Bacterias fotosintéticas del azufre

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CERCA
Carles Borrego y Xavier Vila
Bacterias fotosintéticas del azufre
D
esde la perspectiva del caminante, los lagos
y lagunas que salpican nuestro entorno natural parecen a menudo simples masas de
agua, estáticas y sin más interés que el que puedan despertar desde el punto de vista paisajístico.
Lejos de tal visión monótona, estos ecosistemas son
hábitats complejos donde la vida bulle al compás
de continuos cambios físico-químicos que se suceden a lo largo del año. Las diferencias de temperatura y salinidad entre las aguas superficiales y las
profundas convierten estas masas de agua en calidoscopios de gradientes, densidades y concentra-
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1. En la laguna Sisó (Bañolas, Gerona), la mezcla
de la columna de agua durante el invierno hace aflorar
a la superficie a las bacterias rojas del azufre, provocando
una llamativa coloración de las aguas
ciones de distintos compuestos químicos donde cada (micro)organismo ocupa su lugar y obtiene lo
que necesita.
Entre la miríada de microorganismos que pululan
en estas aguas destacan las bacterias fotosintéticas
del azufre, que unen a su peculiar metabolismo fotosintético (que no genera oxígeno), una llamativa
pigmentación (roja, verde o marrón) y una intensa
actividad oxidadora de sulfhídrico (H2S), un gas tóxico para la mayoría de los seres (incluidos los humanos), y de ahí que su consumo sea útil como
proceso destoxificador del ambiente. La presencia
de estas bacterias en un lago o laguna estratificada puede pasar desapercibida a simple vista. Debido a su intolerancia al oxígeno difícilmente las
encontraremos en la superficie (una excepción sería
la laguna Sisó, donde su masiva proliferación produce un paisaje surrealista) mientras que se desarrollarán masivamente allí donde puedan disponer
de suficiente energía (luz) para la fotosíntesis y
sulfhídrico del que obtener electrones. Ya que la
luz proviene del sol y el sulfhídrico se genera en
el sedimento del lago, ambos factores muestran gradientes opuestos. El compromiso entre ambas necesidades obliga a nuestros protagonistas a colonizar y crecer en láminas de agua de escasos centímetros
de espesor, situadas a profundidades que oscilan
entre los 2 y los 25 m.
En estas zonas, y oculta a nuestros ojos, la vida bacteriana hierve frenética, ofreciendo un espectáculo de colorido cambiante. Además, tanto por
las condiciones físico-químicas como por el tipo de
microorganismos que se desarrollan en ellas, estas
capas de agua se han comparado con los primitivos ecosistemas acuáticos de la Tierra y, por tanto, pueden ser una ventana abierta a través de la
cual bucear en nuestros orígenes. Orígenes bacterianos, por supuesto.
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2. Serie de muestras recogidas a diferentes profundidades en la laguna Salada de Chiprana (Zaragoza).
El cambio de condiciones físico-químicas a 3,7 m de profundidad permite la proliferación masiva
de bacterias fotosintéticas verdes del azufre
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3. Cultivos de laboratorio de diferentes bacterias fotosintéticas del azufre
aisladas a partir de muestras de
agua. La variedad cromática es debida a la diferente composición en
pigmentos de cada especie
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4. Thiocystis spp., una bacteria roja
del azufre. Los glóbulos de azufre elemental producidos durante la oxidación del H 2S son claramente visibles
en el interior de las células
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10 m m
5. Pelodictyon clathratiforme,
una bacteria verde del azufre
que forma redes tridimensionales
CARLES ABELLA, L. J. GARCIA-GIL Y XAVIER VILA ( fotografías )
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10 m m
6. Las comunidades bacterianas
que se desarrollan en profundidad
alcanzan un grado notable
de variedad. Aquí se muestra
la comunidad bacteriana
fotosintética del lago Round
(Wisconsin, EE.UU.)
INVESTIGACIÓN
Y
CIENCIA, diciembre, 2002
10 m m
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