340 REAL S O C I E D A D ESPAÑOLA D E HISTORIA NATURAL camente las hembras, y aun éstas sólo cuando tienen crías, se alojan en estas camas blandas, muelles y penosas de construir. Hasta ahora no se habían conocido gorilas recién nacidos. En mis cacerías logré capturar uno de pocos días. Daré más adelante algunos datos sobre este gorila, que prosperó magníficamente al pecho de una nodriza negra (lám. XXI, fig. 4). Al ver a este pequeño ser en su desamparo y desnudez, forzosamente había que convencerse de que el pequeñuelo del gorila necesita el mayor cuidado y protección por parte de la madre. En los nidos blandos y elevados puede la madre cubrir bien con su pesado cuerpo a la cría pequeña, necesitada de calor, sin que corra ésta el peligro de ser aplastada. Mis observaciones sobre el procedimiento seguido por el gorila al construir sus lechos no coinciden absolutamente en nada con lo que sobre este particular han referido del territorio del Qabón varios exploradores, entre ellos hombres como H . v. K O P P E N F E L S , que se fundan en experiencia propia. K O P P E N F E L S nos refiere del gorila lo siguiente : «Todas las tardes hace el gorila un nuevo nido, construyéndolo a una altura de 5 a 6 metros, sobre árboles sanos, esbeltos, de unos 0 , 3 metros de diámetro cuando más. Este nido, comparable al de las cigüeñas, está formado de ramitas verdes en las primeras ramificaciones de las ramas principales. Las crías, y también la madre cuando aquéllas necesitan todavía calor, descansan de noche en esos nidos, mientras el padre pasa la noche acurrucado al pie del tronco, con la espalda apoyada en él, protegiendo a los suyos contra los ataques de los leopardos.» Estoy muy lejos de tener estos datos por inexactos y de pensar que pudiera haber en ellos una confusión con los nidos de los chimpancés, que a veces, como veremos, están construidos de una manera semejante; creo más bien que en este respecto el gorila procede de modo distinto en los territorios del Norte de la selva virgen que en los del Sur. Confirman mi opinión las observaciones que hizo en el Sur de Camarones un observador digno de toda confianza, J. v. O E R T Z E N , que nos muestran, en cierto modo, una transición entre las costumbres de los monos en el Sur y en el Norte. O E R T Z E N encontró una vez en las cercanías de Akoafim diez y seis nidos-camas juntos, nueve de ellos en el suelo y siete a una altura de 3 a 5 metros en las ramas de Musanga smithi. Finalmente, los nidos que yo señalé como situados a un metro o metro y medio del suelo, y que atribuí a las madres amamantando crías, parecen ser como una transición a los nidos de los árboles.