Mesa 2 Ponencia 22 - Instituto de la Judicatura Federal

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Segunda
Reunión Regional
del Pleno del Consejo de
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Pedro Elías Soto Lara
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CONCEPTO DE INTERÉS LEGÍTIMO A LA LUZ DE LA CONSTITUCIÓN FEDERAL
Y EL PROYECTO DE DECRETO DE LA LEY DE AMPARO
SUMARIO: Interés jurídico. Interés simple y mera facultad. Cuando existen. Interés legítimo e interés
jurídico. Ambos términos tienen diferente connotación en el juicio contencioso administrativo.
A fin de realizar un concepto de interés legítimo para efectos de la nueva Ley de Amparo, se hace
necesario resaltar, que hablar de esta figura jurídica implica hacer referencia a la legitimación activa, la
cual se traduce en la posibilidad de intervenir como parte actora en un juicio1; es decir, de ejercer la
acción de amparo e iniciar el juicio respectivo.
Por su parte, en el Diccionario Jurídico Mexicano, se observa que la legitimación procesal, desde el
punto de vista doctrinal, deriva de las normas que establecen quiénes pueden ser partes en un proceso
civil, según señala Hugo Rocco. Entonces los sujetos legitimados son aquéllos que en el proceso contencioso pueden asumir la figura de actores, como titulares del derecho de contradicción2.
Al respecto, el contenido del numeral 107, fracción I, de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, prevé literalmente lo siguiente:
“Artículo 107. Las controversias de que habla el artículo 103 de esta Constitución, con excepción de
aquellas en materia electoral, se sujetarán a los procedimientos que determine la ley reglamentaria, de
acuerdo con las bases siguientes:
I. El juicio de amparo se seguirá siempre a instancia de parte agraviada, teniendo tal carácter quien
aduce ser titular de un derecho o de un interés legítimo individual o colectivo, siempre que alegue que
el acto reclamado viola los derechos reconocidos por esta Constitución y con ello se afecte su esfera
jurídica, ya sea de manera directa o en virtud de su especial situación frente al orden jurídico.
Tratándose de actos o resoluciones provenientes de tribunales judiciales, administrativos o del
trabajo, el quejoso deberá aducir ser titular de un derecho subjetivo que se afecte de manera personal y
directa;…”
De la anterior porción normativa constitucional se desprende el principio de parte agraviada, en virtud del
cual, únicamente los afectados pueden promover el juicio de amparo, salvo las diversas excepciones.
1
Baltazar Robles, Germán Eduardo (2011). El nuevo juicio de amparo. p. 182.
2
Diccionario Jurídico Mexicano (2004). Tomo I-O. p. 2303.
1
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Además, de acuerdo al texto constitucional, parte agraviada es aquel sujeto que aduce ser titular de un
derecho o de un interés legítimo individual o colectivo, con las condicionantes de que, debe alegar:
a) Que el acto reclamado viola los derechos reconocidos por la Constitución.
b) Que con lo anterior se afecte su esfera jurídica, de manera directa o en virtud de su especial
situación frente al orden jurídico.
Y finalmente, se prevé expresamente que cuando se trate de actos o resoluciones provenientes de
tribunales judiciales, administrativos o del trabajo, el quejoso deberá aducir ser titular de un derecho
subjetivo que se afecte de manera personal y directa. Esto es, no es suficiente con alegar que tiene un
interés.
Ahora bien, para los efectos del presente trabajo de investigación, únicamente analizaré el concepto
constitucional de interés legítimo.
Según Germán Eduardo Baltazar Robles3 al referirse a la persona que aduzca ser titular de un derecho
subjetivo o un interés individual o colectivo, menciona que el término interés legítimo individual o
colectivo se usa para indicar la situación jurídica de una persona en virtud de la cual puede recibir un
beneficio o perjuicio, en forma más o menos directa, de la actuación de otros operadores jurídicos, sin
necesidad de contar con un medio de exigencia concreto; es decir, el interés legítimo se pretende colocar como un punto intermedio entre el interés jurídico (reservado al titular de un derecho subjetivo) y el
interés simple o no jurídico que es ajeno a la regulación del sistema jurídico.
Por su parte, Arturo Saldivar Lelo de Larrea, en su libro titulado Hacia una nueva ley de amparo, (2004,
pp. 57 y 63), refiere que el interés legítimo consiste en una legitimación intermedia entre el interés
jurídico y el interés simple, que no se exige la afectación de un derechos subjetivo, pero tampoco se trata
de que cualquier persona esté legitimada para promover el amparo con el fin de exigir que se cumplan
las normas administrativas, pues de ser así, se convertiría en una especie de acción popular.
Explica el citado autor que el presupuesto del interés legítimo es la existencia de normas que imponen
una conducta obligatoria de la administración pública, pero tal obligación no se corresponde con el
derecho subjetivo de que sean titulares determinados particulares; ya que puede haber gobernados
para los que la observancia o no de este tipo de normas de la administración pública resulte una
ventaja o desventaja de modo particular (especial, diferente) respecto de los demás. Lo cual puede
ocurrir por dos razones, en primer lugar, puede ser el resultado de la particular posición de hecho en
que alguna persona se encuentre, que la hace más sensible que otras frente a un determinado acto
3
Baltazar Robles, Germán Eduardo (2011). Ob. cit. p. 184.
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administrativo; en segundo lugar, puede ser el resultado de que ciertos particulares sean los destinatarios del acto administrativo que se discute y, resalta que ésta es la noción de interés legítimo, es
decir, que ciertos gobernados puedan tener un interés cualificado respecto de la legalidad de determinados actos administrativos.
Finalmente, el autor citado precisa los siguientes elementos del interés legítimo:
a) No es un mero interés por la legalidad de la actuación de la autoridad; requiere la existencia de
un interés personal, individual o colectivo que, de prosperar la acción, se traduce en un beneficio jurídico a favor del accionante.
b) Está garantizado por el derecho objetivo, pero no da lugar a un derecho subjetivo, no hay potestad frente a otro.
c) Debe haber una afectación a la esfera jurídica en sentido amplio, ya sea económica, profesional
o de otra índole. Lo contrario es la acción popular, en la cual no se requiere afectación alguna
a la esfera jurídica.
d) Los titulares tienen un interés propio distinto del de cualquier otro gobernado, consistente en
que los poderes públicos actúen de acuerdo con el ordenamiento cuando con motivo de la
persecución de fines de carácter general incidan en el ámbito de ese interés propio.
e) Se trata de un interés cualificado, actual y real, no potencial o hipotético; en suma, es un interés
jurídicamente relevante.
f) La anulación produce efectos positivos o negativos en la esfera jurídica del gobernado.
Ahora bien, como puede observarse, diversos autores se han ocupado del análisis y conceptualización
de esta abstracción jurídica: “interés legítimo”, pero pareciera que no resulta totalmente claro su
contenido, alcances y límites, lo cual con la aprobación inminente de la Nueva Ley de Amparo y con la
demanda imperante de los gobernados a fin de acudir al juicio de amparo, cuando resienten una afectación ante una situación determinada, es necesario clarificar dicho concepto, pues el acceso a la justicia mediante la ejercitabilidad del juicio de amparo, dependerá de forma total de la respuesta a las
siguientes preguntas:
1. ¿Qué es el interés legítimo?
2. ¿Cuáles son sus alcances y sus límites?
Con fin de dar respuesta a las citadas preguntas, es necesario precisar los conceptos de interés jurídico
e interés simple.
Al respecto, el Tribunal Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación hizo la distinción siguiente:
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Interés jurídico
Interés simple
Derecho reconocido por la ley. Se
No tiene reconocimiento legal.
denomina derecho subjetivo.
Es la como facultad o potestad de
Es una mera facultad o potestad que
exigencia, cuya institución consigna
se da cuando el orden jurídico
la norma objetiva del derecho.
objetivo solamente concede o regula
una mera actuación particular, sin
que
ésta
tenga
la
capacidad,
otorgada por dicha orden, para
imponerse coercitivamente a otro
sujeto, es decir, cuando no haya un
"poder de exigencia imperativa".
Elementos
inseparables:
una
La
norma
jurídica
en
objetiva
facultad de exigir y una obligación
establece
correlativa traducida en el deber
alguna ninguna facultad de exigir,
jurídico de cumplir dicha exigencia.
sino que consigne solamente una
situación
de
cualquiera
aprovechar
benéfica
favor
no
algún
para
persona
que
pueda
sujeto,
éste,
o
pero
ser
cuya
observancia no puede ser reclamada
por el favorecido o beneficiado, en
vista de que el ordenamiento jurídico
que establezca dicha situación no le
otorgue
facultad
para
coactivamente su respeto.
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Esto es, el interés jurídico o derecho subjetivo, se traduce en la facultad de exigir y la obligación correlativa traducida en el deber jurídico de cumplir dicha exigencia; a diferencia del interés simple, en el cual
los gobernados sólo tienen una “mera facultad o potestad”, sin que el orden jurídico les otorgue capacidad para imponerse coercitivamente a otro sujeto.
Lo anterior se despende de la siguiente tesis aislada:
Registro No. 233516
Localización:
Séptima Época
Instancia: Pleno
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
37 Primera Parte
Página: 25
Tesis Aislada
Materia(s): Común
INTERÉS JURÍDICO. INTERÉS SIMPLE Y MERA FACULTAD. CUANDO EXISTEN.
El interés jurídico, reputado como un derecho reconocido por la ley, no es sino lo que la doctrina
jurídica conoce con el nombre de derecho subjetivo, es decir, como facultad o potestad de exigencia,
cuya institución consigna la norma objetiva del derecho. En otras palabras, el derecho subjetivo supone
la conjunción en su esencia de dos elementos inseparables, a saber: una facultad de exigir y una obligación correlativa traducida en el deber jurídico de cumplir dicha exigencia, y cuyo sujeto, desde el
punto de vista de su índole, sirve de criterio de clasificación de los derechos subjetivos en privados
(cuando el obligado sea un particular) y en públicos (en caso de que la mencionada obligación se
impute a cualquier órgano del Estado). Por tanto, no existe derecho subjetivo ni por lo mismo interés
jurídico, cuando la persona tiene sólo una mera facultad o potestad que se da cuando el orden jurídico
objetivo solamente concede o regula una mera actuación particular, sin que ésta tenga la capacidad,
otorgada por dicha orden, para imponerse coercitivamente a otro sujeto, es decir, cuando no haya un
"poder de exigencia imperativa"; tampoco existe un derecho subjetivo ni por consiguiente interés
jurídico, cuando el gobernado cuenta con un interés simple, lo que sucede cuando la norma jurídica
objetiva no establezca en favor de persona alguna ninguna facultad de exigir, sino que consigne solamente una situación cualquiera que pueda aprovechar algún sujeto, o ser benéfica para éste, pero cuya
observancia no puede ser reclamada por el favorecido o beneficiado, en vista de que el ordenamiento
jurídico que establezca dicha situación no le otorgue facultad para obtener coactivamente su respeto.
Tal sucede, por ejemplo, con las leyes o reglamentos administrativos que prohíben o regulan una actividad genérica, o que consagran una determinada situación abstracta en beneficio de la colectividad. Si
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el estatuto legal o reglamentario es contravenido por algún sujeto, porque su situación particular
discrepa o no se ajusta a sus disposiciones, ninguno de los particulares que obtenga de aquél un beneficio o derive una protección que pueda hacer valer tal discrepancia o dicho desajuste por modo
coactivo, a no ser que el poder de exigencia a la situación legal o reglamentaria se le conceda por el
ordenamiento de que se trate. Por tanto, si cualquiera autoridad del Estado determina el nacimiento de
una situación concreta, que sea contraria a la primera, desempeñando un acto opuesto o no acorde con
la ley o el reglamento respectivo, es a esa misma autoridad o a su superior jerárquico a los que incumbe
poner fin a dicha contrariedad o discordancia, revocando o nulificando, en su caso, el acto que las haya
originado, pues el particular sólo puede obtener su revocación o invalidación cuando la ley o el reglamento de que se trate le concedan "el poder de exigencia" correspondiente.
Amparo en revisión 2747/69. Alejandro Guajardo y otros (acumulados). 18 de enero de 1972. Unanimidad de diecinueve votos. Ponente: Abel Huitrón.
Genealogía:
Informe 1972, Primera Parte, Pleno, página 340.
Apéndice 1917-1985, Primera Parte, Pleno, cuarta tesis relacionada con la jurisprudencia 59, página 126.
Establecida esta distinción se llega a la convicción de que la diferencia entre interés jurídico y simple es
sumamente clara, pues el primero legitima a una persona para acudir a promover el juicio de amparo,
como titular de un derecho subjetivo, en tanto que el segundo, no otorga ninguna prerrogativa a los
gobernados a fin de acudir al mismo.
Finalmente, en el proyecto de decreto, por el que se expide la Ley de Amparo, en su artículo 5, fracción
I, se establece literalmente lo siguiente:
“Artículo 5. Son partes en el juicio de amparo:
I. El quejoso, teniendo tal carácter quien aduce ser titular de un derecho subjetivo o de un interés
legítimo individual o colectivo, siempre que alegue que la norma, acto u omisión reclamados
violan los derechos previstos en el artículo 1 de la presente ley y con ello se produzca una afectación real y actual a su esfera jurídica, ya sea de manera directa o en virtud de su especial
situación frente al orden jurídico.
El interés simple en ningún caso podrá invocarse como interés legítimo. La autoridad pública no
podrá invocar interés legítimo.
El juicio de amparo podrá promoverse conjuntamente por dos o más quejosos cuando resientan una
afectación común en sus derechos o intereses, aún en el supuesto de que dicha afectación derive de
actos distintos, si éstos les causan un perjuicio análogo y provienen de las mismas autoridades.
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Tratándose de actos o resoluciones provenientes de tribunales judiciales, administrativos o del trabajo, el
quejoso deberá aducir ser titular de un derecho subjetivo que se afecte de manera personal y directa.
La víctima u ofendido del delito podrán tener el carácter de quejosos en los términos de esta ley.”
De lo anterior se viene en conocimiento que el proyecto de la nueva Ley de Amparo, sí hace la distinción entre, derecho subjetivo, interés legítimo e interés simple, pues respecto del segundo, se desprende
que consiste en la afectación de los derechos previstos en el artículo 1 del mismo proyecto, provocada
por una norma, acto u omisión, con la cual se produzca una afectación real y actual a su esfera jurídica,
ya sea de manera directa o en virtud de su especial situación frente al orden jurídico.
Por su parte, en la discusión contenida en la sesión ordinaria de la Cámara de Senadores celebrada el
once de octubre de dos mil once, en la cual el senador Pablo Gómez Álvarez precisó que se está introduciendo un elemento nuevo para la procedencia del juicio de amparo, el interés legítimo, sustituyendo
el concepto histórico de interés jurídico, respecto del que señaló como ejemplo, en lo conducente, el
caso de un denunciante, carácter que deriva de un deber, del deber de denunciar los actos ilícitos, pero
una vez ejercido éste y decretado el no ejercicio de la acción penal, éste ya no puede hacer nada, a
diferencia de la víctima, quien tiene derechos constitucionalmente determinados; por lo que, en virtud
de la reforma, cuando el denunciante acude a la justicia federal, es una persona más ejerciendo el
interés legítimo.
Y, finalmente, la Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en la jurisprudencia
141/2002, clarificó la distinción entre interés legítimo e interés jurídico, cuya literalidad es la
siguiente:
Registro No. 185377
Localización:
Novena Época
Instancia: Segunda Sala
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
XVI, Diciembre de 2002
Página: 241
Tesis: 2a./J. 141/2002
Jurisprudencia
Materia(s): Administrativa
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INTERÉS LEGÍTIMO E INTERÉS JURÍDICO. AMBOS TÉRMINOS
TIENEN DIFERENTE CONNOTACIÓN EN EL JUICIO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO.
De los diversos procesos de reformas y adiciones a la abrogada Ley del Tribunal de lo Contencioso
Administrativo del Distrito Federal, y del que dio lugar a la Ley en vigor, se desprende que el legislador
ordinario en todo momento tuvo presente las diferencias existentes entre el interés jurídico y el legítimo,
lo cual se evidencia aún más en las discusiones correspondientes a los procesos legislativos de mil
novecientos ochenta y seis, y mil novecientos noventa y cinco. De hecho, uno de los principales objetivos pretendidos con este último, fue precisamente permitir el acceso a la justicia administrativa a
aquellos particulares afectados en su esfera jurídica por actos administrativos (interés legítimo), no
obstante carecieran de la titularidad del derecho subjetivo respectivo (interés jurídico), con la finalidad
clara de ampliar el número de gobernados que pudieran accesar al procedimiento en defensa de sus
intereses. Así, el interés jurídico tiene una connotación diversa a la del legítimo, pues mientras el primero requiere que se acredite la afectación a un derecho subjetivo, el segundo supone únicamente la
existencia de un interés cualificado respecto de la legalidad de los actos impugnados, interés que proviene de la afectación a la esfera jurídica del individuo, ya sea directa o derivada de su situación particular respecto del orden jurídico.
Contradicción de tesis 69/2002-SS. Entre las sustentadas por los Tribunales Colegiados Segundo, Cuarto
y Décimo Tercero, todos en Materia Administrativa del Primer Circuito. 15 de noviembre de 2002. Unanimidad de cuatro votos. Ausente: Sergio Salvador Aguirre Anguiano. Ponente: Sergio Salvador Aguirre
Anguiano; en su ausencia hizo suyo el asunto Juan Díaz Romero. Secretario: Eduardo Ferrer Mac Gregor
Poisot.
Tesis de jurisprudencia 141/2002. Aprobada por la Segunda Sala de este Alto Tribunal, en sesión privada
del veintidós de noviembre de dos mil dos.
Ahora bien, en cuanto al concepto constitucional y legal denominado interés legítimo, debo precisar
prima facie, que se ubica de forma intermedia entre las figuras jurídicas primeramente citadas (interés
jurídico e interés simple).
Pero lo anterior no es suficiente para efecto de determinar, si en una situación específica de facto, es
procedente o no la acción de amparo, sino que es necesario establecer cuál sería la afectación real y
actual, ya sea de manera directa o en virtud de su especial situación frente al orden jurídico.
Por lo que toca a la afectación directa, ésta debe desatenderse atento a que la existencia de una
trasgresión de esa naturaleza implica necesariamente la vulneración de un derecho subjetivo (constante
del cúmulo de derechos que integran su esfera jurídica) y, entonces, ya habríamos rebasado la frontera
entre ambos tipos de interés (jurídico y legítimo). Este sería el límite del interés legítimo.
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En lo que respecta a una especial situación frente al orden jurídico, se refiere al interés que le asiste al
gobernado para iniciar la acción, pero no en defensa de un derecho subjetivo sino de aquel derecho
derivado de una situación de facto determinada.
Tal es el caso del gobernado que adquiere por traspaso una negociación, de la cual, con posterioridad
se entera que está clausurada, en la que, el titular del derecho subjetivo (licencia de funcionamiento)
vulnerado derivado de la orden de clausura es el gobernado a favor quien está expresamente dirigida la
orden de clausura; pero el nuevo adquirente, se encuentra en una especial situación frente a ese orden
jurídico, ya que derivado del traspaso, ahora resiente los efectos de la clausura, por lo que resultaría
procedente el juicio de amparo, aun cuando éste no tuviera expedida a su favor la licencia de funcionamiento respectiva, porque obviamente son los derechos que pretende adquirir.
De ahí que, no se trate de un interés simple, ni de la mera existencia de una expectativa de derecho,
pues sería inoficioso substanciar un juicio de amparo fundado en una simple expectativa, ya que la
pretensión del promovente no se concretaría.
Del citado ejemplo se desprende que el titular del derecho subjetivo es el vendedor, porque es a favor
de quien se emitió la licencia de funcionamiento de la negociación y el adquirente, es una persona
ubicada en una especial situación frente al orden jurídico, quien no cuenta con un derecho subjetivo
(interés jurídico), pero que resulta afectado con el acto señalado (clausura) y, de resultar fundados los
conceptos de violación, se traduciría en la anulación o confirmación de los efectos positivos o negativos
que tenga el acto reclamado.
Además, con lo antes expuesto, se evidencia que la procedencia del juicio de amparo en defensa de un
interés legítimo favorece el acceso a la justicia, ante la actitud pasiva del titular del derecho subjetivo.
Finalmente, ante todo lo expuesto, en mi concepto, el interés legítimo se puede definir de la siguiente
manera:
“Es la posibilidad que otorgan los artículos 107, fracción I, de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos y 5, fracción I, de la Nueva Ley de Amparo, a un gobernado para instar la acción de
amparo de forma individual o colectiva, cuando no sea titular de un derecho subjetivo, pero que dada
su especial situación frente al orden jurídico, las normas, actos y omisiones le causen una afectación real
y actual en su esfera jurídica.”
Ahora bien, el interés legítimo se diferencia del jurídico y el simple, porque el primero implica la existencia de una afectación, pero sin ser titular del derecho subjetivo, el segundo requiere necesariamente la coexistencia de éste y un agravio específico y, el último, es una pretensión subjetiva sin
afectación.
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Se pueden resaltar las siguientes características del interés legítimo:
1. Es un interés personal reconocido constitucionalmente y, de finalizar con éxito el proceso legislativo de la Nueva Ley de Amparo, también estará reconocido legalmente.
2. Inexistencia de un derecho subjetivo.
3. Su ejercicio puede ser individual o colectivo.
4. Deriva de una especial situación frente al orden jurídico.
5. No es una afectación directa a un derecho subjetivo.
6. La norma, acto u omisión, debe causar una afectación real y actual.
7. No se trata del ejercicio de la acción bajo una expectativa de derecho o que éste sea incierto.
8. La sentencia que se dicte debe traducirse en el desconocimiento o reconocimiento de la constitucionalidad del interés afectado.
9. El interés debe estar reconocido por el derecho objetivo, pero que se le otorgue una facultad
contenciosa frente a un tercero.
Finalmente, debo resaltar que los alcances del interés legítimo se pueden establecer conociendo los
límites del mismo.
Así, el límite con el interés jurídico está en la existencia de un derecho subjetivo y, respecto del interés
simple, se encuentra en la simple facultad que no puede ser reclamada. De ahí que, si en un caso
concreto, se actualizan alguna de estas hipótesis, es claro que no se estaría frente a un interés legítimo.
Convendría precisar con mayor claridad el concepto de interés legítimo, a fin de que no sólo el jurista
sino cualquier persona con mediana cultura, pueda interpretarlo y de ese modo saber en cuales casos
fácticos quedarían subsumidos en la norma correspondiente.
Hasta hoy impera la opinión de que será en el futuro, a través de la labor jurisprudencial como se logrará
ese propósito. Pero tal vez pudiéramos en esta mesa de trabajo aportar ideas que sean útiles al respecto.
Sin duda son valiosas las opiniones emitidas por el Tribunal Constitucional Español sobre el concepto de
interés legítimo que ha venido emitiendo en varias sentencias muy destacadas.
Así mismo son atendibles los criterios que ha sustentado el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la
Federación en las sentencias pronunciadas los días 12 de octubre, 02 y 30 de Noviembre y 21 de
diciembre de dos mil once, al resolver los Juicios para la Protección de los Derechos Político-Electorales
del Ciudadano números SUP-JDC-10658/2011, SUP-JDC-10647/2011, SUP-JDC-12639/2011 y SUPJDC-14808/2011.
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