptado ninguna
medida para poner fin a la impunidad de quienes son acusados de cometer abusos contra los derechos humanos en las
décadas de 1970 y 1980 en los campamentos controlados por él.
Las referencias a los derechos humanos contenidas en la resolución 2099 (2013) del Consejo de Seguridad, que renovó
el mandato de la MINURSO el año pasado, implicaban que el Consejo Nacional de Derechos Humanos (CNDH) de
Marruecos y las visitas de los procedimientos especiales de la ONU ofrecen una observación suficiente de los derechos
humanos en el Sáhara Occidental. Amnistía Internacional ha reconocido muchas veces los logros de la institución
nacional de derechos humanos de Marruecos, y expresa su satisfacción por la diligencia de las autoridades de este país
al invitar al relator especial sobre la cuestión de la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes en
septiembre de 2012, y al Grupo de Trabajo sobre la Detención Arbitraria en diciembre de 2013.
Lamentablemente, el CNDH rara vez publica informes de sus investigaciones sobre violaciones de derechos humanos
cometidas en el territorio o en Marruecos, pese a que formula recomendaciones a las autoridades marroquíes. Mientras
tanto, las recomendaciones formuladas a Marruecos por los órganos de derechos humanos de la ONU siguen sin
aplicarse en su mayoría. Es probable que los perpetradores que no son castigados y no rinden cuentas de sus actos
vuelvan a delinquir, mientras que la persistencia de las violaciones de derechos humanos indica la necesidad de una
observación internacional de estos derechos. El secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, estableció los parámetros
adecuados para esta tarea en su informe de 2013 sobre el Sáhara Occidental: una observación de los derechos humanos
independiente, imparcial, global y sostenida.
Por otra parte, mientras las autoridades marroquíes se nieguen a reconocer a los grupos de derechos humanos del
Sáhara Occidental, los defensores locales independientes de estos derechos no tendrán libertad para actuar, y no
podrán tener una sede oficial en la que trabajar, ni celebrar reuniones públicas, solicitar financiación y actuar
efectivamente para documentar violaciones de derechos humanos. Además, se sigue restringiendo el trabajo de los
defensores y defensoras de derechos humanos y activistas saharauis por medios como hostigamiento, vigilancia de las
fuerzas de seguridad, limitación de su libertad de circulación y, en algunos casos, persecución, por considerarse que
amenazan la seguridad “interna” y “externa” de Marruecos. Esta diversidad de restricciones impuestas a la sociedad civil
local refuerza la necesidad de la observación internacional de los derechos humanos.
Un mecanismo de la ONU de observación de los derechos humanos dentro de la MINURSO, con el mandato de observar
la situación en el Sáhara Occidental y en los campos de refugiados de Tinduf, unido a la valiosa experiencia de la
operación de paz y a sus conocimientos del entorno y de las personas en el Sáhara Occidental tras 23 años de presencia
en el territorio, contribuirían de forma decisiva a la mejora de la situación de los derechos humanos en la zona. Este
mecanismo de observación, con capacidad para vigilar tanto el Sáhara Occidental como los campos de Tinduf,
desempeñaría un papel clave para documentar violaciones de derechos humanos que de otro modo no se conocerían,
ofrecer un relato independiente e imparcial de las denuncias de abusos contra los derechos humanos y prevenir
acusaciones infundadas en otros casos. Por último, también permitiría que la MINURSO desempeñara su mandato de
forma más eficaz, ayudando a las partes a superar su desconfianza mutua y a crear un entorno propicio para unas
negociaciones políticas provechosas. Los derechos humanos de las poblaciones del Sáhara Occidental y de los campos
de refugiados de Tinduf no deberían sufrir a causa del punto muerto de las negociaciones políticas.
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