Por $400 y tiempo no cambiarán las reglas electorales para 2010

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Por $400 y tiempo no cambiarán las reglas
electorales para 2010
Nicolás Montoya Céspedes1
Abogado e Investigador
Mientras el debate político en el país de las últimas semanas se ha centrado en
Agro, Ingreso Seguro y el pulso que sostienen la Corte Suprema de Justicia y el
Gobierno sobre la terna de Fiscal General de la Nación, poco se ha vuelto a saber
de la Ley Estatutaria que reglamenta la reforma política. Esta situación es fácil de
explicar si se tiene en cuenta que no hay nada de real trascendencia para reportar.
Desde hace más de dos semanas la aprobación en Comisiones del proyecto se ha
visto detenida en gran parte por $400. Esa es la suma que distancia la propuesta
del Gobierno de la de unos congresistas en lo que se refiere a la financiación
estatal de campañas a través de la reposición de votos. Mientras que el primero
ofrece un máximo de $4600 como valor que el Estado reconoce a las campañas
políticas por cada voto depositado a su favor, los segundos quieren, por lo menos,
$5000.
$400 parece ser un valor mínimo que no merece mayor debate. Sin embargo, si se
mira en términos globales, esta es una reforma de grandes efectos fiscales para el
país. Estos efectos se ven al analizar las consecuencias de la reforma propuesta
en la reposición de votos de un partido. En las elecciones de Senado de 2006, el
valor de la reposición de votos fue fijado en $3478. En la misma elección el partido
de la U recibió la mayor votación con 1.591.775 sufragios a favor, de los cuales los
20 candidatos que obtuvieron curul representaron 1.062.761 de los mismos. Al
tomar dicha votación y aplicarle el valor de la reposición de votos se tiene que,
como Partido sólo por las elecciones de Senado de 20062, el Estado financió
hasta por $3.696.282.758 las campañas del Partido de la U.
1
Abogado e Investigador de la Misión de Observación Electoral (MOE). Las opiniones expresadas
por el autor no comprometen ni a la Misión de Observación Electoral ni al Grupo de Interés sobre la
Reforma Política.
2
Se recuerda que el Estado financia todas las campañas electorales a través de la reposición de
votos. Así, las campañas para Presidencia, Senado, Cámara, Gobernaciones, Asambleas,
Alcaldías, Concejos, Consultas Populares son apoyadas por el Estado. El mismo argumento para
aumentar la financiación de las campañas para Congreso, evitar que se infiltren dineros ilegales a
las campañas al quitar la necesidad de acudir a ellos, debe aplicar para todas las campañas,
¿cierto?
Si se le aplican los valores propuestos en el actual debate, a la misma votación se
tiene lo siguiente:
Reposición 2006
$3.696.282.758
Propuesta del Gobierno
$ 4.888.700.600
Propuesta Congresistas
$ 6.376.566.000
Mientras que el Gobierno propone un incremento del 32% en la financiación
estatal, los congresistas piden que el incremento sea del 73%. Un aumento
considerable.
A eso es a lo que se ha reducido la reglamentación de la pomposa reforma política
que se aprobó a mediados de año. Sí, esa reforma que supuestamente trajo
medidas de responsabilidad política y fortaleció a las organizaciones políticas a fin
de evitar que se repitiesen capítulos tan bochornosos para la democracia
colombiana como la infiltración de intereses ilegales en la política, se ha reducido
a un deseo de algún sector del Congreso de aumentar el dinero que el Estado les
destina a las campañas.
Para ser sinceros, era absolutamente predecible que el debate de ésta Ley
Estatutaria se centrara en el financiamiento de la política y no en las sanciones por
responsabilidad. Los congresistas, que están en su campaña de reelección,
piensan en su bolsillo y no en volverse más responsables políticamente.
En un país en el que las campañas políticas suelen costar más de lo que
efectivamente se reporta –y, siendo realistas, más de lo que está permitido- la
reposición de votos constituye un ejercicio de reducción de pérdidas. Así,
aumentar la cantidad de dinero que el Estado se compromete a destinar sirve para
reducir aún más los márgenes de pérdida que las campañas implican.
Mientras los congresistas buscan más dinero del Estado para sus campañas no
dan nada a cambio. Las disposiciones sobre responsabilidad política son mínimas
e insuficientes y, en la parte de financiación, la ley estatutaria no incluye
mecanismos mediante los cuales el Consejo Nacional Electoral, o cualquier
autoridad competente, pueda hacer un seguimiento más estricto de los dineros,
tanto públicos como privados, que se destinan para las campañas Por eso, no
será extraño que en el futuro se sigan presentando procesos electorales en los
que se gastan miles de millones de pesos cuando sólo se pueden gastar cientos.
Sin embargo, más allá de estos aspectos, lo más preocupante de la
reglamentación de la reforma política es el tiempo. No hay tiempo. Octubre ya
acabó y el proyecto no ha superado el primer debate. Luego de las comisiones
faltan las plenarias y la revisión de la Corte Constitucional. Si se asume que el
proyecto es aprobado para finales de este mes y entra a ser revisado por la Corte
Constitucional se hace evidente que el fallo no se producirá antes de finales del
mes de febrero, a dos semanas de las elecciones de Congreso.
Por eso, las reglas vigentes, las que se ha dicho hasta la saciedad son
parcialmente responsables de la crisis política actual, regirán para las próximas
elecciones. A menos que suceda algo extraordinario, en las próximas elecciones
no habrá ni anticipos ni aumento en la financiación estatal, para desgracia de los
políticos, ni efectivas y concretas medidas de responsabilidad política, para
desgracia del país.
Por eso no está del todo mal que, por ahora, nos concentremos en los debates
sobre Agro Ingreso Seguro, las tensiones sobre la elección del Fiscal y los que
vayan surgiendo. Luego, cuando sea conveniente, tal vez con el Congreso que
resulte elegido en 2010, se puede iniciar la verdadera reforma integral de la
normatividad electoral colombiana.
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