EUCARISTÍA DEL 150 ANIVERSARIO DE LA PASCUA DE SANTA MARÍA MICAELA Parroquia de los Carmelitas, Londres - 4 de marzo, de 2016 Homilía por el Cardenal Vincent Nichols María de la Soledad Micaela Desmaisieres y López de Dicastillo. Los españoles, realmente, tiene una forma especial al poner los nombres! Es María Micaela, por la que damos gracias a Dios esta noche, por su vida, su fe, su creatividad, su dedicación, su confianza; por sus iniciativas y fundaciones; y por su santa muerte. Damos gracias a Dios por todo ello, ya que todo viene a nosotros como dones suyos. Lo hacemos con renovada alegría y acción de gracias al conmemorar este 150 aniversario: ella murió hace más de 150 años, el 24 de agosto de 1865 y fundó formalmente la Congregación en 1856. Los nombres para el español, son muy importantes. Llevan en ellos la historia de la persona, de su familia y, a menudo de sus aspiraciones. Esto se cumple en los nombres elegidos por María Micaela. Para su Congregación escogió el nombre de “Adoratrices, Esclavas del Santísimo Sacramento y de la Caridad” y para sí misma eligió el nombre de "Madre Sacramento” Ambos nombres nos revelan todo lo que necesitamos saber sobre ella. Parece como si Madre Sacramento hubiera elegido las lecturas para nuestra Eucaristía de esta noche. Resuenan en ellas todo lo que ella vivió y creyó. La lectura del Evangelio aparece de una forma reveladora con el mensaje del pan de vida. Las palabras de Jesús: "Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré por la vida del mundo es mi carne”. Recordamos las palabras de Madre Sacramento, que decía: "Es mi vida y mi elemento el Santísimo Sacramento", y en una ocasión en que un sacerdote quiso llevarse el Santísimo de la casa, ella le respondió: “Si el Señor sale yo voy tras de Él! Pues nada me hará dejarlo por mucho que me hagan sufrir, pero sin El no estaré ni una hora” En la segunda lectura hemos escuchado las palabras de San Juan: "El que no ama permanece en la muerte. Si alguien tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y le cierra su corazón, ¿cómo puede permanecer el amor de Dios en él? Hijitos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad”. De nuevo las palabras de Madre Sacramento, que dice; “Dios nos escogió para su santa empresa de salvarle almas y las nuestras con ellas!... El mundo es para mí un sagrario. Qué dicha la nuestra, hijas mías! adoratrices, Esclavas perpetuas del Santísimo Sacramento…” Y sus acciones son aún más elocuentes, dejando todos sus bienes y cosas más queridas de este mundo, para abrir su corazón por completo a las necesidades de los pequeños, de los abandonados. Y aquí nos encontramos con el eco de la primera lectura, del profeta Ezequiel: “Yo mismo en persona buscaré a mis ovejas y velaré por ellas ... y las libraré sacándolas de todos los lugares donde se desperdigaron el día de los nubarrones y de la oscuridad... traeré de vuelta a la extraviadas y vendaré a las heridas.., las alimentaré en la justicia”. Así mismo, Micaela, desde su primer encuentro con las niñas pobres, a las que enseñaba la doctrina, cuando aún era muy joven, hasta el primer encuentro con una víctima de la prostitución, la hija de un prominente banquero, ella buscó a las ovejas perdidas y les trajo la compasión, el amor y la luz verdadera. En el mundo de hoy estamos rodeados de personas perdidas y abandonadas. Hoy pensamos en especial en las mujeres objeto de la trata, de la prostitución, aquí en esta ciudad y en todo el mundo. Esto, en palabras del Papa Francisco, es “'una gran herida en la carne de la humanidad, en el Cuerpo de Cristo”. No puedo describir fácilmente mi admiración, cuando me encontré por primera vez con las adoratrices y supe que su carisma era curar estas heridas, ya desde hace más de 150 años. En el transcurso de esos años, ellas han visto mucho, han aprendido mucho y dado tanto. No olvidemos las 27 hermanas mártires, durante la Guerra Civil española. Hoy día, su trabajo sigue adelante. Hay mucho que hacer. Hay tanto que hacer juntos. Doy las gracias a las hermanas por todo lo que hacen aquí en Londres, sobre todo en Bakhita House. ¡Gracias! Y todavía hay una verdad más profunda para comprender en esta tarde. Sí, las hermanas esclavas de la caridad, nos inspiran, respondiendo con inteligencia, experiencia, creatividad, profesionalidad y compasión a la difícil situación de los más pobres en 162 casas repartidas en cuatro continentes. Son misioneras de la misericordia de primer orden. Pero debemos recordar siempre de dónde viene esa inspiración y cuál es realmente la fuente de la misericordia. Es, por supuesto, su amor a Jesús, siempre presente para nosotros en el Santísimo Sacramento. Es en su compañía donde vamos a encontrar la viva y verdadera misericordia que puede llenar nuestro corazón y transmitirla a los demás. Él nos ama primero. Nosotros somos misericordiosos porque primero recibimos misericordia. Somos servidores porque Él es nuestro primer Rey siervo. Adoración, es nuestra verdadera realización, estar delante del Señor en adoración humilde, es el fin para el cual hemos sido creados. La caridad, ese es nuestro camino, la expresión día a día de todo lo que la adoración provoca en nuestros corazones, mueve e inspira en nuestras vidas. Sí, hay muchas formas con las que podemos servir, pero hoy, en este gran aniversario nosotros recordamos que la verdadera profundidad y hermosura del servicio, su fuente más profunda, radica en la unión de nuestra adoración al Señor en su presencia permanente en el Santísimo Sacramento y de nuestro servicio a Él en la carne de nuestros hermanos y hermanas. Que Dios bendiga a las Adoratrices, en todas las partes del mundo. Que ellas provoque en todos nosotros un gran amor a Dios y un servicio más eficaz a nuestro mundo. Santa María Micaela, ruega por nosotros. Citamos sus palabras, “Seamos verdaderas adoratrices. Abrásenos siempre el fuego divino del amor a Jesús Sacramentado, que quema como lava de volcán encendido” Amén