Septiembre 2012 • issn 0329-43 07 Número Especial dedicado a “Corazón y epilepsia” Cardiología e hipertensión noticias del instituto de investigaciones cardiologicas “Prof. Dr. Alberto C. Taquini” • Facultad de Medicina • uba - conicet Director Científico Prof. Dr. José Milei Secretarios de redacción Dra. Matilde Otero-Losada Dr. Julián González Diseño Mariana Milei Dr. Jorge González Zuelgaray (bs. as.) Dra. Liliana Grinfeld (buenos aires) Dr. David Hearse (londres) Dr. Elías Hurtado Hoyo (buenos aires) Dr. Emilio Kuschnir (córdoba) Dr. Hideo Kusuoka (osaka) Dr. Jorge Jalil (sgo. de chile) Dr. Mario Lado (montevideo) Dr. Julio Lázzari (buenos aires) Dr. Jorge Lerman (buenos aires) Dr. Jaime Levenson (parís) Dr. José L. López Sendón (madrid) Dr. Mario F. C. Maranhão (curitiba) Dr. Mario Marzilli (pisa) Dr. Lionel Opie (cape town) Dr. Andrés Perez Riera (san pablo) Dr. Agustín Ramírez (buenos aires) Dr. William C. Roberts (houston) Dr. Ramiro Sánchez (buenos aires) Dr. Edgardo Schapachnik (buenos aires) Dra. Jutta Schapper (bad nauhein) Dr. Samuel Sclarovsky (israel) Prof. Emérito Dr. Roberto E. Sica. (bs. as.) Dr. Rubén Storino (la plata) Dr. Norberto Tavella (montevideo) Dr. Jorge Toblli (buenos aires) Dr. Manuel Vázquez Blanco (bs. as.) Dr. Alberto Villamil (buenos aires) Dr. Alberto Zanchetti (milano) Comité Editorial Dr. Giuseppe Ambrosio (perugia) Dr. Francisco Azzato (buenos aires) Dr. Adrián Baranchuk (ontario) Dr. Claudio Bellido (buenos aires) Dr. Horacio Carbajal (la plata) Dra. María Inés de Aguirre (bs. as.) Dr. Fernando De la Serna (tucumán) Dr. Horacio E. Cingolani (la plata) Dr. Raúl Domenech (sgo. de chile) Dr. Saúl Drajer (buenos aires) Dr. Marcelo Elizari (buenos aires) Dr. Miguel Ángel Falasco (bs. as.) Dr. Roberto Ferrari (ferrara) Dr. Ricardo J. Gelpi (buenos aires) Dr. Hernán Gómez Llambí (bs. as.) Auspiciado por: - Secretaría de Estado de Ciencia y Tecnología de la República Argentina - Consejo de Hipertensión Arterial (Sociedad Argentina de Cardiología) - Comité de Hipertensión Arterial (Federación Argentina de Cardiología) noticias del instituto de investigaciones cardiologicas “Prof. Dr. Alberto C. Taquini” • Facultad de Medicina • uba - conicet Director: Prof. Dr. José Milei Cardiología e hipertensión. noticias del instituto de investigaciones cardiologicas “Prof. Dr. Alberto C. Taquini” • Facultad de Medicina • uba - conicet. Editor: Dr. José Milei. Publicación bimestral. Derechos reservados. No se permite la reproducción total o parcial del contenido sin autorización expresa y escrita del Editor. Marcelo T. de Alvear 2270 (C1122AAJ); Tel +54 +11 4508-3888/3836; Fax +54 +11 4508-3888. Ciudad de Buenos Aires; e-mail: [email protected] Cardiología e hipertensión noticias del instituto de investigaciones cardiologicas “Prof. Dr. Alberto C. Taquini” • Facultad de Medicina • uba - conicet Indice Página 2 Epilepsia y corazón: una asociación particular Página 5 Epilepsia y corazón Página 12 Epilepsia y arritmias cardíacas Página 19 Novedades Página 19 Artículos selectos Página 20 Nota Editorial Epilepsia y corazón: una asociación particular Prof. Dr. Roberto E. Sica Secretario de Ciencia y Técnica de la Facultad de Medicina, UBA. Prof. Emérito de la UBA. Consultor en Neurología, ININCA, Facultad de Medicina, UBA. Es un hecho aceptado que la epilepsia aumenta el riesgo de muerte, en particular en aquellas personas en las que el control de sus crisis es pobre. Lo dicho precedentemente cobra magnitud al observar las cifras de fallecimiento de estos pacientes, ya que alrededor del 0.7 % de ellos muere por causas relacionadas con su enfermedad de base. La muerte puede obedecer a diferentes motivos; los más frecuentes son los traumatismos, los accidentes, el ahogo por inmersión en agua o por sofocación en el lecho, el suicidio y la muerte súbita (MS). Esta última ha despertado la atención de los investigadores en los últimos pocos años, puesto que entre el 15 y el 30 % de los decesos la tienen a ésta por causa. Si bien la comprensión del mecanismo que conduce a la MS es aun muy parcial, su aparición ha sido relacionada con alteraciones en el ritmo cardíaco en simultaneidad con la presentación de la crisis o luego de varias horas, en oportunidades días, de haber ocurrido el episodio. 2 La actividad eléctrica anormal del corazón puede estar ligada a períodos de bajos niveles de saturación de O2 ocurridos durante la crisis epiléptica. Existen dos tipos de anomalías posibles de aquel ritmo, uno es el acortamiento del intervalo Q-T y otro en el que ese espacio se prolongue. El intervalo Q-T es el tiempo que emplean los ventrículos desde que producen una contracción y hasta su recuperación y preparación para el próximo latido, lapso que ocupa alrededor de 500 ms. Si bien es cierto que las modificaciones del Q-T son mas frecuentes en pacientes que desaturan durante los episodios convulsivos, también otros cuya desaturación es menor o inexistente pueden mostrar igual tipo de alteración. Cualquiera de ambas circunstancias, tanto la reducción como la ampliación del intervalo Q-T, es capaz de desembocar en arritmias que pueden volverse fatales. Aun no es clara la intimidad del mecanismo que conduce a esa conducta del corazón. Han sido descriptos factores de riesgo que pueden operar favoreciendo la presentación de la anomalía cardíaca; así los hombres parecen mas susceptibles que la mujeres, también la epilepsia cuyo foco se localiza en el lóbulo temporal derecho, de igual manera la propagación de la crisis de un hemisferio al otro o la prolongación del tiempo durante el que se mantiene el episodio, igualmente la hipoxia intraictal y la refractariedad al tratamiento médico son condiciones predisponentes. Sin embargo, las dos preguntas básicas que aun esperan respuestas certeras son: a. ¿la anomalía del Q-T es responsabilidad directa del cerebro, que modifica su fisiología durante la crisis?, b. ¿existe una alteración cardíaca primaria que se pone de manifiesto en el momento del episodio epiléptico? En los últimos años se ha ganado algún terreno en relación a las posibles anomalías que subyacen al comportamiento señalado arriba y ese conocimiento proviene de la mejor comprensión de la conducta de algunos canales iónicos en estos pacientes. Uno de los canales afectados es el de Na+ voltaje-dependiente; cinco mutaciones de ese canal han sido halladas en pacientes epilépticos que ocasionan diferentes comportamientos, tales como persistencia de la corriente de Na+, incompleto cierre del canal, tendencia a la despolarización de la membrana neuronal durante el período constante de su inactivación rápida, ausencia o reducción de la densidad de la corriente de Na+ y recuperación lenta del período de inactivación de membrana. Las anomalías descriptas son capaces de bloquear la actividad de neuronas gabaérgicas y ocasionar defectos en la conducción a nivel del marcapaso sino-auricular del corazón llevando a la aparición de arritmias y fallas ventilatorias, estas últimas debidas a la interrupción del control de la respiración a nivel del tronco cerebral. El otro canal que ha merecido la consideración de investigaciones recientes es uno de los canales de K+ voltaje-dependientes, el KCNQ1, cuya mutación fue, inicialmente, ligada, también, al síndrome del Q-T prolongado (SQTP). Años después se vio que un tercio de los pacientes afectados por el SQTP sufrían crisis epilépticas, sugiriendo que ello podría estar conectado, de alguna manera, con la MS acaecida en algunos de esos enfermos. Mas hacia nuestros días se encontró que del defecto de ese gen participan tanto el corazón como el cerebro, hecho que señala la posibilidad de que en ambas estructuras se produzcan “arritmias” ocasionadas por la misma causa. Una de las localizaciones en el que ese gen muestra mayor densidad es el núcleo dorsal del vago, situación que puede llevar al desarrollo de bradicardia intensa y, eventualmente, a la asistolia. Sin embargo los conocimientos ganados y mencionados precedentemente son aun muy incipientes, ya que si bien es cierto que quienes portan las mutaciones genéticas ya conocidas tienen el riesgo de encontrar la muerte en coincidencia con una crisis epiléptica, existen otros pacientes que poseyendo el mismo defecto no exhiben alteración cardíaca alguna durante los episodios convulsivos, hecho que sugiere que, tal vez influencias epigenéticas condicionen la expresión del gen mutado. En la epilepsia muy probablemente el campo de la actividad de los canales iónicos y las mutaciones de las proteínas que los componen tendrá un desarrollo acelerado en el futuro próximo, hecho que redundará en un manejo mas adecuado y seguro de este tipo de enfermos. 3 En el número presente la Dra. de Aguirre hace una detallada revisión de la relación funcional existente entre el corazón y el cerebro enfatizando el rol del sistema nervioso autónomo en la regulación fisiológica cronotrópica e inotrópica de la función cardíaca para, luego, dedicar parte del escrito a las alteraciones de esas propiedades y cómo ellas son capaces de variar en función de la mayor o menor actividad del sistema nervioso autónomo sobre ese órgano, conectando tales oscilaciones con distintas formas de epilepsia y poniendo de relieve los cambios que pueden suceder en el lapso que ocupa el segmento QT del electrocardiagrama, que puede mostrarse prolongado o acortado. La traducción clínica de esa relación, cuando se vuelve anormal, es la eventual aparición del síncope, que es capaz de comprometer la vida del paciente; en este aspecto la Dra. de Aguirre comenta los hallazgos de diferentes autores y los observados por ella misma en un estudio preliminar basado en un número aun reducido de casos. También señala las acciones farmacológicas que sobre el corazón ejercen las drogas antiepilépticas de empleo mas frecuente, hecho que debe ser tenido en cuenta por quienes tratan a estos pacientes. El corolario del trabajo de la Dra. de Aguirre es que frente a un paciente epiléptico no solo es necesario el control de sus manifestaciones neurológicas sino que, también, resulta de importancia mayor la vigilancia estricta de su corazón ya que su función puede afectarse en razón de la misma enfermedad y/o por el influjo del tratamiento farmacológico que se establezca. El Dr. Sebastián García Zamora y col enfocan el mismo problema, aunque desde la visión del cardiólogo. Los autores inician su revisión señalando que el funcionamiento cardíaco puede variar ostensiblemente durante una crisis de epilepsia genuina, fundamentalmente en los casos de crisis generalizadas; en esas circunstancias el ritmo cardíaco puede acelerarse o lentificarse llegando, incluso, a la asistolia que puede prolongarse por varios segundos, en oportunidades también es posible observar arritmias o taquiarritmias de diferente magnitud; de allí su recomendación de monitorear no solo el electroencefalograma sino también el electrocardiograma al estudiar a estos pacientes. En la segunda parte de su escrito se refieren a la muerte súbita acaecida en la epilepsia y a la dispar opinión de diferentes autores en cuanto a la responsabilidad del corazón en ella, haciendo énfasis en las eventuales alteraciones autonómicas que pueden acompañar a la enfermedad y a la existencia de canalopatías que pueden condicionar el malfuncionamiento cardíaco. En los últimos párrafos hacen referencia a la diferenciación diagnóstica entre síncope cardiogénico y epilepsia, que muchas veces resulta laboriosa; la importancia del diagnóstico correcto está en la actitud terapéutica que deberá seguirse con el paciente según resultare la posición diagnóstica final. Ambos relatos son convergentes al señalar la aparente estrecha relación funcional entre cerebro y corazón, de capital valor en la epilepsia aunque también presente en otras entidades neurológicas muy alejadas de aquella enfermedad. Este concepto, afortunadamente, va ganando terreno tanto entre neurólogos como entre cardiólogos. Muy probablemente la futura mayor comprensión de esta mutua dependencia redundará en el manejo mas correcto y seguro de estos pacientes. El número de la Revista finaliza con la transcripción de los resúmenes de tres trabajos de la literatura, uno de ellos está referido al potencial efecto beneficioso de la carga de Clopidogrel en pacientes con estenosis carotídea extracraneal sintomática capaz de ocasionar microembolias asintomáticas. El segundo trabajo está dedicado a observar la acción de la Atorvastatina en dosis altas, 80 mg/día, sobre la incidencia de alteraciones isquémicas cardíacas y cerebrales; los autores hallaron una significativa reducción de ese tipo de accidente empleando aquella droga, sin que ello ocasionara efectos adversos mayores. Por fin, el tercer resumen se refiere a la investigación de los cambios electroencefalográficos y cognitivos en pacientes epilépticos empleando el fármaco Levetiracetan y que no hubieran recibido tratamiento previo; los autores encontraron tendencia a la normalización del registro eléctrico y mejoría en varias de las funciones cognitivas de estos pacientes. 4 Epilepsia y corazón Dra. María Inés de Aguirre Jefa Sección Neurología y del Centro de Epilepsia y Laboratorio de Neurofisiología del Instituto de Investigaciones Cardiológicas “Prof. Dr. Alberto C. Taquini” (UBA-CONICET). hemisferios simultáneamente. Para el diagnóstico del tipo de crisis se debe conocer no solo las manifestaciones clínicas y electroencefalográficas (EEG) del evento ictal, sino también el período post-ictal (de finalización de la crisis) y el interictal (entre crisis). El trastorno primario en la epilepsia se ubica en la corteza cerebral, siendo el hipocampo, la amígdala y la neocorteza, las estructuras más vulnerables. Las aferencias subcorticales que se proyectan a zonas corticales susceptibles, intervendrían en la generación de las crisis generalizadas, observándose en alguna de ellas síntomas que involucran al diencéfalo y al tronco cerebral. La incidencia de esta enfermedad es de 50-100 por cada 100.000 habitantes /año. Siendo 50 por 100.000/ año, en los países desarrollados y el doble en los países en vías de desarrollo. La mortalidad es 2 a 3 veces mayor que en la población general, correspondiendo a la MSIEP entre el 7 al 17% del total de muertes provocadas por epilepsia1. La epilepsia puede actuar sobre el sistema nervioso autonómico central, produciendo cambios agudos y crónicos en la función autonómica cardíaca. El rol potencial del corazón en la muerte súbita e inesperada en la epilepsia (MSIEP) exige la búsqueda de biomarcadores que funcionen como un sistema de alarma o predictivo de crisis epilépticas y de sustancias neuroprotectoras que puedan inhibir, o al menos disminuir, los efectos deletéreos que la epilepsia le causa al corazón. Introducción Epilepsia: La epilepsia es un desorden cerebral crónico caracterizado por una predisposición a generar crisis epilépticas repetidas con consecuencias neurobiológicas, cognitivas, psicológicas y sociales. Las crisis epilépticas (CE) se definen como un conjunto de síntomas y signos transitorios, breves, de variada sintomatología y autolimitadas, provocadas por una descarga neuronal excesiva o hipersincrónica. Las CE pueden ser focales, si la actividad irritativa se origina en una región de un hemisferio o generalizadas cuando se originan en ambos Sistema Nervioso Autonómico (SNA): El corazón recibe abundante inervación simpática y parasimpática, que se encarga del control de la contracti- 5 lidad (inotropismo) y de la frecuencia cardíaca (cronotropismo). Las fibras parasimpáticas se distribuyen a través de nódulo sinusal, aurículo-ventricular y de la aurícula, con escasa o nula distribución ventricular, siendo su efecto cronotrópico negativo. El simpático tiene la misma distribución supraventricular, pero con mayor distribución ventricular y su efecto es fundamentalmente inotrópico. El simpático regula fundamentalmente la circulación periférica mientras que el efecto del parasimpático, es mínimo. En el tronco encefálico se integra la información del simpático y parasimpático proveniente de los centros respiratorios, cardiovagal y vasomotor. Varias estructuras corticales (corteza insular, núcleo amigdalino, corteza cingular, corteza prefrontal)2,3,4 conocidas por su potencial epileptogénico y subcorticales (tálamo, hipotálamo)5,6 se encuentran conectadas directa o indirectamente con centros autonómicos del tronco cerebral y su activación puede inducir efectos cardiovasculares (Fig 1). Estudios realizados en humanos mostraron que la estimulación en la corteza insular (CI) izquierda produce un decremento de la frecuencia cardíaca (FC) con respuesta depresora y en la derecha, incremento en la FC con respuesta presora; mientras que en animales, la estimulación rostral de la CI produce respuesta presora y la caudal depresora7. El núcleo amigdalino en su porción basolateral ocasiona aumento de la tensión arterial (TA) con disminución de la FC, en tanto, que la parte rostral tiene efectos depresores y cambios variables en la FC. Tanto la estimulación de la corteza cingular y de la corteza prefrontal, mostraron decremento de la FC y de la TA. En el tálamo se observó decrementos o incrementos en la FC asociados a cambios de TA y en el hipotálamo decremento de la FC y de la TA. Goodman et al.3 demostraron que las crisis amigdalinas producían hipertensión arterial y bradicardia, indicando que dicha estructura activa ambas ramas del SNA. La bradicardia fue provocada por la activación del sistema parasimpático, mientras que la respuesta presora fue causada por un aumento de la resistencia Estructuras corticales (CI (r/c), CP, NA (bl/r), CC, CPF) Tálamo Hipotálamo Tronco del encéfalo Sp (+) Corazón (+) Vasos Sanguíneos (+) Glándula Suprarrenal (-) Psp (+) (-) (+) Epilepsia 2010;51(5):725-737 (modificado) Figura 1. Estructuras corticales y subcorticales involucradas en la regulación de las funciones cardiovasculares. CI (r/c), corteza insular (rostral/caudal); CP, corteza piriforme; NA (bl/r), núcleo amigdalino (basolateral/rostral); CC, corteza cingular; CPF, corteza prefrontal; SP, simpático y Psp, parasimpático. periférica debido a una activación de los receptores alfa-adrenérgicos. Las descargas epileptogénicas en estructuras temporales mesiales como la amígdala y el hipocampo, mostraron actividad sincronizada con el ciclo cardíaco y hasta cierto punto, con el ciclo respiratorio5,9,10. Este hallazgo indica la importancia de la amígdala en el control de la FC, la TA y la respiración. La amígdala recibe proyecciones tanto directas como indirectas del SNA y envía eferencias a hipotálamo y a centros del SNC del tronco cerebral. Aunque el compromiso de la amígdala en el evento ictal causa la mayoría de los cambios autonómicos, se requiere de la totalidad del sistema límbico para que esos cambios se manifiesten. En animales se observó una variedad de arritmias cardíacas e hipotensión sincrónicas con actividad EEG ictal e interictal, fenómeno llamado “lockstep”8. La mayoría de los eventos cardiovasculares fueron descriptos en crisis parciales comple- 6 jas del lóbulo temporal. Por su parte, la activación del lóbulo frontal causa bradiarritmias más frecuentemente que taquiarritmias. Una descarga simpática masiva puede desencadenar una arritmia ictal potencialmente fatal. Los incrementos frecuentes de catecolaminas plasmáticas pueden producir áreas de degeneración y fibrosis miocárdica que pueden servir como un nuevo foco para taquiarritmias durante el período interictal. Cambios cardíacos agudos en la epilepsia • Taquicardia ictal (TI) y bradicardia ictal (BI): Los cambios cardíacos más comunes asociados a las CE, son la TI y la BI seguida de fluctuaciones en la TA. La FC en la TI asciende a más de 120 latidos por minuto(lpm) y disminuye por debajo de 50 lpm, en la BI. Los cambios en la FC están asociados a latidos prematuros auriculares y/o ventriculares y a alteraciones en la conducción aurículo-ventricular . La TI se observa en el 80-100% de los casos, mientras que la BI afecta a menos del 5% y la asistolia entre el 0.3-0,4 %. Sin embargo, en pacientes a quienes se le colocó un sistema Holter implantable, la prevalencia de BI ascendió al 36,7% y la de asistolias al 16%. La TI es más frecuente en la epilepsia del lóbulo temporal que en las extratemporales, mientras que la BI se describe en la epilepsia del lóbulo frontal y en la del temporal, aunque asociada a focos bilaterales. En general, ambas son más frecuentes en epilepsias secundarias a lesiones cerebrales, como en la epilepsia del lóbulo temporal con esclerosis mesial, en las displasias corticales o en las heterotopias. La TI puede preceder, coincidir o seguir a una crisis epiléptica. La TI precede en el 50% de los pacientes y en el 75% de las crisis registradas9. La TI suele anteceder al comienzo de la crisis entre 8 a 19 seg y en ocasiones evolucionar a fibrilación ventricular, poniendo en riesgo la vida del paciente. En cambio, la BI generalmente comienza entre 10 y 30 seg después del comienzo de la CE, aunque puede precederlo, pudiendo evolucionar a asistolia. En general, la BI es transitoria y la asistolia se asocia a un fenómeno autolimitado, sin embargo puede ser lo suficientemente prolongada para tornarse potencialmente seria. Aunque la necesidad de la colocación de un marcapaso cardíaco en la BI es cuestionable, su incidencia suele ser subestimada así como, la ocurrencia frecuente de la asistolia ictal severa10,11,12,13,14. Se postula que la BI en algunos casos, produce una pérdida de conocimiento que semeja un síncope, provocando un dilema diagnóstico entre síncope y epilepsia Otros registros mostraron sólo oscilaciones de la FC y, en otras oportunidades, una combinación de BI/TI. • Cambios morfológicos en el electrocardiograma (ECG): Se describieron distintas alteraciones en el ECG en la epilepsia durante el período ictal e interictal. La importancia de detectar anormalidades en so estructural o toxicológico, como causa de muerte2. Aunque el exacto mecanismo causante de la MSIEP es desconocido, los factores principalmente involucrados serían las complicaciones respiratorias y cardiovasculares relacionadas a las CE y la supresión de la actividad cerebral. Los mecanismos fisiopatológicos descriptos son: 1. cardiovascular: arritmias ictales incluyendo la asistolia ictal y el fenómeno de “lock-step”, 2. neurogénico: edema pulmonar neurogénico, 3. respiratorio: supresión respiratoria ictal, apnea central u obstructiva 4. cerebral: supresión de la actividad cerebral post-ictal16,17. Se considera que el primer mecanismo subyacente a la MSIEP es la CE relacionada a arritmias cardíacas con taquiarritmias o bradicardia con asistolia. Las taquiarritmias pueden evolucionar a taquicardia ventricular y a fibrilación ventricular mientras que la bradicardia lo hace a asistolia. Las bradiarritmias con asistolia ictal fueron observadas en epilepsias focales y los mecanismos implicados serían debidos a un incremento brusco del tono vagal o al efecto post-ganglionar cardíaco producido por las CE. Este último fenómeno llamado “lockstep”, resultaría de la sincronización de la descarga autonómica cardíaca con la actividad epileptogénica cerebral. El edema pulmonar neurogénico secundario, es una rara y severa complicación del sistema nervioso central en la epilepsia. Estudios experimentales postulan que se debe a una descarga simpática severa, que produce vasoconstricción sistémica y pulmonar, aumento de la presión hidrostática capilar con cambio de fluidos en el alvéolo y en el intersticio. La depresión respiratoria central puede ser producida directamente por una crisis epiléptica. La apnea es una complicación rara y ha sido observada junto con el espasmo laríngeo en las crisis parciales complejas por compromiso del sistema límbico y en las crisis generalizas. En la supresión de la actividad cerebral se observó que la cesación electrocerebral instatánea post-ictal condujo a la supresión de la regulación autonómica central, predecesora la repolarización cardíaca radica en que las mismas pueden asociarse a taquiarritmias ventriculares y evolucionar a MSIEP. Las investigaciones realizadas en epilepsia experimental mostraron que no solo la actividad ictal, sino también la interictal, produce cambios en el sistema nervioso autonómico que evolucionan a arritmias cardiacas y MSIEP. En pacientes epilépticos estudiados con registros de video- EEG/ECG, se analizaron los intervalos QT asociados a los intervalos RR, utilizándose fórmulas de corrección (Bazett, Hodge, Fridericia y Framinghan) para obtener el QT corregido (QTc). Surges et al.15 mostraron que durante el período preictal, el QTc estuvo prolongado en 9(10%) de 89 CE y en 5 (13%) de los pacientes. Otros autores vieron, prolongación del QTc en 21(13,5%) de 156 CE y en 9 (23%) de 39 pacientes16. Dichas alteraciones, aunque fueron observadas en epilepsias focales y generalizadas, fueron más frecuentes en epilepsia del lóbulo temporal derecho. El acortamiento del QTc interictal, en 70 pacientes con diferentes tipos de epilepsias, también fue descripto. Algunos de los casos, podrían ser explicados por una predisposición genética, debida a mutación de los genes de los canales iónicos que producen, epilepsia y arritmias cardíacas. Las canalopatías más mencionadas son el Sindromes de Brugada, de QT prolongado y de QT corto, que también estarían asociadas a MSIEP. Otros autores observaron alteraciones ECG durante la TI. En un estudio realizado en 23 pacientes con epilepsias refractarias se describieron depresión del segmento ST en el 40% de los casos. La depresión y la elevación del ST asociado a TI, también fueron descriptas, aunque en menor proporción17. • MSIEP: La MSIEP es definida como una muerte súbita, inesperada, no traumática, con o sin evidencias de una crisis epiléptica, no producida por ahogo ni por un estado de mal epiléptico y con exámenes post-mortem que no revelan un compromi- 7 bral post-ictal, con la consecuente falla respiratoria y paro cardíaco. Tanto la supresión respiratoria y la hipoxia o la supresión de la función cerebral y la inestabilidad autonómica podrían conducir a una arritmia cardiaca fatal y muerte18,19. Aparte de los mecanismos previamente mencionados, actualmente se identifican claramente varios factores de riesgo que predisponen a la MSIEP como las epilepsias genéticas causadas por mutación en los genes de los canales iónicos, las crisis generalizadas tónico-clónicas frecuentes, las epilepsias refractarias, la politerapia con drogas antiepilépticas(DAEs), los niveles sub-terapéuticos de DAEs, el comienzo temprano y la evolución del paro cardíaco, sugiriendo que la inestabilidad autonómica que condujo al paro cardiorespiratorio fue provocado por supresión post-ictal más que por activación ictal del sistema nervioso autonómico. Aunque en la actualidad se desconoce la secuencia exacta de eventos que conducen a la MSIEP, dos posibles explicaciones ayudarían a entender el proceso. Por un lado se debería a un fenómeno ictal con isquemia ictal o hipoxia, que conduciría a una disfunción del tronco cerebral con el consiguiente agravamiento de la inestabilidad cardiorespiratoria. Por otro lado, la inestabilidad autonómica en el tronco cerebral sería producida por la supresión de la actividad cere- prolongada de la enfermedad y el retardo mental, siendo más frecuente en el sexo masculino y en las edades comprendidas entre 20-40 años19,20(Fig 2). • Epilepsia vs Síncope: Una pérdida de conocimiento transitoria puede producirse por síncope o por epilepsia. Ambos cuadros comparten similitudes clínicas, pero el síncope se produce por hipoflujo cerebral y la epilepsia por descarga neuronal excesiva o hipersincrónica. El síncope presenta movimientos convulsivos, en el 12% de los casos. La interpretación clínica errada de un síncope tomado como epilepsia, podría desconocer una arritmia car- Frecuencia incrementada de crisis epilépticas Tratamiento de DAEs Comienzo temprano y evolución prolongada de la epilepsia Edades entre 20 a 40 años Disfunción autonómica adquirida Genéticas Crisis parcial simple o compleja Arritmias Cardíacas Muerte Hipoventilación o hipoxia Crisis generalizada tónico-clónica Suspensión de la actividad cerebral Apnea central Epilepsia crónica Apnea obstructiva Asfixia Edema Pulmonar N Engl J Med 2011;365:1801-11(modificado) Figura 2. Mecanismos involucrados en la muerte inducida por crisis epilépticas. Muerte súbita e inesperada causada por una crisis epiléptica en la epilepsia crónica. Los factores de riesgo asociados a la epilepsia crónica junto con los efectos directos de la crisis epiléptica, interactúan de varias formas para causar la muerte, lo cual probablemente sea el resultado de la suspensión de la actividad cerebral, la hiperventilación e hipóxia, las arritmias cardíacas y la acción de las DAEs. 8 díaca como causa del cuadro; mientras que, contrariamente, la epilepsia puede ser mal diagnosticada y aceptada como síncope, cuando la crisis activa al sistema nervioso autonómico produciendo arritmia cardíaca e hipoflujo cerebral23,24. Nosotros estudiamos 5 pacientes con epilepsia, 3 (60%) presentaron síncope, de los cuales: 1 paciente presentó bradicardia ictal y asistolia, 1 paciente taquicardia sinusal y 1 paciente síntomas sincopales con estudios cardiológicos normales. En los 2 pacientes sin síntomas síncopales (40%) se observó alteración de la FC en el ECG realizado durante un EEG de rutina y estudios cardiológicos normales. También tuvimos ocasión de valorar otro grupo de enfermos, compuesto, al igual que el anterior, por otros 5 pacientes, en esta oportunidad sin epilepsia, que padecían síncopes convulsivos y que fueron calificados como síncope neurocardiogénico en 3 de ellos y cardiogénico en 2 restantes25. • Medicacion antiepiléptica (DAEs): La epilepsia es tratada con drogas antiepilépticas (DAEs), siendo la carbamazepina y la fenitoína las más usadas. Algunos estudios sugieren que ambas tienen efectos cardioinhibitorios y pueden producir bradiarritmias. La fenitoína mostró efectos arrimogénicos durante la infusión endovenosa rápida, que puede conducir al bloqueo auriculo-ventricular y prolongación del QT. La carbamazepina puede inducir taquicardia en casos de sobredosis y bradicardia en dosis terapéuticas o moderadamente elevadas en mujeres mayores. En una serie pequeña de casos de epilepsias generalizadas idiopáticas, la lamotrigina se asoció a prolongación del QT (21). Algunas DAEs actúan estimulando o inhibiendo la vía metabólica hepática del citocromo P450 3A4(CYP 3A4), produciendo interacciones medicamentosas con distintas drogas que utilizan la misma vía. Los pacientes tratados con ácido valproico y drogas que prolongan el QT, presentaron una mayor predisposición a padecer taquiarritmias ventriculares. Algunos estudios muestran que la carbamazepina, la fenitoína y la lamotrigina, pueden no sólo ocasionar alteraciones no pudiéndose adjudicar una lateralización hemisférica definitiva a las alteraciones autonómicas cardíacas. autonómicas, sino que pueden tener un efecto proarritmico, aumentando el riesgo de MSIEP21,22. Sin embargo, un estudio reciente no asoció éstas drogas, utilizadas tanto en mono como politerapia, con un incremento de MSIEP. Nuevas investigaciones son imprescindibles para aclarar este punto21. Efectos de la epilepsia en el SNA y el corazón Aunque el mecanismo del disbalance autonómico aún no está claramente entendido, probablemente resulte de una alteración progresiva de los centros autonómicos, producto de descargas epilépticas repetidas. Las manifestaciones clínicas podrían deberse a una combinación de la acción del simpático y del parasimpático debido a inhibición tanto del tono simpático y parasimpático o a la inhibición de sólo uno de ellos o al aumento del tono de uno con disminución del otro. Algunos autores abonan la teoría de la activación selectiva autonómica (simpático o parasimpático) durante una CE, lo que produciría una TI o una BI, por la activación focal de regiones corticales o subcorticales especificas. Aunque demostrada por datos experimentales, la teoría de la activación autonómica selectiva, se torna insuficiente para explicar cómo una descarga epiléptica no selectivas activa específicamente centros simpáticos o parasimpáticos o cómo un evento ictal produce una combinación de TI/BI o sólo oscilaciones de la FC. Probablemente en estos casos un mecanismo periférico debiera ser considerado. La corroboración de la existencia de alteraciones autonómicas interictales, con las observadas por la activación simpática y parasimpático ictal sugieren que los cambios cardíacos ictales pueden depender del estado autonómico interictal. Aunque la epilepsia puede progresivamente alterar el estado autonómico interictal, con una dominancia simpática o parasimpática, en algunos casos las alteraciones ictales pueden variar el patrón autonómico interictal. En aquellas CE que mostraron una combinación de TI/BI y de oscilaciones en la FC, probablemente se deba a una actividad interictal deprimida del simpático y del parasimpático. El compromiso de los reflejos cardiovascular y cardiorespiratorio intervendrían en al menos, algunos de los cambios cardiacos ictales20 (Fig. 3). Cambios cardíacos crónicos en la epilepsia • Variabilidad de la frecuencia cardíaca (VFC) La VFC brinda información sobre el estado funcional del sistema nervioso autonómico, producido por el balance simpático-parasimpático cardíaco. El análisis espectral de la variabilidad de las frecuencias dominantes permite separar a las altas frecuencias (AF) correspondientes a la actividad del parasimpático, de las bajas (BF) correspondientes al simpático. En pacientes con epilepsias refractarias se observó, una VFC disminuida en comparación a las encontradas en controles y en pacientes con epilepsias generalizadas idiopáticas, tornando a los pacientes más susceptibles de padecer taquicardia, fibrilación y MSIEP. Las alteraciones autonómicas identificadas en los estudios de VFC fueron confirmadas a través de pruebas autonómicos, realizadas en pacientes epilépticos. Devinsky et al.26 mostraron variabilidad disminuida de la TA en pacientes con epilepsia del lóbulo temporal. Isojarvi et al.27 encontraron una respuesta anormal de la TA en la pruebas isométricas, maniobra de Valsalva y respiración profunda. Mukherjee et al.28, observaron durante las pruebas, aumento del tono simpático, con decremento del tono parasimpático. La disfunción autonómica fue hallada en el 56% de los pacientes con epilepsia refractaria crónica. Algunas evidencias sugirieron una respuesta diferente de la FC; taquicardia por actividad simpática en epilepsias del lóbulo temporal derecho y bradicardia por estimulación del parasimpático por efecto del lóbulo temporal izquierdo. Sin embargo en la actualidad, existe gran controversia sobre éste punto, 9 Referencias Crisis epiléptica 1.Tomson T, Nashef L, Ryvlin P 2008 Sudden Manfredi M, Cantore G 2004 Ictal heart rate 18. Schuele SU 2009 Effects of seizures on unexpected death in epilepsy: current increase precedes EEG discharge in drug- cardiac function. J Clin Neurophysiol 26:302-308. knowledge and future directions. Lancet Neurol resistant mesial temporal lobe seizures. Clin 19. Jansen K, Lagae L 2010 Cardiac changes in 7:1021-1031. Neurophysiol 115:1169-1177. epilepsy. Seizure 19:455-460. 2. Cechetto DF, Chen SJ 1990 Subcortical sites 10. Healy B, Peck J 1997 Bradycardia induced 20. 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Las manifestaciones cardíacas ictales dependen de la interacción entre el estado autonómico interictal, e ictal, del comportamiento de los reflejos cardiovasculares y cardiorespirtatorios, de la acción de las DAEs y del estado cardiovascular del paciente durante una crisis epiléptica. La activación de los centros autonómicos puede ser selectiva o no selectiva. Los efectos de la activación autonómica no selectiva sobre la frecuencia cardíaca (FC) y la tensión arterial (TA) dependen de la dominancia autonómica interictal. Conclusión Los mecanismos involucrados en las alteraciones que la epilepsia pueden provocar en el sistema nervioso autonómico cardíaco son muy complejos y requieren de futuras investigaciones. Con un criterio integrador podría decir- se que las manifestaciones cardíacas ictales dependen de la interacción entre el estado autonómico interictal, la descarga autonómica ictal, el comportamiento de los reflejos cardiorrespiratorios y cardiovasculares durante la 10 crisis, la acción de las DAEs y el estado cardiovascular del paciente. La importancia de la detección de los cambios autonómicos cardíacos tempranos en la epilepsia disminuirían los riesgos de padecer arritmias cardíacas y MSIEP. 11 Epilepsia y arritmias cardíacas Sebastián García Zamora1, Fernando Malpica Cervantes4, Fernando de Valais3 y Jorge González Zuelgaray2, 3 Dr. J. González Zuelgaray Hospital Provincial del Centenario (Universidad Nacional de Rosario). Instituto de Investigaciones Cardiológicas “Prof. Dr. Alberto C. Taquini” (UBA-CONICET). 3 Sanatorio de la Trinidad San Isidro. 4 Fundación Arrhythmia Alliance - Argentina, Buenos Aires. 1 2 Introducción El 1% de la población general padece de epilepsia. Los individuos con epilepsia tienen una mortalidad inesperada sin patología demostrable que es significativamente mayor que en la población general1. La forma más frecuente de óbito es la muerte súbita en epilepsia (MUSEP, que en la literatura anglosajona se conoce como “SUDEP”, por “sudden unexpected death in epilepsy”), que afecta hasta al 17% de los pacientes con epilepsia2,3. Se define como MUSEP a la muerte inesperada no traumática que ocurre en pacientes con epilepsia, con o sin presencia de testigos, sin ahogamiento, con o sin convulsiones, una vez descartado el status epiléptico. En el estudio post-mortem del sistema nervioso central no deben encontrarse causas tóxicas ni alteraciones anatómicas que puedan explicar el deceso4. La relación entre crisis epilépticas y arritmias es a menudo compleja. Existen al menos tres circunstancias 12 en las que ambas entidades se relacionan: las arritmias que ocurren durante las crisis comiciales, la muerte súbita y las alteraciones cardíacas que simulan una epilepsia. En la presente revisión se analizarán estos aspectos. Arritmias y epilepsia En 1906, Russel fue el primero en describir una arritmia al comprobar la desaparición del pulso durante los ataques de epilepsia5. En 1980, Pritchett y col. introdujeron el término “epilepsia arritmogénica” al reportar dos pacientes jóvenes con registro EEG de epilepsia con origen en el lóbulo frontal, en quienes observaron taquicardias supraventriculares, bradicardias y pausas asociadas a las crisis. Los estudios electrofisiológicos no mostraron anormalidades en los intervalos de conducción AV y no se indujeron arritmias, lo que sugiere que los trastornos del ritmo no eran la causa sino una manifestación de los ataques epilépticos6. En una revisión de “ataques arritmogénicos” realizada en 1997, Jallon y col. describieron las arritmias más frecuentes encontradas durante las crisis epilépticas, con predominio de taquicardias sobre las bradicardias7. Blumhardt y col. observaron arritmias cardíacas en el 42% de 74 ataques espontáneos registrados mediante monitorización ECG/EEG en 26 pacientes internados por epilepsia. Aunque hubo mayoría de taquicardias, las arritmias más desestabilizantes fueron las bradiarritmias con episodios más o menos prolongados de asistolia que eran precedidos por bradicardia y bloqueo sinoauricular. También observaron variaciones abruptas en la frecuencia cardíaca antes del final de la descarga convulsiva registrada en el EEG8. También se reportaron frecuentemente cambios en la frecuencia cardíaca al inicio de las crisis (tanto clínicas como subclínicas)9, y Nei y col. mostraron que los cambios electrocardiográficos son más frecuentes en los pacientes con convulsiones de mayor duración10. Si bien puede considerarse a la taquicardia como un mero correlato de la intensa actividad muscular, parece claro que también puede ser expresión de un fuerte componente autonómico. La actividad crítica (e incluso intercrítica) puede provocar una inestabilidad autonómica que se traduciría en arritmias, entre las que se han descrito taquicardias supraventriculares, fibrilación ventricular, bloqueos AV y asistolia, entre otras, como muestran estudios en los que se monitoreó la actividad eléctrica cardíaca durante las crisis11-13. Por otra parte, dado que no es sencillo diferenciar las convulsiones epilépticas de las que se deben a otras causas, luego de analizar el comportamiento de la frecuencia cardíaca en pacientes sometidos a video-EEG, de Oliveira y col. observaron que en el 100% de las crisis de epilepsia hubo taquicardia en tanto esto no se observó en ningún episodio de aura o de convulsiones psicógenas (pseudocrisis)14. En la misma línea, Ponnusamy y col. compararon 26 pacientes con epilepsia refractaria del lóbulo temporal con- tra 24 controles con convulsiones psicógenas no epilépticas sometidos a video-EEG, y encontraron que la variabilidad de la frecuencia cardíaca era aun más confiable que la presencia de taquicardia para diferenciar ambas formas15. Muy frecuentemente se observa depresión del segmento ST al alcanzarse la máxima frecuencia cardíaca durante las crisis16, y aunque esto podría interpretarse como expresión de isquemia miocárdica, no se ha observado aumento de los marcadores de daño miocárdico. Por ello, el evento isquémico intracomicial no sería clínicamente relevante. También se ha sugerido que la presencia de anormalidades o variaciones en la onda T durante o luego de las convulsiones podría ser un elemento de valor para detectar en forma no invasiva sujetos con algún tipo de riesgo arrítmico17. Sin embargo, dado que es frecuente la presencia de artificios electrocardiográficos en estas circunstancias, se necesitan más investigaciones al respecto. Diversos estudios han mostrado que los cambios electrocardiográficos son más frecuentes en asociación con convulsiones tónico-clónicas generalizadas que en las parciales10,18,19. En un análisis retrospectivo de 1244 pacientes que fueron monitorizados con video-EEG, sólo se observó asis- tolia asociada a un episodio comicial en 5 casos20. En este sentido, existen opiniones contrapuestas acerca de la ocurrencia de bradicardia en individuos cuyas crisis ocasionan alteraciones ventilatorias, ya que podría considerarse que las bradiarritmias son en realidad consecuencia de la hipoxemia21,22. La figura 1 muestra los trazados EEG y ECG simultáneos (con bradicardia y asistolia) durante una crisis epiléptica del lóbulo temporal23. En una revisión de Reeves y col. del “ictal bradycardia syndrome” (bradicardia o asistolia asociadas a ataques epilépticos), la mayoría de los episodios arrítmicos ocurrió en presencia de ataques originados en el lóbulo temporal24. La asistolia de mayor duración se registró en un paciente de 17 años con epilepsia del lóbulo frontal que sufrió una pausa de 22 segundos, aunque predominaron las asistolias de 5-10 segundos. Rugg-Gunn y col. reportaron el caso de un paciente epiléptico con descargas focales en el EEG, en quien el monitoreo electrocardiográfico mostró una asistolia de 25 segundos que comenzó a los 24 segundos de iniciado el ataque y requirió el implante de un marcapasos unicameral (modo VVI)25. Para evitar conclusiones erróneas y tratamientos inapropiados en situaciones en las que no resulta claro cuál es Figura 1. Episodio habitual en un paciente con epilepsia del lóbulo temporal precediendo a un enlentecimiento progresivo de la frecuencia sinusal hasta culminar en asistolia (tercer panel) hasta que finalmente el ECG muestra una recuperación gradual. Modificado de la ref. 23, con autorización. 13 el trastorno iniciador del cuadro, en casos de asistolia con pérdida del conocimiento dichos autores recomiendan la monitorización simultánea EEG/ECG toda vez que se quiera distinguir entre arritmias primarias o secundarias. Al parecer, no habría diferencias en la ocurrencia de asistolia o bradicardia según las convulsiones comiencen en regiones derechas o izquierdas de la corteza26. Los pacientes en quienes se observan bradicardia extrema o asistolia podrían ser beneficiados con el implante de un marcapasos para prevenir traumatismos secundarios al síncope. En un estudio reciente que utilizó el monitor de eventos (Holter) implantable, se observaron bradicardia y asistolia durante las convulsiones con mayor frecuencia que la descrita previamente: 7 de 19 pacientes presentaron este tipo de arritmias, lo que llevó al implante de un marcapasos definitivo en 4 casos27. En un estudio que incluyó a 6 pacientes con asistolia asociada a convulsiones a los que se les colocó un marcapasos, no hubo nuevos episodios de asistolia o bradicardias suficientes para gatillar el dispositivo a lo largo de un seguimiento de 5 años28. Sin embargo, algunos reportes de casos en los cuales pacientes epilépticos recibían un marcapasos y continuaban presentando episodios de caídas y traumatismos, generaron controversia con respecto a la verdadera utilidad de esta medida. En un estudio retrospectivo durante 16 años se comparó el requerimiento de marcapasos por pacientes epilépticos vs. sujetos con otras afecciones cardiovasculares o neurológicas, y se encontró una mayor necesidad de implante de marcapasos transitorios entre pacientes epilépticos, pero no así de marcapasos definitivos29. El marcapasos en pacientes con crisis persistentes es seguro y no agrava la frecuencia de los síntomas, su duración ni la propagación a convulsiones tónico-clónicas generalizadas. Un registro de pacientes con bradicardia y asistolia ictal sería sumamente valio- so para conocer la evolución alejada y seleccionar la terapia. Muerte súbita en la epilepsia Si bien no siempre resulta sencillo distinguir entre cuadros convulsivos aislados y convulsiones asociadas a bradicardia o asistolia ictal, se ha sugerido que algunos elementos clínicos pueden resultar de valor. El cambio en el patrón típico de crisis del paciente y las pérdidas del tono postural en sujetos con convulsiones parciales deben aumentar nuestra sospecha con respecto a este cuadro. El diagnóstico definitivo se establece mediante el monitoreo simultáneo con video EEG-ECG30. El mecanismo fisiopatológico de la MUSEP permanece incierto, aunque hay acuerdo acerca de que el principal objetivo para su prevención apunta a la eliminación de las convulsiones. Se postula como responsables a las arritmias cardíacas tanto intra como interictales, al disbalance electrolítico, al efecto proarrítmico de los fármacos antiepilépticos, a las influencias autonómicas cardíacas de origen cerebral y a la apnea, el edema pulmonar neurogénico o la asfixia. Sin embargo, el mecanismo fisiopatogénico puede variar en diferentes casos y puede haber más de un mecanismo en un mismo paciente. La mayoría de las muertes inesperadas en pacientes epilépticos son precedidas por episodios convulsivos. Las convulsiones de mayor duración, y las tónico-clónicas generalizadas, fueron las que se asociaron con mayor frecuencia a alteraciones electrocardiográficas31. Sólo existen reportes aislados de pacientes con MUSEP en quienes se pudo registrar el ritmo cardíaco durante el evento. Aunque se han observado arritmias ventriculares, la especificidad de este hallazgo resulta desvirtuada por la existencia de antecedentes de infarto previo. La mortalidad específicamente relacionada con las crisis se relaciona con el riesgo de sufrir status epiléptico y accidentes o asfixia durante los ataques. Aunque se ha sugerido 14 que los pacientes epilépticos tienen una tasa de mortalidad superior a la de la población general, esto puede estar sesgado por una selección de pacientes con lesiones cerebrales graves o con crisis frecuentes e incontroladas, ya que entre los pacientes epilépticos sin lesiones cerebrales graves y con crisis controladas, la tasa de mortalidad está sólo ligeramente aumentada. Está demostrada la presencia de arritmias durante e incluso después de las crisis pero, en cambio, el desenlace fatal motivado directamente por una arritmia está apenas descrito. Espinosa y col. reportaron el caso de una paciente epiléptica con crisis frecuentes, en quien durante un episodio monitorizado se documentó una taquicardia ventricular de 180 latidos por minuto que degeneró en fibrilación ventricular y requirió reanimación cardiopulmonar y desfibrilación. Superado el evento, los estudios complementarios (que incluyeron estudio electrofisiológico y cinecoronariografía) no encontraron un sustrato responsable de la arritmia, por lo que se decidió implantar un cardiodesfibrilador como medida de prevención secundaria32. Los estudios experimentales de Lathers y Schraeder con modelos animales muestran la presencia de disfunción autonómica tanto intra como intercrisis, lo que ha sido propuesto como uno de los mecanismos probables de la muerte súbita en la epilepsia33,34. En un modelo animal de status epiléptico, Johnston y col. encontraron que la hipoventilación provocada por la apnea -más que la arritmiaera el hallazgo principal en relación con la muerte súbita35. Las descargas inducidas en el lóbulo temporal pueden provocar alteraciones respiratorias tanto en inspiración como en espiración, lo que produce efectos directos sobre el sistema nervioso autónomo y sobre el corazón. So y col. sostienen que la apnea es el evento que induce bradicardia posictal y paro cardíaco, debido a una alteración del reflejo cardiorrespiratorio36. La hipoxemia podría disminuir el umbral para las arritmias duran- te los ataques, especialmente en los pacientes afectados por canalopatías (como el síndrome de QT prolongado). En pacientes con crisis parciales simples y secundariamente generalizadas, Drake y col. describieron una frecuencia ventricular elevada y una prolongación del intervalo QT en comparación con la población control37. La presencia de arritmias severas es rara entre pacientes epilépticos evaluados en períodos intercrisis, sin que se hayan observado variaciones sustanciales con respecto a la incidencia en la población general. En pacientes con epilepsia refractaria, si bien la incidencia de arritmias severas sigue siendo baja entre las crisis, se ha observado una mayor incidencia de bradicardia y asistolia durante la mañana, probablemente asociado a un incremento en el tono vagal durante el sueño27,38. Si estas alteraciones podrían tener algún tipo de asociación con la MUSEP (observada más frecuentemente durante el sueño), es algo que aún no se ha podido establecer. A los fármacos antiepilépticos se les ha adjudicado un papel en la génesis de la muerte súbita. Sin embargo, al analizar la capacidad arritmogénica y los efectos sobre la variabilidad de la frecuencia cardíaca de la fenitoína y la carbamazepina, Tomson y col. sólo encontraron disminución de la frecuencia cardíaca en raras ocasiones con carbamazepina, en sujetos ancianos y probablemente en relación con el bloqueo de los canales de sodio39. Si bien la medicación antiepiléptica puede alterar el control autonómico, resulta muy difícil separar su efecto de las alteraciones propias de la enfermedad. De todas maneras, se ha postulado que la suspensión repentina del tratamiento con carbamazepina podría incrementar la actividad simpática cardíaca durante el sueño40. Dado que las evidencias no son concluyentes, no se puede afirmar la existencia de una relación directa entre los fármacos antiepilépticos y la muerte súbita. En cuanto a los hallazgos anatomopatológicos cardíacos en pacientes epilépticos fallecidos súbitamente, Natelson y col. encontraron en 5 de 7 víctimas de MUSEP analizadas (y en ninguno de los controles) lesiones cardíacas compatibles con un proceso isquémico crónico en presencia de coronarias normales, lo que probablemente se deba a vasoespasmo coronario activado neuralmente durante las crisis41. Estudios post-mortem de pacientes que presentaron MUSEP han demostrado fibrosis perivascular e intersticial irreversible. Adicionalmente, se observaron lesiones cardíacas reversibles en forma de vacuolización de miocitos, lo cual podría deberse a un estímulo adrenérgico excesivo asociado a las convulsiones. Es posible que la estimulación reiterada termine conduciendo a la fibrosis, la que serviría ulteriormente de sustrato anatómico para la generación de arritmias42,43. Tigaran y col. comunicaron que hasta un 40% de los pacientes con epilepsia parcial refractaria presentaron infradesnivel del segmento ST asociado a convulsiones, lo cual sugeriría que durante las mismas podría producirse isquemia cardíaca16. Aunque en general no se ha encontrado elevación de troponinas luego de convulsiones tónico-clónicas generalizadas, se han comunicado casos de infarto agudo de miocardio siguiendo a cuadros comiciales en pacientes con enfermedad coronaria previa44. El status epiléptico es un cuadro grave, con una mortalidad estimada del 20-30%. Sin embargo, la mayoría de las muertes no se producen durante dicho episodio ni en las siguientes 24 horas, sino en los 30 días ulteriores. El mecanismo no es comprendido, aunque se ha planteado la posibilidad de que buena parte de los mismos sean de causa arrítmica45. Boggs y col. plantean indicar un dosaje de troponinas luego de un status epiléptico, a la vez que postulan un posible rol de los bloqueantes beta-adrenérgicos o de los antiarrítmicos para prevenir las arritmias posictales46. La ingestión de suplementos de omega 3 o una dieta que incluya pescado tres veces por semana disminuiría el riesgo de MUSEP47, y las medidas que tienen utilidad para la prevención de la muerte súbita en la población general también estarían indicadas en los pacientes epilépticos (por ejemplo, el ejercicio). Un estudio actualmente en marcha para analizar la incidencia de MUSEP ayudará muy probablemente a comprender los mecanismos y factores predisponentes de este cuadro (Mortemus; http://www. mortemus.org). Arritmias que simulan epilepsia Las crisis epilépticas plantean la necesidad de establecer un diagnóstico diferencial con crisis no epilépticas. El síncope cardiogénico y el neurocardiogénico tienen en común la presencia de pérdida transitoria de la conciencia asociada o no a convulsiones. Los movimientos anormales y las mioclonías pueden ser comunes en el síncope de cualquier etiología, y a su vez, la falta de circulación cerebral se asocia frecuentemente a convulsiones. En nuestra experiencia, 2 de cada 3 pacientes con Tilt test positivo por asistolia presentan movimientos anormales. Son varios los casos reportados en la literatura de pacientes en quienes se diagnosticó epilepsia primaria cuando en realidad sufrían una cardiopatía. Linzer y col. reportaron una serie de 12 pacientes con diagnóstico de epilepsia de larga data (11 pacientes recibían medicación antiepiléptica) en quienes, luego de una evaluación que incluyó monitoreo Holter, grabadora de eventos de larga duración y Tilt test, encontraron que la causa correspondía en 7 casos a arritmias (torsade des pointes, reentrada nodal y paro sinusal) y en los 5 restantes a síncope neuromediado con hipotensión y bradicardia (incluida asistolia en 2 pacientes)48. Una situación similar ocurre con el síndrome de QT prolongado erróneamente diagnosticado como epilepsia. Un hecho importante es que el 10% de todos los pacientes con síndromes de QT largo sufren convulsiones49-51. En un interesante estudio conjunto 15 entre investigadores de Holanda y de la Mayo Clinic, Johnson y col. revisaron los antecedentes de 343 pacientes consecutivos con síndrome de QT prolongado a quienes se realizó estudio genético. Encontraron un fenotipo convulsivo (diagnosticado por la historia personal o familiar de convulsiones), que fue más común en la variedad LQT2 (47%) en comparación con las variedades LQT1 (22%) y LQT3 (25%), lo que resultó estadísticamente significativo. De hecho, los pacientes con LQT2 tenían 4 veces más chance de tener un diagnóstico previo de epilepsia en comparación con las otras formas. Concluyeron dichos autores con la hipótesis de que, así como existen fenotipos que incluyen órganos diferentes del corazón en mutaciones genéticas como KCNQ1/sordera y SCN5A/ trastornos gastrointestinales, esta asociación de LQT2 que afecta al canal de potasio KCNH2 (crucial en la homeostasis del potasio en el hipocampo) podría aumentar la susceptibilidad a crisis convulsivas no por la existencia de taquicardia ventricular sino por un mecanismo mediado neuralmente. Inclusive, postularon la conveniencia de realizar un EEG en vigilia y con deprivación de sueño a todos los pacientes con QT prolongado o al menos, a los que tienen la forma LQT252. Existe creciente evidencia con respecto al hecho de que el funcionamiento de los sistemas simpático y parasimpático -evaluados con las variaciones de presión arterial y frecuencia cardíaca durante respiración profunda y Valsalva- se encuentra disminuido en pacientes epilépticos con respecto a los controles sanos. Asimismo, los pacientes con epilepsia refractaria tienen mayor disfunción en la regulación cardiovascular autonómica que aquellos con enfermedad bien controlada. Un estudio documentó una estabilización en el control autonómico cardíaco luego de la cirugía en la epilepsia del lóbulo temporal53. Por otra parte, en ratas modificadas genéticamente se observó la existencia de bloqueo AV y paro cardíaco de origen central mediados por el vago (como fue demostrado por denervación autonómica) y asociados a la deficiencia del canal de potasio Kv1.1 (con amplia expresión cerebral), lo que constituye una demostración experimental de una alteración genética central con acción cardíaca mediada por influencia parasimpática (figuras 2 y 3)54. Otros trastornos arrítmicos primarios como el síndrome de Brugada, el síndrome de Wolff-Parkinson-White, la taquicardia ventricular polimorfa catecolaminérgica y otras entidades con cardiopatía estructural (como la miocardiopatía hipertrófica o la estenosis aórtica), también pueden simular una epilepsia. Figura 3. El bloqueo farmacológico selectivo del sistema nervioso autónomo sugiere excerbación vagal del bloqueo AV en las ratas modificadas genéticamente. El primer panel muestra la eliminación del bloqueo AV interictal luego de atropina y propranolol como expresión de la influencia autonómica, lo que se repite en el segundo panel (como evidencia del efecto vagal predominante, a diferencia de la ausencia de cambios significativos con propranolol – tercer panel). El cuarto panel resume los hallazgos expresados en la variación porcentual del número de bloqueos AV interictales luego de cada intervención farmacológica. (*) p<0,01; NS, estadísticamente no significativo. Modificado de la ref. 54, con autorización. Conclusiones La relación específica entre epilepsia y arritmias posee ciertas particularidades que hacen muchas veces complejo su diagnóstico y tratamiento. Es necesaria una aproximación integrada que incluya los aspectos cardiovasculares y neurológicos y a nuestro entender, es clara la necesidad de registros y estudios prospectivos que analicen la verdadera incidencia de diferentes arritmias en los pacientes epilépticos. Hay medidas preventivas que cabe considerar y que podrían contribuir a una mayor sobrevida. La realización de un ECG en todos los pacientes, la indicación de ejercicio y el entrenamiento de los familiares y allegados en reanimación cardiopulmonar son a nuestro entender insoslayables. En cambio, el monitoreo Holter y el monitor de eventos implantable (que podrían llevar a una indicación oportuna de un marcapasos o de tratamiento antiarrítmico), la realización de video-EEG en los pacientes con QT prolongado (o al menos, en la variedad LQT2), la ingestión de ácidos grasos omega-3 y, finalmente, el dosaje de troponinas y la administración de beta-bloqueantes luego de un status epiléptico requieren aun mayores investigaciones. 16 Figura 2. MUSEP precedida por anormalidades cardíacas ictales incluyendo bradicardia y asistolia en una rata modificada genéticamente. Los registros simultáneos EEG-ECG en diferentes crisis (1-3) muestran muestran actividad cardíaca regular que alterna con irregularidades hasta llegar al silencio eléctrico cerebral coincidente con arritmias severas que preceden a la muerte en el panel 4. Modificado de la ref. 54, con autorización. Referencias 1.Ficker DM, So EL, Shen WK y col. Population- 11. Massetani R, Strata G, Galli R y col. 19. Opherk C, Coromilas J, Hirsch LJ. Heart rate based study of the incidence of sudden Alteration of cardiac function in patients with and EKG changes in 102 seizures: analysis of unexplained death in epilepsy. Neurology 1998; temporal lobe epilepsy: different roles of EEG- influencing factors. Epilepsy Res 2002; 52:117-127. 51:1270-4. ECG monitoring and spectral analysis of RR 20. Rocamora R, Kurthen M, Lickfett L y 2.Jehi L, Najm IM. Sudden unexpected death in variability. Epilepsia 1997; 38:363-9. col. 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Lee JJ, Song HS, Hwang YH, Lee HW, Suh CK, Park SP. Introducción y propósito El levetiracetam (LEV) es una droga antiepiléptica nueva que ha demostrado utilidad como terapia adjunta en las convulsiones parciales mal controladas. Sin embargo algunos estudios sugiere que el LEV podría tener efectos psicotrópicos negativos como irritabilidad, agresividad, ideas suicidas y trastornos del humor. Hemos investigado el impacto de la adición de LEV en los síntomas psiquiátricos y en la calidad de vida (CDV) en pacientes con epilepsia refractaria al tratamiento farmacológico y hemos estudiado los factores de riesgo para la aparición de efectos adversos psiquiátricos. Métodos Se realizó un estudio prospectivo, abierto de 24 semanas. Al momento 18 de la inclusion se entrevistó a los pacientes y se revisó su historia clínica y datos demográficos. Se le solicitó a los pacientes que completen cuestionarios diseñados para evaluar la presencia de algunos síntomas psiquiátricos y calidad de vida al momento de iniciar el estudio y a las 4 semanas. Resultados Se incluyeron 71 pacientes en el estudio, 12 pacientes (16,9%) suspendieron el LEV por efectos adversos. El factor de riesgo para el abandono temprano de la medicación fue la presencia de antecedentes personales de trastornos psiquiátricos (odds ratio 4,59; IC 95%, 1,22-17,32). La administración de LEV produje mejoras significativas en el Beck Anxiety Inventory score (p<0,01) y en algunos componentes del Symptom Chec- klist-90-Revised, como somatización (p<0,05), síntomas obsesivo-compulsivos (p<0,05), depresión (p<0,05), y ansiedad (p<0,05). Estas mejoras no se relacionaron con la disminución de las convulsiones. El Quality of Life in Epilepsy Inventory-31 general y algunos subitems, como preocupación por convulsiones (p<0,01), CDV (p<0,05), bienestar emocional (p<0,05), energía-fatiga (p<0,05), y funcionamiento social (p<0,05), también mejoraron. Conclusiones: El agregado de LEV al tratamiento de pacientes con epilepsia refractaria al tratamiento farmacológico produce mejoría de los síntomas psiquiátricos y de la CDV. Se debe prestar especial atención a los antecedentes psiquiátricos para evitar la aparición de efectos adversos del LEV. 19 Efectos de la monoterapia con levetiracetam en la actividad electroencefalográfica en reposo y las funciones cognitivas en pacientes epilépticos vírgenes de tratamiento Cho JR, Koo DL, Joo EY, Yoon SM, Ju E, Lee J, Kim DY, Hong SB. Clin Neurophysiol. 2012;123:883-91. Objetivos Investigar el efecto cognitivo en la monoterapia con levetiracetam (LEV) con electroencefalograma cuantitativo (EEG-C) y pruebas neuropsicológicas (NP). Métodos Se estudiaron 22 pacientes epilépticos sin tratamiento previo con drogas antiepilépticas. Los registros con EEG-C se realizaron antes y después de la terapia con LEV. Se calculó el poder relativo de las bandas de frecuencia por separado, así como la frecuencia pico de la banda alfa (FPA) en los electrodos occipitales por separado. Dieciocho pacientes realizaron una serie de pruebas NP dos veces durante el tratamiento con LEV. Resultados La terapia con LEV produjo disminución del poder relativo en las bandas delta (1-3 Hz, p <0,01) y theta (3-7 Hz, p <0,05), con aumento en las bandas alfa-2 (10 a 13 Hz, p <0,05) y beta-2 (19 a 24 Hz, p <0,05). Se observó un cambio espectral específico regional, que fue significativo en la banda delta en la región fronto-polar, en la theta en la región anterior, en la alfa-2 en una región extensa y en la beta-2 en la región fronto-central izquierda. Los cambios de la FPA no fueron significativos. Se observó una mejora en las pruebas de NP que requieren de la atención, la memoria del trabajo, el lenguaje y la función ejecutiva. Los cambios observados en el poder relativo en las bandas theta, alfa-2, y beta-2 se correlacionaron con la mejoría en las pruebas NP. Conclusiones Los datos sugieren que el tratamiento con LEV produce un aceleramiento de las frecuencias de ondas que se asocia a un mejoramiento en las funciones cognitivas. Los cambios en el poder relativo de las frecuencias de las bandas, podrían predecir la mejoría en varios de los dominios cognitivos durante el tratamiento con LEV. El cambio en la amplitud de las bandas de frecuencias podría predecir la mejora en varios dominios cognitivos a través de la terapia con LEV. El estudio combinado del electroencefalograma cuantitativo y de pruebas NP puede ser útil para la identificación de los efectos cognitivos que producen las drogas antiepilépticas. Nota Fiódor Mijáilovich Dostoyevski. El gran escritor y la epilepsia. Uno de los más grandes escritores en la Rusia Zarista, Dostoyevski nació en 1821 y falleció en 1881. A lo largo de sus 60 prolíficos años de vida exploró en profundidad la psicología humana en el difícil contexto político y social de la sociedad rusa del siglo XIX. Cuando tenía dieciocho años, falleció su padre aparentemente tras un hecho de violencia. Dostoyevski se culpó de este hecho por haber deseado la muerte de su progenitor en múltiples oportunidades. Sigmund Freud atribuiría años más tarde a este sentimiento la causa de la intensificación de su epilepsia. Durante toda su carrera como escritor, Dostoievski padeció una epilepsia que supo incorporar magistralmente en sus novelas. Los personajes presentados con dicha enfermedad son Murin y Ordínov (La Patrona, 1847), Nelly (Humillados y Ofendidos, 1861), Myshkin (El Idiota, 1868), Kiríllov (Los Demonios, 1872) y Smerdiakov (Los Hermanos Karamázov, 1879-80). Asimismo supo utilizar la enfermedad para librarse de una condena a servir en forma vitalicia en el ejército en Siberia. Aunque la epilepsia había comenzado siendo estudiante de ingeniería militar en San Petersburgo entre los años 1838 y 1843, el diagnóstico se realizó diez años más tarde. Recién veinte años después consultó a los famosos médicos Romberg y Trousseau. Es notable, como la enfermedad de Dostoyevski ha inspirado a sucesivas generaciones de epileptólogos, incluyendo a Freud. Sin embargo, más allá del interés que pueda despertar la enfermedad del novelista, el caso muestra a un genio literario que supo transformar la adversidad en oportunidad. Prof. Dr. José Milei Director de "Cardiología e hipertensión" 20