Quiero cantar. Dame voz. Dame un lenguaje que trascienda el propio lenguaje; el límite del código abstracto, concreto. No busco la Verdad. Busco la esencia escondida, casi perdida, pero conocida. Esas 3 o 4 palabras que siguen nombrando lo que aún comprendemos. Quiero bailar. Dame alas. Y una sombra. Con forma de mancha, o grafía. O sin forma. Un escultor es escultor, en tanto que conoce la materia. La palpa, la toca, la siente. La deja ser. La ayuda a ser, dotando de forma al susurro imperceptible de su voz dormida. Puede oler a musgo, a piedra, a ancestro. A palabra concisa y precisamente imprecisa Fraguada en el silencio; en esa vida sin alma que tuvo antes de pasar por las manos de un herrero poeta. Él siquiera pregunta. Se pregunta a través de ella, no como un Narciso ante su reflejo; sino como aquel que observa sus ojos desde los ojos del hierro. ¿ Qué reflejo me devuelves tú? Habla. Escucho. Cuéntame quién soy. Quiénes somos. O siquiera eso. ¿ Dónde queda la frontera? ¿ Quién modela a quién? Hablemos. Bailemos. Pídeme. Ofrécete. Intentaré ser delicado al cogerte. Vestirte para desnudarte. Adornarte sin detalle ni ornamento alguno. Los materiales sólo hablan a los verdaderos alquimistas. María Martín Sánchez. Nombraron unos pintando en cuevas. Hablaron otros dando la vuelta a la mirada del mundo. Dibujaron algunos con rayos en el cielo y tierra en el mar. El Arte es, desde que el hombre trató de comprender la magnificencia del mundo, la poética de lo pequeño, el equilibrio de lo aparentemente insignificante. Uno puede hablar de Arte y de vida en la esquina de una baldosa recién regada por la lluvia, en una camelia recién caída sobre una palangana antigua que parece respirar en el hueco de una historiada escalera de granito; en un salón cualquiera de AlPiedraEte mientras suena un bajo, un gato, el tic tac del tecleo de un ordenador acompasado con la lluvia. No hacen falta libros, ni referencias, ni preguntas de libreta. Aunque no sobren. Basta la mirada, la pregunta curiosa, la oreja despierta. Hay que saber estar ante aquellos que hablan alto, pero esconden sus palabras. Observar la huella o el reflejo de lo no dicho entre lo dicho. Destilar en silencio la esencia de aquello que hacen volar y se oculta entre lo efímero. Así que no miro su voz, miro sus manos. Ahí se encierran sus palabras. La pátina de tactos y recuerdos. De nombres con nombre. La estructura que podría levantar piedras, pero las pinta con secretos y las libera en el mar. El refugio del que pueden brotar historias sin necesidad de otra tierra. Un mundo de caligrafías de líneas de vida capaces de acunar sombras, que facilitan el viaje hacia un destino no cerrado a los trazos de hierro. El botánico preciso, el escultor que viaja sin moverse, el jardinero fiel. A Leandro se le escucha cuando calla y, simplemente, hace. María Martín Sánchez. interferencias esculturas de Leandro Alonso Imprecisión móvil 0112 C/ Fernández de los Ríos, 50. 28015 Madrid (España) Tel.: (+34) 91 543 9441 Fax: (+34) 91 543 9474 [email protected] EMT: líneas 2, 202,61 y 16. Metro: Moncloa, Quevedo, Islas Filipinas María Martín Sánchez. Historiadora del arte, Contadora de arte con historias. 626 54 64 22 [email protected] LA COMPAÑIA DE LAS IDEAS FLOTANTES Leandro Alonso García 630 23 31 43 [email protected] http://escultor.com.es El Argonauta Inauguración trece de abril a las ocho de la tarde