raíces barrocas - Peruana

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El Peruano
Año 106 // 3ª etapa // 457 // Viernes 6 de mayo de 2016
DIARIO OFICIAL
LENGUA E HISTORIA
LEN
LA HUELLA ÉPICA
DE LA CREACIÓN
El re
retorno a dos figuras imprescindibles:
Cervantes y el Inca Garcilaso. Págs. 6 y 7
Cerv
CRONOLOGÍA
APUNTES
SOBRE
LETRAS Y
NOSTALGIA
Pág. 8
IDENTIDAD
ID
F
FUENZALIDA:
R
REFLEXIÓN
Y REALIDAD
Págs. 2 y 3
JUAN PUELLES
TRASCENDENCIA DEL SIGLO XVII
RAÍCES
BARROCAS
NUEVAS MIRADAS A UNA
ÉPOCA DE CRISIS Págs. 4 y 5
2 DEBATE
Viernes 6 de mayo de 2016. El Peruano
Variedades
PENSAMIENTO
FUENZALIDA
Uno de los intelectuales más importantes, el antropólogo y filósofo Fernando Fuenzalida, dejó
al Perú una vasta obra ligada a la comprensión
de nuestra sociedad, que todos debemos conocer.
TEXTO: DIEGO VARGAS TIRADO
N
o somos todos
iguales, nunca lo
seremos. Existimos como indios,
blancos, mestizos, amarillos o negros, sin
pensar la mayoría de veces
como unidad. Nos hemos choleado, apitucado, negreado,
hemos tratado también de
estandarizarnos, de buscar
la explicación a nuestras diferencias en lo divino, en lo mítico o en lo cientíico. Hemos
competido siempre por ser
el igual de ese otro que tiene
mejores oportunidades que
la mayoría. Hemos construido una ciudad donde todos
queremos encontrar lo mejor,
sin pensar en que quizá lo mejor es que no estemos todos
en la misma ciudad. Hemos
soñado con ser iguales, nos
hemos acercado un poco, pero
al despertar, somos incluso
más diferentes que antes.
Lograr un cambio de paradigma entonces parece una
utopía. Encontrar a los hombres que se animen a abrir
camino hacia nuevas formas
de convivencia, mucho más
diícil. Pero no, esos hombres
existen o han existido y, en
nuestro país, uno de los más
preclaros defensores de la
posibilidad de construir una
mejor realidad para todos los
peruanos ha sido el gran antropólogo, etnólogo y ilósofo
Fernando Fuenzalida.
En sus 76 años de vida,
Fuenzalida labró un trabajo
intelectual y político de primer nivel ligado siempre a la
comprensión y reinvención
de los mecanismos que han
determinado la evolución de
nuestra sociedad. El nuevo
lugar del indio, las formas y
limitaciones de nuestras instituciones, la continuidad de las
jerarquías en torno a la raza y
la cultura fueron los grandes
ejes que desarrolló Fuenzalida en un momento en el que
nuestra sociedad se mostraba
convulsionada por cambios
para los que parecíamos no
estar preparados, cambios
que a la postre nos llevaron
a momentos de tensión política y violencia social ante
los cuales parecía no haber
explicación.
Fuenzalida fue un gran
analista de cada una de estas
etapas. Su mirada transversal
de los hechos recaló en diversos puntos y materias que nos
permitieran atravesar la historia en busca de encontrar
esa identidad que siempre
nos ha resultado esquiva,
búsqueda que la mayoría de
veces se deja de lado para
someternos a los modelos
externos. Y justamente con
ello, Fuenzalida parece preguntarse: ¿Cómo saber lo que
queremos ser si no sabemos lo
que hemos sido? ¿Dónde ubicarnos? ¿Cómo encontrar las
oportunidades en un medio
donde nos vemos limitados y
engañados por el avance de
una modernidad tan tóxica
como “necesaria”?
Sí, para Fuenzalida, la
modernidad tal y como la conocemos ha resultado tóxica.
La religión y la ciencia como
el motor de las creencias de
las personas han cedido su
lugar al avance incontenible
de los medios que fabrican
la información. El precio
de la modernidad ha sido
¿Cómo saber lo
que queremos
ser si no sabemos lo que hemos sido? Esa
parece ser la
pregunta que
se hace Fuenzalida.
alto, pues ha condicionado a
nuestros sistemas antiguos
de creencias religiosas e incluso políticas a permanecer
en un segundo plano, a la expectativa del trono que hoy le
pertenece a los cambios económicos mundiales. Aquello
en que creemos hoy son, por
lo general, consignas preelaboradas y esparcidas por el
mundo gracias a la gran masa
de medios de comunicación
que no cuenta con un mínimo
iltro de racionalidad para sus
contenidos, lo que a la postre
no nos permite identiicar la
icción de la realidad.
En ese contexto, son las sociedades menos favorecidas
las que sufren el mayor impacto, pues sus culturas originarias, como en el caso del Perú,
padecen la pérdida paulatina
de su originalidad. Fuenzalida
llega a este diagnóstico como
producto de una carrera de
largo aliento, gracias a una
revisión al detalle de nuestro pasado con la intención
de ubicar su lugar dentro de
los cambios del presente. Esto
le llevó, por ejemplo, a tentar
identiicar el lugar del indio
en el Perú contemporáneo, y
a explicar los mecanismos por
los cuales este nunca ha cumplido un rol dominante a pesar
de ser mayoría en términos
demográicos; lugar que, por
el contrario, siempre ha sido
ocupado por la “moderna”
cultura capitalina.
PODER, RAZA Y ETNIA
En el año 1970 escribió su
conocido ensayo Poder,
raza y et nia en el Perú
C o n t e m p o r á n e o. A q u í ,
Fuenzalida postula que
necesit amos superar la
clásica estratiicación de
castas corte weberiano que
se utilizó durante mucho
tiempo para el estudio de las
culturas y las relaciones de
poder entre las sociedades
del Perú. La deinición de lo
indio, lo blanco y lo mestizo
como los únicos segmentos
étnicos endógamos había sido
cubierta por los estudiosos de
tal forma que los estereotipos
resultantes habían funcionado
durante mucho tiempo como
un freno para, por ejemplo,
la construcción adecuada de
un proyecto nacional desde el
Estado. Todo lo que envolvía
a las razas en el Perú, ya sea
con una explicación cultural o
biológica, explica Fuenzalida,
estaba recubierto de un manto
de negatividad que parecía
condenarnos a la eterna
imposibilidad del desarrollo:
el indio seducido por el
alcohol, el blanco perezoso
y el mestizo como síntesis
negativa de ambas razas era
el patrón diferenciador que se
había utilizado desde los años
20 para explicar el atraso que
nos caracterizaba.
“En el Perú, la raza de un
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Variedades
Viernes 6 de mayo de 2016. El Peruano
hombre tiene algo de espejismo y de misterio óptico”,
sentencia Fuenzalida, haciendo alusión de lo relativo que
resulta el tema de la raza para
determinar las relaciones de
poder existentes en nuestro país hoy en día. El gran
aporte de nuestro ilósofo es
demostrar que el entramado
de las relaciones entre castas es mucho más complejo.
La igura del indio reducido
a sus labores de labranza ha
quedado atrás, y permanece en su estado “originario”
muy al margen de las cadenas de poder actuales. Ese
indio, en busca de ascender
económicamente, ha logrado
hoy constituirse, gracias a las
constantes migraciones hacia
las ciudades, en una pequeña y
diversa fuerza de trabajo que
puede abarcar la minería, el
transporte, el comercio, la milicia, etcétera. Actividades que
le permiten tener acceso a la
variable que permite el desarrollo por excelencia: la educa-
DEBATE 3
TEXTOS DE REFERENCIA
C
on algo de suerte aún se puede conseguir
el último libro de ensayos que le editara
el Congreso de la República en 2008,
titulado La agonía del Estado Nación, un
conjunto de ensayos que nos dan viva cuenta
de que Fuenzalida era portador de aquello que
es tan raro en nuestro medio y que Feuerbach
llamaba “Capacidad de desarrollo”, que
no es más que percibir lo verdaderamente
filosófico en todo arte, estética o pensamiento.
Fuenzalida se inspiraba en los versos de
Quevedo y pensaba en que era preciso “decir
lo que fuimos, para disculpar lo que somos y
encaminar lo que pretendemos ser”. Tan claro y
ambicioso como eso fue el conjunto de su obra.
ción superior, antes supeditada a las grandes ciudades hoy
es accesible, permitiéndoles
aincarse en las ciudades a
donde migraron o regresar a
sus pueblos de origen con un
estatus más elevado.
“CHOLIFICACIÓN”
Para muchos autores, entre
ellos Quijano o Bourricaud,
el ascenso del indio bajo estos
mecanismos hace pensar de
inmediato en un nuevo estrato
de lo “cholo” y en un proceso
de “choliicación”; es decir, el
indio que se adapta a la ciudad
deja su lado originario y pasa
al casillero de lo “cholo”, más
cercano a lo mestizo. Para
Fuenzalida, sin embargo, el
término “cholo” o el proceso
de “choliicación” visto de esta
forma desconoce mucho de la
complejidad que se produce
dependiendo de los contextos
donde se utilice el término. Lo
“cholo” es usado casi siempre
bajo el estigma de ser algo o
alguien de menos valor que
está destinado a servir.
La modernización de los
estratos en las sociedades
del Perú, encabezada por las
juventudes ha sido, además,
casi siempre una cuestión
generacional. “La sociedad
tradicional y sus representaciones clásicas han entrado
en descomposición, aunque
esta no se produzca al mismo
ritmo en todas las regiones”.
Por ello, en otro de sus ensayos, titulado Utopía e infamia
del indigenismo, Fuenzalida
declara la aparición de un
“nuevo indio” que, a diferencia
del originario, ha resignado
mucho de su esencia, dando
lugar a una “nueva utopía”,
una remitiicación de tono
un tanto romántica que encuentra su lugar en los procesos sociales vistos bajo la
El término
“cholo” es usado casi siempre
bajo el estigma
de ser algo o
alguien de menos valor que
está destinado
a servir.
forma de fomento de valores
nacionales, pero que llega a
deformarse ante la visión de
consumo de masas que prima
en el mundo moderno.
Las relexiones de Fuenzalida no hacen sino revelar
que nuestro discurso de construcción nacional adolece aún
de la fortaleza necesaria para
reivindicar los valores tradicionales de forma auténtica.
En sus ensayos parece reairmarse la advertencia de Ángel
Enfoque. El trabajo intelectual de Fernando Fuenzalida se orientó al entendimiento y reinvención de los mecanismos que determinaron la evolución de nuestra sociedad.
Rama, que decía que la modernidad no es renunciable y sería
suicida negarse a ella, pero
que también lo es renunciar
a sí mismos para aceptarla.
Por ello en su trabajo podemos reconocer una marcada
intención por rescatar el valor
de las ilosoías originarias y
los pensamientos ancestrales,
de aquellos mitos que nos dieron entendimiento propio del
mundo, no para contraponerlo
necesariamente a los modelos externos, sino para tener
una postura dialogante ante
ellos. Gracias a esta capacidad,
Fuenzalida era capaz de escribir de todo y parecía haberlo
leído todo. Lo mismo podemos
encontrar artículos sobre las
empresas familiares en el sistema económico andino, meta
política, geopolítica o sobre
comunismo, siempre con un
tono relexivo que invita al
diálogo y a rescatar lo mejor
de cada tema.
De esta forma encontramos en Fuenzalida a un intelectual poco común en nuestro medio, pues representa
quizá sin querer la imagen del
intelectual tradicional como
un simple administrador, un
profesional de los valores que
fundamentan la persistencia
hasta nuestros días de la igura de la arcadia colonial,
una arcadia que se nutre aún
del lastre del clasismo que no
parece tener in. El rescate que
nuestro ilósofo hace de las
intensidades espirituales que
aún resisten en nuestro medio
permiten escapar del universalismo que solo conduce al
vacío intelectual, y piensa en
dar paso a una emancipación
verdadera del pensamiento,
una que se construya a partir de la recuperación de la
marginalidad en su valoración
adecuada, lejos de cualquier
romanticismo.
Fuenzalida, un intelectual
que trabajó con una constancia y rigor envidiables, con
una larga producción que no
ha sido lo suicientemente
reproducida –algo que debemos rectiicar– contaba como
pocos con una pluma ligera
pero de profunda calidad explicativa que podría ser usada
como material de divulgación
más allá de las aulas. Sin duda,
cada ensayo de Fuenzalida nos
abre ventanas de escrutinio
a temas y autores diversos.
4 PROCESOS
Variedades
PARA ENTENDER
EL BARROCO
Una introducción sociocultural en el siglo XVII español facilita la comprensión de un período histórico marcado por la
tensión, la inseguridad, el decaimiento de la percepción propia
y la falta de fe en el futuro.
TEXTO MARCO BARBOZA TELLO / ABOGADO, PERUANISTA
U
n escenario de
crisis social alude
a una alteración
de los valores y
de los modos de
comportamiento congruentes con ellos, hace patentes
efectos de malestar y disconformidad, produce transformaciones en las relaciones
y vínculos entre individuos,
comprueba la formación de
grupos nuevos o modiicados,
constata la aparición de críticas, denuncias, tensiones, malestares de fondo, conductas
desviadas.
Esta descripción muy general puede aplicar a diferentes momentos históricos de
la humanidad. La situación
contemporánea tiene varios
de estos rasgos críticos. No
obstante, hay un período histórico que concentra todo lo
antes referido. Un amor comunitario que de idelidad
vasallática troca en patriotismo, la transformación social
del hospital, la elevación en el
puesto estamental, los criados de señores autopercibidos
como asalariados, los nobles
dejando de cumplir su papel
de ‘nobleza’, los labradores ricos, los mercaderes, el proceso de ennoblecimiento ridiculizado en las obras literarias,
la Guerra de los Treinta Años,
la carga de los impuestos, las
diicultades del comercio, el
desempleo y la violencia, la
población rural desplazada a
la ciudad, un modelo político
como el de la corte borgoñona
desacreditado y vapuleado,
las sublevaciones de campesinos, son algunos de esos
rasgos de aquel período denominado Barroco, el mismo
que se extiende desde ines
del siglo XVI y columbra todo
el siglo XVII –de forma muy
aproximativa se plantea como
lapso de tiempo referencial el
que comprende los años de
1563 a 1680–. En palabras de
Gerald Brenan, la era barroca
“fue una era tensa, contraída,
encerrada en sí misma, inse-
gura y sin fe en el futuro”.
CRISIS EN ASCENSO
Otra manera de entender
el Barroco es desde el corazón del campo educativo,
la gramática. La enseñanza
jesuítica se inscribió en la
restauración del aristotelismo y la marginación del
neoplatonismo, o de la victoria de la autoridad sobre el
libre diálogo, teniendo como
lengua privilegiada y única
de la transmisión oral de conocimientos al latín.
Para 1600, existían 236
colegios de jesuitas repartidos en gran parte de Europa, multiplicados por toda la
Europa católica y la América
hispano-lusitana durante dos
siglos. Sin embargo, después
de la publicación en 1655
de la Nouvelle méthode pour
apprendre la langue latine,
por parte Claude Lancelot,
la enseñanza no volvió a
ser la misma, el latín escrito
(lengua muerta) se preirió
al hablado, asimismo, el impulso del aprendizaje de la
lenguas modernas y de su
cultura particular desplazó
paulatinamente la enseñanza
del propio latín. El predominio jesuítico como garante de
la contrarreforma empezó,
así, su progresivo declive.
Jansenismo y cartesianismo
resultaron vencedores frente
al ánimo eclesial de formar
buenos cristianos que supieran alabar a Dios, que no era
sino la reserva espiritual europea a la espera de mejores
tiempos.
La crisis del Barroco es,
además, una crisis en ascenso, que va expresando toda
una vorágine de cambios y
tensiones en diferentes campos –culturales, políticos, económicos, sociales, religiosos,
educativos, entre otros–. Un
escrito español anónimo dirigido a Felipe IV, hacia 1621,
señala: “El descuido de los
que gobiernan es sin duda
el artíice de la desventura
El Perua
PROCESOS 5
no. Viernes 6 de mayo de 2016
JUAN PUELLES
y puerta por donde entran
todos los males y daños en
una república, y ninguna,
pienso, la padece mayor que
la nuestra por vivir sin recelo
ni temor alguno de ruin suceso, iados en una desordenada
desconianza”. Más adelante, en 1687, Juan Alfonso de
Lancina comentaba sobre la
monarquía española del XVII:
“Yo bien sé de una monarquía
que, de no haberse errado su
planta, pudo haber dominado
el mundo”.
LAS DOS ESPAÑAS
Entre 1620 y 1640, las exigencias de emancipación
respecto de las cargas centralizadoras de las cortes son
una constante. Se denuncia,
así, los cargos inútiles, el
despilfarro de recaudación,
la venta de cargos –“puesto
que quienquiera encargue o
compre cargos será por fuerza un extorsionador”–. Bacon
(La verdadera grandeza de los
reinos), Sancho de Moncada
“La crisis del
Barroco es, además, una crisis
en ascenso, que
va expresando
toda una vorágine de cambios
y tensiones”.
(Restauración política de España), Richelieu (Testament
politique), para citar solo algunos, apuntan en la misma
dirección de cambio y reforma política, en aquellos años.
Por ello, reducir las opresivas y costosas sinecuras
de la Iglesia y el Estado, y
volver, mutatis mutandi, a la
vieja política mercantilista
de las ciudades, basada en el
interés económico de la sociedad, fueron los dos métodos
esenciales que se propusieron para evitar la revolución
en el siglo XVII. Demasiadas
escuelas de gramática en Inglaterra, demasiados colegios
universitarios en Francia,
demasiados monasterios en
España, en contraposición a
una agricultura y comercio
venidos a menos. Reforma
educativa, mayores fondos
para las escuelas elementales, una vuelta a la ciencia de
la policía, al comercio de las
ciudades medievales, era el
clamor que recorría Europa.
Ese clamor cobijó en el
caso español una serie de aspectos que no son identiicables en otros países europeos.
Los fracasos de la política gobernante, la paulatina caída
de su poder respecto de las
demás potencias europeas,
un régimen político-social
más duramente represivo
que en otras partes, ponen a
España, progresiva pero irreversiblemente, en situación de
desventaja, de subalternidad.
El Barroco nos permite visualizar dos Españas diame-
tralmente opuestas. Al inicio
del período el poderío español
era indiscutible, su producción cientíica y artística era
boyante, se consolidaban las
posesiones ultramarinas, y
la corte era alimentada por
la extracción de minerales
en los espacios colonizados.
Sin embargo, al término del
período el país se autopercibe
como una potencia decadente,
la producción es próxima a
un escenario ruinoso, la sensación de poderío y dominio
está ausente. Por primera vez
en la historia de Europa hay
un temperamento claramente
consolidado e identiicador
de una identidad nacional
en particular. La melancolía
hecha país tiene nombre en
el siglo XVIII, es española. Sin
embargo, la maduración de la
melancolía como marca de
época, el proceso de su evolución como signo y síntoma, su
coniguración en tanto forma
e idea, atraviesan el Barroco
por entero.
6 LEGADOS
Viernes 6 de mayo de 2016. El Peruano
Variedades
POR LA
ÉPICA DEL
CREAR
El necesario retorno a Cervantes y al Inca Garcilaso exige sopesar la magnitud de ambas
figuras: si Cervantes es el padre de nuestra
lengua, el Inca Garcilaso es el precursor de los
registros de nuestra historia.
TEXTO: DIEGO VARGAS TIRADO / CRÍTICO LITERARIO
E
l 2015 veía a Juan
Goytisolo recibir el
Premio Cervantes
y proclamar en su
discurso la supervivencia de los ‘contaminados’ por el primer escritor de
nuestra lengua. Un grupo de
insurrectos bajo la ‘nacionalidad cervantina’ que proclamara Carlos Fuentes, va por
ahí haciendo de la locura la
forma más noble de la realidad, doblegando la historia
a nuestra lengua, una lengua
que surgió como instrumento
de revolución moderna y que
encuentra en el creador del
Quijote su fuente inagotable
de inspiración.
Porque el impacto de Cervantes y su inluencia en nuestra forma de inventar historias
o, incluso, contar la historia
misma es innegable al día de
hoy. Y hablamos de Cervantes
como revolución porque fue
durante la España más vertical
y dogmática, una España en
plena hechura de los valores
que la llevaron a la grandeza
como imperio, que Cervantes
se abre camino para darle forma a la novela moderna, esa
inconmensurable representación del barroco entendido
no solo como ornamentación,
sino más bien como arquitectura del arte, y en este caso del
lenguaje, en busca de replicar
la realidad y trascenderla.
Cervantes, como diría Foucault a propósito del Quijote,
“lee al mundo para demostrar
los libros”, examina la locura
y la reivindica, porque él más
que nadie entiende la locura
y con mayor precisión entiende a esa humanidad que
va haciendo camino hacia la
libertad en su forma máxima,
que es la libertad para crear.
Cervantes es el padre de
nuestra lengua porque en su
obra se halla esa búsqueda
universal por alterar los cimientos de la realidad a partir
de la icción, siendo esa forma
de escribir el motor que ha
renovado siempre nuestras
letras a través de las distintas
etapas. Los temas universales se encuentran todos en la
obra de Cervantes, pero es la
idea del amor la que parece
hermanar a las épocas que lo
descubren como una novedad
ininita. Esa noción del amor
está presente, quizá como en
ninguna otra de sus obras, en
sus Novelas ejemplares, narraciones que bajo el engañoso
rótulo del subgénero pastoril
nos revelan en sus personajes
a algo más que simples pastores, dando paso a complejos
sujetos propios de las cortes
cultas de su tiempo, que exal-
tan un tipo de amor complejo,
un amor condenado al sufrimiento antes que a la dicha,
un amor espiritual propio del
neoplatonismo, ilosoía de la
que Cervantes nutre su obra,
a pesar de las diicultades que
le apremiaron en su vida para
acceder a la formación necesaria para ello.
VOCES ORIGINALES
La estela de Cervantes es enorme por toda su capacidad de
rebelión, pero lo es también
como relejo de una época
que ya hemos señalado como
contraria a las formas libres
del pensar y la creación. Con
todo, sin embargo, hay que
precisar que la lectura del
Quijote, su máxima obra, no
encontró recelo alguno por
parte de las autoridades de
su época. Por el contrario,
tuvo un gran éxito comercial
y pudo leerse de tal forma que
no representara amenaza al
sistema imperante. Esto nos
habla de que la suya era una
cultura que no tenía la capacidad de rastrear la carga crítica
que encerraban las páginas del
Quijote. Nos desnuda entonces
a una sociedad inocente, que
dejó recalar incluso en sus colonias el grueso de la obra de
los escritores más exitosos de
su época, lo que nos lleva a pre-
Historiador. La obra del Inca Garcilaso de la Vega fue inluenciada por múltiples escuelas.
“Cervantes y
nuestro Inca
fueron coetáneos, y ambos
representan
el epítome de
sus respectivos
artes”.
guntarnos cuál fue el impacto
de este libre tránsito para una
época en la que el mestizaje
crecía a pasos agigantados.
Es aquí donde nos planteamos el giro hacia una igura
propia que nos permita ver el
alcance de las letras del siglo
XVII en nuestra región, y en
ese lugar, nadie lo ejempliica
mejor que el Inca Garcilaso de
la Vega. Porque si Cervantes es
el padre de nuestra lengua, es
justo hablar del Inca Garcilaso
como el precursor, junto a Guamán Poma, de los registros de
nuestra historia, pero también
como una de las primeras voces originales del narrar desde
nuestra región. Cervantes, el
gran creador desde la literatura; Garcilaso, el historiador
por antonomasia. Cervantes
y nuestro Inca fueron coetáneos, y ambos representan el
epítome de sus respectivos
artes.
Para hablar del siglo XVII
en América habría que hacerlo
en términos de Pedro Henríquez Ureña, que la deine como
una ‘sociedad nueva’, dando
cuenta del proceso de pleno
asentamiento de muchas de
las instituciones coloniales y la
apertura de ellas para la participación de la raza mestiza.
La colonia se encuentra entonces en su máxima expresión.
Aunque, según el mismo Henríquez Ureña, la cultura era
patrimonio de los ‘blancos’, y el
mercado literario venía en su
mayoría desde España, una pequeña minoría mestiza pudo
salir adelante en estudios. Uno
de esos mestizos fue Gómez
Suárez de Figueroa, a la postre Inca Garcilaso de la Vega,
quien a sus 21 años, después
de una juventud algo azarosa,
pudo viajar a España a completar sus estudios, asimilando, al
igual que Cervantes, lo mejor
de la cultura humanista.
Como bien señala Ricardo
Gonzales Vigil, no es casualidad que uno de los primeros
trabajos del Inca sea la traduc-
Variedades
Viernes 6 de mayo de 2016. El Peruano
LEGADOS 7
ción de los Diálogos de Amor
de León Hebreo, publicación
que reúne los fundamentos
por excelencia del neoplatonismo. Esto da cuenta de la
profunda carga intelectual del
Inca y de las múltiples escuelas que lo inluenciaron. Por
lo mismo, la lectura del Inca
Garcilaso debe hacerse teniendo en cuenta todo el contexto
en el que desarrolló su obra.
Autores como Riva Agüero
o José Durand destacaban ya
el importante valor en la obra
de Garcilaso, una obra que exponía sus raíces autóctonas
con lo mejor de la cultura del
renacimiento italiano, siendo
ante todo la obra de un historiador. Su inluencia neoplatónica, entonces, lo lleva a
buscar en la historia aquello
que Cervantes buscaba en su
icción: la armonía en medio
de la tensión constante de la
vida, la realidad que es conlicto constante y el amor, el entendimiento entre las formas
contrarias de pensar la vida.
Garcilaso poseía, además,
un excepcional arte para
narrar. Esto le permitió ser
un adelantado, un cronista
diferente. Mientras Guamán
Poma hacía uso de lo bárbaro
de la lengua, Garcilaso pulía un
estilo más próximo a los estilistas tipo Góngora, Quevedo o
demás escritores de su época.
Los detalles en sus crónicas
relejan un ino talento para el
manejo de la ironía, el humor y
la melancolía. El lector puede
percibir siempre un tono que
le hace dudar si lo que está
leyendo es en efecto un documento histórico o parte de
una fábula. Existe, por tanto,
una visión poética para contar
las cosas. Siguiendo a José Durand, quien documenta la relación que tuvo Garcilaso con
el mundo bíblico, propiamente
los jesuitas y el mundo intelectual religioso de los siglos
XVI y XVII, podemos pensar en
que su formación le permitió
acercarse a la concepción que
Aristóteles hacía de la poesía
y la ilosoía como las formas
más exactas para valorar los
hechos.
LETRAS Y MESTIZAJE
Legado. En la obra de Cervantes está presente esa búsqueda universal por alterar los cimientos de la realidad a partir de la ficción .
Este tratamiento depurado
de la prosa, que funde documentación histórica con
un gusto innato por narrar,
termina por aianzar, siglos
después, la búsqueda de otros
escritores por una literatura
que represente el mestizaje
y se encuentre próxima a un
humanismo. No en vano autores como Arguedas, Churata,
o Vargas Llosa recogen el valor de la obra del Inca como
ideario para una forma más
‘nuestra’ de contar la historia
usando la literatura.
Riva Agüero señala a los
Comentarios Reales de los
Incas como lo más parecido
a un cantar de gesta, y no es
diícil encontrar estos valores,
pues Garcilaso replica la épica
histórica donde se ponen de
maniiesto, al igual que con
Cervantes, los avatares de lo
trágico y sombrío de la existencia en luctuación constante con el amor romántico, con
los ideales de vida. La tragedia
es siempre parte de la historia
y Garcilaso, como ninguno, es
consciente de esto; por ello,
como lo hiciera notar Aurelio
Miro Quesada, la segunda parte de los Comentarios siempre
termina en muerte. Parece que
desde entonces hubiéramos
estado condenados a la marginalidad, una marginalidad que
es la fuerza que justamente
nos permite pensar en una
mejor forma de vida, que nos
vuelve creativos.
Cervantes representa para
muchos escritores hispanoamericanos la posibilidad de
denunciar lo que les rodeaba
para así reactivar la historia,
el Inca Garcilaso y su obra no
causan un efecto diferente.
Lo barroco en nuestra época
escapa en la literatura a la denominación de mero artiicio
grandilocuente y se encuadra
más en una arquitectura del
lenguaje que busca llevar al
límite las posibilidades de contar una historia, de crear voces
en medio de la indiferencia.
Pensemos en Lezama Lima o el
mismo Gamaliel Churata, dignos representantes de ese sincronismo entre Cervantes y el
Inca Garcilaso, de ese mestizaje hecho literatura. Cervantes
y Garcilaso vivieron una época
que algunos consideran como
crítica para el pensamiento
pero que, sin embargo, ellos
supieron sortear para, 400
años después, seguir vigentes.
Es por eso que siempre volvemos y volveremos a ellos,
para aprender de la historia
y la resistencia.
8
Viernes 6 de mayo de 2016
El Peruano
1573- 1582
SANTA TERESA DE JESUS
NUEVA
MIRADA AL
BARROCO (I)
Libro de las fundaciones (Capítulo
Sexto: “De cómo se han
de haber con las que
tienen melancolía”)
LOPE DE
VEGA
El cuerdo loco.
Más allá del componente artístico y estético que lo
nutre, el barroco implicó una etapa de cambios
profundos en lo político, social y cultural en un contexto
de crisis y extremosidad. Abordó, por igual, 1572
temáticas disímiles como la melancolía, JUAN FRAGOSO
de
lo terapéutico-medicinal, pero también la Discurso
las cosas
aromáticas,
árboles y
política y la literatura, como veremos.
frutales…
CRONOLOGÍA
1557
15
1
55
5
57
5
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Pedro
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1570
15
1
5
57
570
70
7
0
que se
traen de la
India
Oriental.
1565-1574
1594
El loco por fuerza.
La Arcadia.
Nicolas
Monardes
1571-1577
FRANCISCO
RANCISCO BRAVO
FRANCISCO HERNANDEZ
Realiza la Primera
expedición científica
que estudió la historia
natural americana, por
encargo de Felipe II.
Diálogos de philosophia natural y moral ,
p
donde se incluye
y el
“Diálogo a la melancomelancolía”.
Opera
Op
p era medicinalia.
Pub
Publicado
blicado en México, fue el
prim
p
mer libro médico impreso
p
primer
en América.
América
A
Contiene un
estudio acerca de la
zarzaparrilla americana.
1567 PARACELSO
1585 ANDRES VELASQUEZ
1599
1
15
59
59
99
9
Libro de la Melancolía.
FERNANDO
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DE ROJAS
Celestina
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L
elest
o TragicomeCa
dia de Calisto
y Melibea
1587 miguel SABUCO
Nueva
filosofía de la
naturaleza del
hombre.
Los diálogos versan sobre
el conocimiento de sí
mismo, la compostura del
mundo, los auxilios o
remedios de la vera
medicina , la vera
medicina y la vera
filosofía oculta a los
antiguos.
Documentación:
Marco Barboza
Tello.
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