De retenciones, arrendamientos… y otras yerbas

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De retenciones, arrendamientos… y otras yerbas1
Alejandro Rofman2
La semana avanza y con ella especiales novedades en torno de la política
agropecuaria a nivel nacional.
El frente ruralista fue denunciado por Buzzi (uno de sus integrantes) por estar
constituido por solamente un poco más de 2.200 dueños de tierras que cultivan gran
parte de la soja del país. Ello ocurrió en un encuentro sobre propiedad y tenencia de la
tierra rural celebrado hace dos semanas. Allí se conoció que el otrora líder del
chacarero agrícola de la Pampa Húmeda y de los pequeños productores agrarios del
norte y el oeste del país remarcó, en ese encuentro organizado por la Federación
Agraria Argentina en el Hotel Bauen el pasado martes 18, que el gran problema
agrario argentino es la concentración de la tierra. E hizo alusión a los últimos datos
acerca del modo como en la producción del principal producto que se cultiva en
nuestro espacio rural –la soja– el grueso de la actividad está cada vez más en pocas
manos.
Claro que a los pocos días, una revolucionaria propuesta legislativa basada en un
proyecto de ley del diputado Macaluse, de SI, mereció una dura crítica del chacarero
convertido en defensor de los grandes propietarios. El referido proyecto de ley da
cuenta de la regulación de los arrendamientos y aparcerías rurales, necesitada de un
cambio fundamental con respecto a la norma anterior, de 1948, cuando la realidad
chacarera era otra.
El ruralismo, convertido en un movimiento destinado exclusivamente a discutir con el
Estado el tema de los derechos de exportación, cambió fundamentalmente el perfil de
nuestra actividad agraria destinada, en lo fundamental, a la exportación. Los nuevos
protagonistas de la explotación de la tierra ya no son más aquellos aguerridos
productores, descendientes de inmigrantes europeos que alquilaban las tierras que
cultivaban con sus familias por toda la región pampeana a propietarios encolumnados,
en su mayoría, en la Sociedad Rural Argentina. En 1948 las normas reguladoras de
los alquileres o arrendamientos se impusieron para salvaguardar los ingresos de los
sufridos chacareros, que eran esquilmados por los dueños-rentistas de la tierra.
Ahora el panorama es distinto. Los que alquilan son grandes grupos económicos o
financistas (como De Angeli) que se alejaron de la vida chacarera o se agruparon para
ser favorecidos por un fabuloso negocio financiero poniendo dinero para que
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Artículo Publicado en BAE el 3 de septiembre de 2009
Economista del Grupo Fénix
empresas contratistas trabajen la tierra. La obtención de una cosecha de soja por año
se convirtió en un gran negocio de corto plazo. Luego de cada campaña la tierra
quedaba desnutrida y había que rotar el cultivo especialmente con trigo para que
volviesen los nutrientes a alimentarla. Los arrendamientos por una campaña
provocaban, y lo siguen haciendo, fuertes daños a la superficie cultivada con soja. Y a
ello apunta la nueva ley que se proyecta discutir en estos días.
El contrato de arrendamiento –y esto es lo revolucionario– deberá suscribirse por no
menos de cinco años, si se aprueba la ley. Se acabó el negocio fácil y el total
desentendimiento de la salud de nuestras tierras y de su conservación a futuro
Pero los viejos y nuevos rentistas-financistas no quieren saber nada. A ello se les unen
los que se han dado vuelta y ya no piensan más en la tierra, aunque protesten en un
encuentro cada dos o tres años, porque también participan del negocio.
Es hora, entonces, de avanzar decididamente con la Ley de Arrendamientos sin
retroceder un solo paso. En ello va el futuro de nuestro espacio rural. Y, luego, seguir
apurando el paso para definir la constitución de un nuevo ente, como lo fuera la Junta
Nacional de Granos, para regular los mercados internos y externos y consagrar el
principio de la soberanía alimentaria. Y, finalmente, dar un paso decisivo en el apoyo
integral al auténtico campesinado argentino que con más de 200.000 familias produce
y vive en sus fincas a lo largo y ancho del país siendo una pieza fundamental en la
consagración de la soberanía alimentaria para todos.
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