La educación Superior: Un bien público escaso en Colombia

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HACIA UNA POLÍTICA DE EDUCACIÓN SUPERIOR EN COLOMBIA
Por
Hernan Jaramillo Salazar
José Manuel Restrepo Abondano
Septiembre de 2001
1. DIAGNOSTICO
El contexto de la educación superior, ciencia y tecnología presenta hoy en día los siguientes
atributos predominantes:
•
Deterioro permanente de su calidad. En el país existen 290 instituciones de
educación superior, que ofrecen cerca de 8.000 programas entre pregrados y
posgrados –especializaciones, maestrías y doctorados-.
Igualmente existen
únicamente 42 programas de doctorado, centrados básicamente en 7 universidades y
3 programas de doctorado colaborativos en las que participan otras 12
universidades. En síntesis de 290 instituciones de educación superior solamente 19
universidades están relacionadas con lo más elevado de la producción del
conocimiento. En cuanto a las maestrías hay que diferenciar entre las existentes
antes de la obligatoriedad de evaluación por parte de la Comisión Nacional de
doctorados y maestrías y las sometidas al proceso riguroso de la Comisión, que
como lo señala la ley deben estar fundamentadas en un grupo de investigación con
experiencia, calidad, productividad nacional e internacional y formación de su
profesorado con nivel de doctorado y maestría. En Colombia existen cerca de 300
programas de maestría, de los cuales solamente 71 han pasado por evaluación de la
Comisión. Con algunas excepciones de las anteriores a la obligatoriedad de la
Comisión, la mayoría son sin dedicación de tiempo completo –clases de 7:00 a 9:00
de la mañana y de 5:00 a 7:00 de la noche, sin investigación, sin profesores con
doctorado y dedicación de tiempo completo, sin calidad y muchas de ellas
nocturnas y de fines de semana. A septiembre de 2001 solamente 17 instituciones de
educación superior habían logrado la acreditación de 75 programas de pregrado. Y
un dato ejemplarizante son los programas de educación –esencia fundamental de
todo nuestro sistema educativo-. La ley estableció la obligatoriedad de la
acreditación previa –requisitos mínimos-, para luego iniciar el proceso de
acreditación. De 1700 programas de educación existentes, solamente se sometieron
a acreditación previa 1000 y de estos únicamente 632 la obtuvieron. Y para el caso
de las maestrías de educación de 45 existentes en el país solamente se presentaron a
acreditación previa 25 y la obtuvieron únicamente 15, que tienen que ir hacia la
acreditación. De aquí surge una lección, es necesaria una Política Coherente de
Largo Plazo de rendición de cuentas que evite tener egresados de programas de baja
calidad. Otro ejemplo ilustrativo en el caso de la calidad es el excelente estudio del
CIDE y la Universidad de los Andes y financiado por COLCENCIAS y El DNP,
sobre la “Formación de recursos humanos para la innovación y el desarrollo
tecnológico en ingeniería”, se encuentran, entre otros, dos resultados sorprendentes:
primero, las cifras simples conducen a que en el país existe una sobreoferta de
programas y recursos humanos formados y en formación; y segundo, cuando se
agrupan por calidad los programas se encuentra que el país tiene un déficit muy
grande de buenos ingenieros. Al clasificar los programas de ingeniería, según
criterios de complejidad asociados a calidad, en A, B, C, D y E, se encuentra que
hoy en día cerca del 60% de la matrícula la están absorbiendo las categorías D y E,
es decir los programas de más baja calidad.
•
Escasa diferenciación de las entidades del sistema, que ha conducido a una
permanente confusión de conceptos y funciones organizacionales y en los que la
diferenciación institucional se da por formas y no por contenidos. Ejemplo la Poca o
nula diferenciación entre Instituciones de Carácter Universitario y Universidades.
•
Imprecisión y explosión de nomenclaturas y sobreposiciones en el nombre de
los programas de pregrado y especializaciones que se ofrecen, en donde lo
relevante es la pérdida o no existencia de identidad, de misión, de parámetros y de
excelencia; Atomización de entidades, programas y títulos de las más variadas
calidades y tamaños, de desiguales dotaciones e infraestructura disímiles.
•
Inadecuada e inapropiada formación por niveles, técnica y tecnológica. Los
programas técnicos y tecnológicos representan apenas el 21% (1994) del
estudiantado de nivel superior, cuando la cifra esperada para países de desarrollo
similar es de 35%. Más grave aún es el hecho de que la mayor parte de los alumnos
inscritos en estos programas cursen estudios del área comercial. Los programas
universitarios de pregrado, generalmente de muy larga duración, y con un sesgo
muy claro hacia carreras tradicionales, copan alrededor del 75% de la matrícula Es
tan fuerte la tendencia profesionalizante que muchos de los programas tecnológicos,
técnicos e incluso de postgrado reproducen, con diferentes tiempos de duración, lo
profesional. Colombia tiene más estudiantes de Ingeniería por cada cien mil
habitantes que países como Japón y Canadá, pero al mirar el número de graduados
resulta muy inferior a los de los países mencionados y a muchos otros de Europa y
del Sudeste asiático. Miles de jóvenes salen con la frustración de no haber podido
culminar sus estudios y sin la posibilidad de presentar un título intermedio que los
acredite para el mercado laboral. En los países del Sudeste asiático y en muchos de
Europa, el grueso del estudiantado de Ingeniería (cifras por encima del 70%)
egresan de programas técnicos y tecnológicos de corta duración (2 o 3 años) y con
títulos que no equivalen a un primer grado universitario. El país presenta un exceso
en las “áreas comerciales”. Se trata fundamentalmente de programas técnicos,
tecnológicos y universitarios de administración de empresas, de disciplinas
contables y de ciencias económicas. Hacia 1989 el 25% de los estudiantes
colombianos de nivel superior cursaban estudios de ese tipo. La cifra media para
las naciones de desarrollo similar era, en cambio, de 16%.
•
Desdibujamiento de conceptos preciados como el de la autonomía, con sus
respectivas implicaciones académicas, financieras y administrativas;
Incondicionalidad para establecer cualquier oferta educativa, para organizarse
administrativa y académicamente sin control y rendición de cuentas a la sociedad;
designación/elección de autoridades académicas sin academia; Suministro de
información no transparente ni veraz a la sociedad, basada en conceptos que se
venden sin contenido real como el de calidad, investigación, excelencia y que al
manejarse irresponsablemente posibilitan la incertidumbre y la captura engañosa de
un mercado en donde la expansión de la cobertura y la rentabilidad es inversamente
proporcional a la calidad. Casi sin temor a equivocarnos las 290 instituciones
existentes mencionan en sus misiones y visiones la investigación como esencia y eje
fundamental de conocimiento y “venden sus programas en el mercado” sobre esta
base. La realidad está en la convocatoria de COLCIENCIAS para el
escalafonamiento de grupos y centros de investigación del país –evaluación legítima
y seria sobre la base de la medición de calidad, pertinencia, estabilidad, la
visibilidad social y la credibilidad-. Se presentaron 734 grupos y 102 centros de
investigación. Los grupos fueron clasificados en 4 categorías A, B, C y D. En las
dos primeras categorías los grupos pertenecen a 17 instituciones de educación
superior, y si agregamos las categorías C y D, en total aparecen únicamente 41
instituciones de educación superior. ¿Qué pasa con las restantes del universo de 290
que declaran formalmente en sus folletos y propaganda la investigación, la alta
formación y la calidad?
•
Bajos niveles en la formación del profesorado –únicamente el 2.7% del
profesorado cuenta con nivel de doctorado-, escasa productividad y por tanto
producción de conocimiento y finalmente;
•
Financiamiento inadecuado que no atiende al establecimiento de subsidios a la
demanda ni al financiamiento directo basado en la competencia, la calidad, la
investigación, la evaluación, la acreditación, los resultados y la certificación de
la sociedad
•
Problemas de Cobertura y Acceso. Recordando las presiones que se avecinan de
las capas de bajos ingresos por educación superior, el alto desempleo de los
bachilleres, y el estancamiento en la oferta de la educación superior pública, el
panorama es desalentador. Colombia presenta una de las más bajas tasas de
cobertura de América Latina (15%), y como no parece posible ni prioritario lograr
ampliaciones substanciales en la oferta para los pregrados universitarios, se
comprende que el peso de la recomposición del sistema educativo debe recaer sobre
los niveles técnico y tecnológico. Simultáneamente debe hacerse un gran esfuerzo
por disminuir sustancialmente la alta deserción que afecta a carreras universitarias
de valor estratégico para el desarrollo del país. Hay que reconstruir, pues, el
sistema para ampliar la cobertura y diseñar una agresiva política de créditos
educativos, de becas y de subsidios para los estudiantes más pobres, de modo que
se facilite su ingreso y su permanencia dentro del sistema de educación superior..
2. TEMAS CLAVES EN EL DISEÑO DE UNA POLÍTICA
1. Calidad
Algunos elementos que en el futuro tendrán incidencia notable en la mejora de las
instituciones de educación superior.
a) Diferenciación de las instituciones del sistema:
Se impone una definición de las instituciones del Sistema Postsecundario, y, en particular,
de las universidades, de modo que cada una ocupe el lugar que según sus posibilidades,
recursos y vocación le corresponde. Existen, por ejemplo, universidades de tradición que
son de buena calidad y que tienen una definida vocación para la formación profesional.
Estas diferenciaciones no implican discriminaciones negativas. Cada entidad debe ser
buena en el contexto y de acuerdo con las actividades que debe asumir, y el papel social
que juega.
La redefinición no es un prurito académico; es una necesidad histórica; La tan necesitada
expansión de la oferta en educación superior debe lograrse a través de organizaciones que
asuman la formación técnica y tecnológica y en estudios de corta duración. Sin desconocer
su posible aporte a esa tarea, los pregrados universitarios no tienen en ella el rol
preponderante, al menos en esta fase de nuestro desarrollo. Los numerosos países que han
asumido la vía de fomentar los ciclos cortos de formación y han puesto su énfasis en la
formación técnica y tecnológica, han logrado reducciones substanciales en los costos
educativos y en las tasas de deserción estudiantil y ampliaciones notables en la cobertura.
Esa multiplicación de la oferta educativa superior que concebimos tiene un doble mérito:
apunta a la equidad, al buscar ampliar la cobertura con énfasis en los sectores de menores
ingresos; y es un factor de desarrollo, al privilegiar la formación en lo técnico y lo
tecnológico. En efecto, en esa formación de la base laboral, en la ampliación de la
capacidad investigativa a través de maestrías y doctorados y en el establecimiento de
vínculos reales entre la educación superior y el sector productivo, está el fundamento del
despegue de nuestro sistema económico.
b) La formación en los diferentes niveles del Sistema Postsecundario:
En la formación técnica es de singular importancia el entrenamiento en el mundo del
trabajo o en centros especializados tipo SENA. Gran parte de su éxito descansa en el
establecimiento de convenios estratégicos entre las instituciones educativas y las empresas.
La educación superior tiene como referente, según los especialistas, la formación para tres
niveles de personal calificado. En la cumbre se ubican los llamados “analistas simbólicos”
que desempeñan tareas de alta complejidad y sofisticación y responden al reto de la
creatividad. En los países avanzados, en este estrato se ubica entre un 15 y un 20% de la
fuerza laboral. En Colombia ese porcentaje es sumamente bajo y es un imperativo hacer
esfuerzos para la preparación de personal que cumpla esas funciones.
c) La idoneidad del cuerpo docente:
La excelencia académica depende, en gran medida, de la calidad, la competencia, el
compromiso y la motivación del cuerpo docente. Debe asegurarse siempre adecuadas
proporciones de profesores de tiempo completo y de cátedra, con altos niveles de formación
académica. Los títulos exigidos son un indicador importante de la calidad, pero no se debe
perder de vista la naturaleza y la vocación de la institución. La calidad depende de quienes
hacen y producen el saber, es decir, de los docentes e investigadores. La universidad es lo
que son sus profesores, y su historia es la historia de sus académicos: de su formación, de
su prestigio, de los nichos que han construido.
Para lograr la calidad es indispensable garantizar condiciones institucionales de
organización que permitan la realización de las labores docentes: condiciones económicas,
recursos físicos y materiales, laboratorios bien dotados, redes de comunicación,
bibliotecas y, en general, recursos apropiados para el desarrollo académico. Mientras que
en Colombia es docente todo aquel que enseña, en gran número de países, entre ellos los
más desarrollados, las categorías dan cuenta exacta de los méritos y de la trayectoria del
profesor y el carácter pleno de este título sólo se le concede al “titular”. En esos países la
estabilidad solamente se logra cuando se comprueba ante pares, la capacidad de
producción académica. La calidad es, sin duda, el principal condicionante en el proceso de
selección y promoción de los docentes, Es necesaria la adopción de un estatuto profesoral
que refleje jerarquías asociadas a la autoridad del conocimiento. De ser posible, se debe
trazar un marco mínimo común para las universidades públicas y privadas. Un estatuto que
realmente estableciera una carrera de méritos, para premiar el esfuerzo personal y el
rendimiento académico, debería tener, entre otras, las siguientes características:
Ingreso por concurso.
Definición de las categorías con precisión, de tal suerte, que sean explícitas las funciones
propias de cada una y las condiciones mínimas que deben cumplirse para acceder a ellas.
Para alcanzar una categoría habría que concursar.
Eliminación de los reconocimientos parciales (en puntos convertibles en salarios) hoy
vigentes por productividad académica (artículos, libros, dirección de tesis, etc.). Estos
aspectos de la producción académica, así como los asociados a la docencia de calidad,
deben ser considerados como factores que inciden en la promoción de una categoría a otra
Es este ascenso, y no los ingredientes aislados que lo configuraron, el que condiciona que el
profesor reciba aumentos importantes en su salario. Sin embargo, se deberán establecer
mecanismos que eviten la erosión del ingreso durante las períodos de permanencia en una
determinada categoría
Para ascender a una categoría, el profesor debe, además de cumplir los requisitos que ella
impone, sustentar verbalmente y por escrito un tema en el campo de su actividad y someter
a evaluación, por pares externos, lo que el propio docente considere que es su mejor o sus
mejores productos. El conjunto de la hoja de vida del docente es materia de examen en
cada caso.
Debe haber evaluación periódica del desempeño del profesor, de cuyos resultados dependa
su permanencia en el escalafón. La estabilidad a ultranza que ha caracterizado a la
universidad pública es profundamente dañina para la calidad de las instituciones de
educación superior.
La implementación del nuevo estatuto implicaría manejar un régimen de transición.
d) Gestión administrativa, estructuras y calidad:
Un elemento de singular connotación para la modernización de la universidad,
especialmente la pública, es la mejora de la gestión administrativa. La autonomía que
reclama la institución debe extenderse a sus unidades internas. Es necesario flexibilizar las
estructuras, hacerlas más livianas. La descentralización real aumentaría el compromiso de
todas las dependencias y agilizaría los procesos.
Aunque hay progresos en la materia, todavía no se puede hablar de una cultura de la
planeación, de la importancia de mirar lejos, el futuro; pero con el oído puesto en tierra,
el presente, la coyuntura. De otro lado, se presentan dificultades para introducir los
productos y procesos tecnológicos modernos, que son básicos para agilizar la gestión.
Muchas instituciones de educación superior están introduciendo modificaciones en sus
estructuras académico-administrativas para adaptarse a los tiempos y contribuir a la
excelencia. La obsolescencia del modelo actual hace muy complejo el manejo
administrativo de las Instituciones de Educación Superior. Existen Consejos Académicos o
Directivos demasiado grandes, centralizados, atiborrados de funciones, y programas
académicos rígidos, con mucha repetición, en los que se duplican recursos, y en los que
hay un desgaste administrativo innecesario.
La reestructuración académica y
administrativa busca incorporar el concepto de interdisciplinariedad como parte del nuevo
modelo, que propicie y facilite el trabajo en equipo.
e) Estrategias y alternativas para el desarrollo de la educación superior
Las nuevas tecnologías de información y comunicación que se han desarrollado tienen un
gran impacto en la concepción, definición y orientación de los procesos educativos. Con el
aprovechamiento de estas nuevas tecnologías es importante el papel que las estrategias
desescolarizadas, semipresenciales y a distancia juegan en el incremento de la cobertura,
en generar alternativas para la educación continuada, y en el replanteamiento de los
esquemas presenciales. Se deben aprovechar estas nuevas tecnologías para la producción
de bienes públicos de conocimiento (por ejemplo, videos de conferencias magistrales de
alta calidad y excelencia, desarrollo de contenidos temáticos curriculares a través de la
multimedia, etc.). Estos bienes públicos de conocimiento pueden ser apropiados
masivamente por las diferentes comunidades universitarias, independientemente de los
espacios institucionales donde se producen
f) La mejora de la calidad en la educación media y básica es fundamental para elevar
la excelencia del nivel superior
La universidad debe asumir su responsabilidad en el mejoramiento de la calidad de la
educación media y básica. Por una parte, es ella la formadora de los maestros en el país; por
la otra, son precisamente los egresados de la educación media con quienes desarrolla su
función docente principal
Para tal efecto, la universidad debe promover diferentes estrategias como las siguientes:
Programas permanentes de capacitación a los maestros.
Programas de semilleros en ciencias básicas ofrecidos a los estudiantes de los últimos años
de la educación media con metodologías semipresenciales en fines de semana.
Programas de educación por televisión de amplia cobertura
Asesoría a los colegios para su dotación de laboratorios de ciencias básicas
Establecimiento de colegios pilotos para que, por medio de profesores universitarios y con
estudiantes talentosos de los últimos años, se dé asesoría y apoyo a los profesores de los
colegios con miras a mejorar la calidad
2. Autonomía
La autonomía es un valor en permanente construcción, una noción que se manifiesta de
diversos modos según el contexto histórico, pero con un substrato invariable que es el
rigor, dialéctico y discursivo en la edad media, científico en la edad moderna; o sea, el
respeto por la excelencia, por los métodos que son propios de la elaboración científica, por
la seriedad en su divulgación y transmisión y hasta por un halo de solemnidad en sus
seguidores.
La autonomía plena no se otorga, se gana. La autonomía no se concede, se reconoce. Es la
aceptación de una autoridad académica que emana de las instituciones de calidad, y en
virtud de ella, les posibilita la libertad para organizarse y autocontrolarse para alcanzar sus
propósitos y realizar sus fines.
Desde esta perspectiva, la libertad que tienen las Instituciones de Educación Superior para
definir su oferta educativa no es incondicional, está sujeta a la organización propia del
conocimiento, al cumplimiento de una función social pero también a las condiciones que
demanda el ejercicio de las profesiones para garantizar un desempeño idóneo y ético.
De otro lado, la autonomía no es hacer lo que a bien tenga cada institución. Su libertad está
dada para concurrir a la construcción del proyecto del país, para consolidar una sociedad
democrática, pluralista, participativa, para buscar la paz, para alcanzar el bienestar socioeconómico, lograr una conciencia de país y para formar un ciudadano íntegro. De ahí que
los proyectos educativos institucionales deben estar enmarcados en los proyectos de
desarrollo nacional, regional y local.
Se podría concluir que la universidad y las instituciones de educación postsecundaria que
demuestren su calidad tienen derecho a la autonomía plena.
Uno de los propósitos más importantes de la función de inspección, vigilancia y control
por parte del Estado es asegurar que cada institución de educación superior cuente con un
sistema trasparente de información que le permita a los estudiantes, a sus familiares y a la
sociedad conocer la calidad de las diversas instituciones del sistema educativo, y hacer
inferencias sobre las perspectivas laborales que se pueden prever para quienes se vinculen
como alumnos de ellas.
El Estado debe trazar rumbos, generar estímulos que lo orienten, ejercer la inspección y
vigilancia con criterios y parámetros que estén correlacionados con los paradigmas
nacionales; en consonancia, se procura, también, desestimular aquellos procesos que van
en contravía de los proyectos generales de la Nación.
3. Reconversión de la Pirámide: Un propósito nacional. Los mecanismos
a) El cambio
Se trata de elevar, en diez años, la cobertura de la educación postsecundaria hasta el 30% de
la población objetivo, ante todo mediante un crecimiento sustancial de la educación técnica
y tecnológica. Se necesita también aumentar sensiblemente el número de estudiantes en los
postgrados, y sobre todo en los doctorados.
b) Hacia una nueva valoración de la formación técnica y tenológica
Se requiere, en consecuencia, crear nuevas instituciones que ofrezcan, bajo parámetros de
calidad y de pertinencia, alternativas educativas postsecundarias diferentes a las
tradicionales. La propia universidad puede jugar un papel importante en el desarrollo de las
modalidades de que nos hemos venido ocupando.
El sistema, en nuestro medio, tendría como módulo básico los centros de formación del
SENA habilitados para la educación postsecundaria, a los cuales se agregarían los
establecimientos que fundaran los entes territoriales, los gobiernos locales y la sociedad
civil. La formación en estas modalidades tendría una duración de dos a tres años.
Para la creación de estas instituciones se tendrían en cuenta las experiencias acumuladas
por el SENA en el manejo de estos programas. Así mismo El SENA podría suscribir
contratos con dichas instituciones para prestar el servicio de calificación en las áreas en las
cuales no tiene presencia o en aquellas en que su capacidad es inferior a la demanda
potencial.
Las instituciones propuestas tendrían las características de Institutos (Universitarios)
Tecnológicos Regionales, similares a los Junior Colleges de Estados Unidos o a las
Escuelas de Ingenieros Técnicos alemanas.
c) Formación por ciclos
Las modalidades propuestas se diseñarían bajo el sistema de ciclos, de modo tal, que
terminada la formación tecnológica y cumplido un período determinado de trabajo en el
sector productivo, se pueda ingresar a la educación universitaria afín al campo respectivo.
La calidad de los títulos que otorguen estas instituciones va a estar determinada, en gran
medida, por el equipamiento de que dispongan (laboratorios, talleres, bibliotecas), por la
idoneidad de los docentes e instructores que tengan y la solidez de sus relaciones con el
mundo de la producción, que les permitan a sus instructores conocer los nuevos desarrollos
tecnológicos y a sus estudiantes llevar a cabo las prácticas en procesos reales de
producción.
d) El acortamiento de los pregrados profesionales
Reconocemos las arraigadas actitudes profesionalizantes de nuestro sistema, que
determinan las aspiraciones de la mayoría de nuestros bachilleres. Hay que tener franqueza
para mostrar que el sistema de pregrado presenta graves distorsiones, que una alta
proporción de sus egresados no cumplen los estándares mínimos de calidad, que no se
justifican estudios de tan larga y costosa duración para que los profesionales , en número
apreciable, ocupen cargos auxiliares o de mandos medios en la organización del trabajo.
Se impone, por lo tanto, la promoción, la divulgación y la aprobación de la idea de que
los estudios profesionales se realicen en cuatro años. Esto no afecta a las instituciones de
más alto nivel que pueden complementar la formación profesional con las
especializaciones. De hecho, los pregrados de cuatro años y las especializaciones de un
año o año y medio constituirían una formación más racional por ciclos.
e) La flexibilidad curricular permite dar títulos intermedios sin crear contenciones
hacia el ciclo profesional
En ciertas instituciones, de mayores recursos y trayectoria, se puede adoptar un mecanismo
para otorgar títulos intermedios sin necesidad de construir ciclos rígidos, mediante un
curriculum flexible. De esta manera, los estudiantes que culminen y aprueben el bloque de
las disciplinas académicas pueden obtener un título académico intermedio. Por ejemplo,
“formación básica en ciencias de la salud” o “formación básica en ingeniería”. Con este
título académico, el estudiante puede ingresar al nivel profesional del respectivo programa
y en la misma universidad, si aprueba los exámenes respectivos. Pero tal título, le
permitiría también aspirar a una formación tecnológica o profesional en otra institución.
f) Las instituciones del sistema. Definiciones y reconversiones.
En un plazo razonable el Sistema de Educación Postsecundario debe estar formado por tres
tipos de instituciones, a saber: (a) las universidades, (b) los politécnicos y (c) las
instituciones técnicas.
No existe una correspondencia rígida entre tipo instituciones y modalidades. Pero cada tipo
es el núcleo de alguna modalidad. La Universidad se debe ocupar de sus niveles
tradicionales de formación, incluyendo los postrados, pero puede incorporarse a la
formación en lo técnico y lo tecnológico. Los Politécnicos de alta calidad, no son
instituciones en transición a universidades; son el eje de la formación tecnológica; pero se
encargan también de la técnica y , dentro de su orientación, pueden impartir formación
profesional y de posgrado. En los Institutos Técnicos reposa la gran responsabilidad social
de formar técnicos profesionales, pero pueden ser promotores de la formación en ciclos
más avanzados, abriendo el camino para que los estudiantes pasen a otras instituciones a
recibir formación tecnológica o profesional.
El gobierno, por su parte, debe apoyar el fortalecimiento de las modalidades técnica y
tecnológica, apoyando la adquisición de laboratorios, la infraestructura física, la
capacitación de docentes, en particular, debe reforzar, junto con los gobiernos
departamentales, la cobertura en aquellas áreas que interesan a la región. Es importante
generar señales en esa dirección.
4. Universidad y Sociedad: La Universidad como Institución del Conocimiento
Un problema crítico de Colombia es la debilidad de la “inteligencia social”, para participar
en la construcción organizativa de un país que tiene el reto de insertarse creativamente en
un mundo que se transforma y cambia vertiginosamente. Es necesario que el “proyecto de
Universidad” tenga como norte el desarrollo, el fortalecimiento y el apoyo de esa
inteligencia social, lo cual supone, entre otras cosas, el “monitoreo” continuo de hacia
donde va el mundo (esto forma parte de la internacionalización de la universidad), y la
revisión y permanente actualización de los currículos para formar élites y cuadros capaces
de generar dicha inteligencia social.
Para lograr lo anterior, se considera necesario fortalecer tres aspectos del sistema
universitario: (a) la capacidad en ciencia y tecnología del sistema universitario; (b) las
ciencias sociales y, en general, la capacidad para aportar significativamente a la reflexión
sobre temas de interés nacional y regional, a la identificación de opciones políticas y de
organización social y al desarrollo de un consenso alrededor de propósitos nacionales; y
(c) la relación entre la universidad y el sector productivo.
a. Desarrollo de una mayor capacidad en el campo de la ciencia y la tecnología
Para que la universidad colombiana pueda contribuir al desarrollo y consolidación del
capital social de la investigación y del desarrollo científico y tecnológico del país se
requiere llevar a cabo cuatro tipos de acciones: (a) establecimiento y desarrollo de
formación doctoral y de apoyo a los programas nacionales de doctorado, (b) formación de
investigadores jóvenes, (c) consolidación de la comunidad científica por medio del apoyo a
grupos y centros de investigación, y (d) fomento de una mayor distribución del talento en
el espacio nacional como parte de la política de regionalización.
El fortalecimiento y la creación de programas doctorales debe obedecer a los siguientes
criterios: (a) pertinencia social y científica, con el fin de que responda a necesidades
reales de la sociedad, o contribuya con nuevos conocimientos en determinados campos del
saber; (b) existencia de grupos de investigación en el campo respectivo, con
reconocimiento internacional; (c) existencia de líneas de investigación activas dentro de
las que se puedan desarrollar las tesis de grado de los doctorandos; (d) disponibilidad de
recursos bibliográficos actualizados y redes telemáticas; (e) recursos físicos adecuados y
facilidad para su mantenimiento; (f) convenios nacionales e internacionales con entidades
pares que faciliten pasantías de los estudiantes en centros con diferente cultura científica; y
(g) plan de estudios acordes con los parámetros internacionales.
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