Aval, fianza, crédito y caución, cláusula penal Alonso S

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Cuadernos y Estudios de Derecho Judicial.
Cuadernos de Derecho Judicial / 16 / 1995 / Páginas 9-31
Derechos personales de garantía: Aval, fianza, crédito y caución, cláusula penal
CONSEJO GENERAL DEL PODER JUDICIAL
Derechos personales de garantía: Aval, fianza, crédito y caución, cláusula penal
Alonso Sánchez, Beatriz
Profesora de Derecho Civil
AVAL CAMBIARIO: EFECTOS DEL PAGO DE LA LETRA POR EL AVALISTA
Ponencia
Serie: Civil
VOCES: AVAL. DERECHO CAMBIARIO. LETRA DE CAMBIO. AVALISTAS. TITULOS VALORES.
ÍNDICE
I. Algunas consideraciones previas sobre la configuración juridica del aval en la Ley Cambiaria.
1. El aval en el marco jurídico de los derechos personales de garantía.
2. La accesoriedad formal del aval.
3. El avalista como deudor subsidiario de garantía.
4. La autonomía del aval.
II. El derecho de regreso del avalista. Exégesis del art. 37.2º de la Ley Cambiaria.
1. Derechos del avalista tras el pago de la letra de cambio.
2. La transmisión legal del crédito cambiario al avalista.
3. Efectos en la relación cartular del aval del perjuicio del avalista en vía de regreso.
TEXTO
I. Algunas consideraciones previas sobre la configuración juridica del aval en la Ley Cambiaria
1. El aval en el marco jurídico de los derechos personales de garantía.
El régimen jurídico del aval de letra de cambio aparece recogido en los arts. 36 a 37 de nuestra
reciente Ley Cambiaria de 1985. Su reglamentación se ajusta casi en su integridad a las directrices consa gradas en las correspondientes normas contenidas en los arts. 30 a 32 de la Ley Uniforme de Ginebra de
1930. Se implantó así en nuestro ordenamiento cambiario una nueva concepción del aval, distinta por
completo de la que hasta entonces parecía desdibujarse en la escueta y confusa preceptiva sobre la mate ria expresada en los arts. 486 y 487 del Código de Comercio.
Sin ánimo de profundizar en el apunto de sus diferencias normativas básicas, sí quisiera poner de
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relieve que las múltiples novedades que, respecto del sistema anterior, presenta la actual configuración
normativa del aval, ha determinado que la problemática jurídica que esta figura de garantía presenta en
nuestros días difiera notablemente de la que suscitaba bajo el régimen del Código de Comercio, tanto por
lo que se refiere a las concretas cuestiones objeto de controversia, como respecto de las soluciones a
adoptar frente a las mismas. Es por ello por lo que muy escasamente serán de utilidad en el análisis del
aval cambiario los criterios doctrinales y jurisprudenciales consolidados en nuestro Derecho con anteriori dad a la Ley Cambiaria. Y es que, según expresa la propia Exposición de Motivos, "el texto trata de poner
fin a la polémica doctrinal y jurisprudencial sobre la naturaleza jurídica de esa declaración cambiaria,
optando por su definición como obligación autónoma, válida aunque sea nula la obligación garantizada por
motivo distinto de los vicios de forma".
Ello no ha impedido, sin embargo, que sigamos encontrándonos ante una figura jurídica de múltiples y
variadas controversias, como así lo prueba las divergencias de interpretación existentes respecto de las
diversas legislaciones estatales derivadas de la Ley Uniforme de Ginebra. Por esta razón, aun cuando,
como ha precisado la SAP de Madrid de 20 de septiembre de 1993, la legislación cambiaria española debe
ser interpretada desde su adaptación a los principios inspiradores de la Convención de Ginebra y desde
una posición de acercamiento a la de los restantes países comunitarios, lo cierto es que en la realidad no
se predican soluciones únicas y absolutas respecto de todos los ordenamientos cambiarios derivados de la
Ley Uniforme, discrepancias que son especialmente visibles si comparamos los criterios con los que se
entiende configurado el aval en las legislaciones cambiarias de Francia, Italia y Alemania.
Por mi parte voy a exponer a continuación, de forma sucinta, los rasgos o caracteres esenciales bajo
los cuales, siguiendo el modelo ginebrino, aparece estructurada la específica declaración cambiaria de aval
en nuestro Derecho positivo.
Al respecto, debe afirmarse en primer lugar que el aval es una institución típica de garantía personal.
En el marco jurídico de los derechos personales de garantía, el aval aparece configurado como un tipo
contractual específico dotado de propia regulación legal.
La naturaleza jurídica del aval no cabe ser decidida considerando esta relación cambiaria de garantía
desde la órbita de la fianza ordinaria disciplinada en el Código Civil. Las diferencias estructurales que el
aval presenta en su regulación normativa, respecto de los rasgos definitorios de la fianza común, son de tal
naturaleza y carácter que impiden concebir el aval cambiario como una modalidad especial de fianza.
Resulta, a mi juicio, sumamente significativo en la materia que el legislador español empleara en la redac ción del art. 35.1º LC el verbo "garantizar" en vez del de "afianzar" con el que se expresaba el derogado art.
486 del Código de Comercio.
Como diferencias más esenciales a resaltar entre las dos instituciones de garantías consideradas, cabe
señalar:
1º) El aval es una garantía autónoma. El avalista responde cambiariamente aunque la obligación
cartular del avalado fuera nula por cualquier causa que no sea la de vicio de forma (art. 37.1º LC).
2º) El aval es una garantía formal. Presupuesto de eficacia de la declaración cambiaria de aval, como
de las restantes declaraciones cambiarias, es que la misma queda expresada por escrito en una letra de
cambio válidamente existente como tal (art. 36 LC), no produciendo efecto cambiario alguno el aval pres tado en documento separado.
3º) El aval es una garantía solidaria. La ejecución del aval cambiario se ajusta en todo caso a los
específicos criterios legales de solidaridad cambiaria establecido en el art. 57 LC.
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4º) El avalista no podrá oponer las excepciones personales que correspondan a la persona avalada
frente el tenedor de la cambial que le reclamara el pago (art. 37.1º LC).
5º) El avalista no goza en caso alguno del beneficio de excusión ni de división.
6º) El aval se encuentra sometido, en términos generales, en su constitución y efectos al rigor cambia rio que caracteriza las relaciones cartulares, con escaso margen al principio de autonomía de la voluntad.
La diferenciación fundamental existente entre el aval y la fianza no impide, sin embargo, reconocer la
común finalidad de aseguramiento o de refuerzo que ambas figuras representan como derechos persona les de garantía, y, en base a ello, admitir la posible aplicación analógica de ciertos preceptos de la fianza
para resolver algunas cuestiones del aval cambiario no abordadas en su disciplina normativa. Evidente mente, sólo cabe admitir aplicables a la relación cambiaria de aval aquellas normas de la fianza ordinaria
que no estuvieran en contradicción con los principios cambiarios de autonomía, abstracción y literalidad
inspiradora del aval como negocio cambiario.
2. La accesoriedad formal del aval.
La obligación del avalista presupone siempre la existencia, al menos formal o aparente, de otra obliga ción cambiaria en cabeza de aquel firmante de la letra por quien se prestó la garantía cartular. La acceso riedad del aval no es, sin embargo, como en la fianza, de carácter sustancial, pues no viene exigida para la
eficacia de la obligación cambiaria del avalista la previa existencia válida de la obligación garantizada, sino
tan sólo la apariencia externa en el documento cartular de la existencia de una deuda cambiaria en el
sujeto avalado. Así se desprende claramente de la sanción prevista en el segundo inciso del párrafo 1º del
art. 37 LC, al disponer que "será válido el aval aunque la obligación garantizada fuere nula por cualquier
causa que no sea la de vicio de forma".
Esta característica de la declaración cambiaria de aval se desprende asimismo de lo establecido en el
párrafo 3º del art. 35 LC, a cuyo tenor "el aval podrá suscribirse incluso después del vencimiento y denega ción del pago de la letra, siempre que al otorgarse no hubiere quedado liberado ya el avalado de su obliga ción cambiaria".
La nota de la accesoriedad formal de la obligación de garantía del avalista plantea la cuestión de la
validez de aquel aval emitido con anterioridad a la formalización en la letra de cambio de la deuda cartular
del avalado. A mi entender, cabe afirmar la validez de la declaración de aval emitida en una letra de cambio
que, apareciendo completada con todas las menciones mínimas exigidas en el art. 1 LC, no ha sido aún
suscrita por la persona a quien se avala, aparezca o no ésta identificada con sus datos personales. En tal
hipótesis, no obstante, que creo cabe concebir como aval de obligación cambiaria futura (cfr. art. 1.825
CC), es presupuesto de procedibilidad contra el avalista que la obligación cambiaria del sujeto avalado
llegue a nacer formalmente para éste.
Solución distinta considero que debe darse respecto de aquellos particulares supuestos en los cuales
la firma del avalista aparece estampada en una letra en blanco o incompleta, esto es, en una letra en la que
no aparecen recogidas todas y cada una de las menciones obligadas del art. 1 LC. En tales casos, la
declaración del avalista no es válida como obligación cambiaria de garantía en tanto que el documento no
llegue a completarse, y ello en razón al defecto de forma de la propia declaración de aval que exige, como
toda declaración cambiaria susceptible de originar la obligación de pago de un crédito cartular, que la firma
aparezca suscrita en una letra de cambio válida y existente como tal.
La previa existencia de una obligación cambiaria en el avalado, a que nos referimos, es consecuencia
lógica del hecho de representar el aval un propio negocio de garantía personal. La autonomía propia de las
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obligaciones cambiarias aparece limitada de este modo respecto de la específica deuda cartular del avalis ta. Y es que el aval puede no aparecer condicionado en su eficacia a la previa validez sustancial de la
obligación garantizada, pero en todo caso es de esencia a su finalidad la existencia de una conexión de
garantía, aun meramente formal.
De otra parte, puede dudarse acerca de si la accesoriedad del aval de que tratamos viene exigida en la
ley con referencia a la previa existencia de una declaración formalmente válida del firmante avalado, o con
referencia a una obligación cambiaria formalmente válida en la persona avalada. En otros términos, si la
eficacia del aval aparece supeditada a la validez formal de la firma del avalado, o si exige, más concreta mente, que la firma aparentemente válida de la persona avalada sea, además, apta para originar una
obligación cambiaria para este último. A mi entender, la nota de la formal accesoriedad del aval significa
que sea presupuesto de la responsabilidad del avalista que la declaración cambiaria del sujeto avalado
origine o sea susceptible de originar una concreta obligación cambiaria para el mismo. Por esta razón no
creo que pueda entenderse válido el aval prestado respecto de un endosante con cláusula sin garantía,
como tampoco aquel aval otorgado respecto de un endoso tardío, esto es, del practicado, no después del
vencimiento de la letra, sino después del protestado de la cambial. En ambas hipótesis existe una declara ción cambiaria formalmente válida, pero no cabe establecerse en ellas la precisa conexión funcional de
garantía que implica en todo caso la nota de la accesoriedad, al aparecer como formalmente inexistente
toda responsabilidad cambiaria en el sujeto por quien se presta el aval. Esta afirmación creo que cabe
apoyarla en el hecho de venir exigido en el último párrafo del art. 35 LC, como requisito de validez del aval
prestado tras el vencimiento de la letra, el que la declaración cambiaria del avalado siga aun desplegando
para el mismo los efectos cambiarios que le sean propios.
3. El avalista como deudor subsidiario de garantía.
La nota de la subsidiariedad cabe predicarla respecto de todas aquellas relaciones jurídicas en las
cuales una persona asume, total o parcialmente, la obligación de pagar o cumplir por un tercero en el caso
de no hacerlo éste. En este sentido, el avalista es un deudor subsidiario de garantía que sólo se verá
compelido a cumplir "en lugar de" la persona avalada, esto es, cuando llegado el vencimiento de la letra de
cambio el obligado cambiario por quien se prestó el aval no hubiera ya satisfecho su importe.
La subsidiariedad es una característica que se manifiesta fundamentalmente en el momento en que se
pretende la realización o cumplimiento de la obligación que ostenta tal carácter. No obstante, sus diversas
posibles manifestaciones no cabe predicarlas íntegramente de todas las relaciones obligatorias que cabe
considerar con la nota de la subsidiariedad. Así, por ejemplo, dentro de la relación obligatoria de fianza la
particular expresión de la subsidiariedad en que consiste el beneficio de excusión no se presenta en la
fianza otorgada con carácter solidario, como tampoco se da en la concreta relación de garantía del aval.
La subsidiariedad de la obligación cambiara del avalista queda reflejada en el inciso primero del párrafo
1º del art. 37 LC, al disponer que "el avalista responde de igual manera que el avalado". La identidad de
responsabilidad establecida en este precepto significa predicar idéntico tipo de responsabilidad cambiaria.
Es decir, que el avalista responderá como deudor cambiario directo, si el avalado fuera el aceptante, y le
será exigible su obligación de garantía en vía de regreso, si hubiera sido prestado el aval por el librador,
endosante o cualquier otro obligado de regreso, de conformidad con la diferenciación de acciones cambia rias prevista en el art. 49 LC. El modo procedimental de hacer efectiva la garantía del aval coincide, pues,
con el modo en que corresponde, o podía corresponder, exigir de la persona avalada el cumplimiento de
sus responsabilidades cambiarias. Subsidiariedad en la acción, no en los medios de defensa u oposición a
utilizar por el garante, dado que, conforme a la previsión del mismo inciso primero del párrafo 1º del art. 37
LC, no podrá el avalista invocar en su favor en el juicio ejecutivo entablado frente al mismo las excepciones
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personales que competan al avalado frente al acreedor cambiario.
La previsión de que el avalista responda "de igual manera" que el avalado encierra, más que un criterio
de identidad entre dos obligaciones cambiarias, un criterio de identificación de la posición jurídica del
avalista por referencia a la posición ostentada por el avalado en el círculo cambiario.
La subsidiariedad de la obligación de garantía del aval respecto de la obligación cambiaria de la
persona avalada significa, más concretamente, que en las relaciones del avalista con el tenedor y los
demás firmantes de la letra ocupa aquél idéntica posición jurídica que el avalado, esto es, ostenta igual
grado cambiario que éste. Pero el carácter subsidiario del aval se va a manifestar también en las relaciones
internas entre avalista y avalado que se originan tras el pago de la letra por el garante y que determinan
que pueda éste obtener el reintegro de lo pagado procediendo cambiariamente contra la persona avalada,
según así dispone expresamente el párrafo 2º del art. 37 LC, de cuyo análisis me ocuparé más detenida mente a continuación.
4. La autonomía del aval.
La autonomía del aval significa afirmar la existencia propia y diferenciada de la obligación del avalista
respecto de todas las restantes obligaciones cambiarias del mismo título, incluida la deuda cartular del
avalado. Efectivamente, la obligación cambiaria del avalista es tan autónoma e independiente de la del
avalado como lo es de los restantes firmantes de la cambial. El inciso segundo del párrafo 1º del art. 37 LC,
al sancionar la validez del aval dado en garantía de una obligación cambiaria sustancialmente inválida, no
hace sino consagrar una aplicación específica de la regla general contenida en el art. 8 LC.
Por su parte, la concreta consecuencia del carácter autónomo del aval que representa la inoponibilidad
por el avalista de las excepciones personales del avalado, establecida en el citado inciso primero del
párrafo 1º del art. 37 LC, no es sino un particular reflejo del común principio de abstracción de las obliga ciones cambiarias plasmado en los arts. 20 y 67 LC. El avalista, en efecto, no podrá hacer valer las excep ciones personales que correspondan a la persona avalada, es decir, aquellas excepciones que se derivan
de la relación causal o subyacente que determinó en el avalado la asunción por su parte del débito cartular.
Y ello, de un lado, por idénticas razones por las que no podrá servirse de las excepciones causales de
ningún otro firmante de la letra, esto es, por el carácter esencialmente abstracto de toda obligación
cambiaria, y, de otro lado, porque, si bien el avalista responde de igual manera que el avalado, esta iden tidad de responsabilidad se circunscribe a la exclusiva responsabilidad cambiaria del mismo, con indepen dencia absoluta de las responsabilidades "ex causa" que tuviera asumida la persona avalada. Como el
avalista garantiza exclusivamente, como tal, el pago de la letra de cambio por parte del avalado, y no el
cumplimiento por éste de su obligación causal, la existencia, subsistencia y extensión de ésta será total mente irrelevante para el avalista.
Asimismo, por el carácter autónomo del aval, no podrá el avalista invocar frente al acreedor cambiario
las eventuales vicisitudes derivadas de la relación subyacente existente entre el propio avalista y el firmante
avalado.
En síntesis, como declaró la SAT de Madrid de 30 de mayo de 1959, "las excepciones que el avalista
puede oponer al acreedor cambiario son las que puede oponer cualquier obligado cambiario, o sea, las
referentes a la forma del título o requisitos necesarios para el ejercicio de la acción", a las que hay que
añadir, claro está, las posibles excepciones causales que al avalista personalmente le correspondan frente
al tenedor de la cambial que le reclamara el pago.
II. El derecho de regreso del avalista. Exegesis del art. 37.2º de la Ley Cambiaria
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1. Derechos del avalista tras el pago de la letra de cambio.
Vencida la letra de cambio y practicados los oportunos protestos, si ello fuera necesario, el avalista
puede haber procedido a pagar su importe, voluntariamente o en virtud del requerimiento que a tal efecto le
hubiera realizado su legítimo tenedor. En cualquier caso, las consecuencias que del pago de la letra se
seguirán para el avalista "solvens" vienen representadas, por un lado, en la extinción de sus responsabili dades cambiarias de garantía, y, por otro, en la adquisición por parte del mismo avalista pagador de la titu laridad de los derechos cambiarios que incorpora la letra por él satisfecha. Ambos efectos se siguen de la
válida ejecución de todo aval cambiario, con independencia de quien hubiera sido el sujeto por quien se
prestó la garantía.
La eficacia liberadora del pago para el avalista que lo hubiera realizado se encuadra normativamente
en la previsión general del párrafo 3º del art. 46 LC, al disponer que "el que pagare al vencimiento quedara
liberado, a no ser que hubiere incurrido en dolo o culpa grave al apreciar la legitimación del tenedor". Por
su parte, la indicada condición de acreedor cambiario del avalista "solvens" queda expresada específica mente en el párrafo 2º del art. 37 LC, preceptuando que "cuando el avalista pagare la letra de cambio
adquirirá los derechos derivados de ella contra la persona avalada y contra los que sean responsables
cambiariamente respecto de esta última".
Como consecuencia del pago realizado por el avalista cambiario, adquiere éste la tenencia material del
documento cartular, cuya entrega podrá ser exigida por el mismo a su tenedor en el momento de verificar
su pago, conforme a la regla general prevista en el párrafo 1º del art. 60 LC. Y como legítimo propietario de
la letra de cambio adquiere la titularidad del crédito cambiario que la misma incorpora. Podrá, en conse cuencia, el avalista, en su condición de tenedor legítimo de la cambial, o, lo que es lo mismo, como acree dor titular de los "derechos derivados de la letra", obtener el reintegro de las cantidades desembolsadas por
su parte procediendo a reclamar su importe de la persona avalada o de aquellos firmantes de la letra que,
en razón a cual fuera el grado cambiario ostentado por el avalado, resulten responsables cambiarios frente
al mismo. La responsabilidad estrictamente cambiaria de todos los posibles sujetos que se presentan legi timados pasivamente frente al derecho de reembolso del avalista "solvens" es, respecto del propio garante,
de carácter solidario, conforme a los criterios que conforman la solidaridad cambiaria en el art. 57 LC.
La inclusión de la persona avalada entre los obligados cambiarios frente a los cuales el avalista va a
poder dirigir su pretensión cambiaria de regreso recuperatorio se fundamenta, como ya señalé anterior mente, en la nota de subsidiariedad propia del aval como negocio de garantía. Tras el pago de la cambial
por el avalista y en sus relaciones internas con el avalado, adquiere plena relevancia la subsidiariedad
característica de todas las obligaciones de garantía. En las relaciones cambiarias entre avalista y avalado
no es aquel deudor de igual grado que éste, como así cabe afirmarse considerando las relaciones cartula res del avalista con los demás intervinientes en el círculo cambiario, sino que internamente el avalista es un
deudor de grado sucesivo o subsidiario respecto del avalado. El carácter subsidiario de la obligación del
avalista es el rasgo que diferencia de manera esencial al aval de la cosuscripción cambiaria, esto es, de los
diversos supuestos de coaceptación, coaval, etc. Y es la indicada diferenciación en el orden interno del
grado cambiario del avalista y del avalado lo que determina que, a diferencia de lo que sucede en esas
otras hipótesis de pluralidad de obligados constitutivas de cosuscripción, el pago de la letra de cambio por
parte del avalista no extingue la correspondiente deuda cambiaria del avalado.
Independientemente de que se sostenga el carácter objetivo o subjetivo del aval, resulta incuestiona ble, a mi juicio, que el avalista al pagar la letra, no está cumpliendo la obligación cambiaria de la persona
por quien se prestó el aval, sino que, antes bien, el avalista procede con el pago a dar debido cumplimiento
a su personal deuda cartular de garantía. La posición jurídica de deudor cambiario en que se hallaba el
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avalado con anterioridad al pago de la cambial por el avalista no se altera en modo alguno tras verificarse
aquel pago, sino que sigue respondiendo cambiariamente, ahora frente al avalista "solvens", en los mismos
términos en que asumió su obligación. Es por ello que el párrafo 2º del art. 37 LC establece la adquisición
por el avalista tras el pago de todos los derechos derivados de la letra contra la persona avalada. Resulta
de interés destacar al respecto que no presenta el aval en este punto ninguna particularidad respecto de la
fianza ordinaria, puesto que también cabe predicar respecto de esta relación de garantía que, al margen de
que hubiera sido o no constituida con carácter solidario, el pago o cumplimiento por el fiador se entiende
realizado de su personal obligación principal afianzada de la que sigue respondiendo su deudor frente al
fiador "solvens" por virtud de la subrogación operada en su favor conforme a lo dispuesto en el art. 1.839
del Código Civil.
De lo dicho hasta ahora se desprende claramente que la acción de la que se encuentra legitimado el
avalista por la previsión específica del art. 37 LC, para obtener el reintegro de lo que hubiera pagado, es en
cualquier caso una acción de naturaleza cambiaria, tanto la que puede entablar contra la persona avalada,
como la que puede dirigir frente a los firmantes precedentes a éste en el orden cambiario. Además de por
lo ya expuesto, el carácter cartular de la acción de reembolso del avalista se deduce sin duda de la expre sión "adquirirá los derechos derivados de la letra contra la persona avalada", contenida en el mencionado
precepto, puesto que no cabe por lógica entender derivadas de una letra de cambio más acciones que las
estrictamente cambiarias. No puede sostenerse en el actual régimen cambiario la naturaleza causal de la
acción de reintegro del avalista frente al avalado en base al hecho de poder este último oponer a la recla mación de aquél las excepciones personales derivadas de las eventuales relaciones extracartáceas exis tentes entre ellos, dado que la oponibilidad "inter partes" de excepciones causales frente al ejercicio de una
acción cambiaria aparece admitida en el párrafo 1º del art. 67 LC, sin quiebra alguna por tal motivo de la
naturaleza catular de la pretensión entablada.
Aun es mas, considero que por el hecho del pago de la letra por parte del avalista va a ostentar éste en
todo caso frente a la persona avalada la titularidad concurrente de dos acciones, una de carácter estric tamente cambiario y otra de naturaleza causal. La primera la adquiere el avalista por razón de haber
procedido al pago en su condición de deudor cambiario de la letra y de la que se encuentra legitimado por
el art. 37 LC para entablarla contra el avalado en vía de regreso recuperatorio. De manera simultánea,
según he afirmado, el avalista pagador adquiere frente al mismo sujeto por quien se prestó el aval la titula ridad de una acción de reintegro de naturaleza extracartular. Esta acción causal u ordinaria se deriva de la
relación
subyacente que motivó la prestación del aval, y su ejercicio deberá acomodarse a la normativa propia
del contrato causal donde aquella acción de reintegro venga reconocida. Así, si el aval hubiera sido
asumido por causa de un contrato de fianza previamente suscrito entre el avalista y el tenedor cambiario
frente al que el avalado contrajo su deuda cartular, el pago de la letra de cambio por este avalista-fiador
determinará que, además del cumplimiento por su parte de la obligación cartácea de garantía, haya dado al
mismo tiempo cumplimiento de su concreta obligación fideiusoria. Y ello aunque el tenedor satisfecho fuera
un tenedor posterior a aquél frente al que fue asumida la relación causal de fianza. En estos supuestos, el
derecho de reintegro del avalista-fiador podrá, por tanto, hacerse valer frente al avalado-deudor principal
esgrimiendo la acción ordinaria de reembolso y subrogación conformada en los arts. 1.838 y 1.839 del
Código Civil. Cabe también que la prestación del aval tuviera como causa una relación contractual que
vinculara al avalista con el avalado, en cuyo caso no podrá en modo alguno el garante entablar pretensión
extracambiaria alguna de reintegro frente al avalado con base en la citada preceptiva de la fianza sobre el
reembolso, dado que entre avalista y avalado nunca podría existir una relación contractual de fianza.
Mayoritariamente podrá ser configurada la relación subyacente que vincula al avalista y al avalado, y que
determinó la prestación del aval, como una relación jurídica de mandato, pudiendo en consecuencia
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sustentar el avalista una acción de reintegro frente al avalado en su condición de mandatario, de confor midad al art. 1.728 del Código Civil.
Centrando de nuevo nuestra atención en la específica acción cambiaria de regreso del avalista "sol vens" del art. 37.2º LC, conviene precisar que el principio de autonomía e independencia propio de las
obligaciones cambiarias se manifiesta también en las relaciones cartulares en vía de regreso recuperatorio
entre avalista y avalado. De un lado, en el hecho de no poder oponer el avalado frente a la reclamación del
avalista las excepciones personales que tuviera frente al tenedor satisfecho, y, de otro lado, en la circuns tancia de no venir supeditada la eficaz pretensión de reintegro del avalista a la realización previa por su
parte de ninguna carga o deber concreto respecto de la persona avalada. No resulta en consecuencia
aplicable en caso alguno al aval lo dispuesto en sede de fianza en el art. 1.840 del Código Civil, a cuyo
tener "si el fiador paga sin ponerlo en noticia del deudor, podrá éste hacer valer contra él todas las excep ciones que hubiera podido oponer al acreedor al tiempo de hacerse el pago", como tampoco lo establecido
en el art. 1.842 del mismo texto legal, al disponer que "si el fiador ha pagado sin ponerlo en noticia del
deudor, y éste, ignorando el pago, lo repite por su parte, no queda al primero recurso alguno contra el
segundo, pero sí contra el acreedor".
2. La transmisión legal del crédito cambiario al avalista.
Una vez admitida la naturaleza cambiaria de los derechos a adquirir por el avalista por efecto del pago,
se hace preciso determinar cual sea la naturaleza jurídica del fenómeno de transmisión al avalista "solvens"
de los derechos cambiarios derivados de la letra.
Sobre el particular, en el derogado régimen cambiario del aval de los arts. 486 y 487 del Código de
Comercio no se contenía disposición alguna en torno a la concreta asignación de derechos cambiarios al
avalista que pagare la letra, ni cuales fueren los sujetos legitimados pasivamente frente a la pretensión de
reintegro del avalista pagador. No obstante, el Tribunal Supremo se pronunció en diversas ocasiones al
respecto en el sentido de reconocer a favor del avalista que hubiere pagado la cambial un derecho a la
subrogación en los derechos cambiarios del título, que podía ejercer frente al avalado y los obligados ante riores a éste (SSTS 8 junio 1892, 10 enero 1903, 12 julio 1919, 16 diciembre 1978 y 14 mayo 1984).
En el sistema cambiario actualmente vigente queda fuera de toda duda la adquisición por el avalista
tras el pago de todos "los derechos derivados de la letra", derechos cambiarios que podrá hacer valer
"contra la persona avalada y contra los que sean responsables cambiariamente respecto de esta última",
según tenor literal del art. 37.2º LC. Se desprende claramente de los términos del precepto que el avalista
no podrá entablar pretensión cambiaria alguna de reintegro frente a los obligados intermedios, esto es,
aquellos obligados situados en el orden cartular entre el avalado y el tenedor satisfecho, quien, sin
embargo, sí se hallaba legitimado para proceder cambiariamente contra dichos deudores cambiarios.
Resulta consecuente y lógica la exclusión en vía de regreso del avalista de tales obligados intermedios,
puesto que si el avalista responde "de igual manera" que el avalado, resultaría incoherente que el garante
"solvens" pudiera dirigir su pretensión de reintegro contra aquellos firmantes de la letra frente a los que,
hasta el momento de verificar por su parte el pago, respondía cambiariamente.
Esta circunstancia a que he hecho referencia no impide, a mi entender, el que pueda válidamente
afirmarse que el avalista, una vez pagada la letra y por razón de haber actuado con tal fin solutorio en su
condición de deudor cartular, adquiera "ope legis" el derecho de crédito cambiario de que era titular el
acreedor satisfecho. Por el pago se transmite al avalista, de conformidad con el art. 60 LC, la propiedad del
documento cartular. Y como legítimo tenedor de la cambial adquirirá, de acuerdo con la previsión específica
del art. 37.2º LC, los derechos derivados de la misma, no pudiendo ser éstos más que los derechos
cambiarios que la letra de cambio incorpora. En suma, ostentará el avalista "solvens" la titularidad de los
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mismos derechos cambiarios que pertenecían al tenedor satisfecho, operándose en cabeza del mismo
avalista pagador dicha adquisición derivativa de los derechos cambiarios inherentes al título por virtud del
juego del particular mecanismo jurídico de transmisión de créditos que representa la "subrogación por
pago".
No hay, en mi opinión, obstáculos que nos impidan hablar propiamente de "subrogación legal" a la hora
de referir cuales sean las consecuencias de orden cambiario previstas para el avalista en la norma del art.
37 LC para el caso de que éste, dando debido cumplimiento a su obligación cartácea de garantía, hubiera
procedido a pagar el importe de la letra a su legítimo tenedor. La transmisión legal al avalista "solvens" de
los derechos cambiarios inherentes a la letra, configurada en el párrafo 2º del tan repetido art. 37 LC, no
representa sino una aplicación específica en el ámbito de las relaciones jurídicas cambiarias de la regla
general del art. 1.210 del Código Civil, concretamente en su número 3º, al prevenir en el mismo la existen cia de una subrogación legal "cuando pague el que tenga interés en el cumplimiento de la obligación, salvo
los efectos de la confusión en la porción que corresponda".
A mi entender, la operatividad concreta de la presunción legal de subrogación sancionada en dicho
precepto cabe referirla a todas aquellas particulares hipótesis en las cuales el sujeto "solvens" interviene
con su pago en el cumplimiento de una deuda propia a la que, sin embargo, se hallaba directamente obli gado "por otros", como sucede en el pago por el fiador, o "con otros", como así ocurre en el pago por un
codeudor solidario. Así entendida la norma del art. 1.210 del Código Civil, no cabe sino considerar al
avalista "solvens" como un sujeto interesado en el cumplimiento del obligación del pago del crédito que la
letra representa. Con el pago de la cambial por el avalista no hace éste sino proceder al cumplimiento de la
deuda cambiaria de garantía que a él personalmente le corresponde, pero de la que responde en todo
caso, al menos formalmente, "por otro", aquel deudor cambiario por quien se prestó el aval, y posiblemente
"con otros", aquellos eventuales firmantes de la cambial que precedan y sucedan en el orden cambiario a la
persona avalada. Característica común, pues, de todos los referidos supuestos legales de pago con
subrogación radica en que en ellos el sujeto solvens tenía asumida como propia una obligación que le era
ajena, totalmente (como sucede en el fiador, en el avalista y en cualquier otro obligado cambiario, con la
excepción del aceptante), o parcialmente (como así cabe decir del codeudor solidario de una obligación
común).
En la relación jurídica de aval, ninguna de las particulares manifestaciones del principio de autonomía
cartular, al que se ajusta la posición jurídica del avalista antes y después del pago de la cambial, quiebran
en modo alguno ni resultan en contradicción con los esquemas operativos del mecanismo de la subroga ción por pago que por ley viene atribuida a favor del avalista "solvens".
No considero, en consecuencia, que pueda argumentarse en contra de la defendida subrogación "ope
legis" del avalista el hecho de que no quede el garante tras el pago subrogado, en términos absolutos, en
idéntica posición jurídica en que se encontraba el acreedor satisfecho, al no poder aquél plantear acción
alguna de reintegro frente a los firmantes precedentes al acreedor satisfecho y posteriores al avalado. Esta
mera limitación subjetiva en el ejercicio de los derechos cambiarios por el avalista en vía de regreso no
impide el que podamos proclamar la transmisión derivativa por el pago al avalista de los mismos derechos
cambiarios de que era titular objetivamente el acreedor satisfecho, esto es, de los ostentados por éste en
su condición de tenedor de la cambial contra la persona avalada y los que precedieran a éste en el orden
cambiario. Así, el párrafo 2º del art. 37 LC se corresponde con las previsiones genéricas de los arts. 57.3º y
59 LC, al delimitarse en éstos la extensión subjetiva del derecho de regreso cambiario ciñendo su ejercicio
contra los sujetos que precedieran al sujeto "solvens" en el orden cambiario. Preceptos todos ellos inspi rados, a mi juicio, en la idea de que en la circulación interna del título cambiario cada uno de los firmantes
es garante respecto de los obligados posteriores a él y acreedor eventual de los obligados que le prece dieran en el nexo cambiario.
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Por otra parte, tampoco creo que sea argumento suficiente en contra de la afirmada transmisión deri vativa del crédito cambiario al avalista pagador el hecho de que los obligados cambiarios frente a los cuales
el avalista puede ejercer su pretensión de reintegro, incluido el avalado, no puedan oponerle las excepcio nes personales derivadas de las eventuales relaciones causales o subyacentes que los mismos tuvieran
con el tenedor satisfecho.
Esta inoponibilidad de excepciones "ex causa" es consecuencia directa de los principios de autonomía
y abstracción que inspiran la disciplina de las relaciones cartulares, expresados en los arts. 20 y 67 LC, no
pudiendo sostenerse en base a ellos que el derecho de regreso del avalista sea un derecho particular o
autónomo adquirido por él de un modo originario. Entiendo por mi parte que por influencia, en éste como
en todos los aspectos de la relación del aval, de los principios rectores del ordenamiento cambiario, puede
afirmarse que el avalista "solvens" es titular de un derecho de crédito autónomo, pero cuya adquisición, no
obstante, se realiza a favor del mismo de un modo derivativo. Los sujetos legitimados pasivamente frente a
la pretensión de reintegro del avalista no pueden ciertamente hacer valer la excepciones personales que
hubieran podido invocar al tenedor satisfecho, y ello por razón del carácter autónomo de sus responsabili dades cambiarias, que les impide asimismo alegar frente al mismo avalista "solvens" las eventuales excep ciones causales que tuvieran frente al sujeto avalado. De igual manera que el avalista, cuando fue reque rido de pago, se hallaba impedido para hacer valer las mismas excepciones personales del avalado frente
al acreedor cambiario. La autonomía, abstracción e independencia del crédito cambiario adquirido "ex lege"
por el avalista se refleja también en el hecho de que la subrogación operada en su favor no alcance el
crédito causal del que el tenedor satisfecho fuera acreedor simultáneamente frente al avalado, como
tampoco las eventuales garantías accesorias de esa misma obligación subyacente, ni aun en el supuesto
de haber sido éstas otorgadas por el mismo sujeto avalado.
Que el avalista adquiere derivativamente, por virtud de la subrogación legal, los mismos derechos
cambiarios que pertenecían al tenedor accipiens, queda probado indiscutiblemente teniendo en cuenta que
el tiempo de ejercicio de la acción de reintegro a plantear por el avalista será aquél que restara del que
correspondía al mismo tenedor pagado respecto de las reclamaciones cambiarias a entablar contra el
avalado y los deudores que precedieran a éste, según los plazos de prescripción de las acciones cambia rias establecidas en el art. 88 LC. Así, resulta evidente lo dicho en la hipótesis de pago de la letra por el
avalista de un endosante a otro endosante de la misma que la hubiera adquirido por pago regresivo. En tal
caso, la acción de regreso el avalista "solvens" frente al avalado y frente al librador tendrá como plazo de
duración el que reste del plazo de 6 meses del que contaba el tenedor satisfecho desde el momento en que
realizó por su parte el pago de la cambial, conforme a lo preceptado en el párrafo 3º del art. 88 LC.
Cabe indicar, de otra parte, consecuentemente a lo expuesto, que la determinación, desde un punto de
vista objetivo, de los concretos derechos derivados de la letra susceptibles de abarcar la subrogación a
operarse en favor del avalista pagador, deberá verificarse de conformidad a la regla general establecida en
el art. 1.212 del Código Civil, a tenor del cual "la subrogación transfiere al subrogado el crédito con todos
los derechos a él anexos, ya contra el deudor, ya contra los terceros, sean fiadores o poseedores de hipo tecas". De acuerdo con este precepto, el avalista adquirirá derivativamente por el pago el crédito cambiario
que la letra representa, así como todos los derechos accesorios del mismo, tales como una hipoteca
cambiaria, una prenda o una fianza que hubieran sido constituidas para reforzar el pago de la letra de
cambio frente a cualquier tenedor de la misma.
3. Efectos en la relación cartular de aval del perjuicio del avalista en vía de regreso.
Por último, directamente relacionado con las cuestiones abordadas en mi exposición se encuentra el
tema polémico relativo a la aplicación analógica en el ámbito de la relación jurídica del aval de la norma del
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art. 1.852 del Código Civil que, como es sabido, representa en sede de fianza la norma protectora del
derecho de reintegro que compete al fiador, sancionando al acreedor que con su conducta perjudicara su
eficaz ejercicio. Dispone para ello el citado art. 1.852 que "los fiadores, aunque sean solidarios, quedan
libres de su obligación siempre que por algún hecho del acreedor no puedan quedar subrogados en los
derechos, hipotecas y privilegios del mismo".
Al respecto considero que cabe sostener en términos generales la inclusión en el ámbito de aplicación
del art. 1.852 del Código de aquellas posibles hipótesis de renuncia o disminución por hecho propio del
tenedor cambiario de alguna de las garantías extracartulares coligadas a la letra de cambio.
Dado que, como se indicó anteriormente, el avalista que pagare la letra adquirirá "ope legis" las garan tías extracambiarias anejas al crédito cartular a transmitir al avalista tras el pago, el portador de la letra de
cambio tiene la carga de conservar en interés del avalista todas aquellas garantías extracartulares que el
mismo tenedor hubiera adquirido derivativamente a consecuencia de la circulación de la letra. En este
sentido parece pronunciarse la SAT de Madrid de 6 de marzo de 1974 al proclamar que "el portador de la
letra es dueño de exigir el reembolso, respectivamente, en vía directa o de regreso, del aceptante o del
librador o endosante, sin que la elección de uno u otro encierre la privación al avalista de una subrogación
que el tenedor de la letra debiera asegurar".
Por consiguiente, si por hecho propio del acreedor cambiario las consideradas garantías extracartula res del crédito cambiario, en las que el avalista confiaba poder subrogarse en el momento en que asumió
su compromiso, se extinguen por renuncia, dejadez o imprudencia del tenedor, entiendo que tales actos o
conductas podrán determinar la liberación del avalista por virtud de la aplicación analógica en su favor de la
norma del art. 1.852 del Código Civil. Resulta evidente que por un hecho propio del acreedor cambiario no
pueda quedar imposibilitada o dificultada la íntegra y eficaz pretensión de reintegro que correspondería al
avalista de pagar la letra.
Casuísticamente, procedería sancionar al portador de la letra con base en el art. 1.852 del Código,
entre otros, en los casos en los que hubiera procedido por su parte a cancelar la inscripción registral de una
hipoteca cambiaria, o hubiera dejado perder los bienes objeto de una prenda del crédito cambiario sin
haber ejercitado las acciones pertinentes para su conservación, o no hubiera ejercitado la procedente
acción de devastación o deterioro de la finca gravada del art. 117 de la Ley Hipotecaria, y, en general,
cuando por cualquier acto u omisión al tenedor de la cambial diera lugar a la liberación o cancelación de las
garantías extracartulares coligadas al crédito cambiario.
Conviene precisar, sin embargo, que la excepción del perjuicio de la subrogación del art. 1.852, exclu sivamente podrá invocarla el avalista frente a aquel tenedor de la letra que con su conducta hubiera
determinado la pérdida de las garantías accesorias del título cambiario, no frente a tenedores sucesivos. Y,
por otra parte, debe indicarse que tan sólo podrá el avalista pretender su liberación por este cauce legal
cuando realmente quedara imposibilitado o perjudicado su eventual derecho de regreso, no siendo sufi ciente que el avalista, de pagar la letra, hubiera estado legitimado para subrogarse en la garantía extra cambiaria perdida. Debe tenerse presente, además, que la sanción al acreedor negligente dispuesta en el
art. 1.852 del Código no es de aplición automática. La norma viene a otorgar al garante una facultad de
liberación que podrá ejercitar cuando le sea requerido el cumplimiento de la obligación.
En fin, cabe destacar que, atendiendo a la mecánica propia de las relaciones cartulares, difícilmente va
a resultar operativa en la práctica cambiaria la excepción al pago del 1.852 de que tratamos, puesto que la
misma quedará siempre excluida cuando en el momento de ser requerido el avalista de pago conserve éste
íntegras y eficaces sus acciones cambiarias de regreso recuperatorio frente al avalado y/o frente a los que
resultaren responsables cambiariamente respecto de éste. Esto es, basta la existencia de una sola firma
cambiaria con solvencia sujeta al pago de la eventual pretensión de reintegro del avalista para que quepa
estimar en el caso la inexistencia del perjuicio precisado como presupuesto operativo de la excepción
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considerada.
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